"Lagrimas del Ayer"
Capitulo 3: Sentimientos encontrados
Por: YukaKyo
Esta Historia esta basada en el Juego de KOF , basandome principalemnte en los personajes de Yagami Iori, Kyo Kusanagi mas algunos otros, Relata la historia de como la hermana de Kyo pelea con su enemigo a muerte Yagami Iori pero al inal algo sale mal entre ambos... y la rivalidad y el odio son cambiados, por el amor...
Estaba tan entusiasmado con este momento, por fin lo había logrado, estabas tirada, sangrando y yo era el causante de todo ello, era mi venganza, mi destino, matarte, hubiera preferido que agonizaras y que sufrieras el peor de los infiernos pero creo que fui demasiado duro y no pude lograrlo, estás muerta, eso es lo que importa, veo como la luna te ilumina, la luz hace que tu sangre brille, y cada una de las heridas me recuerda que de ahora en adelante podré tener una vida, miro a la luna: - He aquí lo prometido - la miro brillar intensamente, está contenta con mi victoria sobre ti, mi victoria absoluta, tengo que celebrar esto, dejaré tu cuerpo aquí tendido, ni siquiera mereces un sepelio digno, veremos quién encuentra tu cuerpo cuando ya esté pudriéndose y carcomido por los animales, aunque eso sería un hermoso espectáculo digno de observarse, me acerqué a ti solo para verte destrozada y tirada, como un desperdicio humano, pero estabas algo a la vista y mis deseos no serían cumplidos.
Decidí tomarte y llevarte a un lugar donde nadie pudiera encontrarte, pero algo extraño sucedió cuando pasé mis brazos alrededor de tu cuerpo, tenerte en mis brazos en ese momento fue demasiado, todos aquellos sentimientos que me decían que debía matarte, en esos segundos se borraron para dar paso a otros nuevos, la sensación proveniente de lo más interno de mi ser era tan intensa que me era imposible llevar a cabo el acto que tenia en mente, pero ¿Acaso eran ciertos esos sentimientos? si yo mismo te había llevado al borde de la muerte y ahora te encontrabas en mis brazos inconsciente, pero en mi mente se repetía: "Mátala", esa palabra merodeaba en mi cabeza, por más que pensaba en otras cosas la idea de muerte seguía presente, me era imposible evitarlo, mi cabeza me daba vueltas, no sabia qué hacer, hasta que la decisión fue tomada, la tome al verte, ahí tan indefensa, con la sangre escurriendo de una profunda herida en tu ceja, te veías tan vulnerable.
El sentimiento de protección empezó a manifestarse en mi interior, fue un momento de conmoción, ocasionado por esa escena que me estremecía, no podía controlar lo que sentía, ya se había apoderado de mi y no podía negarlo, me había enamorado de ti, pero me era tan difícil aceptarlo, por todas aquellas ocasiones que me inculcaron odiarte aún sin conocerte, en mi mente la palabra "Mátala" y mi corazón adolorido gritaba "Sálvala", era demasiado extraño por la manera en que esto se me presentó, quien iba a pensar que esto me iba a pasar, pero no tenía remedio, surgió de una manera tan espontánea y me provocó sentimientos que nunca habían podido ser manifestados por mi, me agradaba, y no quería dejar de sentirme de esa manera, era una alegría sincera y verdadera, como jamás en mi vida había sentido, el solo hecho de tener tu cuerpo cobijado entre mis brazos, de mirar tu rostro sereno, iluminado por la débil luz de la luna que nos alumbraba con su opacidad. La decisión estaba tomada, ya ahora nada más importaba que protegerte, de todo lo que te pudiera pasar, estaba convencido de mis actos y seguro de que la decisión era la correcta, incluso por conservar esto que siento muy dentro de mi, sería capaz de entregar mi vida por ti, protegerte de todo lo que se revele en tu contra, ser tu fiel aliado y luchar por esta maravillosa sensación a la que todos llaman amor.
Acaricié tu mejilla apartando algunos de esos mechones rebeldes que me impedían observar tu rostro, de pronto abriste tus ojos encontrándose con mi mirada, había un poco de miedo en ellos, miedo hacia mi persona, por primera vez esa mirada me causó dolor y no la alegría que antes sentía cuando observaba una mirada así como aquella, realmente me lastimó ver el temor en esos bellos y radiantes ojos, tal vez yo había tomado una decisión, pero, ¿Acaso sería correspondido? no estaba seguro de lo que tú pensabas, no tenía idea de cómo reaccionarías ante lo que yo sentía, pero eso no me importaba, yo por ti haría cualquier cosa y lo primero era que te enteraras. Tu mirada permanecía fija y atemorizada al verme y un tremendo silencio estaba presente, te revolviste entre mis brazos intentando safarte de ellos, pero me apresuré a dejarte inmóvil nuevamente entre ellos, te detuviste cuando notaste que ya no tenías escapatoria, pero cuando volviste a mirarme en mi rostro había una sonrisa, la más pura de ellas solamente para ti.
Esta vez no era miedo lo que veía sino, confusión y sorpresa, ya no te resistías más, ciertamente notaste que no había de que temer, tal vez llegaste a pensar que algo me tramaba, pero en cualquiera de los casos no era nada en contra tuya, tú notaste en mi rostro algo diferente, y no estoy seguro si eso fue lo que hizo relajarte, pero en un instante, tu mirada cambió, me miraste fijamente a los ojos y por fin el silencio se rompió: - ¿Por qué? - dijiste solamente, desvié la mirada, sabía el significado de aquellas palabras, "¿Por qué no te había matado?" ¿Cómo podría matar a la persona que ahora se ha convertido en la parte fundamental de mi existencia? volví a encontrarme con tus ojos pero esta vez fui yo quien quedó sorprendido, ya que de ellos bajaban las lágrimas libremente y tu expresión denotaba infinita tristeza, esas lágrimas derramadas me hirieron el alma, no podía creer que yo fuera capaz de provocarte semejante cosa, tu tristeza me contagio y al ver el llanto en tu cara quedé destrozado, pero aún así, confundido, ¿Cuál era el motivo de tus lágrimas? - ¡¡Es preferible morir que seguir aquí sintiendo tu odio y tu desprecio!! - gritaste exaltada, ocultando tu rostro entre tus manos y tus sollozos desgarraban el silencio que nos envolvía, comprendía lo que decías y la alegría nuevamente se apoderó de mi corazón, tú tampoco me odiabas, pero tú no entendías mis deseos hacia ti, tu cara de ángel, inocente e indefensa me conmovió y una lágrima salió de mis ojos, cayendo lentamente sobre tu rostro, al mirar esto tú te desconcertaste y me miraste fijamente, seria y confundida, podías mirar cómo el dolor que invadía mi corazón, se había destruído totalmente, y buscaba consolarse con un alma tan pura e inocente como la tuya.
Siento algo cálido en mi mejilla, es tu mano que retira algunas de las lágrimas que resbalaron por mi rostro, al parecer el destino tenía entre sus planes que nos encontráramos en esta situación y aclarar las cosas, finalmente estabas comprendiendo la situación en la que me encontraba. En ese entonces sentí un gran deseo de acercarme más a ti, pero seguía pensando en la reacción que pudieras tener, sin pensarlo dos veces, acerqué mi cara hacia la tuya poco a poco y observando que tú me seguías el juego continué, pude sentir la tibieza de tus labios contra los míos, suaves y apetecibles, solo era un ligero contacto, pero pronto sentí como empujabas tu boca hacia la mía y sentí tu lengua rozando mis labios pidiéndome el permiso de entrar en mi boca, inmediatamente accedí a tan insinuante petición y sin pensarlo, en un instante estaba sintiendo un placer jamás antes conocido, me sentía en las nubes, y sin despegarme de ti, mis manos tomaron tu cabeza, y seguía disfrutando este momento inolvidable, jamás me habían besado con aquella intensidad que me demostrabas en esos momentos, o ¿Era solo acaso que por ser una unión prohibida era tan intensa y deliciosa? no lo sabía pero deseaba que aquel beso no se terminara, aunque lamentablemente así tendría que ser, nuestros pulmones necesitaban aire y nuestros cuerpos lucharían por obtenerlo. Sin importar el tiempo transcurrido para mí fue algo eterno y como ninguno, un beso que a pesar de tan intenso era en parte tierno y delicado, tus suaves y carnosos labios irremediablemente se fueron separando de los míos pero con un deseo de permanecer junto a los míos por siempre, ahora solo nos mirábamos mutuamente, toqué mis labios aun dudando que todo aquello hubiese sido verdad, como un hermoso sueño del que no quisiera despertar, pero era cierto, vi tus labios tan rojos y húmedos por la urgencia de nuestro beso anterior y me comprobaban que no era ningún sueño, que es la más hermosa de las realidades, sinceramente en ese momento pude haber pensado que no podía ser verdad pero los hechos lo delataban.
Me quedé mirándote fijamente, y tu mirada penetrante estaba enfocada hacia la mí, de nuevo fue un momento eterno, me sentía dentro de tu interior y sentía cómo tú te inmiscuías en el mío, estábamos unidos, éramos la unión de algo inexplicable, pero toda una realidad, éramos la unión de lo imposible, la comunión perfecta entre el odio y el amor, entre la arrogancia y la bondad, éramos tú y yo solamente, las palabras sobraban en aquellos momentos, nuestras miradas explicaban todas aquellas dudas que aún quedaba en nuestro interior, dándonos a entender nuestros verdaderos sentimientos. Fue entonces cuando con delicadeza y ternura tomé tu mano entre las mías y la besé, prometiéndote que nunca dejaría que algo te pasara, en ese momento me sentía radiante, con un resplandor provocado por ti, sin ti, esa luz en mi interior se convertiría en sombras, oscuridad, rencor y resentimientos, tú eras lo que me hacia falta para sentirme completo, pero debíamos separarnos por ahora, lo sentí en tu mirada tan dulce y tierna que me habías dedicado solo para mi, una bella mirada por mi, lentamente solté tu mano dejándola libre, para que empezaras a alejarte, pero ¿Realmente lo harías? tus ojos se veían algo indecisos, en ese momento, podías elegir lo que quisieras, era una elección que solo tú debías tomar, una parte de ti decía "Si, vámonos, dejemos este momento en este lugar", pero la otra parte de ti te decía "No te vayas, quédate a su lado, ¿Y si esto no volviera a ocurrir?" definitivamente tú no considerarías este momento solo como algo que pasó, marcó la vida de ambos como no teníamos idea, quedaría marcado en nuestra mente por siempre y eso me diste a entender cuando te acercaste nuevamente a mi y me besaste dulcemente, dándome a entender que seguiríamos juntos, por hoy nos separábamos, pero no sería para siempre.
Te separaste y me diste la espalda para alejarte caminado decidida por aquel bosque tan solitario donde nos encontrábamos, me dejaste la promesa de algún día volvernos a unir en esta comunión prohibida, prohibida y tan deseada por nosotros, y que indudablemente volvería a repetirse, no separé mi vista de ti hasta que desapareciste entre los árboles, y en mi ser habitada una tranquilidad tan serena y llena de vitalidad, era diferente, era una persona entera, me sentía lleno de alegría y esperanza, y decidí tomar mi camino y proseguir por el sendero del destino acompañado de mi fiel compañera que iluminada mi paso en aquella fatídica noche en la que murió el odio y nació el amor en nuestro corazón. Y la promesa seguía en el aire, no más peleas, no más odio, no más guerra entre ambos, solo la promesa de amarnos eternamente, hasta el fin del mundo, ahora todo permanecía en calma, apreciaba los mínimos detalles, el aire puro y fresco que respiraba y llenaban mis pulmones, las estrellas en el cielo parecían brillar como nunca, parecían estar felices por el nacimiento de un verdadero amor, mi cuerpo, relajado descansaba finalmente, todas aquellas sensaciones fueron tan intensas que no me di cuenta de las heridas que llevaba en mi cuerpo, llevaba la camisa rota y algunas marcas en los brazos, la sangre goteaba de mi rodilla lastimada y por mi frente se escapaban algunos rastros de sangre que resbalaban hasta mis ojos impidiéndome mirar por unos instantes.
Empecé a caminar un poco más rápido para llegar a mi departamento, pero lo sucedido anteriormente sanaba mis heridas y me daba fuerzas suficientes para poder seguir en pie, aquello fue realmente revitalizante y al llegar al departamento me tiré súbitamente sobre la cama para poder descansar, pero en mi mente solo había una cosa, no podía dejar de pensar en ti, pero por más que aquella sensación de alivio por mis sentimientos fuera fuerte, mi cuerpo reclamaba la atención que necesitaba, me levanté despacio para ir directamente al baño a tomar todas aquellas medicinas, gasas y vendas que necesitaría para curar mis heridas, regresé con todo lo que necesitaba y me quedé pasmado al ver una silueta sentada en mi cama, en las circunstancias en las que me encontraba tal vez podría ser solo una ilusión o un reflejo de mi mente de tanto pensar en ti, ¿Era tanto el deseo que tenía de volverte a ver, que lo estaba imaginando? no alcanzaba a distinguir lo que veía y decidí acercarme, ¿Acaso había alguien más en la habitación? ¿Serías tú? me acerque lentamente, para saber si ciertamente te encontrabas en ese lugar, pero no había nadie ahí, era solo el juego de sombras lo que había traicionado a mi visión. Exhale molesto y tire todas las cosas que traía en mis manos encima de la cama, humedecí algunos pedazos de algodón con suficiente alcohol y los dejé a un lado de mí, y empecé a quitarme mi camisa destruída, era tanta la ilusión de tenerte conmigo que mi visión me traicionaba, mientras me quitaba la camisa no dejaba de pensar en ti, y tenía un presentimiento de que pronto podría volver a verte, sentía tu presencia a mi lado como en aquel memorable momento, tu fragancia la sentía impregnada en mi piel, para mi tú estabas conmigo sin importar en dónde estuvieras físicamente.
Retiré totalmente la camisa de mi cuerpo, arrojándola lejos, cuando sentí que algo húmedo impregnaba las heridas de mi espalda haciéndome cerrar los ojos por la sensación del alcohol en la carne viva - Tranquilo - era tu voz sin duda alguna y habías sido tú quien puso aquella plasta sobre mi espalda, mis heridas ardían intensamente pero la voz que me susurraba me tranquilizó completamente dejándome inmune al dolor, al sentir tus manos en mi espalda sentí cómo un estremecedor calor atravesó todo mi cuerpo, tu presencia a mi lado lo tranquilizaba todo, mis heridas estaban siendo curadas por ti, cada roce de tus manos, me hacia olvidar el dolor de aquellos medicamentos sobre mí, pronto sentí como buscabas entre las cosas de la cama algunas gasas para cubrir mis heridas, asegurándote de que estuvieran limpias y bien protegidas.
Tanta atención hacia mí me hizo sentirme considerado, realmente te importaba, y justo cuando me vendaste me di la vuelta para observar tu hermosa cara resplandeciente como siempre, no dijiste nada, solo sonreíste, y tomaste otro algodón y limpiaste la herida de mi frente, bajé la cabeza al sentir aquel escozor lacerante, lo apartaste de mi rostro y te inclinaste para verme - Perdón, no debí hacer eso, disculpa - susurraste quedamente con la voz más dulce que jamás había escuchado, te miré nuevamente y sin darte tiempo de reaccionar, te abracé por la cintura, lucías realmente como una diosa, mi diosa, al tomarte de la cintura tus brazos rodearon mi cuello y, tu mirada y esa sonrisa me contagiaron, era un momento pleno y lleno de felicidad, era un momento realmente mágico para ambos, estando ahí, un sentimiento de nostalgia me invadió y recargué mi cabeza contra tu hombro abrazándote suave para no lastimarte ya que tú también debías de estar herida, delicadamente nos recostamos sin dejar de abrazarnos, no nos separaríamos por nada, estábamos realmente agotados, me recosté de espaldas y tú colocaste tu cabeza sobre mi pecho, me sentía unido a ti, de nuevo éramos uno, podía sentir como tu corazón ardía como el mío.
Tomé tu rostro entre mis manos atrayéndote a mi cara para poder nuevamente disfrutar de la caricia de tus labios sobre los míos, suave, despacio y pausado, sintiendo como cada minuto, cada segundo dejaba de pasar, deteniéndose lentamente y sentíamos como el tiempo se detenía, haciéndose cómplice nuestro en aquel momento, el cual esta vez perduró más que el anterior, habíamos creado nuestra propia dimensión, estábamos totalmente incomunicados del mundo que conocemos, esa habitación era nuestro propio mundo, éramos únicos y solo nosotros existíamos en ese momento. Solté tu rostro y te atraje más a mi cuerpo, pasé uno de mis brazos por tu espalda y noté cómo tu rostro mostraba una mueca de dolor puro, había seguramente tocado alguna de tus heridas, me levanté poco a poco atrayéndote conmigo, quería curar tus heridas tal y como tú lo habías hecho conmigo, aunque confieso, soy un desastre cuando de vendas se trata.
Comencé a quitarte la blusa que traías, que aunque un poco rasgada cubría tu cuerpo, a pesar de estar lastimada y algo herida tu piel era tan suave, al tocarla con mis manos pude notarlo, y ahí te tenia, yacías semidesnuda en mi cama y estaba sumamente nervioso tratando de curarte, me pregunto cómo pudiste curarme tú sin sentir todo ese nerviosismo que estaba experimentando en esos momentos, intenté alejar esos pensamientos de mi mente ya que si no lo hacía podía herirte en vez de curarte, deslicé la plasta de algodón por tu piel, llevándome todos aquellos rastros de sangre que se habían secado y de una manera cuidadosa terminé por limpiarte, coloqué las vendas de la mejor forma posible y puse todas las cosas a un lado, podría decirse que estábamos sanados, te tenía frente a mi, aún semidesnuda y teníamos una cara de agradecimiento mutuo, el momento seguía siendo tan celestial, a pesar de que no habíamos hecho más que curarnos sentía cómo lo hacíamos con tanto amor, pensando el uno en el otro, ¿Quién pensaría que nos llegaríamos a amar a tal extremo? ¿Pero por qué no iba a ser esto posible? si nos llegamos a odiar hasta desearnos la muerte, como una locura enfermiza, el deseo de sangre de ambos, y ahora esa locura de sangre se convertía en la más hermosa de las locuras de amor que pudiera existir,
Todo es posible en este mundo, y pasamos de un extremo al otro, del odio a muerte, al eterno amor, el cual se apoderó de nosotros como nunca lo había hecho, un amor que perdurará por siempre, y en el que tendremos plasmados en la mente aquel recuerdo que nos trajo a esto, ¿Cómo olvidar el inicio de esta locura?, cuando nos encontrábamos en un odio temible y desesperante, insaciable de muerte, y pasamos a este interminable amor. Te abracé nuevamente, sintiendo tu cuerpo y tu aroma inconfundible cerca de mi, correspondiste a mi abrazo pasando tus brazos por mi cintura, recostando tu cabeza en mi amplio pecho y nos quedamos así por un largo momento, silenciosos escuchando nuestros latidos y el aire que entraba por la ventana y hacia bailar a las cortinas, relajados, tranquilos, tus brazos a mi al rededor y los míos al tuyo, así cerca uno del otro sintiendo la calidez de nuestros cuerpos, pero de pronto sentí un ligero temblor de tu parte, no había notado que el aire que entraba por las cortinas ahora era helado y te dolía recibirlo en tu espalda desnuda, fue algo imprudente de mi parte no haber pensado en eso, incluso yo mismo sentía el aire fresco y sereno que invadía la habitación, el calor proveniente de nuestros cuerpos no era suficiente para sofocar el cuarto, lentamente fui rompiendo el abrazo que nos unía y me alejé de ti para caminar hacia donde se encontraba aquella ventana, y pude cerrarla y evitar el paso de aquella corriente helada, instintivamente miré por ella hacia abajo donde aún pasaban algunas personas por las calles solitarias en aquellas altas horas de la noche.
Ya era algo tarde y nuestros cuerpos necesitaban descanso, nos lo exigían, y como no, en esas condiciones ¿Quién no se reconfortaría con un buen descanso? ya cerrada la ventana mi mirada se volcó contra ti y observé que te veías algo cansada, pero no me dirigí hacia ti en esos momentos, caminé hacia mi armario abriéndolo para sacar alguna ropa para ti y para mí, el ambiente en mi habitación estaba helado y tú seguramente seguías temblando de frío, y yo lo había jurado, debía protegerte de todo y eso haría en esos momentos, tal vez era algo insignificante pero para mi significaba mucho, protegerte absolutamente de todo, tomé la ropa y te la entregué: - Cúbrete, te hará bien - dije con una voz protectora que mostraba preocupación, de seguro pensaste que estaba siendo muy atento contigo y realmente lo merecías, tú merecías lo mejor, observé en tu mirada el agradecimiento por mi gesto, tomaste la ropa entre tus manos y empezaste a pasarte las prendas por tu cuerpo, yo hice lo mismo con aquella camisa negra de franela que había sacado, realmente a mí también me había dado frío, cuando terminé, noté que me mirabas fijamente, como esperando a que te dijera algo, pero dudé en decirte algo ¿Acaso había alguna palabra que decir? me quedé callado, solo seguí mirándote y me acosté a tu lado, sin romper el silencio que existía, las palabras no eran necesarias, parecía que con nuestras miradas se creara un lenguaje alterno que solo tú y yo entendíamos, sabíamos perfectamente lo que pensábamos, de nuevo, estábamos tan unidos, como si fuéramos uno solo.
Recosté mi cabeza en mi brazo y te miré esperando a que te recostaras a mi lado, vi que te sonrojaste un poco, pero después hiciste lo mismo que yo había hecho, y me mirabas atentamente, y yo volvía a perderme en tus ojos tan profundos que me habían hechizado desde el momento en que te había conocido, los dos sabíamos que necesitábamos recuperar nuestras fuerzas, estábamos algo débiles, los dos seguíamos mirándonos mutuamente pero de pronto observé que tus párpados empezaban a caer, mostrando necesidad de cerrarse, pero aún así siguiendo observándome, debíamos dormir en ese momento, alargué mi brazo hasta donde estabas y te atraje hacia mí, volviendo a acomodar tu cabeza en mi pecho, sentí como me abrazabas y suspirabas aliviada, me parecía que no querías dejar de verme temerosa de que todo lo nuestro fuese un sueño, pero ya no temías eso al estar en mis brazos, ya que te demostraban que en realidad todo aquello estaba sucediendo, era una realidad totalmente cierta, verdaderamente estábamos juntos, sentía como poco a poco tus músculos dejaron de estar tan tensos y se fueron relajando hasta que quedaste completamente dormida, y yo seguía observando aunque el sueño y el cansancio ya estaban presentes en mí, te abracé un poco más fuerte y mencioné tu nombre dulcemente, escuchando un suave gemido de parte de ti como respuesta, sonreí y escuchaba tu suave respiración, que me arrulló hasta quedarme dormido tan tranquilamente como nunca jamás lo había hecho antes.
