::: Confusión del Corazón :::

Capítulo 12: Descubriendo la verdad entre las sombras...

Autora: Sakura Kat.

Tomoyo despertó. El miedo se había apoderado de ella. De pronto, lo entendió todo.

-Ya sé por qué Tomoku me quiere matar! Mi papá! El señor Daidouji es mi padre!

Tomoyo, desesperada, trató de levantarse, pero en ese momento entró la doctora Tomoe.

-Tomoyo, qué sucede? Por qué te levantas? Aún necesito que estés en reposo, de lo contrario no podrás recuperarte y regresar a casa.-dijo Hotaru algo preocupada.

-Es que...-Tomoyo no sabía qué excusa usar. Simplemente no podía decirle a la doctora todo lo que ahora estaba claro para ella, además de que no le creería.-es que necesito tomar aire fresco, es todo...-dijo Tomoyo.

-Ah, no hay problema, abriré las ventanas.-respondió la doctora. Al hacerlo, continuó: -ahora vuelvo, sólo necesito los resultados de tu análisis para saber qué podemos hacer de acuerdo?

-Claro, no hay problema.-respondió Tomoyo, algo más tranquila.

La doctora Tomoe le dirigió una sonrisa antes de salir de la habitación y Tomoyo se quedó de nuevo sola.

-Mi papá..él era judicial..es por eso que trataba de atrapar al padre de Tomoku..-pensó Tomoyo.-Pero..no fue culpa de mi padre, ya que el que disparó fue otro policía que se encontraba ahí.. Qué voy a hacer?-Tomoyo estaba preocupada, ya que no podía explicarle la verdad a Tomoku. Sabía que no le iba a creer. De pronto, todo alrededor de Tomoyo se volvió borroso, y empezó a costarle trabajo respirar. Sin darse cuenta, cayó al suelo, desmayada.

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La chica de cabello rizado y pelirrojo traía puesto un vestido largo color negro. Sus ojos verdes resaltaban como esmeraldas en su piel blanca.

-Ya nos vamos?-preguntó algo desesperada Tomoku, quien llevaba un vestido blanco, su cabello, negro y lacio, lo llevaba suelto hasta la cintura, y el brillo de sus ojos azules hacía juego con el brillo del cristal amatista que reposaba en su pecho.

-Sí, sólo déjame terminar de maquillarme..no quieres que te maquille a ti también? Te aseguro que te verás preciosa!-dijo sonriente Yumiko.

-No, ya sabes cuánto detesto ese tipo de cosas. Ahora vámonos!-dijo Tomoku, quien empezó a jalar a Yumiko para que se pudieran ir...

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La joven pelirroja veía a su alrededor. Tomoku se encontraba a su lado, mirando fijamente a uno de los chicos que se divertía alegremente en aquella fiesta. Yumiko se percató de aquello inmediatamente.

-Tomoku...-la llamó casi en un susurro.

-Qué?-preguntó secamente la chica de ojos azules.

-Te gusta Hitoshi..cierto?-una pícara sonrisa apareció sobre el rostro de Yumiko, al ver que las mejillas de Tomoku se tiñeron de un tono carmesí.

-No...-dijo por lo bajo. Sin embargo, Hitoshi era el chico que Tomoku más quería. Él siempre había sido simpático, sobre todo con Tomoku. Se conocían desde pequeños, pero Tomoku nunca le había dicho cómo se sentía. Hitoshi era un muchacho de cabello color negro oscuro, y ojos color azul claro. Muchas habían tratado de conquistarlo, sin embargo, nadie lo había logrado.

-Vamos, sé que es así...-Yumiko seguía con esa sonrisa en su rostro.-Estoy segura de que a él le gustas, así que más ánimo mujer! Dile lo que sientes!- Yumiko siempre era la que entusiasmaba a Tomoku. A pesar de que Tomoku nunca sonreía, Yumiko siempre la reconfortaba y la apoyaba en todo lo que podía.

-Lo que sea..-fue la única respuesta de Tomoku, y las últimas que pronunciaría aquella noche.

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El lugar estaba lleno de jóvenes. La noche era algo fría, y Tomoyo era la que se encontraba en ese lugar. Como en sus otros sueños, llevaba ese vestido negro, y sus rizos reposaban sobre su espalda desnuda.

Por qué estoy aquí? Esto parece ser..el baile..-pensó Tomoyo.

La chica de ojos amatistas avanzó por el lugar. Al principio se encontraba en un hermoso patio, con una bella fuente en el centro. Al avanzar, entró a donde parecía una gran mansión, y adentro era donde estaban los jóvenes bailando y divirtiéndose.

Tomoyo prosiguió, hasta que por fin se topó con la chica de ojos verdes que tanto había visto en otras ocasiones.

-Tomoyo!-saludó la joven de cabellos castaños.

-Hola Sakura..-respondió la chica de cabello negro con reflejos violáceos.

-Dónde estabas? Te llamé a tu casa pero me dijeron que habías salido..- preguntó Sakura.

Tomoyo no sabía qué responder a aquello. Sabía que todo era un sueño, una visión, que todo pronto se esfumaría, pero, por el momento, sabía que debía decir algo que se escuchara lógico.

-Es que salí a comprar unas cosas que me hacían falta..-respondió al fin Tomoyo.

-Ah ya veo..-dijo Sakura.

En ese momento, se fueron las luces..

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-No!! No lo haré!-Tomoku gritaba desesperadamente.

-Sólo..déjame aquí y vete..continúa sin mí..-respondió casi sin energía la chica pelirroja de ojos verdes.

-Pero Yumiko! Morirás si te dejo aquí!-la chica de ojos azules insistía en llevarla consigo.

-No te preocupes Tomoku..si muero aquí, al menos sabré que tú estás viva y libre..si me intentas salvar, nos atraparán a las dos!-dijo Yumiko.

-Pero..-al decir esto, se escucharon unos pasos apresurados y las voces de unos hombres. -Creo que escuché algo por ahí! Deben de ser ellas!-gritó uno de los hombres.

-Apresúrate Tomoku! Huye!-insistió la pelirroja de piel blanca.

-Pero..-Tomoku no quería dejar a su mejor amiga sola.

En eso, el señor Daidouji y sus hombres ya habían llegado.

-Recuerden, sólo quiero el cristal, no hay por qué ser violentos..-dijo el señor Daidouji.

Sin embargo, uno de los hombres que estaba ahí no lo escuchó, y disparó su arma. Todo pasó rápido. El cuerpo de Yumiko, ahora sin vida, estaba en el suelo, mientras que Tomoku había sido lanzada del otro lado. Yumiko la había empujado. La había salvado.

Tomoku se levantó rápidamente, tratando de reaccionar.

-Me vengaré por esto..Daidouji..-fueron las palabras de Tomoku, antes de salir corriendo y desaparecer entre los árboles.

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Todo volvió a cambiar de nuevo, y ahora se veía a Tomoku con un vestido blanco, largo y liso, y parecía estar triste. Ya no se le veía al lado de Yumiko, y sólo estaba tomando algo en una copa de cristal. Se encontraba en un lugar rodeado de jóvenes, todos divirtiéndose al ritmo de la música. Tomoku entonces vio a Hitoshi, aquel chico por el cual tenía sentimientos profundos, que nunca se había atrevido a decir. Sus mejillas tomaron un tono rosado, y decidió apartar la vista de él. Sin embargo, no se dio cuenta de que el chico también la había visto y ahora se acercaba a ella.

-Hola Tomoku, no te había visto-saludó Hitoshi, con una sonrisa en su rostro.

-...Ho...hola Hitoshi...-apenas pudo decir Tomoku, con la mirada baja.

Hitoshi estaba a punto de decir algo, cuando de pronto se fueron las luces y todo quedó en completo silencio y oscuridad. Tomoku pudo sentir un dolor proveniente del cristal amatista que llevaba en el cuello, el cual había sido el causante de la muerte de su mejor amiga.

Se escuchó el quebrarse de una de las ventanas, y unos hombres con armas de diferentes clases entraron para sorpresa de todos los asistentes de la fiesta.

-Buscamos el cristal! Quién tiene ese cristal?! Respondan!-decía el señor Daidouji a gritos. Tomoku pronunció unas palabras, las últimas que pronunciaría el resto de su vida mortal, sosteniendo el cristal amatista entre sus manos...

-Esto ya es demasiado...por favor, necesito...necesito...sólo...libérame de esto...pero juro que me vengaré de esto...-justo cuando dijo eso, una flecha le había dado justo en el corazón, su hermoso vestido blanco se fue tiñendo poco a poco del líquido rojo que brotaba de la herida, la cual fue bastante profunda, haciendo que cayera instantáneamente, y en los brazos de Hitoshi. Este último, al darse cuenta de lo sucedido, no pudo hacer nada más que llorar, al tiempo que el señor Daidouji se exaltara y mandara encarcelar al oficial que había desobedecido sus órdenes de no utilizar las armas que llevaban, otra vez...

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Tomoyo despertó en ese momento. Sudando frío, se levantó del suelo a como pudo y buscó a la doctora Tomoe: no podía quedarse en ese hospital un momento más, los recuerdos de Tomoku que permanecían en ese cristal eran insoportablemente dolorosos para Tomoyo, necesitaba volver a su casa para descansar...

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Pasaron los días, y la recuperación de Tomoyo se hacía evidente. Ya casi era tiempo de que la dejaran salir del hospital, pero Tomoyo estaba desesperada por irse...

-Tomoyo, qué haces fuera de la cama? debes estar en reposo!-la doctora Hotaru le llamó la atención.

-Doctora, por favor, déjeme ir a casa, necesito estar allá, por favor..- suplicó Tomoyo.

-Pues..supongo que está bien..sólo prométeme que tratarás de permanecer en reposo lo más que puedas, de acuerdo?

-Claro, no se preocupe.-contestó Tomoyo.

-Bien, entonces, eres libre de irte..aunque..no querrás ponerte ropa nueva y limpia?-preguntó Hotaru al ver la ropa que Tomoyo llevaba puesta: su blusa negra estaba empapada de su propia sangre, y sus pantalones estaban algo desteñidos además de desgarrados por todos los sucesos por los que había pasado esos días.

-Ehh..creo que eso no me haría daño..-dijo Tomoyo, al verse a sí misma. Hotaru rió un poco y la llevó a cambiarse.

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En otro lugar, Sonomi Daidouji trataba de llegar rápido al hospital. Durante todo el tiempo había estado en viajes de negocios, y pensó que Tomoyo estaba en el hospital sólo por algo leve. Sin embargo, después se enteró de lo grave que estaba su hija, y empezó a preocuparse. Poco después ya se encontraba en el avión de vuelta a casa..en sólo unas horas más tendría que disculparse con su hija, no sólo por no estar ahí en el hospital, sino por todo..

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Tomoyo ya se encontraba en su casa cuando de pronto entró su mamá, muy agitada aparentemente.

-Tomoyo!-gritó Sonomi, y corrió a su lado a abrazarla. Esto sorprendió mucho a Tomoyo, quien simplemente estaba recostada en su habitación, leyendo un libro.

-Mamá..qué sucede? Qué pasó?-preguntó Tomoyo, muy confundida. Su madre nunca la había abrazado de esa forma.

-No tienes nada? Cómo te sientes? Necesitas algo? Lo que sea, por favor sólo pídelo y lo conseguiré Tomoyo..-Sonomi se apartó un poco de su hija para ver cómo se encontraba, y fue cuando vio la profunda herida en su cuello. Se llevó una mano al rastro para ahogar un grito al ver la razón por la cual Tomoyo estaba en el hospital.-Tomoyo! Por Dios! Qué te pasó?!

-No lo sé mamá..no lo recuerdo..-Tomoyo no podía decirle que había sido Tomoku. Simplemente no creería la verdad.

-Aayy Tomoyo! Mi niña..-Sonomi empezó a llorar y abrazarla fuertemente.

Tomoyo no sabía que decir ni pensar. Su madre nunca había mostrado tanto interés en ella, a lo cual ya se había acostumbrado al paso del tiempo..sin embargo, realmente se sentía bien ser abrazada por ella. Le demostraba que en verdad sí la quería y se preocupaba por ella.

-Perdóname por todo Tomoyo..no sé cómo pude apartarme tanto de ti estando tan cerca..discúlpame por no prestarte toda la atención que debí prestarte..discúlpame por no ser una buena madre..discúlpame por todos los momentos malos que yo sé que te he hecho pasar...perdóname por todo hija..- Sonomi empezó a sollozar.

-Mamá..gracias por estar aquí..-entonces Tomoyo la abrazó también.

Así estuvieron, juntas, abrazadas, como nunca antes en su vida. Madre e hija, permanecieron así un tiempo, hasta que se separaron.

Sonomi sonrió. Hacía mucho que no veía a su hija fijamente, no se había dado cuenta de que ya era una jovencita..el tiempo pasó muy rápido mientras ella hacía sus seguidos viajes, o sus reuniones en las cuales Tomoyo estaba excluida.

-Bueno..ahora trataré de pasar todo el tiempo posible a tu lado, y recuerda que siempre estaré aquí para apoyarte en lo que sea.-dijo Sonomi.

-Gracias mamá.-Tomoyo sintió que uno de los vacíos en su corazón había sido reemplazado por el calor del cariño hacia su mamá.

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Una suave brisa corría por toda la habitación, golpeando con suavidad las mejillas de la chica de ojos color amatista. La bella joven se miró a sí misma en el espejo: Llevaba el vestido negro que había comprado especialmente para ese día, aquel que tanto les había gustado a Sakura y a ella misma en esa tienda, y aquel que veía puesto en sí misma en sus sueños. El vestido era de tirantes, largo, y se moldeaba a la perfección al buen cuerpo de Tomoyo. La joven dejó su cabello suelto, de tal forma que recorría casi toda su espalda. Se maquilló y se volvió a ver a sí misma. Se veía perfecta.

Por fin llegó este día...a pesar de todas mis dificultades, aquí estoy, luciendo este vestido...al igual que este cristal...-pensó Tomoyo, admirando el collar que reposaba en su pecho.

Era el día del baile. Sakura la había llamado en la mañana para ponerse de acuerdo de a qué horas se irían, y para platicar un rato. La chica de cabello castaño estaba muy emocionada por esa noche.

Pronto se llegó la hora de irse, así que Tomoyo tomó su bolsa, y con una última mirada a su oscura habitación, salió de su casa.

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El tan esperado baile de primavera era en la mansión de uno de los alumnos de la escuela de Tomoeda. La mansión era preciosa, al igual que su jardín, el cual tenía una hermosa fuente en medio de todo.

Sakura y Tomoyo recorrieron el gran jardín para entrar al lugar. Cuando entraron, se sorprendieron de ver a tan gran cantidad de jóvenes en el lugar, algunos bailando, otros platicando, otros paseando por la mansión...

-Sabes Tomoyo? Creo que nos vamos a divertir...-dijo Sakura con una sonrisa en el rostro. Sakura llevaba el vestido color vino que había comprado en la tienda departamental. El tono de la ropa hacía que sus ojos resaltaran como esmeraldas.

-Espero que así sea-contestó Tomoyo, con una sonrisa falsa. No podía dejar de estar preocupada por aquel mal presentimiento...algo le decía que lo que sus sueños le decían podría suceder...

-Tomoyo! Te estoy hablando!-Sakura gritó juguetonamente, despertando a Tomoyo de sus pensamientos.

-Disculpa Sakura...es sólo que estoy algo cansada...-Tomoyo sonrió débilmente al decir esto. -No hay problema...sólo te estaba diciendo que Shaoran no debe de tardar en venir...-una mirada soñadora se podía observar en los ojos de Sakura.

-...Bueno yo...-pero antes de que Tomoyo pudiera decir algo, sintió que alguien le tocaba el hombro, lo que asustó a la chica de cabello rizado.

-Lo siento, no era mi intención asustarte, sólo quería saludar.-era Shaoran. Vestido formalmente, con una camisa negra y pantalones de ese mismo color, se paró enfrente de ellas. Tomoyo sintió cómo su corazón empezaba a latir cada vez más rápido, y sus mejillas empezaban a ruborizarse. Empezó a imaginarse cómo sería el tenerlo por lo menos una sola vez entre sus brazos, sentir el olor de su loción cerca de ella...

-Shaoran!-el grito de Sakura hizo que Tomoyo volviera a la triste realidad. -pensé que llegarías más tarde...qué fue lo que pasó?-pregunto la chica alegre.

-Pues...-mientras Shaoran empezaba a explicar, Tomoyo empezó a tener pánico...todo era muy parecido a lo ocurrido en sus sueños, aquellos que la perturbaron durante años... y si sus sueños se convertían en realidad? Tomoyo sintió escalofríos al recordar la fría mirada de Shaoran, quien en esos momentos estaba riendo por algo que Sakura había dicho.

Necesito...salir de aquí...-pensó Tomoyo. Sin decir una sola palabra, y a pesar de las preguntas llenas de confusión de sus amigos, se dirigió hacia la fuente que estaba en el jardín.

Las estrellas iluminaban la oscura noche. Un delicado viento empezó a soplar, y Tomoyo decidió dejar de caminar al llegar a la fuente, la cual adornaba majestuosamente el lugar.

-Tomoyo!-Sakura llegó detrás de ella, aparentemente cansada por haber corrido.-por fin te alcanzo...por qué te saliste sin decirnos nada?! Ven, vamos adentro!-dijo Sakura, jalando del brazo a su mejor amiga.

A pesar de que en la fiesta todos se divertían, Tomoyo no podía olvidarse ni alejar el presentimiento que tenía de que algo malo pasaría esa noche.

-Tomoyo...me estás escuchando?-preguntó Sakura, algo impaciente.

-Eh...sí...estabas hablando de...la escuela?-preguntó Tomoyo, quien estaba muy distraída con sus pensamientos.

-Tomoyo no me estás poniendo atención! Te dije que Shaoran había ido por el ponche, así que no tenías que ir tú misma por él-dijo Sakura. Se le hacía muy raro ver a su amiga así de distraída.

-Ah sí...claro...disculpa por no ponerte atención Sakura...es que estaba pensando...-se disculpó Tomoyo.

-Bueno no importa...es sólo que...mira ya llegó Shaoran!-exclamó Sakura emocionada, mientras que Shaoran se acercaba junto con otro chico. Estaba a punto de hablar cuando se fueron las luces.

-Ah genial...ahora se fueron las luces...-dijo Sakura, en medio de la oscuridad.

En ese momento fue cuando sucedió: el cristal que Tomoyo portaba en su collar, empezó a brillar, emitiendo unos reflejos violáceos, y ella empezó a sentir un terrible ardor en el pecho...todo empezó a volverse borroso...

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Tomoyo abrió lentamente los ojos. Ahora se encontraba en un lugar oscuro y frío, el lugar de sus sueños proféticos.

La chica se levantó del suelo, y empezó a caminar sin rumbo fijo.

Ya he estado aquí...estoy segura de que es el lugar de mis sueños...ahora lo único que falta es que aparezca él...-pensó Tomoyo.

Sabiendo lo que podría pasar, prosiguió su camino. Al cabo de unos minutos, que a ella le parecieron horas, se encontró con un muro. Ya no podía avanzar más.

Qué raro...en mi sueño este muro no estaba...-pensó Tomoyo.

De pronto, Tomoyo sintió la presencia de alguien detrás de ella. Al darse vuelta, se encontró con la mirada fría de Shaoran...estaba vestido de la misma manera que en la fiesta, sin embargo, ahora llevaba una espada en su mano derecha...

-Shaoran...-Tomoyo pudo sentir cómo una oleada de pánico recorría todo su cuerpo. La mirada en sus ojos era una de odio, una que Tomoyo preferiría no haber visto jamás.-Shaoran, por qué? Qué está pasando?-Tomoyo pudo sentir cómo una pequeña lágrima resbalaba por su mejilla. En el fondo sabía que el no contestaría.

El chico de ojos color miel la miró fijamente, sonrió de manera sombría y desenfundó su espada. Se puso en posición de ataque, y susurró unas palabras:

-Despídete...Daidouji...-al decir esto, el joven chino se lanzó a atacarla, y Tomoyo cerró con fuerza los ojos: no quería ver cómo terminaba todo para ella...

Tomoyo pudo sentir cómo un líquido caliente y algo pegajoso empezaba a escurrir por todo su cuerpo... pero también sintió algo raro...la sensación de estar en los brazos de alguien.

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-Tomoyo...estás bien?-Tomoyo abrió los ojos al escuchar su nombre. Se encontró con un par de ojos verdes que la miraban fijamente. Al principio pensó que era Sakura, pero al enfocar bien la vista en la chica, se dio cuenta de que era alguien a quien no esperaba: era Yumiko.

-Yumiko! Eres tú! Pero...Cómo? qué haces aquí? Tú me salvaste?-Tomoyo estaba muy sorprendida de ver a la chica de rizos pelirrojos frente a ella, ahí parada con el vestido verde oscuro que usó el último día de su vida...

Yumiko sonrió al ver la cara de sorpresa de Tomoyo.

-Pues verás...para empezar, tienes que mirar hacia allá...todas tus dudas te las responderé después...-respondió la pelirroja apuntando hacia la derecha. Ahí se encontraban dos cuerpos en el suelo.

Tomoyo se levantó a como pudo y se acercó a los otros dos presentes en el lugar, el cual ahora era más cálido, aunque seguía estando algo oscuro.

Al acercarse, Tomoyo pudo ver que eran Shaoran y Tomoku quienes estaban en el suelo, ambos con sangre en sus ropas.

-Qué fue lo que pasó?! -cuando Tomoyo empezaba a decir esto, el cuerpo de Tomoku se levantó, abrió los ojos, y llena de furia y odio le gritó a Tomoyo:

-Tú!! Por tu estúpido padre Yumiko murió! Y yo también! No deberías vivir por esto!-los ojos de la chica de ojos color índigo se llenaron de lágrimas de rabia al gritar aquello.

-No fue su culpa!-gritó alguien más.-Morí porque uno de los oficiales no escuchó la orden del señor Daidouji de no disparar...estoy segura de que el padre de Tomoyo estuvo muy arrepentido por este accidente...él no tiene la culpa de nada, y mucho menos Tomoyo!- A pesar de que la expresión en el rostro de Yumiko siempre era de dulzura y alegría, ahora se veía llena de furia contenida y dolor a la vez.

Tomoku no sabía qué decir. Todo ese tiempo había tratado de vengar la muerte de su mejor amiga, incluso había encerrado sus recuerdos y su odio hacia la familia Daidouji dentro del cristal amatista, y era por ello que Tomoyo había estado soñando los recuerdos de Tomoku. Era por ello que Tomoyo supo la razón por la que Tomoku la trataba de matar, y era por él que había sufrido todo ese tiempo.

-Yumiko...su padre siempre persiguió al mío! Iba a encarcelar a mi papá...además, cuando te mataron, pensé que mi vida ya no tenía sentido...muchas veces traté de suicidarme, pero siempre pensé que tú te hubieras enojado si te hubieras enterado. Traté de seguir con mi vida, pero fue entonces que empezaron a perseguirme los policías en busca de ese cristal...y fue cuando me mataron...sin embargo, mi alma no podía irse de este mundo, ya que mi venganza aún no estaba completa. Entonces, decidí poner mi memoria, todos mis recuerdos, pensamientos y sentimientos dentro de esa piedra. Así, tarde o temprano la encontraría una persona cercana a mi objetivo...tú, Tomoyo.-Tomoku hizo una pausa para mirar de manera fría a Tomoyo, quien no sabía cómo reaccionar.-intenté de muchas maneras causarte sufrimiento, dolor, confusión, incluso traté de matarte, pero siempre, siempre, tenía un estúpido obstáculo...hasta que pensé en matarte poseyendo a este chico-señaló a Shaoran, quien seguía inconsciente-y sin embargo...vienes tú a proteger a ésta...ella no merece tu perdón Yumiko! Su padre es el causante de nuestras muertes!-gritó Tomoku, con sus ojos bañados en lágrimas.

-Tomoku...yo sé que todo esto lo hiciste porque pensaste que así terminaría tu sufrimiento, tu remordimiento...yo te salvé aquella noche porque sabía que era lo que debía hacer... sé que piensas que debiste haber muerto tú y no yo, que nunca debí salvarte...pero la verdad es que era mi destino morir aquella noche. El vengarte no iba a traerme de vuelta...así que ahora estoy aquí, pero para liberarte de tu remordimiento, de ese sufrimiento, de ese odio que te ha llevado a tantas cosas...-al decir esto, Yumiko empezó a resplandecer, y unas alas de ángel brotaron de su espalda. La pelirroja tomó de la mano a Tomoku, quien empezó a cambiar. Su vestido blanco manchado por la sangre, se convirtió en uno azul pálido, que resaltaba el brillo de sus ojos.

-Tomoyo...sé que es muy tarde para esto, pero por favor, perdóname...sé que he cometido un grave error, y es probable que nunca llegues a disculparme...así que déjame librarte de mi propia maldición que te ha causado tantos problemas...-Tomoku se acercó a Tomoyo, y destruyó el cristal. Por fin era libre!-Por favor perdóname...-estas fueron las últimas palabras de Tomoku, antes de que desapareciera junto a Yumiko. Al fin sus espíritus eran felices. Sin embargo, aún le quedaban muchas dudas a Tomoyo...

Shaoran me veía de esa manera porque Tomoku lo había poseído...y el yo soñaba todo aquello porque el cristal contenía los recuerdos y las intenciones de Tomoku...pero...aún no sé qué pasó...estoy segura de que yo o alguien fue herido mientras que Shaoran me atacaba...pude sentir la sangre de alguien...qué fue lo que pasó?-pensó Tomoyo, aún confundida por lo sucedido.

Además, aún se encontraba en aquel lugar, y Shaoran estaba junto a ella, en el suelo, inconsciente.

-Tomoyo...-una voz se escuchó detrás de la chica. Tomoyo volteó para encontrarse con quien menos se esperaba: Eriol.

-Eriol! Qué haces aquí? Pensé que era la única que estaría aquí además de Shaoran...-fue entonces que lo entendió. Fue Eriol quien la había salvado! -Eriol...tú me... salvaste?-preguntó Tomoyo, ruborizada.

Las mejillas del joven inglés se tornaron de un tono carmesí.

-Pues...sí...al principio no sabía en dónde me encontraba, pero escuche que alguien preguntaba algo, así que fui al lugar de donde se escuchaba la voz y te encontré a ti...pero también vi que Li traía una espada y parecía dispuesto a atacarte y yo...-el chico no pudo terminar, ya que Tomoyo se había lanzado a sus brazos, sollozando.

-Gracias...de no ser por ti...no creo que ahora estuviera aquí, viva...- algunas lágrimas brotaron de los ojos color amatista de la chica.

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Todo había vuelto a la normalidad. Los tres aparecieron de nuevo en la fiesta, aunque ya casi todos se habían ido. Shaoran había despertado, y sus heridas se habían desvanecido, al igual que cualquier recuerdo de ese acontecimiento.

-Shaoran! Tomoyo! Dónde habían estado?! Los busqué por todas partes!-la joven de ojos verdes parecía haberse preocupado por ellos, aunque sonrió cuando por fin los vio otra vez.

-Es que...Shaoran me pidió de favor que lo acompañara a comprarte un regalo...-se excusó Tomoyo.-Pero no tenía dinero suficiente para comprar lo que quería, así que te conseguimos esto-Tomoyo le dio una caja con chocolates que pensaba darle a Sakura ese día.

-Muchas gracias Shaoran!-Sakura abrazó al joven-eres el mejor...

Shaoran simplemente agradeció el cumplido, pero en su mente trataba de recordar qué era lo que en realidad había pasado...sin embargo, no lo consiguió.

-Bueno y qué estamos esperando? Vamos a la fiesta!-dijo alegremente Sakura, y jaló a su novio hacia la mansión.

Tomoyo y Eriol se quedaron atrás.

-Tomoyo...he tratado de decirte esto desde hace mucho tiempo pero...-dijo Eriol.

-Sí Eriol?-preguntó Tomoyo.

-Bueno...es que...yo quiero decirte que tú...me gustas...y mucho, Tomoyo.- dijo Eriol tímidamente.

Tomoyo quedó pasmada ante esta declaración. Todo ese tiempo estuvo pensando que Eriol sólo la veía como amiga, pero nunca como algo más...

-Recuerdo que...cuando éramos más pequeños, y Sakura aún debía cambiar las cartas Clow, yo solía estar en el techo enfrente de tu casa...observándote...viendo que tan linda, hermosa e impredecible eres...solía pasar horas y horas simplemente admirándote, y muchas veces te mandé flores, sólo para ver la bella sonrisa que mostrabas al recibirlas...cuando me fui a Inglaterra, sentí que mi vida no estaba completa...había un vacío en mi corazón...fue entonces que decidí volver, sabía que tenía que volver a verte. Han pasado tantas cosas...y simplemente puedo decirte que si no correspondes mis sentimientos, está bien, lo entenderé...-dijo el inglés.

Tomoyo no sabía qué responder. Todas aquellas veces que pasaba algo fuera de lo común, todas esas veces en que ella tenía problemas, todas las ocasiones en las que ella necesitaba de alguien...ahí siempre estuvo Eriol. Él siempre fue más que un amigo...

-Tú...también me gustas Eriol...no sabes de qué manera...yo...te amo...- dijo sonrojada Tomoyo, mirando hacia el suelo. Entonces Eriol le levantó el rostro y le dio un tierno beso en los labios, aclarando por fin la confusión del corazón de Tomoyo.

FIN.

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