Capítulo cinco: En sus manos

Minerva pudo escuchar los pasos firmes provenientes de los pasillos y frunció el ceño colocando una pluma a mitad del libro que estaba leyendo. Se levantó y miró a sus alumnos con una advertencia antes de asomarse por la puerta.

-Debería estar en clase, profesor Streng -dijo con gesto regañón.

-Mis alumnos no me extrañarán -respondió él con voz grave y pareció estar a punto de pasar por un lado de la profesora, pero se detuvo y la miró -¿Hay alguna manera de "meter" algo donde no pertenece?

-¿Perdón? -preguntó la mujer -Debe ser más claro, profesor.

-Es pedir demasiado -susurró él y se dispuso a continuar con su camino.

-¿Tiene algún problema, profesor? -preguntó Minerva tocándole el hombro, sin embargo el giro violento que el hombre realizó y el manotazo la alejó de manera brusca. -¡¿Profesor?!

Ernst levantó la mirada hacia la sorprendida mujer y apretó los labios.

-Discúlpeme, profesora McGonagall -borbotó antes de volver a caminar con rapidez mientras se tocaba el hombro.

Minerva enarcó una ceja. Eso, a su parecer, era un comportamiento bastante extraño. La mujer giró para volver a su clase, pero sintió una extraña humedad en su mano. Por instinto miró la palma de su mano y la verdad es que lo que vio fue aun más extraño que el comportamiento del joven profesor.

... sangre...

Minerva frotó la sustancia entre sus dedos y la acercó a su nariz.

En definitiva se trataba de sangre.

La profesora se planteó la posibilidad de seguirlo para obtener información al respecto, pero un repentino bullicio en el interior de su aula le hizo cambiar de opinión y regresó a toda velocidad.

-¡Todos en orden! -bramó con energía al mismo tiempo que caminaba hacia su escritorio - Señorita Granger.

Hermione levantó la mirada de los apuntes que había estado haciendo y tras notar la curiosa  mirada de sus dos amigos se acercó hasta el escritorio en donde la profesora hacía una nota apresurada.

-¿Si, profesora McGonagall?

-Lleve esta nota a Madame Pomfrey –pidió Minerva haciendo una última anotación –Se quedará el tiempo necesario para ayudar y me mantendrá informada de lo que ocurra.

La chica parpadeó algo confundida, pero no preguntó nada al tomar la nota y salir del aula directo a donde estaba ubicada la enfermería. Justo al entregar la nota Hermione notó un gesto desaprobatorio en la enfermera, quien se acercó a la chimenea con rapidez.

-Profesor Streng, a la enfermería –exclamó con energía.

Un chispazo acompañado de un sonido estridente se hizo presente en la chimenea al mismo tiempo que el profesor se hizo presente.

El joven miró el lugar como si esperase ver que algo se estaba quemando, pero al posar los ojos en Hermione (quien no parecía estar herida de gravedad) se limitó a mirar a la enfermera de manera interrogante.

-Siéntese y descúbrase el hombro –ordenó Madame Pomfrey caminando hacia un closet del que sacó unas mantas limpias y un frasco con líquido verdoso.

-¿Perdón? –preguntó Ernst.

-Su hombro –repitió la enfermera acercándose y pareció analizar lo que ella misma acababa de decir –Oh, es cierto... será mejor que se desnude de la cintura para arriba.

Hermione se ruborizó.

-Temo que no es algo que tenga que hacer –señaló el profesor.

-No puedo creer que se comporte como un alumno más –recriminó Madame Pomfrey y tocó el hombro izquierdo esquivando la mano a tiempo para evitar el golpe que el profesor lanzó. –Sangre –confirmó mirándose la palma de la mano –Quítese la ropa ahora... Oh, señorita Granger, haga favor de traerme agua limpia.

Ernst jamás había pensado que ser atendido por la enfermera del colegio resultara tan doloroso. En alguna parte de su memoria le pareció recordar que eso era absolutamente normal, incluso estuvo por reprenderse por estar de nuevo en manos de Madame Pomfrey, pero el pinchazo en su hombro que le provocó el brusco movimiento con que retiraron la tela cortó todo pensamiento y sólo pudo gemir por el dolor.

-¡Tenga cuidado con eso! –exclamó alejándose empujando la silla con violencia.

-Quemaduras de tercer grado –revisó la mujer sin hacer el mínimo caso a las quejas y tocó una de las heridas –Hemorragia constante –bufó -¿Cómo se hizo esto, profesor?

-Los calderos...

-Esto no lo hace un caldero por más caliente que este –interrumpió la enfermera y estiró la mano para recibir la manta húmeda que Hermione le tendió –No ha dejado de sangrar –dijo desaprobándolo –Debería ser más cuidadoso, profesor Streng.

Hermione permaneció en silencio mientras la intervención se llevó a cabo. Jamás había visto tanta sangre brotar de una quemadura. Jamás había visto una quemadura tan grande que fuera causada por un caldero o su contenido. Jamás había visto a un hombre joven agotarse tras ser intervenido con un procedimiento sencillo ni una herida que se mantenía viva aun tras aplicársele la habilidad de Madame Pomfrey. Y tras llegar a la conclusión de que ahí estaba sucediendo algo decididamente extraño sintió la mano de la enfermera que la guiaba hacia fuera.

-Avisaré para que cancelen las clases del profesor Streng por el día de hoy y mañana. Ha quedado agotado.

Hermione hizo un ademán afirmativo. La noticia de que Pociones acababa de suspenderse le encantaría a Ron y a Harry... bueno, aunque la ausencia del profesor debieron notarla desde hace más de quince minutos, hora en la que había iniciado.

La chica suspiró saliendo de la enfermería, antes de avisarles a los chicos tendría que ver a la profesora McGonagall e informarle lo ocurrido.

*          *          *

Una clase de pociones sin profesor era algo que nadie debería permitir.

Cuando Minerva fue informada de la situación corrió a las mazmorras y el problema ya estaba iniciado. Por supuesto que jamás se dio cuenta del móvil que había causado todo. Y de todas maneras lo que importaba era evitar más dificultades entre los alumnos de ambas casas, a quienes se les había hecho fácil trabajar la poción del día sin profesor.       

Por supuesto que calmar a los alumnos fue más fácil decirlo que hacerlo y sin que entendiera la razón de pronto tuvo a dos de ellos trenzados a golpes.

De nada valieron las exclamaciones de advertencia que se transformaron el gritos. Y justo cuando sacó su varita para remediar el problema vio que los dos alumnos chocaban contra un caldero... y el contenido se vaciaba de manera irremediable sobre uno de ellos.

Así que ahora estaba ahí, en la enfermería, pensando detenidamente el puntaje que tenía que restar a ambas casas mientras Madame Pomfrey atendía a Harry.

-Pero Malfoy empezó –se quejó Harry.

-Ambos estaban dándose golpes –dijo la profesora demostrando que no estaba nada feliz con eso -¿Qué clase de poción estaban preparando? Esas manchas no son normales.

-Fue una sustancia corrosiva lo que se echó encima –dijo la enfermera molesta – Esta claro que tuvieron el tino de tirarse encima una poción que no estaba bien preparada.

Harry suspiró pensando en el dueño de dicha poción justo cuando la enfermera continuó frotando esa poción asquerosa a la que Ron tanto respeto le tenía y cuyo olor comenzaba a llenarle los pulmones provocándole nauseas.

-Transcurrió tiempo suficiente para que el liquido penetrara la piel –continuó la enfermera sin dejar de frotar –En estos momentos tendrá los huesos muy frágiles, lo mejor es que se quede a descansar en un lugar donde nadie quiera darle un golpe.

-Pero me siento bien –gimoteó Harry.

-Un golpe, por más suave que fuera, sería suficiente para romperle los huesos, Potter.

-Eso suena mal –admitió McGonagall quien ya había pensado en la manera de castigar a ambos muchachos. Y tener a Potter en la enfermería no entraba en sus planes. –Debe haber una manera de contrarrestar eso.

-Analizando la poción por un experto –murmuró Madame Ponfrey y ambas mujeres miraron hacia una cama donde las cortinas estaban corridas –El profesor quedó muy débil tras la revisión de su herida... No parecía ser algo hecho de la manera en que lo dijo.

Minerva frunció el ceño.

-Conozco una manera de herir con esos resultados. Si mis sospechas son ciertas el profesor estará débil por demasiado tiempo.

-En ese caso Potter deberá quedarse esta noche.

-¿Toda la noche en el hospital? –se quejó Harry –Pero si Malfoy empezó.

-No fue a Malfoy a quien le cayó la poción –la profesora McGonagall lo miró con dureza  -y más vale que deje de quejarse, esto no es un castigo, es por su bien.

Harry suspiró. Pasar la noche en la enfermería era suficiente castigo ya.

*          *          *

La luz atrapada tras los cristales de la lámpara a mitad del lugar comenzó a brillar con más fuerza. Unas manos huesudas le rodearon provocando un temblor en los cristales al grado de hacerles vibrar y casi romperlos, pero el temblor se detuvo y la luz se concentró en una pequeña luciérnaga que se movió entre las paredes transparentes.

~ "Levántate y trae al chico" ~ susurró la voz tenebrosa de Voldemort.

*Employez mon corps... *(1)

La respuesta le hizo soltar una carcajada burlona que resonó en cada una de las paredes.

Si, era justo como siempre debió ser.

...Manejable...

Una extensión de sus manos que podría manejar de la forma adecuada para hacer caer al niño que vivió y llevarlo a su presencia.

Un disfraz que le permitiría ver todo el terreno enemigo hasta acercarlo a su objetivo.

Alguien de quien nadie sospecharía.

Alguien a quien había inyectado el elemento necesario para ser amado por ese que le estorbaba para ganar la guerra.

Ese que le haría ganar de una buena vez.

~ "Busca a Harry y tráelo hasta mí" ~

*... Oui...*(2)

*          *          *

La luz opaca de cada antorcha apenas permitían ver lo que había un poco más adelante, pero el camino continuaba siendo engañoso y tenebroso.

No había suficiente luz. No había suficiente calor.

Y los pocos sonidos percibidles hacían eco de manera misteriosa y se reproducían engañando a aquel que era capaz de escucharlos.

Harry reconoció el lugar.

Estaba de nuevo en los calabozos, pero ahí no había nadie.

Él no estaba en ese sitio.

Por un momento le pareció que era por que el tiempo había transcurrido de manera despiadada y las heridas se habían gravado.

Pensó que se debía a que esa persona no había resistido y que ahora formaba parte de esos cadáveres arrinconados en la orilla del calabozo.

Pensó que había llegado tarde.

Pero no era así. A pesar de que jamás se acercó a la carne podrida para cerciorarse, estaba seguro de que no era así.

Él continuaba con vida.

Podía sentirlo en cada eco que le guiaba a través de los pasillos mugrosos y en los latidos acelerados de su corazón.

Podía sentir su presencia cargada de tensión y en la burla muda del aire que se colaba por entre sus cabellos.

Él estaba vivo.

Harry detuvo sus pasos insonoros frente a una puerta y empujó con suavidad, esta  vez sin provocar sonido alguno. En el interior se veía una cama descuidada acompañada de pocos muebles viejos y mal distribuidos.

Y a un lado esa lámpara.

La lámpara de la que emanaba una luz tenue que se movía chocando contra los cristales. La luz que iluminaba las facciones severas, pero suavizadas por el cansancio de las heridas mal atendidas.

El rostro de Severus Snape.

-Profesor... –musitó Harry acostando la distancia que lo separaba del hombre y se sentó en la orilla de la cama mugrosa alargando la mano para tocar la frente.

La fiebre aun no bajaba.

La mano joven se deslizó de la frente a la mejilla e hizo una caricia hasta levantar un poco la barbilla.

-Profesor... yo...

¿Qué decir?

Había tantas palabras atascadas en su garganta luchando por salir, que al momento de abrir los labios no emanaba sonido alguno.

Había tantas cosas que quería expresar.

Harry suspiró inclinándose.

"No tiene nada de malo" pensó rozando sus labios infantiles contra los de él "... es un sueño... Jamás se dará cuenta... Es mi sueño"

Secos.

Los labios de él estaban secos. Pero aun así tenían el calor que Harry ya había probado.

Ya los había probado.

Harry se enderezó confundido.

Los labios del profesor Snape tenían el mismo calor de los labios de Streng.

¿Por qué?

-...Harry, despierta...

-¿Profesor? –preguntó el chico viendo cómo la imagen se iba borrando con tenue calma.

-Despierta...

Harry abrió los ojos percibiendo el olor que sólo la enfermería de Hogwarts podía brindar. Notó un rostro encima del suyo, pero no pudo verlo de manera nítida hasta que se acercó por completo reclamando un beso.

Responder de la manera en que lo hizo no era su plan, pero el calor le embriagó de manera deliciosa y expuso la piel para que esa caricia que apenas registraba se extendiera por su pecho.

Entonces reaccionó al comprender que eso no era un sueño y se echó hacia atrás provocando un violento sonido en la cama. Estiró sus manos y tomó sus lentes para ponérselos a pesar de que sabía de quien se trataba.

-¿Profesor Streng?

Ernst sonrió. Con la poca luz que había en la enfermería esa sonrisa parecía ser sacada de una cinta de suspenso en donde el enemigo era él.

-Me pregunto –murmuró Ernst -¿cuánto más vas a seguir escondiéndote de mí?

-¿De que habla? –preguntó Harry.

-De esto –aclaró él acercándose para atrapar el cuerpo delgado en un fuerte abrazo –Déjame amarte, Harry... déjate hacer...

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(1) Usa mi cuerpo...

(2) Si.

Kathy: Bueno, ya pronto te enteraras de la identidad de este profesor... Se insinuaron muchas cosas hasta este capitulo, pero me parece que hace falta la explicación que lo dejará todo claro... Pronto, pronto... Paciencia.

Aura4: No te preocupes, no voy a lastimar a Severus (no mucho). Gracias por leer.

Cherryblo: Hola, hola!! Gracias por leer mi fic.. Las dudas que se han desarrollando hasta ahora serán resueltas pronto, en especial la que gira en torno a Ernst. Y no te preocupes, a Severus no le va a pasar nada (no se va a morir al menos).

Duda: Draco preocupándose por Harry? ß Regalo a los lectores... espero poder desarrollarlo.

Besos a todos.