Capítulo 6. Miedo.
Desperté y la cabeza me daba vueltas, un dolor de cabeza horrible, los ojos se me cerraban solos y el cuerpo me pedía cama. Miré el reloj pensando que aún no era la hora de ir a clase, …son las doce… ¡Las doce! Nos habíamos dormido y con tres horas de retraso. Me giré y desperté a Leo, éste no se despegaba de mí, totalmente dormido.
-Tenemos que ir a clase –dije- ¡son las doce! ¡Nos hemos dormido! –exclamé-
Abrió los ojos sin pensárselo dos veces, se levantó medio mareado y con cara de sueño, me hacía una pena.
-¡¿Es que te piensas quedar ahí?! –dijo-
-No, no… ya voy…
Los dos corriendo como locos, mirando que no nos hubiéramos dejado nada y saliendo disparados hacia la universidad. Llegamos justamente a la hora del descanso, donde la gente salía a dar un pequeño paseo para estirar las piernas y almorzar. …Vimos a Arien y a Iridiel sentados en un banco, comiéndose él un pequeño bocadillo y ella un zumo, mientras hablaban y nos miraban llegar con una expresión cómica.
-¿Os habéis dormido? –preguntó Iridiel aguantándose la risa-
-…sí… -bostezó y luego continuó- anoche nos acostamos con una borrachera enorme.
-Y no se os ocurre otra cosa que emborracharos un día entre semana.
-Las circunstancias lo exigían.
-Voy a por algo de comer… -dije-
-…Qué habréis hecho ya como para dormiros hasta tan tarde… -dijo picándolo-
-No tiene nada que ver.
-Y tanto que sí.
-No me piques… que no tengo la cabeza para juegos.
No podía aguantarse más la risa.
-Toma –dije ofreciéndole un bocadillo y una coca cola- para que te despejes.
Yo tenía lo mismo para mí.
-Gracias.
Los tres ocupaban todo el banco, suerte de Leo que me dejó sentarme sobre sus piernas.
-¡Hola Arien! –se sentía la voz de Adri por detrás nuestro- ¡Hola Elian! –saludó mientras venía corriendo hacia nosotros- ¡¿Qué tal?!
-Bien –respondió ella más contenta que unas pascuas-
-¿Cómo es que habéis llegado tan tarde? –preguntó-
Los dos mirábamos a la pareja de al lado, Leo le dio una colleja a Iridiel por detrás, él se reía.
-Hola Leo, ¿Y tú, quien eres? –preguntó dirigiéndose a Iridiel-
-Dani.
-No eres nuevo, pues tu cara me suena.
-Llevo tiempo aquí, lo que pasa que no soy muy visible.
-Yo soy Adri.
-Un placer.
-¿Es un chico Arien?
No sabía que responder hasta que se decidió y dijo que sí con una amplia sonrisa.
-Vaya… sí que te lo has buscado guapo…
-Je je, sí.
-¿Y a vosotros, qué os ha pasado?
-…nos hemos dormido –dije para salir del paso-
-Pues ya es casualidad que las dos os hayáis dormido. ¿No será…?
¿Y ahora que se ha pensado?
-¿No será que? –pregunté-
-¿Qué habéis estado practicando el…?
Leo casi se atraganta bebiéndose la coca cola e Iridiel se echó a reír. Que preguntas que tiene la chica también…
-Bueno os dejo que estoy con unas amigas, hasta ahora Arien.
-Hasta luego… -dijo ella también riéndose-
-¿Se puede saber de qué os reís? –pregunté-
-De nada, de nada… -respondió Iridiel riéndose de nuevo-
-…
En verdad también ellos habían bebido algo más de la cuenta la noche anterior, solo que se guardaban mejor su dolor de cabeza que nosotros. Y para acabar, los profesores que nos tocaban estaban todos enfermos de gripe y los de guardia no eran suficientes, así que para casa, habíamos ido para nada.
……
Al llegar a casa, Iridiel se fue directo al libro, pues había presentido que el libro se había vuelto a escribir, y así era.
"Después de haber encontrado al montaraz vuestras almas unidas tendréis que separar para poder seguir. Proteged el libro con vuestra vida se hace falta, pues quizá la muerte vuelva a venir para separar las almas que de nuevo han sido unidas."
Cuando leí tales palabras no pude quitarme de la mente la imagen de cuando encontré a Iridiel en aquella ciénaga. No podía dejar de pensar que de nuevo volvería a separarme de él, no podía ser ese el significado. … Iridiel llamó a Leo tan rápido como llegó al teléfono, algo le preocupaba y por su expresión, era serio el tema. Después de descolgar se encerró en la habitación y no me dejó oír nada. Aunque eso fue lo que pude escuchar detrás de la puerta.
-¿Está Leo? … ¿En la ducha? … ¡Dile que se ponga, es urgente! … bueno, no me comas… no le digas que he llamado ¿eh? … Adiós. … -colgó-
Me había quedado igual, yo esperaba que hubiera dicho algo en referencia al libro.
-Leo –dijo mentalmente-
Un estruendo y un ay se sintieron.
-Que… ¿no tienes otra forma de asustarme?
-Lo siento… jjj…te he intentado llamar pero Elian me ha dicho que estabas en la ducha.
-…y sigo en la ducha…
-El libro se ha escrito de nuevo y no es algo de lo que podamos alegrarnos.
-¿Qué ocurre?
-Se ha escrito un párrafo que ni tú ni yo escribimos. …Alguien está mangoneando el libro.
-¿Qué pone?
-"Después de haber encontrado al montaraz vuestras almas unidas tendréis que separar para poder seguir. Proteged el libro con vuestra vida se hace falta, pues quizá la muerte vuelva a venir para separar las almas que de nuevo han sido unidas."
-…no si me caeré otra vez…
-¿?
-Nada… hablaba para mí. Que no me gustan nada esas palabras. Pero no les debemos decir ni una palabra.
-¿Pero sí ayudarlas no? Arien tiene miedo del libro, piensa que me puede volver a perder.
-Igual que tú.
-Sí…
-No sé… no sé si es buena idea el esperar a los acontecimientos. Algo malo presiento.
-Yo también… pero ¿qué debemos hacer? Esto no pueden resolverlo ellas.
-No… es demasiado. Además alguien quiere entrar en la mente de Elian, e intenta que recuerde lo que ese alguien quiere.
-¿No le deja recordar lo que pasó?
-No.
-Que raro, Arien lo recuerda casi todo.
-Pero tú eres más poderoso que yo.
-…quizá sí. ¿Podríamos probar a que estuvieran juntas de nuevo?
-No lo creo. Ya se habrán acostumbrado y es muy difícil el volver atrás, lo hecho, hecho está.
-Sí. ¿Bueno pues que hacemos?
-Creo que lo mejor es esperar y que me tengas informado de lo que escriba el libro.
-Eso creo yo también. Y lo siento por haberte pillado así.
-Tranquilo hombre.
-Je je.
-¿Qué estás mirando?
-Nada. Adiós.
-Adiós.
Sabía que estaría hablando con él mentalmente y no dejaba entrar en su mente, algo estarían tramando los dos para tenerlo en secreto. … ¿qué ocultan? ¿Y de qué manera tengo que seguir? No podía quedarme pensando en que alguien morirá, no podría vivir así, me consumiría en mí misma sin llegar a ninguna parte. ¿Y si hiciera como Elian? ¿A vivir el momento? No lo sé… ella vive su vida a lo "loco".
-¿Me esperas a mi? –preguntó Iridiel saliendo de la habitación-
Me había pillado.
-…sí… para ver si habías logrado hablar con él.
-No, no he podido, se estaba duchando.
-Iridiel…
-Que.
-Aunque se esté duchando puedes entrar en su mente cuando quieras.
-…sí pero no debo contarte nada, aún no.
-Bueno… mejor eso que me lo ocultes.
-Sí.
No sé a que venía pero me besó, como si tuviera ganas de decirme algo y no pudiera.
-¿Y eso? –pregunté sin saber muy bien donde estaba-
-Tenía ganas.
-Oye pues no te cortes, si tienes ganas… adelante.
-¿Sabes qué? –dijo abrazándome por detrás- vamos a esperar a que el libro éste que nos saca de quicio se escriba, y mientras nosotros, nos pegamos un baño relajante… ¿Qué me dices?
-…no suena nada mal… voy a buscar algunas cosas. –dije corriendo-
-Yo voy a echar el agua y a preparar el baño.
En pocos minutos estábamos metidos en el agua que nos medio cubría, de un color rojizo y que olía muy bien… Jugábamos como niños hasta que pasamos a cosas mayores. Aquel ambiente de balneario, el agua caliente… el aroma tan peculiar… que todo junto fue una mezcla explosiva para que aquella tarde fuese una de las mejores desde que vivía con él.
Después no queríamos salirnos de la bañera, estábamos tan a gusto… pero todo lo bueno se acaba. El teléfono sonó una vez, lo dejamos estar, pensando que si era importante, volverían a llamar. Sonó una segunda vez, ya con más insistencia, pero al llegar se cortó, e hizo salirme de la bañera con lo bien que estaba. … Remugaba y lo maldecía…
Vi a Iridiel que salía del baño vestido con la ropa interior y una camiseta blanca de interior, me quedé mirándolo hasta que se perdió de mi vista. Que bien se conserva el jodío… -dijo para mí-. Después lo vi otra vez en dirección al baño, pero ahora con unos pantalones que le marcaban todo el trasero y unas zapatillas, de nuevo me quedé mirándolo. Salió con las toallas y la ropa sucia, iba tan pancho por la casa. En el momento en que pasó por mi lado, me dio un toque en el culo, haciendo que cayera de mi pensamiento…
-¿Te ocurre algo? –preguntó apoyándose en el marco de la cocina con una lata de coca cola abierta- estás en las nubes me parece.
-No… bueno… sí.
Tal como estaba, en aquella postura y con los pelos alborotados… me lo comía.
-Qué.
Noté como yo misma me sonrojaba, me subían los colores al verle.
-Ui… Arien está en las nubes y sonrojada… algo pasa.
-¿? Nada, no me pasa nada –dije ya sonrojada-
-¿Lo ves? Te están subiendo mucho los colores ¿tienes calor?
-…sí…
Bajó la mirada y luego la fue subiendo sin parpadear y con una sonrisa endiablada. Ahora no podía dejar de mirarle, me había atrapado. … Se acercó lentamente, no sin antes dejar la lata por alguna parte de la cocina y se plantó delante de mí. Su olor me atraía hacia él al igual que su mirada fija en mis ojos. Antes de que pudiera decir nada puso su dedo índice sobre mis labios, con la otra mano hizo arraparme a él.
...
-¿Qué haces leyendo ese libro? –preguntó Iridiel después de haber dormido un rato-
-No sé, me trae curiosidad.
-Sí que estás rara sí.
-¿Por qué? …bueno la verdad, es que los vecinos de enfrente han tenido un bebé, y me pica la curiosidad por saber qué se tiene que hacer.
Se quedó alucinando.
-… ¿Y tú no leerías mejor… no sé… algo de terror, fantasía… o algo así? No sé, es lo que te gusta.
-…sí… pero…
-¿Arien, no pensarás eso en serio?
-Es que se me deshice delante de aquella ricura. Además, llevamos el tiempo suficiente como para…
-Espera, solo llevo aquí dos meses.
-Pero yo no cuento solamente el tiempo éste, si no también el otro.
-…si lo miras así…
-Sí.
-No es por contradecirte pero yo no me veo arrastrando un carrito.
-Ni yo.
-… ¿me estás tomando el pelo?
-No,… jj, era una broma, sí que te veo.
-Pues yo no las tengo todas, no sé.
-¿Me estás diciendo que no?
-No… pero… piénsatelo.
-Ya me lo he pensado y quiero uno.
-Pero mujer, antes acaba la carrera y luego hablamos.
-La carrera está ya casi acabada, solo me queda éste año.
-Me parece que no voy a poder hacerte cambiar de opinión.
-No.
-Espera a que yo de el paso… -pensó él- pues no, si ella quiere, que sea la primera.
-Iridiel, si tú… no… como que no hay manera.
-Ah ¿pero debo empezar yo?
-Ah no sé. Me da la impresión de no te hace la idea.
-No es que no me haga pero me has pillado de una manera… que no se si decir que si directamente y que pase lo que dios quiera, o esperar.
Le di un beso a ver si se decidía ya de una vez. …Mejor directamente… -dijo-.
…
"Algo inusual pasará, una muerte vendrá hacia una de vosotras, la que os quitará lo que más deseáis. Pensad bien antes de actuar, pues el destino juega con vosotras ahora que estáis en vuestro punto de mira."
"Sueños en los que os veréis envueltas, abrazos y felicidad nunca vienen solos. Algo os dice que deberéis seguir, pero ¿Quién es a quien deberéis descubrir? Solo el destino lo sabe, pensad y darle vueltas, pues la tenéis más cerca de lo que os imagináis."
Esos dos párrafos fueron escritos nuevamente por el libro, Iridiel decía que uno si que lo escribieron ellos pero que el otro no, y no sabe cual de ellos es. Ha intentado ponerse en contacto con Leo, para ver si sabe algo, pero no responde, es como si se lo hubiera tragado la tierra, ni su mente está disponible.
-¿Puedes ir a su mente? –pregunté-
-No, me es imposible. Hay algo que me lo prohíbe.
-…que raro… ¿Y si llamas a Elian? Quizá ella te diga donde está.
-Puedo probarlo pero… ¿por qué no puedo entrar en su mente?
Cogí el teléfono y se lo pasé. … Lo intentó dos veces pero nadie cogía el teléfono, y en la universidad no podían estar por que era sábado, además que se hubieran llevado el móvil.
¿Y si el texto que leímos hace unos días era cierto? ¿Y si la muerte se refería a ellos? No podía ser, alguien nos lo hubiera dicho.
-Coge tu chaqueta y vamos a su casa. –dijo él ya algo nervioso y extrañado-
-Sí…
Nos plantamos en un abrir y cerrar de ojos en su casa, llamamos cuantas veces pudimos. Nadie nos abría, las luces permanecía apagadas. Miramos por una de las ventanas que habían al lado de la puerta, los dos vimos algo que no logramos entender. Una pequeña luz amarillenta y una sombra negra que la llevaba.
Los dos nos miramos y tragamos saliva a la vez, ¿era una ilusión lo que habíamos visto? Iridiel sacó su llavero y escogió la llave que abría la puerta, la mano le temblaba. Sentí como su mente estaba preparada para actuar, yo hice lo mismo con la mía, al primer reflejo que viera…
Entramos los dos cagadillos, el uno pegado al otro para sentirnos. Al estar en el salón, sentimos como si algo de cristal se cayera en el suelo y se rompiera en mil pedacitos. Expandió su mano hacia la oscuridad y salió una luz de ella, blanca y pura, que nos iluminaban los escalones. … Detrás de mí noté una fría presencia.
No quería girarme, algo me decía que no lo hiciera, pero la curiosidad pudo conmigo. Me giré y no vi a nadie, simplemente oscuridad. Iridiel se había alejado unos cuantos escalones de mí, corrí tanto como pude para alcanzarle. … Otro ruido parecido al de antes se sintió, aunque ahora acompañado de un grito estremecedor.
Nos volvimos a mirar y seguimos adelante, si la oscuridad era más oscura, más potente era su luz. … ¡Cállate, no vales la pena! –sentimos una arrullo de fondo- ¡Déjame en paz! –dijo una voz de niña-.
-¿Lo has sentido? –pregunté-
-Sí.
¡Un día me voy a ir de aquí! –volvió a decir la niña-. ¡A donde irás! –volvió a gritar aquel arrullo-. De nuevo aquella voces.
Habíamos tardado pero al fin llegamos a la tercera planta, se había hecho interminable. Aquello todo era más oscuro aún, y no se sabía por qué, Iridiel no podía mostrar su luz. Algo la reprimía y la convertía en oscuridad. … Sentimos que alguien reprimía las lágrimas y que aún seguía llorando.
-¿Elian? –pregunté-
Todo se quedó en silencio, el llanto ya no se oía. Las voces también habían desaparecido, y la oscuridad se iba disipando, aunque no acababa de irse.
-Elian, soy yo, Arien. Sal por favor…
De nuevo la presencia que sentía rondaba por allí, pero ahora se dirigía a una punta de la habitación, totalmente a oscuras. Parecía como si nos guiara.
…aquí… -dijo una voz débil y de niña-
-¿Quién eres? –preguntó Iridiel armado de valor-
…un alma perdida…
-¿Cómo?
…soy un recuerdo de Elian…necesito morir para seguir mi destino.
-¿Morir, por qué?
…por que si no moriremos las dos…
-¿No eres maligno?
…no…simplemente intento que recuerde el lugar donde me recordó…
-¿Si lo recuerda, la dejarás en paz?
…sí…
-¿Qué vas a hacer? –pregunté-
Se acercó lentamente hacia donde supuestamente Elian estaba, la pobre yacía en el suelo sentada, consumida por su miedo. Puso la mano en su frente, ésta incluso tenía fiebre. Buscó el recuerdo de donde el fantasma provenía… no lo encontraba. Lo intentó una y otra vez sin obtener resultado.
…encuéntralo antes de que la oscuridad desaparezca…
La sombra fue desapareciendo en la nada, dejando un rastro de pequeñas estrellitas plateadas…gracias… fue lo que dijo. Aún no me creía lo que había presenciado. … Elian abrió los ojos poco tiempo después, para entonces, todo estaba en su aspecto normal, no había oscuridad, ni voces… y los rayos del sol entraban por doquier.
Nada más despertarse abrazó a Iridiel como si hubiera visto a un ángel, las lágrimas aún le caían, pero ya con menos intensidad.
-¿Dónde está Leo? –preguntó confuso-
-…no lo sé…
Giró la mirada hacia la ventana y su mente le mostró el cuerpo de Leo extendido en el suelo, con una daga de mithril clavaba en el pecho. Se escondió dentro de sí misma para no verlo.
-¿Qué ves?
-…está ahí… muerto…
Miré hacia donde indicaba pero ni él ni yo veíamos nada.
-Elian, ahí no hay nada. Es tu mente la que lo ve.
Iridiel la hizo levantar, aún sus piernas temblaban y su mirada era terror puro. Arien, convéncela de que no hay nada –dijo-.
-…Es como si… la oscuridad la tuviera poseída. –dije-
-Sí. El miedo ha podido con ella.
Por más que le hablaba no reaccionaba, su mirada era fijada en un punto inconcreto de la habitación. …
-¿No puedes hacer algo? –pregunté algo desesperada-
-No… hazle recordar buenos momentos.
-¿Buenos momentos? …ahora no me viene ninguno a la cabeza…
-Sigo sin poder localizarle…
-¿No estará?
-No. Noto algo de su mente, aunque sea débil pero lo noto.
Aquella situación se nos escapaba de las manos, el color de sus ojos era cada vez más incoloro, su rostro más pálido al tiempo que transcurría, Iridiel cada vez más nervioso y yo a punto de estallar.
-Aragorn –dijo hablando por el móvil- ¿sabes algo de Leo?
-….
-¡¿Qué no lo has visto des de ayer por la tarde?!
-…
-¿Qué si pasa? Mejor vente para acá y te lo cuento en vivo y en directo.
-…
-Aragorn dice que no lo ha visto desde ayer por la tarde, que llamó a Elian pero ella no cogía el teléfono.
-Seguramente estaría atemorizada.
-Seguro.
Sentimos unos pasos no muy acelerados, no había duda que era Aragorn el que subía. Nada más entrar preguntó por lo ocurrido, nosotros lo pusimos al corriente de todo.
-Pues serían las once cuando la llamé, ella no lo cogía y como no vi luz pensé que estaba con él.
-¿Y ésta mañana, viste algo anormal?
-Bueno… tenía prisa por llegar al trabajo… pero sus coches estaban los dos a fuera, así que pensé que hoy él no iba a trabajar y que no había luz por que estarían durmiendo.
-…lo mismo hubiera pensado yo.
-¿No se desbloquea?
-No. Estoy por hacerlo de la manera más brusca y efectiva.
-…
-¡Bien! –exclamó de golpe-
-¡¿Se puede saber donde estabas?! –preguntó enfadado-
-Nos habíamos quedado encerrados en el trabajo, por culpa del apagón que hubo anoche de luz, y por más desgracia aún, el móvil se quedó sin cobertura.
-…ya te vale…
-¿Por qué?
-Plántate aquí ahora mismo o te traigo de los pelos.
-…ya voy… pero tendréis que esperar. No sé por qué no puedo usar la mayoría de mis poderes.
-…aquí te esperamos, en tu casa, en la tercera planta. ¡Corre!
-Sí sí…
-Leo ya viene para acá.
-Suerte…
Aragorn le pasaba la mano por enfrente de sus ojos pero no hacía caso, parecía zombi. … Imita la voz de Leo–dijo Aragorn-
-¿Qué imite que?
-Sí, no pasa nada por probarlo. Me dijiste que podías hacerlo ¿no?
-Sí… pero… … Elian –dijo imitando su voz-
-Sigue intentándolo, pero no a tu manera.
-… Elian… -dijo ahora más pausado-
Sus labios gesticularon su nombre pero nada más.
-Algo es algo.
-…despierta…
Sus manos ahora se movían con nerviosismo, parecía como si… empezó a respirar rápido, como si se quedara sin aire. Fue respirando así hasta que peguó un grito. Al gritar nos transfirió todo lo que le había pasado, pena, lástima, dolor, ayuda, sufrimientos… todo lo estaba expulsando.
-¡Quien haya imitado mi voz que se olvide de hacerlo una vez más! –dijo él entrando tan tranquilo por la puerta-
Esa frase bastó para que Elian despertada de golpe y que se dirigiera hacia él, corriendo como una desesperada. Se abrazó como un niño pequeño mientras que Leo la cogía para que no se cayera.
Se quedó parado al verla así, en aquel estado tan deplorable. Ella no hacía más que llorar y susurrar pequeñas palabras. Leo nos indicó con la mirada que bajásemos abajo, él bajó con ella en brazos. Intentaba no caerse y miraba cada escalón como si fuese el primero.
Por fin algo de luz –pensé-. Pues en la primera planta, la luz era más blanca y luminosa que arriba, además las cortinas eran más claras y transmitían más luz. Se dirigió a la cocina, nosotros detrás como tres cotillas que éramos. … La sentó en el mármol y puso agua a calentar en un casito. Buscaba algo del armario superior que había no muy lejos, sacando dos sobres de tila y poniéndolos en un vaso, éstos esperaban a remojarse en el agua calentita.
Mientras el agua se calentaba, le fue hablando pausadamente. Ella a duras penas sonreía, no se daba cuenta pero le iba sacando la información necesaria para sacar una conclusión de lo ocurrido. … Hizo adelantar el tiempo de remojo de la tila, poniéndola a la vez al punto para beberla. Se lo pasó y ella lo cogió con sus dos manos, como una niña, mientras se iba llevando el vaso a la boca. A nosotros nos apetecía también una tila… o una infusión, lo que fuera.
La expresión de Elian pasó de estar tensa y nerviosa a un estado de más tranquilidad, aunque aún no lo estaba del todo. No había manera de escuchar lo que decían, pues parecían susurros. … Una hora larga pasó cuando finalmente ella le dio un abrazo, no decía palabra pero si sus ojos mostraban un brillo que antes no tenían.
Después de eso no se separaba de él ni un momento, ni siquiera para hablar con nosotros, pues como era normal, después de hablar con ella, nos pidió explicaciones. ¿Qué le íbamos a contar? Lo que vimos y lo que oímos también, toda información era imprescindible y aún ninguno teníamos informaciones claras.
-¿Qué le pasa? –preguntó Iridiel-
-Se ha quedado muda, pero es temporal.
-¡¿Muda?! –exclamamos los tres-
-Sí, es normal cuando se pasa mucho miedo.
-Ésta si que es buena –dije- ¡Elian muda! ¡Pero si no calla ni debajo de agua!
-¿Y como has hablado con ella?
-Yo con la mente le ponía algo de voz.
Parecía como si ella aún tuviese miedo, y aunque estuviera muda… seguía mordiendo. Iridiel se fue a hablar con él a solas, querían hablar de algo que no debíamos escuchar. Lo que nos costó separarla, yo si hubiera pasado por ese trauma, estaría más que muda, me hubiera dado algo. … Nos fuimos algo preocupados de aquel lugar, Iridiel preocupado por algo que le dijo Leo en su conversación y yo preocupada por ella, Aragorn también se fue a su casa, pues los tres teníamos cosas que hacer.
-¿Crees que todo ha sido una ilusión? –preguntó-
-No lo se, estoy igual de bloqueada que tú. Me he sentido inútil.
-Yo también, pero no podíamos hacer nada, lo probamos todo.
-…si. ¿De verdad que se ha quedado muda?
-Supongo.
-…
-Hablando ahora de lo nuestro…
-Que.
-Pues… que deberías notar algo raro, si es que estas…
-Si te refieres a eso… no, y siempre que me va a pasar algo lo noto, o en la mente o en el cuerpo.
-A eso me refiero.
-…no…
-Habrá que intentarlo entonces.
……
Elian me pidió que le explicara por qué no había venido ni llamado desde la tarde del viernes, le dije lo mismo que a Iridiel. …Ahora solamente quería permanecer en la luz y si se quedaba sola me venía a buscar ¿Por qué razón actuaba de aquella manera? ¿Tanto era el miedo que había pasado que hasta temía de ella misma? … Cuando se lo preguntaba se negaba a hablar, sabía que me ocultaba algo y tampoco quería leer su mente por que si no sería trampa, por alguna razón no me lo quería decir y la respetaba.
-Arwen… -dije llamándola por teléfono- ¿tienes unos minutos?
-…
-¿Podemos ir a tu casa?
-…
-De acuerdo hasta ahora pues. –colgué-…quizá no te guste, pero te voy a llevar a una psicóloga para que te observe un rato.
Su respuesta fue que no con la cabeza. ¿Por qué no? Así me quedo más tranquilo. –dije-
Nos acercamos hasta la casa de Arwen, mientras íbamos caminando el sol se ponía. Ella nos abrió antes de que pudiéramos llamar. Nos invitó a entrar en su casa, al pasar vimos corretear a Eldarion y a Aragorn detrás.
…
Las dos se metieron en una habitación algo oscura, con un sillón de relax en el medio y otro normal al lado, Arwen me hizo esperar fuera, no sin antes decirle que estaba muda.
-¿Cómo quieres que hable con una chica muda? –preguntó-
Hice algo con la mente, de tal manera que hablaba con su voz, pero era temporal.
-Gracias. –dijo- espera aquí. Por cierto ¿cómo se llama?
-Elian.
-¿La conozco?
-…creo que sí.
-Me estás dejando con la miel en la boca.
-Elian, Elian Ithilien…tu amiga…
-¡Sí hombre!
-Sí.
…
-Elian… ¿te acuerdas de mí? –preguntó-
-…no.
No se acordaba por que había cambiado, su expresión era más alegre, el color de piel menos pálido que antaño, seguía siendo morena pero ahora con un reflejo rojizo.
-¿Seguro que no?
-…no.
-…bueno, pues soy Arwen Undomiel.
-Tu cara me suena pero…
Sí que la conoce… -dije para mí- ¿Por qué la lías?
-Bien, empecemos. Te llamas Elian… y vives aquí al lado…
-Sí.
-¿Qué te ha ocurrido para que Leo te traiga?
-…
-Me lo puedes contar, no se lo voy a decir a nadie.
-…ayer por la tarde… algo muy raro pasó en mi mente, recordaba algo de cuando era pequeña… vi a mi madre… a mí de pequeña… y un hombre horrible que me gritaba. No podía soportarlo, entonces pensé en relajarme y a olvidarme de esas cosas que eran producto de mi mente, no eran reales. … Mientras subía las escaleras notaba una presencia fría que me seguía, me escondí en el desván, en un rincón oscuro donde la luz apenas llegaba. … Volví a sentir de nuevo las voces pero ahora no eran en mi mente, si no amplificadas por toda la casa. Pude veros a todos los que rodeabais como me ibais dando de lado y alejándoos de mí, dejándome allí sola y en la oscuridad. Me iba consumiendo en mí misma, el miedo y el temor se iban apoderando de mi hasta tal punto que no era yo. …
Aquella presencia se sentó a mi lado, me miraba con sus ojos blanquecinos. Me decía que aquello que veía no era real, que todo era ficticio y producido por una mente atormentada. Me ayudó mucho pero el miedo seguía acumulándose en mi interior. Sentía que aquel ser era benigno y que en verdad era yo misma. Un recuerdo del pasado que se escapó de su recuerdo y que buscaba adentrarse de nuevo hacia donde provenía. … La luz se fue apagando, la oscuridad lo cubría todo, notaba todas las miradas puestas en mí, las almas que habían se acercaban a mí, yo en mi interior sentía el llanto desesperado de un niño que necesitaba que su madre le quitara el susto que pasaba. … todas aquellas personas me hablaban sin parar, no podía saber cual era real y cual ficticia.
Toda la noche así y parte de la mañana del sábado, metida dentro de mí y en la oscuridad, sin poder comer por que todo lo que me rodeaba me lo impedía, el teléfono sonó varias veces pero no me atrevía a cogerlo. La noche pasó muy lenta y desesperante. …por la tarde fue cuando sentí dos voces que eran diferentes a las que había estado oyendo, dos voces que me transmitían luz. Yo no veía a Arien y a Iridiel… veía a dos elfos, un hombre y una mujer, vestidos de blanco y brillando con luz propia. Era mi salvación a toda la oscuridad, pero no sabía si aquellos elfos eran reales o eran producto de mi imaginación. Por eso no me atreví a decirles nada.
-¿Por qué cuando se te acercaron, no hiciste nada?
Dejé que hicieran conmigo lo que quisieran, tenía demasiado miedo como para protegerme de mí misma.
-¿Cómo te sientes ahora que has desembuchado?
El efecto de la voz se había acabado, solamente Arwen pudo leerle los labios.
-Iridiel…
-…
-Mejor luego.
No había duda de que Elian decía la verdad ¿cómo podía ser que se viera a ella misma sin saberlo en aquel momento? … Algo maligno había detrás de esto, lo presentía, sabía que alguien quería torturar su mente ¿pero quién?
