¡¡Hikaru ya está aquí!! Argh! Cada día doy más pena XD Bueno, aquí llego con el tercer capítulo de mi fic de los Merodeadores. Ays, me alegro mucho que les esté gustando mi fic T-T Y muchas gracias por dejarme reviews, me animan a seguir y a seguir poniendo paranoias XD Les responderé al final de este capi.
Este capítulo creo que me ha quedado un poquito bestia. Pero la verdad, yo soy así. Qué le vamos a hacer... Ú_Ù
Muchas gracias a mi sis Sorasaku-yolei*Hermi quien me dio la información sobre los tebos y que me pasa los capis a html para que luego los suba. T-T Muchas gracias Sorita. Y ya de paso, un saludo a mi sis Neko-chan. Para que veas que me acuerdo de ti =3
¡Ñañiii! Los personajes no me pertenecen, sino a J.K. Rowling, por supuesto. Ojalá me pertenecieran Ú_Ù
*****
Capítulo 3º: Caos el primer día de clase.
-Oye Peter, ¿esos libros no son los del año pasado?
-¿Eh? ¡AAAHH! ¡ES VERDAD! ¡Me he traído los del año pasado y se me han olvidado los de este año!
-¡Jajajajajajajajajajaja! ¡Pero mira que eres despistado, Peter!
-No te burles de mí, James... Snif... ¿Ahora qué hago?... Snif...
-Tranquilo. Si quieres te presto a Distrustalon para mandarle una carta a tu madre. Así ella te mandará los libros.
-¡Muchas gracias, James! –contestó Peter llorando y cogiendo las manos de su amigo.
-No hay de qué. Por cierto, -añadió James mirando a Sirius que estaba tumbado en la cama ya vestido. –Siri, ¿ no piensas preparar los libros para hoy?
-¿Eh? ¿Para qué?
-¿Cómo que para qué? Piensas ir hoy a clases sin pluma ni pergaminos.
-Por supuesto que no.
-Entonces...
Sirius se levantó, abrió su baúl, cogió varios libros, pergaminos y su pluma y se los dio a James.
-Pues que me lo llevarás tú en tu mochila.
-Siri, ¿tengo cara de burro de carga?
En ese mismo instante Sirius le colocó a James un gorrito con dos orejas de burro.
-¡Arre, Jimmy!
-¡Argh! ¡Ahora te enteras! –gritó James mientras que lanzaba los libros de Sirius al aire y le perseguía.
-¡Jajajajajajajajaja! –reía Sirius mientras que corría por la habitación con James furioso detrás de él.
-¡YA BASTA!
Sirius de la impresión se detuvo en seco, pero James no pudo parar y chocó contra él, y juntos cayeron al suelo.
-¿Ein? ¿Quién a dado ese berrido? –preguntaron los dos amigos a la vez levantando la vista.
Había sido Remus, que se encontraba de muy mal humor porque esa noche no había pegado ojo por culpa de dos sujetos.
-¡Ah! Ha sido Remus. ¡Buenos dias Remus! –saludó James alegremente.
-Remus, no tienes muy buena cara. ¿Qué te pasa?
-¿CÓMO QUE QUÉ ME PASA!? –gritó Remus fuera de sus casillas. Agarró a los dos amigos por el cuello de la camisa y se los acercó a la cara. -¡POR VUESTRA CULPA ESTA NOCHE NO HE DORMIDO NADA! ¡Y ENCIMA ME PREGUNTAIS QUE QUÉ ME PASA!
-¡Uyuyuyyyy! Siri, creo que Rem está muy enfadado.
-Sí, Jim. Pero que muuuy enfadado.
Remus soltó a los dos amigos mientras que cerraba los ojos y respiraba profundamente.
-Tranquilízate, Remus. J. Lupin –se decía Remus para sí mismo. –Contrólate...
-Eys, creo que es mejor que bajemos ya a desayunar –dijo de repente Sirius mientras miraba su reloj de muñeca.
-Vamos. Yo ya me estoy muriendo de hambre –añadió james.
-Como siempre Jimmy.
-¿Eing? –exclamó James mientras miraba a su amigo de soslayo.
-Nada, nada, nada... –respondió Sirius dándole a James unos golpecitos en la cabeza.
Los cuatro amigos bajaron juntos al Gran Comedor. James y Sirius hablaban animadamente, como siempre. Remus seguía controlando toda su rabia. Y Peter pensaba la forma más suave de decirle a su madre que se había olvidado los libros. Los cuatro entraron en el Gran Comedor y se dirigieron a la mesa de Gryffindor, pero antes de llegar, James miró sobre su hombro hacia la mesa de Slytherin. Snape lo miró a los ojos en el mismo momento en el que él miraba. Con las miradas que se lanzaban podían asustar a cualquiera.
-¿James?
-¿Hum? ¿Qué pasa, Sirius?
Sirius miró también sobre su hombro y vio como Snape giraba la cabeza.
-No me digas que ya empieza.
-Aah... Olvídale. Sólo que al entrar aquí me ha entrado un escalofrío por la espalda y creo que ése –dijo James mientras señalaba a Snape con la cabeza. –Me está echando un Mal de Ojo.
-¡Que se atreva! –gritó Sirius mientras lo miraba con la miraba más fría que tenía.
-Vamos, déjalo –le dijo James mientras le ponía la mano en el hombro y se sentaban juntos en la mesa de su casa. Remus y Peter se sentaron delante de ellos. Remus ya tenía su aspecto tranquilo de siempre.
-Por lo que veo, Rem, ya estás mejor –le dijo James mientras se servía.
Remus le sonrió de una forma que quería decir: "Pues no me busques y estaré así".
-Los horarios de cuarto curso –le dijo un prefecto a James mientras le daba los papeles.
-Gracias –le respondió James. -¡Argh! –exclamó James al mirar su horario.
-¿Qué pasa? –le preguntó Sirius.
-Adivinad quienes son nuestros compañeros este año en Pociones.
-El primer año fue Ravenclaw, en segundo Slytherin y en tercero Hufflepuff –añadió Remus mientras mordía una tostada.
-Por la cara que pone Jimmy, que roza casi al desprecio. Apuesto lo que sea que es Slytherin.
-Exacto.
-¡Maldita sea! –exclamó Sirius golpeando la mesa.
-A mí no me gusta el Profesor Poison, el Jefe de la Casa Slytherin. Siempre parece enfadado con nosotros –dijo Peter mientras se acurrucaba en su asiento y miraba hacia la mesa alta de los profesores.
El Profesor Poison era un hombre alto, calvo, de nariz torcida y con una boca que parecía que estuviera comiendo un limón.
-No estaría enfadado con nosotros si dos que yo me sé no lo hubieran dejado calvo en segundo año con una poción –añadió Remus mientras miraba de reojo a James y a Sirius que estaban riendo a carcajadas. –No sé cómo no os expulsaron –les reprochó Remus.
-Pues porque fue un accidente –se disculpó Sirius mientras se secaba las lágrimas de los ojos.
-Cierto. Nosotros no sabíamos que si se le añadía a una poción crece-pelo ancas de rana pasaba todo lo contrario.
-Sí, claro –rió Remus.
-¡Ey, Potter, Black! –dijo un chico mientras se acercaba a James y le ponía la mano en el hombro. –Los entrenamientos de Quidditch serán tres veces a la semana. Empezamos mañana.
-¡Pero Green..! –exclamó Sirius mientras se volvía hacia el chico.
-¿Ya? ¿Tan pronto?
-Sí. Ya. Tan Pronto –respondió éste de forma ruda. Andy Green era el capitán de Quidditch de Gryffindor y también era golpeador. Estaba en séptimo curso. Era alto, de constitución fuerte. Tenia el pelo castaño claro y los ojos verdes. –Os espero mañana a las siete. No faltéis –les dijo mirándoles con expresión severa.
-Que no. Que no –respondieron los dos amigos a la vez.
-Andy se obsesiona demasiado con el Quiddirch –dijo James cuando éste se había ido. –Pero le entiendo. ¡A mí también me encanta!
-Jajaja –rió Remus al ver como James se emocionaba. –He oído por ahí que cuando Green se vaya, tú serás el capitán.
-¿Quién te ha dicho eso? –preguntó James.
-Un pajarito –respondió Remus encogiéndose de hombros.
-No sé por qué. A mí eso de mandar y organizar jugadas no se me da muy bien.
-¡Sí, claro! –exclamó de repente Sirius impresionando a todos. –Vamos, Jimmy. Eres el único del equipo que es capaz de hacer una jugada mejor que las de Green.
-¿Sirius, eras tú ese pajarito que le ha dicho eso a Remus?
-Euuuu... Puede ser –respondió su amigo mirando hacia otro lado.
-Bueno, de todas formas. Me alegro de tenerte a mi lado apoyándome como próximo capitán.
-¡Ays Jimmy! No me digas esas cosas –dijo Sirius haciendo como si sonrojase.
-Chicos, dejadlo ya. Tenemos que ir ya a nuestra primera clase –dijo Remus mientras se ponía de pie y cogía su mochila.
-¿Cuál es? –le preguntó Peter.
-Transformaciones.
-¡Yuhu! Con McGonagall –exclamó James mientras se ponía de pie.
Llegaron al aula de tranformaciones los primeros y se sentaron en sus asientos del final como siempre. Poco a poco, empezaron a venir los demás.
-Hola James –le saludó Lily cuando pasó por su lado.
-Hola.
-Pffft –rió Sirius.
-Sirius... –le adviritó James sacando su varita.
-Potter, guarde su varita ahora mismo –le ordenó la Profesora McGonagall que acababa de entrar en la clase.
-La había sacado para que le diera el aire –dijo James poniendo cara de niño bueno.
La clase entera rió ante el comentario de James.
-Por lo que veo, señor Potter. Este año viene tan escandaloso como los anteriores –dijo McGonagall desde detrás de su escritorio.
-Así es profesora.
McGonagall alzó la vista al cielo y lanzó un largo suspiro.
-Bien, empecemos –dijo dirigiéndose ahora a la clase. –Espero que todos hayáis echo los deberes que os puse para este verano. Ponerlos sobre la mesa que al final de clase los recogeré.
-¡Oh, no! –se lamentó por lo bajito Peter.
-No me digas que se te ha vuelto a olvidar los deberes –le dijo James en un susurro.
-Asi es.
-Peter, no tienes remedio –le dijo Sirius.
-Señor Black, veo que mi explicación no es lo suficientemente interesante para atraer su atención.
-De eso nada, Profesora McGonagall.
-De acuerdo. ¿De qué estaba hablando?
-Tocado –respondió Sirius.
-Hum –gruñó McGonagall frunciendo el entrecejo. –Estaba hablando sobre la teoría de cómo transformar una paloma en un almohadón de plumas.
-¡Fascinante! –exclamó Sirius. McGonagall lo miró de reojo y él se calló inmediatamente.
-Bien, prosigamos –dijo McGonagall mientras se daba la vuelta y seguía escribiendo en la pizarra símbolos extraños. La clase entera comenzó a escribir rápidamente. Después de que todo el mundo hubiese escrito la teoría, la profesora empezó a explicarlo a la clase. Pero James se debatía entre el sueño y la lección. Sus ojos azules se cerraban lentamente.
-Eys, Jimmy. Que te duermes –le dijo Sirius en un susurro.
-Desde luego que sí –respondió James mientras que apoyaba la cabeza en la mesa.
-¿Qué te parece si mañana no saltamos el entrenamiento de Quidditch y nos vamos a gastarles unas bromitas a los de Slytherin?
-Sí, claro. Y a Green se le cruzan los cables y nos echa.
-Green nunca haría eso. Aunque le pese, somos su mejor guardián y su mejor buscador. Asi que no nos echará.
-Tenemos un morro que nos lo pisamos.
-Jejeje. Además...
-¡¡POTTER!! ¡¡BLACK!! ¿¡TENÉIS LA INTENCIÓN DE PRESTAR ATENCIÓN ALGUNA VEZ EN ESTA CLASE!?
A James y a Sirius se les puso los pelos de punta (NdH: Dudo mucho que a James los pelos se les pongan más de punta xD James: Lo he oído ¬_¬. Sirius: Pero es que tiene razón xD James: Ù_Ú) al oír a McGonagall gritarles. La profesora se había colocado delante de ellos sin que ellos se dieran cuenta.
-Hola, profesora –dijeron los dos amigos temblando.
-Por lo que veo, mis clases no os hacen falta. Asi que, por favor, ¿podéis transformar esta paloma en almohadón? –les dijo McGonagall señalando una paloma que estaba sobre la mesa del dúo.
Los dos amigos se miraron. Luego miraron a Remus en busca de ayuda. Éste negó con la cabeza, dando a entender que no sabía qué hacer. James y Sirius se miraron, miraron durante unos segundos a la pizarra donde estaba la lección, se volvieron a mirar, sacaron sus varitas a la vez y carraspearon.
-Tutto Palomus –dijeron a la vez. (NdH: ¿A que es un hechizo ridículo? ¬_¬ Salió de mi cabeza ^_^U)
Un pequeño rayo de luz blanca salió de las dos varitas e impacto en la paloma. Ésta brilló haciendo ¡PLOF! Y se convirtió en almohada.
La clase entera se quedó callada de la impresión, incluida la Profesora McGonagall. Los dos amigos se miraron sin creerse lo que acababan de hacer. El silencio de la clase se rompió ante el gritito de alegría que dio McGonagall.
-¡Maravilloso! ¡Bravo, Potter, Black! ¡Estupendo! –exclamó McGonagall que no podía creérselo. Cogió el almohadón y lo enseñó a toda la clase. -Lo veis, así tiene que quedar. Bien, empecemos con la práctica. Y en cuanto a vosotros –añadió volviéndose a James y a Sirius. Los dos se quedaron tiesos del miedo. –Habéis ganado 10 puntos cada uno por lograr transformar esta paloma en almohada sin oír la lección. No os doy más porque no estabais atendiendo –les dijo mientras los miraba con una mirada seria, pero a la vez sonreía de forma orgullosa.
La clase entera se alegró. Era su primera clase y Gryffindor ya tenía 20 puntos más. Si seguían así, al final del día tendrían 120 puntos. (NdH: Lo he contado como si tuvieran 6 clases =P).
Después de clase de Transformación les tocó Defensa Contra las Artes Oscuras. Esta asignatura la daba una mujer muy alta y esquelética. Tenia una melena oscura muy larga, la piel blanca y los ojos rojos. Se llamaba Nell Scream. Era una mujer muy misteriosa y callada. Las clases las daban en un susurro y costaba mucho entenderla.
Luego vino Encantamientos con el pequeño Profesor Flitwick. Fue una clase muy animada. Iban a empezar a dar el encantamiento convocador. Sirius y James ya estaban dando ideas para lo que lo podían utilizar.
La hora de la comida llegó con mucha impaciencia para James, que fue corriendo hacia el Gran Comedor.
-¿Y ahora qué nos toca? –preguntó Sirius sentándose al lado de su amigo.
-Cuidado de Criaturas Mágicas –respondió Remus mirando el horario que lo había sacado de su mochila.
-Oh, no. Con Kettleburn –se quejó Sirius.
-¿Tendrá todavía la mano derecha? –preguntó Peter mientras se llevaba a la boca un trozo de pollo.
-Quien sabe. El año pasado el Minotauro se lo pisó y se lo dejó desfigurado –añadió Sirius.
-El Profesor Kettleburn tiene mucho aguante. A pesar de todo lo que ha pasado sigue dando clases –dijo Remus.
-Algún día perderá la cabeza –añadió James que se acababa de unir a la conversación.
-No creo que caiga esa breva –añadió Sirius riendo.
-Sois... –añadió Remus.
Cuando faltaba cinco minutos para que empezase la clase se fueron a las afueras del castillo. Cuando se iban acercando al cercado donde solían dar las clases se dieron cuenta que iban a dar esa clase con Ravenclaw. Se percataron que dentro del cercado había una pequeña jaula de madera que antes no estaba. Pero ésta estaba vacía.
Al poco tiempo llegó el profesor Kettleburn. Era un hombre bajito pero de constitución fuerte. Tenia la piel morena, el pelo negro y los ojos negros también. Tenia una expresión severa. Lo que más destacaba de este profesor eran todas sus cicatrices y su mano derecha ligeramente más grande que la izquierda. A causa del pisotón del Minotauro.
-Bienvenidos –saludó el Profesor que había entrado en la cerca y se dirigía a la jaula de madera. Hizo un movimiento con la mano indicando que le siguieran. –En nuestra primera clase de hoy vamos a dar los tebos –dijo el Profesor Kettleburn colocándose delante de la jaula de madera.
La clase entera miró dentro de aquella jaula y pensaron que el profesor se había vuelto loco. Porque dentro no había nada.
-Ya sé que muchos de vosotros pensaréis que estoy loco, ¿verdad?
-Pues sí –dijero Sirius y James a la vez sin temor a que el profesor le escuchase. Éste los miró de forma ruda.
-Pues deberéis saber que los tebos son jabalíes de color ceniza. Éstas criaturas tienen la habilidad de volverse invisibles. Esa es la razón por la que no los pueden ver. Los tebos se encuentran en Zaire y en el Congo. La tarea de hoy será cuidar de estas criaturas. Por supuesto, son crías de tebos. Asi que no sufriréis ningún daño.
James levantó la mano. Kettleburn le hizo una señal para darle la palabra.
-Pero Profesor, si no podemos verlos. ¿Cómo vamos a cuidarlos?
-Muy fácil, señor Potter. Deberan ofrecerles bayas, y cuando éstos los coman y les cojan confianza, se volverán visibles.
-Oh, ¿de verdad? Por supuesto, eso lo sabe todo el mundo.
Kettleburn miró a James de soslayo.
-Pónganse por parejas, cojan unas bayas y atraigan a los Tebos.
Como era lógico, Sirius y James se colocaron juntos, mientras que Remus se colocó con Peter. James cogió unas cuantas bayas, al igual que Sirius y se colocaron delante de la jaula. El Profesor Kettleburn abrió una pequeña puerta que tenía para que salieran los Tebos. La clase entera se puso de rodilla y ofreció a los Tebos las bayas. Aunque todos se sentían bastante estúpidos ofreciendo bayas a algo que no podían ver. Tras un cuarto de hora, James pensó que los tebos se habían largado y ellos estaban haciendo el payaso, cuando sintió un aliento en su mano y algo comía de ella.
-¡Mira! ¡Ya tengo uno! –exclamó James a su compañero. Sirius acercó la mano a donde la tenía James, y otro tebo comió de ella.
-¡Jajaja! ¡Y yo! –se alegró Sirius.
En ese momento, aparecieron dos pequeños tebos de color ceniza y de grandes ojos negros. Los dos pequeños comían de la mano de James y de Sirius muy felices.
-Oye, mi tebo tiene toda la cara de llamarse Siriusin –dijo James cogiendo en brazos a su tebo.
-¿Ah sí? –añadió Sirius mirando a su amigo mientras que cogía al suyo. –Pues el mío tiene toda la cara de llamarse Jamesy.
-Ja, ja, ja –rieron los dos amigos irónicamente.
-Profesor –dijo de repente Lily levantando la mano para preguntar.
-¿Sí, señorita Evans?
-¿Estas crías de tebo tendrán su madre cerca, no?
-Por supuesto. Los pequeños tebos no pueden vivir sin su madre hasta los seis meses.
-¿Y dónde están sus madres y padres? –preguntó un chico de Ravenclaw.
-Pues en una jaula aparte, detrás de la casa de Hagrid. Pero unos alumnos inexpertos como vosotros no podrían dominarlos. Porque son unas criaturas extremadamente feroces. Y al igual que las crías, les encantan las bayas. Pueden hacer cualquier cosa por conseguir alguna.
James y Sirius se miraron de una forma muy pícara. Remus que los había visto de lejos se acercó a ellos.
-¿Cuál es el plan?
-¿Qué plan? Nosotros no hemos dicho nada –dijo James.
-Por la forma en la que os habéis mirado estoy seguro de que ya estáis tramando algo.
-Puede ser –dijo James con una sonrisa.
-Pero Remus, ¿te creíamos mucho más serio y maduro para este tipo de cosas? –le dijo Sirius a su amigo.
-Seré más maduro y responsable que vosotros, pero sigo siendo un chico de 14 años y me lo paso en grande con vosotros. ¿Y bien cuál es el plan?
-Aún no lo tenemos acabado. Pero creo que mañana lo llevaremos a cabo- dijo James por lo bajo para que solo lo escuchasen sus amigos.
-Vale –dijeron Sirius y Remus al unísono.
-Por cierto, ¿Y Peter? –preguntó James mirando a todos lados.
Peter estaba muy ocupado porque varios tebos lo habían acorralado y querían quitarle todas las bayas que tenía.
-Parece ser que Peter y los tebos congenian estupendamente- dijo Sirius riendo.
-Creo que voy a volver con mi compañero ante de que los tebos se lo coman vivo.
-Hasta luego –dijeron a la vez James y Sirius.
Por la noche, en el cuarto de los alumnos de cuarto curso, cuatro amigos estaban hablando alrededor de un mapa del Castillo de Hogwarts. (NdH: No es el Mapa del Merodeador porque aún no lo habían creado, ¿okis? ^_~)
-Entonces, ¿todo claro? –preguntó James a sus amigos. Remus y Sirius asintieron con la cabeza.
-Pero, ¿no es muy arriesgado? ¿Y si nos pillan? –preguntó Peter nervioso.
-Pity, esa es la gracia. Salir impunes de ésta –dijo Sirius.
-Eso es. Bien, ahora lo que nos falta es una coartada –añadió Remus.
-¿Una coartada? ¿Para qué? –preguntó Peter con curiosidad.
-Pues para salir libres –añadió James.
-Oh, vale.
-Pues necesitamos un cómplice –dijo Remus cruzándose de brazos.
-Prodíamos preguntarle a Lily. Ella nos ayudó ayer a llegar hasta la torre.
-¡Claro! Vamos, Jimmy. Saca tus dotes de conquistador.
-¿De qué hablas, Sirius?
-Déjalo, Jim.
-Bien, ahora que ya tenemos cómplice debemos convencerla. Venga, James –dijo Remus.
-¿Ein? ¿Por qué debo convercerla yo?
-Porque Lily se tiraría por un puente si tú se lo pidieras –dijo Sirius con ironía.
-¿Y por qué?
Peter, Sirius y Remus se quedaron mirando a su amigo durante un rato, asombrados de lo ingenuo que podía llegar a ser James.
-Vaaaaaale. Ya voy yo. No hace falta que pongáis esas caras tan raras –dijo James mientras se ponía de pie.
James salió del cuarto y bajó por las escaleras de caracol hasta la Sala Común. Ésta estaba llena de Gryffindors que charlaban, hacían los deberes o en el caso de Green, hablaba con los otros miembros del equipo sobre las jugadas. James recorrió la sala con la vista buscando a Evans. La encontró en una mesa llena de libros y pergaminos. Estaba muy concentrada con los deberes. Su gata de color blanco azulado estaba sobre la mesa ronroneando. James se acercó a ella rápidamente.
-Hola Lily.
La chica se sobresaltó con el saludo de James. Pero enseguida sonrió al ver de quien se trataba.
-Hola, James –dijo ella con una gran sonrisa.
-Hola, Blish –saludó James a la gatita acariciando su cabeza peluda. La gata ronroneó más fuerte.
-Parece que le gustas.
-Sí. Espero que no te esté molestando que yo esté aquí.
-No. No. No, para nada –dijo Lily negando varias veces con la cabeza para acabar mirándole con una sonrisa.
-Es que quería pedirte un favor –siguió diciendo James.
-¿Sí? ¿Cuál?
-Verás... Yo, Sirius, Remus y Peter hemos planeado una gran travesura, pero necesitamos un cómplice para tener una coartada.
-¿Y queréis que yo sea vuestro cómplice?
-Así es.
-¿Y qué gano yo a cambio?
-Pueeees... Pide lo que quieras que nosotros t lo conseguiremos.
-¿Lo que quiera? ¿De verdad?
-Sí.
-Quiero que me acompañes en la siguiente visita a Hogsmeade.
-¡Ah! Bueno. Verás... es que los chicos y yo ya lo teníamos planeado todo –se disculpó James.
-Oh, qué pena... –dijo Lily muy triste mirando a la mesa.
-Pero si quieres puedes acompañarnos –añadió James intentando animarla.
-¿Puedo ir con vosotros? –preguntó Lily. No era lo mismo que ir a solas con James, pero iba a ir con él.
-Claro. Entonces, ¿serás nuestro cómplice?
-¡Sí!
James le explicó con detalles lo que debía de hacer.
Al día siguiente, al acabar las clases, los cuatro amigos salieron del castillo con Lily. James llevaba dentro de su mochila su capa invisible y un buen saco de bayas que había conseguido de la clase anterior de Cuidado de Criaturas Mágicas. Conversaban animadamente, hasta que en un punto se pararon.
-Aquí nos separamos –dijo Sirius mirando a todos lados.
-Muchas gracias Lily –dijo James mientras sacaba la capa y las bayas.
-No hay de qué. Id con cuidado.
Los cuatro amigos se despidieron de Lily, mientras que Sirius, como era el más alto, cubría a los demás con la capa. En pocos segundos ya eran completamente invisibles.
El grupo se dirigió hacia la parte trasera de la cabaña de Hagrd, donde estaba la jaula con los tebos adultos. Al contrario que ayer, estos eran visibles.
-Mira, ahí está Jamesy –dijo Sirius al ver a su pequeño tebo. James lo miró con el entrecejo fruncido.
-Peter, ¿te acordaste de dejar caer las bayas en el camino? –le preguntó Remus.
-Sí.
-Bien, así seguirán el rastro hasta el castillo.
-Vale. ¿Quién se encarga de hacer los honores? –preguntó Sirius.
-Un servidor –dijo James mientras que sacaba su varita, apuntó a la cerradura de la jaula y dijo: Alohomora.
La cerradura se abrió y James empujó la puerta para que salieran los tebos. Al principio, estos no se daban por aludidos, hasta que olieron las bayas. Inmediatamente, los tebos salieron y siguieron el rastro de las bayas que Peter había dejado caer en el suelo. Los tebos se dirigían al castillo. Lily desde la distancia vio como los tebos corrían hacia el castillo. Corrió hacia la ventana más cercana que estuviera abierta, y tiró un saco lleno también de bayas. Los cuatro amigos corrían lo más rápido que podían debajo de la capa. Los tebos entraron en el vestíbulo, se quedaron quietos porque ya no tenían ningún rastro de bayas. Pero en pocos segundos, las criaturas habían dado con el rastro de las bayas que Lily había lanzado por la ventana y corrieron a buscarlas. El grupo entró en el castillo y se fueron por un pasillo contrario por el que habían ido los tebos. Caminaron por los pasillos llenos de alumnos. Esquivaban a todos para no llamar la atención, e iban dejando pequeñas bayas a su paso. Cuando el saco con bayas ya estaba casi vacío escucharon muchos gritos y se dieron cuenta de que era la hora de salir de allí.
Si se armó el día del banquete, esto no tenía comparación. Varios tebos corriendo por los pasillos, los alumnos se metían en as clases asustados, otros corrían intentando escapar de los tebos; que al oír todo ese escándalo se habían puesto nerviosos y atacaban a todo lo que encontraban a su paso. La Profesora McGonagall le gritaba al Profesor Kettleburn y le ordenaba que atrapara a esas bestias. Hubiera sido fácil, pero en cuanto el Profesor Kettleburn estuvo delante de un tebo, éste se encerró en un armario y no pensaba en salir. McGonagall ya estaba harta, y con un simple movimiento de varita, transformó a los tebos en platos. En ese momento llegaba el Profesor Poison.
-¿Qué ha pasado? –preguntó con su voz grave.
-Los tebos de Kettleburn. Se han escapado y han formado un alboroto en los pasillos del colegio. ¡¡YA PUEDEN SALIR TODOS!! ¡¡EL PROBLEMA CON LOS TEBOS ESTÁ SOLUCIONADO!! –gritó McGonagall para que todo el mundo saliera de su escondite. Poco a poco, alumnos y Kettleburn salían de sus lugares.
-Espero que explique esto, Kettleburn –dijo McGonagall muy enfadada.
-Espere un momento McGonagall. Yo creo que el culpable no es Kettleburn –dijo Poison tranquilamente.
-¿Ah, no? ¿Y quién es?
-Potter, Black, Lupin y Pettigrew.
-¿Qué? –exclamó McGonagall mirando a todos lados. –Perdone que le diga Poison, pero ellos no se encuentran aquí ahora mismo. Y no tiene pruebas que lo demuestre.
-Por favor, la mayoría de los desastres que ocurren en este colegio son ocasionadas por ese cuarteto.
-Son inocentes hasta que se demuestre lo contrario –dijo McGonagall mirando profundamente a Poison. –Y ahora, si no le importa, debemos llevar a los tebos hasta la jaula –añadió mientras que recogía los platos del suelo.
Kettleburn, McGonagall y Poison salieron a las afueras del castillo, y cerca del río encontraron al cuarteto junto a Lily.
-¡Lo ve! –exclamó de repente Poison señalándoles con un dedo y dirigiéndose a ellos. -¡Fueron ellos!
Los cinco se volverion al oír aquel grito.
-¡Fuísteis vosotros! ¿Verdad? –dijo Poison señalándoles con un dedo.
-¿Nosotros? –dijeron los cinco mientras se miraban entre ellos.
-Profesor Poison tranquilícese. Potter, Black, Pettigrew y Lupin, ¿habéis soltado a los tebos del profesor Kettleburn? –preguntó McGonagall mirándoles fijamente.
-Profesora, han estado toda la tarde conmigo.
Los tres profesores se volvieron hacia Lily. McGonagall pestañeó. Era imposible que Lily Evans estuviera envuelta en aquella travesura. Era una estudiante aplicada y responsable.
-Bien. Por lo que veo, solo fue un accidente -dijo McGonagall. –Volved al interior, por favor.
-Vamos, Jimmy. Tenemos que ir a entrenar.
Los cinco se levantaron y se dirigieron hacia el castillo. Cuando estaban lejos de los profesores, agradecieron a Lily su ayuda.
-No hay de qué. Me lo he pasado muy bien –dijo ella sonriendo.
-A cambio quieres venir con nosotros a Hogsmeade, ¿no? –le preguntó Sirius.
-Sí.
-Bien, ya quedaremos cuando sea –dijo James que se alejaba junto a Sirius hacia el campo de Quidditch.
Lily, Remus y Peter siguieron su camino hacia el castillo de Hogwarts.
Continuará...
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Y en el cuarto capi: un poquito de quidditch. Gryffindor contra Slytherin. Ays, me estoy emocionando hasta yo *_*
Y ahora un saludito a aquellas personas que me dejaron un review ^_^
Joyce Granger: uouh! Muchas gracias. Me alegro mucho de que te guste mi fic T-TGwen de Lupin: la verdad es que aún no tengo nada planeado en cuanto a lo romántico con los otros Merodeadores. Tal vez la inspiración más adelante diga XD
Kmila: Muchas gracias ^o^
Sorasaku-yolei*Hermi: ays Sorita, creo que James es cortito de mollera. Pero luego se espabilará, no creas. Y sobre los mote, y lo de Snoopy XD Es que Snape me hace acordarme de Snoopy. (Lo lamento por los fans de Snape ^_^U)
Mancha: se dice una conversación de besugos cuando dos personas hablan sin que la conversación tenga nada coherente. Por decirlo de algún modo, Remus dice que James y Sirius nunca dicen algo con sentido XD Ñañi! Muchas Gracias ^_~ y a mí también me gusta mucho James. ¡¡ARRIBA JIMMY!!
Neko-chan: ale! Tú no podías dejarme un review sin alabarte eh?? ¬_¬ Nunca cambiarás. Pero de todas formas, me alegro mucho de que te esté gustando, sis ^_^
Y ya saben, si quieren felicitarme, aconsejarme o tirarme tomates déjenme un review ^o^ Todos serán bien recibidos.
SAYOONARA EVERYBODY
