¡¡Hola a todos!! Ya he regresado con el segundo capítulo de mi fic de los Merodeadores. Espero que les guste ^-^

Por cierto, este fic se desarrolla en el cuarto curso de los Merodeadores y por lo tanto aún no son animagos. Según mi cabeza loca, aún no se llaman por sus apodos. Por lo que les he colocado otros. Les aviso ^-^U

Eso es todo. Léanlo y disfruten. Y déjenme algún review.

Capítulo 2º: Durante un banquete...

Los cuatro amigos habían llegado al fin a la estación de Hogsmeade. Pero para llegar a Hogwarts tenían que tomar una de las diligencias tiradas por caballos invisibles (o por Snapes invisibles, según James). Pero el viaje en ese transporte no resultaba muy agradable. Primero porque el carromato olía a moho y a paja. Y a parte, el que les había tocado tenía las ruedas muy estropeadas y pegaba muchos botes, por lo que los cuatro estaban botando en sus asientos.

-¿Pero qué le pasa a la diligencia este año? ¡Ay! –preguntó Sirius antes de golpearse contra el techo de la diligencia. Era el más alto de todos y por eso, cada vez que cogía un pequeño bache, recibía un golpe en la cabeza.

-Ni idea. Pero ahora más que nunca me alegro de ser bajito. ¡Uouh! –James había pegado un bote que casi le hacía rozar el techo.

-¿Por qué dices eso, Jimmy? –preguntó Sirius. -¡Ay! ¡Maldita sea!

-Por eso. Jajajajajaja. Llevas ya 25 cabezazos. Los estoy contando. Jajajajajaja... ¡Uouh!

-¡JAMES! –gritó Sirius mientras agarraba a James y después de un bache los dos cayeron al suelo de la diligencia.

-¡Sirius, James! ¡No empecéis! –les reprochó Remus desde su asiento mientras se agarraba para no despegarse de él.

-Eso. Preocupaos ahora de que esto no se vuelque. ¡Uys! –añadió Peter que acababa de pegar otro bote.

-¡Bueeeeenoooooo! –dijeron los dos amigos a la vez.

Pero entonces, James se dio cuenta de un extraño ruidito que antes no se oía...

Pzzzzzzzttttt...

-¿Qué es eso?

-Ni idea, Jim.

-¿Lo has oído Rem?

-¿Eh? ¿El qué? ¿Tu estómago rugiendo como un león por el hambre?

-Muy buena, Rem.

-¡Ya vale! –gritó James molesto. –No me refiero a eso. Parece un pequeño silbido.

-¿Silbido? –dijeron Remus y Sirius a la vez.

-Yo sí. Y creo que viene del bolsillo de Sirius.

-¿De mi bolsillo? Pity, ¿te crees que soy Hagrid llevando animales en los bolsillos? –exclamó molesto Sirius.

-No. Espera, Siri. Pity tiene razón. Viene de tu bolsillo.

-¿Qué? Imposible, lo único que llevo son unas bengalas del doctor Filibuster.

-Siri, ¿te acuerdas cómo se prenden esas bengalas? –le dijo James mirándolo de reojo.

-Claro, con la humedad.

-Siri, el suelo de la diligencia es húmedo.

-Ups...

Y en pocos segundos varias bengalas estallaron. Los cuatro amigos tenían su propia fiesta de bengalas en su carromato. Aunque no les hacía mucha gracia, ya que las tenían que esquivar para que alguna no les diera en la ropa y les quemase.

En una diligencia cercana, cuatro chicas hablaban animadamente. Cuando una de ellas, Lily Evans, miró por la ventana y vio la diligencia de los Merodeadores que estaba muy iluminada.

-Chicas, mirad.

-¿Qué pasa, Lily? –le preguntó Lady. -¿Eh? Jajajajaja. Esos cuatro ya han empezado la fiesta en su propia diligencia.

Las cuatro chicas de cuarto no fueron las únicas que vieron la "diligencia luminosa". Asi que cuando todos habían llegado a las puertas de Hogwarts, esperaron a los cuatro amigos, que seguramente harían una entrada triunfal.

La diligencia se paró delante de la entrada del castillo. Todos los alumnos contuvieron el aliento, como si estuvieran esperando a alguien famoso. La puerta se abrió, y Remus saltó hacia el suelo con la cabeza en llamas. Todos se sorprendieron ante aquello, algunos estaban incluso mudos. Después saltó James, se había quitado su túnica negra y se había quedado con el uniforme gris (N.A: como veréis, he puesto el uniforme de las películas ^_^U) y cayó sobre Remus e intentaba apagar su pelo. Mientras que, Sirius y Peter se colocaron a ambos lados de los otros dos.

-¡Aguanta Rem! ¡Aguanta!

-¡No nos deje, Remus! ¡Por favor!

-¡Ya está! ¡Ya casi está apagado!

-¡Aaaaaah!

Al cabo de unos minutos, la cabeza de Remus, al fin apagada, echaba humo, y la túnica de James estaba completamente chamuscada.

-¡Buaaa! ¡Mi pelo! –lloraba Remus utilizando la túnica quemada de James como pañuelo.

-Tranqui, Rem. –le dijo Sirius poniéndole la mano en la cabeza. –Al menos aún conservas algo de pelo, ¿no? –acabó de decir con una sonrisa.

Remus le lanzó una mirada asesina.

-Es broma. Es broooma.

El resto de los alumnos entraron al castillo. Excepto un pequeño grupo que se había quedado para molestar a los cuatro amigos.

-¿Te salió humo de tanto pensar, Lupin? –dijo una voz que arrastraba las palabras.

Los cuatro se volvieron y a la vez pusieron cara de asco al verles. El grupo que los esperaban estaba formado por cuatro chicos de Slytherin. El que había hablado era un chico alto, de la misma estatura que Sirius. Tenia el pelo rubio y largo que llegaba hasta por encima de los hombros, y unos ojos siniestros de color gris. Era Lucius Malfoy. Detrás de él, había dos chicos o mejor dicho, dos gorilas de estatura respetable. Crabbe y Goyle eran muy anchos para tener solo 14 años, y tenían unos brazos que parecían de gorilas, además de cara de pocos amigos. Y detrás de ellos, estaba Severus Snape. Igual de alto que Remus. Pelo negro al igual que los ojos. Y cara de pocos amigos. Detestaba a esos cuatro más que a otra cosa, sobretodo a James.

-¿Quién te ha dado vela en este entierro, Malfoy? –dijo Sirius fulminándolo con la mirada.

-Yo mismo.

-Egocéntrico.

Crabbe y Goyle comenzaron a crujir los nudillos.

-Cuidado, Siri –le advirtió Remus.

-Bah, no les tengo miedo.

James se colocó al lado de su amigo por si necesitaba ayuda. Puede que fuera bajito, pero era muy bueno en los duelos y sabía defenderse. Además, era muy ágil y esquivaba los ataques de esos dos gorilas mejor que nadie.

-Potter... –añadió Snape que se había unido a la conversación. –No te creas que en este curso podrás seguir haciendo de las tuyas.

-No lo dudes, Snoopy.

Todos callaron ante la respuesta de James.

-¿Snoopy? –repitió Sirius.

Y en poco tiempo, los cuatro amigos estaban partiéndose de risa, incluso tuvieron que agarrarse entre ellos para no caer al suelo del ataque de risa. Snape apretó los dientes. Pero Malfoy no iba a consentir que esos cuatro siempre se salieran con la suya.

-Adelante –dijo a sus gorilas haciendo un gesto con la mano.

Los dos guardaespaldas de Malfoy se echaron encima de los cuatro Gryffindor. James se agachó y paso entre las piernas de Goyle. Mientras que Sirius apartó a Remus y a Peter del camino de Crabbe. James y Sirius tenían a punto sus varitas cuando alguien detuvo la pelea de repente.

-¡¡¿PERO QUÉ PASA AQUÍ?!!

Todos se quedaron de piedra al oír aquella peculiar voz, y los dos amigos escondieron sus varitas por detrás de la espalda y pusieron cara de angelitos.

-Hola, profesora McGonagall –dijeron los dos a la vez.

-Potter, Black, ¿qué estaba pasando aquí?

-Pueeeeees... –dijeron los dos mirando a Remus en busca de apoyo.

-Estábamos haciendo ejercicio –añadió inmediatamente Lupin.

-¿Ejercicio?

Todos le miraron, incluso los cuatro de Slytherin.

-Sí, hay que mantenerse en forma. ¿No lo cree, profesora?

McGonagall los miró a todos con expresión severa. Era una mujer de unos treinta años (N.A: más o menos creo que durante la época de los Merodeadores debería de tener esa edad. De todas formas, le sienta muy bien, ¿no? XD ). Tenía el pelo negro recogido en un moño. Llevaba puesto una sorprendente túnica de color verde esmeralda.

-Estoy de acuerdo con usted, Lupin –dijo después de un rato de pausa. Todos lanzaron un suspiro de alivio. –Bien, ahora entren. El banquete está a punto de comenzar. Pero, ¿qué es esto? –añadió de repente mcGonagall aganchándose y recogiendo cierta túnica chamuscada.

-Ejem, es mi túnica –respondió James.

-¿Su túnica señor Potter? ¿Pero por qué está quemada?

Inmediatamente miró en dirección de los cuatro Slytherin culpándolos de aquello. Pero, James aún no quería tener peleas con ellos y prefería disfrutar aquella noche tranquilamente añadió:

-Tuvimos un problema con unas bengalas y mi túnica se quemó.

Todos le miraron. Creían que iba a callar y a culpar a los de Slytherin.

-¡Dios mio! ¿Y estás bien? –le preguntó la profesora acercándose a él para ver si estaba herido.

-Yo sí. Pero a Remus se le quemó el pelo.

-¿A Lupin? ¿Y está usted bien?

-Sí, gracias por preocuparse, profesora McGonagall.

-Está bien. Ahora iros todos al Gran Comedor sin armar ningún jaleo. Yo debo quedarme a esperar a los de primer año.

Los cuatro de Gryffindor y los cuatro de Slytherin subieron las escaleras, y al pie de ellas, cuatro chicas, todas de Gryffindor, habían visto desde allí todo.

-¿Estás bien, James? –preguntó Lily. Malfoy, Snape, Crabbe y Goyle entraron en el castillo mientras que los cuatro amigos se quedaron con las chicas.

-Sí, no es nada...

-Pichoncito –añadió Sirius por lo bajito. James se volvió y lo miró con una mirada casi psicópata.

-Menos mal –dijo ella muy aliviada. Sirius soltó una risita y por ello recibió un codazo de James.

-¿Y tú qué tal, Lupin? –le preguntó Sportwy dándole una palmada en la espalda que le cortó la respiración.

-Bie... Bien... Gracias –respondió como pudo.

-Me alegro, colega. Ahora entremos en el Gran Comedor. Me muero de hambre –añadió Sportwy.

-Antes de que llegue Jim y se lo coma todo –dijo Sirius.

La gota que colmó el vaso de James. Inmediatamente, James pisó el pie de su mejor amigo con todas sus fuerzas.

-¡AY! Jim, como sigas así, de este curso no paso.

-Pues deja de meterte conmigo.

-Pero Jimmy –respondió Sirius poniendo un brazo alrededor del cuello de James. –Si sabes que eres mi mejor amigo y solo te gasto las bromas con cariño.

James aún estaba molesto, pero sonrió cuando Sirius le dijo que era su mejor amigo.

Entraron en el Gran Comedor que estaba impresionante. Sobretodo porque el cielo aquella noche estaba despejado y estrellado, y podía verse perfectamente en el techo del comedor. Los profesores en la mesa alta hablaban alegremente, al igual que los alumnos. James y Sirius miraron hacia la mesa de los profesores y vieron al profesor Dumbledore sentado en el centro. Dumbledore tenía una larga barba y una larga melena plateada. Y ocultaba unos penetrantes ojos azules tras unas gafas de media luna. Éste les sonrió y ellos le devolvieron la sonrisa. Dumbledore sentía predilección por esos cuatro muchachos, sobretodo por James y Sirius. El director de Hogwarts decía que desde que ellos entraron en el colegio, nunca había pasado unos cursos tan entretenidos. Se sentaron en la mesa de Gryffindor. Sirius se las había arreglado para sentar juntos a James y a Lily de la forma más discreta posible.

-¿Pero cómo lo haces? –le preguntó Remus.

-¿El qué?

-Que esos dos siempre acaben juntos –le dijo Peter.

-Jajajaja. Es fácil, yo solo doy el empujoncito, y el amor hace el resto.

-¿Amor? –repitió Remus aguantando la risa.

-Sirius, que no eres Cupido.

-Claro que no. Solo soy la celestina de estos dos –añadió Sirius señalando con el dedo a James y Lily.

-¿Qué pasa? –preguntó de repente su mejor amigo.

-Pueees... –dijo Sirius volviéndose a James. –Le decía a Pity y a Rem que tienes el pelo más despeinado que cualquier otro año.

-¿Ein?

Remus y Peter se echaron a reir. Las puertas del Gran Comedor se volvieron a abrir y por ellas entraron la profesara McGonagall seguida de muchos niños de primer curso. Los pequeños miraban a todos lados curiosos y otros con miedo. En pocos segundos, el Sombrero Seleccionador ya había cantado su canción y ya estaba colocando a los nuevos alumnos en la casa que era más adecuada para ellos.

-Ey, Jimmy, ¿te acuerdas el día que el Sombrero Seleccionador nos tuvo que colocar en Gryffindor? –le preguntó Sirius.

-Claro que sí. Yo me pase un cuarto de hora sentado con el sombrero en la cabeza. No sabía a donde colocarme. Y cuando yo creía que no me iban a colocar en ninguna, tú te subiste al asiento y gritaste: ¡¡PONLO YA EN GRYFFINDOR!! Y el sombrero dijo enseguida: ¡Gryffindor! Y tú empezaste a saltar como un loco.

-Nunca lo he pasado tan mal en mi vida. Ya te veía en Hufflepuff o en Ravenclaw. Si llegas a caer en otra casa que no fuera Gryffindor, yo ya me estaba cambiando a ella.

-¡No seas exagerado, Sirius! –le reprochó Remus. –Os conocisteis ese mismo día en el tren. Tampoco pasasteis mucho tiempo juntos para que te pusieras así.

-¿Y qué mas da? Jimmy y yo congeniamos enseguida. ¿Verdad? –le preguntó Sirius a su amigo mientras le ponía el brazo alrededor del cuello.

-Claro Siri.

Remus alzó la vista al cielo en forma de resignación. Esos dos eran unos casos perdidos. Poco a poco, los de primer año fueron asignados a sus respectivas casas. Cuando la selección hubo acabado, Dumbledore se levantó y dijo:

-Ahora mismo no ando con muchas fuerzas para ponerme a hablar y algunos de mis alumnos creo que tienen ganas de que comience el banquete –dijo Dumbledore mirando exclusivamente a James que miraba su plato con una cara de hambriento. –Asi que, ¡A COMER!

-¡LO ADORO! –gritó James al escuchar las palabras de Dumbledore y pilló lo más cercano que tenía para devorarlo.

Sirius, Remus y Peter se echaron a reír al darse cuenta lo que quiso decir el director con lo de que algunos tenían ganas de comenzase el banquete. Asi que ellos también comenzaron a comer.

-A ver si hay suerte y este año creces un poquito, Jimmy.

-¿Qué quieres decir, Sirius? –le preguntó James mirándolo con mala idea.

-Pues, a pesar de que te hinchas a comer no creces ni de ancho ni de largo –le dijo Remus.

-Fíjate en Peter, él come tanto como tú y crece de ancho pero no de largo.

-¡Ey!

-Es broma Peter.

-Pero tú, James, no creces ni de ancho ni de largo.

Sirius y Remus se echaron a reír, mientras que James frunció el entrecejo.

-Bueno, al menos yo puedo comer todo lo que quiera y no engordo. No como otros que se tienen que cuidar –dijo James mirando de reojo a su amigo.

-¡Eso dolió, James!

-Jaque mate, Sirius.

-Vamos chicos –dijo Remus aguantando la risa.

-Te veo, Remus.

-¿Qué?

-Te estás riendo.

-No me estoy riendo –respondió Remus poniendo su mano en la boca.

-¿Lo ves? Te estás riendo.

-¿Esta conversación tiene algún sentido? –preguntó Peter.

-Cualquier conversación en la que Sirius esté envuelto no tiene sentido.

-¡Oye!

-Y cuando es una conversación entre Sirius y James, se llama una conversación de besugos –añadió Remus.

-¡EYS! –dijeron los dos amigos volviéndose a Remus. Peter se echó a reir sobre la mesa.

-Ahí te has pasado, Lupin –le dijo Sirius sacando su varita. Remus se asustó. Cuando entre ellos se llamaban por los apellidos quería decir que estaban realmente enfadados.

-Tranquilos. Que es solo una broma de nada.

-Sí, sí. Una broma. ¿A ti te pareció una broma, Siri? –dijo James mirando a su amigo mientras sacaba también su varita.

-Desde luego que no. Lo dijo muy enserio.

-Chicos, por favor, no...

Remus se agachó esquivando dos rayos azules que salieron de las varitas de James y Sirius, que fueron a dar contra una fuente de fruta. Y en pocos segundos, en vez de fruta lo que había eran ratas blancas enormes.

-¡Ups! –dijeron los dos amigos a la vez.

No hubiera pasado nada si a las chicas las ratas no les asustaran. Pero como no era asi...

Todas las chicas de Gryffindor comenzaron a gritar y a levantarse de sus asientos. James, Sirius, Remus y Peter intentaban atrapar a todos aquellas ratas para que no se fueran a las demás mesas. Pero fue imposible. Todas las chicas de todas las casas comenzaron a gritar, correr y a subirse sobre las mesas y sillas. Mientras que los chicos y algunas chicas, como Sportwy, intentaban atrapar las ratas. Aunque Sportwy tenía una forma muy distinta de atrapar ratas, les pegaba patadas y las mandaba contra las chicas de Slytherin. Y la cosa iba a peor, porque de dentro de la fuente no paraban de aparecer ratas. Dumbledore se levantó de su asiento y se acercó a aquella fuente encantada. Y con un movimiento de varita dejaron de aparecer ratas y las que ya habían aparecido, desaparecieron.

-Vaya, no sabía que dentro del menú de este año se incluía una fuente que expulsaba ratas.

La profesora McGonagall se acercó a donde estaba Dumbledore.

-¿Quién ha sido? –preguntó McGonagall a sus alumnos al ver que todo había pasado en la mesa de Gryffindor.

-Por favor, profesora. ¿Es que no lo sabe? Estamos en la mesa de su casa. ¿Es que acaso no tiene ni la más mínima sospecha? –le dijo Dumbledore mirándola sobre sus gafas de media luna.

-¡Potter, Black, Lupin Pettigrew! –gritó de repente McGonagall mirando a todos lados.

Pero los cuatro amigos ya habían salido del comedor y se dirigían hacia la torre de Gryffindor.

-Bien. ¿Estaréis contentos, no? Mirad lo que ha pasado por vuestra culpa –les regañó Remus.

-¿Por nuestra culpa? ¿Quién fue el que nos llamó a James y a mí besugos?

-¿Besugos nada más? Sois más que eso. No hemos comenzado aún el curso y ya la estáis liando.

-Pero qué...

-¡Ya basta! –gritó James. –Chicos, parad de discutir. Estamos en un buen lío y a menos de que encontremos la forma de saber la nueva contraseña nos podemos quedar toda la noche dando vueltas por el castillo.

-Ja, eso es muy fácil –dijo Sirius con una risa irónica.

-¿Ah, sí? ¿Cómo? –preguntaron sus tres amigos a la vez.

-Pues con las dotes encantadoras de James.

-¿Qué has dicho?

-Vamos, Jimmy. Solo hace falta que le digas a Evans que te diga la contraseña sin hacer que nos delaten.

-¿Qué insinúas?

Sirius se quedó de piedra ante el comentario de su amigo. Pero cómo podía ser alguien tan cortito de cabeza.

-Nada –acabó diciendo Sirius.

-De todas formas es un buen plan. Nos escondemos cerca de la entrada de la torre, y cuando pase el grupo, llamas a Evans, nos dice la contraseña, esperamos unos minutos para que todos se vayan a dormir y entramos.

-Vale. ¿Pero por qué debo preguntárselo yo a Lily?

Esta vez fue Remus el que se quedó de piedra.

-¿Se hace el que no se entera o no se entera de nada? –preguntó Remus a Sirius.

-¿Ein?

-No se entera de nada –respondió Sirius.

-Ays, si me he enterado hasta yo.

-¿Pero de qué estais hablando? –preguntó James perdiendo la paciencia.

-Olvídalo, Jimmy. Ahora busquemos un escondite cerca de la entrada de la torre.

Los alumnos de la casa Gryffindor caminaban todos juntos siguiendo a un prefecto. Lily iba entre ellos, hablando con sus amigas. Cuando alguien la llamó desde detrás de una columna.

-Pist. Lily.

Lily se dio la vuelta. James estaba oculto en las sombras, y con la mano le decía que se acercara.

-¿Qué pasa, Lily? –le preguntó Liza.

-Nada. Seguid vosotras para delante.

Lily dejó sus amigas y se acercó a James.

-James, ¿qué haces aquí? –preguntó ella. Detrás de la columna estaban los cuatro amigos muy apretujados.

-Verás, es que estamos es un buen apuro.

-¿No? ¿De verdad? ¿No tendrá nada que ver con ciertas ratas que salieron de una fuente de Gryffindor?

-Bueno, tal vez. No teníamos ni idea que al mezclar dos hechizos fuera a pasar eso.

-La culpa fue de Remus.

-¿Otra vez, Sirius?

-Desde luego, la culpa no es mía –añadió Peter.

-Lily, te queríamos pedir un favor. Sin que nos delates.

-¿Sin delataros? ¿Y por qué debería hacer yo eso? –preguntó Lily con ironía.

-Por favor, Lily –le suplicó James poniendo cara de niño bueno.

-Está bien –dijo ella sonriendo. -¿Qué queréis que haga?

-Ve con los demás, te enteras de la nueva contraseña y luego vienes y nos la dices.

-Vale.

-Muchas gracias, Lily. Eres un cielo –le dijo James llorando de alegría.

Lily se sonrojó y de repente se puso nerviosa.

-Ahora vuelvo –dijo mientras se marchaba para reunirse con el grupo.

-¿Eres un...?

-¿Cielo?

-Qué cursi, James –dijo Peter.

-¿Qué pasa? –preguntó James volviéndose a sus amigos con su varita en la mano.

-Naaaadaaaaa...

Al cabo de unos quince minutos Lily regresó y les dijo la contraseña que era "Pluma de Fénix". Los cuatro amigos esperaron durante un par de horas antes de entrar en la torre, para evitar ser vistos por ningún prefecto.

Cuando, por fin lograron entrar. Subieron en silencio hasta su habitación.

-Pensaba que nunca llegaríamos –dijo Sirius mientras se tumbaba boca arriba sobre su cama.

-"Hogar, dulce hogar".

-Peter, este no es tu hogar.

-Ya lo sé, James. Pero lo será durante el resto del curso.

-Cierto.

-Por favor, poneos los pijamas y acostaros. Tengo mucho sueño –les dijo Remus a los demás que ya se había puesto el suyo y estaba acostado en su cama.

-¿Dormir? ¿Qué es eso? ¿Jimmy, tú tienes sueño?

-Para nada, Siri. ¿Y tú?

-Yo tampoco.

-Oh no –gimió Peter al ver lo que iba a ocurrir.

-Nos espera una noche muy larga con estos dos despiertos... ¡AY, CUIDADO! –dijo Remus antes de que Sirius y James saltaran a su cama con las almohadas para golpearle. Peter también se unió a la pelea. Los cuatro amigos pasaron toda la noche gastando bromas.

Continuará...

Espero que les haya gustado. (Hikaru hay que ver como te repites ¬_¬U) Pues sí Ú_Ù.

Muchas gracias a: Sorasaku-yolei*Hermi, snmh, Nury, Kitiara, Mancha y Altariel. Muchas gracias por dejarme reviews. Me animaron mucho. ^_^

Hasta el próximo capítulo ^_~