::: Confusión del Corazón :::
Capítulo 11: Lágrimas Silenciosas..
Autora: Sakura Kat.
-Pues..quería saber.si tú quisieras.ser.mi.novia?-preguntó Shaoran, casi en un murmullo, pero lo suficientemente alto para poderlo escuchar.
-Me encantaría Shaoran! Sí!-Sakura y Shaoran se abrazaron.
-Escuchaste algo?-preguntó Sakura, algo asustada.
-No, debió haber sido tu imaginación. Yo no escuche nada.-respondió Shaoran.
-Creo que sí fue mi imaginación.
Probablemente, lo que escuchó Sakura fue el corazón de Tomoyo, al romperse.
Era tarde, Sakura y Shaoran ya se habían ido, y Tomoyo seguía recostada en la habitación del hospital. Tomoyo volteó hacia donde estaban los ramos de flores y los chocolates que le habían traído. Todos de sus amigos..ninguno era de su madre.
Sin embargo, eso no era lo que más le dolía. Aquel mismo día, sus esperanzas de que sus sentimientos fueran correspondidos, fueron destrozadas.
Tomoyo se levantó lenta y pesadamente de la cama del hospital. Se sentó y vio su ropa y cuerpo. Sus brazos aún tenían sangre seca sobre ellos, y su ropa seguía teñida en su propia sangre. Aún no podía mover el cuello, ya que la herida en él había sido muy profunda.
A pesar de todo esto, Tomoyo consiguió ponerse de pie, y se dirigió a la puerta, casi sin energía.
-No puedo estar aquí..ya..no puedo más..tengo que salir de aquí.-Tomoyo dio una última mirada a la habitación algo fría del hospital, y salió del edificio.
Era noche, y había comenzado a llover. Eriol se dirigía al hospital donde se encontraba Tomoyo. En una de sus manos llevaba una pequeña caja de chocolates, y en la otra llevaba un paraguas. Hacía algo de frío, pero el joven inglés no se molestó. Le había prometido a Tomoyo que volvería para acompañarla por la tarde, pero debido a Nakuru y su insistencia en que su amo probara unas galletas que ella misma había horneado, se le había hecho tarde.
Continuó por su camino hasta llegar al hospital. Cuando estuvo enfrente de la habitación de Tomoyo, llamó a la puerta.
-Tomoyo, puedo pasar?-Al no escuchar respuesta alguna, Eriol volvió a tocar la puerta.
-Tomoyo? Estás dormida? Voy a entrar.-al decir esto, Eriol abrió la puerta, pero, para su sorpresa, encontró la habitación vacía.
Las pesadas gotas de lluvia caían y golpeaban ligeramente el rostro de Tomoyo, mientras ésta corría por las oscuras calles de la ciudad de Tomoeda. Las lágrimas de ella se confundían con las cristalinas gotas de lluvia. Tomoyo había estado corriendo sin rumbo fijo por el resto del día, llorando silenciosamente, y sin inmutarse al ver que había miradas de extrañeza fijas en ella por su inusual vestuario. Su largo cabello negro con reflejos amatistas estaba empapado por la lluvia, al igual que su ropa.
Ya nada de esto le importaba más. De todas maneras, nadie se preocupaba por ella. Nunca lo habían hecho, así que, por qué empezarían ahora?
Shaoran y Sakura ya eran novios, y eso era lo que más le pesaba a Tomoyo. Por un lado, ella amaba a Shaoran, era lo que ella siempre había querido, y ahora estaba al lado de otra. Por el otro lado, Sakura siempre había sido su mejor amiga, ella siempre la apoyaba y era de las personas en quienes más confiaba. No podría odiarla, por más que quisiera, no podía. La apreciaba mucho, después de todo, era su mejor amiga.
-Quizás..lo mejor sea que Sakura sea la novia de Shaoran..ambos se aman..sus..sentimientos son correspondidos..-al decir esto, Tomoyo dejó de correr y empezó a sollozar.
El lugar donde había parado era frío y por la oscuridad de la noche Tomoyo no pudo ver bien exactamente dónde estaba. Pero en esos momentos, eso no le preocupó.
-Si puedo aceptar el hecho de que sean novios..entonces..por qué estas lágrimas siguen saliendo?! La felicidad de Sakura es mi felicidad también, por qué es que no puedo alegrarme por ellos?!-Tomoyo, aún débil por el suceso de la otra noche, tambaleó al gritar aquellas palabras, y cayó al suelo.
Cuando su mejilla golpeó el suelo, Tomoyo se dio cuenta de que estaba en medio de la calle. Se levantó rápidamente, a pesar del intenso dolor que sentía, y prosiguió su camino, sin saber a dónde se dirigía.
-No sabe dónde se encuentra?-preguntó Eriol preocupado a la recepcionista del hospital.
-Lo siento, pero si no se encuentra en su habitación, no sé dónde se encuentra.-respondió la mujer.
-Bien, gracias.-respondió Eriol, intentando conservar la calma.
El joven inglés salió a toda prisa del edificio, sin siquiera tomar el paraguas para protegerse de la lluvia.
Eriol recorrió las calles en busca de Tomoyo, sin mucha suerte. Las pequeñas gotas de lluvia cada vez eran más intensas, y golpeaban el rostro de Eriol con fuerza. El inglés ignoró la lluvia y continuó con su búsqueda.
Iba pasando por una de las avenidas, cuando la vio: Tomoyo, tambaleándose y tratando de encontrar en qué apoyarse, con el rostro y la ropa sucia y empapada por la lluvia.
-Tomoyo!-Eriol corrió a su lado, mientras que la chica, con la visión borrosa a causa de las lágrimas, trataba de mantener el equilibrio.
-E...Eriol..-dijo la chica de ojos amatistas, casi sin fuerzas.
-Tenemos que llevarte al hospital! Rápido!-al decir esto, el joven tomó a Tomoyo de la mano y empezó a llevarla de regreso al hospital.
En el transcurso de la noche, la lluvia había dejado de ser intensa, pero el frío en el ambiente aumentó. Eriol volteó a ver a Tomoyo, y éste vio que ella estaba titiritando. Eriol se quitó la gabardina que traía puesta y la colocó sobre los hombros de Tomoyo.
-Gracias, pero no gracias. Te vas a resfriar si no la usas.-dijo Tomoyo.
-Úsala, tú la necesitas más que yo. Además, no tengo frío.-respondió Eriol.
Tomoyo guardó silencio durante unos momentos. No podía creer que todo esto estuviera sucediendo. Después se atrevió a preguntar:
-Eriol..por qué me estás ayudando?
Eriol quedó perplejo ante la pregunta. Nunca se lo había preguntado siquiera él mismo. Por qué estaba ayudando a Tomoyo?
-Porque eres mi amiga, además, no se necesita una razón para ayudar a la gente. Simplemente debes ayudar si crees que es lo correcto.-respondió Eriol.
-Es que..yo..no creo merecer tu preocupación. Nadie nunca se ha preocupado por mí, no veo por qué tú deberías empezar a hacerlo. -Pequeñas lágrimas se empezaron a formar en los ojos de Tomoyo al decir aquello.
-Que nadie se ha preocupado nunca por ti? Eso no es cierto. Sakura y Shaoran no lo hacen a cada momento? Y qué me dices de tu madre? Acaso ella no se preocupa por ti? Por que vivas con comodidad?-preguntó Eriol.
-Mi madre? Ella nunca se ha preocupado por mí. Ni siquiera sabe que existo. Nunca sabe dónde me encuentro..cómo me siento..es más, ni siquiera ha de saber que estoy aquí, o que estaba en el hospital.-respondió Tomoyo, con sus lágrimas nublando su visión.
Eriol no supo qué responder a esto. Sin darse cuenta, ya habían llegado al hospital. Él se volvió hacia Tomoyo, quien tenía el rostro lleno de lágrimas, pero se confundían con las gotas de lluvia. Sin embargo, Eriol se dio cuenta de que ella estaba llorando al estar bajo la luz del edificio, ya que los ojos de la chica estaban completamente rojos por las lágrimas.
Tomoyo cerró sus ojos con fuerza, en un intento de retener sus lágrimas. Sin embargo no pudo más, y cayó de rodillas con las manos en el rostro, llorando como nunca en estos últimos años.
Eriol volvió al lado de ella, y la abrazó. Tomoyo retiró sus manos de su rostro, y, aún sollozando, también abrazó a Eriol.
Así estuvieron, abrazados, bajo la lluvia de esa fría noche.
Sin siquiera darse cuenta, Tomoyo se quedó dormida. Eriol lo notó, y la llevó al hospital.
-No!! No lo haré!-una chica muy parecida a Tomoyo gritaba desesperadamente.
-Sólo..déjame aquí y vete..continúa sin mí..-respondió casi sin energía una chica pelirroja de ojos verdes.
-Pero Yumiko! Morirás si te dejo aquí!-la chica de ojos azules insistía en llevarla consigo.
-No te preocupes Tomoku..si muero aquí, al menos sabré que tú estás viva y libre..si me intentas salvar, nos atraparán a las dos!-dijo Yumiko.
-Pero..-al decir esto, se escucharon unos pasos apresurados y las voces de unos hombres.
-Creo que escuché algo por ahí! Deben de ser ellas!-gritó uno de los hombres.
-Apresúrate Tomoku! Huye!-insistió la pelirroja de piel blanca.
-Pero..-Tomoku no quería dejar a su mejor amiga sola.
De pronto, se escucharon unos disparos. Todo pasó muy rápido. El cuerpo sin vida de Yumiko cayó al suelo, mientras que Tomoku había sido lanzada del otro lado. Yumiko había empujado a Tomoku antes de que le dispararan. La había salvado.
Tomoku, aún paralizada por el suceso, trató de reaccionar rápido. Se levantó del suelo, y corrió sin parar el resto de aquella noche.
-Me vengaré de esto..Daidouji..-fueron las palabras de Tomoku, antes de seguir corriendo.
Tomoyo se levantó repentinamente de la cama del hospital, sudando frío. Enseguida se arrepintió de haberse movido, ya que un dolor tremendo la invadió.
-Tuviste un mal sueño?-le preguntó alguien a Tomoyo. Ésta enfocó la vista y vio a la doctora Tomoe escribiendo algo enseguida de la cama donde se encontraba.
-Eh..sí, fue un mal sueño..-respondió Tomoyo, algo confundida por el extraño sueño que acababa de tener.
-No te preocupes, dicen que si platicas tus pesadillas, no se hacen realidad.-dijo Hotaru.
-En serio? Usted cree que sea cierto?-preguntó Tomoyo, incrédula.
-Pues..realmente no lo sé..pero eso es lo que la gente dice.-contestó al doctora.
-Ya veo..-dijo Tomoyo.
-Por cierto, un joven dijo que pasara la noche cuidando de ti, no hay problema con eso?-preguntó Hotaru.
-No, ningún problema..-respondió Tomoyo. Eriol no quería que saliera de nuevo.-pensó. Entonces, Tomoyo recordó lo que había pasado hacía unas horas. Se sonrojó al recordar que Eriol la había abrazado.
-Y, dime..ese chico..es tu novio?-preguntó curiosa Hotaru al ver a Tomoyo sonrojada.
Tomoyo se sonrojó más al escuchar aquello.
-No! Sólo somos amigos..-respondió Tomoyo, roja como un tomate.
Hotaru rió al verla.
-Sólo amigos eh? Pues me pareció verlo muy preocupado por ti..debe de ser muy buen amigo tuyo.
-Lo es..lo es.-respondió Tomoyo al recordar cuánto la había ayudado.
-Tu mamá avisó que llegaría en cuanto pudiera, al parecer no sabe que estás en grave condición, ya que dijo que probablemente vendría a Tomoeda dentro de una semana. La verdad yo creo que para cuando ella venga, tú ya vas a estar totalmente recuperada!-Hotaru sonrió al decir esto, pero, al ver la expresión de Tomoyo, su sonrisa desapareció.-Sucede algo?
-No, no, para nada..-Tomoyo ya no quería preocupar a nadie más.
-Bien, será mejor que duermas. Necesitas estar en reposo, además, ya es tarde.-dijo la doctora Tomoe.
-Está bien.-respondió Tomoyo, y cerró los ojos.
Era un lugar precioso: el cielo estaba despejado, el sol brillaba, y las flores del jardín se veían más coloridas que nunca.
-Así que aquí vives..-dijo Yumiko, aquella chica de ojos esmeralda y cabello rojo, quien llevaba su largo cabello rizado suelto y tenía puesto un vestido verde oscuro.
-Sí, ésta es.-respondió Tomoku, quien llevaba su cabello lacio y largo también suelto, y sus ojos azules resaltaban con la blusa y los pantalones azul oscuro que llevaba. Tomoku siempre había sido algo atrevida, y sus blusas siempre tenían escote. Sus pantalones eran ajustados, y se moldeaban perfectamente a su buen cuerpo. Además, siempre llevaba un collar con un cristal amatista como dije en el cuello.
Ambas chicas eran muy diferentes, a pesar de que ambas tenían 15 años: Yumiko era enérgica, alegre, y muy risueña. En cambio, Tomoku era seria, fría, y solitaria. Casi nunca le dirigía la palabra a nadie. Nunca decía lo que sentía.
A pesar de ello, Yumiko le había enseñado a Tomoku a compartir sus gustos y sentimientos a los demás. Tomoku no había cambiado mucho, pero estaba empezando a ser tan alegre como Yumiko.
-Es bellísimo! Me encanta este lugar! Siempre lo recordaré como un lugar especial.-dijo Yumiko.
Tomoku se extrañó ante las palabras de su amiga.
-Especial? Si este lugar no tiene nada de especial.-respondió Tomoku, con algo de indiferencia.
-Pero Tomoku! Claro que es especial! Es tu casa!-dijo Yumiko con una bella sonrisa en el rostro.
-Si tú lo dices..-murmuró Tomoku. Observó cómo su mejor amiga se divertía regando pétalos de rosas por doquier.
-Ven! Muéstrame tu habitación!
-Lo que sea..-respondió Tomoku, quien estaba siendo arrastrada por su amiga.
Al estar cerca de la habitación de Tomoku, escucharon las voces de dos hombres.
-Quiénes son?-preguntó Yumiko en voz baja.
-Deben de ser mi papá y alguien más..-respondió con el mismo tono de voz Tomoku.
-Ven, vamos a averiguar quiénes son!-dijo emocionada Yumiko.
-No, Yumiko! Espera!-Tomoku trató de detenerla, pero su amiga ya se había puesto en la puerta donde se escuchaban las voces.
-Señor Daidouji, déjeme explicarle!-era la voz del padre de Tomoku.
-No! Usted y su familia sufrirán por no cumplir con la ley!-dijo un hombre con voz grave.
-Es que..usted no entiende, le prometo que pagaré! Sólo deme tiempo para juntar el dinero..le prometo que le pagaré!-decía suplicando el papá de Tomoku.
-No, ya se la dejé pasar demasiado tiempo, no puedo permitir otra de sus faltas a la autoridad!
-De verdad, yo no robé el dinero! Señor Daidouji, créame, no robé nada! Pagaré lo que sea necesario, sólo créame que yo no robé nada!
-Eso dígaselo a alguien ingenuo, yo ya soporté demasiadas mentiras.-dijo el señor Daidouji.
-Pero..
-Usted no dice nada más que mentiras, me voy!-dijo exaltado el señor Daidouji.
Fue entonces que pasó..el señor Daidouji ya iba a salir de la habitación cuando las vio: Tomoku y Yumiko, quienes habían estado espiando, se sorprendieron cuando el señor Daidouji las vio y se acercó a ellas. Abrió la puerta, y Tomoku y Yumiko se quedaron paralizadas.
-No puede ser! Éste es el cristal que hemos estado buscando durante meses! Es el que fue robado del museo histórico!-gritó el señor Daidouji.
-No! Ésa es una piedra que conseguí en Inglaterra..-mintió el padre de Tomoku.
-No más mentiras señor! Usted queda arrestado, tiene derecho a guardar silencio. Cualquier cosa que usted diga podrá ser usada en su contra.-dijo el señor Daidouji.
Tomoku y Yumiko quedaron inmóviles. No podían creer lo que estaba sucediendo.
-En cuanto a ustedes..-dijo el señor Daidouji.-necesito que me devuelvan ese collar.
-Nunca!-gritó Tomoku. Con los ojos llenos de frialdad y enojo a la vez, salió corriendo.
-Espérame Tomoku!-gritó Yumiko y la siguió.
Ambas corrieron como nunca en su vida. Afuera ya era tarde y estaba oscureciendo. El frío de la noche se estaba acercando, y las chicas ya no tenían fuerzas para seguir corriendo.
-Tomoku, necesito..que paremos un momento..-dijo Yumiko, casi sin energía.
-De acuerdo, pero sólo un momento.-dijo Tomoku.
Ambas se detuvieron debajo de un gran árbol de flor de ciruelo. Algunos pétalos caían, para diversión de Yumiko.
-Mira Tomoku! Llueven pétalos de ciruelo!-dijo Yumiko, con alegría y sonriendo.
-Cómo te puede importar eso mientras estamos siendo perseguidas por los oficiales?!-preguntó Tomoku fríamente.
-Por qué no le quisiste dar ese cristal al oficial Tomoku?-preguntó Yumiko, no haciendo caso a lo que le acababan de preguntar.
-Porque..-Tomoku suspiró antes de continuar.-mi padre siempre ha sido un ladrón. No había estudiado, por lo que robaba para ganarse la vida. Este collar me lo regaló, y me hizo prometer que jamás lo entregaría, pasara lo que pasara...él decía que tenía un poder sorprendente, y que yo merecía tenerlo..yo..no pienso romper mi promesa.-terminó Tomoku.
Yumiko no podía creer lo que acababa de escuchar. Sí, sabía que la madre de Tomoku había muerto justo después de haber tenido a su amiga, y también sabía que eso era una de las razones por las que Tomoku se comportaba así. Lo que no sabía era que su padre era un ladrón para ganarse la vida. Ella siempre pensó que Tomoku y su familia vivían bien porque el padre trabajaba en una fábrica de juguetes.
-Tomoku..-murmuró Yumiko.
Ambas se quedaron en silencio mientras veían cómo las estrellas empezaban a iluminar la oscuridad de la noche.
Justo entonces, Tomoyo despertó. No sabía qué pensar. Ahora, en vez de estar soñando sobre lo que iba a suceder, estaba soñando lo que había sucedido.
-Tomoku..ella era la dueña de este cristal..-se dijo a sí misma, preocupada por lo sucedido en el sueño.
-Dijiste algo Tomoyo?-le preguntó una voz.
-Quién está ahí?-preguntó Tomoyo, con algo de miedo reflejado en su voz.
-No te preocupes, soy yo, Hotaru.-respondió la doctora, moviendo las cortinas de las ventanas para dejar infiltrar la luz de la relajante mañana.
-Hotaru, me dio un gran susto!-dijo Tomoyo, mucho más relajada.
Hotaru rió un poco al escuchar aquello.
-Sabes? He notado una gran mejoría en ti. Ya no muestras las mismas heridas de antes..es más, creo que te recuperaste mucho más rápido de lo que la mayoría de mis pacientes lo habían hecho hasta ahora..-dijo Hotaru, algo sorprendida.
-En serio?-preguntó Tomoyo, muy sorprendida.
-Sí..de hecho, yo creo que, si sigues como hasta ahora, podrás irte a casa esta misma tarde.-le dijo sonriente Hotaru.
-En serio?! Qué bueno!-dijo Tomoyo. Ella ya había querido salir de ese hospital, antes de que algo más sucediera..
-Sólo quédate en reposo, y verás que te recuperarás muy pronto.-le aseguró Hotaru.
-Claro, y muchas gracias..-dijo Tomoyo.
-No hay de que..ahora, vuelve a dormir, mientras que yo te tomo unos análisis.-dijo la doctora Tomoe.
-Lo intentaré..-repuso Tomoyo, quien no quería tener más sueños inusuales.
-Yo..no sé qué voy a hacer Yumiko..realmente no lo sé..-dijo Tomoku. Una pequeña lágrima se deslizó por su mejilla, y Yumiko lo notó al instante.
-No te preocupes Tomoku, yo sé que todo va a solucionarse, tarde o temprano.-le aseguró Yumiko con una sonrisa.
-Lo sé, lo sé.es sólo que..por qué estas cosas tienen que suceder?-preguntó Tomoku, con sus ojos invadidos de penosas lágrimas.
-Tomoku..trata de pensar que todo va a solucionarse, que todo estará bien, no hay razón por la cual te debas entristecer.-dijo Yumiko.
-Pero Yumiko..-Tomoku había perdido por completo la fría expresión que siempre tenía en su mirada. En cambio, ahora tenía las mejillas empapadas de lágrimas que ella silenciosamente había dejado salir.
-Yo siempre seré tu mejor amiga, y nunca dejaré de apoyarte.-Yumiko sonrió. Tomoku observó de nuevo la ropa de su amiga. El antes completamente limpio vestido color verde oscuro, ahora estaba sucio y rasgado por varias partes. Yumiko tenía varias heridas en los brazos, resultado de correr a través de arbustos y demás por seguir a Tomoku.
Tomoku no estaba en condición muy diferente a la de Yumiko: su blusa y sus pantalones, antes azules, ahora estaban casi completamente negros, por la suciedad. Sus brazos y rostro estaban sucios, y con algunas heridas algo graves.
-Gracias Yumiko..creo que tendremos que ir al hospital, tus heridas no se ven nada bien..-dijo Tomoku, algo preocupada.
-Entonces vamos hacia allá, antes de que pase algo más.-dijo Yumiko.
-Vamos.-respondió Tomoku.
En eso, se escucharon unas pisadas.
-Debieron haberse ido por aquí!-era el señor Daidouji.
-Son ellos! Vámonos!-gritó Yumiko.
Sin más, ambas chicas siguieron corriendo, sin rumbo fijo. Ninguna de las dos sabía a dónde se dirigían, sólo sabían que debían escapar. Siguieron corriendo, hasta que Yumiko tropezó con un tronco de un árbol.
-Yumiko!-Tomoku se detuvo y se apresuró a levantar a su amiga.
-Déjame aquí, tú sigue, es a ti a la que están persiguiendo Tomoku..-Yumiko seguía en el suelo, ya no tenía fuerzas para continuar.
-No!! No lo haré!-Tomoku gritaba desesperadamente.
-Sólo..déjame aquí y vete..continúa sin mí..-respondió casi sin energía la chica pelirroja de ojos verdes.
-Pero Yumiko! Morirás si te dejo aquí!-la chica de ojos azules insistía en llevarla consigo.
-No te preocupes Tomoku..si muero aquí, al menos sabré que tú estás viva y libre..si me intentas salvar, nos atraparán a las dos!-dijo Yumiko.
-Pero..-al decir esto, se escucharon unos pasos apresurados y las voces de unos hombres.
-Creo que escuché algo por ahí! Deben de ser ellas!-gritó uno de los hombres.
-Apresúrate Tomoku! Huye!-insistió la pelirroja de piel blanca.
-Pero..-Tomoku no quería dejar a su mejor amiga sola.
En eso, el señor Daidouji y sus hombres ya habían llegado.
-Recuerden, sólo quiero el cristal, no hay por qué ser violentos..-dijo el señor Daidouji.
Sin embargo, uno de los hombres que estaba ahí no lo escuchó, y disparó su arma. Todo pasó rápido. El cuerpo de Yumiko, ahora sin vida, estaba en el suelo, mientras que Tomoku había sido lanzada del otro lado. Yumiko la había empujado. La había salvado.
Tomoku se levantó rápidamente, tratando de reaccionar.
-Me vengaré por esto..Daidouji..-fueron las palabras de Tomoku, antes de salir corriendo y desaparecer entre los árboles.
Tomoyo despertó. El miedo se había apoderado de ella. De pronto, lo entendió todo.
-Ya sé por qué Tomoku me quiere matar! Mi papá! El señor Daidouji es mi padre!
-Pues..quería saber.si tú quisieras.ser.mi.novia?-preguntó Shaoran, casi en un murmullo, pero lo suficientemente alto para poderlo escuchar.
-Me encantaría Shaoran! Sí!-Sakura y Shaoran se abrazaron.
-Escuchaste algo?-preguntó Sakura, algo asustada.
-No, debió haber sido tu imaginación. Yo no escuche nada.-respondió Shaoran.
-Creo que sí fue mi imaginación.
Probablemente, lo que escuchó Sakura fue el corazón de Tomoyo, al romperse.
Era tarde, Sakura y Shaoran ya se habían ido, y Tomoyo seguía recostada en la habitación del hospital. Tomoyo volteó hacia donde estaban los ramos de flores y los chocolates que le habían traído. Todos de sus amigos..ninguno era de su madre.
Sin embargo, eso no era lo que más le dolía. Aquel mismo día, sus esperanzas de que sus sentimientos fueran correspondidos, fueron destrozadas.
Tomoyo se levantó lenta y pesadamente de la cama del hospital. Se sentó y vio su ropa y cuerpo. Sus brazos aún tenían sangre seca sobre ellos, y su ropa seguía teñida en su propia sangre. Aún no podía mover el cuello, ya que la herida en él había sido muy profunda.
A pesar de todo esto, Tomoyo consiguió ponerse de pie, y se dirigió a la puerta, casi sin energía.
-No puedo estar aquí..ya..no puedo más..tengo que salir de aquí.-Tomoyo dio una última mirada a la habitación algo fría del hospital, y salió del edificio.
Era noche, y había comenzado a llover. Eriol se dirigía al hospital donde se encontraba Tomoyo. En una de sus manos llevaba una pequeña caja de chocolates, y en la otra llevaba un paraguas. Hacía algo de frío, pero el joven inglés no se molestó. Le había prometido a Tomoyo que volvería para acompañarla por la tarde, pero debido a Nakuru y su insistencia en que su amo probara unas galletas que ella misma había horneado, se le había hecho tarde.
Continuó por su camino hasta llegar al hospital. Cuando estuvo enfrente de la habitación de Tomoyo, llamó a la puerta.
-Tomoyo, puedo pasar?-Al no escuchar respuesta alguna, Eriol volvió a tocar la puerta.
-Tomoyo? Estás dormida? Voy a entrar.-al decir esto, Eriol abrió la puerta, pero, para su sorpresa, encontró la habitación vacía.
Las pesadas gotas de lluvia caían y golpeaban ligeramente el rostro de Tomoyo, mientras ésta corría por las oscuras calles de la ciudad de Tomoeda. Las lágrimas de ella se confundían con las cristalinas gotas de lluvia. Tomoyo había estado corriendo sin rumbo fijo por el resto del día, llorando silenciosamente, y sin inmutarse al ver que había miradas de extrañeza fijas en ella por su inusual vestuario. Su largo cabello negro con reflejos amatistas estaba empapado por la lluvia, al igual que su ropa.
Ya nada de esto le importaba más. De todas maneras, nadie se preocupaba por ella. Nunca lo habían hecho, así que, por qué empezarían ahora?
Shaoran y Sakura ya eran novios, y eso era lo que más le pesaba a Tomoyo. Por un lado, ella amaba a Shaoran, era lo que ella siempre había querido, y ahora estaba al lado de otra. Por el otro lado, Sakura siempre había sido su mejor amiga, ella siempre la apoyaba y era de las personas en quienes más confiaba. No podría odiarla, por más que quisiera, no podía. La apreciaba mucho, después de todo, era su mejor amiga.
-Quizás..lo mejor sea que Sakura sea la novia de Shaoran..ambos se aman..sus..sentimientos son correspondidos..-al decir esto, Tomoyo dejó de correr y empezó a sollozar.
El lugar donde había parado era frío y por la oscuridad de la noche Tomoyo no pudo ver bien exactamente dónde estaba. Pero en esos momentos, eso no le preocupó.
-Si puedo aceptar el hecho de que sean novios..entonces..por qué estas lágrimas siguen saliendo?! La felicidad de Sakura es mi felicidad también, por qué es que no puedo alegrarme por ellos?!-Tomoyo, aún débil por el suceso de la otra noche, tambaleó al gritar aquellas palabras, y cayó al suelo.
Cuando su mejilla golpeó el suelo, Tomoyo se dio cuenta de que estaba en medio de la calle. Se levantó rápidamente, a pesar del intenso dolor que sentía, y prosiguió su camino, sin saber a dónde se dirigía.
-No sabe dónde se encuentra?-preguntó Eriol preocupado a la recepcionista del hospital.
-Lo siento, pero si no se encuentra en su habitación, no sé dónde se encuentra.-respondió la mujer.
-Bien, gracias.-respondió Eriol, intentando conservar la calma.
El joven inglés salió a toda prisa del edificio, sin siquiera tomar el paraguas para protegerse de la lluvia.
Eriol recorrió las calles en busca de Tomoyo, sin mucha suerte. Las pequeñas gotas de lluvia cada vez eran más intensas, y golpeaban el rostro de Eriol con fuerza. El inglés ignoró la lluvia y continuó con su búsqueda.
Iba pasando por una de las avenidas, cuando la vio: Tomoyo, tambaleándose y tratando de encontrar en qué apoyarse, con el rostro y la ropa sucia y empapada por la lluvia.
-Tomoyo!-Eriol corrió a su lado, mientras que la chica, con la visión borrosa a causa de las lágrimas, trataba de mantener el equilibrio.
-E...Eriol..-dijo la chica de ojos amatistas, casi sin fuerzas.
-Tenemos que llevarte al hospital! Rápido!-al decir esto, el joven tomó a Tomoyo de la mano y empezó a llevarla de regreso al hospital.
En el transcurso de la noche, la lluvia había dejado de ser intensa, pero el frío en el ambiente aumentó. Eriol volteó a ver a Tomoyo, y éste vio que ella estaba titiritando. Eriol se quitó la gabardina que traía puesta y la colocó sobre los hombros de Tomoyo.
-Gracias, pero no gracias. Te vas a resfriar si no la usas.-dijo Tomoyo.
-Úsala, tú la necesitas más que yo. Además, no tengo frío.-respondió Eriol.
Tomoyo guardó silencio durante unos momentos. No podía creer que todo esto estuviera sucediendo. Después se atrevió a preguntar:
-Eriol..por qué me estás ayudando?
Eriol quedó perplejo ante la pregunta. Nunca se lo había preguntado siquiera él mismo. Por qué estaba ayudando a Tomoyo?
-Porque eres mi amiga, además, no se necesita una razón para ayudar a la gente. Simplemente debes ayudar si crees que es lo correcto.-respondió Eriol.
-Es que..yo..no creo merecer tu preocupación. Nadie nunca se ha preocupado por mí, no veo por qué tú deberías empezar a hacerlo. -Pequeñas lágrimas se empezaron a formar en los ojos de Tomoyo al decir aquello.
-Que nadie se ha preocupado nunca por ti? Eso no es cierto. Sakura y Shaoran no lo hacen a cada momento? Y qué me dices de tu madre? Acaso ella no se preocupa por ti? Por que vivas con comodidad?-preguntó Eriol.
-Mi madre? Ella nunca se ha preocupado por mí. Ni siquiera sabe que existo. Nunca sabe dónde me encuentro..cómo me siento..es más, ni siquiera ha de saber que estoy aquí, o que estaba en el hospital.-respondió Tomoyo, con sus lágrimas nublando su visión.
Eriol no supo qué responder a esto. Sin darse cuenta, ya habían llegado al hospital. Él se volvió hacia Tomoyo, quien tenía el rostro lleno de lágrimas, pero se confundían con las gotas de lluvia. Sin embargo, Eriol se dio cuenta de que ella estaba llorando al estar bajo la luz del edificio, ya que los ojos de la chica estaban completamente rojos por las lágrimas.
Tomoyo cerró sus ojos con fuerza, en un intento de retener sus lágrimas. Sin embargo no pudo más, y cayó de rodillas con las manos en el rostro, llorando como nunca en estos últimos años.
Eriol volvió al lado de ella, y la abrazó. Tomoyo retiró sus manos de su rostro, y, aún sollozando, también abrazó a Eriol.
Así estuvieron, abrazados, bajo la lluvia de esa fría noche.
Sin siquiera darse cuenta, Tomoyo se quedó dormida. Eriol lo notó, y la llevó al hospital.
-No!! No lo haré!-una chica muy parecida a Tomoyo gritaba desesperadamente.
-Sólo..déjame aquí y vete..continúa sin mí..-respondió casi sin energía una chica pelirroja de ojos verdes.
-Pero Yumiko! Morirás si te dejo aquí!-la chica de ojos azules insistía en llevarla consigo.
-No te preocupes Tomoku..si muero aquí, al menos sabré que tú estás viva y libre..si me intentas salvar, nos atraparán a las dos!-dijo Yumiko.
-Pero..-al decir esto, se escucharon unos pasos apresurados y las voces de unos hombres.
-Creo que escuché algo por ahí! Deben de ser ellas!-gritó uno de los hombres.
-Apresúrate Tomoku! Huye!-insistió la pelirroja de piel blanca.
-Pero..-Tomoku no quería dejar a su mejor amiga sola.
De pronto, se escucharon unos disparos. Todo pasó muy rápido. El cuerpo sin vida de Yumiko cayó al suelo, mientras que Tomoku había sido lanzada del otro lado. Yumiko había empujado a Tomoku antes de que le dispararan. La había salvado.
Tomoku, aún paralizada por el suceso, trató de reaccionar rápido. Se levantó del suelo, y corrió sin parar el resto de aquella noche.
-Me vengaré de esto..Daidouji..-fueron las palabras de Tomoku, antes de seguir corriendo.
Tomoyo se levantó repentinamente de la cama del hospital, sudando frío. Enseguida se arrepintió de haberse movido, ya que un dolor tremendo la invadió.
-Tuviste un mal sueño?-le preguntó alguien a Tomoyo. Ésta enfocó la vista y vio a la doctora Tomoe escribiendo algo enseguida de la cama donde se encontraba.
-Eh..sí, fue un mal sueño..-respondió Tomoyo, algo confundida por el extraño sueño que acababa de tener.
-No te preocupes, dicen que si platicas tus pesadillas, no se hacen realidad.-dijo Hotaru.
-En serio? Usted cree que sea cierto?-preguntó Tomoyo, incrédula.
-Pues..realmente no lo sé..pero eso es lo que la gente dice.-contestó al doctora.
-Ya veo..-dijo Tomoyo.
-Por cierto, un joven dijo que pasara la noche cuidando de ti, no hay problema con eso?-preguntó Hotaru.
-No, ningún problema..-respondió Tomoyo. Eriol no quería que saliera de nuevo.-pensó. Entonces, Tomoyo recordó lo que había pasado hacía unas horas. Se sonrojó al recordar que Eriol la había abrazado.
-Y, dime..ese chico..es tu novio?-preguntó curiosa Hotaru al ver a Tomoyo sonrojada.
Tomoyo se sonrojó más al escuchar aquello.
-No! Sólo somos amigos..-respondió Tomoyo, roja como un tomate.
Hotaru rió al verla.
-Sólo amigos eh? Pues me pareció verlo muy preocupado por ti..debe de ser muy buen amigo tuyo.
-Lo es..lo es.-respondió Tomoyo al recordar cuánto la había ayudado.
-Tu mamá avisó que llegaría en cuanto pudiera, al parecer no sabe que estás en grave condición, ya que dijo que probablemente vendría a Tomoeda dentro de una semana. La verdad yo creo que para cuando ella venga, tú ya vas a estar totalmente recuperada!-Hotaru sonrió al decir esto, pero, al ver la expresión de Tomoyo, su sonrisa desapareció.-Sucede algo?
-No, no, para nada..-Tomoyo ya no quería preocupar a nadie más.
-Bien, será mejor que duermas. Necesitas estar en reposo, además, ya es tarde.-dijo la doctora Tomoe.
-Está bien.-respondió Tomoyo, y cerró los ojos.
Era un lugar precioso: el cielo estaba despejado, el sol brillaba, y las flores del jardín se veían más coloridas que nunca.
-Así que aquí vives..-dijo Yumiko, aquella chica de ojos esmeralda y cabello rojo, quien llevaba su largo cabello rizado suelto y tenía puesto un vestido verde oscuro.
-Sí, ésta es.-respondió Tomoku, quien llevaba su cabello lacio y largo también suelto, y sus ojos azules resaltaban con la blusa y los pantalones azul oscuro que llevaba. Tomoku siempre había sido algo atrevida, y sus blusas siempre tenían escote. Sus pantalones eran ajustados, y se moldeaban perfectamente a su buen cuerpo. Además, siempre llevaba un collar con un cristal amatista como dije en el cuello.
Ambas chicas eran muy diferentes, a pesar de que ambas tenían 15 años: Yumiko era enérgica, alegre, y muy risueña. En cambio, Tomoku era seria, fría, y solitaria. Casi nunca le dirigía la palabra a nadie. Nunca decía lo que sentía.
A pesar de ello, Yumiko le había enseñado a Tomoku a compartir sus gustos y sentimientos a los demás. Tomoku no había cambiado mucho, pero estaba empezando a ser tan alegre como Yumiko.
-Es bellísimo! Me encanta este lugar! Siempre lo recordaré como un lugar especial.-dijo Yumiko.
Tomoku se extrañó ante las palabras de su amiga.
-Especial? Si este lugar no tiene nada de especial.-respondió Tomoku, con algo de indiferencia.
-Pero Tomoku! Claro que es especial! Es tu casa!-dijo Yumiko con una bella sonrisa en el rostro.
-Si tú lo dices..-murmuró Tomoku. Observó cómo su mejor amiga se divertía regando pétalos de rosas por doquier.
-Ven! Muéstrame tu habitación!
-Lo que sea..-respondió Tomoku, quien estaba siendo arrastrada por su amiga.
Al estar cerca de la habitación de Tomoku, escucharon las voces de dos hombres.
-Quiénes son?-preguntó Yumiko en voz baja.
-Deben de ser mi papá y alguien más..-respondió con el mismo tono de voz Tomoku.
-Ven, vamos a averiguar quiénes son!-dijo emocionada Yumiko.
-No, Yumiko! Espera!-Tomoku trató de detenerla, pero su amiga ya se había puesto en la puerta donde se escuchaban las voces.
-Señor Daidouji, déjeme explicarle!-era la voz del padre de Tomoku.
-No! Usted y su familia sufrirán por no cumplir con la ley!-dijo un hombre con voz grave.
-Es que..usted no entiende, le prometo que pagaré! Sólo deme tiempo para juntar el dinero..le prometo que le pagaré!-decía suplicando el papá de Tomoku.
-No, ya se la dejé pasar demasiado tiempo, no puedo permitir otra de sus faltas a la autoridad!
-De verdad, yo no robé el dinero! Señor Daidouji, créame, no robé nada! Pagaré lo que sea necesario, sólo créame que yo no robé nada!
-Eso dígaselo a alguien ingenuo, yo ya soporté demasiadas mentiras.-dijo el señor Daidouji.
-Pero..
-Usted no dice nada más que mentiras, me voy!-dijo exaltado el señor Daidouji.
Fue entonces que pasó..el señor Daidouji ya iba a salir de la habitación cuando las vio: Tomoku y Yumiko, quienes habían estado espiando, se sorprendieron cuando el señor Daidouji las vio y se acercó a ellas. Abrió la puerta, y Tomoku y Yumiko se quedaron paralizadas.
-No puede ser! Éste es el cristal que hemos estado buscando durante meses! Es el que fue robado del museo histórico!-gritó el señor Daidouji.
-No! Ésa es una piedra que conseguí en Inglaterra..-mintió el padre de Tomoku.
-No más mentiras señor! Usted queda arrestado, tiene derecho a guardar silencio. Cualquier cosa que usted diga podrá ser usada en su contra.-dijo el señor Daidouji.
Tomoku y Yumiko quedaron inmóviles. No podían creer lo que estaba sucediendo.
-En cuanto a ustedes..-dijo el señor Daidouji.-necesito que me devuelvan ese collar.
-Nunca!-gritó Tomoku. Con los ojos llenos de frialdad y enojo a la vez, salió corriendo.
-Espérame Tomoku!-gritó Yumiko y la siguió.
Ambas corrieron como nunca en su vida. Afuera ya era tarde y estaba oscureciendo. El frío de la noche se estaba acercando, y las chicas ya no tenían fuerzas para seguir corriendo.
-Tomoku, necesito..que paremos un momento..-dijo Yumiko, casi sin energía.
-De acuerdo, pero sólo un momento.-dijo Tomoku.
Ambas se detuvieron debajo de un gran árbol de flor de ciruelo. Algunos pétalos caían, para diversión de Yumiko.
-Mira Tomoku! Llueven pétalos de ciruelo!-dijo Yumiko, con alegría y sonriendo.
-Cómo te puede importar eso mientras estamos siendo perseguidas por los oficiales?!-preguntó Tomoku fríamente.
-Por qué no le quisiste dar ese cristal al oficial Tomoku?-preguntó Yumiko, no haciendo caso a lo que le acababan de preguntar.
-Porque..-Tomoku suspiró antes de continuar.-mi padre siempre ha sido un ladrón. No había estudiado, por lo que robaba para ganarse la vida. Este collar me lo regaló, y me hizo prometer que jamás lo entregaría, pasara lo que pasara...él decía que tenía un poder sorprendente, y que yo merecía tenerlo..yo..no pienso romper mi promesa.-terminó Tomoku.
Yumiko no podía creer lo que acababa de escuchar. Sí, sabía que la madre de Tomoku había muerto justo después de haber tenido a su amiga, y también sabía que eso era una de las razones por las que Tomoku se comportaba así. Lo que no sabía era que su padre era un ladrón para ganarse la vida. Ella siempre pensó que Tomoku y su familia vivían bien porque el padre trabajaba en una fábrica de juguetes.
-Tomoku..-murmuró Yumiko.
Ambas se quedaron en silencio mientras veían cómo las estrellas empezaban a iluminar la oscuridad de la noche.
Justo entonces, Tomoyo despertó. No sabía qué pensar. Ahora, en vez de estar soñando sobre lo que iba a suceder, estaba soñando lo que había sucedido.
-Tomoku..ella era la dueña de este cristal..-se dijo a sí misma, preocupada por lo sucedido en el sueño.
-Dijiste algo Tomoyo?-le preguntó una voz.
-Quién está ahí?-preguntó Tomoyo, con algo de miedo reflejado en su voz.
-No te preocupes, soy yo, Hotaru.-respondió la doctora, moviendo las cortinas de las ventanas para dejar infiltrar la luz de la relajante mañana.
-Hotaru, me dio un gran susto!-dijo Tomoyo, mucho más relajada.
Hotaru rió un poco al escuchar aquello.
-Sabes? He notado una gran mejoría en ti. Ya no muestras las mismas heridas de antes..es más, creo que te recuperaste mucho más rápido de lo que la mayoría de mis pacientes lo habían hecho hasta ahora..-dijo Hotaru, algo sorprendida.
-En serio?-preguntó Tomoyo, muy sorprendida.
-Sí..de hecho, yo creo que, si sigues como hasta ahora, podrás irte a casa esta misma tarde.-le dijo sonriente Hotaru.
-En serio?! Qué bueno!-dijo Tomoyo. Ella ya había querido salir de ese hospital, antes de que algo más sucediera..
-Sólo quédate en reposo, y verás que te recuperarás muy pronto.-le aseguró Hotaru.
-Claro, y muchas gracias..-dijo Tomoyo.
-No hay de que..ahora, vuelve a dormir, mientras que yo te tomo unos análisis.-dijo la doctora Tomoe.
-Lo intentaré..-repuso Tomoyo, quien no quería tener más sueños inusuales.
-Yo..no sé qué voy a hacer Yumiko..realmente no lo sé..-dijo Tomoku. Una pequeña lágrima se deslizó por su mejilla, y Yumiko lo notó al instante.
-No te preocupes Tomoku, yo sé que todo va a solucionarse, tarde o temprano.-le aseguró Yumiko con una sonrisa.
-Lo sé, lo sé.es sólo que..por qué estas cosas tienen que suceder?-preguntó Tomoku, con sus ojos invadidos de penosas lágrimas.
-Tomoku..trata de pensar que todo va a solucionarse, que todo estará bien, no hay razón por la cual te debas entristecer.-dijo Yumiko.
-Pero Yumiko..-Tomoku había perdido por completo la fría expresión que siempre tenía en su mirada. En cambio, ahora tenía las mejillas empapadas de lágrimas que ella silenciosamente había dejado salir.
-Yo siempre seré tu mejor amiga, y nunca dejaré de apoyarte.-Yumiko sonrió. Tomoku observó de nuevo la ropa de su amiga. El antes completamente limpio vestido color verde oscuro, ahora estaba sucio y rasgado por varias partes. Yumiko tenía varias heridas en los brazos, resultado de correr a través de arbustos y demás por seguir a Tomoku.
Tomoku no estaba en condición muy diferente a la de Yumiko: su blusa y sus pantalones, antes azules, ahora estaban casi completamente negros, por la suciedad. Sus brazos y rostro estaban sucios, y con algunas heridas algo graves.
-Gracias Yumiko..creo que tendremos que ir al hospital, tus heridas no se ven nada bien..-dijo Tomoku, algo preocupada.
-Entonces vamos hacia allá, antes de que pase algo más.-dijo Yumiko.
-Vamos.-respondió Tomoku.
En eso, se escucharon unas pisadas.
-Debieron haberse ido por aquí!-era el señor Daidouji.
-Son ellos! Vámonos!-gritó Yumiko.
Sin más, ambas chicas siguieron corriendo, sin rumbo fijo. Ninguna de las dos sabía a dónde se dirigían, sólo sabían que debían escapar. Siguieron corriendo, hasta que Yumiko tropezó con un tronco de un árbol.
-Yumiko!-Tomoku se detuvo y se apresuró a levantar a su amiga.
-Déjame aquí, tú sigue, es a ti a la que están persiguiendo Tomoku..-Yumiko seguía en el suelo, ya no tenía fuerzas para continuar.
-No!! No lo haré!-Tomoku gritaba desesperadamente.
-Sólo..déjame aquí y vete..continúa sin mí..-respondió casi sin energía la chica pelirroja de ojos verdes.
-Pero Yumiko! Morirás si te dejo aquí!-la chica de ojos azules insistía en llevarla consigo.
-No te preocupes Tomoku..si muero aquí, al menos sabré que tú estás viva y libre..si me intentas salvar, nos atraparán a las dos!-dijo Yumiko.
-Pero..-al decir esto, se escucharon unos pasos apresurados y las voces de unos hombres.
-Creo que escuché algo por ahí! Deben de ser ellas!-gritó uno de los hombres.
-Apresúrate Tomoku! Huye!-insistió la pelirroja de piel blanca.
-Pero..-Tomoku no quería dejar a su mejor amiga sola.
En eso, el señor Daidouji y sus hombres ya habían llegado.
-Recuerden, sólo quiero el cristal, no hay por qué ser violentos..-dijo el señor Daidouji.
Sin embargo, uno de los hombres que estaba ahí no lo escuchó, y disparó su arma. Todo pasó rápido. El cuerpo de Yumiko, ahora sin vida, estaba en el suelo, mientras que Tomoku había sido lanzada del otro lado. Yumiko la había empujado. La había salvado.
Tomoku se levantó rápidamente, tratando de reaccionar.
-Me vengaré por esto..Daidouji..-fueron las palabras de Tomoku, antes de salir corriendo y desaparecer entre los árboles.
Tomoyo despertó. El miedo se había apoderado de ella. De pronto, lo entendió todo.
-Ya sé por qué Tomoku me quiere matar! Mi papá! El señor Daidouji es mi padre!
