All that you can't leave behind
Por: Ayesha
Autor = Ayesha
E-mail =lg_100309@hotmail.com
Clasificación = Entre R y NC-17. Los primeros capítulos serán PG-13
Parejas = Aragorn/Legolas, Haldir/Legolas, Haldir/Finwe, Elladan/Elrohir/Finwe, Elladan/Elrohir/Haldir/Finwe
Disclaimer =Los personajes de esta historia son propiedad de J.R. Tolkien. Esto es puro entretenimiento y no me reporta beneficio económico alguno. Yo sólo soy culpable de inventarme a Finwe.
Resumen = Luego de finalizar la Guerra del Anillo, Aragorn y Legolas son pareja, pero por un motivo desconocido, Aragorn anuncia su compromiso con Arwen y Legolas huye.
Esta historia se llamó originalmente "El corazón del rey", pero la he revisado y corregido, por lo que decidí cambiarle de nombre.
*
Capítulo 5: ¿Victoria?
"It's a sin that somehow / es un pecado que de algún
modo
Light is changing to shadow / la luz esté cambiando a sombra
And casting it's shroud / y arrojando su mortaja
Over all we have known / sobre todo lo que hemos conocido
Unaware how the ranks have grown / ignorante de que las categorías han crecido
Driven on by a heart of stone / conducidas por un corazón de piedra
We could find that we're all alone / podríamos encontrar que todos estamos
solos
In the dream of the proud / en el sueño del orgullo"
Pink Floyd – On the turning away
Los soldados que vigilaban la entrada a la Puerta de Helm observaron sorprendidos un ejército que se aproximaba, tocando un cuerno y empuñando estandartes con insignias que les eran desconocidas. Inmediatamente llamaron al rey, al tiempo que abrían el portón. ¡Al fin los refuerzos habían llegado!, y aunque aún no sabían a quién agradecer, no por ello se alegraron menos.
Los recién llegados portaban arcos y sus rostros estaban cubiertos por capas élficas. Haldir iba delante, con la cabeza y el rostro descubiertos. El rey bajó inmediatamente a su encuentro.
- "¿Cómo es posible?", exclamó el sorprendido monarca.
- "Traigo un mensaje de la Dama Galadriel", respondió Haldir, saludándolo con una reverencia. – "Una vez existió una alianza entre hombres y elfos. Hace tiempo, peleamos y morimos juntos. Venimos a honrar esa alianza".
En ese momento llegó Aragorn, seguido por Legolas y Gimli. – "Mae govannen", dijo, al tiempo que abrazaba a Haldir. A pesar de que conocer su afecto por Legolas, Aragorn lo estimaba, pues lo conocía desde hacía mucho.
Haldir pareció un tanto incómodo por el abrazo de Aragorn, ¿no se suponía que eran rivales?, pero él también apreciaba al humano, y lo sabía comprometido con la hija de Elrond. Sonriendo, le devolvió el abrazo.
- "Son bienvenidos", agregó Aragorn.
Legolas se había acercado también a saludar a su amigo. Haldir lo hacía sentir incómodo con sus miradas y la forma irreverente que tenía de hablarle, pero era un elfo, y había llegado en el momento en que más lo necesitaban. Se abrazaron con alegría. Momentos antes, Legolas había estado diciendo a Gimli que hubiese dado lo que fuera por una docena de buenos arqueros de su pueblo. ¡Ahora tenía cien!.
Los elfos formaron ordenadamente siguiendo las indicaciones de Haldir, quien decía al rey:
- "Pelearemos con orgullo al lado de los hombres una vez más".
Legolas contemplaba a su amigo sonriendo. El pueblo de los elfos demostraba así su valentía y arrojo, y eso lo llenaba de orgullo. Entre las filas de arqueros, Finwё observaba al elfo que había conquistado el corazón de Haldir, preguntándose si sería merecedor de ese amor.
El rey y su séquito se quedaron en Cuernavilla, mientras los hombres de Éomer se apostaban también en la empalizada, en el Muro del Bajo, que tenía veinte pies de altura, y espesor suficiente como para que cuatro hombres caminaran de frente a todo lo largo del adarve, protegido por un parapeto desde el cual sólo podía asomarse un hombre muy alto.
Los arqueros, guiados por Aragorn, se apostaron también sobre el Muro del Bajo. Allí esperarían el ataque del ejército de Saruman. Todos los guerreros élficos llevaban cascos metálicos, con excepción de Haldir y Legolas, quienes tenían la cabeza descubierta.
Para llegar al Muro del Bajo, había que pasar una escalera que descendía desde una de las puertas del patio exterior de la fortaleza; otras tres escaleras subían desde el abismo a la muralla, la cual era lisa, y no había forma de encontrar algún punto de apoyo para el ascenso por allí.
Sus enemigos se acercaban, avanzando inexorablemente. En la empalizada todo era silencio, pues estaban a la espera de la orden de Aragorn para disparar. Sin embargo, Gimli, que se encontraba con Legolas, no conseguía ver nada debido a su corta estatura.
Aragorn se acercó a su elfo. Se miraron brevemente, entrelazando sus manos, conscientes de que quizá ninguno de los dos saliera vivo de ese enfrentamiento. Gimli los observó y dijo:
- "Ojalá la suerte que te mantiene vivo dure hasta después del anochecer"
Legolas miró a su amado, quien nada contestó. Pensaba en la pesadilla y temía por el elfo. En ese momento sonó un trueno a la distancia, iluminándoles los rostros.
- "Tus amigos están contigo, Aragorn", dijo con firmeza el elfo.
- "Ojalá que duren hasta después del anochecer", replicó mordaz Gimli.
Legolas sonrió tristemente. Aragorn se retiró a revisar las tropas nuevamente. La lluvia comenzó a caer como anticipándose a la batalla.
Los uruk-hai avanzaban portando antorchas, sin que la lluvia pareciera afectarlos. Iban armados con lanzas, espadas y ballestas, sus armaduras y escudos eran resistentes, su fuerza era impresionante. Eran guerreros creados para no sentir cansancio ni dolor, los guerreros que necesitaba Saruman para destruir la Tierra Media.
Finalmente, llegaron a la empalizada, y su líder subió en una pequeña colina, desde donde podía dar las órdenes. Aragorn a su vez, hablaba en élfico con los arqueros, quienes en su mayoría no conocían la Lengua Común.
- "¡No sean piadosos con ellos, porque ellos no lo serán con ustedes!"
Los enemigos se encontraban formados frente a la empalizada, esperando las órdenes de su líder para atacar.
Gimli desesperado, trataba de mirar sobre el muro, preguntándole a su amigo elfo qué estaba sucediendo.
- "¿Tengo que describírtelo, o mejor traigo una caja?", respondió Legolas sonriendo. Era su oportunidad de vengarse de todas las veces que Gimli lo había interrumpido mientras estaba con Aragorn. El enano le lanzó una mirada furibunda.
El líder de los Uruk-hai dio la señal. Los guerreros rugieron y alistaron las armas. En la empalizada, Aragorn ordenó preparar los arcos, pero sin disparar aún. Sin embargo, Gamelin, uno de los soldados más ancianos, presa de los nervios, dejó salir la primera flecha, que se clavó en el corazón de una de las criaturas.
- "¡Alto!", gritó Aragorn. No deseaba enfurecer a aquellas bestias, ya que eso haría más difícil aún la defensa. Pero el mal ya estaba hecho. El guerrero uruk-hai cayó pesadamente al suelo, en medio de los rugidos de odio de sus compañeros. Entonces el líder dio la orden, y una marea de criaturas empezó a avanzar hacia los muros de la fortaleza.
- "¡Prepárense para disparar!", ordenó Aragorn.
Los elfos tomaron posiciones, apuntando con sus arcos. Haldir se encontraba junto a Legolas, quien le informó
– "La armadura es débil en el cuello y debajo del brazo"
- "¡Lancen las flechas!", gritó Aragorn una vez más, siendo seguido de una ráfaga de flechas élficas, que rápidamente abatieron a los enemigos más cercanos.
A su vez, Théoden ordenó a sus propios arqueros disparar. La batalla había comenzado.
Una tras otra las andanadas de flechas élficas se iban sucediendo, pero los enemigos eran muchos, y mientras unos caían, otros tomaban las ballestas abatiendo a su vez a los arqueros elfos. Los compañeros a ambos lados de Finwё cayeron por la empalizada, pero él siguió disparando. No le tenía miedo a la muerte, había vivido muchísimos años tan cerca de ella que acabó por acostumbrarse a la idea.
Los uruk-hai seguían avanzando, ya se encontraban bajo los muros de la empalizada, y empezaban a colocar las escaleras para tomar el muro.
Aragorn gritó "¡Traen escaleras!". Había llegado la hora de las espadas.
Uno tras otro los uruk-hai subían, siendo repelidos por los defensores en una feroz lucha. Gimli se econtraba feliz blandiendo el hacha en todas direcciones, mientras que Aragorn su espada Andúril tenían similar desempeño, al igual que Éomer y su espada Gúthwinë.
En dirección contraria, Haldir peleaba también. Finwё se encontraba a escasos metros de su líder, dispuesto a apoyarlo en cuanto fuera necesario. En medio de la pelea, Haldir vio la mirada resuelta de ese misterioso elfo de cabellos de fuego, que peleaba con ardor con las inmundas bestias, y recordó cómo, años atrás, esos seres habían asesinado a sus padres delante de los ojos del joven elfo.
Gimli y Legolas luchaban juntos, en una competencia para ver quien abatía más enemigos. Sin embargo, el elfo llevaba ventaja, pues había empezado a disparar flechas mucho antes de que Gimli pudiera unirse a la lucha.
La desigual batalla continuó así por espacio de varios minutos. Parecía que los defensores podrían controlar la situación. Incluso el grupo de uruk-hai que trató de cruzar el puente de Helm en dirección a la puerta, fue repelido por los arqueros de Lórien.
Théoden se sentía aliviado. – "¿Esto es todo lo que puedes invocar, Saruman?", pensó el rey, sonriendo para sí.
En ese momento, los guerreros de Saruman llevaban tres objetos metálicos, que depositaron bajo el drenaje, en la parte central de la empalizada. Luego se retiraron, mientras uno de ellos avanzaba con una antorcha Aragorn, adivinando sus intenciones, gritó – "¡Túmbalo, Legolas!", sólo confiaba en la puntería del elfo para detener esa amenaza.
Legolas obedeció inmediatamente, apuntó y disparó, hiriendo a la criatura en el hombro, sin embargo, ésta continuó avanzando. – "¡Mátalo!", gritaba Aragorn desesperadamente. El elfo disparó nuevamente, dando en el blanco, pero el uruk-hai agonizante se arrojó al drenaje. Había elegido bien su forma de morir.
Aragorn no se había equivocado. En ese momento, una gran explosión sacudió el muro hasta sus cimientos, abriendo una brecha en medio, que fue aprovechada por los uruk-hai para ingresar. Ahora la única defensa que quedaba era la fortaleza de Cuernavilla.
Cuerpos de elfos y humanos volaron por los aires, sacudidos por el impacto de la explosión. Aragorn cayó inconsciente, mientras Legolas trababa desesperadamente de encontrarlo en medio de la confusión.
Finwё se encontraba junto a Haldir, mientras observaban impotentes los estragos dejados por las armas de Saruman. Instintivamente, el elfo mayor tomó a Finwё del brazo, alejándolo del peligro.
Théoden ordenó a sus hombres defender la puerta de la fortaleza, utilizando troncos para evitar el ataque. Los soldados sobre el muro arrojaban rocas a los invasores, en un intento desesperado por defenderse.
Como una marea inmunda, las criaturas avanzaban por el foso, acercándose al sitio donde yacía Aragorn, quien en ese momento recobró el sentido, siendo su primer pensamiento para su elfo.
Gimli vio el peligro que corría su amigo, y valerosamente se arrojó sobre los uruk-hai blandiendo su hacha. Tras Aragorn, los guerreros elfos se hallaban preparados para repeler el ataque.
Aragorn se puso de pie al tiempo que gritaba "¡Al ataque! ", mientras los elfos lo seguían y comenzaba una lucha cuerpo a cuerpo, con espadas, lanzas y flechas. Legolas vio a Aragorn desde el muro, y bajó deslizándose por la escalinata de piedra, disparando sin cesar en su prisa por llegar junto a su amado.
Théoden miraba la lucha desigual con impotencia. Las fuerzas del enemigo, antes de disminuir, parecían acrecentarse; y nuevos refuerzos llegaban al valle y cruzaban el foso. Entonces el rey, desde la torre, llamó a Aragorn y le pidió que retrocedan a la ciudadela. Aragorn entendió que no tendrían muchas oportunidades si seguían luchando allí, los enemigos eran numerosos. Vio a Legolas luchando con la espada y una vez más temió por él. Ordenó entonces a los elfos retirarse y volver a la ciudadela.
Haldir peleaba también, con Finwё a su lado, cuando oyó la llamada del montaraz, y gritó a su vez a sus hombres que retrocedieran. En la confusión que siguió, fue atacado por un Uruk-hai, que le hizo perder el equilibrio. Esta desventaja fue aprovechada inmediatamente por otro enemigo, quien blandiendo su lanza se arrojó sobre él, pero en ese instante, una figura de cabello como el fuego se arrojó sobre Haldir, bloqueando la lanza con su propio cuerpo, al tiempo que Haldir volteaba y hundía la espada en el corazón del uruk-hai. Finwё cayó ensangrentado en los brazos de aquél al que acababa de salvar, la lanza lo había atravesado.
- "¡Vete!", susurró, mientras un hilo de sangre escapaba de sus labios.
- "No te dejaré aquí", dijo Haldir, que lo sostenía, mientras luchaba desesperadamente con la mano que tenía libre, hasta que Aragorn llegó a ellos, despejando el camino que llevaba a las escaleras.
Haldir subió con Finwë en sus brazos, sin embargo el elfo pelirrojo no se movía y apenas respiraba. No podía hacer más en ese momento, pues una horda de uruk-hai intentaba asaltar los muros de la fortaleza. Cuidadosamente, acostó a Finwë en la parte más oculta del muro, diciéndole al oído – "Resiste, volveré por ti", luego se alejó a seguir luchando.
Los soldados de Théoden reforzaban el portón de la ciudadela con troncos, sin embargo el ataque era inmenso. El rey en persona luchaba cuerpo a cuerpo con los invasores, sin embargo faltaba poco para que la puerta cediese.
Aragorn entonces intentó una maniobra desesperada, pidió al rey que detenga a los asaltantes todo el tiempo que sea posible, y de deslizó con Gimli por la puerta de atrás, para atravesar el foso y luchar con los que en ese momento se encontraban en el puente.
- "Arrójame", le dijo Gimli, - "¡no llego saltando, arrójame!", y añadió luego más despacio, "pero no le digas al elfo".
- "Ni una sola palabra", respondió Aragorn, alzándolo y arrojándolo al puente de piedra. El mismo se lanzó luego.
Allí bloquearon el ataque contra el portón, arrojando a los enemigos al foso. Los uruk-hai, sin embargo, estaban preparados, e inmediatamente lanzaron con ballestas enormes, cuerdas provistas de ganchos que se clavaron en los muros exteriores de la ciudadela, y empezaron a colocar las escaleras.
Legolas disparaba certeramente, cortando las cuerdas, pero los atacantes eran muchos para que tuviera éxito. Sus esfuerzos habían sido vanos, y pronto el enemigo tomó el portón, por cada escalera que caía, tres más se alzaban. Pronto el ataque fue incontenible.
El elfo corrió hacia el muro próximo a donde estaba Aragorn, luchando con Gimli en el puente, e inmediatamente les arrojó una cuerda. Aragorn se agarró de ella con una mano, mientras en la otra tomaba a Gimli, y lentamente fueron izados por el angustiado elfo. Sus manos sangraban, pero no dejaba de tirar de la cuerda, hasta que tuvo a su amado por un breve instante en sus brazos.
Théoden dio la orden de retirada, había renunciado a luchar, y todos se replegaron dentro de la fortaleza
- "Se acabó, la fortaleza ha sido tomada", dijo Théoden en la torre, último refugio que le quedaba.
Aragorn entró corriendo, seguido por Legolas y Gimli.
- "Usted dijo que no sería tomada si sus hombres la defendían", gritó Aragorn, - "la siguen defendiendo, han muerto defendiéndola"
Las mujeres y niños lloraban abrazándose. Los rumores de que la fortaleza había sido tomada llegaron incluso hacia ellos.
Los soldados luchaban bloqueando la puerta con troncos, mientras los arietes del enemigo arremetían sin piedad, sacudiéndola hasta sus mismos goznes.
En la torre, Aragorn preguntó - "¿No hay otra salida para sacar a las mujeres y niños?". Al no obtener respuesta, gritó – "¿No hay otra salida?
Lentamente, Háma le dijo
- "Hay un paso que lleva a las montañas pero no podrán llegar muy lejos, hay muchos uruk-hai"
- "Envía a las mujeres y niños al paso de la montaña y bloquea la entrada", ordenó Aragorn
- "Tanta muerte, ¿qué pueden hacer los hombres contra tal odio?", dijo amargamente el rey
- "Cabalgue conmigo", dijo Aragorn, "cabalgue y hágales frente"
- "¿Por la muerte y la gloria?", dudó Théoden
- "Por Rohan", exclamó Aragorn, "¡por su pueblo!"
Gimli se acercó a informarles que el sol estaba saliendo
Entonces las palabras de Gandalf vinieron a la memoria de Aragorn - "Llegaré con la aparición del alba del quinto día, al amanecer, miren hacia el este..." había dico el mago.
- "Sí, sí", dijo convencido Théoden, - "la trompeta de Helm Mano de Martillo sonará en el abismo una ultima vez"
- "¡Que esta sea la hora en que empuñemos espadas juntos!", respondió Aragorn
- "Actos siniestros despiertan, es tiempo de ira, tiempo de ruina, y un amanecer rojo", dijo Théoden colocándose el yelmo.
Aragorn susurró a Legolas en élfico. Su amante había estado tras él durante todo ese tiempo.
- "Hermoso mío, no tienes que hacer esto"
- "Mi señor, iré adonde tú vayas. No le temo a la muerte si la enfrento contigo", respondió el elfo.
Gimli toco el cuerno en el momento que finalmente caía la puerta
- "¡Adelante eorlingas!", exclamó Théoden, apareciendo montado sobre su caballo, flanqueado por Aragorn y Legolas en los suyos, y así se lanzaron a librar la ultima batalla.
Los hombres de Helm y los jinetes que quedaban con vida se sintieron animados súbitamente al ver a su rey, y se lanzaron con ardor nuevamente a la batalla, desconcertando momentáneamente a los enemigos.
El rey cabalgaba con Aragorn, Legolas y los señores de la casa de Eorl. Avanzaron por el puente abatiendo enemigos, logrando llegar así hasta la empalizada. Sin embargo la enorme marea de criaturas no disminuía. De pronto, Aragorn miró sobre la montaña: un caballo blanco resplandecía en la cima del peñón.
¡Gandalf había vuelto!
Tras el jinete, un millar de hombres a pie hacían resonar los cuernos. Un hombre recio y de elevada estatura marchaba delante de ellos.
- "¡Erkenbrand!", gritaron los caballeros, "¡El señor de Helm ha vuelto!"
Todos sintieron renovadas sus energías, al sentir los aullidos de terror del enemigo, mientras eran cercados desde la fortaleza por los hombres de Rohan, y frente a ella por Erkenbrand.
Finalmente, la victoria era suya.
Los uruk-hai que pudieron escapar entraron al bosque, los hombres del oeste que se encontraban mezclados entre ellos, sollozando se rendían.
Los defensores se reunieron en medio del camino a la fortaleza, iluminada ya por los rayos del sol. Solo faltaba Haldir, quien en ese momento corría hacia el muro de Cuernavilla en busca de Finwë.
*
¡Victoria! Gritaban los hombres de Théoden, ¿mas, qué victoria era aquélla?, cuerpos destrozados yacían desde el desfiladero a la puerta de la fortaleza. Defensores y enemigos compartían el sueño de la muerte, algunos con el rostro descubierto y los ojos abiertos y espantados, como si las últimas imágenes que vieron, de la batalla, hubieran quedado para siempre fijas en sus pupilas.
El rey ordenó a los pocos guerreros que no estaban heridos ocuparse de los caídos. Pronto fueron apilados los cadáveres de los hombres de Rohan, y se encendió la pira funeraria. Los uruk-hai, sin embargo, eran tan numerosos que iba a ser un trabajo descomunal deshacerse de los cuerpos.
Orcos y hombres del oeste, en su loca carrera por escapar, se internaron en el bosque, pero ninguno de ellos volvió a salir. Los montañeses que quedaban, engañados por Saruman, se rendían sollozando. Éomer ordenó tomarlos prisioneros, para que ayudaran a apilar los cadáveres, sorprendiéndolos por su clemencia, ya que el malvado mago les había dicho que los rohirrim torturaban a los prisioneros de la forma más cruel.
Eowyn y las mujeres se ocupaban de los heridos, ayudados por los elfos, quienes por órdenes de Haldir, se habían dividido la tarea de ocuparse de sus muertos, y asistir a los heridos. Él mismo se ocupaba de su gente, atendiendo en primer lugar a Finwë, quien milagrosamente vivía aún.
Cariñosamente depositó al elfo inconsciente sobre una de las mesas destinadas a los heridos más graves, pues allí no había camas. La lanza casi había perforado un pulmón, pasando escasos centímetros del corazón y la punta aún se hallaba clavada en el cuerpo del elfo.
Haldir examinó la herida con ayuda de Rúmil. No sería posible extraer fácilmente los restos de la lanza, de modo que cuidadosamente la cortó, mientras Rúmil la sujetaba. Este trabajo le tomó casi una hora, puesto que a cada movimiento, la herida sangraba profusamente, desgarrando los tejidos. Finalmente, logró sacarla toda, y se limpió la sangre que cubría sus manos.
Rúmil le alcanzó un lienzo para contener la hemorragia. También había traído el morral de Finwë, donde, al igual que todos los elfos, llevaba una bolsa de hierbas medicinales, que escaseaban en ese momento, siendo tantos los heridos.
- "Está bien, ahora puedo hacerlo solo. Ve a atender a los otros", dijo Haldir, ya que toda la ayuda posible se necesitaría para asistir a tantos heridos.
Rúmil se retiró, mientras Haldir buscaba dentro del morral, hallando la bolsa de hierbas, y cuaderno de hojas de pergamino que cayó al suelo. No le dio importancia en ese momento, y se concentró en preparar un emplasto cicatrizante, que colocó cuidadosamente sobre la herida, procediendo luego a rasgar parte del lienzo para vendarla. Alzó el cuerpo de Finwë con un brazo, mientras trataba de enrollar el vendaje en su torso, pero una mano lo detuvo y tomó el vendaje
Legolas.
Sin decir una palabra, el elfo lo ayudó a atender al herido, vendándolo y lavando su rostro y su cuerpo cubiertos de sangre. Luego lo cubrieron con una sábana. Entonces Legolas habló:
- "A pesar de su juventud, demostró una gran valentía al arrojarse así sobre esa lanza", y mirando al suelo, reparó en el cuaderno, recogiéndolo.
Ambos se quedaron mudos de asombro. Las hojas contenían dibujos hechos a carbón por una mano muy diestra. Todos ellos representaban a Haldir: Haldir de pie junto a un mallorn con el arco en la mano, Haldir disparando certeramente en el campo de entrenamiento, Haldir junto a la cascada, Haldir cantando con los ojos cerrados, y un último dibujo mostrando a Haldir abrazando a otro elfo, pero la figura no estaba terminada, y ese elfo no tenía rostro aún.
Los ojos de ambos se llenaron de lágrimas. Legolas puso la mano en el hombro de su amigo.
- "Vivirá. Elbereth no querrá llevárselo aún. Confía…", dijo en un susurro, mientras su mano acariciaba la frente del elfo pelirrojo. Una necesidad urgente de estar con Aragorn se había apoderado de él, y se retiró rápidamente.
Haldir miró nuevamente los dibujos, guardándolos luego en el morral. Entonces besó al herido en la frente, tomando una de sus manos entre las suyas y se puso a cantar despacio en élfico.
Cantó a los bosques de Lothlórien, a la cascada, al río donde tantas veces se había bañado, a los rayos de luna reflejándose en el agua, iluminándola tenuemente con la caricia de un amante, a las cosas que más amaba. Su canto reconfortó el corazón de los demás heridos, devolviéndoles las ganas de vivir, pues aunque no lo entendían, la voz musical de Haldir los llevaba a parajes no imaginados.
Pero Finwë no se movía.
*
Legolas buscó a Aragorn y lo encontró finalmente junto a Eowyn, quien lo abrazaba con afecto. El elfo se retiró en silencio, sin que notaran su presencia, y fue a encontrar a Gimli, quien, sobre el muro, respiraba la brisa fresca que por fin traía la mañana.
- "Mi cuenta asciende a cuarenta y dos, incluso se me ha mellado el hacha", dijo orgulloso el enano.
- "Pues esta vez me has ganado, solo por un tanto. Pero no te celo, ¡Tan contento estoy de verte de pie!", respondió sonriendo Legolas, - "¿A dónde estabas, amigo mío?"
- "Fui a esas maravillosas cavernas. ¡Las llaman refugio! Yo podría construir un palacio allí, ¡tienes que ver toda esa hermosura!, los enanos pagarían oro puro sólo por verlas"
- "Y yo pagaría oro puro por lo contrario, y el doble porque me sacaran de allí si llego a extraviarme", repuso el elfo, "en cambio, quisiera visitar algún día ese bosque maravilloso". Se refería al Bosque de Fangorn.
- "¡Elfo loco!, pero te perdono lo que acabas de decir porque no las has visto. Brillan con luces de plata, es un hermoso espectáculo, Legolas, ¡Tienes que ir!", dijo Gimli con entusiasmo.
- "Está bien, no en vano dicen que los enanos son gente extraña para vivir en cavernas. Pero me has emocionado, nunca te oí hablar así. Te diré lo que haremos: cuando termine todo esto, si seguimos vivos, te acompañaré a tus famosas cavernas, y luego tú me acompañarás a Fangorn", contestó Legolas, tirándole de la barba con afecto.
Entonces sintió una presencia familiar, y al darse vuelta, se encontró con Aragorn.
– "Te estaba buscando", dijo Aragorn.
- "Estaba con Haldir, ayudándolo a atender a los heridos. Luego te vi con Eowyn", respondió Legolas, reproche en su voz.
- "¡Ejém!", dijo Gimli para llamar su atención. Ambos lo miraron, "Hay una bodega pequeña bajando la escalera del patio. Está vacía ahora y libre de miradas indiscretas", y con esto, se retiró.
Los amantes se miraron sonriendo, y Aragorn bajó las escaleras, mirando a ambos lados. Nadie había reparado en su presencia. Abrió la puerta de la bodega y entró. Legolas esperó unos momentos. Luego, cuando creyó no ser observado, bajó también, entrando a la bodega y cerrando la puerta tras él.
Gandalf, desde la ventana de la torre, los miraba pensativo. Debían partir a Isengard, pero decidió darles un respiro a sus amigos. Luego recuperarían el retraso galopando de prisa.
El elfo se encontró a oscuras en la bodega. – "¿Mi señor?", llamó en medio de las tinieblas. No le gustaba la oscuridad ni el encierro, pero anhelaba las caricias de su amante.
Dos brazos lo aprisionaron por detrás, mientras una voz cargada de emoción le susurraba al oído "Temí tanto por ti, no hubiera soportado perderte"
- "Ni yo, mi señor", susurró Legolas, cerrando los ojos y echando hacia atrás la cabeza, sobre el hombro de su amado.
Aragorn lo abrazaba por la cintura, mientras su otra mano acariciaba el cabello del elfo. Lo tomó por la barbilla, girando su rostro hasta que estuvo junto al suyo. Se inclinó besándolo suavemente mientras soltaba el broche de la capa élfica.
Legolas dio un paso adelante, dejando caer la capa. Luego se volvió hacia su amado, abrazándolo, y devolvió el beso con pasión. Las dudas que lo atormentaban se disolvieron con ese beso, y sólo le importó estar con Aragorn.
Aragorn exploró la boca del elfo, ¡cómo había extrañado esa sensación!, su lengua lo recorría todo, deleitándose. Luego bajó lentamente por el cuello de Legolas, y siguió besando la piel, hasta dejar marcas rojas. Pronto la túnica y camisa del elfo cayeron también al suelo, y la lengua de Aragorn empezó a explorar sus pectorales, mordiendo los pezones suavemente hasta que Legolas pensó que sus piernas no lo sostendrían más. Su amante, como adivinando esto, dejó caer su propia capa al suelo, lo tomó entre sus brazos, y lo echó en el piso de piedra, sobre la capa, mientras lo besaba para acallar sus gemidos. Lentamente, Aragorn rompió el beso, para terminar de despojar al elfo de sus ropas, luego, él mismo se desvistió, y cubrió a Legolas con su cuerpo, mientras lo besaba nuevamente.
Sus miembros erectos se rozaban, poniendo al elfo al borde de la locura, mientras abría las piernas. Aragorn no pudo resistir más el deseo, y lentamente introdujo un dedo en la abertura que se le ofrecía. – "Ohhhh, Aragorn, cómo extrañé tus caricias", decía el elfo entre gemidos, moviendo las caderas mientras Aragorn insertaba otro dedo, y su boca buscaba devorarlo. Legolas se había abandonado por completo a sus sensaciones y suplicaba ahora "Por favor, tómame ya, no me tortures más mi señor".
Aragorn sonrió traviesamente. "Como desees, hermoso mío", dijo mientras se insertaba en el cuerpo anhelante del elfo, empujando despacio hasta estar completamente dentro. Luego hizo una pausa "mi señor no te detengas", gemía Legolas moviéndose bajo él desesperadamente. Aragorn comenzó entonces a empujar cada vez más fuerte, uniéndose a los gritos de placer de su amado. Luego, cuando sintió que no resistiría más, tomó entre sus manos el miembro de elfo y empezó a masajearlo, hasta que sus manos se mojaron con la dulce semilla, y, loco de pasión, explotó dentro de Legolas, cayendo luego, agotado, sobre el cuerpo de su amante.
Una vez satisfecha la pasión, el cansancio y angustia de la batalla hicieron su efecto. Aragorn cogió la capa del elfo, y recostándose a su lado, cubrió sus cuerpos, mientras besaba a Legolas, tomándolo entre sus brazos. Entonces se quedó dormido.
Legolas se pegó más al cuerpo de su amado, buscando su calor. Se sentía seguro a su lado, aunque Aragorn nunca le había dicho que lo amaba. Poco a poco, sumergido en el olor a la batalla y a la pasión que emanaban del cuerpo del montaraz, se quedó dormido.
Gandalf esperaba en la torre. En su opinión, el "respiro" dado a sus amigos había sido más que suficiente. Llamó a Gimli y le pidió buscarlos, pues deseaba partir como máximo en una hora.
El enano se dirigió entonces a la pequeña bodega, se paró un momento en la puerta para tomar una gran bocanada de aire, y luego entró. Tuvo que cerrar la puerta tras de sí, para no atraer más miradas de las necesarias. Al encontrarse completamente a oscuras, llamó a sus amigos despacio, mientras avanzaba a tientas, con tan mala suerte que tropezó con la túnica de Legolas y cayó de bruces, maldiciendo como sólo los enanos pueden hacerlo.
- "¡Gimli, qué haces aquí!" dijo Legolas, que había despertado abruptamente con el ruido.
- "Gandalf envía por ustedes, deben partir a Isengard sin demora", repuso el enano, tratando de ponerse de pie.
- "¿Qué pasa, Legolas?", dijo Aragorn tratando de levantarse a su vez.
- "Es Gimli. Está aquí a pedido de Gandalf para avisarnos de nuestra partida a Isengard", contestó el elfo.
- "Yo me voy de aquí", contestó el enano, dirigiéndose hacia la puerta.
- "Espera…no puedes salir aún, deja al menos que nos pongamos algo encima", replicó Aragorn.
Al cabo de un rato, Gandalf observó divertido que se abría la puerta de la bodega y salían en fila Gimli, Legolas y Aragorn, y aunque los elfos rara vez se ruborizan, el rostro de Legolas estaba rojo como la grana, al igual que el de sus amigos.
*
Haldir había estado cantando largo rato, cuando sintió un pequeño movimiento en la mano de Finwë. Se detuvo entonces, y puso una mano sobre su sien, apartando el cabello rojizo que caía rebelde sobre ella.
El joven elfo tenía una palidez extrema, resaltada quizás por la cascada rojo intenso que rodeaba su rostro, ya que Haldir había soltado el lazo que aprisionaba sus cabellos y se encontraban esparcidos sobre sus hombros. Mientras lo contemplaba, Haldir se preguntaba cómo fue que aquel elfo haya llegado a amarlo de ese modo, sin que él jamás lo notara, siendo testigo incluso de sus amores con muchos elfos. Nadie lo había amado así, siempre había tenido relaciones pasajeras, una o dos noches y el encanto se rompía. Nadie lo amaría de ese modo, de eso estaba seguro.
Finwë había estado soñando con su antiguo hogar, en el Bosque Mágico, los árboles, flores y arroyos que allí había cuando todo era felicidad y su pueblo no era perseguido. Luego, una voz encantadora lo transportó a Lothlórien, hacia la cascada que tanto le gustaba contemplar, y donde innumerables veces, oculto entre los arbustos, había visto bañarse a su adorado Haldir. En su sueño vio al guardián de Lothórien, y fue tomando conciencia poco a poco de que era él quien cantaba. Trató de mover las manos, pero estaban aprisionadas por algo, entonces comprendió que eran otras manos las que acariciaban las suyas.
Una de ellas se retiró entonces, para acariciar su frente y cabellos, ¿cuándo se los había soltado?, no podía recordarlo. La mano que lo acariciaba era tan gentil, que quiso saber de quién se trataba, abriendo los ojos lentamente, como si no quisiera despertar de tan placentero sueño. Parpadeando, notó que otro elfo estaba sentado a su lado, observándolo con expresión preocupada. ¡Haldir! Un dolor lacerante le quemaba el costado izquierdo, recordándole de pronto todo lo sucedido. Entonces abrió completamente los ojos.
- "¿Haldir?", susurró
- "Shhh, no hables. Nos diste un gran susto. No tenías que haberlo hecho", le dijo Haldir con severidad.
- "...tú me salvaste...bosque...", susurró Finwё, callando agotado por el esfuerzo.
- "Hice lo que cualquier guardián hubiese hecho al encontrar a alguien en peligro. Debes dormir ahora. Debo atender a los demás heridos", respondió Haldir alejándose.
Los ojos de Finwё se llenaron de lágrimas, ¿cómo pudo creer otra cosa? Haldir amaba a otro, eso lo sabía bien. ¡Pero las caricias que le dio habían sido tan dulces!
Cerró los ojos entonces, tratando de recordar ese momento dichoso.
TBC
