Ésta es la continuación de Capitán Leisma, no pensaba escribirla pero al final me he decidido. Es diferente y tiene un toque de misterio que la otra no la tenía, espero que os guste, que disfrutéis con ella y que mandéis muchos reviews. Yo los espero con impaciencia.
Los personajes que no conocéis son inventados a parte a los que ya conocéis de la anterior aventura.
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Capítulo 2. La isla.
Seguía sin enterarme quien había sido el que le había hecho eso a Jack, me tenía preocupada. ¿Y si volvía? No sé que le haría si lo viera, o la viera. Que también puede ser una mujer, entonces si que me interpondría. … Los cuatro amigos se fueron a dormir a su casa después de hablar y hablar durante toda la noche, parecía que les daban cuerda. Ron para arriba y ron para abajo… y yo sin poder pegar ojo, nada más que oyendo las risas y carcajadas.
-¿Se puede saber qué te pasa? –preguntó al verme enfadada-
-¿Encima no sabes qué me pasa?
-Pues, si no me lo dices, no.
-….
-¿Es por lo de anoche que estás enfadada?
-Como no voy a estarlo, si me ignoraste durante toda la noche.
-No te ignoré, estabas sentada.
-Sí, hasta que me harté de escucharos a los cinco, riendo y hablando como locos, emborrachándoos de ron.
-¿Te fuiste?
-¿Ves? No te diste ni cuenta. Y si encima hubierais hecho un poco de jaleo se hubiera podido dormir mejor.
-Mujer…yo.
-Ni mujer ni leches. Anda que por lo menos preguntas si me aburro, o si por lo menos decir, descansa tranquila en la cama. ¡No! ¡Allí, ignorada! ¡¿Pues sabes qué?! ¡Que te vas a comer tus amigos con patatas, y yo me voy a ir de esta isla ahora mismo!
Me fui del camarote.
-Elian, no hagas de un grano de arroz una montaña. –dijo siguiéndome- Hacía tiempo que no los veía ¿tan malo es eso?
-No, eso no es malo. Lo que es malo es que me ignores durante toda la noche, que ni si quieras vengas por lo menos a decir, me acostaré tarde.
-Lo siento.
-Haberlo dicho anoche.
-¡Haz lo que te de la gana!
-¡Eso haré!
…
Ay que ver, qué mujer… -remugaba mientras iba a cubierta- ya no puedes ni hablar con los amigos, no… aunque lleva razón, la ignoré durante la noche.
-¡Jack! ¡¿Te vienes a pescar!? –exclamó Leiko desde el muelle-
Miré a Elian y ésta me giró la cara. ¡Ya voy! –exclamé- …mejor no haberse levantado…
Fui con él y con los otros a pescar, no muy lejos del barco.
-¿Qué te ocurre? –preguntó Ron-
-He discutido con ella.
-Bueno, no pasa nada.
-¿Cómo que no pasa? Sí que pasa.
-Ya se le pasará, seguramente cuando vuelvas se rinde a tus pies.
-Que poco la conoces, lo que es menester es que no me arree una de las suyas cuando vuelva.
-¿Tan drástica es?
-…
-Tenemos que admitir que anoche nos pasamos –dijo Mack-
-¿Y por qué no dijiste nada?
-Yo no era nadie para decir nada, tendría que haberlo dicho Jack.
-…y no lo hice…
-Bueno, ahora te olvidas de tus problemas… que nos vamos a pescar, como hacíamos antaño.
Nos sentamos en el mismo lugar donde nos sentábamos cuando éramos niños, allí pescamos con nuestras cañas todo tipo de peces, claro que de algunos abundan más que de otros. La botella de ron no nos faltaba, aunque yo acabé harto de ron anoche.
-¿No bebes? –preguntó Leiko-
-No me apetece.
-Tengo la impresión de que nuestro viejo amigo ha cambiado mucho desde entonces. –dijo sonriendo-
-No es que haya cambiado, pero…
-Una mujer te cambia la vida completamente. –acabó la frase Mack-
-Me has quitado la frase de la boca -dijo Wen-
-Vosotros si que no habéis cambiado nada.
Tres chicas pasaron cerca de la playa de donde nosotros estábamos, a los demás se les iban los ojos detrás de ellas.
-¡Ei, nenas!
Las chicas sonrieron y vinieron hacia nosotros.
-¿Queréis un trago?
-¿Y por qué no? –dijo una de ellas- vaya… cinco piratas…
-Yo paso –dije levantándome-
-Pero no te vayas ahora –dijo Leiko- nos vamos a divertir.
-Ahí os quedáis.
No podía quedarme allí con aquellas pensando que Elian estaba allí, enfadada por mi culpa. Fue una sorpresa lo que vi cuando me giré. Allí estaba ella, mirándome con sus ojos llenos de lágrimas que no querían caerse.
La voz de Leiko nos interrumpió en nuestra mirada. Ei, no te vayas, pasaremos un rato divertido con estas bellezas –dijo-.
-Yo no voy a ninguna parte.
-¿Podemos hablar? –preguntó ella tímidamente-
-Como te voy a decir que no.
Los dejamos solos en las rocas mientras nos íbamos a andar por el paseo, nos separaba un palmo de distancia de su brazo al mío.
-Siento haberte dicho eso esta mañana –empezó ella- sentía tanta rabia que no he podido controlarme –lo dijo sin dejar de mirarme-
-Yo también tengo la culpa, por haberte ignorado y no haberte dicho nada. Lo siento…
Al decirle esas palabras me abrazó, sentí sus brazos alrededor de mí mientras susurraba "no quiero volverme a discutir contigo jamás, me siento como antes". Ahora si que la abrazé también, pues tampoco quería discutir con ella, no me gustaba la sensación. Sabía que debía aguantar su carácter, al igual que ella aguanta muchos defectos que tengo.
-¿Vamos a dar un paseo? –pregunté-
Noté que su mano buscaba la mía, ésta permanecía en el bolsillo aunque no por mucho tiempo más. Andábamos lentamente, sin prisa, parándonos en cada escaparate para ver lo que se exponía y de mientras hablábamos con alguna que otra mirada.
-Jack, tengo un tema que me preocupa mucho.
-¿Cuál?
-¿Quién te hizo la herida? Por favor, dímelo.
-No lo sé, solamente vi a uno que iba tapado totalmente, no se le veía ni los pelos.
-¿Y te hizo eso, así, sin más?
-Sí. Supongo que el que fuera tendría una cuenta conmigo.
-Te pillo desprevenido.
-Claro, incluso tenía la copa de ron en la mano. Lo bueno es que apuntaba hacia el otro lado, suerte que me giré para que el golpe me hiciera menos daño, sino, ahora ni lo cuento.
-…ten más cuidado, ¿vale?
-Lo tendré.
Volvimos a abrazarnos, tenía la sensación de que si ella hubiera estado ahí no me hubieran clavado la espada. Lentamente nuestros labios se iban acercando pero no llegaron a más, puesto que a lo lejos se sintió una voz conocida.
-¡¡Jack!!
Eran los otros, venían corriendo desde la otra punta de la calle, parecían llevar algo en la mano.
-¿Interrumpimos algo? –preguntó Leiko-
¿No ves que sí? –pensé-
-No… -respondió ella-
-¿Qué os pasa? –pregunté-
-Mirad –dijo enseñándonos un folleto no muy grande y de color amarillo-
Lo cogí y lo leí. Una invitación a una fiesta en palacio en honor a la boda del príncipe Oscar, hijo de Edgar Méndez –eso fue lo que leí- ¿Éste tío se casa?
-Sí, ¿Por qué no os apuntáis?
-Nosotros no pegamos en una boda ni con cola.
-Nosotros tampoco.
-Pero… no disponemos de tales ropas.
-Yo te puedo conseguir las que quieras. ¿No te gustaría ver a tu chica vestida por una vez de gala?
-¿Y mi opinión no cuenta? –preguntó ella para sí-
-¿Qué opinas? –pregunté- ¿Quieres quedarte en el barco anclado sin hacer "nada" o prefieres divertirte mirando los extravagantes vestidos de la realeza?
-Las dos me gustan…
-¿Por qué no probar algo que no hemos hecho?
-Vale, tú ganas.
-Bien, habrá cena y baile. –continuó Leiko con información que no estaba escrita en el folleto- y como es gratis… nos podemos hartar de la mejor comida hasta reventar.
-¿Pero habrá vestidos que me gusten?
-Claro que sí mujer, y si lo dices por la barriga… no te preocupes.
-¿Insinúas que estoy gorda? –se preguntó para sí-
-¿Cuándo es la boda? –pregunté-
-Ésta noche.
-¡¿Esta noche?! –exclamamos los dos-
-Sí.
-¿Pero de dónde vamos a sacar la ropa?
-Acompañadme. –dijo-
Comenzaron a correr desesperados hasta el final de la calle para después girar la esquina hacia la derecha, metiéndose en una casa aparentemente vieja y antigua al juzgar por la fachada medio caída.
-¡Tía Rita! –exclamó Leiko-
-¿Eres tú Endar? -preguntó una voz de mujer bastante bronca y apagada-
-¡Sí!
Una mujer de unos cuarenta años salió desde lo que parecía la cocina, pelirroja y con los ojos verdes, de piel blanca y con diversas pecas alrededor de la cara.
-¡Hola Endar! ¿Qué raro que vengas a ver a tú tía?
-Je, je. ¿Aún sigues haciendo ropa?
-Sí, aunque mi vista ya no es lo que era.
-¿Podemos verlos?
-Claro, subid a la tercera planta que ahora subo yo.
Seguimos a Leiko hacia la tercera planta, allí nos encontramos con el ático lleno de maniquíes con vestidos de alto estanding. Éstos de todos los colores, formas y combinaciones posibles, tanto de chico como de chica.
-Interesante –dije-
Elian se fue a mirar ilusionada cada uno de los vestidos, parecía una niña.
-¿Te gustan pequeña? –preguntó Rita-
-Nunca me habían llamado pequeña –dijo sonrojada-
-Mi tía tiene esa manía cuando ve a una chica joven y guapa –comentó Leiko-
-La mayoría son de seda y de lino, y de muy buena calidad –dijo Elian- y exportado desde los diversos países de origen.
-¿Entiendes de telas?
-Un poco.
-Puedes mirar los que quieras y probarte los que se te antojen, y tu también…. –se quedó bloqueada al no saber mi nombre-
-Jack.
-Tú también Jack, hay ropa para ti, pero al fondo. Vosotros también chicos –indicó a los demás- deberéis ir bien guapos y distinguidos.
-…que encajes más bonitos… -susurró Elian fijándose en uno- ¿son hechos a mano?
-Sí. Los vendo mucho y a muy buen precio.
-Pero yo no tengo el dinero suficiente como para comprar uno, además solo me lo pondré esta noche… por que como comprenderá… un pirata… no…
-Ya te entiendo ¿y sabes qué? El que elijas te lo voy a regalar.
-¿En serio? Digo, no puedo… le han costado mucho dinero.
-Tú no te preocupes por eso. Casi todos los días vienen los jóvenes de la realeza a comprarme ropa.
-Vaya…
-Ese que tienes a tu izquierda te quedaría muy bien.
-Voy a probármelo. Me muero de ganas.
-Adelante, mira allí al fondo a la izquierda hay unos probadores, tómate tu tiempo.
Se fue con su vestido al probador.
-¿Crees que esto me queda bien? –pregunté saliendo del probador vestido de chaqueta-
-¡Y tanto! Pasaría por el novio –comentó Leiko-
-Tanto como eso…
Una conversación entre Rita y otro hombre se sentía desde fuera del probador.
-¿Tienes algo para mi, Rita querida? –preguntó esa voz-
-Claro que sí Irenar.
-¿Por cierto, sabes si has visto piratas por esta zona?
-¿Piratas? No.
-Solo era para saber si los rumores eran ciertos. Bueno, enséñame lo que tengas.
Nosotros nos quedamos callados, escondidos entre los maniquíes, para que el señor ricachón no nos viera. Y justamente en ese momento salió Elian vestida de gala, con un traje de Lino, color veis con encajes blancos. Se trataba de un vestido largo, sin mangas y con escote en forma de fina v. El vestido le caía con vuelo en su cuerpo, haciendo ahora más hermosa su figura y la barriguilla casi ni se le notaba.
Irenar se quedó prendado de tal belleza, por sus ojos mostraba la fascinación, al igual que su corazón latía con más fuerza que nunca.
-Dios… mío… -logró decir- no puede creer lo que ven mis ojos…
-Creo que he salido en un mal momento –dijo Elian volviéndose-
-Esperad –dijo amable- ¿cómo os llamáis?
-….¿debo decirlo? –dijo mirándome a mí, escondido-
-Por favor.
-Elian, mi señor. –dijo girándose de nuevo-
-Elian…
-Sí eso he dicho.
-¿Elian, que más?
-Muy preguntón el chaval –dijo para sí- Leisma.
-Elian Leisma… precioso.
-Sí bueno, ahora piérdete.
-¿Qué hace una chica como tú en estos barrios?
-¿Y qué se supone que haces tú?
-Por favor, un poco de respeto.
-Sí, perdóneme. –dijo entre sonrisa y volviendo a mirarme-
-¿Por qué no me acompañáis esta noche a la boda de mi hermano? Si lo queréis.
-….bueno… tengo cosas que hacer…
-Me agradaría mucho su presencia.
-…. –volvió a mirarme mientras le decía que no con la cabeza-
-¿Qué ocurre? –preguntó-
-Pues… que yo no soy lo que os pensáis…
-¿Y que sois? ¿No seréis posadera?
-¡No! ¡Claro que no! –exclamó- como iba a ser tal cosa –dijo para sí-
-Pirata no podéis serlo, sois muy hermosa.
-Vaya… pero tengo un pequeño gran inconveniente.
-¿Cuál?
-Verá, estoy… casada sí, y espero un hijo…
-¿Con quién? –preguntó como si pensara que era falso-
-Con… Jack, está en el probador.
-Que aparezca.
-Será mejor que vaya a… buscarle… sí.
Vino hacia mí y me sacó de entre el probador, suerte que vestía con el traje y me había quitado parte de mis objetos piratas.
-¿Lo ve?
-Si… parece más un tío de pueblo… antes que un señor.
-Pero eres tú… -dije para mí-
-¿Ha dicho que se llama Jack, verdad?
-Jack, señor –dije- vete a cagar… -dije para mí-
-Ha sido un placer conocer a tan hermosa dama –dijo dándome un beso en la mano- y un… placer… conocer a su esposo… -dijo con mirada fría.
Tal como vino se fue.
-¡Que tío! –exclamé- ¡Se lo ha tragado!
Elian parecía callada.
-¿Qué te ocurre?
-Déjame –dijo yéndose de nuevo al probador para quitarse el vestido-
-Pero… ¿Y ahora qué he hecho?
-Tío, ¿no ves que le ha gustado la manera de actuar del otro? –dijo Ron-
-No creo…, Elian no es de esas.
-¿O no lo sabes por que ella no te lo ha dicho?
-… bueno…
-¡No pienso ir a ninguna fiesta! –exclamó desde dentro-
-Elian…
-¿Puedes venir un momento? –preguntó-
Me acerqué con cuidado vaya a que me soltara alguna.
-Pasa, no voy a comerte.
Los otros se reían. Entré con temor.
-Bájame la cremallera.
-Era eso… -dije para mí-
-Solo eso, ¿qué te creías?
Al girarse me cogió del brazo e hizo que entrara de golpe, cerrando la cortina de golpe.
-¿No crees que aquí no es lugar para…?
-Calla. ¡Sigue así…! –haciendo que gemía- …escúchame, aquí hay algo que no cuadra…-susurró- ¡….!
-¿?
-Finge… -susurró de nuevo- ¡…Jack…!
-¡….!
-Aquí hay una trama o algo… -susurró- …me da la nariz que sí… ¡….!
-¿Hace falta fingir tan bien? –susurré- …a mí también me da esa que sí… -volví a susurrar- ¡…nena…!
Los otros se reían, y parecían tragárselo.
-Me parece que esos cuatro amigos… y el riquito ese están… compinchados. ¡…..!
-…Habrá que esperar… a ver que pasa…
Me desabrochó parte de la camisa, me despeinó un poco y me dio un beso de los suyos para aparentar estar loco.
-Ahora sal.
-…vale… dame otro.
-Luego.
-….
Salí como si hubiera bebido mucho y balanceándome.
-Ei, como te ha ido… -dijo Leiko riendo-
-Genial… -dije balanceándome- no he visto mujer igual…
-Si no me extraña…
-Por cierto, esposo, ¿vas a ir con tu, mujer, a la fiesta? –preguntó riéndose aún más-
-Muy gracioso. ¿No la has oído?
-Sí… ¡….!
-Vete al carajo…
-Eso es lo que he oído.
-Mucho antes de eso.
-… ¡…Jack….!
-Antes.
-¡Sigue así…! –la imitaba-
-….mucho antes…
-¡No pienso ir a ninguna fiesta!
-Eso.
-…pero no te vas a encontrar con ese.
-¿Y quien dice que no? –preguntó ella desde dentro-
-…si te lo encuentras, va a pasar de ti. Estarás con tu esposo…
-Una risa más y vas volando a la fiesta –dijo corriendo la cortina- Además ¿qué querías que le dijese? ¿Qué es un pirata? Entonces si que no lo cuento, ni yo ni él.
-Mira con ese vestido estabas preciosa, y tú con ese traje pareces un hombre de alto estanding.
-Si ella no quiere no la voy a obligar, además después de ver a ese tío no me hace mucha gracia.
-Venga ya… si tu chica se muere por que la traten de vos.
-Puede que me agrade el trato ese, pero no cambio a mi pirata por nada del mundo.
-¿Y si piensas por el bebé? ¿No crees que debería estar en un lugar donde lo tuviera todo?
-¡¿Tú de qué lado estás?! –pregunté-
-Del tuyo, pero piensa ahora por el bebé. Debería tener una buena familia.
Suerte que cogí a Elian si no se tira encima de Leiko, parecía una leona en celo. No sé por que Leiko tuvo la reacción de coger a Elian por sus manos y pegársela a su cuerpo, robándola de mis brazos que la sujetaban. Ella se quedó parada sin decir nada, solo miraba a los ojos de Leiko, éste le respondía con la mirada.
-¿Quieres venir conmigo? –preguntó-
-¡¿Se puede saber qué haces?! –exclamé-
-Quítame tus manos de encima o te rompo la cara –le advirtió fríamente-
Le quitó las manos puestas en su cintura. Ahora mis sospechas eran más convincentes.
-Jack, iremos a esa fiesta para mostrar a tu amigo Leiko de que no voy a hacer ni puñetero caso al riquito creído.
-Me gustan las apuestas –dijo él seguro de sí mismo-
-Yo no estaría tan seguro… -dije para mí-
-¿Se ha ido ya? –preguntó Rita saliendo de donde fuera- Ahora que le había traído lo que me pidió.
-Se ha ido tía Rita –respondió Leiko-
-Vaya… -dijo mirándome- pasarías por la realeza.
-Leiko, ¿te importaría dejarme sola con ellos dos? –preguntó ella-
-No, claro.
Se fueron a otra parte de la tienda, mientras Elian y yo nos quedábamos con ella.
-Jack… tengo un traje más adecuado para ti.
-Que alegría me da, señora.
-No me llames señora, llámame Rita. Y también tengo algunos complementos para ese vestido, pequeña.
Elian y yo nos miramos poniendo expresión de pregunta. Nos llevó a una sala contigua, ésta con más vestidos y estanterías llenas de objetos y cajas.
-¿Te gusta ese vestido? –preguntó-
-Sí.
-Pues tengo unos zapatos que le caen muy bien, lo que pasa que no sé si te gustarán.
-¿Me los enseñaría?
-Claro, pero deberías volverte a poner el vestido.
Se volvió a poner el vestido, ahora en otro probador de la misma sala. Me quedé sin palabras y maravillado de cómo le quedaba el vestido, parecía alguien de la realeza. Mis ojos no podían dejar de mirarla mientras ella se sonrojaba al ver que casi no parpadeaba.
-Éstos son –dijo sujetando dos zapatos. Éstos con de punta tapada, talonera y un broche en el tobillo, de tacón alto y fino, del mismo color del vestido- ¿te gustan?
-Mucho.
Los cogió sin pensárselo y se los puso, parecían que estaban hechos para ella.
-Ahora tu Jack. –dijo buscando una caja en la estantería de la parte derecha- aquí está.
El traje que me sacó era mucho más a mi gusto, dentro de lo que cabe, del que llevaba puesto. Parecía que iba a un entierro.
Se trataba de una camisa color veis, pero sus cuellos eran diferentes y no tenía botones en la parte superior, en forma de uve. Sus mangas eran anchas y con puño, muy originales. Le acompañaba un chaleco de color azul marino con un grabado en lo que iría en un chaleco normal, el bolsillo. Justamente el grabado era una J. También un pantalón del mismo color y diferente a los demás pantalones, éste era con bolsillos y no era estrecho por la pierna inferior, era recto.
Aquello parecía gustarme.
