Sto ya s lo último k tengo escrito sobre esta historia; mi beta me a devuelto el diskette esta mañana.

Reviews:

C.J: si, tb me gustó como quedó esa parte… ¬¬ no t metas mucho con Cary, k s su último capi XDD

Joyce: Ola!!! Ste si k ya es el último… y lo subo x ti! ^O^ gracias x pensar k s uno d los mejores fics k as leido nunca *J.D. llorando d la emoción* a ver si algún día ablamos x el msn, aunke con el bachillerato no me conecto muxo ya T_T ahora k lo pienso… d dnd eres? O_o

Walterdi: ya t nvié un mail; me alegro k al- ayas entendido mis razones…

Akí va el fic, un bsazo muy grande a todos!

******************************************************************************

Essy

En una de las muchas habitaciones secretas de castillo Hogwarts de magia y hechicería, un hombre tumbado en un sofá abrió los ojos de golpe, cuando su cerebro volvió a procesar los últimos datos de información que le habían llegado antes de desmayarse. Datos que le informaban que un Slytherin había besado a su chica. Y no cualquier Slytherin, no… nada más y nada menos que su peor enemigo (al menos por ese tiempo): Severus Snape.

Sirius se incorporó de golpe y observó, como a una distancia bastante alejada de él (que podía ser catalogada como prudencial), se encontraba su amigo, Remus J. Lupin, leyendo tranquilamente un grueso libro. Y ya lo estaba acabando. Lo que sólo podía significar dos cosas: primera, que su amigo Moony leía muy veloz, o, segunda, que llevaba mucho tiempo desmayado. Claro que también podían ser ambas razones combinadas.

–Remus –llamó con voz trémula. Esperó a que éste le mirara, y preguntó lo que tanto temía–. Dime que ha sido una broma, que no he oído lo que Cary ha dicho hace un momento.

–Bueno, en realidad ocurrió hace una hora y media, Sirius. Y si, ocurrió.

–¿Pero como?

–Sirius, tranquilízate. Sólo le besó.

–¡Pero fue Snape quien la besó!

–Y si hubiéramos sido James o yo, ¿Qué hubieras hecho?

–¡Pero Snape! –siguió rugiendo pretendiendo no haber escuchado lo que su amigo le había dicho. El echo de que fuera Snape no es lo que le molestaba… era el echo de que la hubieran besado, ¡y que ella no se lo hubiera dicho!

–Sirius –le llamaba tranquilamente su amigo licántropo, siendo completamente ignorado, ya que en esos momentos Sirius Black estaba más bien hablando consigo mismo. Remus Lupin cerró el libro y lo dejó apoyado en uno de los muchos sillones y butacas. Su amigo animago se lo estaba tomando mejor de lo que cabía esperar, a fin de cuentas–. Sirius.

La mente de Sirius Black pareció volver a la tierra, giró la cabeza levemente para quedar encarado con su amigo.

–Sirius, cálmate –le aconsejó–. Luego puedes hablar con Cary. Ya la has oído, no pasó nada.

–Pero dijo que le gustó –exclamó con cierta repugnancia.

–No saques las cosas fuera de lugar, Sirius Black –se escuchó una voz–. No dije eso. Sólo dije que no besa mal.

–¡Pero Cary! –¿histerismo afectando a Sirius Black? ¬¬ eso parece.

–Sirius, siéntate. No ocurrió NADA, ¿entiendes?

–¿Cómo que nada? –hizo una pausa– SNAPE te BESÓ.

–Sirius, no fue nada. Ahora más vale que te calmes. Y cuando lo hayas hecho, por ejemplo mañana, seguiremos hablando.

–Pero…

–No –le interrumpió ella con autoridad–. Hasta mañana, Remus. Adiós Sirius.

–Hasta mañana, Cary.

La chica salió de l habitación tal y como había entrado. Sin que nadie pudiera detenerla.

–Será mejor que vayamos a dormir, Padfoot –Moony se levantó sin esperar repuesta de su amigo dirigiéndose a las habitaciones.

Sirius no fue a su cama esa noche, se quedó en la sala, pensando. Había muchas cosas que hablar.

A la mañana siguiente, cuando bajaron a desayunar, Ron y Harry se encontraron que las chicas ya les esperaban en la mesa; estaban hablando con otra chica, más o menos de su misma edad, con el cabello tirando a rubizo, cayendo ondulado y suelto alrededor de su cara.

–Hola –dijeron ambos sentándose con ellas.

–Hey –dijo Hermione–, Harry, Ron, ella es Essy. Essy, ellos son Harry Potter y Ron Weasley.

–¿Qué tal? –dijo ella dándoles la mano.

–Essy es la prima de Cary –informó Ginny.

–¿Cary tiene una prima? –preguntó Ron.

–Nos conocimos ayer –anunció Essy.

–¿Y donde está ella? –se interesó Harry.

–Se fue temprano a entrenar. Aunque si no se da prisa llegará tarde a clase –contestó la nueva.

–Llegar tarde con Snape, y el primer día –comentó Ron–. Pobre. Espero que no le ocurra.

–Tendríamos que empezar a pasar. O los que llegaremos tarde seremos nosotros –advirtió Hermione.

–Si, tienes razón.

Los chicos se levantaron y se despidieron de Ginny, quien no tenía clases con ellos. Se dirigieron hacia las mazmorras y esperaron fuera unos cinco minutos, mientras todos los alumnos de Gryffindor y Slytherin iban llegando. Cuando la puerta de las mazmorras se abrió se fueron introduciendo en el aula.

Snape entró en unos segundos y cerró la puerta de golpe. Dio una mirada a los gryffindors y una sonrisa de triunfo se instaló en su rostro.

–Cary aun no ha llegado –les susurró Hermione–. Si llega tarde nos quitará un montón de puntos.

La clase empezó. Snape les estaba hablando sobre una hierba que era muy rara de encontrar, pero que tenía unos usos muy importantes y potentes. Todos tomaban apuntes apresuradamente, si la hierba era tan rara, seguro que saldría en los TIMOs. Llevaban más de un pergamino escrito de apuntes cuando alguien llamó a la puerta con fuerza y rapidez un par de veces.

–Adelante –graznó la voz de Snape.

La puerta se abrió.

–¡No ha sido mi culpa, lo juro! Ha sido mi entrenador.

Cary estaba empapada, con los pantalones puestos (aunque desabrochados); con una camiseta, una bolsa (con la pluma, pergaminos, libros, etc), otra mochila y unas botas en la mano. Respirando entrecortadamente.

Llevaba puesto un traje como de neopreno, de una pieza y que le cubría hasta el cuello, las muñecas, y aunque ahora no se vieran, los tobillos (el Fast). Su pelo estaba chorreando.

–Señorita Fargon –pronunció Snape–, tarde el primer día… no empezamos muy bien.

Toda la clase estaba en silencio, los gryffindors ni respiraban (seguro que perdían la mitad de los puntos que llevaban), y los slytherins sonreían de satisfacción.

–Entre y vístase –le ordenó Snape.

Cary fue entrando y cerrando la puerta; aunque no pudo cerrarla del todo. Nick casi decapitado la había llamado.

–Creo que ha perdido esto –le dijo mientras le mostraba una bota.

Cary miró lo que traía, efectivamente, una de ellas se había perdido.

–Gracias, Sir Nicholas –le contestó con la cara roja, mientras cogía la bota  cerraba la puerta.

Se fue a sentar a última fila, con Ron, Harry, Hermione y su prima Essy.

Dejó las mochilas en el suelo, se puso las botas se abrochó el pantalón y se pasó la camisa por los hombros.

–Me estoy ahogando con esto, maldición –se quejó mientras intentaba mover la tela que cubría sus muñecas.

–¿Qué es esto? –le preguntó Hermione.

–Es un "fast skin", para nadar más rápido.

–¿Y eso no es trampa?

–No, mucha gente lo lleva; y solo bajas décimas.

–Callaros –susurró Harry–. Snape nos mira.

Harry aun no había acabado de decir las palabras que dejaron de hablar y miraron a Snape. Por una vez, el centro de las miradas de Snape en clase de pociones no parecía ser Harry; era Cary. Ambos estaban aguantándose las miradas. Sin parpadear. Serios. Y parecían muy concentrados en no perder contacto visual.

Se mantuvieron unos segundos así. Finalmente Cary apartó la vista y creo un "Mierda" con los labios que no llegó a oírse pero si a leerse.

–Ya que no podemos castigar a su entrenador, ¿Qué tal si la ponemos a usted en detención? –comentó, casi con jovialidad– Digamos… ¿esta tarde? Al acabar las clases.

–Tengo entreno al acabar las clases.

–Entonces que sea después de su entreno.

Antes de que Cary pudiera contestar algo, Hermione le dio un toque con el pie, y le murmuró que callara. Que de momento no había perdido puntos.

–Bien, continuemos lo que estábamos haciendo antes de la interrupción de vuestra compañera.

La clase pasó sin más interrupciones. Los gryffindors estupefactos de que Snape no los hubiera dejado con el reloj de puntos a cero, y los slytherins mascullando en voz baja maldiciones por el mismo motivo; sólo que ellos *SI* deseaban que Snape hubiera dejado el marcador de Gryffindor a cero.

Cuando acabó la hora, se dieron prisa en salir rápido, antes que Snape cambiara de idea y los dejara sin puntos.

–Creo que ha sido la única clase en la que el marcador de Gryffindor se ha mantenido intocable.

–Eso ha sido porque ha habido teoría –dijo Cary.

–¿Por qué dices eso? Creo que tú has sido la razón de que Snape no bajara puntos –le confesó Harry.

–Soy un desastre en pociones –declaró–, todo me explota.

–Tranquila, no serás la única –dijo Ron–. A Neville también le explotan los calderos.

–No lo entiendes –se defendió Cary–. Me explotan en las manos. Me pongo demasiado nerviosa y no soy capaz de controlar mi magia. Y si me sobresalto puedo quemar o empapar lo que tenga entre manos. Literalmente.

–Pues con Snape no es como que te puedas relajar mucho.

–Eso es lo que temo, Harry. Por cierto, ¿Qué toca ahora?

–Defensa.

–Genial.

Los cinco se dirigieron alegremente hacia allí, cuando entraron vieron que Fleur y Bill hablaban con Remus, el cual había traído una caja de madera (la cual estaba sobre la mesa). Sirius estaba tumbado (en forma de perro, obviamente), y cuando entraron se volvió a dirigir a ellos, se iba a abalanzar sobre Cary, pero esta lo señaló y le dijo:

–Quieto. Estoy harta de tus ataques celosos –le recriminó–. No quiero más escenitas.

Sirius bajó la cabeza. Los chicos fueron a sentarse a primera fila, y cuando bajaron la guardia, Snuffles se echó sobre Cary.

El resto de la clase empezó a entrar y Snuffles se fue con Remus, a sentarse al final de la clase.

–¿Por qué se quedarán? –preguntó en un susurro Hermione.

–Bueno, chicos –se oyó la voz de la profesora Delacour–. Hoy vamos a hacer una clase de "guepaso" de cara a vuestros TIMOs. El señor Lupin opina, al igual que yo, que los boggarts serán un parte práctica casi "seguga" en vuestros exámenes. Por lo que ha tenido la amabilidad de "traergnos" uno hoy.

Todos los alumnos dirigieron una mirada a la caja. Los cinco adolescentes de primera fila giraron sus cabezas en dirección al hombre y al perro que sonreían burlones al final de la clase.

–No me lo puedo creer –susurró Cary negando con la cabeza.

–¿El que? –le preguntó Harry a su derecha.

–Tal vez lo verás –le respondió enigmáticamente y sin borrar la sonrisa de incredulidad.

La voz de la profesora Delacour hizo que todos ellos volvieran su atención de nuevo a la clase.

–Bien, quiero que os pongáis por fila y uno a uno vayáis pasando por delante de él. a las dos chicas nuevas, poneros al final de la fila, ¿de acuerdo? –les dijo con una sonrisa que hizo babear a más de uno.

Todos se fueron levantando y creando la fila que la profesora les había ordenado. El grupo se puso al final de la fila. Donde pudieron ponerse al lado de Remus y Snuffles.

Cary se sentó y empezó a juguetear con Sirius. –¿Por qué coño habéis traído un boggart? –le preguntó a Remus.

–Oh, vamos, Cary. Si lo necesitarás luego; te hemos hecho un favor.

–No tiene gracia, dejar de reír. Ambos –les dijo seria. A lo que adulto y perro dejaron de reír.

–¿Qué te ocurre con los boggarts? –le preguntó su prima Essy sentándose a su lado y apoyándose en el hombro de Cary.

–Si me da tiempo lo veréis. Por cierto, ¿Qué es lo que más teméis? –inquirió curiosa.

–Arañas –dijo Ron, quien empezaba a sudar al rememorar a Aragog.

–Pues lo pasaste mal en el bosque, entonces.

–Si.

–¿Y tu, Hermione? –preguntaron ambas primitas.

–No lo se… –empezó dubitativa, pero su novio Ron le cortó.

–No sacar un 10 –aunque el tampoco pudo acabar su frase porqué Hermione le arreó un codazo en pleno estómago–. Bestia –recriminó frotándose la parte dolorida con la palma de la mano.

Cary y Essy estaban riéndose de la escenita, y Harry lo miraba con indiferencia "ni novios dejan de pelearse", era lo que cruzaba su mente.

–¿Y tu, Harry?

–Dementores.

–Dementores –repitió Cary–. Sensato.

–¿Sensato? –repitió su primita.

–Si. Lo que más teme es el miedo. Es lógico. ¿Y tu, Essy?

–Nunca me lo he planteado –sinceró encogiéndose de hombros.

–¡Ah! Por cierto, Remus, ¿conoces a mi primita? Essy te presento a Remus. Remus, ella es Essy.

–Es un placer –se saludaron mientras se daban la mano.

–Luego te presentaré a alguien más. Si es que se ha calmado –y en esto último dirigió una mirada de advertencia a Snuffles.

La fila se iba acortando, y el boggart se iba transformando rápidamente, banshees, momias, profesores Snape y otras clases de monstruos, etc. Habían echo acto de presencia en el salón mediante el boggart.

–Ya os toca, chicos –les avisó amablemente Bill dirigiéndose hacia ellos.

El primero en intentarlo fue Ron. El boggart se convirtió en una tremenda y gigantesca araña: Aragog. A lo que el chico se limitó a quitarle las patas.

Después pasó Hermione, que como había anunciado Ron, se convirtió en un pergamino con la calificación de "9". Harry incendió el pergamino por ella.

Y claro, luego le tocó el turno, a Harry. Como había dicho antes, su boggart se convirtió en un dementor, en un horrible y vomitivo dementor. El chico conjuró un patronus e hizo que el dementor se cayera al suelo de cabeza, provocando las risas de toda la clase. El patronus de Harry volvó galopando hacia él, y con cuidado lo acarició como hacia siempre. Cornamenta.

–Bien, y ahora, señoritas Fargon, me "gustaguía" ver como se las arreglan ante un boggart.

Ambas se levantaron del suelo.

–Tu primero primita –indicó Cary con una ridícula reverencia que las hizo sonreír a ambas.

–Con mucho gusto, primita –más risas de las Fargon.

Essy se puso delante del boggart empuñando su varita, tal y como habían hecho todos antes que ella. Y el boggart se transformó en un tiburón. Un tiburón blanco macho de seis metros.

Lo único que hizo fue estar allí, sin moverse.

–¿Sabes algo, Essy? –se acercó Cary y se apoyó en ella– Esto es tan patético que no necesitas hacer nada.

Y tenía razón. Ya que fuera del agua, con esa envergadura y ese peso, se estaba ahogando y aplastando por si mismo.

–Podías haber pensado en algo terrestre, ¿no crees? –se burló.

–¿Y a mi que me cuentas? –le respondió riéndose–. A ver que haces tu.

–Tranquila, ¿Cuánto queda de clase? –le susurró.

–Quince minutos.

–Vale. Vamos, ves a sentarte –le aconsejó palmeándole la espalda.

La sonrisa no se borraba de la cara de ninguna de las dos.

Cary se plantó ante el gran tiburón que seguía agonizando en medio de la clase.

–Buena suerte, Cary –le gritó Remus. Sirius ladró indicando lo mismo. Cary se giró y los miró con una sonrisa divertida.

Ese fue el primer error.

–¿Pero que demonios…? –y preguntas como esta se formularon en un segundo.

Cary volvió a girar la cabeza. Sólo para recibir un puñetazo en plena cara que la tiró al suelo.

–Joder –se tocó la mandíbula y se la movió un poco, para comprobar que no estuviera descolocada–. Esta me las paga –murmuró mientras se levantaba y se hacía frente a si misma. Porque eso era en lo que se había convertido el boggart, en una copia exacta de ella misma.

Empezaron a caminar, en círculo, sin perder contacto visual.

–Date prisa, Cary. De momento te gana; y la clase acaba en diez minutos –comentó Remus.

–No voy a alargar esto –susurro. Se paró de golpe y alargó su brazo derecho, con la palma abierta–. ¡Expelliarmus!

El boggart salió despedido contra la pared. Chocó contra ella, y antes de haber descendido ni dos centímetros, un sai lo engarzó a ella.

–Riddickulus –el cuerpo que formaba el boggart se cubrió de sangre, se convirtió en una neblina negruzca y regresó a la caja, donde Bill se aseguró de cerrarla bien.

Cary se acercó al grupo.

–¿Sabes, Remus? –comentó con indiferencia– Gracias a vuestro regalito, me duele la puta mandíbula.

–El boggart se ha transformado en ti –le dijo Hermione.

–Si… se que te parecerá… ¿ridículo? Pero… lo que me da miedo es… perder ante mi misma.

–¿Qué? –preguntó Harry– ¿Cómo puedes perder ante ti misma?

–Verás… esto es algo que he aprendido de mi deporte. De la natación. Tuve un año fatal. En realidad fueron tres… bueno, da igual. A lo que iba. Tenía miedo de que me ganaran mis adversarias –hizo una pausa, tratando de pensar con claridad–. Pero no eran mis enemigas. Dentro del agua, tu único enemigo eres tu mismo. Si no sales convencida de que puedes hacerlo, no lo harás. Aunque hayas entrenando más duro y mejor que ellas. No lo harás.

–Es que mira que dejarte pillar –comentó Remus como quien dice: "Te dije que no abrieras ese cajón"–. ¿Te duelo mucho? –preguntó serio.

–No –dijo frotándose la mandíbula–. Necesito ese boggart no es lo llevéis muy lejos. Esta tarde, a las cuatro y media.

–Tranquila, estará en nuestra habitación.

–De acuerdo. ¿Cuánto tardé?

–Cinco minutos.

–¡¿Cinco?!

–Más o menos, ¿Por qué? –inquirió Hermione.

–Porque necesito ponerme en forma.

–La clase ha acabado –anunció Ron.

Y era cierto, la profesora Delacour les estaba felicitando por la tarea realizada ante el boggart, y les dejaba marchar.

–Voy tomar el aire, necesito descargar adrenalina.

Las clases pasaron rápido esa mañana. Y se encontraron con Ginny en el gran comedor, y al instante siguiente, casi sin darse cuenta, volvían a despedirse caminando hacia los terrenos, hacia la cabaña de Hagrid para tomar Cuidado de criaturas mágicas.

–¿Qué asignaturas has cogido, Essy? –preguntó Hermione mientras caminaban hacia la cabaña de Harry.

–Aritmancia y criaturas mágicas –contestó tranquilamente.

–Que ganas de currar que tenéis –sentenció Ronald–. En adivinación no hacemos nada.

–Por cierto, ¿tu que tomas, Cary? –inquirió Hermione, obviamente pasando olímpicamente de su novio.

–Yo tengo mi propia asignatura. Pero os acompaño hasta la cabaña de Hagrid, tengo que esperar a que llegue Remus con el boggart.

–¿Para que lo usarás? –curioseó Harry.

–Para lo mismo que visteis en clase de defensa. Necesito a alguien contra quien pelear, sin temor a hacerle daño.

–Pero el boggart puede hacértelo a ti, ¿no? –se preocupó su prima.

–Tranquila, Essy –contestó con una carcajada tomándola por el cuello–. No me va a pasar nada.

–¡Cary!

Era Remus, quien llamaba desde el lago.

–Bueno, nos vemos luego. Bueno, no… esta noche; luego tengo entreno seguido de detención con Snape. Menudo día. Adiós –le plantó un beso en la mejilla a su prima y se alejó corriendo.

–Es muy efusiva –comentó Ron, quien al igual que Harry y Hermione se habían quedado como petrificados por las muestras de afecto de Cary hacia Essy.

–Claro que si –corroboró Essy con total naturalidad–. Es mi primita.

*******************************************************************

Bueno… tampoco keda tan mal este final, no? XDD O_o poca coña, 443 páginas dl word y aun no estabamos ni en navidad! XDD

N fin… solo x si interesa, dcir k ahora estoy con el 6º ^^ 2 meses después d leer el d JK y aun no se k pensar ¬¬ x lo k no se k saldrá d lo k estoy scribiendo ^^ "Harry Potter y la antorcha de la llama verde" ^^ espero k os lo leáis ^^