El valor de la amistad y del amor.
- ¡Harry!, para, no corras tanto, Ron, por favor, detenlo.
En esos momentos, un muchacho pelirrojo echó a correr detrás del muchacho, él era Ron Weasley y se encontraban en los terrenos de la escuela, lugares donde le venían muchos recuerdos, unos malos y otros muy buenos.
- ¡Ya te tengo Harry!, ya sabes que Hermione puede ser muy dura a veces.
- Si, lo se, pero quería llegar antes que vosotros dos.
En ese instante, la muchacha llegó al lugar donde estaban los dos chicos.
- ¿Es aquí?
- Si, Harry – dijo Hermione alborotándole aun mas el pelo, ya de por si desordenado – es en este lugar. Aquí es. – dijo recordando acontecimientos ocurridos en ese lugar.
***** Flashblack*****
Era su séptimo año en el colegio, el año anterior habían ocurrido unos hechos que quedaron marcados en la memoria de todos. Ese era su ultimo año en el colegio, y se le había pasado mas rápido de lo normal, quizás porque todavía la perdida era muy reciente y quizás también por su creciente acercamiento a Ron, su mejor amigo y algo mas cercano desde entonces.
Ese día abandonaría la escuela para siempre, adentro, en el comedor se encontraban celebrando una gran fiesta de graduación, pero ella estaba mejor en ese lugar, un prado donde había pasado muchos momentos ese año, un lugar donde se sentía segura y protegida.
El viento le traía los primeros compases de una canción que se escuchaba en el castillo, unos compases de una canción lenta, su preferida desde hace unos años, pero ahora no había nadie con quien poderla bailar, pero de repente sintió una mano en el hombro. Alguien le cogio por la cintura y bailo con ella. Se sentía tan segura con esa persona, recostó su cabeza sobre el pecho de él y se dejo llevar, era agradable sentir la cercanía de esa persona. Al acabar la canción, los dos pararon, pero no perdieron el contacto que se había establecido entre ellos.
- ¿Cómo….?
- Sihh… no hables, sabia que te encontraría en este lugar – le dijo el muchacho colocando un dedo encima de la boca de ella. – siempre vienes aquí, no eres la única que le echa de menos, yo también vengo a veces a hablar con él. – termino de hablar mirando algo que se encontraba detrás de la muchacha.
- Es que… él tendría que estar aquí también, disfrutando de esta noche, graduándose como nosotros… - ya no podía decir más, las lágrimas le caían lentamente.
- Lo se, pero así en la vida, unos mueren para que otros puedan vivir, y él prefirió sacrificarse para que nosotros disfrutemos de la vida.
- Es injusto…
- Lo se, Herm, lo se.
Los dos se abrazaron fuertemente. Allí, en ese lugar, estaba enterrado el mejor amigo de ambos, una persona a la que consideraban un hermano, una persona con la cual habían ido a clase y con la cual habían compartido multitud de aventuras… hasta el año pasado.
Así acabaron la noche, los compases de la ultima canción se desvanecieron en el horizonte, era hora de regresar, de hacer las maletas para enfrentarse a un futuro que se vislumbraba ante ellos, sin el refugio ni la protección de la escuela.
Se separaron, tenían que regresar a la escuela, pero antes de echar a andar, el chico se arrodillo ante Hermione. Esa era su última noche juntos en la escuela, aunque esperaba que no fuera realmente la ultima.
- Hermione Granger – dijo tomándole la mano a la muchacha. –Se que al principio no te hice caso y que te herí muchas veces con nuestras tontas discusiones, pero tu significas mucho para mi, eres la razón por la que me levanto cada mañana, la razón por la que vivo y todos los días pienso en ti, tu rostro es el primero que veo en mi mente al despertarme y el ultimo que veo al acostarme. Lo se desde hace bastante tiempo, te quiero con locura, es mas, estoy profundamente enamorado de ti, y quisiera pasar el resto de mi vida contigo. Ahora contéstame a una pregunta.
En ese instante, el muchacho se levanto del suelo y le pregunto mirándole directamente a los ojos.
- ¿Quieres casarte conmigo?
Hermione no pudo contestar, todo lo que él había dicho le había dejado sin palabras, era la declaración de amor más sincera y verdadera que nunca había visto, él había desnudado sus sentimientos ante ella, se había mostrado tal y como era verdaderamente.
- Si quiero, Ron Weasley.
Ella también lo amaba desde hace unos años, pero lo enmascaraba tras las discusiones que tenia con él por cualquier cosa. Soñaba con ese momento y nunca había imaginado que fuera tan maravilloso y mágico aquel instante.
Los dos se encaminaron hacia el castillo cogidos de la mano, imaginando un futuro juntos, un futuro que afrontarían desde aquel momento los dos como pareja.
El viento volvió a soplar en el solitario prado meciendo una cinta que colgaba de una cruz, en el lugar donde había trascurrido toda la escena. Esa cinta mostraba fotos de tres personas juntas, dos de ellas se habían marchado juntas hace unos instantes y la otra se encontraba en un lugar donde no existía el sufrimiento.
******
Varios meses habían pasado desde entonces, la noticia de su boda se extendió rápidamente por los conocidos y todos se alegraron por ambos, sabían que los dos serian felices en su vida en común, a pesar de lo jóvenes que eran ambos.
Todo el mundo ayudó con los preparativos de la boda, todo estaba listo, pero faltaba algo muy importante para la ceremonia, faltaban los anillos. Ron y Hermione habían visitado todas las joyerías que existían en el mundo, pero en ninguna encontraron lo que buscaban, ningún anillo les convencía, aunque no tenían una idea fija, ningún anillo les convencía a ambos, era como si esperasen algo.
A falta de una semana para la boda, los dos se encontraban en la sala común de Gryffindor, el director les permitió celebrar la boda en el lugar que decidieron, un lugar muy especial para ambos, y como estaba cerca del colegio, les dejo quedarse a dormir en sus antiguos dormitorios aprovechando que no había clases en esos momentos (a los alumnos se les daba una semana de vacaciones en esos días para conmemorar unos hechos que ocurrieron dos años atrás) y al haber camas libres, a los alumnos no les importo la compañía de ambos, es más, era un orgullo tenerles a ambos en ese lugar.
En esos momentos se encontraban los dos solos, el resto de los alumnos que había en la escuela en esos momentos se habían ido a dormir, luego de haberles preguntado a ambos sobre su vida en la escuela.
Estaban los dos en un sillón, ella apoyada en los hombros del chico, los dos acurrucados, recordando interiormente los ratos que habían pasado en ese lugar.
- Que recuerdos me trae a la memoria este sitio.
- A mi también, Ron, a mi también. Que pena que él no pueda estar aquí con nosotros. Sería un gran padrino, ¿no crees? – dijo mirando al muchacho a la cara.
- Si, además creo que él intuía que acabaríamos juntos, ¿no te acuerdas de que se reía de nuestras discusiones?
- Es verdad, creo que sabia más de los que nos contaba, sobre todo el último año – dijo la muchacha con un tono de tristeza.
- No te deprimas ahora Herm, sabes que esta bien, ambos lo sabemos, y además, ahora estará alegre al vernos juntos. – dijo secándole las lagrimas a la muchacha.
- Cierto, ya vale de lagrimas, además, mañana es nuestra boda y tenemos que estar alegres, ven – y le dio un beso en los labios.
Cuando se levantaron del sillón vieron que de una pared de la sala salía una débil luz dorada. Ambos se acercaron hacia allí. Inconscientemente, los dos tocaron el ladrillo del que provenía la luz y esta se trasformo en una luz roja que les cegó por unos instantes. Al disiparse la luz, pudieron observar que el ladrillo había desaparecido, y en el hueco quedaba una especie de caja con una nota dirigida a ambos. Cogieron la nota medio temblando, pues habían reconocido la letra. Abrieron la nota y comenzaron a leer.
Al terminar, ambos estaban en shock, básicamente en la carta Harry había reconocido que sabia que ellos acabarían juntos, y que también sabia el día que se casarían (por un sueño que tuvo), y como no sabia si estaría vivo para entonces, les dejaba un regalo a ambos, la caja que aparecía junto a la nota, que solo ellos, o él si estaba vivo, podrían encontrar el día antes de la boda (ya que había aplicado un hechizo que ocultaba las cosas hasta una fecha determinada, un hechizo muy antiguo y difícil por cierto). También les deseaba una feliz vida en común y que no olvidasen los momentos trascurridos juntos los tres.
Tras leer la nota, abrieron la caja, esta también contenía una pequeña nota que decía:
"Estos son los anillos de mis padres, Sirius me los dio cuando cumplí dieciséis años, me dijo que eran para cuando encontrase a mi alma gemela y que los guardase hasta entonces. Como no se lo que pasara en el futuro me gustaría regalárselo a ambos, considérenlo mi regalo de boda.
Harry"
Después de leer la nota, sacaron los anillos de la caja, a simple vista no tenían ningún adorno, era dorados y lisos, en la parte interior se podía leer una inscripción:
"James & Lily" con una fecha, y al lado, como puesto hace poco, otra que decía "Ron & Hermione" y la fecha del día siguiente. Al ponerse ambos los anillos, se dieron cuenta de lo especiales que eran, pues al reflejar se podía ver pequeños reflejos verdes esmeralda en los anillos (verdes como los ojos de su amigo, pensaron) y eran de su medida, pues también eran mágicos y se adaptaban a la perfección a la persona destinada a ellos. Ambos se emocionaron puesto que ese era el regalo de su amigo, que se acordaba de ellos incluso mas allá de la muerte, una amistad que perduraría en la memoria de ambos.
Ahora sabían porque no encontraban unos anillos antes, pues inconscientemente, algo les decía que encontrarían al final esos anillos, y se sintieron felices al acordarse del amigo perdido y de todo lo que había hecho este por ambos. Se pasaron toda la noche recordando el último año de los tres juntos.
El día siguiente todo fue perfecto y comenzaron su vida en común.
***** Fin Flashblack*****
- ¿Estas bien?
- Si, Ron, estoy bien, solo recordaba.
- ¿Ese día?
- No, el día de la graduación, y el día antes de nuestra boda, ¿Te acuerdas?
- Si, fueron unos de los días más felices de mi vida, aparte de… ya sabes
- Ya me acuerdo, por cierto, ¿dónde se ha metido Harry?
- Creo que fue a coger flores por allí – dijo señalando un lado del bosque.
En esos momentos emergió una pequeña figura desde donde señalaba Ron, un niño corrió hacia donde se encontraban ambos. El hijo de ambos, un niño nacido a los nueve meses de la boda, un niño que trajo mas felicidad a la vida de los dos, un niño llamado como el mejor amigo de ambos: Harry.
- Mamá, mamá, mira que flores he cogido – dijo el niño enseñándole un gran ramo de flores que había cogido del bosque.
- Creo que es mas grande que el ramo que lleva tu padre – le dijo en voz baja, agachándose hasta su altura y señalando el ramo que llevaba Ron, flores que más tarde depositarían en un lugar cercano a donde se encontraban.
El ramo que llevaba el muchacho era casi tan grande como él, y a pesar de que era bastante alto para su edad, la cantidad de flores que llevaba era excesiva.
- Ven, que te las cojo – le dijo su padre, añadiendo las flores al otro ramo.
- Menos mal – contestó este, no quería que se cayese ninguna, me ha costado mucho encontrarlas.
- Ven que te cojo, estarás cansado, además, tenemos que esperar a los demás – el niño levanto los brazos y se dejo coger por su madre.
Hermione entonces le cogio en brazos y le dejo que se recostara sobre su hombro, era bastante grande para la edad que tenia, ya que solo tenia poco mas de un año. El niño había heredado su inteligencia, todo el mundo lo reconocía, y también la sagacidad del padre, puesto que sabía jugar al ajedrez bastante bien pese a su edad.
Lo contemplo detenidamente mientras el niño jugaba con un colgante de ella, el pelo le caía desordenados sobre la frente, pelirrojo, como toda la familia de su padre, además, por mucho que intentara peinárselo, nunca conseguía tenerlo bien peinado, le recordaba a si misma y a otra persona, en ese instante le retiro unos cuantos mechones que le caían sobre los ojos. Le miro a los ojos, él le devolvió la mirada, entre traviesa y curiosa, le encantaban los ojos del niño, normalmente eran de un color marrón, como los suyos, pero a veces, y esta era una de ellas, aparecía un brillo verde, verde como el que surgía de los anillos de ambos, un color que les recordaba a Ron y a ella a alguien, a una persona querida por ambos, y por la cual le habían puesto ese nombre a su hijo.
- Ya estarán a punto de llegar – dijo Ron, sacándole de sus pensamientos.
- Es cierto – confirmó, mirando el reloj que llevaba – tienen que estar a punto de llegar, no creo que se lo quieran perder.
- Nunca han faltado, siempre han estado aquí para eso, además, no creo que tarden mucho, todavía falta más de una hora para que suceda.
- Si, aun faltan cinco minutos para que lleguen. – habían quedado una hora antes.
- Entonces, esperaremos aquí – dijo apoyando las flores en el suelo y extendiendo su capa en el suelo para que los tres se sentasen.
Así, sentados esperaron a que llegasen los demás.
