Capítulo 5. Muerte

Nos vimos involucrados en una batalla, cuatro barcos de la guardia y realeza de la isla de Ienar y nosotros, con muy poca tripulación en comparación con ellos. Sabíamos perfectamente que aquella batalla no podíamos ganarla, y que sería imposible vencer aunque un milagro ocurriese.

Delante de nuestros ojos estaban Irenar, Leiko y Ron, con sus espadas desempuñadas y en nuestra cubierta. Jack no quería rendirme por nada del mundo, pues si lo hacía tendría el mismo fin que sus padres.

-Te escapaste una vez, pero no dos –dijo Irenar-

-¡Traed a Elian! –exclamó Leiko-

Dos de sus hombres fueron a buscarla a su camarote.

-No le hagáis daño –dijo Jack-

-No le pienso hacer ningún daño a ella, si no a ti. Tendrás el mismo fin que tus padres.

-¡¿Quién los mató?!

-Mi padre. Por no habernos pagado el alquiler de aquella casucha.

-¡Maldito!

-Lo que tú digas. Pero ahora te vas a reunir con ellos.

-… no te mereces nada.

-Tú tampoco.

-¡Dejadme tranquila! ¡Se andar! –exclamaba Elian subiendo a cubierta-

-Elian…, siento no haber podido disfrutar más de tu presencia. Me hubiera agradado estar a tu lado y al lado de nuestro hijo…

-¿Por qué te despides?

-Ha llegado mi hora. Que sepas que has sido lo mejor, un regalo del cielo el haberte conocido, cuídate y cuídale a él también, yo lo haré desde arriba.

Después de esas palabras que sonaban a una despedida Irenar le disparó la única bala que tenía su arma, en el centro del vientre. Todo se paró en aquel momento, el silencio se vio roto por aquel estridente sonido. Pude ver como Jack caía lentamente al suelo, con sus ojos llenos de lágrimas y con sus manos en la herida, ésta sangraba sin cesar.

-¡¡Jack!! –exclamé en su busca- ¡No, no….! No te vayas…. –decía mientras le miraba y él me dedicaba una última mirada y sonrisa- No me dejes sola…

-Llámale… "Edaran"…

-Jack… no… -lloraba-

-…Te quiero…

Esas fueron sus últimas palabras antes de morir. Sin dejar de llorar le cerré los ojos con mis manos y le di un último beso en sus labios. … Me fui levantando poco a poco, sin dejar de mirar a Irenar despiadadamente, con frialdad y rabia, a la vez que odio y muerte, con venganza.

Dos de ahora mis hombres cogieron el cuerpo de Jack y lo llevaron a un lugar seguro.

-¡No eres más que un sucio bastardo que desea conseguir todo lo que se le antoje a un precio u otro! ¡¡Muerte es lo que debes recibir!!

-No me hagas reír, muchacha.

-….

Desempuñé la espada, él también le gustó la idea de hacer un duelo a muerte. … La rabia y la venganza me empujaban hacia él, deseaba hacerle el mismo daño, quería que sufriera lentamente el dolor que yo sentía. … Las espadas casi no se veían, solo el reflejo de éstas y nosotros ágiles con los pies y ágiles de reflejos, luchábamos a muerte, el que perdiera, perdería la vida. Yo en ese momento quería perderla, quería irme con él para siempre, pues ahora solo me quedaba el hijo que llevaba dentro de mí, lo único de él.

-No puedes ganarme… -dijo con su espada apuntándome a la barriga-

-Mátame si lo deseas, estoy dispuesta a morir.

-No, morirás tú pero no el bebé.

Cogí su punta de la espada y la puse pegada a mi vientre, notaba el frío y el pinchazo.

-Si no lo haces tú, lo haré yo.

Se quedó parado, pues su intención no era matarme, si no tenerme encerrada en ese rastrero castillo lleno de oscuridad y de mentira.

Un balazo procedente de detrás de Irenar se adentró en el cuerpo de éste, haciendo que se quedara sin poder decir palabra y con la mano izquierda puesta en la macha de sangre que iba a aumentando de tamaño en segundos. De rodillas y con los ojos aún abiertos moría, la sangre le remalimaba por la boca, hasta que calló al suelo, boca abajo y muerto.

Todos nos quedamos igual, ¿quién había disparado?

Un hombre se pudo ver detrás del cuerpo, de pie con un sombrero tapándole la mayoría de su rostro y escondido tras una capa hasta los pies. La empuñadura de la espada se dejaba ver tras la capa, al igual que sus pantalones piratas. Lentamente fue alzando la mirada hasta verle por fin el rostro.

-Deja en paz a la dama –dijo Will-

No me podía creer lo que veían mis ojos, era él, en carne y hueso.

-Has venido –dijo Edeniel con una sonrisa-

-Tal como me pediste.

-¿Os conocéis? –pregunté-

-Sí.

A los pocos segundos vimos aparecer los barcos que protegían Bahía Blanca, éstos se les conocía por la bandera blanca y una estrella azul en el centro. Eran más de seis barcos y los guardas de Irenar no podían hacer nada contra ellos.

-¿Dónde están Leiko y Ron? –pregunté-

Nadie lo sabía, había desaparecido del barco. … De nuevo la tristeza volvió a mi, las fuerzas me habían abandonado.

-¿Y Jack? –preguntó Will-

-Está… -dije yo casi llorando-

-¿Muerto? –preguntó una voz conocida detrás de mí- Vivito y coreando muchacha –acabó la frase Jack-

-¡¡Jack!! –exclamé de alegría al verle-

-Aquí esta el pirata Sparrow –dijo bromeando-

No pude contenerme la emoción, fui hasta él y lo abrazé tan fuerte como podía.

-Interesante.

-Pensaba que no ibas a venir, Thurner.

-Un pirata llega cuando tiene que llegar.

-Buena respuesta. ¿Y Elizabeth?

-En casa.

-¡Jack, como vuelvas a hacerte el muerto, verás! –exclamó Elian subiendo a cubierta-

-Solamente era un plan, además sigo vivo.

-No se te ocurra volverlo ha hacer.

-No lo haré.

-¿Siempre es así? –preguntó Edeniel-

-Bueno… si.

-Ni bueno ni si, sí y punto.

-…sí.

-¿Así que ahora eres pirata? –preguntó Edeniel a Will-

-De los pies a la cabeza.

-Eso está bien.

-Me da la impresión de que aún no se ha acabado esta guerra. –comentó Edeniel-

-Eso me da a mí también. –dijo Jack-

-¿Sabéis que Bahía Blanca reclama la monarquía de ésta isla?

-¿En serio? –preguntaron Jack y Edeniel-

-La monarquía de Ienar está en decadencia desde hace ya bastante tiempo. Si Bahía Blanca consigue la monarquía, volverá a tener la riqueza de antes y la misma libertad. Pues ahora en Ienar nadie puede salir sin permiso de la monarquía.

-Antes no era así…

-No, pero desde que el padre de Irenar, Edgar entró en el poder, nada ha vuelto a hacer lo mismo –continuó Edeniel- Antes con el padre de Edgar no era una monarquía absoluta, pues el pueblo podía votar y estaban los tres poderes separados. La religión por un lado, los políticos por otro y el pueblo por otro, pero ahora no. Hemos dado un paso atrás en el tiempo. La monarquía se ha vuelto absoluta y la iglesia posee el mismo poder que ésta.

-Suerte que me fui cuando tuve opción.

-E hiciste bien.

Ahora había un poco de calma en todo este asunto, pero algo me decía que no se había acabado aún. … No podía creer que Jack estuviese hablando de nuevo, y todo por un plan para aparentar estar muerto y matar a Irenar. …

-¡Capitán! ¡Bahía Blanca! –exclamó Rein-

-Ya llegamos a casa… -dijo para si Jack-

-Podré ver a Elizabeth después de un largo tiempo…

-¿Pero no vives con ella?

-Sí, pero a veces necesito la libertad para vivir.

-Eso voy a tener que hacer yo.

-Pero si tú ya la tienes.

-Ahora quiero asentar la cabeza, tengo muchas responsabilidades.

-No me lo puede creer, Jack Sparrow, el capitán Jack Sparrow con responsabilidades.

-No lo digo en broma.

-Yo tampoco.

-Parece que llegáis a vuestro lugar de destino –dijo Edeniel-

-Eso parece.

-¿Le vas a dejar el barco?

-Sí. Ahora es suyo, pero si te vuelvo a ver, déjame subir.

-Eso no se discute. El primero en volverlo a pisar serás tú.

-Edeniel –lo llamé- Cuida de la tripulación, es la mejor que podrás tener jamás.

-No lo dudes.

Nos abrazamos en señal de despedida.

-Aquí se acaba… -dijo Will- espero volverte a ver –dijo abrazándolo-

-A ver si nos encontramos en alta mar, robando botines y escapando de los demás piratas.

-Eso espero.

-Ojo a la Perla, es un barco muy valioso. –dijo Jack-

-No te preocupes, la tendré tal y como tú la tienes.

-Ni un rallote.

-Ni uno…

-Tampoco…

-Jack, con un abrazo basta para despedirnos. No hace falta que me leas la cartilla.

-…sí…

Se abrazaron fuertemente.

-¡Capitán! –exclamaron la tripulación- ¿Volveremos a vernos?

-¡Pues claro que sí! –exclamó Jack-

-Adiós Capitán Leisma –se despidieron de mí-

-Adiós compañeros.

Bajamos por la trampilla hacia el puerto despidiéndonos con el brazo hasta que poco a poco desaparecieron en la lejanía.

-Tengo ganas de ver a Elizabeth.

-Yo tengo ganas de ver a la familia –dije-

-Igual que yo… -dijo también para hablar Jack-

Andábamos y contábamos mil historias sobre lo que nos había ocurrido en estos dos largos años.