Capítulo seis: Aquel que acompaña a Severus.

Albus miró a Minerva con amabilidad y la invitó a pasar a uno de los asientos con un ademán hecho con la arrugada mano.

-Debo atender un asunto fuera del castillo –informó –Lady Meer ha concretado una cita para usar el espejo.

-¿Significa que Severus esta con vida? –preguntó la profesora ya que había estado al tanto de la petición que Lady Meer había puesto para que se usara el espejo.

-Si. –dijo el anciano con tranquilidad –Una fuente confiable me lo acaba de confirmar. Sin embargo su estado es muy grave; es necesario saber su ubicación.

-¿No pudo informarle eso también? –preguntó Minerva algo desconfiada.

-Temo que no basta –Albus mostró preocupación –Por las condiciones de la salud de nuestro profesor, será necesario tomar en cuenta un poderoso hechizo oscuro.

*          *            *

Harry parpadeó desconcertado al encontrar (de nuevo) ese rostro tan cerca del suyo.

Por un momento le pareció que eso no era real, pero recordó que acababa de salir de un sueño y de manera instintiva levantó las manos para cubrir la boca del profesor y empujar de tal manera que estuviera a una distancia recomendable.

Ernts rió. Su risa vibró a través de los dedos de Harry y el muchacho no pudo evitar que un cosquilleo le recorriera desde el brazo hasta la punta de los pies.

Harry se revolvió incomodo y retiró ambas manos para apoyarlas en el colchón y sentarse en la cama. Estar sentado debía suponer menos desventaja, ¿no?

-Lo siento profesor –dijo con toda la seguridad que fue capaz de reunir, no mucha por cierto –No estoy buscando una relación como esta.

-¿Cómo esta? –preguntó Ernst con una encantadora sonrisa que oprimió el corazón de Harry -¿Te refieres a una sana relación como esta?

Harry se ruborizó. Era un poco tarde para quejarse, ¿verdad?.

Era cierto que todos los besos habían sido robados, pero también era cierto que disfrutó cada uno de ellos al grado de recordarlos en momentos inesperados.

-A menos que estés interesado en alguien más –dijo el profesor con peligrosa calma.

Harry pensó en decir que eso era cierto, pero no lo hizo. Algo en su sueño le hizo sentirse inseguro. Algo que asemejaba el calor de los labios del profesor Streng y en profesor Snape.

... algo que le gritaba que no confesara su amor al enemigo a pesar que aun no sabía si ese enemigo estaba realmente ahí.

-No es así –borbotó el chico y para su sorpresa el profesor Streng frunció el ceño como si no fuese la respuesta que estuviera esperando.

A Harry le dio la impresión de que él sabía de su interés por esa persona y había esperado que se lo confesara.

Parecía que eso era parte de algo y el que no lo admitiera acababa de arruinarlo.

-¿Eso me da alguna oportunidad? –preguntó el joven profesor tomando la barbilla de Harry con delicadeza para que lo mirara -¿Podemos ser algo?

-Pero usted es un profesor...

-Y tu un alumno –interrumpió él -.Uno que empieza a descubrir cosas de sí mismo pero que no es capaz de aceptar las más básicas.

-Sólo tengo 16 años... Hay muchas cosas que desconozco.

-La ignorancia es la excusa más ridícula que un mago puede tener para no acceder a lo que desea –Ernst se enderezó y cruzó los brazos. A Harry le pareció un acto absolutamente elegante a pesar que no lucía esa suave túnica –Tu, Harry, eres la excusa más absurda de muchos magos... Me pregunto cuanto tiempo seguirás permitiendo que te manipulen.

-¿De que habla?

Ernst sonrió de manera gatuna. Una sonrisa que jamás había visto en él y que por alguna razón odió.

-Eres un héroe –dijo haciendo un gesto casual con la mano –Lo que la gente espera de un héroe es un nido de bondades imposibles... Cualidades que ni ellos poseen... Roles sociales que rompen a hurtadillas.

-Oh –Harry frunció el ceño entendiendo un poco. Sin embargo no había tenido que cumplir muchas exigencias ya que siempre había considerado que su personalidad era como muchos esperaban que fuera.

A excepción de...

-Tu usas a la gente como excusa también –señaló el profesor –Te comportas como ellos lo esperan... Por lo menos en un aspecto que te ha estado afectando últimamente.

-Las reglas tienen una razón de ser –replicó Harry.

-Si –admitió el hombre –Represión... Reprimir a los que desean el poder... a los que aman a alguien que no esta solo... y reprimir a los que aman a alguno de su mismo sexo... Represión... Hacen reglas para evitar aquello que no soportan ver... y tu las sigues... Por que no quieres ser una de esas cosas...

-Eso no es cierto –protestó Harry.

-Supongo, entonces, que tus amigos saben que tu profesor de pociones te ha besado en algunas ocasiones.

Claro que no.

El profesor sonrió con suavidad tras un momento de silencio.

-Me lo imagine. Búscame y hablaremos, Potter.

*          *            *

Albus se detuvo a la orilla del lago. Ahí esperaba Lady Meer acompañada de una sirena más joven.

A pesar que ambas eran criaturas de especia semejante, la sirena más joven conservaba suaves rasgos humanos cubiertos por una piel cremosa que se hacían acompañar de un cabello negro y largo que cubría su delicada desnudez. La joven criatura podría pasar por un humano cualquiera si no fuera por esa extremidad marina que sustituía ambas piernas y se movía con insistencia en la orilla como si reclamara aguas más profundas.

-Lady Meer –saludó Albus con educación –Debbie –secundó con amabilidad.

La joven sirena frunció el ceño.

-Severus esta en problemas –dijo Deborah dejando claro que no estaba de humor para recordar cualquier dato de su infancia, en especial si ser trataba del diminutivo de su nombre –Lucius debió decirte ya de su ubicación...

-Temo que no son datos fiables y lo sabes, Deborah.

La muchacha arrugó la nariz admitiendo eso y apretó los labios.

-Lord Voldemort no ha dudado de él –dijo ella con necedad –No puede lastimarlo.

-No a menos que sea útil para algo –intervino Lady Meer comprendiendo la preocupación del director –Lord Voldemort no escatima en recursos.

Deborah suspiró admitiendo eso también.

-Correcto. Buscaré a Severus con el espejo de mi madre, pero no irán a salvarlo.

-Temo que no comprendo, Deborah –señaló Albus un tanto sorprendido.

-Si alguno de nosotros intenta rescatar a Severus lo estaremos descubriendo.

-Pero Severus podría morir.

-No he dicho que permitiré eso –dijo ella algo ofendida –Sólo voy a usar un medio poco convencional para que no lo maten (de ser la situación).

Albus comprendió que la mujer se refería a magia negra, pero antes de objetar la vio moverse para sumergirse en el lago.

-Es una mujer decidida –sonrió Lady Meer.

-En ocasiones ella me asusta –admitió Albus –Si desea algo para lo que hay que romper mil reglas simplemente las rompe.

La criatura sonrió ante eso.

*          *            *

Draco miró el reloj que estaba en una de las paredes de la sala común y frunció el ceño al ver que la hora estaba por llegar.

Había recibido un mensaje de la profesora McGonagall para asistir a su despacho y recibir instrucciones de lo que sería su castigo.

Claro que lo ideal era que Potter también estuviera cumpliendo ese castigo, pero por buenas fuertes (curiosamente una llamada Zabini) se había enterado de que Potter tendría que pasar la noche en la enfermería debido a que la poción que lo había bañado en su pequeña disputa era un líquido corrosivo que le había ablandado los huesos. 

Así que habían decidido que era más sano mantenerlo alejado de él.

¡Claro!

Después de todo era el niño consentido del director.

¿Por qué arriesgarlo a una noche con Draco Malfoy, quien no tenía esa fama arrastrando?

Cosas semejantes iba pensando el Slytherin cuando se dio cuenta de que alguien más caminaba por el pasillo y no propiamente hacia alguna oficina. Los pasos eran cautelosos y procuraban ser silenciosos, pero no pasaron desapercibidos a Draco, quien se asomó por la esquina del pasillo y sonrió de manera maliciosa.

Ahí estaba el enfermo de gravedad, menos mal que no tenía los huesos muy blandos y aun podía caminar.

-¿Adónde vas, San Potter? –murmuró Draco caminando detrás de él hasta atravesar la puerta principal.

Draco se detuvo al llegar justo en el sitio donde iniciaba el bosque prohibido. El sitio no le traía malos recuerdos y la verdad no imaginaba lo que Potter haría en un lugar así, a esa hora de la noche y con los huesos teóricamente a punto de romperse.

Molesto continuó tras el muchacho dispuesto a romperle por lo menos un miembro, pero la idea se borró de su mente al verlo justo cerca de la orilla del lago...

-Que manera tan extraña de acortar distancias –ironizó Draco y se preparó para llamar la atención de Harry.

... pero no lo hizo...

... alguien se le adelantó...

Ernst Etreng.

Su profesor de pociones.

Aquel al que Harry Potter permitió que le abrazara con esa urgencia que Draco jamás había visto. Aquel que probó los labios de su rival y estrujó la carne de los brazos con violenta pasión.

-Vaya, vaya... Esto si que me dejo sin habla...

*          *            *

Ether Mistick había muerto de la manera más absurda... Más ridícula.

Probablemente ya sabía que moriría y se encargó de repartir perfectamente sus bienes... entre ellos estaba el espejo que Deborah poseía... Una reliquia mágica que solo ella podía usar y de la que se había inspirado para crear las plumas gemelas... una de oro y una de plata... Ambas con el mismo fin que el espejo: mostrar cosas que no pueden verse, decir la verdad.

La mujer extendió las manos hacia la superficie cristalina y comenzó a dibujar círculos hasta que el cristal se hizo líquido y los gravados de las sirenas comenzaron a moverse mirando hacia el interior del espejo.

-Muéstrame el lugar donde esta Severus Snape –ordenó ella con voz suave y acariciante.

El líquido ondeó varias veces hasta que la imagen fue sustituida por lo que parecía ser una habitación...

Deborah frunció el ceño. El lugar no parecía conocido e hizo un movimiento brusco con las manos alejando la visión hasta tener en el espejo un castillo.

-Villa Streng –susurró ella enarcando una ceja. –Ahora quiero ver a Severus.

Para ser la habitación de un Duque francés como Streng el lugar estaba deplorable.

... a menos que...

-¿Un ataque, señor Duque? –preguntó ella con burla sabiendo lo peligroso que era recibir a un grupo de mortífagos buscando algo.

Severus estaba acomodado en la cama... Aunque más bien parecía que lo habían tirado ahí con algo de prisa.

Heridas horribles por ahí.

Vendajes mediocres por allá.

Y fiebre.

Era un milagro que siguiera vivo. Y Deborah lamentó en verdad enterarse hasta ese momento del precario estado en que estaba su amigo.

-Esa no parece ser el arma secreta de Voldemort –reflexionó ella frunciendo el ceño y extendió las manos hasta tocar el líquido cristalino revolviendo la imagen –Muéstrame a Severus Snape... Quiero ver su interior...

La imagen se mostró nítida al atravesar un campo de protección mágica demasiado poderoso que Deborah reconoció al instante, era el de Dumbledore. La protección fue superada y se vio a una persona cerca del lago... justo  del lugar del que ella acababa de retirarse...

Una persona que no era Severus, estaba segura ya que se trataba de un cuerpo joven... Quizá menos de 25. Y la que acompañaba a su sobrino Harry.

La imagen se hizo borrosa a causa de la interferencia y la mujer metió las manos al liquido para concentrar más magia hasta que pudo verlo perfectamente y palideció al reconocerlo.

-Mouseur Streng –musitó sorprendida cuando la imagen volvió a revolverse -¿Quién más está con Severus Snape?

El espejo buscó la respuesta viajando hacia un lugar desolado... Una casa muggle en la que se vio a un horrible ser que lanzó un hechizo contra la presencia que le estaba observando y golpeó a Deborah contra una roca con demasiada fuerza.

Notas de la autora: Para comprender datos sobre la relación de Debora y Harry, revisar "Junto a tu Recuerdo". Gracias.