Capítulo 4. Aragorn

Después de aquella charla y de seguir unos cuantos días con aquellos sueños o recuerdos, supe que Elian sabía quien era el montaraz que debíamos buscar. Lo vio en uno de sus sueños aquel día que estuvo inconsciente, y todo fue por culpa del libro. Claro que tampoco dejo de vigilar a Leo, pues cada vez me resulta más extraño en su manera de ver nuestro problema, no sé, como si ya lo hubiese vivido antes.

La persona que buscábamos era Aragorn, alguien que tenía relación con Elian, ella decía que era su hermano, no sé en qué vida, pero bueno. Parecía como si de verdad hubiera estado con él, pues en sus ojos había un brillo inusual.

-¿Cómo sabremos quien es?

-Yo lo sé, solamente necesito el lugar donde reside.

-¿Y donde se supone que vive?

-¿Sabes la Tierra Media? Pues era el Señor de Gondor.

-Ya, ¿Y ahora qué es? ¿El Mulá Omar? ¿El emperador de China? ¿Algún otro de la monarquía?

-¡No! Debe de ser alguien normal y corriente, creo. Además debe de estar casado con Arwen y debe de tener un niño.

-Eldarion creo que se llamaba.

-Sí… quizá el libro sepa donde está.

-¿El libro?

-Si.

Algo muy raro empezó en aquella sala, parecía como si se oyeran muchos pasos por los alrededores, que las paredes se movieran de lugar, que todo se balanceara…

-¿Arien te pasa algo? –preguntó ella al verme en aquel estado-

-…algo va a pasar…

-¿Qué?

Se sintieron unos toques desesperados en la puerta, se podía oír perfectamente un pequeño chismorreo, cosa que no me gustaba. Elian fue a abrir con cara de pocos amigos. … Se quedó sin saber qué decir al ver a un hombre hecho y derecho, de pelo castaño y liso, con una fina barba de dos o tres días. Ojos marrones y bastante guapo, su mirada era tierna y tranquila, cosa que su vestimenta no decía, un ejecutivo delante de ella. Detrás de él dos hombres vestidos de negro, morenos y con gafas de sol negras.

-… me parece que se ha equivocado… -dijo Elian-

-No, se muy bien a donde debo dirigirme –respondió él con voz dulce pero firme-

-Bien, si es así… pase.

A él lo miró bastante bien por que le atraía, pero a los otros dos los miraba con ganas de darle una tapada en su trasero.

-¿Quiere tomar algo?

-No gracias. –dijo sentándose en una de las sillas de la mesa del comedor- siéntense por favor.

Las dos nos sentamos enfrente de él. Uno de sus guardaespaldas estaba junto al libro, Elian lo cogió y lo puso en sus faldas y diciéndole "No se toca" mientras sonreía malvadamente.

-Iré al grano, sé que poséis algo de valor y que a mi me gustaría poseer. A cambio de una información importante para vosotras.

-¿Información? –pregunté-

-…Liante… -susurró Elian-

-Si –respondió ignorando el comentario- sé quien os dio ese libro, sé quien sois realmente y quienes os rodean.

-Demuéstrelo –dijo ella-

-Tu nombre es Arien y desde que encontraste el libro no has parado de tener recuerdos sobre tú pasado y una voz que va contigo casi siempre.

-¿Cómo sabe eso?

-Y tú, Elian, sales con un chico llamado Leo, muy peculiar él. tienes recuerdos sobre tu pasado también pero al contrario que ella, recuerdas pasado, presente y futuro. Y solo te puedes guiar por uno de los tres.

Elian lo miraba con recelo.

-¿Ha leído nuestros expedientes o algo? –preguntó ella-

-No me hace falta leer nada para saber quien sois.

-Bien, ahora me toca a mí. Te llamas Aragorn, o por lo menos te llamabas, estás casado con Arwen y tienes un hijo, Eldarion. Vivís no muy lejos de aquí. Eres ejecutivo y buscón.

-¿Quién te ha dicho eso?

-No me hacía falta que nadie me lo dijera, ya lo sabía.

-… a lo que iba. Quiero un trato con vosotras.

-Te escucho –dije-

-Yo no.

-… Os cambio el libro por la información.

-¿De qué información se trata?

-Algo de lo que no os explica el libro.

-¿Crees que ésta es manera de tomarles prestado el libro?

-No hay otra forma.

-Enséñame la información y luego si un caso te damos el libro –dijo ella-

-Bien, tomadla.

De no se donde sacó una pequeña carpeta y nos dio unos papeles, parecían bastante importantes. Las dos los leímos con detenimiento, buscando el significado del texto.

"¿A quien buscáis si puede saberse? Pues la que buscáis está ahí, delante de vuestros ojos. No os fiéis de los extraños, una de vosotras ya sabe quien son pero no actúa"

Más o menos eso ponía, aunque muy resumido. Los dos acompañantes miraban para un lado y para el otro.

-¿Se puede saber quienes son esos dos?

-¿No eran Elrohir y Elladan?

-No lo son, ni su asomo vaya.

-Mierda, otra vez.

-¿A por ellos?

-No, antes le tocó a Arien, ahora le toca a Elian.

-Esto no me lo pierdo.

Aquel texto le daba la vuelta al libro pues en él ponía que deberíamos buscar como fuese al montaraz, pero le teníamos delante. ¿qué era lo que no cuadraba?

-Aquí hay algo que no me cuadra –dije- ¿Por qué en tu papel pone algo que en el libro no pone?

-Eso, ¿por qué?

-Quizá por que en el libro esté mal –dijo él-

-El libro no puede estar mal, a no ser que alguien de aquí sea quien no es. –interrumpió Elian-

-Yo te puedo asegurar que soy Aragorn.

-Pues que quieres que te diga, si no te veo vestido de montaraz no te reconoce ni tu madre.

-Tampoco te reconoce a ti la tuya.

-…mira… Aragorn… a Gilraen no la quiero ni ver. Bastante daño me hizo ya como para que encima la adore.

-No te pido eso.

-…por favor señor… -interrumpió uno de los dos hombres de negro- tenemos que irnos, dése prisa.

-¡Tú a callar! –exclamó Elian-

-Necesito vuestra ayuda para deshacerme de éste maldito traje y volver a ser un montaraz.

-Aquí salió el gato.

-Pues eso se dice.

-Pero como comprenderás, no puedo hacerlo así.

-¿A no? ¿A caso no puedes pedirle eso a tu hermana?

-…no de esa manera.

-Bien… ¿Nos devolverás el libro?

-Pero Elian… -interrumpí- ¿Cómo se lo vas a dejar?

De nuevo los dos hombres se acercaron a nosotros, uno de ellos cogió el libro como si fuese suyo y yéndose hacia la puerta.

-Un momento… -dijo ella cogiéndolo por el cuello de la camisa y andando sobre sus propios pasos- ¿A dónde te crees que vas?

-Me llevo el libro.

-Ah bien. ¿Y no crees que deberías pedir permiso a tu jefe?

-No, ya le he pedido permiso.

-Muy listo él, si sí.

Le dio una tapada en la parte inferior de la pierna, haciendo que se cayera de espaldas al suelo y cogiendo ella el libro al vuelo. Le puso el tacón de su bota sobre el estómago, si se levantaba se lo clavaba.

-¡Tú! –exclamó dirigiéndose al otro que se iba por la ventana- ¡A donde vas!

-…-se quedó quieto-

-Bonita pierna… -dijo el de abajo-

-¡Cállate!

-Qué carácter.

-Je je.

-¡Eh! –exclamó el otro- Como lo mates… matos a tus amiguitos –dijo apuntándonos con electricidad en sus manos-

-…

El de abajo se levantó mirándola con deseo mientras se iba muy lentamente hacia mí. Se colocó detrás y me pasó el brazo por el cuello y con la otra mano me acariciaba la cadera.

-¡Maldita sea! ¡Yo entro!

-¡No! Deben llevársela.

-¡¿Por qué?!

-Por que si no tú no vas a lograr salir.

-…

-Estate quieta o morirán –advirtió-

Ella no sabía que hacer, si lanzarse sobre el que apuntaba o sobre el que me "abrazaba". No podía moverme, él me tenía bloqueada.

-¡Danos el libro!

No tuvo otra opción que hacerles caso, pues Aragorn también parecía inmóvil, casi ni parpadeaba.

-Se buena y tráemelo.

Se lo llevó muy lentamente para que la espera fuese más dolorosa, deseaba el libro con toda su alma. Claro que antes de dárselo le dio un rodillazo en el estómago, después le dio el libro con mala leche. A partir de ahí ya no recuerdo nada más.

……….

Vi como desde la otra punta del comedor, se la llevaban. No podía hacer nada pues estaba demasiado lejos como para cogerla. Desparecieron en la nada.

-¡Qué diablos son! –exclamé intentado volver en sí a Aragorn- ¡Aragorn!

-No lo sé…

-¡Cómo que no lo sabes! ¡Eran tus hombres!

-¡No! ¡En teoría eran Elrohir y Elladan!

-¿Los hermanos de Arwen?

-Sí.

-¿Tú bien sabes quien está detrás del libro verdad?

-No debo decírtelo.

-¿Quieres que pierda a Arien? ¿Es eso lo que quieres?

-No…

-¡Pues dímelo!

-Cálmate…

-Me parece que te va a descubrir…

-Y a ti también.

-…por lo menos…

-Si sabes lo que soñamos y lo que somos, también sabrás algo sobre los demás personajes de la historia ¿verdad?

-…

-Odio cuando haces eso. Aragorn, si me ayudas, ayudarás a mucha más gente, no solo a mí.

-Está bien. Pero no me eches luego las culpas de lo que piense tu cabeza. ¡Leo! –gritó-

-¿Leo? ¿Qué pinta él en esto?

Cuando me giré lo vi, ¿cómo había venido?

-Dime.

Me fui apartando lentamente de él, no era Leo que yo conocía.

-Dile quien eres y que me deje en paz de una vez –reprochó Aragorn-

-…no te lo quería decir… pero… soy Legolas.

-¿Cómo?

-Lo siento, no era mi intención.

-Has estado haciéndote pasar por una persona que no eras.

-No al contrario. De Legolas tengo mi alma, nada más, pero sigo siendoLeo.

-…no puede ser…

Fui alejándome más y más hasta salir corriendo a mi habitación, no quería oír nada más. Necesitaba pensar bien la situación.

-Iré a hablar con ella –dijo Aragorn-

-No… déjala…

-Te noto entristecido.

-¡Claro que lo estoy! ¡He sido un idiota por no habérselo dicho antes! ¡Un imbécil es lo que soy!

-No te culpes de esa manera, entrará en razón, solo necesita tiempo.

-…Iridiel tiene un plan ya en marcha, habla con ella cuando pase un rato y la traes a casa, allí te esperaremos ¿de acuerdo?

-Sí.

-Elian ¿puedo entrar?

-¿Para qué?

-Para hablar.

Abrí la puerta conmigo detrás, cuando pasó y la cerré, lo abracé fuertemente. Siento mucho el haberte dicho aquellas palabras tan duras en el principio –susurré-

-Tranquila, me lo merecía por presentarme de aquella manera.

-¿Se ha ido?

-Sí hace poco. Leo no te ha ocultado nada, ha sido él siempre. Te ha dicho lo de Legolas por que no tiene otra opción, lo lleva dentro.

-Pero ahora ¿a quien debo dirigirme? ¿A Leo o a Legolas?

-¿Tú a quien crees?

-No lo sé…

-Sí que lo sabes, lo que pasa que no quieres verlo.

-… me siento inútil ahora.

-No digas eso…

-Arien se ha ido a no se donde, no se por que sitio voy a buscarla. Y tú tienes tu vida…

-Un amigo de Leo está planeando un plan para sacar a Arien de su estado de lapsus en el que está sumisa. Yo voy a ir dentro de nada, ¿quieres venir?

-Sí.

-Pues entonces coge tus cosas y vayámonos.

-¿A dónde?

-A casa de Leo.

-Pero está muy lejos.

-No creas.

-Anímate… Elian razonará.

-No lo va a hacer… es como una esponja, lo absorbe todo.

-Nadie la conoce mejor que tú, pero creo que ésta vez te equivocas.

-¿Eso crees?

-Sí. Tarde o temprano tendrá que aceptarte, seas Leo Legolas.

-…

Una casa muy agradable a la vista era lo que veía mientras Aragorn aparcaba el coche, algo más grande de lo normal en las casas, pues era unifamiliar y estaba algo alejada de las demás… tenía un aire bastante antiguo por la fachada.

-Jamás he visto la casa.

-¿No? ¿Nunca te ha traído?

-No.

-Pues ahora la verás.

-¿Tú donde vives?

-En aquella de allí –señaló una no muy lejos de ésta, igual de grande y de hermosa-

-Me da la impresión de que todos estáis compinchados y esperando a que nosotras sigamos el libro.

-…no te equivocas… pero solo estamos Leo, Dani y yo.

-¿Dani?

-Es un amigo de Leo.

-No me puedo creer que me haya ocultado todo esto.

-Alguna razón tendrá… ponte en su situación por un momento.

-… ¿Piensas que soy injusta con él?

-¿Te tengo que responder?

-…

-Habla con él.

Llamamos a la puerta y un chico algo más joven que Leo nos abrió, era rubio con mechas en color caoba y con el pelo a capa, de ojos claros y muy guapo por lo que resta de cara. Vestía un chándal negro y blanco y unas bambas a juego. La vestimenta le marcaba su atlético cuerpo.

-Hola. –saludó quedándose igual, pues no sabía quien era-

Le cambió la cara cuando detrás de mí se puso Aragorn, pues antes no se veía por que estaba mirando no se qué. Pasad –dijo amable con voz dulce y tranquilizadora-

-¿Está Leo? –preguntó Aragorn-

-Si, en su habitación.

-¿Te importa si voy a la cocina a coger algo de beber? –preguntó-

-No claro, sírvete tu mismo.

Me dejó sola delante de tal elemento, pues aunque tenía una mirada tranquila, tenía una cara de pillo que no se aguantaba.

-Tú debes de ser Elian.

-Sí.

-Leo me ha hablado mucho de ti. Si quieres verle está arriba, la primera puerta que veas a mano izquierda. –se fue yéndose también a la cocina-

-No tengo más remedio que subir…

Subí por las escaleras laterales que había a mano izquierda, tocando a la pared. Su puerta no estaba cerrada del todo, así que entré llamando antes. Estaba mal sentado en la silla del escritorio, mirando unas fotos y sin decir palabra iluminado por una luz amarillenta que producía una lámpara apoyada en la mesa. Al sentir la puerta se giró y me miró, después siguió mirando las fotos.

-¿Puedo pasar?

-¿Por qué no?

No sabía por donde empezar.

-Miraba unas fotos de hace un año.

-Leo…

-Parece que fue ayer cuando te conocí, y era Leo.

-¿A dónde quieres llegar?

-A que en ningún momento te he estado engañando, me arrepentiría si algún día lo hiciera.

-He sido muy injusta contigo.

-Mira –dijo levantándose y enseñándome una de las fotos- aquí llevabas el cabello teñido de rojo oscuro.

-Por favor, déjame decirte que lo siento.

-No hace falta, más faltaría.

-Pero… me siento mal por haberte juzgado.

-No lo hiciste queriendo, fue una reacción normal.

-¿Qué se supone que debo hacer?

-Un abrazo no me iría nada mal.

Me acerqué a él y lo abracé tan fuerte como podía al igual que él me envolvió con sus brazos. …Lo siento… -susurré-

-Yo también…

Nuestros labios se fueron acercando hasta rozarse y besarse lentamente, aprovechando cada beso con deleite.

-¿Quién es el chico que hay abajo?

-Es Dani.

-¿Vive contigo?

-Sí.

-¿Era por eso que no querías enseñarme donde vives?

-…en parte sí.

-…no se por donde empezar a buscar a Arien… son muchas las cosas que nos están pasando en un período muy corto de tiempo.

-Nosotros sí lo sabemos y no me preguntes el por qué, pues ni yo mismo lo sé exactamente.

-¿Posees algún poder especial, tipo Arien?

-Por suerte o por desgracia sí.

-¿No me los quieres decir?

-…no es quizá el momento más oportuno para decírtelo.

-Como quieras.

-¿Cómo está la jefa? –preguntó Dani en la cocina-

-¿Arwen? Bien –respondió Aragorn- ¿Por qué la llamas jefa?

-Por que todas las esposas de mis amigos…son jefas, ordeno y mando.

-No ella no… bueno, solamente por las mañanas.

-Parece que les guste mandar.

-¿A quien les gusta mandar? –pregunté-

-A las mujeres.

-Quizá un poquito.

-¿Y lo reconoces?

-Bueno… ¿eso es bueno no?

-Leo, ¿te das cuenta de lo que está diciendo?

-Sí.

-Sí que está mal la cosa sí. … Le estaba explicando a Aragorn el plan, ya está hecho, solo hace falta voluntarios.

Los cuatro nos reunimos en aquella concurrida mesa, mirando unos croquis mal hechos de Dani.

-¿Éste es el lugar? –preguntó Leo mirando la hoja de diversos ángulos-

-…sí… lo siento si dibujar no es mi don.

-Un momento… -interrumpí- esto es la universidad.

-Sí. ¿Ves? una que se da cuenta.

-Se supone que son los sótanos…

-¿Cómo que se supone? Lo son. Ahora vais a ver…

¡Dani también tiene el don de la magia! … Creó en el aire una maqueta tridimensional y semitransparente, no había duda que era la universidad. Las entradas a los sótanos estaban marcadas en rojo y de mayor volumen y el camino a seguir se iba haciendo a medida que él hablaba, mediante una línea de color verde fosforito. En la biblioteca existen tres secciones más –prosiguió- una está en el sótano y las otras dos en los laterales inferiores. Las tres tienen como puerta un libro que accionado manualmente abre las tres puertas. Solamente una nos lleva a la cámara donde Arien duerme inconsciente, protegida y resguardada por los Rauko*, así los llaman por sus poderes demoníacos, pero no son más que espías creados por Saruman, él quiere y desea el libro para hacer su arte.

-Deberíamos entrar por dos de las tres entradas, para despistar. –interrumpí- de tal manera que tardarían en responder a una represalia segura pero tardía.

-Sí, son muchos los que hay. También deberán estar dos personas fuera, ayudándonos y dándonos información sobre lo que ocurre en el exterior, pues los que bajemos, perderemos todo contacto. Lo que yo había pensado era que Leo y yo entráramos y que Aragorn y tú os quedarais fuera.

-Pero tú sabes luchar, él no.

-¿Quién dice que no sé luchar?

-¿Cómo has sabido que sé luchar?

-Por que se ve. ¿Sabes luchar Leo?

-Claro que sí. Tengo un buen profesor.

-Yo… no lo veo aún claro… -interrumpió Aragorn- ellos no serán tan ilusos como para no saber que estáis ahí, además Saruman está al acecho.

-Deberemos correr ese riesgo.

-…yo me quedo fuera, ayudándoos desde el exterior.

-Yo también –dijo Leo- desde afuera se necesita también alguna ayuda mágica, además de proteger nos por si algo ocurre.

-Tienes razón ¿Vienes conmigo Elian?

-Sí.

-Bien, tenemos dos horas para prepararlo todo y partir ésta noche, deberemos hacerlo en el menor tiempo posible y sin destruir nada.

-¿Iremos así?

-No, lo tengo todo listo. Acompañadme al desván…

Subimos al tercer piso, el desván ocupaba toda la superficie de la casa pero dividido en tres partes. Una habitación, un trastero lleno de cosas y objetos y un lavabo. A parte de la terraza que daba a la otra parte de la casa. Entramos en la de la cama, allí había cuatro trajes estirados perpendiculares sobre la cama, negros, de cuero y licra que se ajustaban totalmente al cuerpo. Eran de una sola pieza. El de los chicos tenía como una especie de chaleco acoplado en color plata, junto a un cinturón también plateado y las botas de media caña, éstas negras. También unos guantes negros con los dedos al descubierto. El mío en cambio, tenía la forma de los pechos, un cinturón haciendo forma en la cadera y las botas plateadas, los guantes tampoco faltaban, aunque éstos eran con los dedos descubiertos.

La verdad que los chicos no estaban nada mal… no podía mirarles a la cara por que me sonrojaba. A parte que ellos no se cortaban ni un pelo… Dani puso encima de la cama todo un arsenal de espadas, arcos, flechas, dagas… y todo tipo de arma, envueltas todas juntas en una lona.

-Todas están hechas de mithril. Pesan poco y son fáciles de manejar.

-¿Por qué mithril? –pregunté-

-Por que es lo único que puede matar a esos Rauko.

-…

-Coged las que más os agraden.

-Esto es un arma de fuego Dani.

-Sí. Pero no con balas normales, están hechas del mismo material que las demás armas, mithril. Hay una para cada uno de nosotros. Intentad no usarlas demasiado, los recambios cuestan mucho.

Nos armamos hasta los dientes, a mi me recordaba aquella película que vi hace poco… ahora no me acuerdo como se llama.

-Ya lo tenemos todo preparado, ahora solo nos queda esperar a que la Luna salga.

-¿Qué tiene que ver la Luna?

-Su luz nos evitará ser vistos y es cuando ellos están más perceptibles.

-Lo tienes todo planeado.

-Todo no, necesito comer.

Mientras comíamos algo, Aragorn llamaba a Arwen para decirle lo que ocurría. Ella no le dio muchas vueltas por que ya sabía lo que ocurría.

-Ah, me olvidaba –dijo Dani- los trajes llevan un censor para que vosotros dos nos localicéis. Leo ha logrado que un satélite nos localice mediante el móvil –sacó su móvil que estaba en uno de los bolsillos camuflados- mirad… -pulsó la tecla número cero y el móvil de encendió, saliendo el mapa correspondiente a nuestro camino seguir, después quiso localizar nuestra posición, pulsó la almohadilla y salió lo que era la situación de la casa, la cocina y cuatros puntos unidos, éstos de diferente color.

-¿Leo, qué mal no se de ti?

-Muchas cosas.

-Es la hora –dijo-

Seguimos de nuevo sus pasos hasta llegar al garaje, allí nos esperaban cuatro motos.

-¿Qué sois una mafia o algo parecido?

-No, simplemente nos hemos preparado.

-…

-¿Sabes como va?

-Más o menos.

Miramos que no nos dejásemos nada, abrimos la puerta con el interruptor desde el interior y salimos pitando.

-Procurad que Elian vaya por el camino que no conduce a Arien.

-Lo procuraremos pero no va a ser fácil.

-Intentadlo por lo menos.

…………

Llegamos y aparcamos las motos detrás de la universidad, en lo más escondido del parking. La zona ya estaba vigilada por los Rauko, así que tendríamos que ir con cuidado. Entramos sin apenas dar golpes y sin ser vistos que era lo más importante.