Capítulo 8. Más muerte

¿Cómo y de qué manera se podía hacer una boda de un día para otro? Para Irenar eso era algo de lo más fácil y rutinario. Ordenó que la sirvienta, Eira, trajera unos cuantos vestidos para ver cual era el que más me agradaba. Y los vestidos… como que no es lo mío.

De los tres que me trajeron más "idóneos" uno era el que me "gustaba" más.

-Pruébatelo –exigió él-

-… gírate.

-… -se giró refunfuñando-

Mientras se iba probando el vestido él tarareaba de nuevo esa triste y odiosa canción.

-Ya puedes girarte…

Se giró y se quedó prendado de lo bien que le quedaba el vestido. Éste totalmente blanco y reluciente, con un escote bastante pronunciado y cogido por el cuello y lateral. Le marcaba muy bien su figura, de nuevo esbelta y que éste se dejaba de caer sobre el cuerpo, abriéndose cada vez más hasta tocar el suelo.

-Estás preciosa…

-…

-¿Preferirías que fuese Jack? –preguntó déspota-

-Yo sí –respondió Lían entrando en la habitación-

-Pues no.

-Si me caso con un ser despreciable como tú es por que tú quieres, no por que yo lo desee.

-Que bonito.

-…

-Mira, mañana por la noche tú y yo estaremos juntos para siempre. Y no repliques más, que no te va a servir de nada.

-… -lo maldecía en su interior-

¿Cómo podía ser alguien tan frío consigo mismo? Era evidente que Irenar no había tenido cariño en su vida, ni lo tendrá.

Alguien llamó a la puerta.

-¡Un momento! –exclamó quitándose el vestido rápidamente y volviéndose a poner su traje de pirata- ¡Ya!

Lían abrió la puerta, Oscar Méndez entró.

-¿Puedo pasar? –preguntó amable-

-Sí… ¿Qué quería?

-No deseo hacerle daño Leisma, solamente avisarle de que si se queda aquí, su vida va a ser un infierno. Mi hermano nació cruel y será cruel durante el resto de su vida.

-¿Me está ayudando?

-Sí, coja a sus hijos y márchese, no deseo que le pase a nadie más lo que me pasó a mí y a mi madre.

-¿Por qué me ayuda?

-Por que me siento como usted cuando estaba en una situación parecida.

Se veía de lejos que no era igual que su hermano y que su padre.

-¿Puedo sentarme?

-Claro.

Se sentó sin mover demasiado la cama para no despertar a Edaran que dormía sobre ésta.

-Verá, Irenar es mi hermano mayor y por lo tanto el que me ha mangoneado a su manera, siempre ha sido frío como y hielo. Me ha estado haciendo la vida imposible desde que llegué al mundo, yo aunque tenga la mala etiqueta de mi familia, no soy como ellos, soy como mi madre, una santa fue ella por soportar a tal persona como mi padre. Siempre juzgándola por todo y tratándola como un trapo sucio, igual que a mí, siempre desterrándome y acusándome de todo lo que en verdad hacía mi hermano.

-Vaya vida… ¿Y tu madre?

-Murió hace poco.

-¿Qué le pasó?

-Mi… padre y mi hermano… lo planearon.

-…

-Por favor, vete.

-Por más que quisiera no podría irme.

Edaran empezó a llorar, la conversación lo había despertado. Tranquilo… -dijo ella-

-¿No lo coges?

-Si lo cojo se acostumbra y entonces solo querrá brazos.

-¿Sabes? He oído mucho de ti y de tu pasado como Leisma.

-¿Si?

-Sí, y parece mentira que ahora esté cuidando a sus hijos.

Elian sonrió ampliamente mientras que Edaran lloró de nuevo. Ahora si que no tuvo más remedio que cogerlo en brazos. Eso es lo que quieres tú ¿verdad? –dijo ella- ver lo que hay a tu alrededor…

-ai.

El pequeño se quedó mirando a Oscar sonriendo, éste también le sonreía haciendo que Edaran se sonrojara.

-¡Oscar! ¡Sé que estás aquí! –exclamó Irenar acercándose a la habitación- ¡Sal y da la cara!

-Escóndete –dijo ella-

-No, ya estoy harto de esconderme.

Irenar entró como un tornado en la habitación, abriendo la puerta de par en par, medio loco de rabia y de celos. Edaran se acurrucó entre el pecho de su madre, sentía miedo de verlo así. Elian al verlo así se apartó de lo que sería una dura conversación.

-¡Qué haces aquí!

-¡Hacer lo que tú no haces!

-¡Vete de ésta habitación!

-¡No me iré hasta que a mi me de la gana!

Los dos hermanos se miraban fijamente a los ojos, casi a punto de darse.

-¡¿Qué pretendías, salvarla?!

-¡Sí si es por su bien!

-Siempre has sido igual que mamá, un idiota.

-¡El idiota eres tu pensando que reteniendo a una mujer y apartándola de su vida serás feliz!

-¡Lo seré!

-¡No lo serás! ¡Llegará un día en que el remordimiento y la angustia te comerán, hasta consumirte en ti mismo!

-¡Cállate!

-¡Me mandas a callar por que sabes que es verdad! ¡Jamás has valido la pena como hermano, ni como amigo ni como compañero! ¡Todos acabarán riéndose de ti, mirando a ese fracasado que secuestró a una mujer con sus hijos dentro de tu propio castillo!

-…

-¡¿Ahora no dices nada?! ¡Has caído en que lo que estoy diciendo es verdad! ¡Tu orgullo y tu ego siempre han podido contigo! ¡No me has dado ejemplo nunca!

-Paso de discutir contigo.

-¡Pues yo no! ¡Te estoy diciendo todo lo que me he estado callando como un tonto, pero ya no puedo más, estoy harto! ¡Harto de ti y de tus sucias artes! ¡Harto de papá, de este maldito palacio y harto de mi asquerosa vida a tu lado! ¡¡Déjame ser feliz por una vez!!

El chico se había descargado, Irenar se quedó bloqueado sin saber contrarrestarle.

-Yo voy a ser quien tome el mando de este maldito palacio, como tú lo llamas, hermanito.

-Jamás, sabes que el tío me ha elegido a mi como sucesor.

-El tío no tiene nada que ver.

-No, claro, como tu padre es el que manda, pues ala, todo para su hijo preferido. Un reino perdido y una gente que odia esta monarquía. Y no me extraña que la odie, siendo como es.

-¿Y qué vas a hacer?

-Matarte no, no soy tan idiota como tú. Pero si que te desterraré para siempre.

-Que miedo… mira como tiemblo… Que sepas que si me caso, una de las muchas ventajas es que podré optar al reino a un cincuenta por ciento, a parte de tener a Elian de mi lado sin que Jack pueda recuperarla.

-No lo vas a lograr, ¡por que la boda no se va a pronunciar!

-¡Maldito!

-¡Tu mismo lo eres!

-¡Basta!

-Ahora basta, ya no tienes más diálogos.

-¡Mañana me casaré y punto, esos niños serán míos al igual que ella! ¡Y tú serás el desterrado con tu mujer!

-¡Prefiero estar con ella desterrado antes que contigo!

-¡Pues bien!

-¡Adiós!

Ese era el fin de la conversación, el pobre Edaran se tapó los oídos para no oír nada. Al igual que Lían se alejó mucho de donde ellos dos hablaban.

-¡Y tú, como hayas hecho de las tuyas para que Jack te venga a buscar, no cuentes con que veas a tus hijos más! ¡Por que morirás!

-…

Después de hacerle esa dura advertencia se fue dando un fuerte portazo en la puerta.

-Mamá…

-No te preocupes Lían, no va a pasarme nada.

-…

-Solo espero que Jack llegue pronto…

….

La boda estaba a punto de celebrarse, todos los invitados estaban ya en sus respectivos asientos dentro de la gran iglesia del pueblo. Claro que todos eran de la alta realeza, pues no habían nadie del pueblo.

-¿Estáis preparados? –pregunté antes de entrar-

-Preparados.

-Bien, ya sabéis vuestra posición. Ahora solo tenemos que esperar a que le plan salga bien.

-Sí.

-Odio ir con ropa de alta realeza… -comentó Akenaz-

-¿Crees que a mí me gusta?

-No, pero estás bastante bien.

-No eres mi tipo…

-El mío tampoco lo eres tú.

-Dejemos el tema. ¿Espadas? –asintieron con la cabeza- ¿Armas? –asintieron- Bien… pues vamos allá.

Elian llegó en el carruaje de la novia, acompañada por Edgar Méndez. En el altar la esperaba Irenar, a éste el traje le quedaba como una patada en el culo. Nosotros íbamos tapados con unas capas que nos habían "transparentes" a simple vista, y con la multitud de gente pasábamos inadvertidos.

….

-¿Irenar, aceptas a Elian Leisma como tu legítima esposa y prometes amarla y respetarla……..hasta que la muerte os separe?

-Sí, acepto.

-¿Elian, aceptas a Irenar Leisma como tu legítimos esposo y prometes amarlo y respetarlo……… hasta que la muerte os separe?

-Que remedio… -dijo ella para sí-

Irenar la miró despiadadamente, ella miró a Lían que estaba en primera fila y a Edaran, en brazo de Eira, por lo que los dos le devolvieron una mirada triste y melancólica. Para luego mirar a Irenar con rabia y fríamente. Acepto…

Se pusieron los anillos…, yo me quedé perplejo de su respuesta…

-¿Alguien de los aquí presentes, niega que esta unión se haga firme? Si lo hace, que lo diga ahora o que lo haga para siempre.

-¡Yo niego la unión de ésta pareja! –dije en voz alta para que se oyera mientras me ponía en el centro del pasillo y andaba hasta ellos-

-Siga… -dijo Irenar-

-¡Me niego por que la chica con la que se casa, sí usted, el que no quiere verme la cara, es mía!

-Maldito… ¡Usted, obispo, siga con la ceremonia e ignore a ese idiota!

-Pero… ha dicho que no…

-¡¿Le va a hacer caso a él o a mí?!

-Has perdido… -dijo ella-

-No, tú te casas conmigo como que me llamo Irenar.

-No.

Le dio un buen puñetazo en la cara y un pisotón con el tacón de aguja en su pie, después cogió a Edaran y a Lían, y vino hacia mí.

-¡Jack! ¡Esta batalla aún no la has ganado!

-¿No? ¿Y qué pensarán tus súbditos de ti? –pregunté balanceándome- ¿mm?

-¡Destápate! ¡Y que vean lo que en verdad eres!

Detrás de Irenar aparecieron los tres acompañantes que me vinieron a buscar a la Perla Negra.

-Interesante.

-Luchemos pirata.

-Adelante,… ¿Cómo te llamo?

-… Si te estás riendo de mí vas por mal camino.

-Ui, ¡Señores, señoras, niños y niñas! ¡Delante de vuestros ojos tenéis a Irenar, el tío más desagradable y antipático que he visto en mi vida!

-…

-¡Maltrata a sus mujeres, se ríe de los demás y junto con su padre es la oveja negra de la familia!

-…

El padre y los que estaban a su favor se escondieron entre la multitud.

-¡Además quería casarse con una mujer ya casada!

-¿? –fue la expresión de Elian-

-¡Sí! ¡Quería quitarme a mi mujer, tal como lo oís, damas y caballeros!

-No me lo creo.

-Pues no te lo creas.

-Luches ya de una vez.

-Bien… quieres hacer más rápida tu muerte.

-El que morirá serás tú.

-Elian, vete con los niños a un lugar seguro.

-¡No, puedo y quiero luchar!

-Elian… por favor…

-Esta bien…

Eira se fue yendo hacia un lateral de la iglesia para irse con Elian, pues ella le había dicho con señas que la acompañara. Claro que siempre está Irenar para interrumpir.

-¡Como des un paso más, no vives para contarlo! –dijo a Eira-

Ésta se quedó quieta mirando al arma que apuntaba hacia ella. Edeniel fue raudo y se interpuso entre el arma y ella.

-¡¿Qué haces?!

-No quiero que la mates.

-¡Es una sirvienta!

-¿Y qué? ¿Acaso no merecen un respeto?

-¡Quítate traidor!

-¡Jamás!

En sus ojos había un brillo intenso, como si amara a la persona que protegía. Vete con ella –le dijo dulcemente-. Le hizo caso y se fue ante la atenta mirada de Irenar.

-¡Hares, Mine, Cye ir a por ellas!

En sentir eso los tres se metieron entre la multitud para que nosotros no pudiéramos impedírselo. Eran los tres hombres que habían venido a buscar a Elian en su momento.

-…por favor… no luchen aquí… -dijo en un susurro de voz el obispo-

-¡Cállese ya! –exclamó Irenar-

Irenar se me fue acercando hasta tenerlo a dos metros de mí más o menos, desempuñó su espada y se puso en guardia. Yo ya estaba preparado para su golpe. … Era bueno luchando, tenía buen movimiento de muñeca a la vez que agilidad y rapidez.

……..

Los tres perseguían como verdaderos atletas de carreras a las dos chicas y a los niños, parecían que no se cansaban nunca. Lograron perderles de vista durante unos minutos, los bastantes para esconderse y prepararse. Eira tenía debajo, escondida su ropa de pirata y la de Elian, tardaron poco en quitarse sus vestidos y ponerse las suyas propias.

-¿Eres pirata? –preguntó Lían a Eira sujetando a Edaran-

-De toda la vida.

-Que cosas se aprenden…

-Quédate aquí, y si te pasa algo, grita y vendré –dijo Elian- Cuida de Edaran.

-Sí.

Las dos cogieron sus armas y a la lucha. Salieron de su escondite preparadas para luchar a muerte contra ellos. Se pusieron delante de ellos con posturitas preferidas, empuñando Elian su espada larga y Eira sus espadas cortas.

-Sois dos contra tres, no haréis nada.

-Eso ya lo veremos.

Se pusieron a luchar en medio de la calle, por suerte nadie pasaba por allí en aquel momento, si no también hubiera cobrado. Entre las dos podían con ellos tres, éstos iban retrocediendo y avanzando, según sus fuerzas, y lo mismo por ellas.

Era chirriante el sonido que emitían las espadas… y no veas como luchaba Eira, casi igual o mejor que Elian, ésta parecía un poco cansada.

-Eira no te metas en nuestros asuntos.

-Yo me meto donde quiero, no eres nadie para darme órdenes.

-Solo la queremos a ella.

-Y luego me daréis muerte a mí también.

-¡Aaaaaahhhhhhh! –gritó Lían-

-Mierda… -dijo Elian corriendo hacia él-

Pero Cye le impidió el paso, interpusiéndose en su camino.

-¡Déjame pasar!

-No…

-¡Aaaahhhhh!

-Calla hombre… -dijo Will- que soy yo.

-Que susto, me pensaba que era alguien de los malos…

-No, solamente voy tapado para que no me descubran. Dame a Edaran, que para ti pesa.

-La verdad es que si.

-uiii.

-Sí pequeñajo, soy Will.

………..

La gente de la iglesia se iba yendo como podía de aquel duelo a sangre fría, luchábamos ya sin son ni ton, simplemente por ver quien ganaba. Y para colmo aquel duelo estaba muy igualado.

-Ya estoy harto Irenar, dejémoslo en tablas.

-¡No! ¡Te voy a ganar y a arrebatar a tu Elian!

-Que obsesión… Ahora, si quedas vivo, la gente te odiará.

-Aunque me odien, seguiré siendo Irenar y nadie me va a cambiar.

Otra vez a la lucha, ya parecía una rutina, luchaba sin ganas. Además, se notaba de una hora lejos que las fuerzas le iban abandonando.

-¿Y bien? ¿Ahora quien se queda con Elian? –pregunté apuntándole en su cuello con la punta de mi espada y él en el suelo.

-¡Mátame!

-No lo pienso hacer, juré no matar a nadie más.

-Si… cuando tuviste aquel encuentro con Barbosa…

-¡Deja ese tema!

-¿Te duele el corazón al oír su nombre? ¡A mi no!

-¡Pues a mí sí!

-Claro que hizo un buen trabajo con Elian…

Le clavé más la espada.

-No me obligues a traspasártela.

-Ojalá hubiera estado yo en el sitio de Barbosa, hubiera sido una gran fiesta…

-….

-Cada vez te duele más el oír su nombre. Eres un blandengue y un imbécil.

-Y tú un inútil.

-…

-¿Te duele? ¡Te aguantas!

-Me da asco ver a un pirata tan noble como tú estando con esa mujer y con dos niños.

-Y a mí me da asco verte a ti "luchar para hacer daño a la gente". Prefiero estar con ella antes que verte más la cara.

-¡Si me vas a matar hazlo ya!

-¡No lo hagas! –exclamó Oscar- quiero que sufra lo mismo que he sufrido yo.

-Haz lo que quieras hacer con él pero… -ahora se dirigió a Irenar- No vuelvas a meterte en mi vida ni en la de Elian, ni en la de nadie más, si no, entonces, si que te voy a matar, pero de tal manera que sufras hasta el último segundo de tu vida.

Aquella frase lo dejó clavado en el suelo, sin poder moverse, incluso su mirada se había vuelto melancólica. … Levanté lentamente la espada hasta meterla en su vaina, sin dejar de mirarle a los ojos por si se movía. Edeniel se fue acercando a mi para irse junto conmigo.

…………..

-Eira, ya no puedo más… -dijo cansada de pelear-

-Debemos aguantar hasta que lleguen los demás.

-¡Lucha! –exclamó Hares-

Aunque Eira resistía se le notaba el cansancio en su rostro, y sus reflejos y fuerzas no eran las iniciales, Elian en cambio, luchaba ya sin ganas, los brazos se le iban cansados, en su rostro estaba ya la desesperación por luchar desde que el sol estaba en lo alto hasta casi esconderse.

-No he visto a nadie con tal resistencia –dijo Mine-

-Ataca a Elian, está débil –le susurró Cye-

-¡Id en su ayuda! –exclamó Will al ver a Leiko y a Ron- Están que no se aguantan.

-De acuerdo ¡vamos!

Se metieron en la lucha como tigres, atacando a todo el que pillaban. Los tres peleones se quedaron sin palabras e inmovilizados al verlos entrar de esa manera. Dejaron a las chicas resguardadas por ellos, éstas descansando y respirando sosegadas del esfuerzo.

No se dieron cuenta ninguno de los cuatro pero Hares se había ido en busca de los niños. La lucha se paró al ver que Will salió disparado de la esquina que lo resguardaba hasta el medio de la calle, dando volteretas y quedándose en el suelo, inconsciente del golpe. … Hares salió andando muy despacio, tenía a Edaran en uno de sus brazos y con el otro le apuntaba con una daga, en su diminuto y tierno cuello. La sombra de Lían yacía en el suelo, que se dejaba ver por la esquina.

La pobre criatura miraba a su madre con miedo, no parpadeaba, aterrado. Parecía "decir" unas muecas, pero se quedaron en eso. Elian no tenía fuerzas para moverse, su cuerpo no le reaccionaba aunque con en sus ojos parecían querer irse en su busca.

-Hares, no lo hagas… -dijo Leiko- es solo un niño…

-Un niño con sangre pirata.

Dos gritos salieron de los cuerpos de Leiko y Ron, pues Cye y Mine les habían traspasado las espadas por su cuerpo, una en el pecho de Ron y la otra en el estómago de Leiko, haciendo que estos murieran al instante, sin dolor y con un charco de sangre en el suelo que aumentaba en el tiempo.

-¡Cobardes! –gritó Eira-

-¡Cállate o tendrás su mismo fin!

-Bien… dos menos… -dijo Hares- ahora te toca a ti… pequeño…

La punta de la daga se iba clavando más en su cuello haciendo que Edaran gimiera de dolor, no lloraba pero las lágrimas se le caían mirando a su madre.

-Déjalo… -susurró ella- te lo suplico…

-Que pena que no puedas moverte, verás desde primera fila como tu hijo muere.

-Por favor… -decía llorando-

-…que compasión… me vas a hacer llorar… Tu hijo tiene un cuellecito muy tierno y suave, tan chiquitín. Es una pena que tenga que morir.

-¡Mátame a mí! ¡No a él!

-No, primero tú, verás como muere él lentamente y luego morirás tú.

Elian se acercó unos pasos con una pierna arrastrando.

-Como des un paso más se la travieso por el otro lado.

-…Jack… por favor… aparece ahora mismo… te lo suplico… -dijo ella dejando caer las lágrimas en el suelo que caían sin cesar.

-Deseo concedido –dije-

-¡Deberías estar muerto! –exclamó él-

-Pero no lo estoy. Y suelta al pequeño, que no tiene culpa de que no tengas corazón.

-No, Irenar quería matar a tu familia y dejarte solo de nuevo para que sufrieras.

-Pero no lo va a conseguir dos veces. Además, tu jefe ya está medio muerto.

-¡¿Lo has matado?!

-…sí.

-¡Maldito!

-El pequeño.

-¡No!

-Bueno… -saqué mi arma y le apunté- tú veras.

Le apuntaba a la parte de su cuerpo donde no tenía a Edaran. Pero se dio cuenta y fue colocando al pequeño en medio de su cuerpo, para que la bala le fuese a él.

-¡Suéltalo!

-Prefiero que le des a él antes que a mí.

Elian poco a poco fue levantando su autoestima, iba levantando una mirada llena de odio y de rabia, sin parpadear y fijándola a los ojos de Irenar, éste se quedó parado.

-¡Cómo te atreves a usar a un niño como escudo! ¡Cómo puedes ser tan mediocre y tan idiota! –se iba acercando peligrosamente sin sus armas- ¡Eres un cobarde de los pies a la cabeza, la impotencia es lo que te frena, por que no puedes matarlo! ¡Tu corazón te lo prohíbe!

-Quieta o lo mato.

-¡No lo vas a matar! ¡¿Matarías a tu hijo por un cretino como Irenar?! ¡¿Lo harías?!

-Quie…

-¡¡No me cortes!! ¡¡Estoy harta de ti, de tu puto jefe, de ésta maldita isla y de los que no quiero ver!!

Hares fue acercando de nuevo la daga, ahora su mano le temblaba y con más peligro aún para Edaran.

-¡¡¡No mereces vivir!!!

-¡Quieta!

En la mirada de Elian ardía fuego en su interior.

-¡¡Dámelo!!

-No.

-¡¡¡Dámelo!!!

-…

Hares miraba la boca de mi arma y la llama ardiente de la mirada fija de Elian, no sabía que hacer si darle al pequeño y esperar a que las balas lleguen a su cuerpo, o dejar la situación tal y como está. Hasta yo estaba acojonado con el carácter de Elian, jamás la había visto así.

Se quedó al pequeño, pero fue un error, pues Elian estaba ya demasiado cerca como para retroceder. Ésta le dio una patada por detrás de la rodilla derecha, haciendo que ésta se clavara en el suelo. Su rostro mostraba dolor por el golpe por la dos partes de la pierna. Directamente la otra rodilla también cayó al suelo con Edaran aún entre sus manos, éste mostró una débil y tenue sonrisa entre las muchas lágrimas que aún caían al suelo.

La daga de su mano fue cayendo al suelo lentamente, Elian la recogió. Cogió a Hares de los pelos y lo tiró para atrás, mostrando su cara de horror a sus dos compañeros, éstos dos inmutados y cagarrinados por el espectáculo.

-Elian, contrólate… -dijo Eira-

Y era verdad, no era ella, el dolor y la rabia que sentía podían con ella. Levantó la mano en que llevaba la daga hasta unos treinta centímetros de la cara de Hares, éste solamente tenía ojos para la daga.

-¡Escucha loca! –dijo Cye- Como lo mates matamos a tu amiga.

Éste tenía a Eira cogida por los brazos sin poder moverse.

-Y una leche –se escuchó una voz desde atrás- a ella no la tocáis.

Era Edeniel quien hablaba. ¿También sois como él, unos cobardes que solo saben atacar por detrás?

-Calla o te mato –dijo Mine apuntándolo con el arma-

Era difícil apuntarle pues Edeniel tenía dos armas, una apuntándole a él y la otra a Cye.

-¡Suéltala! –exclamó-

Cye le hizo caso y se giró lentamente, dejándola en paz, pues bien sabía que ya estaba todo perdido.

-¿Has visto Hares? –preguntó Elian despiadada- Tu grupo se reduce…

-Mátame ya de una vez.

-¿En serio? Eso haré.

Levantó más la daga para luego bajarla rápidamente y clavársela. Ninguno nos atrevíamos a pararla, claro que siempre el que menos te lo esperas es el que ayuda.

-¡aaaaa! –replicó Edaran mirándola-

Elian paró al momento de escuchar la voz de Edaran, éste no quería que lo matara, su mirada lo decía. Alzó de nuevo la daga pero ahora para tirarla al suelo y dejarla clavada en el asfalto. Dejó de coger a Hares por su pelo y cogió a Edaran, éste ahora más contento. Fue cogerlo y pegárselo a su cuerpo, deseaba sentirlo, el niño la abrazó con sus bracitos y dejó de llorar.

Ahora solo le cabía esperar a que las balas de mi arma se quedaran en su cuerpo para siempre. Elian se giró y tapo los ojos con su mano a Edaran, esa fue la señal para que yo descargara mi arma en su cuerpo. Todas las balas que tenía las inculpé sobre Hares, cinco o seis en todo su tronco y una en su frente, ésta fue la última y lo dejó extendido en el suelo, en un gran charco de sangre que se extendía.

Cye y Mine ya no querían escaparse, estaban vencidos. Elian fue a ver como estaba Lían, éste aún estaba inconsciente en el suelo. Cuando despertó preguntó que había pasado pero al ver el cuerpo que yacía en el suelo, enfrente de él, no le hizo falta una respuesta.

Yo fui a ver como estaban Leiko y Ron, como iban a estar, muertos… que injusto he sido con ellos… Lo siento… -dijo cogiéndolos como sacos cargados a la espalda. Elian junto con Lían y Edaran fueron a comprobar que Will seguía vivo. Éste sí, por suerte, aunque el golpe también lo había dejado inconsciente y tampoco le hizo falta preguntar mucho por los hechos ocurridos.

-¿Estás bien? –preguntó Edeniel dirigiéndose a Eira-

-Sí, ya descansada de la lucha –respondió entre sus brazos-

-No tenías que haberte quedado más tiempo del previsto en ese palacio, mira como hemos acabado.

-Lo siento… no pensé que ocurriría tal desgracia.

Edeniel le dio un beso en la frente y después la abrazó.

-¿Te encargas de esos dos? –preguntó-

-Sí.

-Déjame que te ayude con sus cuerpos, Jack.

-Gracias.

Cogimos uno cada uno, Edaran quería venirse conmigo pero yo no podía cogerlo, además mis ropas estaban llenas de sangre y no era cuestión de mancharlo.

-Andando… -dijo Eira llevando a Cye y Mine del brazo-

-¿Will, tú sabes que ha pasado exactamente? –preguntó Lían-

-…no… yo he estado como tú, inconsciente.

-…vaya… ¿Mamá que ha pasado?

-Sí, pero no creo que sea un buen momento para contártelo.

-…

-¡aaeeaaeiiieaa!

-Él si que tiene ganas de contártelo.

-Claro, como si fuera tan fácil entenderle.

-Bueno… a su manera él se explica ¿verdad? –preguntó a Edaran-

-aiiii ee.

-Tú le entenderás, pero yo… no.

-aaiiaauu.

-¿A que si?

-iiii.

-¿Tú lo entiendes papá?

-Ni jota.