El valor de una despedida
"Estos seis años aquí me han hecho comprender lo que significa amar la vida, la amistad, las ganas de superarme cada día… sentimientos que no conocía. Me han enseñando que hay que superarse día a día, a intentar ser una mejor persona y a ayudar y a luchar por los demás. La vida aquí ha sido lo más maravilloso para mí, pero como todo lo bueno, se acaba en algún momento.
Tengo que despedirme de vosotros, de las clases donde aprendí cosas que yo no imaginaba, de los profesores que me enseñaban materias que no sabia que existían, de los pasillos, de la sala común donde pasé grandes ratos, de los dormitorios donde descanse tanto… En definitiva, de todo el castillo, al que he considerado mi hogar y de vosotros, de los profesores y compañeros a los que he considerado mis hermanos, mi "familia""
En esos momentos se encontraba en el despacho del director sin poder articular ni una palabra y recordando que lo que había pasado hace tan solo unos instantes.
Cuando Hermione se desmayó, él cogio la carta y la leyó por encima, se quedó de piedra al leerla, cada palabra que veía, cada oración que componía la carta le hacia comprender la gravedad del asunto, no podía ser, no creía lo que leía, no, no, se repetía en su mente a cada instante. A mitad de la carta ya no pudo leer más porque sus lágrimas le impedían la visión. Decidió despertar a Hermione y tratar de encontrar una solución a todo aquello. Lo primero de todo sería comunicárselo a una persona que había velado por Harry desde pequeño, protegiéndole incluso con su vida: el director Dumbledore.
Había despertado a Hermione y juntos se encaminaron lo más rápido que podían hacia el despacho, pero a mitad del camino pasaron por delante del aula de trasformaciones. La profesora, que estaba en la puerta esperando a que llevasen ya que llevaban fuera más de quince minutos, les llamó:
- Weasley, Granger
En ese momento se pararon y se dieron la vuelta, ya que ninguno de los dos se había dado cuenta de la presencia de la profesora.
- La clase no se encuentra por allí, regresen a clase… - empezó a decir la profesora, pero de repente se dio cuenta de que los dos alumnos iban con los ojos llorosos y temblando – pero… que ha pasado… y el señor Potter ¿Dónde está?.... ¿Ha ocurrido algo grave?....
Ninguno de los dos habló, las lágrimas resbalaban por las mejillas de ambos
- Pero que…
En ese momento Ron se adelanto y le extendió la carta, carta ya arrugada y con manchas de lágrimas en algunas partes.
La profesora empezó a leer y a cada frase que leía, a cada párrafo que entendía comprendía el estado de sus alumnos. Al terminar de leer, les indico a los dos que le esperasen ahí, después entró a clase.
- Alumnos, por causas ajenas tengo que dar por terminada la clase, desde ahora tienen la hora libre. Pueden ir a sus salas comunes hasta que empiece la siguiente clase.
Los alumnos al oír esto se alegraron, nunca tenían una hora libre y esa era bien recibida. Nadie se percato de la salida de la profesora de clase, ni de que dos lágrimas empezaban a salir de sus ojos.
Los tres (la profesora y los dos alumnos) se encaminaron hacia el despecho del director.
- Caramelos de regaliz – dijo la profesora para abrir la puerta del despacho
Subieron y se encontraron a Dumbledore revisando unos papeles.
- ¿Qué pasa Minerva?
La profesora sin decir nada le extendió la carta. El director miró extrañado a la profesora y después se dio cuenta de las personas que habían entrado con ella. Se dispuso a leer la carta. Al terminar sólo pudo decir
- Es más grave de lo que pensaba – lo dijo en un tono sombrío, no alegre como él solía decir las cosas – Minerva, llama a los demás.
Y ahí seguían esperando, Hermione y él estaban sentados en dos sillones, esperando a que viese la gente a la que el director y su profesora habían llamado. No hablaban, pero con la mirada se lo decían todo entre los dos.
"Se que muchos de vosotros no comprenderéis esta despedida, pero es mi destino, desde el momento en que nací ya estaba escrito lo que iba a suceder. Espero que comprendáis que lo hago por el bien de todos."
- Albus, no puede ser cierto.
- No comprendo como ha podido suceder.
- ¿Qué?...
En la habitación se encontraban todas las personas que conocían a Harry, estaban Remus Lupin, Severus Snape, la profesora McGonagall, el director Dumbledore, el señor y la señora Weasley (padres de Ron), Ron, Hermione, algunas personas pertenecientes a la Orden del fénix (y aurores reconocidos) y en un extremo del todo se encontraba la persona a la que la noticia le había impactado más ya que desde que leyera la carta no se había movido del sitio, se encontraba en el sillón, con la cabeza entre las piernas y las manos en ella, era a quien peor le había sentado la noticia, era el padrino de Harry y quien le protegía más en esos momentos: Sirius Black.
- Lo se señores, se que esto es muy difícil de comprender, y estamos aquí para intentar encontrar una solución – dijo el director en un intento de parar la charla que se había iniciado momentos antes.
- ¿Qué podemos hacer? – Pregunto alguien – No ven que es imposible, nunca lo encontraremos. – dijo otra persona con un poco de desesperación.
"Se que este último año me he estado comportando de forma extraña y lo siento, pero no podía decirle nada a nadie, ya que de un modo u otro, os habrías enterado y seguro me hubierais impedido hacer lo que voy a hacer. O peor, que vosotros hubierais venido y eso no me lo hubiera perdonado nunca. No quiero veros sufrir."
- ¿Cómo?... no ve que nos preocupamos por él… - estaba diciendo el padrino de Harry - ¿Dónde estará en estos momentos?... – Se repetía una y otra vez – Harry, ¿Por qué lo has hecho?, ¿Por qué?, ¿Por qué?.... Oh Dios mío, Harry…. ¿Por qué?... Nosotros somos los que te tenemos que proteger, nosotros somos los que luchamos… tu eres joven, tienes que vivir, tienes que disfrutar… Harry…
Todos en la sala estaban hablando, nadie le hacia caso. Él, como padrino de Harry, se sentía responsable de todo, tenía que haberlo previsto, tenia que haberlo ayudado, estar a su lado, contra viento y marea, estar ahí cuando lo necesitase, en contra de las leyes y normas que rigen todo... Estar a su lado…. ¿Cómo ha podido pasar eso?, ¿Cómo?...
"Os explico, desde que comenzó el año he tenido sueños extraños, sueños que me revelaban cosas, como premoniciones, me revelaban lo que tenia que hacer en un momento dado y de lo que pasaría si no lo hacia. Al principio no les hice caso, pero ocurrió algo, algo que salio en mis sueños que me hizo creer en ellos."
******FLASH BACK******
Desde hacia algunos días llevaba durmiendo mal, tenia extraños sueños donde ocurrían cosas que no le gustaría que pasasen. Pero no les hacia caso, ya que los sueños, sueños eran. Pero esa noche había soñado una cosa muy extraña, y le inquietaba mucho ya que al levantarse le invadió una sensación de inquietud.
- Hey, buenos días, Harry!!!
- Buenos días Ron, ¿Qué tal has dormido?
-Genial, pero me fastidia levantarme tan temprano, ¿Por qué las clases no comenzaran a las 12:00?
- Seria buena idea Ron, pero no creo que a los profesores les gustara mucho – dijo Harry riendo y lanzándole al otro muchacho la almohada de su cama.
- Hey Ron, estaría genial – se oyó desde otra cama de la habitación
- ¿A que sí, Dean?, seria lo más
- ¿De que hablan? – pregunto un muchacho que acababa de salir del baño y se estaba poniendo la camisa ya que se había duchado.
- De que seria buena idea empezar las clases a las 12 de la mañana, Seamos – le respondió Neville desde otra cama.
- Si, estaría muy, pero que muy bien, ¿Dónde hay que firmar para que eso se cumpla?
- Pero que panda de vagos tengo en la habitación – dijo Harry desde la cama, en contestación a lo que dijo recibió almohadas desde todas las camas.
Ya en el desayuno.
- Sabes Hermione, en mi habitación tengo a unos cuantos niños pequeños-
- ¿Qué han hecho ahora Harry? – le respondió la muchacha con un poco de risa.
- Pues que Ron propuso que las clases empezaran a las 12 de la mañana y a todos los demás les pareció buena idea, y yo cuando dije lo contrario me dieron con todas las almohadas – Al terminar, la muchacha estaba riéndose a mas no poder imaginándose la escena.
- Si que son crios, Harry, jajaja
- Venga, vamos a clase. – dijo el muchacho levantándose de la mesa.
En el camino a clase iban caminando los tres, ya se les había unido Ron a ellos, en el desayuno este había estado hablando con su hermana menor. Iban primero Ron y Hermione y un poco más rezagado Harry. En un momento dado, este se empezó a sentir mal, era una sensación extraña, ese pasillo, esa situación, ya la había visto antes, y recordaba algo más, algo como… a sus amigos cayendo al suelo… muertos.
- Ron… Hermione… CUIDADO – de su garganta salio un grito desgarrador.
Estos inmediatamente se apartaron y se tiraron al suelo, en ese momento un rayo verde cruzo el pasillo y fue a impactar donde anteriormente se encontraban, si no llega a ser por su amigo, ellos ya no vivirían.
- ¿Pero… que ha pasado?... – pregunto Ron mirando detenidamente el lugar donde había impactado el rayo, lugar donde ahora se veía un gran destrozo - Era la maldición asesina ¿no?
- Si, eso creo Ron.- le respondió la muchacha levantándose del suelo.
- ¿Quién ha podido ser?.... Harry… ¿te encuentras bien? – en ese momento se dio cuenta de que su amigo se encontraba un poco mas atrás de ellos y se sujetaba muy fuerte la cabeza.
- Ha… sido… él… -
- La próxima vez no tendrán tanta suerte, Potter, ellos serán los siguientes y todos los que conozcas también caerán antes que tú – dijo la persona que les había atacado para después desaparecer en las sombras del largo pasillo.
- Voldemort – termino de decir Harry, para después desmayarse a causa del terrible dolor en su cicatriz que le causaba la presencia de esta persona.
Al cabo de dos días del ataque, una persona despertó en la enfermería. Ya se había repuesto del desmayo y ahí, mirando al blanco techo de la enfermería se prometía a sí mismo prepararse para lo que tenia que hacer, sabia lo pasaría si no lo hacia y el ataque había sido sólo un aviso, ahora haría caso de sus sueños y si estos le ayudaban, que así fuera. En esa cama de descanso, el muchacho comenzó a trazar su destino.
******FIN FLASH BACK******
"Desde entonces me he estado preparando para ello, creo que la mayoría de vosotros ya lo sabéis, o por lo menos lo intuís: mi enfrentamiento con Voldemort, la batalla en que se decidirá todo."
Ya había pasado más de tres horas desde el descubrimiento de la carta. En el despacho del director Dumbledore se encontraban reunidas muchas, muchas personas, ya que aparte de todas las personas que habían ido en un principio, se encontraban los maestros de la escuela, que ya eran bastantes. Todos ellos se encontraban alrededor de una mesa discutiendo planes y explicando la situación. Bueno, casi todas las personas del despacho lo hacían, ya que en un rincón del despacho, sentados en un sillón se encontraban dos adolescentes y un gran perro negro echado en el suelo, con la cabeza entre las patas, como preocupado.
En el sillón se encontraba un muchacho sentado, con la mirada perdida y apoyado en el hombro de él, una muchacha, los dos eran grandes amigos del joven desaparecido. Nadie les decía nada, ya que para ellos seria mucho mejor permanecer ahí que ir a su sala común, ahí, en el despacho se sentían protegidos y seguro que en la sala común no hubieran tenido esa seguridad, ni ese alivio para poder llorar todo lo que querían.
"Sólo os pido una cosa, no me busquéis, ni os preocupéis por mí, he estado entrenándome durante mucho, mucho tiempo y creo que voy a poder enfrentarme a él, creo que estoy a su altura, sólo espero poder derrotarlo y dejaros un mundo sin él.
En el combate no se lo que pasará, pero creo que estoy preparado para eso y nada ni nadie me detendrá."
- ¿Estáis seguros de que funcionará? Lo veo complicado.
- No lo se, pero espero que funcione – le respondió uno de los integrantes
- Remus tiene razón, no tenemos la seguridad de que pueda funcionar – ahora era otra persona la que respondía.
- Tonks, es nuestra única oportunidad. No sabemos donde está, pero si nos dividimos en grupos y rastreamos todo el territorio, creo que lo encontraremos.
- ¿Y como estas tan seguro de que no ha salido del país?, puede haberse ido fuera.
- No lo se, tan solo es una opción
Llevaban ya varias horas discutiendo, desde el descubrimiento de esa carta, todos habían comprendido la gravedad del asunto. Desde entonces se encontraban reunidos en el despacho del director discutiendo lo que debían hacer, estaban como una treintena de personas allí.
- Albus, ¿tú que opinas?, ¿crees que daría resultado?...
No pudo acabar la pregunta, un gran estruendo se oyó en el exterior. Todo el mundo se quedo callado y dejo de hablar.
- NO… es demasiado pronto… no puede estar pasando esto… - dijo alguien, pero nadie le escucho, el ruido que se oía era demasiado fuerte.
De repente, una gran mancha negra salió del despacho, seguida de dos personas más, las mismas que se encontraban en el sillón. Salían afuera, a los jardines del colegio.
Desde las ventanas se podía ver el cielo, pero este ya no tenia el color azul, típico de esa época, si no que se veía una gran mancha negra que se empezaba a extender, a cubrir todo el cielo.
Todos los ocupantes del despacho decidieron también salir al exterior para poder ver lo que pasaba. Otro gran estruendo se oyó, como si fuera una explosión, y todo el castillo tembló de nuevo.
Al salir las personas del despacho se encontraron con que había mas personas en el pasillo, todo el mundo se dirigía hacia un mismo sitio: afuera del castillo, y con el mismo propósito: ver lo que estaba sucediendo.
"Se que es mi destino, por eso me busca, pero ahora soy yo quien le buscará a él, yo voy a ir a su encuentro y le venceré y derrotare para que la maldad no vuelva a reinar y la oscuridad no se adueñe del mundo."
A los estudiantes se les había dado la mañana libre, por asuntos secretos, dijeron, pero a los alumnos no les preocupo lo que pasaba, ya que una mañana libre era una mañana libre y podía hacer lo que quisieran, sólo con una única condición, no salir de sus salas comunes. La mayoría de los estudiantes se encontraban jugando, bromeando o estudiando (los menos). En una de esas salas comunes se encontraba un muchacho, hacia como si estuviera hablando, pero su mente se encontraba en otra parte.
Un ruido del exterior hizo que todo el mundo parase lo que estuviera haciendo, todos se quedaron quietos. Otro ruido se escucho. El muchacho se levanto y empezó a correr hacia la salida, quería saber lo que pasaba, no se dio cuenta de que todo el mundo le seguía, todos se dirigían hacia un mismo lugar: hacia la entrada.
En las afueras se encontraban ya mucha gente, parecía que todo el castillo estaba fuera, y es que realmente todos habían salido para ver lo que pasaba. El muchacho que había salido corriendo de su sala común se paro, y empezó a buscar a alguien con la mirada.
El panorama que surgía ante ellos era realmente inimaginable: allí en el cielo se encontraban como dos luces distintas, como dos estrellas, pero en pleno día. Las dos brillaban de una manera especial: una de ellas de un color verde, un verde muy fuerte y puro; y la otra de un negro que hacia daño a los ojos. Esta ultima parecía tener mas fuerza y parecía crecer a cada momento, aunque la otra la paraba a veces. Era una lucha entre dos fuerzas sumamente poderosas.
El muchacho todavía no encontraba lo que buscaba, se encontraba caminando entre los estudiantes de su casa y no encontraba su objetivo, pero de repente lo vio, allí, a su derecha se encontraba, respiro tranquilo. Desde la posición donde se encontraba decidió dar un rápido vistazo a los estudiantes, pero de repente su mirada se paró en un grupo que le llamó la atención: los profesores. ¿Que hacían ellos allí?, seguramente lo mismo que los estudiante, ver la causa del ruido, se respondió a si mismo. Pero algo le llamo la atención, eran dos personas que se encontraban con ellos, eran dos jóvenes de su edad. Los miró mas detenidamente, las expresiones que tenían eran diferentes a las del resto de estudiantes (que tenían caras de asombro), no, estas eran diferentes. Miró sus caras detenidamente, todo lo detenidamente que pudo desde su posición y pudo observar que los ojos los tenían rojos de tanto llorar y que mutuamente se apoyaban en silencio uno al otro, entonces miró al cielo y de nuevo a esa pareja y comprendió de golpe lo que ocurría.
"Si muero espero que él muera conmigo, por que si no, ¿para que he luchado? No lucho para que él se quede, para que la maldad reine, lucho para crear un mundo de paz donde toda la gente pueda vivir en tranquilidad. Este es mi sueño y, aunque yo no lo pueda ver, espero que vosotros si lo veáis, y lo viváis. Por eso lucharé, lucharé hasta que no me queden fuerzas, hasta que ya no pueda más, lucharé para derrotar la maldad… y espero vencer."
Las estrellas seguían en el cielo, luchando entre ellas, parecía que nunca dejarían de enfrentarse. De repente una de ellas empezó a crecer, a aumentar su tamaño y la otra se hacia cada vez más pequeña en su presencia, la luz que irradiaba esta última iba menguando y la otra extendiéndose cada vez más… Llego un momento en que la estrella que crecía cubría todo el cielo con su color, y la otra era del tamaño de una pequeña bola y continuaba menguando cada vez más. Poco a poco, la primera estrella se apodero de todo el cielo y la otra estrella, que cada vez era más pequeña desapareció de la vista de todo el mundo……………….. la estrella negra había ganado.
