N/A: primero que todo este cap va a dedicado a Karla (´Mione) por su gran
ayuda en mi mala ortografía y concordancia.
Espero que les guste la secuela tanto como a mi...!! lean y disfruten(ojala)..
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Me desperté con el sol en mi cara. Por unos segundo sintiéndome desorientada. Recuerdo sentir un calor extraño opacar el frío que en la mañana, se supone, debería sentir. Sentir brazos ajenos rodeando mi cuerpo con una inocencia pura; quizás antes aquellos brazos me hubiesen causado pánico, pero ahora parecían brindarme cierta seguridad, cierta felicidad.
No quería abrir mis ojos y encontrarme con que aquellas sensaciones eran puro producto de mi imaginación, o que aquel abrazo que recuerdo borrosamente no era mas que una ilusión que yo misma me inventaba, tratando de llenar un espacio que en realidad ha estado vacío toda mi vida.
Sentí como el dueño de los brazos a mi alrededor se movía, indicando, ligeramente, que la persona se había despertado también por lo brillante del sol. Me hice la dormida, estaba demasiado cómoda como para que alguien me levantase; quería quedarme así toda la vida: en brazos de quien me quisiese, y saber que en aquellos momentos nada más importaba.
Sentí como me levantaron con facilidad; nunca he pesado mucho. La persona que me llevaba en sus brazos tarareaba una canción triste, suavemente; recuerdo no poder haber evitado pensar como, aquella canción, caía tan bien con el momento. Jure en aquellos momentos designar aquella, por mas triste que fuera, nuestra canción.
Sus brazos me sujetaban suavemente por las piernas y la espalda, mi cabeza ligeramente acomodada sobre su pecho; la tela de su camisa rozaba mi cara y sentí su piel estremecer bajo lo leve de mi contacto; sonreí para mi misma, alegre de saber que existía alguien a quien, el solo tocarme ligeramente, le causase una ilusión
Muy sumida en todo lo que lo relacionaba a él y a su contacto, no note como poco a poco nos movimos a través de los terrenos. Yo, cómodamente en sus brazos, mientras que él seguía tarareando aquella canción que, sé, me costara sacarme de la cabeza. Una canción de aquellas que sólo los mejores cantantes saben escribir, incrustando en las letras, sin que lo notes, un sentimiento que muchos ni sueñan con conocer; poetas qué, a través de su música, comparten con el mundo ajeno, su sabiduría.
Sentí gratitud ante aquel ya no tan extraño. Sabia ahora cuánto su palabra significaba y hasta que punto su moral llegaba. Cualquiera hubiera aprovechado aquella oportunidad para pasarse de listo, pero Harry no; sus manos permanecían una sujetando mis piernas mientras que la otra pasaba detrás de mi espalda, por mucho que le costase así moverse a través de el terreno. Bajo sus pies podía escuchar la hierva levemente crujir, y lo sentí tratar de acortar el paso, sus brazos poco a poco cansarse.
El camino del campo de quiddicht al castillo no era corto. Me sentí de pronto un poco egoísta ¿causarle tanta dificultad sólo porque quería atesorar cada minuto de su contacto? ¿sólo porque sus brazos parecían ahora el lugar más cómodo que he conocido?
Abrí los ojos lentamente, cierta parte de mí pensando en lo mucho que me agradaba estar en sus brazos y cómo me costaría opacar, después, todo aquel sentimiento que se formaba poco a poco dentro de mi. Al abrirlos completamente, me encontré con su cara examinando de cerca la mía, como esperando el momento en el que mis ojos decidiesen mirarlo. Quizás supo siempre que me hacía la dormida.
- Hola - me dijo, mientras me veía de cerca ahogar un bostezo; no pudo evitar doblar ligeramente la comisura de sus labios en una pequeña sonrisa.
Le regalé una propia, sabiendo que aquello era mucho más que suficiente; a lo lejos escuché el leve sonido que producen las lechuzas que volaban muy alto sobre nosotros.
Lo miré adormilada, tratando lentamente de enfocar su cara... sus lentes estaban levemente virados, escondiendo aquellos ojos esmeralda que tanto habían vivido, y su cabello... no hay otras palabras que lo describan mejor que... adorablemente desordenado; tapaban tan bien aquella cicatriz tan conocida por el mundo, pero que tanto dolor le ha causado.
- ¿Cómo estás? - me preguntó, preocupado. ¿ Si supieras que no me importa más que el presente? ¿Que no hay una sola parte de mi cerebro que recuerde a Dean, sólo mas que pura tristeza? ¿Que toda mi vida he deseado que me mires como me miras ahora, y que nada más importe?
- Bien - te dije. Quería que parases de hablar y me dejaras suspirar tu aroma tranquilamente; que pararas de hablar y me miraras con aquellos ojos tuyos, sin preocuparte por cosas que, sinceramente, para mí, en estos momentos, no tienen importancia.
La brisa acarició mi rostro, momentos en los cuales cerré mis ojos, disfrutando el tiempo que vivía al máximo, disfrutando las sensaciones que me producían tus brazos y todo el ambiente a mi alrededor.
- ¿Segura? - me preguntaste, dubitativo. No creías que pudiese olvidar algo como lo de ayer en tan poco tiempo. Te ofrecí una de mis mejores sonrisas, tratando de asegurarte que todo estaba bien, mientras me acomodaba más aun en tus brazos. En tus labios siempre jugando aquella sonrisa divertida.
El monólogo te había hecho parar a descansar un segundo; me impactó lo fuerte del sentimiento de no querer dejar tus brazos, de que no me soltases aunque nuestro futuro dependiese de eso. Pero no me bajaste de donde estaba tan cómoda, quizás intuiste que no me quería ir, o quizás para ti significaba igual, o más, tenerme cerca de ti. Opte personalmente por la segunda, y creo que me acompañaste, silenciosamente, en mi decisión.
No se porqué fue, pero me sentí segura por primera vez, pensando que, si algo estaba destinado a pasar entre nosotros, pasaría; que todo se toma su tiempo, y solo me quedaría esperar al día en el que las cosas tomasen el curso correcto, o, al menos, el ya predestinado. Rezando por dentro que fuese el que yo quería, confiando en dejarle las cosas al destino.
Me pusiste en tus brazos de manera que te fuese mejor movilizarte, adquiriendo de pronto una fuerza que no sé de dónde conseguiste. No quise cerrar mis ojos, verte era mucho más ameno que cualquier otra cosa que hecho en toda mi vida, ver como la luz acentuaba pálidamente tu rostro, o como este adquiría cierto aire de concentración.
No todo puede ser perfecto. Recordé entonces como, juntos, no habíamos regresado, y que sospecha pudiese levantar aquel enunciado en mentes convencionales; como si juntos regresábamos, qué haría pensar eso a la gente. Nunca he sido de aquellas a las que les importe lo que piense la gente, pero ahora no se trataba solo de mí... también estabas tú; y no quería perjudicarte sólo porque me habías venido a buscar, sólo porque te preocupaba mi bienestar.
- ¿Qué pasa Gin? - me preguntaste, cuando notaste en mi cara la preocupación. Siempre he sido muy obvia, dejando al descubierto lo que siento.
- Bueno...es que no regresamos- trate de decir, rezando porque el rubor no subiese a mis mejillas, sin mirarte a la cara. Me moría de la pena.
- ¿ Y eso que tiene...? - me preguntaste antes de que tu desconcierto pasase a comprensión.
Hallé más interesante mis manos: no quería verte a la cara; el rubor permanentemente ahora implantado en mis mejillas.
- No te preocupes Gin: hoy es sábado, todos deben estar en Hogsmade- me dijiste, seguro de ti mismo. Siempre has sido así para mi, la persona más segura y confiada que he conocido.
Seguimos nuestro recorrido, mientras comenzabas a tararear aquella canción que, sólo por el ritmo, me parecía de cierta forma majestuosa. Sin previo aviso paraste, no supe en aquellos momentos si fue por el cansancio o simplemente porque querías disfrutar la mañana.
Al abrir mis ojos me di cuenta que estábamos frente al lago. Conmigo aún en tus brazos, te arrodillaste hasta que te lograste sentar completamente. No se porqué en esos momentos sentí la necesidad de abrazarte, de que supieses cuánto, estos momentos, por más insignificantes que pareciesen, significaban para mi. Y apuesto a que me entendiste.
Ahora que mis brazos rodeaban tu cuello, podía escuchar mejor aquella canción que tanto cantabas, y que tanto me llamaba la atención. No sé si fue la forma en la que tu voz la cantaba, como si esta fuese algo más que una simple canción, o si fue la letra de ésta que me hicieron sentir bien, que me hicieron sentir contenta, feliz de estar en tus brazos, de poder jugar con tu cabello.
Después de unos minutos, me apartaste ligeramente, mirándome a los ojos; al verlos vi en ellos un sentimiento que no sé cómo llevas dentro de ti, una tristeza pero a la vez amor... ¿amor por mí, quizás? Creo que sí.
Te sonreí, pasando mi mano por tu mejilla, no esperando a que dieras el primer paso. Me miraste con cierta incógnita en tus ojos, y te asentí, sabiendo que querías preguntar. Poco a poco tu rostro fue bajando para encontrarse con el mío. Tus labios con los míos. Millones de sensaciones acompañaron aquel beso. Muchas que no había sentido nunca y otras cuantas que ya conocía. Acaricie tu cabello como muchas veces, aunque no lo admita a nadie, he soñado.
Nos separamos ambos necesitando un poco de aire. No pude evitar cerrar los ojos unos cuantos segundos. Tratando de mantener vivo el recuerdo para siempre dentro de mi memoria. Cuando los abrí, me mirabas, cierta duda en tus ojos que poco a poco era a pagada por el amor que en ellos se reflejaba, apuesto a que mis ojos se hallaban iguales.
-Te amo Gin- me dijiste abrazándome hacia ti y susurrándome al oído. Mi pecho se lleno de felicidad. No era la primera vez que alguien me decía que me amaba, era la primera vez que sí significaba algo, la primera vez que lo sentía del corazón; de tú corazón.
-Yo también, Harry, yo también- te dije, atrayendo tus labios de nuevo a los míos. Sabiendo que ahora que te tenia nada mas importaba. Que ahora que me tenias no abría pena lo suficientemente dolorosa como para no seguir adelante. Sabiendo que yo seria lo que te haría continuar y tu serias lo mismo, o más, para mi.
FIN...
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N/A: que tal? Valio la pena la continuación?? Dejen reviews..!
Besos...
Mep.
Espero que les guste la secuela tanto como a mi...!! lean y disfruten(ojala)..
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Me desperté con el sol en mi cara. Por unos segundo sintiéndome desorientada. Recuerdo sentir un calor extraño opacar el frío que en la mañana, se supone, debería sentir. Sentir brazos ajenos rodeando mi cuerpo con una inocencia pura; quizás antes aquellos brazos me hubiesen causado pánico, pero ahora parecían brindarme cierta seguridad, cierta felicidad.
No quería abrir mis ojos y encontrarme con que aquellas sensaciones eran puro producto de mi imaginación, o que aquel abrazo que recuerdo borrosamente no era mas que una ilusión que yo misma me inventaba, tratando de llenar un espacio que en realidad ha estado vacío toda mi vida.
Sentí como el dueño de los brazos a mi alrededor se movía, indicando, ligeramente, que la persona se había despertado también por lo brillante del sol. Me hice la dormida, estaba demasiado cómoda como para que alguien me levantase; quería quedarme así toda la vida: en brazos de quien me quisiese, y saber que en aquellos momentos nada más importaba.
Sentí como me levantaron con facilidad; nunca he pesado mucho. La persona que me llevaba en sus brazos tarareaba una canción triste, suavemente; recuerdo no poder haber evitado pensar como, aquella canción, caía tan bien con el momento. Jure en aquellos momentos designar aquella, por mas triste que fuera, nuestra canción.
Sus brazos me sujetaban suavemente por las piernas y la espalda, mi cabeza ligeramente acomodada sobre su pecho; la tela de su camisa rozaba mi cara y sentí su piel estremecer bajo lo leve de mi contacto; sonreí para mi misma, alegre de saber que existía alguien a quien, el solo tocarme ligeramente, le causase una ilusión
Muy sumida en todo lo que lo relacionaba a él y a su contacto, no note como poco a poco nos movimos a través de los terrenos. Yo, cómodamente en sus brazos, mientras que él seguía tarareando aquella canción que, sé, me costara sacarme de la cabeza. Una canción de aquellas que sólo los mejores cantantes saben escribir, incrustando en las letras, sin que lo notes, un sentimiento que muchos ni sueñan con conocer; poetas qué, a través de su música, comparten con el mundo ajeno, su sabiduría.
Sentí gratitud ante aquel ya no tan extraño. Sabia ahora cuánto su palabra significaba y hasta que punto su moral llegaba. Cualquiera hubiera aprovechado aquella oportunidad para pasarse de listo, pero Harry no; sus manos permanecían una sujetando mis piernas mientras que la otra pasaba detrás de mi espalda, por mucho que le costase así moverse a través de el terreno. Bajo sus pies podía escuchar la hierva levemente crujir, y lo sentí tratar de acortar el paso, sus brazos poco a poco cansarse.
El camino del campo de quiddicht al castillo no era corto. Me sentí de pronto un poco egoísta ¿causarle tanta dificultad sólo porque quería atesorar cada minuto de su contacto? ¿sólo porque sus brazos parecían ahora el lugar más cómodo que he conocido?
Abrí los ojos lentamente, cierta parte de mí pensando en lo mucho que me agradaba estar en sus brazos y cómo me costaría opacar, después, todo aquel sentimiento que se formaba poco a poco dentro de mi. Al abrirlos completamente, me encontré con su cara examinando de cerca la mía, como esperando el momento en el que mis ojos decidiesen mirarlo. Quizás supo siempre que me hacía la dormida.
- Hola - me dijo, mientras me veía de cerca ahogar un bostezo; no pudo evitar doblar ligeramente la comisura de sus labios en una pequeña sonrisa.
Le regalé una propia, sabiendo que aquello era mucho más que suficiente; a lo lejos escuché el leve sonido que producen las lechuzas que volaban muy alto sobre nosotros.
Lo miré adormilada, tratando lentamente de enfocar su cara... sus lentes estaban levemente virados, escondiendo aquellos ojos esmeralda que tanto habían vivido, y su cabello... no hay otras palabras que lo describan mejor que... adorablemente desordenado; tapaban tan bien aquella cicatriz tan conocida por el mundo, pero que tanto dolor le ha causado.
- ¿Cómo estás? - me preguntó, preocupado. ¿ Si supieras que no me importa más que el presente? ¿Que no hay una sola parte de mi cerebro que recuerde a Dean, sólo mas que pura tristeza? ¿Que toda mi vida he deseado que me mires como me miras ahora, y que nada más importe?
- Bien - te dije. Quería que parases de hablar y me dejaras suspirar tu aroma tranquilamente; que pararas de hablar y me miraras con aquellos ojos tuyos, sin preocuparte por cosas que, sinceramente, para mí, en estos momentos, no tienen importancia.
La brisa acarició mi rostro, momentos en los cuales cerré mis ojos, disfrutando el tiempo que vivía al máximo, disfrutando las sensaciones que me producían tus brazos y todo el ambiente a mi alrededor.
- ¿Segura? - me preguntaste, dubitativo. No creías que pudiese olvidar algo como lo de ayer en tan poco tiempo. Te ofrecí una de mis mejores sonrisas, tratando de asegurarte que todo estaba bien, mientras me acomodaba más aun en tus brazos. En tus labios siempre jugando aquella sonrisa divertida.
El monólogo te había hecho parar a descansar un segundo; me impactó lo fuerte del sentimiento de no querer dejar tus brazos, de que no me soltases aunque nuestro futuro dependiese de eso. Pero no me bajaste de donde estaba tan cómoda, quizás intuiste que no me quería ir, o quizás para ti significaba igual, o más, tenerme cerca de ti. Opte personalmente por la segunda, y creo que me acompañaste, silenciosamente, en mi decisión.
No se porqué fue, pero me sentí segura por primera vez, pensando que, si algo estaba destinado a pasar entre nosotros, pasaría; que todo se toma su tiempo, y solo me quedaría esperar al día en el que las cosas tomasen el curso correcto, o, al menos, el ya predestinado. Rezando por dentro que fuese el que yo quería, confiando en dejarle las cosas al destino.
Me pusiste en tus brazos de manera que te fuese mejor movilizarte, adquiriendo de pronto una fuerza que no sé de dónde conseguiste. No quise cerrar mis ojos, verte era mucho más ameno que cualquier otra cosa que hecho en toda mi vida, ver como la luz acentuaba pálidamente tu rostro, o como este adquiría cierto aire de concentración.
No todo puede ser perfecto. Recordé entonces como, juntos, no habíamos regresado, y que sospecha pudiese levantar aquel enunciado en mentes convencionales; como si juntos regresábamos, qué haría pensar eso a la gente. Nunca he sido de aquellas a las que les importe lo que piense la gente, pero ahora no se trataba solo de mí... también estabas tú; y no quería perjudicarte sólo porque me habías venido a buscar, sólo porque te preocupaba mi bienestar.
- ¿Qué pasa Gin? - me preguntaste, cuando notaste en mi cara la preocupación. Siempre he sido muy obvia, dejando al descubierto lo que siento.
- Bueno...es que no regresamos- trate de decir, rezando porque el rubor no subiese a mis mejillas, sin mirarte a la cara. Me moría de la pena.
- ¿ Y eso que tiene...? - me preguntaste antes de que tu desconcierto pasase a comprensión.
Hallé más interesante mis manos: no quería verte a la cara; el rubor permanentemente ahora implantado en mis mejillas.
- No te preocupes Gin: hoy es sábado, todos deben estar en Hogsmade- me dijiste, seguro de ti mismo. Siempre has sido así para mi, la persona más segura y confiada que he conocido.
Seguimos nuestro recorrido, mientras comenzabas a tararear aquella canción que, sólo por el ritmo, me parecía de cierta forma majestuosa. Sin previo aviso paraste, no supe en aquellos momentos si fue por el cansancio o simplemente porque querías disfrutar la mañana.
Al abrir mis ojos me di cuenta que estábamos frente al lago. Conmigo aún en tus brazos, te arrodillaste hasta que te lograste sentar completamente. No se porqué en esos momentos sentí la necesidad de abrazarte, de que supieses cuánto, estos momentos, por más insignificantes que pareciesen, significaban para mi. Y apuesto a que me entendiste.
Ahora que mis brazos rodeaban tu cuello, podía escuchar mejor aquella canción que tanto cantabas, y que tanto me llamaba la atención. No sé si fue la forma en la que tu voz la cantaba, como si esta fuese algo más que una simple canción, o si fue la letra de ésta que me hicieron sentir bien, que me hicieron sentir contenta, feliz de estar en tus brazos, de poder jugar con tu cabello.
Después de unos minutos, me apartaste ligeramente, mirándome a los ojos; al verlos vi en ellos un sentimiento que no sé cómo llevas dentro de ti, una tristeza pero a la vez amor... ¿amor por mí, quizás? Creo que sí.
Te sonreí, pasando mi mano por tu mejilla, no esperando a que dieras el primer paso. Me miraste con cierta incógnita en tus ojos, y te asentí, sabiendo que querías preguntar. Poco a poco tu rostro fue bajando para encontrarse con el mío. Tus labios con los míos. Millones de sensaciones acompañaron aquel beso. Muchas que no había sentido nunca y otras cuantas que ya conocía. Acaricie tu cabello como muchas veces, aunque no lo admita a nadie, he soñado.
Nos separamos ambos necesitando un poco de aire. No pude evitar cerrar los ojos unos cuantos segundos. Tratando de mantener vivo el recuerdo para siempre dentro de mi memoria. Cuando los abrí, me mirabas, cierta duda en tus ojos que poco a poco era a pagada por el amor que en ellos se reflejaba, apuesto a que mis ojos se hallaban iguales.
-Te amo Gin- me dijiste abrazándome hacia ti y susurrándome al oído. Mi pecho se lleno de felicidad. No era la primera vez que alguien me decía que me amaba, era la primera vez que sí significaba algo, la primera vez que lo sentía del corazón; de tú corazón.
-Yo también, Harry, yo también- te dije, atrayendo tus labios de nuevo a los míos. Sabiendo que ahora que te tenia nada mas importaba. Que ahora que me tenias no abría pena lo suficientemente dolorosa como para no seguir adelante. Sabiendo que yo seria lo que te haría continuar y tu serias lo mismo, o más, para mi.
FIN...
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Besos...
Mep.