Ésta es la continuación de Capitán Leisma, no pensaba escribirla pero al final me he decidido. Es diferente y tiene un toque de misterio que la otra no la tenía, espero que os guste, que disfrutéis con ella y que mandéis muchos reviews. Yo los espero con impaciencia.
Los personajes que no conocéis son inventados a parte a los que ya conocéis de la anterior aventura.
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Capítulo 1. Amigos
Dormía plácidamente cuando uno de mis tripulantes me despertó, ¿Por qué no me despertó Jack? Observé que no estaba. ¿Dónde está Sparrow? –pregunté-
-Se ha ido a hacer unas cosas a la isla de Ienar –contestó- volverá dentro de poco.
-… ¿Por qué no ha querido que fuese con él?
-Yo cumplo órdenes capitán.
-Gracias por despertarme.
El tripulante subió a cubierta. Me arreglé un poco y subí también, pude observar que habíamos vuelto a anclar el barco en el puerto de la isla. Me carcomía la cabeza pensando donde estaría, no es que lo controle, ni mucho menos, pero no me gustan que me digan que se van sin saber a donde, y tampoco podía irme pues debía estar al mando del barco cuando él no estuviera.
-¡Capitán! –exclamó uno de proa- ¡Venga rápido!
Corrí lo que pude hasta llegar a proa, el tripulante que guardaba esa parte del barco observó con el catalejo que alguien parecido a Jack se iba acercando al barco. Cogí el catalejo y mire por él, cuando lo vi…
-¡Roan, Bigger, Rein! ¡Venid conmigo!
Bajé del barco corriendo sin poder quitarme de la cabeza el estado en que estaba, los tripulantes me seguían detrás, con una expresión de preocupación. Sparrow no andaba lejos.
Jack andaba arrapado a la pared, apoyándose sobre su mano izquierda, la otra la tenía más o menos en su lado derecho, ensangrentada.
-¿Quién te ha hecho esto? –pregunté ayudándolo-
Pero no pudo contestarme su cuerpo cayó sobre mí como un peso. Bigger lo cogió sin hacerle más daño del que tenía y lo llevamos a una especie de hospital, allí lo atendieron nada más verle.
Nos ordenaron que lo pusiéramos en la cama de la habitación superior.
-¿Sois amigos suyos? –preguntó el sanador-
-Sí.
-Subid conmigo, así no estará solo.
…
-Dios… -dijo él al ver la herida- es de espada…
-Eso parece…
Empezó a sanarle la herida, Jack aunque permanecía inconsciente se le escapaba algún gesto de dolor, y su mano agarrada a la mía la apretaba con fuerza.
…
-Ahora dormirá por el sedante.
-¿Puedo quedarme con él?
-Sí, si lo desean, uno de vosotros puede quedarse a dormir, pero tendrán que discutirlo. Yo si me disculpan tengo que atender a más gente. –dijo yéndose-
-Quédate tú capitán –dijo Rein-
-Pero ¿y el barco?
-Estará bien protegido.
-Bien, si sabéis de alguien que le pueda haber hecho esto al capitán, avisadme.
-De acuerdo.
-Hasta luego. –se despidieron-
Volví de nuevo a tener mi mirada en él, no podía dejar de pensar en quien le habría hecho tal barbaridad. Quizá solo hubiera tenido una pelea… pero algo me dice que no fue así.
Tenía el gorro medio caído y pudiese ser que le molestara, así que se lo acabé de quitar, también quitándole el pañuelo, para que se acomodase del todo. No parece un pirata cuando duerme. Su mano aún tenía cogida la mía mientras que con la otra le iba acariciando su rostro, apartándole los pelos que le pudiesen molestar. … Aquella noche iba a ser muy larga…
…
Desperté de una horrible pesadilla infantil, la había vuelto a recordar. ¿Por qué estoy aquí? La pregunta se respondió cuando vi mi tronco vendado y a Elian durmiendo a mi lado. Se había pasado toda la noche allí, conmigo, haciéndome compañía. Yacía recostada en la butaca, su mano cogía la mía, suave y fina. No la quería despertar pero alguien entró en aquella habitación y la despertó con el portazo que dio, pues la corriente que había era fuerte.
-¿Cómo te encuentras? –preguntó aquel hombre de avanzada edad y con sus ojos cargados de experiencia-
-Duele.
-Es normal, casi te traspasan la espada por el otro lado.
-Sí…
-¿Cómo te encuentras? –preguntó ella preocupada-
-Estoy bien.
-Tu cara de ayer no era alegre, el dolor te carcomía.
-…
-Ahora os dejo solos, tendréis de que hablar.
-¿Quién te hizo eso?
-Aquí no debo contártelo.
-Te podían haber matado.
-…siento el haberte mantenido preocupada.
-…lo que importa ahora es que estés bien y que te recuperes pronto.
-¿Crees que podríamos ir a hacer una visita a Lían?
-Seguramente habrá crecido mucho, después de dos años.
Hizo un gesto para levantarse pero la herida le dolía mucho. No te levantes –dijo-
-Es que quería cambiar de posición.
Se levantó de la butaca y se sentó en una esquina de la cama, su mano volvió a coger la mía y con la otra me acarició de nuevo el rostro, yo puse la suya sobre la suya y la toqué con suavidad. ¿Por qué no me avisaste esta mañana? –preguntó-
-Por que no quería despertarte. Dormías profundamente cuando me levanté.
-¿Qué obligaciones tenías o tienes con esta isla?
-Hace tiempo que no la había visto y no había tenido tiempo para venir. Ahora que estaba tan cerca quería volver a respirar su aire.
-Me alegro de que solo fuera eso.
Mi mano pasó de coger la suya a acariciar su vientre, éste duro y un poco abultado.
-¿Cómo te sientes?
-De momento bien.
-La leyenda de la montaña era una farsa.
-Estaba claro que era una farsa, no te quedas en estado así por las buenas.
-¿Cuánto tiempo quieres quedarte en la isla?
-El que haga falta. Tengo muchos asuntos pendientes que dejé a medias.
-Me gustaría comprar algo de ropa, la que tengo está casi rota.
-Como quieras, pero no vayas sola.
-Te noto preocupado.
-No es por sobreprotegerte pero…
-¿Lo dices por? –mi mirada le respondió- no te preocupes, si tu deseo es que vaya acompañada, iré con compañía.
-Tu carácter ha cambiado.
-Igual que el tuyo.
Sin esperar un segundo más le besé en sus labios, apasionado y sereno.
…
Cuando pudo tenerse en pie, ayudado por Bigger que vino a verle en representación de la tripulación, lo llevó en sus brazos hasta el barco, Jack parecía sonrojado al ir por la calle así. …
-Ya estamos… -dijo Bigger-
-Sí, ya era hora… que vergüenza…
-Tienes los mofletes colorados –dije riendo-
Lo bajó hasta el camarote, allí lo acomodó en la cama, para que no se moviera.
-No te muevas –dije- si te mueves será peor.
-…
-Tendrás a Rein para vigilarte y para lo que haga falta.
-Sí… ¿Vas a comprar?
-Sí, me hacen falta algunas cosas.
-Toma… -dijo sacándose una bolsita del bolsillo- aquí tienes suficiente.
-Gracias pero ya llevo.
-Da igual, no gastes el tuyo. Trae algo de ron.
-Sí, no te preocupes. Ahora duerme. –le di un beso en la frente- que falta te hace.
-Más te hace a ti que a mí, por cierto ¿con quien vas?
-Con Mani y Leone.
-De acuerdo, y ten cuidado.
-…hasta luego…
….
Fui a comprar algo de ropa para mí, comida para no tener que ir a una taberna, agua para tenerla en la bodega, también comida para días siguientes… y ron. … Mientras iba por la calle un cuarteto nos seguía, ni aunque fuera acompañada dejaban de perseguirnos. Leone y Mani parecían ya nerviosos. Sus caras no me eran conocidas, uno de ellos parecía ser el jefe del grupo, el que tenía la mirada más fría. ¿Eran piratas? ¿O eran simples ladrones? El caso es que sentía miedo, miedo de volver a revivir aquellos momentos cuando estuve con Barbosa, no quiero ni recordarlo…
-¡Eh tú! ¡La de la melena! –exclamó uno de ellos-
No quería parar, nuestros pasos cada vez eran más raudos. No les conocía de nada y no quería conocerlos.
-¡¿Conoces a Sparrow?!
Me quedé parada, ¿Le conocían? ¿De que? Me giré para verles la cara de nuevo.
-De que le conocéis…. –pregunté-
-Somos amigos suyos.
-Los amigos no siguen a los demás por las calles.
-Sentimos si has pasado temor.
Parecían más amables…
-Mi nombre es Leiko, capitán Leiko –dijo el que parecía el capataz del grupo- ellos son Ron, Wen y Mack.
-Encantados señorita –saludaron los otros-
Leone y Mani se interpusieron al ver que Leiko se acercaba.
-No deseo hacerle ningún daño, faltaría más.
Se apartaron. Soy Leisma –dije- un placer.
-¿Leisma? ¿La pirata más peligrosa de los siete mares? Pero durante dos largos años el nombre y la chica han dejado de existir.
-¿De qué conocen a Sparrow?
-Como le hemos dicho antes, somos viejos amigos. Y perdone por haberla llamado antes con tanto descaro.
-No tiene importancia.
-Deseamos ver a Sparrow con urgencia, si es que lo conoce.
-¿Qué urge?
-Problemas y de los gordos.
-…
¿Qué debo hacer? No los conozco, ¿y si me engañan?
-¿Está? –preguntó refiriéndose a mi estado-
-Sí.
-Déjeme que la ayudo –dijo amablemente-
-Gracias pero ya puedo sola.
-No, no, usted debe ir lo más cómoda posible.
Las bolsas que llevaba no pesaban demasiado.
No podía decirles que no, pero no me quedó clara una cosa ¿Por qué aparentan ser quien no son? Lleguemos a la Perla, allí nos esperaban el resto de la tripulación junto con Jack en el camarote.
-Esperad en cubierta –dije-
Baje y lo encontré medio dormido. Jack, hay cuatro amigos tuyos que preguntan por ti –dije-
-¿Por mi?
-Sí, me parecen muy sospechosos.
-A ver… ayúdame. …y justamente hoy…-remugó-
-¿Parece que te duele menos, no?
-Eso parece…
Subimos a cubierta, los cuatro supuestos amigos no se habían movido ni un milímetro, permanecían ahí. Ahora tenían los gorros quitados, de manera que podía vérseles perfectamente el rostro. Los ojos de Leiko eran grises y su rostro era fuerte y una barba de tres días, parecía más bien joven al juzgar por su inexperiencia, ésta mostrada en sus ojos. Su pelo era media melena y de color paja. Vestía con una camisa cruda de anchas mangas, protegida por un chaleco de color azul marino, los pantalones eran del mismo color, solo que éstos eran piratas, seguidos por unos calcetines altos también crudos y unos zapatos de la época. La espada no le faltaba para acompañar al cinturón.
Ron parecía el más adulto de los cuatro, aunque su rostro mostrara lo contrario, fino y a la vez áspero. Sus ojos eran pálidos y su expresión decía más bien experiencia y tranquilidad, el pelo recodito con una cola muy pequeña. Vestía parecido a Leiko aunque el color de sus ropas eran diferentes, color marfil era su camisa y granate sus ropajes.
Wen, quizá el más vivo de los tres que acompañan a Leiko, su mirada refleja muy bien su característica. De ojos oscuros, casi negros y brillantes, su pelo es rubio como el oro y su piel descremada, tenía una cicatriz en diagonal desde el inicio de la oreja hasta la mejilla. Vestía parecido a un pirata, con sus accesorios y con botas. No le faltaba la espada.
Mack era el más joven de los cuatro, aunque de expresión experta y adulta, de ojos claros y rojizos. En su barbilla tiene una pequeña perilla oscura. Su pelo era largo y granate con reflejos marrones oscuros. Sus ropajes eran diferentes de los demás, éste vestía como un pirata pero con otro aire. Una camisa deshilachada de color marfil con un jersey también deshilachado que le caía por los hombros, con mangas largas y anchas, cogidas por los puños en sus muñecas de color negro muy oscuro. Su pantalón era largo, negro y ajustado, las botas las tenía por dejado de éstos. La espada la tenía también en el cinturón, pero ésta parecía diferente a las otras, se la veía con antigüedad y de gran valor. Al igual que sus anillos y pulseras, el segundo dedo empezando por el meñique tenía dos anillos de plata, en los dos pulgares tenía uno en cada. Para adornar su cuello tenía una gargantilla de oro, visible a lo lejos y para acabar tres pendientes en la oreja, dos en la parte inferior y uno en la superior, los tres de aro y de oro.
En cuanto los vio se puso derecho y sin apoyo en lo referente a mí. Los miró uno por uno, éstos lo miraban a él, sujetando el sombrero en sus manos. En el rostro de Jack se figuró una endiablada sonrisa.
-Parece que tendremos que hacerte memoria… -dijo Leiko-
-Vuestros rostros me son conocidos pero no logro saber exactamente de que.
-Estoy llegando a pensar que el mar te ha hecho olvidar tu pasado. ¿Te lo hacemos recordar?
Las manos de los cuatro chicos fueron a parar a sus espadas, llegando a hacer fuerza para sacarlas.
-¿Qué tal una pequeña lucha para recordar viejos tiempos?
-No puede luchar –dije interpusiéndome- está malherido.
-No lo sabíamos.
-Pero seguís sin guardas vuestras espadas.
Las guardaron, pero en sus expresiones había aún recelo por no haber luchado.
-¿Qué tal si os presentarais? –preguntó Sparrow-
-Espero que te acuerdes de nosotros. Leiko es mi apellido.
-¿Endar Leiko?
-Sí, Jack Sparrow.
-¡¿Tú eres Leiko?! ¡¿El que tenía tres años cuando jugábamos?!
-El mismo.
Los dos se abrazaron como viejos amigos.
-¡Cuánto tiempo!
-Demasiado. ¿Vosotros sois…?
-Akenaz Ron –se presentó-
-Elaon Wen.
-Dios, lo que has crecido…
-Edeinel Mackent –se presentó el tercero-
Los abrazó uno a uno recordando viejos tiempos en esos abrazos. Ella es Elian Leisma –me presentó-
-Así que la pirata más buscada durante dos años está contigo…
-Je, je.
-No me dirás que… -indicó con su mirada mi vientre-
Jack se sonrojó.
-¿Sí? Esa si que es buena. El que decía que siempre sería libre.
-¿Decías eso? –pregunté-
-Bueno, pero eso era cuando tenía cuatro años… -seguía sonrojado-
-Ya me gustaría a mí tener un pirata a si a mi lado… -comentó Ron-
-No os quedéis ahí, estad cómodos.
-¿Pisamos la Perla Negra, verdad?
-Sí.
-El que era tu sueño.
-No me gusta hablar del pasado…
-No, por que te sonrojas –dije yo riendo-
Todos nos pusimos a reír.
Jack le invitó al comedor, abajo podrían sentarse y "disfrutar" de la Perla Negra.
-¿Qué ha sido de vosotros?
-Bueno… no nos hemos movido mucho de aquí. –habló Leiko-
-Hemos ido de un lado para otro… pero nada más –continuó Mack-
A éste último se le veía más reservado.
-Por favor, siéntate –dijo él al verme un poco mareada-
-Estoy bien…
-Por favor… -dijo apartándome la silla para que me sentara-
-Gracias.
En la conversación hablamos sobre lo que fue parte de su infancia juntos, y de lo que son ahora. Me parecen muy simpáticos y agradables. Leiko resulta ser hábil con las manos, le gusta ser pirata pero también desea estar con su familia. Ron en cambio no le importa, no tiene mucha familia y la que tiene no esta muy ligado. Los otros dos no llegué a saber exactamente lo que deseaban o querían.
