Disclaimer: como en los anteriores...

Agradecimiento especial a: Sorasaku-yolei*Hermi. Gracias por darme la información sobre el erumpent ^^

*^*^*

Capítulo 9º: Promesa a un hermano.

Los días pasaron poco a poco en Hogwarts. Las clases seguían desarrollándose con tranquilidad. Al igual que los partidos de Quidditch. Ravenclaw había jugado contra Hufflepuff y lo había derrotado por 250 a 160.

Por otro lado, la casa de Gryffindor iba empatada con Slytherin en la competición de las casas. Por lo que todos los miembros de las dos casas se esforzaban por ganar puntos y romper el empate. Y los cuatros amigos tenían que hacer las bromas sin que nadie sospechara de ellos y sin dejar pruebas para culparles. De este modo, el ambiente en Hogwarts en el segundo trimestre estaba muy caldeado.

Un chico de 4º curso, de la casa Slytherin, andaba leyendo un libro muy gordo sobre artes oscuras. Cuando dos chicos enormes como gorilas se cruzaron en su camino. Pero el chico en vez de acobardarse, miró sobre su libro y los saludó.

-Hola, Crabbe, Goyle.

-Hola, Severus -dijo Crabbe con una voz atontada.

-Chicos, ¿no os habéis notado nada raro últimamente en la cara?

-¿Eh?

-¿El qué?

Crabbe y Goyle se miraron durante un rato. Aunque ellos no se dan cuenta, Crabbe tenía nariz de cerdo y Goyle orejas de mono. Después de estar mirándose unos segundos, Crabbe señaló la cara de Goyle y dijo tontamente.

-Goyle, te ha salido una espinilla.

Snape giró los ojos al techo y luego se pasó una mano por la cara.

-¿Qué? ¿Dónde?

-Aquí. Sobre la ceja derecha.

-¡Aaah! ¡Tenemos que ir a la enfermería!

-¡Sí! ¡Corre!

Los dos gorilas guardaespaldas de Malfoy salieron corriendo en dirección a la enfermería, dejando a solas a Snape. Éste negó con la cabeza, y siguió leyendo su enorme libro.

En otro pasillo de Hogwarts, cuatro chicos andaban riéndose a carcajadas.

-¡Muy bueno, James, Sirius! ¡Seguro que no notan la diferencia!

-¡Seguro que no, Remus!

-¡Ja ja ja ja ja ja!

-¿Y ahora a dónde vamos? -preguntó Peter.

-Vayamos a la biblioteca.

-¿Mande? ¿Creo que no oí bien? -dijo Sirius mientras que ponía su mano en una oreja y se acercaba a Remus.

-Va-ya-mos-a-la-bi-blio-te-ca.

-Noooooooooo.

-Vamos, Sirius. Que los libros no muerden.

-Perdona que te diga, Remus, que los libros y yo no nos llevamos muy bien. Los únicos libros que puedo tocar son los del colegio. Los demás me producen urticaria.

-¡Ale! ¡Qué exagerado! -exclamó Peter.

-Por favor. Ni que provocaran enfermedades.

-A mi sí.

-Eres un quejica asqueroso.

-¡Argh! No voy a permitir que me insultes, Remus J. Lupin -le dijo Sirius poniéndole un dedo delante de la cara.

-¿Que no? Tonto. Presuntuoso. Arrogante. Creído. Feo. Majara. Loco...

-¡Cállate! ¡James, dile algo! -gritó Sirius girándose a su mejor amigo. James dio un respingo como si lo hubieran sacado de sus pensamientos.

-¿Eh? ¿Qué pasa?

-¿Estabas escuchando lo que estábamos hablando?

-¿Hablabais sobre... Crabbe y Goyle?

Sirius y Remus intercambian miradas.

-¿James estás bien? -preguntó Peter preocupado.

-Sí. Claro que sí. Bien, ¿y ahora dónde vamos?

-A la biblioteca -dijo Remus extrañado.

-¡Pues bien! ¡A la biblioteca! -gritó James y comenzó a andar con paso decidido. Sus tres amigos le siguieron algo extrañados.

-¿James?

-¿Sí, Sirius?

-¿Te va mal en los estudios?

-¿Mal? -exclamó Remus y luego soltó una risa. -Por favor Sirius, que los dos habéis sacado la mayor puntuación en el examen de Transformaciones. ¿Si a eso se le puede decir ir mal en los estudios?

-Bueno, vale, vale. ¿Pues, te va mal con Lily?

-¿Mal con Lily? -Peter rió. -Todo el colegio comenta lo bien que se llevan ellos dos. ¡Están mejor que nunca!

-¡Oh! ¡Bueno! ¡Vale! ¡Ya me he enterado! James, ¿hay algo que quieras contarme?

-¿Qué? -James miró a su amigo de forma incrédula. -No. Nada. No hay nada...

-¿Seguro? Ultimamente estás más distante que de costumbre. Y muchas veces te quedas embobado pensando.

-Sirius, son imaginaciones tuyas. A mí no me pasa nada. ¡Ah! Mira, Remus, ya hemos llegado a la biblioteca. ¿Quieres que entre contigo?

-Si quieres -dijo Remus encogiéndose de hombros. James y Remus entraron en la biblioteca y dejaron a solas a Sirius y a Peter.

-Me oculta algo. Estoy seguro -susurró Sirius para sí mismo.

-¿Decías?

-Nada. No es nada, Peter -gruñó Sirius.

-¿Estás molesto?

-¿Yo molesto, Peter? ¿Por qué debería de estarlo? ¿Por qué mi mejor amigo no me cuenta lo que le pasa? ¿O por que tiene un secreto que no quiere decirme? ¿Tal vez por que no confía lo suficientemente en mí para contarme lo que le pasa?

-Bueno... -Peter comenzó a retroceder lentamente. -No sé... Yo...

-¡Oh, claro! ¡Tú-nunca-sabes-nada!

-Hola, ¿qué tal estáis, chicos?

Peter y Sirius se voltearon a aquella voz. Era Lily. De repente, Sirius sintió más ira. ¿Sabría ella lo que le pasaba a James y lo que él no sabía?

-Hola -saludó Sirius secamente. Lily lo miró sorprendida.

-¿Ocurre algo, Sirius?

-No. Nada. Bueno sí -dijo de repente volviéndose a la muchacha y encarándola. -¿Qué le ocurre a James?

-¿No lo sabes?

-No. No lo sé -gruñó Sirius apretando los puños.

-Pues yo pensaba que sí. Porque iba a preguntártelo.

-¿Qué? ¿Que tú tampoco lo sabes? -preguntó Sirius asombrado.

-No. Y ya me empieza a preocupar. Está muy distante desde hace dos días.

- ...yo creo que este libro es muy interesante, James -se escuchó la voz de Remus desde el interior de la biblioteca.

-No te lo niego. Pero me sorprende que alguien como tú se lo crea.

-Tampoco me lo creo -Remus y James acababan de salir de la biblioteca charlando. Remus tenía bajo el brazo un libro de pasta dorada desgastada -pero los poemas son muy buenos.

-¿Poemas? ¿Has cogido un libro de poemas, Remsie? -preguntó Sirius.

-Sí -dijo Remus girándose a su amigo. Sirius reprimió una risa. -No sé de qué te ries, Sirius. ¿Qué tiene de malo que me guste la poesía? Además, este libro aunque sea en versos cuenta una historia muy interesante.

-¿Ah, sí? ¿Cuál es? -preguntó Sirius burlonamente.

-Trata sobre Godric Gryffindor, el fundador de nuestra casa por si no lo sabías. Cuenta como se reencarna en un nuevo cuerpo olvidando toda su vida anterior pero con un gran poder mágico. Por lo visto, Godric Gryffindor encontró la forma de traer la calma al mundo y...

-Eso es un cuento para niños, Remsie.

-Por favor, Black. Todos los libros para ti son cuentos para niños -dijo Remus enfadado.

-Los de Quidditch no.

-Pues deberías saber que James está de acuerdo conmigo. ¿Verdad, James? -Remus se giró a su amigo que ya no estaba. -¿Dónde está?

Todos miraron alrededor buscando a James, pero no había ni rastro.

-Otra vez ha desaparecido -gruñó Sirius.

-En fin -suspiró Remus mientras metía el libro en su mochila. -Yo me voy a la Sala Común. ¿Venís?

-Sí. Tengo que acabar un trabajo de Defensa Contra las Artes Oscuras -dijo Lily. Peter asintió y se colocó bien su mochila en su hombro.

-Yo no. Yo me voy a buscar a ese imbécil. Adiós -se despidió Sirius secamente y se marchó con paso rápido

-Como Sirius pille a James le va a dar una buena paliza -dijo Remus preocupado. Pero se percató de que Lily le miraba preocupadamente y rectificó: -En el buen sentido de la palabra, Lily. Vamos a la Sala Común.

A la hora de la cena, Sirius regresó con la túnica sobre el hombro, sin corbata y sudoroso al Gran Comedor. Se sentó enfrente de Remus y Peter con una expresión de furia en el rostro.

-¿Qué tal la búsqueda?

-¡Nada! He buscado por todos los escondites que conocíamos y nada. A no ser que haya pillado su Capa Invisible.

-Sirius, perdona que te diga, pero te estás pasando.

-¿Qué me estoy pasando? -preguntó Sirius exaltado. -Remus, es mi amigo desde hace mucho tiempo. Nos hemos contado todo. TODO. Y ahora, de repente, nada. No me quiere contar NADA.

-Pero Sirius, James te contaba todo por voluntad propia, porque él quería. ¿Y si lo que esconde ahora es tan importante para él que no puede contárselo a nadie? Algo debe de impedir que lo diga... Aunque me cueste admitirlo, sé como se debe de sentir. A mí me pasaba lo mismo con mi problemilla. Si vosotros no llegáis a descubrirlo, dudo mucho de que ahora supierais de ello... -dijo Remus tristemente.

-Pero Remus -dijo Sirius con un tono de voz que empezaba a alzarse -somos amigos. A-MI-GOS.

-¡Demonios, Black! -exclamó Remus golpeando la mesa con el puño. Muchos alumnos de Gryffindor se voltearon hacia Remus. Éste agachó la voz y se inclinó sobre la mesa mirando seriamente a Sirius. -Deja de ser tan cabezota. Si obligas a James a que te diga su secreto te va a contar una mentira. ¿Qué prefieres? ¿Que te diga qué le ocurre o que te diga una mentira para que tú te quedes satisfecho?

Sirius gruñó, cogió un poco de pastel de carne y comenzó a jugar con él con el tenedor. Peter había contemplado la discusión entre sus dos amigos y estaba sorprendido ante el enfado de Remus y Sirius. Remus posó su mirada sobre su plato. Se quedaron callados durante unos segundos hasta que Remus rompió el silencio:

-Te lo contará. Estoy seguro. Eres su mejor amigo, ¿no? -susurró Remus que seguía con la mirada en su plato.

Sirius le miró, pero Remus no levantó la cabeza.

-Sí. Eso pensaba -dijo Sirius, y luego, cogió su túnica y su mochila y se marchó del Gran Comedor.

Remus y Peter cenaron en silencio. Cuando acabaron regresaron a la Sala Común. Por el camino se encontraron con Shinsen Yukimi y con Katheryn Soderson que hablaban en voz baja. Katheryn se veía preocupada y Shinsen parecía querer consolarla. Remus y Peter se acercaron a ellas.

-¿Qué ocurre? -preguntó Remus. Shinsen se giró y le miró con una mirada fría.

-El-que-no-debe-ser-nombrado ha actuado -dijo Katheryn entre sollozos.

-¿Qué? ¿Estáis seguras? -exclamó Remus. Peter comenzó a temblar.

-Sí -dijo Shinsen con la voz ahogada. -Se dice que han raptado a dos aurores y no saben dónde se encuentran. Lo han dicho en El Profeta. El padre de Katheryn es auror, al igual que el mío.

-¿Pero no han dicho los nombres?

-No. Seguramente no quieren poner nerviosos a los familiares y a la Comunidad Mágica. Si dicen que han desaparecido dan a entender que aún pueden seguir con vida.

-¿Y Marielle? -preguntó Remus refiriéndose a la hermana melliza de Katheryn.

-Ha ido a escribir a mamá -sollozó Katheryn antes de romper a llorar. Shinsen la rodeó por los hombros intentando consolarla.

-Espero que no sea nada -dijo Remus tristemente.

Peter y Remus se marcharon a la Sala Común dejando a las dos solas. Cuando llegaron allá, varios alumnos tenían ejemplares del Profeta y lo leían. Remus no se paró allí y siguió hacia el cuarto de los chicos. Allí, sentado en el alféizar de la ventana, Sirius miraba las estrellas.

-¿Te has enterado? -le preguntó Remus.

-¿Lo de los dos aurores?

-Sí.

-No sé de qué se preocupan. En El Profeta sólo han dicho que han desaparecido. La gente es la que ha dicho que Voldemort los ha raptado -dijo Sirius tranquilamente. Peter se estremeció al oír el nombre del Señor Tenebroso.

-Bueno, sí, puede ser... ¿Y James?

-No sé -gruñó Sirius.

-Espero que esté bien -dijo Remus mientras dejaba su mochila sobre su cama. Sirius calló. Remus suspiró y luego empezó a desvestirse para ponerse el pijama. Peter también había empezado a desvestirse.

-Sirius -dijo Remus a su amigo. Sirius miró a su amigo de soslayo, que ya se había puesto el pijama. -¿No vas a dormir?

-No. Voy a esperar a James.

-¡Black! ¡No le obligues a que te cuente nada! ¡No le obligues! ¡Te lo prohibo! -gritó Remus de repente.

-Tranquilo -dijo Sirius monótonamente. -No lo haré. Solo le quiero recordar que somos amigos, nada más.

Remus miró desconfiadamente a Sirius. Pero decidió ir a dormir. Si James y Sirius comenzaban a discutir los podría oír fácilmente. Empezarían a gritar como locos.

Sirius esperó a James durante horas. Mientras lo esperaba, miraba a las estrellas y a los terrenos de Hogwarts con una tranquilidad sorprendente, como un perro guardián. Cuando el amanecer ya aparecía sobre las copas de los árboles del Bosque Prohibido, la puerta de la habitación se abrió. Sirius giró su cabeza lentamente, y luego la puerta se cerró sin que nadie lo hiciera. A los segundos, James se quitaba su capa de invisibilidad y miró sorprendido a Sirius sobre el marco de la ventana.

-Sirius, ¿qué haces...?

-Tú. Ven -dijo Sirius en un tono duro.

Antes de que James pudiera reclamar nada, Sirius se había levantado y había agarrado a James del brazo, sacándolo de allí. Sirius arrastró a James hasta la Sala Común de Gryffindor y lo empujó para que cayera en un sillón junto a la chimenea. Sirius se sentó delante de él.

-¿Qué ocurre? -preguntó Sirius olvidando la prohibición de Remus.

-Nada. No sé porque piensas que ocurre al...

-¡No soy tonto, James H. Potter! -gruñó Sirius con los dientes apretados. -Somos amigos desde hace tiempo y te conozco a la perfección, James. Asi que conmigo no juegues, ¿entendido?

-¡Pero es que no pasa nada! -elevó James la voz. Entonces Sirius se acordó de lo que Remus le había dicho que si lo obligaba le mentiría. Prefirió desistir.

-Está bien. Pero quiero recordarte que yo siempre estaré a tu lado, James.

-No siempre... -susurró James.

-¿Qué?

-Nada.

Sirius miró fijamente a su amigo que miraba al suelo.

-Te protegeré siempre, James. Y siempre puedes contar conmigo -dijo Sirius con voz ahogada. James apretó los ojos con la cabeza cabizbaja. Sirius se levantó y caminó hacia las escaleras que daba al cuarto de los chicos.

-¿Nunca has deseado escapar de la vida que tienes?

Sirius se giró rápidamente.

-¿Qué quieres decir?

-Escapar de una vida que no te aguarda nada bueno. Que solo te va a traer penalidades y...

-¡James, tu vida es perfecta! ¡No está llena de penalidades ni nada!

James miró a su amigo. Sirius le devolvió la mirada. Nunca había visto una mirada tan triste y tan llena de sufrimiento.

-James... Yo... -dijo Sirius con la voz ahogada. De algún modo, la tristeza de James también le llegaba a él.

-No importa. Olvídalo -dijo James poniéndose de pie. -¿Hoy volveremos a intentar convertirnos en animagos? Yo creo que le estoy pillando el truco. ¡A lo mejor dentro de poco me puedo transformar en ciervo! -dijo James con buen humor.

Sirius le escuchó callado, pero luego le sonrió. James se lo contaría todo a su tiempo. Ya le había dicho algo, y con eso Sirius se quedaba tranquilo.

-Vale. Pero tenemos que avisar a Pity. Creo que a ese le queda mucho hasta llegar a transformarse.

-Pero qué mal gusto tiene -dijo James mientras caminaba y se acercaba a Sirius. Los dos empezaron a subir al cuarto. -Mira que elegir como animal una rata. ¿En qué estaría pensando?

-No sé. ¿Pero no crees que tiene algo de rata en él?

James soltó una carcajada justo antes de abrir la puerta. Remus ya se estaba vistiendo y Peter intentaba soltar las sábanas.

-¿Dónde habéis estado? -preguntó Remus como si una madre se tratase.

-Abajo, charlando.

-Ah, bueno -acabó diciendo con una sonrisa típica de Remus.

-Voy a preparar los libros para mañana -dijo James acercándose a su baúl. -Llevo más de 24 horas despierto. A ver quién aguanta hoy Historia de la Magia.

-¿Y qué tal? -preguntó Remus en un susurro a Sirius.

-Nada. Todavía no me ha contado lo que realmente le pasa.

-Bueno. Tendremos que esperar.

-Sí...

-¡¡10 PUNTOS MENOS PARA GRYFFINDOR!! ¡¡10!! -exclamó James dentro de un aula desocupada llena de mesas y sillas.

-No teníais que haberos dormido.

-Ya lo sabemos. Pero después de estar despierto todo un día, nadie aguanta una clase de Historia de la Magia totalmente despierto -reclamó Sirius. Remus suspiró y giró los ojos.

-Eys, Remsie, ¿cómo es que ahora siempre vienes a nuestras citas de transformaciones? -preguntó James.

-Porque no me fío de vosotros. Y me he informado lo mejor posible de animagos. ¿Sabréis cuáles son los riesgos de un animago, no?

-Que síiiiiiiiiii.

-Bueno, bueno.

-Bien, ¿quién es el primero? Vamos, Peter.

-¿Transformarse en animagos tiene riesgos? -preguntó Peter asustado.

-Peter, ¿te leíste el libro que Sirius y yo te dijimos que te leyeras?

-Estoooo... no -constestó nervioso.

-¡Eres un caso, Peter!

-Tranquilo, Sirius. Ya empiezo yo.

James respiró profundamente durante un par de veces. Luego, cerró los ojos y comenzó a concentrarse. Sintió como la cabeza le daba vueltas y sus entrañas se revolvían produciéndole una sensación de fatiga. Pero aún así siguió. Estaba decidido a lograrlo esa noche. Entonces, sintió como ahora se apoyaba en sus cuatro extremidades, el mareo se había ido y sus entrañas ya no se agitaban. Abrió los ojos, vio a sus amigos aplaudir y hablarle muy animadamente, pero él no escuchaba sonido alguno. De repente, una extraña sensación le inundó...

Libertad. La libertad del ciervo. Podría correr por los bosques sin preocupaciones. Vivir sin pensar en el futuro ni en las obligaciones. Olvidar las penas... Debía salir de allí. Estar en esa habitación encerrado era demasiado. Quería la libertad. Todos sus pensamientos y recuerdos se borraron. Ya no le importaba nada. Solo salir de allí. Ser libre.

-¿Qué le pasa? -preguntó Sirius al ver como aquel ciervo que antes había sido su mejor amigo comenzaba a andar por la habitación muy agitado.

-No... No sé -dijo Remus también preocupado.

-¿James?

El ciervo se levantó sobre sus cuartos traseros y comenzó a atacar a Sirius, Remus y Peter. Rápidamente, Sirius se apartó del camino del ciervo desbocado. Remus empujó a Peter al suelo. El ciervo partió con sus patas delanteras una silla de madera con facilidad.

-¿Pero qué demonios te pasa, James? -le gritó Sirius.

El ciervo le ignoró. Y fijó su mirada en la puerta. Agachó su cabeza y la embistió, abriéndola de un golpe.

-¡JAMES! -gritaron los tres amigos a la vez.

Salieron corriendo de la clase y vieron alejarse al ciervo por el pasillo. Sin pensarlo dos veces lo siguieron. El ciervo seguía corriendo buscando una salida para llegar a su libertad.

Libertad... Libertad...

El conserje de Hogwarts apareció por un pasillo. Al ver el ciervo se quedó de piedra. Pero al ver a los tres amigos corriendo detrás de él pensó que era otra broma de ellos.

-Ahora sí que os la habéis cargado, muchachos.

-¡APÁRTESE! -gritaron.

Libertad... Libertad... Libertad... Libertad...

-¿Qué?

De una embestida, el ciervo lanzó al Señor Filch por los aires, cayendo sobre una armadura. Los tres amigos no se pararon haber cómo estaba. Debían detener a ese ciervo. Pero el animal era mucho más rápido que ellos y se alejaba.

Libertad... Libertad... Libertad... Libertad... Libertad... Libertad...

El ciervo llegó a la puerta principal de Hogwarts.

Libertad... Libertad... Libertad... Libertad... Libertad... Libertad... Libertad...

Siguió corriendo hacia ella.

Libertad... Libertad... Libertad... Libertad... Libertad... Libertad... Libertad... Libertad...

-¡NO LO HAGAS, JAMES!

¡LIBERTAD!

El ciervo corrió más deprisa al pisar el césped de los terrenos de Hogwarts. Sirius seguía corriendo sin aliento. A Remus ya le dolía el costado y Peter estaba muy atrás.

A Sirius se le paró el corazón al ver hacia donde se dirigía el ciervo. Estaba corriendo hacia el Bosque Prohibido.

-¡JAMES, PARA! ¡PARA! -gritó Sirius. -¡PARAAA!

Pero el ciervo se adentró en el bosque. Sirius se detuvo en las afueras y se giró hacia sus otros amigos. Cuando se hubieron reunido, Remus se dio cuenta que Sirius tenía una expresión de desesperación y súplica.

-¿Ha entrado en el Bosque Prohibido? -preguntó Remus con voz entrecortada.

-Sí -susurró Sirius.

-¿Y ahora qué? -preguntó Peter. Sirius los miró fijamente. -Noo...

-¿Quieres entrar?

-Sí.

-¡No Sirius! ¡Debemos buscar ayuda!

-¿Buscar ayuda? -preguntó Sirius exaltado. -¡NO! ¡No pienso dejar solo a mi amigo! ¡Id vosotros! ¡Yo voy a por James!

-¡Ya no es James, Sirius! -gritó Remus.

-¿Qué quieres decir? -le preguntó Sirius girándose hacia él.

-La mente del ciervo le domina. No es James. Es el ciervo quien actúa, Sirius.

-¿Y qué más da? ¡Ese-ciervo-es-JAMES!

Dicho ésto, Sirius corrió adentrándose en el Bosque Prohibido. Remus y Peter intercambiaron miradas. Los dos tenían miedo.

-¿Entramos? -propuso Remus.

-¿Qué? Yo no...

-¿Tienes miedo?

-¡Claro que tengo miedo! ¡Allí dentro hay todo tipo de monstruos! -gritó Peter entre sollozos.

-Bien. Hagamos una cosa. Tú ve al castillo y busca ayuda. Diles que trajimos un ciervo al bosque y al intentar devolverlo, James, Sirius y yo nos perdimos allá dentro, ¿vale?

-Vale -respondió Peter asintiendo con la cabeza.

-Hasta pronto, Peter -se despidió Remus. Sacó su varita y se adentró en el bosque.

-Adiós -susurró Peter. Y salió corriendo hacia el castillo.

Remus corría todo lo que podía por el sendero que había en el bosque. Estaba totalmente oscuro, a pesar de que había encendido su varita con el hechizo Lumos. Y había muchos ruidos que ponían la piel de gallina.

-¡SIRIUS! ¡SIRIUS!

-¡REMUS!

Remus se percató de que la voz de su amigo se salía del camino. Pero sin dudarlo, fue a su encuentro.

-¡Sirius! ¡SIRIUS! ¡SIAAAAAAAAAAAAAAAAAH!

Remus cayó por una pendiente rodando sin parar. Cuando llegó abajo, se levantó dolorido. Tenía una pierna rota.

-Remus -le dijo una voz entrecortada.

Remus miró sobre su hombro y vio a Sirius, que le sangraba la frente y tenía sus ropas sucias y rotas.

-¿Tú también te has caído? -le preguntó Remus.

-Sí -respondió con una sonrisa para tranquilizarlo. Pero su sonrisa era amarga y sus ojos estaban brillantes.

-¿Y James? -preguntó Remus temiendo la respuesta.

-No... No lo sé -sollozó Sirius y se tapó la cara con las manos.

Remus sintió como por una mejilla rodaba unas cuantas de lágrimas. Se había ido. No volvería. Lo habían perdido.

Pero un movimiento en la tierra hizo q los dos se incorporaran. La tierra vibraba bajo sus pies.

-¿Qué pasa? -preguntó Remus asustado

De la oscuridad del bosque apareció un ser enorme, parecido a un rinoceronte gris. Tenía un cuerno en el hocico y su cola parecía una soga. Se detuvo mirándolos peligrosamente.

-¡Es el erumpent que se le escapó a Kettleburn el año pasado! -exclamó Remus.

-¡Pero si era una cosa pequeña!

-Habrá crecido.

Sin previo aviso, el erumpent corrió para atacar a Sirius. Éste se quedó helado. Había perdido su varita en la oscuridad y no la encontraba. Esperó a recibir el golpe que lo mandaría directamente al otro barrio. Pero antes de que el erumpent le golpeara, un ciervo apareció entre los arbustos y empujó a Sirius, salvándolo.

-¿James? -exclamó Remus.

El ciervo encaró al erumpent y éste no rechazó el desafío. ¿Pero qué podía hacer el ciervo contra un erumpent de una tonelada? El ciervo corrió hacia él dispuesto a atacar, el erumpent hizo lo mismo. Cuando estuvieron a pocos metros de distancia, el ciervo hizo un movimiento rápido hacia la derecha, y erumpent intentando embestirlo, chocó contra el suelo. El ciervo ágilmente le golpeó en un ojo con las patas traseras y el erumpent lanzó un gemido de dolor. Remus y Sirius contemplaban asombrados la pelea. Entonces, el erumpent giró la cabeza y clavó su cuerno venenoso en el costado del ciervo. Lo lanzó por los aires y cayó con un ruido sordo.

-¡JAMES! -gritó Sirius.

Sirius se levantó y entonces la vio, su varita estaba a su lado. La tomó con fuerza y lanzó un hechizo al erumpent, que no le hizo el menor rasguño. Pero temiendo que le pudieran hacer más daño, se fue corriendo de allí.

-¡James! ¡James! -gritó Sirius y corrió hacia su amigo. El ciervo respiraba entrecortadamente. -James... -sollozó Sirius.

El ciervo se iluminó y volvió a ser James. Se tapaba la herida con una mano. Y en sus ojos se podían ver lágrimas.

-Lo siento mucho... -susurró antes de cerrar los ojos.

-¡JAMES!

-¿Estáis bien?

Remus y Sirius se giraron rápidamente. Bajando por la pendiente estaban el profesor Dumbledore, la profesora McGonagall y Hagrid.

-¡Aaah! ¡Potter! -gritó la profesora McGonagall corriendo hacia el cuerpo de James.

-¡Dios mio! ¿Qué ha pasado aquí? -preguntó Dumbledore enfadado. Sirius y Remus temblaron ante la furia del profesor.

-Lo sentimos mucho... -susurró Remus.

-No queríamos...

-Nos encontramos un ciervo en los terrenos de Hogwarts y nos lo llevamos al castillo. Pero al devolverlo no pudimos controlarlo y tuvimos que entrar en el bosque. Nos atacó un erumpent y...

-¿Ha atacado un erumpent a Potter? -preguntó Dumbledore de repente.

-Sí... -susurró Sirius.

-Tenemos que volver inmediatamente a Hogwarts. El erumpent es venenoso. ¡Vamos!

-¿¡Qué!? -exclamó Sirius asustado.

Hagrid tomó a James en brazos, mientras que Dumbledore entablillaba la pierna de Remus. Todos regresaron rápidamente al castillo.

A la mañana siguiente, la historia de que Remus, Sirius y James habían entrado en el Bosque Prohibido se había extendido por todo el colegio. Y la gente, al no ver a James a la hora del desayuno con sus amigos, hizo que todos se temieran lo peor.

Sirius jugaba con los huevos de su desayuno. Mientras que Remus miraba a su plato. La señorita Pomfrey ya le había curado la pierna. Y Peter los miraba de reojo. En el otro extremo de la mesa, Lady, Shinsen y Katheryn intentaban consolar a Lily. Que aún no sabía qué le había pasado a James.

James comía en una cama de la enfermería de Hogwarts. Aunque en realidad no comía, solo jugaba con ella. Unos pasos acercándose a su cama hicieron que levantase la mirada del plato. Era Albus Dumbledore.

-Hola, Potter.

-Hola, profesor. ¿Ha venido a castigarme?

-No. No he venido a eso, Potter. He venido para hablar contigo.

-¿Conmigo? -preguntó James.

-Sí. Estoy al tanto de la situación en tu familia.

-¿Lo sabe todo? -preguntó James asombrado.

-Sí. Todo. Tu abuelo me lo comunicó el mismo día que entraste en Hogwarts, Potter.

-Yo... Me enteré este curso.

-Lo sé.

-¿Sabe también lo otro?

-Sí. También lo sé.

James apretó las sábanas de la cama y sus ojos se llenaron de lágrimas.

-Potter -dijo Dumbledore y se sentó en la orilla de la cama -Sé que piensas que tu vida no vale la pena y está llena de problemas y preocupaciones. Pero te diré que, si tienes un problema y tiene solución, de qué preocuparse. Y si tienes un problema y no tiene solución, porque preocuparse.

-¿Qué quiere decir?

-Vive la vida, Potter. No te detengas. Porque el día que llegue a su fin te arrepentirás de no haber hecho todo aquello que querías hacer. No dejes que las lágrimas nublen el camino de tu vida -le dijo entregándole un pañuelo.

-Gracias -contestó James con una leve sonrisa.

-¿Estás mejor, Potter?

-Sí. Mucho mejor.

-Me alegro.

El profesor se despidió de James y se marchó de la enfermería. James se quedó pensando mirando por la ventana.

Por la noche, James regresó a la Sala Común de Gryffindor. Todos al verle entrar se quedaron callados y sorprendidos. Todas aquellas historias de que había sido pasto de los lobos eran mentira. James no se detuvo a hablar allí. Subió rápidamente a los dormitorios, con sus amigos. Sirius le recibió calurosamente, al igual que Remus y Peter.

-¿Qué tal, amigo? ¿Cómo te encuentras?

-Bien. Pero ahora solo quiero dormir.

-Como quieras -dijo Remus.

James se desvistió en silencio. Se metió en su cama y cerró las cortinas. Sirius y Remus se miraron. Peter estaba callado y pensativo.

Sirius intentaba conciliar el sueño. Pero muchos pensamientos rondaban por su cabeza. Y el no saber lo que le pasaba a su mejor amigo lo mataba por dentro. Sirius notó como alguien a su espalda corría las cortinas de su cama. Se giró rápidamente, James lo miraba con una mirada de súplica.

-¿Puedo? -preguntó refiriéndose a dormir con él.

-Sí -respondió Sirius y se echó a un lado. James se metió en la cama y se tapó con la manta. Los dos amigos quedaron cara a cara. -Hace tiempo que no dormimos juntos, ¿eh? La última vez creo que fue en tu casa.

-Sí -añadió James con una voz amarga.

-¿Qué te pasa, James?

-Mis padres...

-¿Qué le ocurren a tus padres?

-¿Te acuerdas de aquellos aurores que dicen que Voldemort ha capturado?

-Sí -contestó Sirius temiendo la respuesta.

-Son mis padres, Sirius. Hace tres días McGonagall me llevó a su despacho y me lo dijo. Mi casa estaba patas arriba y no había rastro de ellos. Y la última carta que recibí de ellos fue hace cuatro días. Antes de que los capturaran...

-¿No pensarás que están...? -Sirius no acabó la pregunta. La cara de James lo decía todo.

A Sirius le invadió una gran tristeza y unas ganas de llorar increíbles. Ya no solo porque su amigo estuviese así. También porque Henry y Amanda Potter habían sido como unos padres para Sirius. El señor Potter le invitada a pasar el verano en su casa todo el tiempo que quisiese. Y la señora Potter le solía mandar por correo dulces que ella misma había preparado. Los dos eran muy buenas personas. ¿Por qué siempre a las personas más amables y buenas les pasan todas las tragedias?

Sirius no sabía qué decir. Durante un rato, los dos amigos se estuvieron mirando cara a cara sin hablar. Hasta que Sirius dijo:

-Yo... Yo siempre estaré a tu lado, James... Nunca, pase lo que pase, yo nunca te abandonaré... Te protegeré con mi vida... Intentaré. Intentaré que tu vida sea agradable y feliz... No permitiré que nadie te la amargue... Siempre estaré a tu lado... Siempre... Te lo prometo, James...

-Lo sé... Sé que siempre estarás a mi lado, Sirius -respondiendo James con una sonrisa. -¿Te importa si me quedo toda la noche llorando?

-Claro que no amigo. Yo estaré aquí consolándote.

-Gracias -susurró James, y empezó a llorar en pequeños sollozos. Mientras que Sirius le consolaba.

A la mañana siguiente, James volvía a ser el mismo de siempre. Con esa sonrisa pícara y ese brillo especial en sus ojos. Como dijo Remus: "James había vuelto". Pero por muy poco tiempo...

-Dentro de poco se acerca el partido contra Ravenclaw. Tenemos que entrenar duro -dijo James saliendo por el hueco del retrato.

-Sí. O sino Green nos matará -añadió Sirius a su lado. Los cuatros amigos sonreían tranquilamente, hasta que vieron acercarse a la profesora McGonagall. Tenía su expresión seria de siempre. Pero en sus ojos eran tristes.

-A ver, ¿quién ha sido? -susurró Remus.

-¿Qué?

-¿Quién ha gastado una broma?

Todos negaron.

-Pues entonces pongamos nuestras caras más angelicales y saludémosla.

-¡Hola profesora McGonagall! -saludaron los cuatros con sonrisas de niños buenos.

-Hola, muchachos. Potter, tengo que hablar con usted.

A James se le apagó la sonrisa. Sirius lo miró preocupado. McGonagall se lo llevó a un lugar apartado, pero visible, por lo que Sirius, Remus y Peter veían como conversaban. James comenzó a hablar rápidamente, su cara irradiaba pánico. Entonces, la profesora McGonagall asintió con la cabeza, James se quitó las gafas y comenzó a llorar.

-¡Id a desayunar! -gritó la profesora a Remus, Sirius y Peter. Y luego se marchó con James.

-¿Qué ha pasado? -preguntó Remus asustado.

Sirius no respondió. Se marchó pensativo al Gran Comedor. Cuando llegaron allí, todas las mesas estaban muy agitadas, y muchos alumnos se reunían alrededor de ejemplares de El Profeta. Al entrar en el Gran Comedor, todos los miraron. Ellos sin hacer caso fueron a la mesa de Gryffindor. Se sentaron en silencio, y en pocos segundos se acercó Michael Smith.

-¿Dónde está Potter?

-McGonagall se lo llevó -dijo Remus que no entendía nada.

-¿Ya se ha enterado?

-¿Del qué?

Michael les acercó El Profeta. Sirius lo tomó rápidamente, Remus y Peter lo leyeron sobre su hombro.

Aurores asesinados

Esta noche, a las 6 de la madrugada, fueron encontrados

los cuerpos de Henry y Amanda Potter.

Los dos tenían indicios de haber sido torturados.

Y en vez de morir por la maldición de

Avada Kedabra, fueron degollados.

Sobre sus cuerpos estaba la Marca Tenebrosa.

Estas muertes han provocado un gran impacto,

debido a la importancia de estos dos magos,

fieles a Albus Dumbledore...

Sirius leyó y releyó el artículo. Remus tragó saliva y Peter se sentó de nuevo en su silla, pálido. Sirius dobló el periódico, colocó sus codos sobre la mesa, y su cara sobre sus manos.

-¿Qué será ahora de James? -susurró Remus que no acababa de creérselo.

James no apareció a ninguna clase. Y nadie se extrañó por su ausencia. Ese día, en todo Hogwarts reinaba un ambiente de tristeza y nervio. A excepción de los alumnos de Slytherin. Que se veían muy tranquilos y normales.

A la hora de la cena, Hagrid se acercó a Sirius, Remus y Peter.

-Hola, muchachos.

-Hola, Hagrid -lo saludaron monótonamente.

-Solo venía a deciros que James ha pasado todo el día en mi cabaña. He intentado consolarlo, pero ha sido en vano. No ha parado de llorar y...

Sirius se levantó rápidamente. Remus y Peter le siguieron. El semi-gigante los siguió dando sus grandes zancadas. Salieron a los terrenos de Hogwarts, y fueron directos a la casa de Hagrid. Sirius entró casi sin aliento. James estaba sentado en una silla al lado del fuego con la cara tapada. Levantó la mirada para ver quien había entrado. Al ver a Sirius, volvió a llorar.

-¡James! -dijo Sirius y se acercó rápidamente a él y lo abrazó. -Tranquilo, hermano.

-Lo sentimos mucho, James -susurró Remus con voz ahogada.

-Lo sabía... Sabía que iban a acabar así...

-Tranquilo, James. Tranquilo.

Sirius consoló a su amigo hasta que más o menos se hubo tranquilizado.

-¿Qué vas a hacer ahora, James? -le preguntó tímidamente Remus. -Puedes venirte a mi casa en verano si quieres.

-Gracias, Remsie.

-Yo te ofrecería mi casa, James. Pero ya sabes que mi familia -le dijo Sirius muy serio.

-Lo sé, Sirius.

-También puedes venirte a la mía -añadió Peter.

-O quedarte aquí. A Fang y a mí nos encantará tu compañía.

-Muchas gracias a todos. Pero por el momento iré a casa de mi abuelo.

-¿Tienes un abuelo? -preguntó Sirius asombrado.

-Sí. Vive en una casa perdida en el sur. No sale mucho debido a su trabajo.

-¿Cuál es?

-Es Peregrino de Letargos.

-¿En serio? -preguntó Remus asombrado.

-¿Qué es eso?

-Es una persona que a través de sueños puede viajar al pasado, presente o futuro. Y también puede comunicarse con los espíritus.

Peter tembló ligeramente al oír la palabra "espíritus".

-¿Volvemos al castillo, James? -propuso Sirius.

-Sí -dijo James mientras se ponía de pie. -Muchas gracias por todo, Hagrid.

-No hay de qué, James. Sabes que puedes venir aquí siempre que quieras.

James asintió. Los cuatro amigos salieron de la cabaña de Hagrid y se fueron a Hogwarts. Sirius caminaba rodeando por los hombros a James. Sirius se acercó al oído de su mejor amigo y le susurró:

-Siempre estaré a tu lado. Siempre te protegeré.

-Gracias -susurró James mientras que por su mejilla corría una lágrima.

Continuará...

*^*^*

Plis, dejenme reviews que se me muere el fic ToT Jejejeje... Aunque tengo pensado subirlo todito pero quiero tener vuestro apoyo ^^

Habreís notado que no suelto ninguna tonteria. Me encuentro en un estado de aburrimiento agudo ^^U Estoy tan aburrida que soy capaz de tirarme por la ventana Ô.o

Otra vez te doy las gracias Sora. Por el review que me dejaste ^-^

Y les dejo publicidad de mi otro fic Una vida con una oportunidad (mundo alterno en el que el pequeño Harry consigue una vida decente) dire: ?storyid=1236147

Nos vemos. ¡¡DEJENME REVIEWS!!

CHAO, CHAO!!!