Nota: Los pensamientos estan «así».

Capítulo 2:

A la mañana siguiente, la alarma del despertador hizo que Ginny despertara sobresaltada. Eran las 8:00 a.m., a las 9:30 hs comenzaban las clases. La chica tomó una corta ducha. Luego, ya vestida, y con los útiles y libros en mano, bajó a esperar a sus amigas en la Sala Común. En ella sólo había algunos alumnos de séptimo. Ginny dudó un momento en antes de sentarse en uno de los sillones ubicados frente a la chimenea, ya que no tenía ganas, ni estaba con ánimos para encontrarse con Harry o Hermione. Finalmente se sentó, pensando que ya vería que hacía si ellos aparecían. Meg y Lucy tardaron más de lo normal en bajar, por lo que la pelirroja se dirigió nuevamente a su cuarto. Sin embargo, no fue necesario llegar a él, ya que se topó con sus amigas en la mitad de la escalera. Ambas parecían estar algo dormidas aún. Saludaron a Ginny, y ella les respondió de igual manera. En ese momento, las tres escucharon un ruido proveniente de las escaleras que llevaban al dormitorio de los chicos: alguien bajaba; y, lamentablemente, ese 'alguien', era Harry. Ginny dirigió una mirada aterrorizada a sus amigas.

-¡Volvamos al cuarto!- susurró la chica.

-¡No!- dijo Meg, que tomó a la pelirroja de un brazo y comenzó a bajar el tramo de escalera que quedaba, practicamente arrastrando a su amiga. Lucy bajaba tras ellas. Llegaron al pie de la escalera al mismo tiempo que Harry, y éste advirtió la presencia de las chicas. Rápidamente, Potter caminó hacia ellas. Ginny no pudo evitar que la tristeza se reflejara en su rostro.

-Ginny...¿podemos hablar?..- preguntó él.

-¡Ni se te ocurra!.- gruñó Meg. La rubia apartó a Harry con un brazo y continuó su camino hacia el retrato, aún arrastrando a Ginny con ella. Meg era así. Tenía una personalidad fuerte, y una manera de afrontar las cosas que muchos -entre ellos, Ginny- admiraban. Era muy buena persona, pero no perdonaba facilmente a quienes se metían con ella o sus amigos. Lucy era muy parecida a ella en ese aspecto, pero era mucho más tímida, al igual que Ginny. Las tres cruzaron el retrato de la Dama Gorda, y se dirigieron al Comedor.

-No tiene derecho...- murmuraba Meg de vez en cuando -durante el camino-, refiriéndose a Harry.-¿Cómo se atreve?, no permitiré que se te acerque, Ginny. -agregó una de las veces. Agradecida, la pelirroja le dirigió una triste sonrisa. Llegaron al Gran Comedor. Tenían 45 minutos antes de que comenzara la primera clase (Historia de la Magia). Virginia observó rápidamente el lugar: había bastantes alumnos de Ravenclaw y Hufflepuff; algunos de Gryffindor y muy pocos de Slytherin. La chica se detuvo en ésta última mesa, buscando a Draco, pero el chico todavía no había llegado. Entre los estudiantes que desayunaban en la mesa de Gryffindor se encontraba otra de las personas a las que Ginny no deseaba ver: Hermione. La pelirroja pasó por su lado, junto a Lucy y Meg, sin siquiera mirarla. Las tres se sentaron más alejadas del resto. Una gran cantidad de alumnos llegaron momentos después. Entre ellos se encontraban Harry y Draco. El gryffindor miró unos instantes a Ginny, pero ella evitó su mirada buscando, nuevamente, a Draco, que recién se sentaba en la mesa de Slytherin. Potter dejó de observarla y se dirigió hacia donde desayunaba Hermione y la saludó con un corto beso en los labios. Algunos se quedaron pasmados ante ésto. Virginia, sin embargo, no reaccionó ante este hecho, ya que, momentos antes, Draco le había dirigido una intensa mirada, dejándola sin habla y algo confundida. Una rara sensación recorría su interior. Esa sensación que tenía desde la noche anterior. La chica fijó la vista en el desayuno, absorta en sus pensamientos. Alguien sacudió su hombro levemente:

-¿Ginny?..- era Meg- ¿estás escuchándome?- quiso saber la rubia.

-¿Qué decías?- preguntó la pelirrroja, tratando de que su vista no se desviara hacia cierto rubio slytherin.

-Nada...- suspiró su amiga, resignada.

Terminaron los que les quedaba de desayuno y se retiraron del Gran Salón, para dirigirse a la primer clase del día.

Desde la mesa de las Serpientes, Draco había seguido, disimuladamente, todos los movimientos de Virginia (él solía llamarla de esa forma). Observaba como la chica se dirigía a la salida del comedor, cuando unas manos bastante delgadas y blancas aparecieron desde atrás y le taparon la visión.

- ¡Adivina quién soy!...- dijo la dueña de aquellas manos, con una voz empalagosa.

- Quítame las manos de encima, Parkinson.- ordenó Malfoy a la chica, con su habitual tono frío y despectivo. Pansy, una chica demasiado delgada y con cara de Bulldog, últimamente estaba muy encima del chico, lo que fastidiaba bastante a éste.

- ¿Qué sucede, Draco?.- preguntó Pansy, sentándose a su lado. El rubio sólo le dirigió una fría mirada, y continuó mirando hacia la salida. Pero Virginia ya no estaba. Sin siquiera mirar a su pesada compañera, se levantó de la mesa y, rápidamente, salió del comedor. Buscó a la gryffindor durante un rato por los pasillos, pero no la encontró. Como faltaban sólo minutos para el comienzo de su primera clase (Encantamientos), decidió dejar la búsqueda para el recreo o el almuerzo.

* Pero los días fueron pasando, y ni el rubio ni la pelirroja pudieron encontrar un momento para verse y hablar. Sólo se veían en los pasillos y cuando desayunaban, almorzaban o cenaban. Los cruces de miradas provocaban en Ginny reacciones más fuertes que cuando, tiempo antes, su mirada se cruzaba con la de Potter; y, aunque ella no lo supiera. Draco tenía una extraña sensación cuando la veía. Las ganas de verse mutuamente crecáin en ambos a medida que pasaban los días.

El martes, seis días después del encuentro en el Bosque, Ginny, Meg y Lucy despertaron 20 minutos antes del comienzo de su primera clase. Se vistieron apresuradamente y, practicamente a la velocidad de la luz, corrieron hacia el aula de su primera clase (Transformaciones), sin tiempo para ir a desayunar. Draco se extrañó de no ver a la pelirroja en el comedor, pero no podía seguir esperándola, o llegaría tarde a Pociones. Quince minutos antes de que comenzara la clase, el Slythrin se dirigió hacia ella, lamentando no haber podido ver a Virginia... Llegó a las mazmorras. Algunos gryffindors ya estaban en la puerta esperando. Entre ellos se encontraban Potter y Granger, que iban tomados de la mano. Draco observó con desprecio a la feliz pareja. Odiaba má que nunca a Potter. Estaba haciendo sufrir a la única persona que él realmente a... apreciaba, eso; a su mejor amiga. El rubio reprimía sus constantes ganas de abalanzarse sobre Harry y "matarlo" a golpes; pero no sabía hasta cuando aguantaría. Las miradas del ojiverde gryffindor y el rubio slytherin se cruzaron. Decir que la mirada que Draco le dirigió a Harry había sido asesina, era poco. Potter apartó la vista de Malfoy. Hacía unos días que notaba que el slytherin le profesaba más odio que el de costumbre, y no sabía cuál era la razón. Unos pasos llegaron desde el fondo del corredor. Era Snape. El hombre se abrió paso entre la multitud de alumnos para llegar a la entrada del aula. Empujó la puerta y, sin siquiera mirar a los estudiantes, gruñó:

- Entren, ¡rápido!.-

Inmediatamente, tanto los de Gryffindor como los de Slytherin obedecieron. Una vez ubicados en sus lugares, comenzaron a copiar los ingredientes de la poción que realizarían esa clase.

**

Un rato después, en el aula de Transformaciones, la profesora McGonagall hablaba acerca de los animagos a los alumnos de 6º de Gryffindor. Ginny estaba ubicada en un banco casi en el centro del salón, junto a Meg y Lucy. No prestaba atención a lo que la profesora decía. Ese rubio slytherin había invadido sus pensamientos (o, mejor dicho, nunca se había ido de sus pensamientos desde aquella noche), logrando que la chica perdiera la noción de las cosas. Obligándola a recordar lo sucedido en el Bosque. La pelirroja también se había dado cuenta de que ya no le afectaba tanto el hecho de que Harry y Hermione estuvieran juntos...¿Qué le estaba pas...?

- ¡Señorita Weasley!- el llamado de atención de McGonagall hizo que la chica volviera a la realidad.- ¿Qué le sucede?, es la tercera vez que le pido que preste atención en una hora-. Era verdad, y era extraño, ya que Ginny siempre atendía a la clase, tomaba nota de lo que los profesores decían. Era muy estudiosa y aplicada. Una de las mejores estudiantes de 6º. Avergonzada y algo sonrojada pidió perdón a la Jefa de Gryffindor, asegurándole que no volvería a pasar. Se regañó a sí misma; no podía volver a distraerse así. De ahí en adelante atendió a la clase normalmente.

*

Cuando la campana que anunciaba el final de la hora de clase sonó, Draco tomó sus cosas y salió apresuradamente del aula, dispuesto a continuar buscando a la pelirroja. Recorrió corredores donde suponía que podía encontrarla, pero no estaba allí. Hasta que, al doblar en una esquina, se topó con ella y sus amigas. Instantáneamente, las mejillas de Ginny adquirieron un color rosado.

-Ehh...Lucy, acompáñame a buscar unos libros que olvidé en la Sala Común.- Meg pensaba que era mejor dejarlos un rato solos. Lucy asintió, comprendiendo la indirecta, y disimuladamente, ambas se marcharon del corredor en el mismo sentido en el que venían, aunque ese no fuera el camino a la Torre de Gryffindor. Ginny les suplicó con la mirada que no la dejaran sola con....Draco. Pero ellas le respondieron con una sonrisa pícara y desaparecieron tras doblar una esquina. La pelirroja no sabía que decir. La confusión en la que estaba sumergida no le permitía articular palabra (frente al rubio). Ambos se observaron unos momentos, con nerviosismo, hasta que el joven slytherin rompió el incómodo silencio.

-¿Cómo estás?...¿ya te sientes mejor?..-preguntó, y se acercó un poco más a la chica.

Ginny intentó controlar sus nervios, que iban en aumento.

- Si, mejor...mucho mejor que la...otra noche..- contestó la pelirroja, agachando la cabeza. El rubio se le acercó aún más y, momentos después, ella pudo sentir el contacto de la suave, pero fría, mano del chico en su mentón, alzándole nuevamente la cabeza. Clavó su mirada gris en la castaña de la pelirroja.

- Potter no merece que sufras por él...- susurró Draco, retirendo la mano de el mentón de la chica.

Ginny alzó una ceja, sorprendida. No esperaba ese comentario de parte del rubio (en ese momento). Pero ella pensaba lo mismo...

- No, no lo merece..- reconoció ella instantes después, negando con la cabeza.

El rubio sonrió debilmente. Pero no fue una sonrisa de malicia, o de esas que solían caracterizarlo. No, esa fue una sonrisa sincera. Y la pelirroja también lo hizo, nuevamente sonrojada .

- Bueno...debo irme. Meg y Lucy me esperan.- se excusó Ginny. Quería salir de esa situación, aunque por otro lado quisiera quedarse con el chico.

- Está bien...- entendió Draco, pero la idea de que Virginia se fuera no le gustaba mucho.- Hasta luego, entonces...

- Adiós- se despidió Ginny, sonriendo tímidamente. Giró, para retomar el camino de la Sala Común, cuando el slytherin la llamó:

-Virginia, espera...- la chica se volvió. Ahora ere él quien parecía estar nervioso.- ¿Podemos vernos esta noche, en el lugar de siempre?- preguntó, bajando la voz.

Ginny lo pensó unos segundos y luego accedió. Se despidieron nuevamente, y cada uno continuó su camino.

*

Llegó a la Sala Común. Allí sólo se encontraban Meg y Lucy, sentadas en un sofá, cerca del fuego que calentaba el amplio lugar. Cuando ella entró, ambas la miraron expectantes, ansiosas por que les contara como le había ido. Ginny las vió, pero no prestó atención a la expresión que tenían en la cara. Caminó hacia el sillón donde estaban sentadas y se sentó entre medio de las dos, pensativa. Después de un rato, Meg preguntó:

- ¿Y?-

- "Y", ¿qué?- respondió Ginny, haciédose la desentendida.

Meg bufó, cansada.

- ¿Qué pasó?- la rubia prácticamente gritó.

Ginny suspiró y luego les contó lo poco que habían hablado, y lo que el chico había dicho. Sus amigas también se sorprendieron ante esto, y aún más cuando Ginny les contó lo que le había respondido.

- No, no lo merece...-repitió la pelirroja, con la mirada perdida, diciéndoselo a ella misma. Luego observó nuevamente a sus amigas y dijo, con voz firme:

- No pienso volver a derramar ni una sola lágrima por él...

Meg y Lucy intercambiaron una rápida mirada. Ambas pensaban lo mismo: Si Ginny decía eso, era porque le estaba pasando algo que la movilizaba aún más que el dolor por el noviazgo de Harry y Hermione; y ellas sabían que era ese 'algo'....o ese 'alguien'... La pelirroja decidió no contarles que había quedado con el rubio en encontrarse esa noche, prefería guardárselo para ella...

Luego de la pequeña charla, tomaron los libros de Adivinación y se encaminaron hacia la Torre Norte, a otra sofocante clase con Trelawney.

***

Hacía apenas diez minutos que había sonado la campana anunciando el final de las clases y, en la puerta del Comedor, ya se amontonaban una gran cantidad de alumnos que esperaban hambrientos la cena. Ginny entró junto a la gran multitud, acompañada de Meg y Lucy. Al igual que había hecho durante toda la semana, la pelirroja buscó con la mirada la inconfundible cabellera platinada de Draco, pero el chico no se encontraba ni en su mesa ni en el Gran Salón. La cena transcurrió tranquilamente; aburrida, se podría decir. Malfoy no apareció en toda la cena, cosa que extrañó a la pelirroja...«De todos modos, lo veré esta noche». Se sobresaltó. Todavía no sabía como iba a hacer para librarse de Meg y Lucy, para poder llegar donde Draco la esperaba. La cena concluyó y los alumnos comenzaron a retirarse lentamente, a descansar luego de otro largo día de estudio. Ni bien llegaron a la habitación, Lucy y Meg se cambiaron de ropa y se acostaron. Ginny, que estaba tumbada boca arriba en su cama, saludó a sus amigas y cerró las cortinas, como si fuera a cambiarse. Pero no lo hizo. Esperó a que sus compañeras se durmieran, mientras observaba el cielo estrellado através de la ventana ubicada encima de su cama. Minutos después unos leves ronquidos, provenientes de las camas contiguas a la suya, le indicaron a la pelirroja que sus amigas ya estaban dormidas. Abrió levemente las cortinas, bajó de la cama y comenzó a caminar. La habitación estaba completamente oscura. Ya estaba llegando a la puerta, cuando tropezó con una pila de libros que estaban en el piso. Como consecuencia, éstos se desparramaron, y Ginny, para no caer, tuvo que sujetarse de la pequeña estantería que tenía al lado, la que crujió ruidosamente. Lucy roncó más fuerte. La pelirroja decició que era mejor salir rápido de ahí, antes de que alguna de sus amigas despertara y se diera cuenta de que se iba. Por fin llegó a la puerta. La abrió, procurando hacer el menor ruido posible, y salió al pasillo. Bajó cuidadosamente las escaleras y atravesó la desierta Sala Común, únicamente iluminada por el fuego del hogar. Cruzó el retrato de la Dama Gorda y comenzó a caminar por los, también desiertos, corredores de Hogwarts. Aún no sabía cómo había aceptado ir. Era una locura, y más siendo Prefecta. Si Filch o algún profesor la llegaba a encontrar "paseando" a esas por el castillo, estaría en problemas. Caminó cautelosamente alrededor de diez minutos. Bajó un par de escaleras, dobló a la derecha...a la izquierda...y nuevamente a la derecha. Inmediatamente se encontró con un pasillo que desentonaba de los demás: estaba descuidado; de las paredes descascaradas colgaban dos o tres cuadros cubiertos de polvo. Además estaba, prácticamente, sumido en la oscuridad, salvo por la luz de la luna que entraba por una única ventana, ubicada en la mitad del pasillo. Frente a ésta, había una desvencijada puerta de madera. Ginny caminó hacia allí nerviosamente. Se detuvo frente a la puerta. Temblendo levemente, tomó aire y la abrió, preguntándose si él ya estaría allí.... Lo que vio luego de entrar la dejó helada...

.-Fin Cap 2-.