Disclaimer: todo de Rowling...

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Capítulo 15º: Hasta el fin...

Unos muchachos de Slytherin andaban por los terrenos de Hogwarts. Uno de ellos, rubio platino y de ojos grises, bajo el nombre de Lucius Malfoy, iba flanqueado por dos masas de carne que respondían al nombre de Crabbe y Goyle. Y el último de ellos, Severus Snape, andaba leyendo unos pergaminos con suma atención. Entraron por la gran puerta de Hogwarts, y subieron las escaleras de mármol. No se dieron cuenta de que alguien los observaba por una esquina y salía corriendo...

-¡Ya están cerca!

-¡Bien! Esto ya está hecho.

-Vale. Ocultémonos detrás de esa armadura.

El grupo de Slytherin torció la esquina y llegaron al pasillo donde las dos personas estaban hablando.

-Esto marcha...

-¡Sí!

-Snape, espere un momento -gritó desde lo lejos.

-¡Oh, oh!

-Esto no me gusta.

-¿Sí, profesor Poison?

-Vine a darte tu trabajo de Pociones. Excelente trabajo otra vez, Snape. Eres el más cualificado de todos mis alumnos.

-Muchas gracias, profesor.

-Maldito repelente -gruñó uno.

-¡Chist! Aún podemos tener suerte y que Poison se vaya por el otro lado.

-Os veo en clase, muchachos.

-Pues no. No tira por el otro camino.

-Esto no quiero verlo.

El profesor Poison anduvo con paso decidido hasta que llegó a un tramo del pasillo, donde empezó a flotar y se colocó cabeza abajo, haciendo que su túnica se bajase, y... ya saben. Los cuatro chicos de Slytherin miraron la escena, atónitos.

-¡Maldita sea! ¿Quién ha sido? -gruñó el profesor Poison.

El ruido de unos libros cayendo sonó por todo el pasillo. El profesor Poison miró sobre su hombro, encontrándose con la profesora McGonagall.

-Mi... ¡Minerva!

-¿Pero qué demonios? -exclamó McGonagall.

-Yo... yo... -Poison intentó disculparse pero las palabras no salían de su boca, a la vez que comenzó a ponerse colorado.

-¿A que no adivinas quién acaba de llegar?

-No quiero saberlo. No quiero saberlo. No quiero saberlo...

-La profesora McGonagall.

-¡Te dije que no quería saberlo!

McGonagall miró a una armadura y vio dos figuras ocultas.

-¡Quiénes estéis ahí salid ahora mismo¡ -gritó McGonagall.

-¿Se refiere a nosotros?

-No, creo que hay otros tontos ocultos en la armadura de al lado. ¡Pues claro que somos nosotros!

-Vale. Sal tú primero.

-¿Por qué yo? Sal tú.

-No, sal tú.

-Que no. Que sal tú.

-Que no. Tú

-¡TÚ!

-¡TÚ!

Empezaron a empujarse y los dos cayeron al suelo, delante de la profesora McGonagall.

-¡Potter! ¡Black! -bramó la profesora.

-¡Hola, profe! -dijeron los dos al unísono angelicalmente.

McGonagall se agachó, y agarrados por el cuello de la camisa, levantó a sus dos alumnos (NdH: no piensen que los levantó del suelo. Sino que hizo que se reincorporaran O.o)

-¿Habéis hecho vosotros esto?

-No. Nosotros nunca haríamos la ropa interior del profes...

-¡BLACK!

-Sí, lo hicimos -dijeron los dos asustados por el grito de su profesora.

La profesora de Transformaciones soltó a sus dos alumnos, sacó su varita, y con un movimiento devolvió a su estado normal al profesor Poison. Quien tenía un sonrojo en las mejillas inigualable. Sin embargo, McGonagall no parecía sentirse avergonzada por la situación.

-¡Os quito 20 puntos a cada uno! ¡Y estáis en detención! ¡Vamos a mi despacho para acordar el castigo! -bramó y recogió sus libros, mágicamente, y se marchó con paso rápido y seguro, seguida de sus dos alumnos que tenían la cabeza gacha.

Caminaron hasta llegar al despacho de la profesora, que era muy conocido por ellos.

-¡Entrad! -les gritó. Los dos chicos entraron rezagados al interior del despacho. Detrás de ellos entró McGonagall, quien cerró la puerta de un portazo. -¡Sentaos!

James y Sirius intercambiaron miradas y luego se sentaron. McGonagall rodeó su escritorio y se sentó en su silla.

-¡Bien! ¡Explíquenme porqué lo hicieron!

-Bueno... Porque, porque, no había -comenzó a decir Sirius que evitaba la mirada de la profesora.

-Solo que una voz en nuestra cabeza nos ordenó a hacerlo...

-¿Una voz? -preguntó la profesora.

-Sí. Una voz ronca y penetrante...

-Nosotros creíamos que era nuestra conciencia...

-Y para no defraudarla le hicimos caso...

-Exacto.

-¿Y qué es exactamente lo que os dijo esa voz?

-Gastadle una broma a los de Slytherin -dijo Sirius con voz ronca.

-Exacto.

La profesora McGonagall tenía los puños fuertemente apretados, los ojos cerrados y respiraba profundamente. No sabía cómo, pero ese par se había vuelto peor que el año pasado.

-Y bien... -dijo lentamente. -¿Me están diciendo que vuestras conciencias os dijeron que gastasen una broma a los de Slytherin?

-Sí.

-Eso es.

McGonagall volvió a abrir los ojos con un brillo de enfado.

-Están castigados -dijo.

-¡¿QUÉ?!

-¡¿POR QUÉ?!

-Tal vez por emplear la magia en los pasillos, sabiendo que está prohibido, y haciendo quedar en ridículo a un profesor.

-¡Pero si hicimos caso a nuestra conciencia!

-¡Por favor, señor Black, era un profesor!

-¡Era un Slytherin!

McGonagall suspiró. -Los espero hoy a las 8 aquí. Les diré vuestros castigos. Ahora pueden irse.

-¿Que hicieron qué?

-Pusimos cabeza abajo al profesor Poison, haciendo que se le viera toda la ropa interior.

-¿Pero por qué lo hicieron...? -preguntó de nuevo Remus que no acababa de creérselo.

-En realidad iba a ser para Snape, Malfoy y los dos gorilas. Pero Poison se adelantó a la broma y... -dijo Sirius sin darle importancia a lo sucedido.

-¡Sois incorregibles! -suspiró Remus mientras bajaban a la clase de Pociones.

-Esperemos que el profesor Poison no la tome con vosotros. Ahora tenemos Pociones.

-¡Ays, Peter! ¿Qué haríamos sin tu coeficiente intelectual? Y yo que pensaba que íbamos a las mazmorras a ver el paisaje -dijo Sirius con sorna. James aguantando la risa le dio un leve codazo.

Los cuatro entraron dentro de aula que estaba abierta. El profesor Poison estaba allí tomando un té y tenía la mirada perdida.

-¿Tanto le ha afectado la broma? -susurró James.

-Por lo visto... Eso de que la profesora McGonagall le haya visto los calzoncillos no le ha echo mucha gracia -rió Sirius.

Cuando todo el mundo estaba en clase, el profesor Poison despertó repentinamente de su trance.

-¡Bien, clase! -varios alumnos que estaban en la primera fila se sobresaltaron. -Como todos sabréis ya estais en quinto curso...

-¡No me digas! -dijo Sirius por lo bajo.

-Y por lo tanto, teneis que prepararos para los TIMOs...

-¡Otro con el cuento!

-Por lo tanto, desde principios de curso las clases de Pociones serán más duras que ningún otro año. Y no tendré ninguna consideración con ningún alumno...

-Y bla bla bla bla... -dijo Sirius moviendo su mano como si fuera la boca del profesor.

-Bien... Hoy empezaremos con esta poción -hizo un movimiento con su varita y en la pizarra apareció las instrucciones y los ingredientes. -Y en la estantería del fondo tenéis todo lo necesario. Pueden empezar.

-Vamos al lío -dijo James acercándose a la pizarra con Sirius.

Después de dos horas asfixiantes de Pociones, James y Sirius salieron algo aturdidos y soñolientos.

-Maldita poción del sueño -bostezó Sirius.

-Ya. ¿Qué pasa, Remsie?

Remus había ido corriendo detrás de ellos y puso su mano en el hombro de James para que se dieran cuenta de su presencia.

-Tengo que ir a ver a McGonagall. Luego nos vemos, ¿vale?

-Tranqui.

-Adiós, prefecto.

-Ya, Sirius...

Remus se fue corriendo por el pasillo.

-Por cierto, ¿nos falta alguien, no?

-Creo que Peter. Pero nosotros podemos divertirnos sin él -dijo Sirius con una sonrisa pícara.

-Tienes razón.

En ese momento, un grupo de niños de primer año de Slytherin pasaron por su lado. Entre ellos había un niño alto, de ojos azules brillantes y moreno. Miró a Sirius y le sonrió. Por su parte, Sirius le ignoró completamente y siguió adelante.

-¿Por qué le haces eso?

-¿Que por qué? Yo te lo diré en una sola palabra... Slytherin -bufó Sirius.

-Bueno, vale. Pero es tu hermano pequeño.

-Lo sé. Y yo pensaba que iba a ser distinto a los demás... Pero ya ves, salió Slytherin. Y además, el otro día le escuché burlándose de una chica de Hufflepuff llamándola sangre sucia -Sirius hizo una mueca. -Clavadito a su madre.

James se calló. Sabía lo mucho que necesitaba Sirius desahogarse de su familia. Y cada vez que comenzaba a hablar, él dejaba que hablase hasta que se cansase. Él había perdido a sus padres el año anterior. Y su mejor amigo tenía una familia que él despreciaba. Sin lugar a dudas, los dos no eran muy afortunados.

-En el fondo él era como los demás. Sólo nos llevábamos bien porque en casa no tenía a nadie con quien jugar, excepto yo... Regulus se sentía fascinado cuando su padre hablaba sobre los "asquerosos" muggles y sangres sucias...

-Hablas de tus padres como si fueran solo los padres de Regulus.

-Ellos no son mis padres. Incluso ellos mismos me lo recuerdan. Yo no soy su hijo...

-¿Eso no te duele?

Sirius mira a James de reojo.

-A cualquiera le mataría escuchar eso de sus padres.

Sirius lanzó una risa amarga.

-Los años de soledad no pasan en balde. Uno aprende que ciertas palabras no te duelan.

-Oh... Entonces, si yo te dijera que te perdieses y que no eres más que una persona cualquiera para mí, ¿tampoco te dolería?

-Sabes que no es lo mismo, James -suspiró Sirius.

-Je. Entonces sí te duele.

-¿Para qué quieres que lo afirme? -gruñó Sirius.

-Por nada. Pero lo que caracteriza a un ser humano son sus emociones y sentimientos. Si eso no te importa es como si no estuvieras vivo y pasarías de todo.

-Mmmm -Sirius meditó durante unos segundos con los brazos cruzados y los ojos cerrados. -¿Sabes qué es lo que creo?

-¿Qué?

-Que has vuelto de las vacaciones muy filosófico, ¿no?

-Yo también lo pienso -susurró James apenado. -Mi abuelo se lleva hablando así todo el día. Al final también hablo como él.

-Bueno, ¿qué te parece si hacemos algo y dejamos de lado esta horrible conversación? Estamos hablando como personas adultas.

-Tienes razón. ¿Vamos a cenar? -propuso James con una sonrisa.

-Está bien. Porque mi estómago me pide su ración diaria.

De este modo, los dos amigos fueron al Gran Comedor con paso rápido. El Gran Comedor estaba medio lleno, aún era temprano y algunos alumnos no habían llegado todavía. Sirius y James se sentaron junto a Peter, que parecía nervioso, y que se sobresaltó cuando los dos llegaron.

-¡James! ¡Sirius! ¡Volvieron a dejarme a solas! -sollozó Peter.

-¡Oh! Lo sentimos, Wormtail -dijo Sirius fingiendo arrepentimiento.

-¿Qué has estado haciendo? -le preguntó James.

-Tuve que esconderme de Malfoy y los demás. Me estuvieron persiguiendo desde que salí de la clase de Pociones. Sólo me pude salvar cuando me encontré con el profesor Flitwick -respondió Peter nervioso.

-¡Caray! Qué suerte -dijo Sirius con sorna.

Por la puerta del Gran Comedor entraba en ese momento la profesora McGonagall mientras hablaba con Remus y Lily. La profesora McGonagall anduvo hasta la mesa de Gryffindor, concretamente donde estaban Sirius y James.

-McGonagall a la vista -susurró Sirius.

-Crees que vendrán a decirnos nuestros castigos.

-No creo. Dijo que nos reuniéramos con ella a las 8, ¿no?

-Tienes razón.

-¿Qué habéis hecho ahora? -preguntó Peter curioso.

-Luego te lo contamos -le dijo James.

McGonagall llegó hasta ellos y dijo:

-A las 8, Potter, Black. Que no se os olvide.

-Sí, profesora McGonagall -dijeron lo dos al unísono.

-¿Qué habéis hecho? -preguntó Lily sentándose al lado de James.

-Pues dejar en ropa interior al profesor Poison.

-¡¿QUÉ?! -exclamó alarmada Lily.

-¿Hicieron eso? -preguntó Peter interesado.

-Bueno. No exactamente eso...

-Pero podemos decir que McGonagall sí vio su ropa interior.

James y Sirius comenzaron a reír. Por su parte, Peter los miraba asombrado y Lily parecía aterrorizada. Remus sonrió levemente. Nunca iban a cambiar, y él estaría siempre ahí para verles hacer de las suyas.

En ese momento apareció la señora Pomfrey. Se acercó a Remus y le dijo una cosa al oído. Remus se puso de pie rápidamente.

-¿A dónde vas, Remus? -preguntó Lily.

-¡Oh! Pues... Me acaba de decir que mi madre no se encuentra muy bien y voy a ir a visitarla. Tendrás que ser prefecta tú sola durante unos días.

-Está bien.

Remus miró a sus amigos, quienes le sonrieron.

-Hasta pronto, Moony -dijo James.

-Adiós -se despidió Remus con una leve sonrisa y se marchó junto a la señora Pomfrey.

James miró a Sirius y Peter, que asintieron decididos.

o-o-o-o

-Date prisa, Wormtail -dijo Sirius entre dientes.

-Esperen. Esperen. Me falta solo un zapato.

James miraba a la luna llena por la ventana. En su hombro tenía su capa de invisibilidad.

-Hoy es nuestra primera noche -dijo James sin apartar la vista de la luna.

-Sí.

-¿Estáis listos? -dijo James mientras que estiraba la capa invisible. Sus amigos se colocaron a su lado y él los cubrió con ella.

Mientras tanto, en una casa destartalada y abandonada... Un lobo... Un lobo adulto... Se retorcía en una alfombra del piso superior de la casa... Había mordido todos los muebles de la habitación hasta destrozarlos... Se retorcía en su soledad... Su parte racional lloraba y se angustiaba por estar allí solo... Apartados de todos...

En ese momento, escuchó un ruido que provenía del piso de abajo y percibió por su increíble olfato tres olores desconocidos y a la vez conocidos para él.

Bajó las escaleras a toda prisa. Enfurecido, enfadado... Alguien había osado a entrar en su territorio y no iba a permitirlo... Cuando llegó al salón, donde se encontraban los intrusos, se colocó en posición de ataque y enseñó los dientes.

Allí había un imponente ciervo con una increíble cornamenta. Un perro del tamaño de un oso, negro y lanudo. Y una rata gorda y gris.

El lobo siguió gruñendo. Hasta que de algún modo, les pareció familiar. Olfateó. Sí, había olores en ellos que conocía. Entonces, el ciervo asintió con su cabeza. Y así lo supo... Eran ellos...

Su parte racional... Su mente... Desde lo más profundo de su interior, Remus lloró de alegría. Nunca más iba a estar solo... Nunca...

Siento como llenáis mi interior,

No hay nada de temor ahora.

Ahora sé, que de aquí hasta el fin estaréis ahí.

No importa que los demás me vuelvan la cara.

No me importa que me insulten y desprecien.

No me importa que el amor de mi vida se aleje de mí.

No me importa...

Porque vosotros me otorgáis una razón de vivir...

Una vida... Una familia...

Ahora sí puede mirar al mañana con una sonrisa...

Texto del Hombre de la Luna Llena.

Sacado del libro "La Profecía" de Godric Gryffindor.

Página 241.

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Un hombre sostenía entre sus brazos a un bebé. El hombre estaba ensangrentado y no sabía cómo había sobrevivido a aquella explosión que había matado a su esposa, que yacía en el suelo, de lado y con sus ojos verdes llenos de lágrimas. Aunque a él no le quedaba mucho de vida ya. Sentía como las manos de la Muerte quería llevarse su alma y tiraba de ella. Pero no. Aún no podía morir...

Quería entregarles a su hijo él mismo. Quería despedirse. Decirles que no se preocuparan, que siguieran adelante...

Las manos de la Muerte aferraban su alma y tiraba de ella con fuerza. Pero él luchaba, seguía ahí. Le imploró a la Muerte algo más de tiempo.

"¿Crees que vendrán?" -dijo la muerte con una voz ronca, vacía y lúgubre.

"¡Vendrán! Estoy seguro. ¡Espérate! ¡Un poco más!"

"Es tu hora. No puedes escabullirte de la Muerte. Ha llegado tu hora."

"¡NO! ¡ESPERA! ¡POR FAVOR! ¡MIRA! Ahí están. Han llegado. ¡HAN LLEGADO! ¡Espera solo unos minutos!"

"No... Ya es la hora..."

"¡NO!"

Sintió un abrazo frío que le apresaba el corazón. Seguía mirándoles... A ellos... Quienes corrían sin parar hacia él... Con los rostros llenos de lágrimas y de tristeza. Pero ya era su fin... Cayó hacia atrás, mientras que todo se volvía negro... Y pudo escuchar en la lejanía un grito desgarrador y llenó de angustia y tristeza.

Llorarás, llorarás, estrella, llorarás,

por el amigo que no lograste salvar.

Llorarás, llorarás, gran estrella, llorarás,

por la amiga que viste caer.

Llorarás, llorarás, brillante estrella, llorarás,

por la culpa dentro de tu ser.

Llorarás, llorarás, Canis Maior, llorarás.

Llorarás, Canis, llorarás hasta caer el alba.

Llorarás, encerrado cinco años, llorarás.

Saldrás y vivirás, pero dentro de ti llorarás.

Y junto el Elegido te dirás:

No llorarás más, porque tu promesa

hasta el fin cumplirás.

No llorarás porque tu amigo te velará.

No llorarás porque tu hermano contigo estará.

No llorarás.

No llorarás.

No llorarás...

Texto de la Amargura de la Estrella Mayor.

Sacado del libro "La Profecía" de Godric Gryffindor.

Página 58.

Estaba sentado en una barca. La Muerte, encapuchada y vestida de negro, remaba con un largo remo. Había llegado allí sin darse cuenta de nada... Tan rápidamente... Todo había acabado... Era su fin... Su muerte... Su vida había acabado en un abrir y cerrar de ojos...

"Llévame con mi esposa" -susurró como pudo. Tenía un nudo en la garganta enorme.

"Eso haré. Ella te está esperando."

"¿Por qué?"

"Era tu hora."

Se giró lentamente hacia la muerte.

"Nadie tiene escrita su hora. Tú eres quien decide a quien quieres."

"Cierto... Por eso... Yo te quería a ti... James Potter... Y a tu esposa..."

James apartó su mirada de la muerte y lloró desesperádamente.

"Llévame con Lily."

"Eso haré."

FIN