All that you can't leave behind
Por: Ayesha
Autor = Ayesha
E-mail =lg_100309@hotmail.com
Clasificación = Capítulo NC-17
Parejas = Aragorn/Legolas, Haldir/Legolas, Haldir/Finwe, Elladan/Elrohir/Finwe, Elladan/Elrohir/Haldir/Finwe
Disclaimer =Los personajes de esta historia son propiedad de J.R. Tolkien. Esto es puro entretenimiento y no me reporta beneficio económico alguno. Yo sólo soy culpable de inventarme a Finwe.
Resumen = Luego de finalizar la Guerra del Anillo, Aragorn y Legolas son pareja, pero por un motivo desconocido, Aragorn anuncia su compromiso con Arwen y Legolas huye.
Esta historia se llamó originalmente "El corazón del rey", pero la he revisado y corregido, por lo que decidí cambiarle de nombre.
*
Capítulo 8 : Despedida
If you twist and turn away
/ si te das la vuelta y te vas
If you tear yourself in two again / si te partes en dos de nuevo
If I could, yes I would / si yo pudiera, sí lo haría
If I could, I would / si yo pudiera, lo haría
Let it go / déjalo ir
Surrender / Rendición
Dislocate / Desarticulación
(Bad – U2)
Aragorn se encerró en su habitación y se arrojó vestido sobre la cama. Tenía que hablar con Legolas esa noche. Estaba decidido a impedir que el elfo lo acompañara a cabalgar por los Senderos de los Muertos. El mensaje de Galadriel, su sueño, la profecía enviada por Arwen, todo contribuía a confirmar su temor de que Legolas corría peligro. Sabía que el elfo no aceptaría quedarse y que no daría crédito a sus palabras, pero no lo llevaría, por mucho que le costase lograrlo. Estaba seguro de amarlo, pero no se lo podía decir antes de hablar con Arwen y tomar la decisión de respetar su palabra o los deseos de su corazón. Pero el momento de las decisiones aún no llegaba, primero debía vencer en la lucha contra el enemigo oscuro.
Legolas esperó a que todos se hubieran retirado a sus habitaciones y salió de la suya en silencio. Caminó por el pasillo sin hacer ruido, pasando por la habitación de Elladan, donde le pareció escuchar lamentos. Al menos el molesto hermano de Arwen estaba allí y no vigilándolo. Llegó a la habitación de Aragorn y llamó a la puerta, lo más despacio que pudo.
El montaraz lo estaba esperando. Se abrazaron un momento interminable, hasta que Aragorn apartó al elfo suavemente, y lo llevó a la cama donde se sentaron.
Legolas miraba el piso. (El momento ha llegado, él me dirá que ama a Arwen). Aragorn pasó su mano por la barbilla del elfo, y lentamente hizo que levantara el rostro lleno de pena.
- "Hermoso mío, mañana debo partir al alba y cumplir así con lo que ha sido escrito".
- "Entonces, ¿insistes en no llevarme?", Legolas se sentía lastimado. ¿Por qué apartarlo ahora? ¿Tendría que ver con la llegada de los gemelos?
- "Te lo he explicado, correrás peligro. No deseo que sufras ningún daño", Aragorn habló en un tono firme, aunque por dentro sufría tanto o más que Legolas.
- "Aragorn, soy un elfo y un guerrero. No temo a los espectros ni creo en las profecías de los hombres. Además, Elladan y Elrohir irán y ellos son también elfos", hizo una pausa para agregar, "Sólo temo separarme de ti".
Legolas tenía razón, los elfos eran la raza más fuerte de la Tierra Media, pero la visión y la profecía… ¡No! no lo expondría en vano. Sólo quedaba una cosa por hacer.
- "¿Legolas, me amas?", estaba seguro de la respuesta. Cuánto hubiese dado por poder decírselo también, pero debía callar. Al menos eso le debía a Arwen.
- "Con cada partícula de mi cuerpo, con mis pensamientos, con mi corazón", Legolas lo miró con esos hermosos ojos azules. Aragorn le escondía algo, pero a la vez veía sufrimiento en sus ojos y no deseaba ser la causa de eso.
- "Entonces, mi bello elfo, sólo te pido que hagas una cosa por mí", dijo Aragorn con voz firme, "te quedarás en la fortaleza y esperarás aquí mi regreso. Promételo". Fueron las palabras que más le costaron pronunciar, sobre todo porque sabía el daño que le iba a causar a Legolas con ellas, pero no tenía alternativa.
Legolas no dijo nada. (¡Me quiere apartar de su lado! Cuánta razón tenía Haldir, ahora que ha recordado su promesa, no soy más que un estorbo en su camino)
- "¡Promételo!"
- "Dime la verdad, Aragorn. ¿La amas aún? ¿Cumplirás lo que prometiste, es eso? ¿Elladan y Elrohir han venido a recordártelo, no es así? Dime que no me quieres más a tu lado, ¡dímelo!", la angustia era evidente en la voz del elfo.
- "Lo hago por tu seguridad…", Aragorn trató desesperadamente de dominarse. Sonaba tan poco convincente…él mismo era consciente de que Legolas no le creía (¡Amor mío! Si pudieras leer mi corazón, sabrías que me duele más que a ti, pero ese sueño me atormenta cada día y prefiero alejarte de mi ahora que perderte para siempre)
- "Entonces no hay más que decir", Legolas se puso de pie. ("Tengo que salir de aquí, no puede verme llorar. Soy un elfo y no puedo mostrar esa debilidad ante un mortal")
El elfo salió de la habitación rápidamente. ("¡Deténme, por favor! ¡Tómame en tus brazos, que esto solo sea un mal sueño¡")
Aragorn lo miró salir, cuánto hubiera dado por detenerlo, pero no podía. Se arrojó nuevamente en la cama, dejando fluir libremente las lágrimas. Al menos lo protegería, Legolas estaría seguro en la fortaleza. Trató de descansar en vano, un sueño intranquilo lo hacía despertar a sobresaltos, muchas veces estuvo tentado de buscar a Legolas, pero volvía a arrojarse a la cama, hundiendo la cabeza en la almohada.
Se levantó al alba, cansado y triste. Se lavó el rostro y arregló sus ropas antes de salir al patio, donde Halbarad y sus hombres se preparaban para partir. Allí encontró también a Gimli y a Merry.
- "¿Dónde está el elfo loco?, se ha levantado tarde esta vez", preguntó el enano.
- "El no irá con nosotros, amigo mío", respondió Aragorn con voz cansada.
- "¿Por qué?, ¿qué ha sucedido?", Gimli estaba preocupado por su amigo.
- "Yo se lo pedí", contestó Aragorn. "Ahora, amigo mío", dijo dirigiéndose a Merry, "te pediré un favor. Quédate tú también y cuida de Legolas. No te separes de él y no lo dejes seguirnos"
Merry se mostró sorprendido. ¿Qué era lo que estaba pasando entre esos dos? Pero se alegró de no tener que ir al lugar aterrador del que hablaban y sentía gran afecto por el elfo, de modo que aceptó.
Los gemelos despertaron al alba y se vistieron en silencio, cuidando de no despertar a su joven compañero que descansaba aún. Finwë se movió un poco, buscando el calor de sus dos amantes y abrió los soñolientos ojos al no encontrar a nadie en la cama.
Elladan se acercó entonces, besándolo en la frente, y Elrohir hizo lo mismo.
- "Debemos partir, pequeño elfo", dijo Elladan, "espero que nos podamos volver a ver, si salimos con éxito de esa misión"
- "Gracias a los dos por lo que hicieron por mí. Pero no debe volver a pasar, pues amo a otro", dijo Finwë abrazándolos.
- "Dichoso aquél que tiene tu amor, sólo espero que lo merezca", contestó Elrohir besándolo en los labios.
- "Nos diste el regalo más hermoso, siempre serás especial para nosotros", dijo Elladan, besándolo también.
- "¡Que Elbereth los proteja!"
Y con un abrazo final, los gemelos abandonaron la habitación.
En el patio se habían reunido todos. Haldir, Rúmil y Eowyn acudieron a despedir a los que partirían. Halbarad iría adelante con Aragorn, seguidos de los dos elfos de Rivendel. Elladan y Elrohir montaron en sus caballos. Les extrañó no ver a Legolas, pero no dijeron nada.
El montaraz se disponía a montar su caballo, cuando vio acercarse a Legolas. Vestido de blanco, con su arco y flechas al hombro, venía a despedirlos. Aragorn se adelantó unos pasos a su encuentro.
- "¿Te irás, Aragorn?"
- "Sí. Lo que está escrito ha de cumplirse", respondió él.
- "¿No me permitirás acompañarte, como te lo he pedido?"
- "No, amigo mío. Te he explicado ya los motivos y no puedo llevarte", respondió Aragorn, con firmeza.
("¡Amigo mío!, ¿es eso lo que siente? Nada tiene sentido entonces…")
- "¡Te lo suplico!", susurró el elfo, con la voz quebrada por la pena.
"If I could,
you know I would / si yo pudiera, lo sabes
If I could, I would / si yo pudiera, lo haría
Let it go... / déjalo ir"
Gimli sentía encogerse su corazón, pues le parecía haber visto lágrimas en los ojos de su amigo. Como los otros, no entendía lo que estaba sucediendo, pero confiaba en Aragorn. Los gemelos intercambiaron una mirada de entendimiento, sus sospechas parecían confirmarse.
- "No, querido amigo", dijo Aragorn, colocando su brazo en el hombro de Legolas, a manera de despedida. "Me esperarás aquí, como prometiste", y subió sobre su caballo, partiendo al galope, sin mirar atrás. Sólo los que lo conocían bien, supieron de su dolor al dejar a su amigo, aunque no sabían la razón de aquella actitud.
*
"This desperation / Esta
desesperación
Dislocation / desarticulación
Separation / separación
Condemnation / condenación
Revelation / revelación
In temptation / en tentación
Isolation / aislamiento
Desolation / desolación
Let it go / déjalo ir"
"And
so fade away / y así desaparecer
To let it go / para dejarlo ir
And so fade away / y así desaparecer
To let it go / para dejarlo ir
And so to fade away / y así para desaparecer"
Legolas continuó de pie, sin moverse, con los cabellos rubios flotando al viento. En su angustia, se veía más bello que nunca y si Aragorn lo hubiese visto en ese momento, habría regresado a sus brazos. Pero el montaraz no volteó ni una sola vez, hasta perderse en el Monte de los Espectros, donde se encontraba la Puerta de los Muertos. Cuando los jinetes desaparecieron, Legolas dio media vuelta emprendió el penoso regreso a la fortaleza, con la frente en alto.
Los elfos de Haldir, con excepción de Finwë, que dormía aún, eran mudos testigos de esa despedida, pero para ellos solo fue el adiós de dos amigos. Los hombres de Rohan que habían acompañado a Eowyn a la fortaleza no habían salido, porque el miedo a aquellos extranjeros temerarios los mantenía ocultos en los refugios.
Haldir y Merry siguieron al elfo. Su mirada era serena, mientras pasaba delante de los arqueros de Lórien, con la majestuosidad de un príncipe élfico. Sólo Haldir, Eowyn y Merry sabían cuanto estaba sufriendo por la partida de Aragorn.
El guardián de Lórien le ofreció gentilmente el brazo, y así avanzaron por las escaleras de la fortaleza, hasta entrar en el pabellón donde estaban sus habitaciones. Caminaron por el pasillo en silencio, hasta llegar a la habitación de Legolas. Haldir abrió la puerta y empujó suavemente al príncipe hacia adentro. Una vez allí, el dominio que Legolas había demostrado se derrumbó completamente, y se arrojó en brazos de Haldir.
- "Ni siquiera volteó…ni una vez…", sollozaba, con la cabeza oculta en el hombro del otro elfo.
- "Shhh, Legolas", Haldir no sabía qué decir para consolar al bello elfo en sus brazos. Acariciaba sus cabellos mientras lo abrazaba, frotando su espalda y tratando de contener los sollozos que estremecían el esbelto cuerpo de Legolas. ¿Qué podría decirle para hacerlo sentir mejor? Él mismo había pensado que el mortal amaba a Legolas, pero se había equivocado porque… ¿qué otra razón habría para no permitirle ir con él?
- "El corazón del hombre es débil", dijo sin pensar, repitiendo algo que había oído desde la infancia.
- "…debí saberlo…es mi culpa…Arwen…", y se abrazaba a Haldir, que lo llevó cuidadosamente hacia la cama sin deshacer, quitándole el arco y flechas, y lo hizo sentar allí sin dejar de abrazarlo.
- "Tu no tienes la culpa de nada, el debió estar seguro antes", le limpió las lágrimas, besando sus párpados con ternura, hasta que poco a poco, Legolas comenzó a relajarse.
- "Duerme, principito. Necesitas descansar", Haldir levantó las cobijas y lo recostó en la cama mientras le quitaba gentilmente las botas.
Legolas estaba agotado, vencido por el llanto y el cansancio, se quedó dormido. Haldir lo arropó cuidadosamente, limpiándole las lágrimas. ¡Qué bello era, aún en su dolor! Lo besó ligeramente en los labios, pero su corazón empezaba a sentir algo distinto, ¿sería que deseaba probar la dulzura de otra boca?
Un tímido golpe en la puerta lo distrajo de sus pensamientos. Se acercó a abrir. Finwë y Merry se encontraban en el umbral de la puerta. Haldir se hizo a un lado para hacerlos pasar.
- "¿Está bien?", preguntó Finwë en un susurro, mirando la cama donde descansaba Legolas.
- "No, no lo está. El mortal le rompió el corazón", respondió Haldir con amargura.
- "Yo pensé…", empezó Finwë
- "Todos lo pensamos, incluso él. Pero ya ves que estábamos equivocados"
- "Los elfos mueren de pena, ¿verdad?"
- "¡No digas eso! Legolas es un príncipe, y es fuerte. Se sobrepondrá a esta pena, te lo aseguro", replicó Haldir.
-"¿Y tú qué sabes de penas de elfos? Por lo que sé, nunca sufriste por alguien", la voz del joven elfo estaba cargada de reproche.
- "Si tú sufriste antes, creo que ya encontraste el consuelo, y no te conformaste con uno…", dijo Haldir airadamente.
- "¡Basta! o lo despertarán. Aragorn me encomendó cuidarlo, y eso es lo que haré", dijo Merry sorprendiéndolos a ambos con su actitud decidida, "ahora por favor déjenlo descansar que yo velaré su sueño"
Los dos elfos se retiraron, visiblemente avergonzados. Finwë miraba de soslayo a Haldir ("¿sabrá lo que pasó?"), mientras que Haldir, sabiéndose observado, aparentaba indiferencia. ("¡Me estoy poniendo en evidencia! ¿Qué me pasa con este muchacho?").
*
Aragorn llegó primero al Monte de los Espectros, donde se detuvo a esperar a sus compañeros. Elladan y Elrohir se colocaron a sus costados y siguieron avanzando por el Bosque Sombrío, donde la oscuridad de los árboles negros les encogió el corazón. Aragorn pensó que incluso Legolas hubiera sido afectado por una oscuridad tan cerrada, pero luego apartó de sus pensamientos al elfo, pues le traía mucho dolor. Medio de este bosque, se erguía una gran piedra solitaria, por donde los caballos se negaban a pasar. Los jinetes tuvieron que apearse y llevarlos por la brida, llegando así al fondo de la cañada, donde se abría la Puerta Oscura.
Se detuvieron ante la puerta, negra y llena de antiguos grabados, casi borrados por el paso de los años.
Aragorn se puso al frente, y todos los dunadan siguieron tras él, tal era la determinación de su líder. Los caballos siguieron a sus amos, penetrando en aquella oscuridad.
Gimli vaciló un momento, temeroso; pero al ver que los elfos de Rivendel entraban también, exclamó:
- "¡Que diría el elfo loco! Seguro se reiría de mí. ¡Yo, un enano, temeroso de penetrar en las entrañas de la tierra! ¡No, esto no puede ser!", el recuerdo de su amigo le dio valor, precipitándose por el umbral.
El interior era una noche cerrada, pero por fortuna, Aragorn había traído antorchas y marchaba solo a la cabeza, llevando una en alto. Elladan esperó que pasen todos y cerró la marcha portando otra de las antorchas.
Mientras avanzaban por esa oscuridad, oían a su alrededor un murmullo de palabras extrañas, sin embargo nadie los atacó. Aragorn avanzaba resuelto, no hubiera podido retroceder de haberlo querido pues su paso era invadido por un ejército invisible que los seguía. Avanzaron así hasta llegar a un espacio vacío, ya sin muros, donde vieron una puerta rocosa cerrada.
Aragorn se volvió, gritando a la oscuridad:
- "¡Dejadnos pasar, y luego seguidnos! ¡Os convoco ante la Piedra de Erech!"
Por toda respuesta los murmullos se acallaron y se hizo un silencio profundo. Una ráfaga de aire frío apagó las antorchas. Continuaron la marcha en la más absoluta oscuridad, perseguidos por un horror cuyo rumor podían escuchar. Aragorn estaba a punto de desfallecer, pero el recuerdo de su amado elfo le daba valor y continuó guiando a sus compañeros hasta que perdió por completo la noción del tiempo que había transcurrido.
De pronto sintieron el susurro del agua, llegando a otra puerta que pasaron rápidamente y se encontraron en la orilla de un arroyo, la luz aumentó y pudieron ver el camino que descendía en pendiente entre dos riscos verticales. La oscuridad era aún cerrada, mas no impenetrable, sin embargo faltaban sólo dos horas para que anocheciese en el mundo de donde venían.
Continuaron descendiendo por ese camino, en fila. Elladan y Gimli cerraban la marcha.
- "Los muertos nos siguen", dijo Elladan. "Han sido convocados y cabalgan detrás de nosotros"
Finalmente salieron a un valle hacia donde descendía el arroyo.
- "¿En qué lugar nos encontramos?", le preguntó Gimli al elfo que lo acompañaba.
- "Hemos bajado desde las fuentes del Morthond, el largo río de aguas glaciales; desciende hasta volcarse en el mar que baña los muros de Dol Amroth. Ya no necesitarás preguntar el origen del nombre: Raíz Negra lo llaman."
El enano gruñó agradeciendo la información. Ese elfo no le agradaba, de algún modo sentía que su venida había tenido que ver con la separación de Legolas y Aragorn. Como adivinando sus pensamientos, Elladan preguntó:
- "¿Tú y Legolas son buenos amigos?"
- "Pues sí, lo somos. Hemos compartido muchas aventuras, al punto que si alguien le hace daño, me lo hace también a mí", dijo el enano con tono amenazador.
De pronto, Aragorn gritó:
- "¡Debemos continuar hasta la Piedra de Erech antes del fin del día y el camino aún es largo!"
La compañía galopó nuevamente, sin mirar atrás, y justo antes de media noche llegaron a la Colina de Erech, en la cual se alzaba una piedra negra, redonda como un gran globo, de la altura de un hombre, aunque la mitad estaba enterrada en el suelo. Tenía un aspecto sobrenatural y muchos aseguraban que había venido de las ruinas de Númenor y que había sido puesta por Isildur, cuando llegó allí.
Al llegar a la piedra, Elrohir le dio a Aragorn un cuerno de plata, y Aragorn sopló en él; reuniendo al ejército alrededor de la colina. Entonces Aragorn desmontó y de pie junto a la Piedra, gritó con voz potente:
- "Perjuros ¿a qué habéis venido?"
Y se oyó en la noche una voz que le respondió, desde lejos:
- "A cumplir el juramento y encontrar la paz"
Aragorn dijo entonces:
- "Por fin ha llegado la hora. Marcharé en seguida a Perlargir en la ribera del Anduin, y vosotros vendréis conmigo. Y cuando hayan desaparecido de esta tierra todos los servidores de Sauron, consideraré como cumplido vuestro juramento, y entonces tendréis paz y podréis partir para siempre. Porque yo soy Elessar, el heredero de Isildur de Gondor".
Entonces ordenó a Halbarad desplegar el estandarte hecho por Arwen. Luego se hizo un silencio que ya no fue roto por otro ruido que no fuera el de los vivos. Acamparon cerca de la piedra, aunque esa noche nadie durmió, atemorizados como estaban de los espectros.
Aragorn se apoyó en una roca para descansar, tratando de poner la mente en blanco y no pensar en Legolas, pero fue en vano. Recordaba cómo habían acampado otras veces, compartiendo las guardias. La rubia cabeza del elfo sobre su hombro mientras él lo abrazaba por la cintura. ¿Qué estaría haciendo su Legolas en esos momentos?
Elrohir buscó a Aragorn y tomó asiento junto a él, susurrando, pues nadie se atrevía a hablar en voz alta.
- "Futuro hermano mío, la profecía se ha cumplido. El ejército está completo y marchará contigo"
- "Aún hay mucho camino por recorrer Elrohir, esto es solamente el inicio de esta difícil jornada", susurró a su vez Aragorn.
- "¿Por qué no vino Legolas? Creí que ustedes eran amigos", la pregunta fue directa, sin más rodeos. Aragorn hizo una pausa antes de responder, eligiendo cuidadosamente sus palabras.
- "Lo somos. Es sólo que pensé que Haldir necesitaría más ayuda para contener las fuerzas de Mordor hasta nuestra llegada"
- "Pues él no parecía muy feliz de quedarse, ¿sabes por qué?", continuó Elrohir, pues estaba decidido a averiguar qué estaba pasando.
- "Legolas es un guerrero, no le agrada la idea de quedarse a esperar mientras nosotros estamos aquí, desafiando el peligro".
- "Pero Haldir también es un guerrero, y no me pareció que tuviera problema alguno por tener que esperar unos días a la batalla que inevitablemente vendrá..."
- "Haldir tenía órdenes de Galadriel de acompañar a los hombres de Rohan. Desde el principio supo que nuestro encuentro era circunstancial. Legolas en cambio siempre formó parte de la Comunidad del Anillo y nunca se separó de mí ni de Gimli hasta ahora", respondió Aragorn, comenzando a cansarse de tantas preguntas.
- "¿Ellos están juntos? Haldir y Legolas…los vi besarse..."
- "¡No lo sé! ¿No crees que eso es asunto que les atañe sólo a ellos? ¿Cómo lo que tú y Elladan hagan con cierto elfo pelirrojo...?", estalló Aragorn cortando por lo sano aquélla plática.
Elrohir sonrió. Había obtenido lo que buscaba. ¡Qué ingenuo era el Heredero de Isildur! Pero él se encargaría de que cumpliera su promesa y no trajera la deshonra al pueblo de los elfos. En cuanto a Finwё...el pequeño elfo era delicioso, ya le enseñaría otras lecciones...y con estos pensamientos se retiró en busca de Elladan, dejando a Aragorn devorado por los celos.
Al amanecer, Aragorn se levantó, cansado y ojeroso, pues no había dormido en absoluto. Montó nuevamente su caballo y guió a sus compañeros en un viaje fatigoso en el que sólo su voluntad, sostenida por el pensamiento de su elfo, hizo que no se detuviesen.
Se dirigían a Pelargir, donde, de acuerdo a la visión de Aragorn, los corsarios de Umbar, fieles a Sauron, amenazaban con sus naves negras a la ciudad de Gondor que había jurado defender.
***
En el Sagrario, habían transcurrido algunas horas desde la partida de Aragorn. Eowyn recibió a los exploradores de Théoden, que anunciaron que el Rey llegaría al medio día siguiente, lo que significaba por lo menos un par de días antes de partir a la guerra.
Haldir se entretuvo revisando su ejército de arqueros, que practicaban con sus armas, preparándose para la próxima batalla. Finwë estaba con él, pero luego, al observar las miradas interrogantes de sus compañeros, optó por retirarse y se dirigió al comedor.
En la mesa se hallaban Eowyn, Rúmil y Merry, acompañando a Legolas en un tardío desayuno. Merry había logrado captar su atención y la de la Dama de Rohan, hablando sobre los ents y los misterios de los que había sido testigo. Rúmil propuso cortésmente al príncipe ayudarlo con las prácticas de los arqueros, pues era considerado el mejor arquero del Bosque Oscuro. Legolas sonrió y no pudo evitar comparar la cortesía de Rúmil con la insolencia de su hermano. Aceptó complacido, necesitaba más que nunca ocuparse de algo para no pensar en Aragorn.
Finwë se les unió, y al ver que irían al campo de prácticas, subió a cambiarse, pues ya se las podía arreglar solo con los vendajes. Una vez en su habitación, se quitó la capa y la túnica y empezó a preparar las hierbas que aplicaría en su herida casi cerrada. De pronto, sintió un golpe en la puerta y antes de que pueda decir algo, Haldir entró.
- "Vengo a ayudarte con tu herida", le informó
- "Puedo hacerlo solo, gracias", contestó Finwë, quien tenía poderosas razones para no solicitar esa ayuda a Haldir.
- "Aún no, necesitas que alguien aplique los vendajes", respondió Haldir acercándose.
- "No, no. Además, deseo tomar un baño"
- "No puedes aún"
- "Elladan dice…."
- "¡Él no esta aquí! Además, yo soy tu capitán y harás lo que yo diga", fue la cortante respuesta, "ahora, quítate la camisa"
Finwë dudó un momento, y luego de mala gana se dejó caer en la cama, lanzando un grito de dolor que le recordó el episodio vivido la noche anterior.
- "¿Te duele algo?", preguntó maliciosamente Haldir
- "No. Estoy bien"
- "De acuerdo. Quítate la camisa", y Haldir terminó de preparar las hierbas, dejándolas listas para aplicarlas.
El elfo pelirrojo se quitó lentamente la camisa. No se atrevía a desobedecer a su capitán, y se sentía muy avergonzado. Cuando al fin la dejó caer, Haldir se acercó para quitarle el vendaje, limpiando cuidadosamente la herida. Si notó las marcas en el cuello, pecho y espalda del otro elfo, así como sus pezones enrojecidos, no dijo nada. Mientras Haldir colocaba el emplasto de hierbas y lo vendaba, Finwë suspiraba, deseaba ardientemente que esas manos lo tocaran con otras intenciones. Tímidamente le preguntó:
- "¿Cuándo podré bañarme?"
- "Mañana, bajo mi supervisión"
- "Sí, mi capitán", respondió el elfo, logrando por fin una sonrisa de Haldir.
Luego, el guardián de Lórien le dijo que se vistiera y se retiró. El roce de sus manos por la piel desnuda del joven elfo le había producido una sensación muy excitante, pero no deseaba traicionarse. Además, Finwë aún no estaba listo.
La tarde transcurrió en prácticas de tiro, en las que Legolas demostró con creces por qué era considerado el mejor arquero del Bosque Oscuro. Eowyn se les unió porque disfrutaba mucho la compañía de los elfos, y practicó largo rato con la espada junto a Haldir, aprendiendo de éste muchos trucos, aunque sabía que su tío jamás le permitiría luchar.
Luego de las prácticas vinieron las canciones. A pesar de los tiempos oscuros, las canciones élficas regocijaban los corazones de quienes las cantaban y escuchaban, trayendo esperanza a los hombres de Rohan.
Cuando la cena estuvo servida, Eowyn invitó a sus huéspedes a la mesa, pidiendo a Finwë acompañarlos también. Cenaron entre anécdotas de la Comarca, contados por Merry e historias del Bosque Mágico relatadas por Finwë y traducidas por Haldir. Luego de la cena, continuaron las canciones.
Finwë tomó el arpa y entonó una canción élfica. Era la historia de amor de Voronwë y Glorfindel y su separación luego de la caída de Gondolin. Glorfindel había prometido a su amante "Cuando todo termine, vendré por ti, aún si cientos de años pasan entre nosotros y la muerte me lleva, vendré por ti", sin embargo, el rubio elfo había muerto en manos de un Balrog y Voronwë había sido llevado por su padre por la fuerza, apartándolo del cuerpo de su amado. La canción terminaba allí, pero había noticias de un elfo llamado Glorfindel que vivía en Rivendel, acaso el mismo de la historia.
Rúmil traducía la canción a Eowyn, y para cuando Finwë terminó de cantar, todos tenían lágrimas en los ojos. Haldir tomó entonces el arpa y cantó también. Era la misma canción que tiempo atrás había dedicado a Legolas en Lothlórien, hablaba de su amado bosque, la cascada y el arroyo, del amor y del deseo. Mientras cantaba, no dejaba de observar a las dos criaturas que habían logrado perturbarlo. Cabellos rojos que caían desordenadamente sobre una frente alba, junto a cabellos dorados que brillaban a la luz, peinados ordenadamente. Ojos como esmeraldas que le recordaban las hojas del bosque, junto a ojos color zafiro que lo hacían desear perderse en el océano que reflejaban.
Legolas cerró los ojos, ¡esa canción le traía tantos recuerdos! No podría estar sólo esa noche, necesitaba desesperadamente ser amado y la canción de Haldir le hizo recordar también los besos que se dieron en Lórien, a la orilla del lago.
Finwë decidió retirarse a las barracas de los soldados, pues la forma en que lo habían mirado sus compañeros al verlo con Haldir no le había gustado, y deseaba demostrarles que todo seguía igual. Además, ciertas partes de su anatomía necesitaban un descanso y Haldir le había prometido un baño con su ayuda al día siguiente.
Haldir se disponía a abrir la puerta de su habitación cuando un brazo lo retuvo.
- "¡Ven! Quédate conmigo por favor", le dijo Legolas y había tanta ansiedad en su voz que no se pudo negar.
Entraron a la habitación del príncipe. Legolas cerró la puerta y se arrojó a sus brazos. Deseaba olvidar a Aragorn, dejar de lado todas las penas. – "¡Ámame!" susurró a Haldir, quien no necesitaba mayor invitación.
Haldir besó los dulces labios que se le ofrecían. ¡Al fin sería suyo! Pronto tomó el control de la situación, saboreando cada milímetro de la exquisita boca de Legolas mientras sus manos trabajaban afanosamente en desnudar al príncipe, acostándolo suavemente sobre la cama.
Lo contempló unos instantes, un rayo de luna entraba por la ventana iluminando ese cuerpo exquisito que pronto cubriría de besos. Haldir se despojó de sus vestiduras montando luego sobre el cuerpo de Legolas, susurrándole al oido:
- "Eres la criatura más hermosa de toda la Tierra Media, mi príncipe"
Luego comenzó a morder delicadamente los labios de Legolas, mientras sus manos recorrían su pecho rozando los pezones con las uñas, pero sin tocarlos del todo. Continuó así hasta que la espalda de Legolas empezó a arquearse buscando mayor contacto y varios suspiros escaparon de su preciosa garganta.
- "¿Te gusta?", preguntó traviesamente mientras su lengua hacía círculos alrededor un rosado pezón.
- "Ahhhhhhhh, Haldir, no te detengas", suspiró Legolas.
El otro elfo entonces tomó al príncipe por las muñecas, colocándole los brazos a los costados e impidiéndole moverse. Luego continuó con la lengua la exquisita tortura en uno y otro pezón, hasta arrancar los gemidos de placer que tanto deseaba oír.
- "¿Qué más quieres, principito?", preguntó deteniéndose.
- "ahhh, Haldir, me estás matando…"
- "Dime lo que deseas, o no lo tendrás", sonrió maliciosamente Haldir mirando a la hermosa criatura bajo su cuerpo.
- "a ti…por favor…hazme olvidarlo todo", suspiraba Legolas moviendo las caderas en busca de alivio.
Haldir entonces lo tomó con la boca, torturándolo deliciosamente hasta que lo tuvo próximo a estallar. Luego lo soltó y preguntó de nuevo.
- "¿Qué más quieres que te haga, hermoso príncipe?"
- "¡Tómame Haldir, te lo suplico!"
Obedientemente el guardián de Lórien lubricó la pequeña entrada con el aceite que extrajo de su túnica y lo amó ardientemente hasta hacerle perder el control. En el momento en que Aragorn se preguntaba qué estaría haciendo su bello elfo, Legolas gritaba su orgasmo en brazos de Haldir.
Los amantes se durmieron abrazados, pero ambos sabían que este encuentro no se repetiría. El placer exquisito que sintieron les había mostrado también que necesitaban algo más para ser felices. Legolas aún lloraba su amor perdido y Haldir pudo admitir al fin que su corazón había sido conquistado por un elfo de rojos cabellos.
TBC
