All that you can't leave behind
Por: Ayesha
Autor = Ayesha
E-mail =lg_100309@hotmail.com
Clasificación = Capítulo NC-17
Parejas = Aragorn/Legolas, Haldir/Legolas, Haldir/Finwe, Elladan/Elrohir/Finwe, Elladan/Elrohir/Haldir/Finwe
Disclaimer =Los personajes de esta historia son propiedad de J.R. Tolkien. Esto es puro entretenimiento y no me reporta beneficio económico alguno. Yo sólo soy culpable de inventarme a Finwe.
Resumen = Luego de finalizar la Guerra del Anillo, Aragorn y Legolas son pareja, pero por un motivo desconocido, Aragorn anuncia su compromiso con Arwen y Legolas huye.
Esta historia se llamó originalmente "El corazón del rey", pero la he revisado y corregido, por lo que decidí cambiarle de nombre.
*
Capítulo 10 : Ilumina mi camino
Don't believe what you hear / no crees en lo que escuchas
Don't believe what you see / no crees en lo que ves
If you just close your eyes / si sólo cierras tus ojos
You can feel the enemy / puedes sentir al enemigo
Acrobat – U2
Arwen miró atónita el palantir. Legolas muerto y además, había matado al Señor de los Nazgul. Esto era totalmente inesperado. Ni siquiera Sauron lo había previsto.
Trató de entender lo que acababa de observar. Entonces, ellos se habían separado. Quizá debiera agradecer a sus hermanos por eso. Después de todo, ya no sería necesario invocar el conjuro que había colocado sobre el estandarte. Suspiró un momento. Legolas debía amarlo mucho para hacer lo que hizo. De cualquier modo, ahora estaba muerto y nada le impediría ser reina de Gondor.
Guardó cuidadosamente la piedra. La había encontrado gracias al anillo de su padre, entre las reliquias olvidadas de Gil-Galad. Al principio tuvo miedo de mirar en ella, pero luego, la curiosidad había sido más fuerte. Pero él no pareció reparar nunca en su presencia, aunque le permitió mirar la matanza y destrucción a través de los ojos de Saruman, y luego ella supo que el mago había sido derrotado, cuando vio a Aragorn escrutar aterrado la piedra. Fue testigo de la lucha y victoria de su prometido y también de que la fuerza que lo sostenía no provenía de su amor hacia ella. Por primera vez en varios días, Arwen salió al jardín.
Elrond observó a su hija más animada ese día. Incluso alegre, según comentó luego a Glorfindel.
*
Aragorn y su ejército de espectros libraron una gran batalla con los corsarios de Umbar, a quienes derrotaron finalmente, tomando posesión de sus naves. El montaraz se sentía más aliviado. Sólo esperaba que no fuera demasiado tarde para Gondor.
Por lo menos, su elfo estaba seguro en el Sagrario, aunque las palabras de Elrohir se le habían quedado grabadas. ¿Serían ciertas? El sabía demasiado bien que el apuesto guardián de Lothlórien sentía algo por su elfo, y ahora que Legolas se creía despreciado… no quería ni pensarlo, pero la imagen de Legolas y Haldir juntos volvía a su mente una y otra vez.
El respirar la brisa del mar le traía algún alivio. Esos días, había preferido la soledad, manteniéndose separado de los gemelos, e incluso de Halbarad. Sentado en la proa de la nave mayor, con su pipa, daba vueltas al dilema que su mente tenía.
- "Has estado muy callado estos días, primo. ¿qué te preocupa? ¿es sólo la guerra?", preguntó Halbarad, sentándose junto a él.
Aragorn lo miró. Su pariente y amigo, con el que había recorrido las solitarias fronteras de su país innumerables veces y a quien confiaría su propia vida.
- "Amo a Legolas", dijo simplemente
Hubo una larga pausa.
- "¿Arwen lo sabe? ¿lo saben ellos?", preguntó finalmente su amigo, señalando en dirección a la cámara donde estaban los elfos.
- "No, sólo los miembros de la Comunidad del Anillo saben que estamos juntos, pero que lo amo, ni él mismo lo sabe"
- "¿El te ama a ti?"
- "Sí"
- "¿Qué piensas hacer?"
- "No sé, amigo mío…hablaré con Arwen, luego con Elrond. Si ella lo entiende, será más fácil, y…."
- "Ellos son elfos. Quizás para ellos no sea más que un compromiso roto por un nuevo amor, algo que sucede todos los días. Pero los hombres de Gondor no lo aceptarán. Después de extinguirse la estirpe de los reyes y ser gobernados por senescales, tienen al fin la oportunidad de tener un rey legítimo, ¿y éste decide no tener una reina? ¿cómo lo explicarás? Ellos son guerreros como tú o como yo, pero no han sido criados por elfos, ¿cómo lo entenderán, si yo mismo que te conozco como a mi hermano, no lo entiendo?", interrumpió Halbarad.
- "Yo no lo busqué, sólo pasó. Pero si no lo tengo a mi lado, nunca seré feliz", contestó Aragorn.
- "Te diré algo, amigo mío. Honra tu promesa a la Estrella de la Tarde. El pueblo de Gondor nunca tendrá reina más bella. Dale herederos a tu pueblo, y si persiste en ti esa pasión oscura, producto en mi opinión de esta guerra insensata, toma al elfo en calidad de consorte"
Elladan se acercaba en ese instante, y la conversación no pudo continuar.
*
Mientras tanto, en los campos de Pelennor, la batalla se había reanudado, los soldados de Gondor ahora atacaban a las legiones de Morgul, prestando ayuda a Éomer y los elfos. Esta ayuda fue bienvenida, pues la furia inicial de Éomer y Haldir les había llevado a una acometida insensata, y si bien habían menguado las fuerzas del enemigo, ahora los caballos se negaban a avanzar, asustados de las enormes bestias, los nümakil. Las huestes enemigas continuaban llegando, siendo comandadas por el lugarteniente del vencido Señor de los Nazgul, Gothmog.
El caballo de Finw? había caído, y éste combatía ahora con Haldir, espalda con espalda, defendiéndose del incesante ataque de los enemigos. Se acercaba el medio día en ese feroz combate, y ambos estaban ya resignados a morir juntos, luchando. De pronto, el sol brilló y una brisa marina llenó sus pulmones. Finw? observó, más allá del Anduin, las naves que venían del mar. Negros eran los navíos, al igual que sus velas.
Los centinelas de Gondor gritaban
- "¡Los Corsarios de Umbar! ¡Los Corsarios de Umbar! Entonces ha caído Belfalas, y también el Ethir y el Lebennin. ¡Es el último golpe del destino!"
Y empezó una huida desordenada. Los elfos se detuvieron, desconcertados, pero Haldir no dio la orden de retirada. Junto con Éomer, reunió a las tropas alrededor del estandarte de Rohan, donde resistirían hasta el final. Entonces, el elfo lanzó una exclamación: allí en la primera nave negra había un estandarte, el árbol blanco de Gondor rodeado de estrellas y una corona, el emblema de Elendil.
- "¡Aragorn!", exclamó, "¡Es Aragorn, que ha vuelto de los Senderos de los Muertos y trae un ejército!"
Los rohirrim prorrumpieron en exclamaciones de júbilo, los elfos alzaron los arcos. Finw? no pudo contenerse y besó a Haldir, quien ante el asombro de Éomer, lo alzó en sus brazos riendo.
Este descubrimiento desorientó por completo a las tropas de Mordor, que esperaban ver a sus aliados corsarios y en lugar de ellos, las naves volvían cargadas de enemigos. El pánico se apoderó de ellos, y sumado a la luz del sol, hizo que huyeran.
Descendían ya Gimli, blandiendo el hacha, Halbarad, que portaba el estandarte, y los gemelos Elladan y Elrohir. Luego bajaron los montaraces, que dirigían un nuevo ejército de hombres de Lebennin, Lamedon y los feudos del Sur. Delante de todos ellos iba Aragorn, blandiendo a Anduril, la Llama del Este.
Éomer y Haldir salieron a su encuentro.
- "Volvemos a encontrarnos, amigos míos. Esta vez para compartir la victoria que conquistaremos", les dijo sonriendo.
- "Pues este es un dichoso encuentro, aunque ya hemos sufrido grandes pérdidas en esta batalla", dijo Éomer estrechándole la mano.
- "Mae Govannen. Este es, sin duda, el más feliz de los encuentros de esta ingrata guerra, aunque tardío para algunos", dijo Haldir acercándose a saludarlo. No lo abrazó, sin embargo, pues lo hacía en parte responsable por la muerte de Legolas.
- "¡A vengarlos, entonces, más que a hablar de ellos¡", exclamó Aragorn, completamente ignorante de lo ocurrido a su elfo.
Cabalgaron juntos de regreso a la batalla. Aragorn se sorprendió un poco de la actitud de Haldir y otra vez las dudas asaltaron su mente, mas no era ese el momento para esos pensamientos, pues la batalla sería dura. La desesperación hizo temerario al enemigo, reorganizándose en pequeños grupos para volver a la batalla. Esto duró hasta el final del día, en que cada brizna de hierba de los campos de Pelennor estaba teñida en sangre, y no quedaba enemigo en pie.
Extenuados, pero llenos de alegría, Aragorn y Éomer se dirigieron a la puerta de la ciudad, donde se hacía un inventario de las bajas. Grande fue la pena de Aragorn al saber que Halbarad, su fiel amigo, había muerto en la batalla, mas tuvo que sobreponerse, pues había muerto con los honores de un guerrero.
Al ponerse el sol, Aragorn dijo:
- "Este es el símbolo de los cambios que habrán a partir de ahora, pues es el inicio y la caída de muchas cosas. Sin embargo, aún no entraré a mi ciudad, pues fue administrada durante años por los senescales y mal haría en entrar sin haber sido convocado, además, aún no sabemos si hemos vencido a Mordor. Mis hombres levantarán mis tiendas y esperaré aquí al Señor de la Ciudad"
Luego ordenó que plegasen el estandarte y lo entregó a los hijos de Elrond. Éomer se dirigió entonces a la ciudad en busca del senescal, mientras Aragorn enviaba a buscar a Haldir.
La tienda principal estaba lista y Aragorn entró en ella. Haldir llegó entonces, acompañado de Finwë, que se quedó afuera aguardándolo.
- "Amigo mío, ¿qué noticias tienes de Legolas? ¿Se quedó en el Sagrario como le pedí?", preguntó Aragorn impaciente.
Haldir se quedó un momento en silencio, tratando de hallar las palabras adecuadas.
- "Aragorn, él vino hasta aquí", empezó el elfo
- "¿Pues dónde está? ¿Por qué no ha venido? ¿Acaso sigue molesto?", interrumpió Aragorn, con el corazón a punto de estallar de júbilo. ¡Su elfo se hallaba allí! No veía el momento de abrazarlo.
- "Amigo mío, él no vendrá", la voz de Haldir le decía que algo andaba muy mal. Con temor oyó sus siguientes palabras. "combatió y venció al Rey Brujo"…
- "¿Está herido entonces?"
- "Él no podrá repetir esa hazaña ni ninguna otra en la Tierra Media", dijo finalmente Haldir, con el rostro lleno de pena. Ahora veía cuán equivocados habían estado todos, Aragorn lo amaba, su rostro desencajado, las lágrimas que cubrían sus ojos, el grito ahogado que salió de su garganta, todo hablaba del dolor del amor perdido.
*
No, nothing makes sense / No, nada tiene sentido
Nothing seems to fit / nada parece encajar
I know you'd hit out / se que lo golpearías
If you only knew who to hit / si sólo supieras a quién golpear
And I'd join the movement / y me uniría al movimiento
If there was one I could believe in / si allí hubiera alguien en quien creer
Yeah I'd break bread and wine / sí, partiría pan y vino
If there was a church I could receive in / si hubiera una iglesia que pudiera recibirme
'cause I need it now /porque necesito una ahora
- "¡No, no, no! no puede ser, no él", sollozó Aragorn, "¡Déjame solo!", su súplica casi fue un grito desesperado.
Haldir puso su mano en el hombro del montaraz.
– "Lo siento", y salió apresuradamente, alcanzando a ver cómo el Rey de los Hombres se desplomaba en el suelo, sollozando.
*
Merry se dirigía calladamente tras los soldados que transportaban a Théoden y Legolas, sin que nadie pareciera notar su presencia. El hobbit se sentía adolorido y cansado, y pensaba para sus adentros:
– "¡Valiente ayuda fui para mi amigo! He fallado completamente, llevándolo a muerte. ¿Qué dirá Trancos? Soy sólo un estúpido y pequeño hobbit, perdido entre la Gente Grande ¡Si sólo pudiera hallar a Pippin"
La lluvia comenzó a caer, y con ella se acercaron los hombres de Dol Amroth, con el príncipe Imrahil a la cabeza.
- "¿Qué es esa carga que lleváis, Hombres de Rohan?", preguntó
- "Théoden, quien fuera Rey de la Marca", respondieron.
El príncipe desmontó, arrodillándose un momento para rendir homenaje al rey caído. Entonces, reparó en el elfo.
- "¿Qué criatura es ésta? Es que los elfos también han venido a esta guerra?", exclamó
- "Han venido cien arqueros de Lothlórien. Mas él pertenece a tierras aún mas lejanas, pues procede del Bosque Negro, donde tenemos entendido que era príncipe"
Entonces el príncipe Imrahil, deslumbrado por la belleza del elfo, le tomó la mano y se inclinó para mirarlo mejor.
- "¡Hombres de Rohan! Este elfo vive aún, malherido, sí, pero todavía respira", exclamó, y para probarlo, le acercó a los labios fríos el brazalete brillante y pulido de la armadura, el cual se empañó con una niebla tenue.
A continuación, ordenó a los hombres llevarlo cuanto antes a las Casas de Curación y partió, alegre de haber salvado a tan bella criatura.
Merry saltó de júbilo mientras seguía a quienes transportaban a Legolas. Las Casas de Curación eran un lugar hermoso y apacible, rodeado de jardines y del único prado con árboles de la enorme ciudad de piedra. Se encontraban cerca del muro del sur y de la puerta de la ciudadela, y en ellas habitaban las pocas mujeres, hábiles en el arte de curar, a quienes se había permitido quedarse en Minas Tirith.
El hobbit caminaba, mirando la desolación junto a la puerta de la ciudad, tratando de no separarse de los hombres, cuando encontró a Pippin. Ambos hobbits se alegraron mucho de verse nuevamente, pero Merry estaba herido en el brazo y fue ayudado por su amigo a llegar a las Casas de Curación, donde Legolas recibía ya los primeros cuidados, junto con Faramir, quien fuera herido mientras custodiaba las fronteras y luego atacado por su propio padre, quien en su intento de quemarse vivo, quiso arrastrar a su desdichado hijo al mismo destino.
Los curadores de Gondor eran famosos por sus prácticas, sin embargo, muchos de los heridos de esta batalla padecían un mal llamdo la Sombra Negra, ya que provenía de los Nazgul. Quienes la contraían, caían en un sueño cada vez más profundo y morían irremediablemente. Legolas y Merry eran presas de este mal, considerado incurable. El elfo deliró toda la mañana, en su propia lengua, la cual no era entendida por los curadores, destacándose sólo una palabra "Aragorn" que era repetida una y otra vez, hasta que una sombra gris cubrió su rostro y pareció hundirse en las tinieblas.
Gandalf llegó a vigilar a los enfermos, oyendo preocupado lo que le refirieron los curadores acerca del delirio de Legolas. El mago no se apartó de sus amigos y de Faramir, quien ardía en fiebre. Era ya la hora del crepúsculo, cuando una mujer, la más anciana de las curadoras, llamada loreth lloró por su señor Faramir, exclamando:
- "¿Qué será de nosotros si llega a morir? ¡Ojalá hubiera en Gondor reyes como los de antaño, según cuentan! Porque dice la tradición: Las manos del rey son manos que curan. Así el legítimo rey podría ser reconocido".
Gandalf reaccionó entonces, una idea acababa de ocurrírsele. Agradeció efusivamente a la desconcertada anciana y salió sin demora, dirigiéndose a buscar a Aragorn, el cual, según le informaron, se hallaba en una tienda y no deseaba hablar con nadie.
El mago entró en la tienda, haciendo caso omiso a los montaraces que hacían guardia. Dentro estaba oscuro, iluminado tan sólo por una débil luz de vela que le permitió ver una figura postrada en un lecho. Aragorn parecía haber envejecido en esas pocas horas, su rostro mostraba la angustia más desesperada y sus ojos enrojecidos por las lágrimas estaban hinchados.
- "Legolas, Legolas, te he perdido, fue mi culpa, te aparté de mí, te empujé a cometer esta locura, oh Legolas, ¿qué te he hecho? A ti, a quien amo más que a mi propia vida! ¿De qué me sirve la gloria si no estás a mi lado para compartirla? Por ti luché, por ti nada más, traté de protegerte y fracasé, ahora no me queda nada…oh Legolas, ¿cómo continuar sin ti? ¿cómo fingir que todo sigue igual? Mi Legolas…", repetía Aragorn sin notar siquiera la presencia del mago.
Gandalf se conmovió. Nunca había visto a alguien tan abatido. Pero no entendía…de pronto, se dio cuenta de lo que pasaba ¡Aragorn creía muerto a Legolas!
- "Amigo mío"
- "Gandalf, él se ha ido…"
- "No, pero está muy enfermo", dijo suavemente Gandalf, tomándolo por los hombros y mirándolo. "Sólo tú puedes salvarlo ahora, pero debemos apresurarnos. ¡Vamos¡"
- "No, no…Haldir dijo…", protestó confundido Aragorn, con un temeroso rayo de esperanza en el corazón.
- "Se equivocaron, ahora debemos irnos, no hay tiempo que perder"
Aragorn se echó una capa encima, lágrimas de alegría mezclándose con el dolor de hacía unas horas. Cubrió su rostro, y embozado así, salió tras Gandalf, con el corazón a punto de estallarle por la angustia vivida, la alegría repentina que le trajo el mago, y el temor de llegar tarde para salver a su elfo.
*
Éomer y el príncipe Imrahil se dirigían a las Casas de Curación, pues se les informó que el ahora Senescal de Gondor, Faramir, había sido llevado hacia allí. Cuando llegaron fuera, vieron acercarse a Gandalf junto a un hombre embozado en una capa gris. Después de saludarse, Imrahil dijo:
- "Venimos en busca del Senescal, y nos han dicho que se encuentra en esta casa, herido por su propio padre"
- "Así es", respondió Gandalf, "fue herido antes por la Hoja de Morgul, y no ha muerto, pero está cerca de la muerte"
- "¿Quién regirá entonces la ciudad?", preguntó Éomer, "debemos llamar a Aragorn"
- "Aquí estoy", respondió el encapuchado, "pero ahora he venido como Capitán de los Dúnedain de Arnor, a sanar al Senescal y a otra persona muy querida para mí. Pienso, sin embargo, que durante estos días sea Gandalf quien nos gobierne, y luego, el príncipe de Dol Amroth asumirá esta tarea. Mas luego discutiremos estos asuntos, el tiempo apremia y hay un enfermo que requiere mi atención"
Aragorn entró primero. En la puerta estaba Pippin, junto con Beregond, guardia del palacio.
- "¡Trancos! Sabía que eras tú, ¿pero qué has hecho para llegar así?", exclamó Pippin con alegría.
Aragorn rió y estrechó las manos al hobbit.
- "Luego, amigo mío. Hay asuntos que debo atender ahora"
- "¡Vaya forma de hablarle a nuestro rey!", dijo Imrahil a Éomer.
Aragorn lo oyó, y mientras entraban, le dijo:
- "Mi nombre será Elessar, Piedra de Elfo, y Envinyatar, el Restaurador. Pero Trancos será el nombre de mi casa, si alguna vez se funda: en la alta lengua no sonará tan mal, y yo seré Telcontar, así como todos mis descendientes".
Gandalf les relató entonces las hazañas de Legolas y Merry, y pidió a sus amigos dejar a Aragorn a solas.
El dunadan visitó primero la habitación donde yacía Legolas, cerrando la puerta. Hasta ese momento se las había arreglado para contener sus emociones, pero al ver a su elfo, se precipitó al lecho tomando sus pálidas manos entre las suyas, llenándolas de besos, y cubriéndolas con sus lágrimas.
*
Sometimes I feel like I don't know / a veces siento que no sé
Sometimes I feel like checkin' out / a veces siento que me voy
I want to get it wrong / quiero tener lo equivocado
Can't always be strong / no puedo ser siempre fuerte
And love it won't be long... / y el amor no durará mucho
*
- "¡Legolas! Por favor abre los ojos...Legolas, soy yo, ¿acaso no me escuchas?", dijo desesperado, mas el elfo no se movía.
Aragorn examinó cuidadosamente su rostro y sus heridas. El brazo roto había sido entablillado con habilidad, pero no era éste el origen de su mal, sino la cercanía al espectro en un momento de gran debilidad para se elfo. Se maldijo mentalmente una vez más, mientras masajeaba las sienes de Legolas, sin lograr la menor reacción por parte de su amado. Asustado, se apresuró a examinar a Faramir y Merry, confirmando el diagnóstico de Ioreth. Luego, les informó:
- "Quisiera que estuviese acá Elrond, pues tiene grandes poderes como curador, pero debemos actuar a prisa.", y, dirigiéndose a Ioreth, "¿Tienen aquí reservas de hierbas curativas? necesito athelas"
- "Pues no lo sé con certeza, señor. Debo preguntar al herborista, quizá la conozca con otro nombre"
- "Hojas de reyes es como suelen llamarla", dijo Aragorn, impaciente.
- "¡Ah, pues claro!", exclamó Ioreth, "pero no las tenemos. Nunca supe que tuvieran virtudes curativas, qué nombre tan extraño eligieron para ellas"
- "Necesito que me consigas de inmediato hojas de reyes, pues la vida de tu señor Faramir depende de ello" ("y la de mi único amor"), dijo Aragorn.
Cuando Ioreth se hubo marchado, Aragorn volvió junto a Legolas, tomando su mano. Se inclinó para besar su frente, pues ya no le importaba que lo vieran, y aunque el mismísimo Elrond hubiese estado allí, no se hubiera comportado distinto.
- "¡Legolas! ¿Puedes oírme amado mío?", susurraba en élfico, mas el herido no se movía.
Pasó así un rato que le pareció eterno, cuando llegó Bergil, hijo de Beregond, casi sin aliento, y entregó seis hojas envueltas en un lienzo.
Aragorn tomó dos hojas, calentándolas un momento entre sus manos. Luego las trituró, llenando la habitación de una agradable frescura, y las colocó en un tazón de agua caliente que le alcanzó Ioret. Luego mojó la frente y el brazo herido de Legolas, escrutando ansiosamente su rostro. Un suspiro de alivio salió de sus labios cuando vio que la respiración de Legolas era más profunda.
- "Despierta, amado mío", dijo en élfico mientras tomaba sus manos entre las suyas. "la sombra ha partido, y ahora te necesito a mi lado, ¡despierta, por favor!". Las lágrimas lo traicionaban y los sollozos, apenas contenidos, hacían que la voz se le quebrara.
Gandalf tomó discretamente por el brazo a Éomer e Imrahil y los sacó de allí.
- "Ellos son amigos desde la infancia, casi hermanos", explicó.
- "mmmm...pues sí que lo son...", dijo pensativo Imrahil, deseando en secreto estar en el lugar de Aragorn.
- ¡Legolas, Legolas!", decía Aragorn en medio de su llanto. De pronto, sintió un débil apretón de manos y las pestañas de Legolas empezaron a moverse.
El elfo parpadeó unos instantes, confundido. Y se confundió más cuando una boca ansiosa se unió a la suya, su rostro se mojó con unas lágrimas que no eran suyas, y sus mejillas sintieron la raspada de una barba tan familiar.
- "¿Aragorn?", preguntó débilmente.
- "¡Amor mío!", exclamó Aragorn, riendo y llorando al mismo tiempo, "Perdóname, te lo suplico. Traté de protegerte y fallé al ver la dirección del peligro, te alejé de mí, y fue como alejarme de mi propia vida, ¡Oh Legolas! Perdóname...", decía mientras le besaba las manos.
Gandalf entró nuevamente a la habitación y tuvo que sacar a Ioreth casi a rastras, pues la buena mujer se había quedado como petrificada, con la boca abierta en una enorme "O".
- "...el mensaje de Galadriel, el terror alado... ¿Lo maté? ¿O fue todo un sueño?", susurró Legolas.
- "Lo mataste, y también al Nazgul, y casi pierdes la vida en ello. Te rompiste un brazo", informó Aragorn, más calmado ya.
- "Me siento cansado, ¿cuánto tiempo dormí?", la voz del elfo se oía cansada, y Aragorn decidió dejarlo descansar. Lo importante era tenerlo a salvo, y luego trataría de obtener su perdón.
- "No mucho, mi amado. Pero debes descansar ahora, lo peor ha pasado ya, y debo ver a otros heridos"
- "¡Merry!", exclamó de pronto Legolas, tratando de incorporarse, más un grito de dolor le recordó que tenía el brazo roto.
- "Shhh, no te levantes. Ahora iré a ver a Merry, quien también esta aquí. Luego hablaremos, cuando hayas descansado".
Aragorn lo asistió, ayudándolo a recostarse en una posición más cómoda. Luego lo cubrió con la sábana y besó su frente. Legolas se sumió en un tranquilo sueño.
Aragorn se reunió con los otros y fue a prestar ayuda a Faramir, quien se recuperó más rápido que Legolas.
- "Mi rey, me has llamado, y aquí estoy", dijo al despertar.
- "Eres noble y valeroso, Senescal de Gondor, y muy querido por tu pueblo. Descansa ahora. Hablaremos cuando te recuperes"
Luego, se dirigió donde Merry. Pippin se les unió, preocupado por su amigo, mientras Gandalf enviaba a Beregond a buscar a Haldir y Gimli.
Aragorn repitió el tratamiento en Merry, dejándolo descansar.
- "No hay que temer", dijo a Pippin, "sólo está cansado. No olvides que él también golpeó al espectro, igual que Legolas, pero no morirá. Los de tu raza son fuertes"
Luego se retiró con Gandalf, dejando a Pippin cuidando a Merry. Éomer e Imrahil se retiraron también para ver a sus hombres y descansar.
Aragorn estaba mortalmente cansado. No había dormido mucho desde que estaba en el Sagrario, y no comía desde el día anterior, pero no deseaba separarse de Legolas.
Mandaron a llamar al Mayoral de las Casas de Curación, explicándoles que Legolas y Faramir necesitaban pasar algunos días allí. Gandalf recomendó no decirle a Faramir cómo había muerto su padre.
- "El elfo que yace aquí, es el Príncipe de Mirkwood, y debe quedarse al menos diez días. Pero es testarudo y querrá levantarse. Debe tratar de impedírselo, aunque no será tarea fácil, y yo estaré aquí todo el tiempo posible", dijo Aragorn.
- "¿Y qué debo hacer con el mediano?", preguntó el Mayoral
- "Mañana estará en condiciones de levantarse un rato".
Fueron interrumpidos por un tumulto afuera. Todos deseaban ver a Aragorn, pues Ioreth había corrido la voz de que el rey había venido y que sus manos curaban las enfermedades.
Aragorn deseaba estar junto a su elfo, pero no podía negarse a las súplicas de su pueblo. Comió algo ligero, mientras enviaba por los hijos de Elrond; y juntos trabajaron afanosamente hasta altas horas de la noche, curando enfermos. La voz corrió en toda la ciudad "el rey ha vuelto", decían. Lo llamaban Elessar (Piedra de Elfo) a causa de la piedra obsequiada por Arwen, que él había vuelto a lucir al salir del Sagrario, para evitar las sospechas de Elladan y Elrohir.
Al terminar, agotado, se dirigió a la habitación de Legolas, tomando asiento en la única silla que allí había, y se quedó profundamente dormido.
*
Gimli peleó junto a Halbarad, y fue testigo de la muerte del leal montaraz cuando una flecha certera le atravesó el corazón. El enano dio muerte a su vez, con su hacha, al orco causante de esa pérdida.
Luego de la batalla, fue en busca de los elfos para preguntar por Legolas a quien creía en el Sagrario. Cuando los encontró, el gallardo guardián de Lórien daba instrucciones para el crematorio de los pocos elfos caídos y Finw? estaba detrás de él.
- "Buenas noches", dijo el enano, siendo saludado a su vez por Haldir y los otros elfos. "vengo a pedirles noticias de mi amigo Legolas, quien está en el Sagrario", continuó.
Haldir lo llevó a un lado, y con profunda tristeza explicó lo que sabía, por segunda vez en esa noche. El enano lloró, pues quería profundamente a Legolas, a quien llamaba cariñosamente "elfo loco".
- "No debimos dejarlo…debí saber que vendría, es…era tan testarudo", lloraba Gimli, "¿dónde lo han llevado? Deseo verlo por última vez"
- "A la ciudad. Allí nos dirigíamos nosotros también", respondió Haldir.
Los tres iniciaron la penosa marcha, sin habla mucho. Haldir y Finwë iban tomados de la mano y cuando Gimli los vio, murmuró la que se había convertido en una de sus frases favoritas desde que iniciaron el viaje : - "mmmm…cosas de elfos"
Les costó un poco de trabajo llegar a la ciudad, y estaban por atravesar la puerta cuando un guardia se acercó a ellos.
- "Señor", dijo dirigiéndose a Haldir, "por órdenes del mago Gandalf busco a Gimli el enano, y al elfo Haldir de Lórien"
- "Pues los has encontrado", respondió Haldir, "¿qué desea Gandalf?"
- "Que me acompañen enseguida a las Casas de Curación, donde se encuentran dos amigos suyos heridos y el hobbit Peregrin a su cuidado", respondió Beregond, pues de él se trataba.
- "Iremos luego de presentar nuestros respetos a uno de nuestros compañeros muerto en batalla. Un elfo llamado Legolas, ¿sabes tú hacia dónde lo llevaron?", preguntó Gimli.
- "El elfo que usted dice, señor, no está muerto, él y el mediano Meriadoc se encuentran en las Casas de Curación, aunque el estado del elfo es de cuidado, por lo que pude oír", repuso Beregond.
Gimli casi saltó de alegría y se apresuraron a seguirlo. Al llegar allí se encontraron que Gandalf se había retirado ya, y Aragorn se encontraba con Elladan y Elrohir curando a los enfermos en otra parte del edificio. Pippin aún se encontraba allí y se alegró mucho de verlos. Merry estaba despierto y acababa de cenar por segunda vez. Charlaron animadamente unos momentos, hasta que el Mayoral los echó de allí, pues Faramir y Legolas necesitaban descanso. También les tenía un encargo, por órdenes del mago Gandalf, se les había preparado un alojamiento y una cena en uno de los edificios cercanos, a donde irían escoltados por Beregond.
Se dirigieron allí y fueron muy bien atendidos, pues sus hazañas habían llegado a oídos de todos. Luego de la cena, Finwë no pudo reprimir sus bostezos y Haldir se puso de pie para llevarlo a su habitación.
En el camino por el pasillo semioscuro, el joven elfo se apoyaba en Haldir, quien lo abrazaba de la cintura. Llegaron a la habitación y Haldir lo sentó sobre la cama, pues el otro elfo estaba casi dormido. Mientras le quitaba las botas, Finwë se durmió, sorprendiendo a Haldir pues no pensó que su pequeño elfo, como lo llamaba, le tuviera tanta confianza. Sonriendo, lo desvistió hasta la cintura y lo acostó. Luego, él también se quitó la ropa y se acostó junto a Finwë abrazándolo. Pronto se quedó dormido también.
*
Legolas abrió los ojos cuando el sol estaba alto en el cielo, le parecía haber soñado, pero ¿dónde estaba?, entonces reparó en la forma dormida a su lado. Aragorn había puesto la cabeza, apoyada en un brazo, sobre la cama. Sus cabellos despeinados y sucios le cubrían el rostro, pero Legolas no lo había visto nunca tan hermoso. La bruma que había en su cerebro se disipó. Levantó la mano para apartarlos, acariciando su rostro. Entonces él despertó.
- "Amado mío", dijo Aragorn incorporándose, "¿cómo te sientes hoy?"
- "Mucho mejor que ayer, pero ¿por qué me llamas así ahora? Dijiste en el Sagrario que éramos sólo amigos…"
- "Legolas, te lo expliqué ayer. Necesitaba alejarte del peligro, pensé que éste estaba en los Senderos de los Muertos, pero me equivoqué. Creí morir cuando me dijeron que caíste en la batalla…Legolas, te amo…"
- "¿Qué dijiste?", preguntó confundido el elfo. Ya recordaba la angustia de Aragorn el día anterior, ¡Había querido protegerlo! ¡Y ahora le decía que lo amaba!
- "Dije que te amo, incluso antes de esa noche en Lothlórien en que nos entregamos todo, te amo y te suplico me perdones, pues no soy merecedor de tu amor", había angustia en la voz de Aragorn, y esto conmovió a Legolas, pero había algo que debía decirle.
- "Dormí con Haldir…", confesó Legolas con un susurro.
- "¿QUÉ?", casi gritó Aragorn
- "…me dejaste, me sentía tan vacío, tan sólo…fue una sola noche. No lo amo, eres tú a quien adoro"
Aragorn se quedó en silencio unos momentos, considerando. Su orgullo estaba herido en lo más profundo, pero él mismo había provocado todo esto.
- "Legolas, te amo y nada cambiará eso", dijo finalmente besando esos labios de miel que se le ofrecían.
En ese instante tocaron la puerta.
- "Señor, el mago Gandalf envía por vos, pues se celebrará un Consejo de Guerra", informó Ioreth.
- "Ahora voy", contestó Aragorn y se retiró, no sin antes susurrar a su elfo, "volveré apenas pueda".
TBC
1
Por: Ayesha
Autor = Ayesha
E-mail =lg_100309@hotmail.com
Clasificación = Capítulo NC-17
Parejas = Aragorn/Legolas, Haldir/Legolas, Haldir/Finwe, Elladan/Elrohir/Finwe, Elladan/Elrohir/Haldir/Finwe
Disclaimer =Los personajes de esta historia son propiedad de J.R. Tolkien. Esto es puro entretenimiento y no me reporta beneficio económico alguno. Yo sólo soy culpable de inventarme a Finwe.
Resumen = Luego de finalizar la Guerra del Anillo, Aragorn y Legolas son pareja, pero por un motivo desconocido, Aragorn anuncia su compromiso con Arwen y Legolas huye.
Esta historia se llamó originalmente "El corazón del rey", pero la he revisado y corregido, por lo que decidí cambiarle de nombre.
*
Capítulo 10 : Ilumina mi camino
Don't believe what you hear / no crees en lo que escuchas
Don't believe what you see / no crees en lo que ves
If you just close your eyes / si sólo cierras tus ojos
You can feel the enemy / puedes sentir al enemigo
Acrobat – U2
Arwen miró atónita el palantir. Legolas muerto y además, había matado al Señor de los Nazgul. Esto era totalmente inesperado. Ni siquiera Sauron lo había previsto.
Trató de entender lo que acababa de observar. Entonces, ellos se habían separado. Quizá debiera agradecer a sus hermanos por eso. Después de todo, ya no sería necesario invocar el conjuro que había colocado sobre el estandarte. Suspiró un momento. Legolas debía amarlo mucho para hacer lo que hizo. De cualquier modo, ahora estaba muerto y nada le impediría ser reina de Gondor.
Guardó cuidadosamente la piedra. La había encontrado gracias al anillo de su padre, entre las reliquias olvidadas de Gil-Galad. Al principio tuvo miedo de mirar en ella, pero luego, la curiosidad había sido más fuerte. Pero él no pareció reparar nunca en su presencia, aunque le permitió mirar la matanza y destrucción a través de los ojos de Saruman, y luego ella supo que el mago había sido derrotado, cuando vio a Aragorn escrutar aterrado la piedra. Fue testigo de la lucha y victoria de su prometido y también de que la fuerza que lo sostenía no provenía de su amor hacia ella. Por primera vez en varios días, Arwen salió al jardín.
Elrond observó a su hija más animada ese día. Incluso alegre, según comentó luego a Glorfindel.
*
Aragorn y su ejército de espectros libraron una gran batalla con los corsarios de Umbar, a quienes derrotaron finalmente, tomando posesión de sus naves. El montaraz se sentía más aliviado. Sólo esperaba que no fuera demasiado tarde para Gondor.
Por lo menos, su elfo estaba seguro en el Sagrario, aunque las palabras de Elrohir se le habían quedado grabadas. ¿Serían ciertas? El sabía demasiado bien que el apuesto guardián de Lothlórien sentía algo por su elfo, y ahora que Legolas se creía despreciado… no quería ni pensarlo, pero la imagen de Legolas y Haldir juntos volvía a su mente una y otra vez.
El respirar la brisa del mar le traía algún alivio. Esos días, había preferido la soledad, manteniéndose separado de los gemelos, e incluso de Halbarad. Sentado en la proa de la nave mayor, con su pipa, daba vueltas al dilema que su mente tenía.
- "Has estado muy callado estos días, primo. ¿qué te preocupa? ¿es sólo la guerra?", preguntó Halbarad, sentándose junto a él.
Aragorn lo miró. Su pariente y amigo, con el que había recorrido las solitarias fronteras de su país innumerables veces y a quien confiaría su propia vida.
- "Amo a Legolas", dijo simplemente
Hubo una larga pausa.
- "¿Arwen lo sabe? ¿lo saben ellos?", preguntó finalmente su amigo, señalando en dirección a la cámara donde estaban los elfos.
- "No, sólo los miembros de la Comunidad del Anillo saben que estamos juntos, pero que lo amo, ni él mismo lo sabe"
- "¿El te ama a ti?"
- "Sí"
- "¿Qué piensas hacer?"
- "No sé, amigo mío…hablaré con Arwen, luego con Elrond. Si ella lo entiende, será más fácil, y…."
- "Ellos son elfos. Quizás para ellos no sea más que un compromiso roto por un nuevo amor, algo que sucede todos los días. Pero los hombres de Gondor no lo aceptarán. Después de extinguirse la estirpe de los reyes y ser gobernados por senescales, tienen al fin la oportunidad de tener un rey legítimo, ¿y éste decide no tener una reina? ¿cómo lo explicarás? Ellos son guerreros como tú o como yo, pero no han sido criados por elfos, ¿cómo lo entenderán, si yo mismo que te conozco como a mi hermano, no lo entiendo?", interrumpió Halbarad.
- "Yo no lo busqué, sólo pasó. Pero si no lo tengo a mi lado, nunca seré feliz", contestó Aragorn.
- "Te diré algo, amigo mío. Honra tu promesa a la Estrella de la Tarde. El pueblo de Gondor nunca tendrá reina más bella. Dale herederos a tu pueblo, y si persiste en ti esa pasión oscura, producto en mi opinión de esta guerra insensata, toma al elfo en calidad de consorte"
Elladan se acercaba en ese instante, y la conversación no pudo continuar.
*
Mientras tanto, en los campos de Pelennor, la batalla se había reanudado, los soldados de Gondor ahora atacaban a las legiones de Morgul, prestando ayuda a Éomer y los elfos. Esta ayuda fue bienvenida, pues la furia inicial de Éomer y Haldir les había llevado a una acometida insensata, y si bien habían menguado las fuerzas del enemigo, ahora los caballos se negaban a avanzar, asustados de las enormes bestias, los nümakil. Las huestes enemigas continuaban llegando, siendo comandadas por el lugarteniente del vencido Señor de los Nazgul, Gothmog.
El caballo de Finw? había caído, y éste combatía ahora con Haldir, espalda con espalda, defendiéndose del incesante ataque de los enemigos. Se acercaba el medio día en ese feroz combate, y ambos estaban ya resignados a morir juntos, luchando. De pronto, el sol brilló y una brisa marina llenó sus pulmones. Finw? observó, más allá del Anduin, las naves que venían del mar. Negros eran los navíos, al igual que sus velas.
Los centinelas de Gondor gritaban
- "¡Los Corsarios de Umbar! ¡Los Corsarios de Umbar! Entonces ha caído Belfalas, y también el Ethir y el Lebennin. ¡Es el último golpe del destino!"
Y empezó una huida desordenada. Los elfos se detuvieron, desconcertados, pero Haldir no dio la orden de retirada. Junto con Éomer, reunió a las tropas alrededor del estandarte de Rohan, donde resistirían hasta el final. Entonces, el elfo lanzó una exclamación: allí en la primera nave negra había un estandarte, el árbol blanco de Gondor rodeado de estrellas y una corona, el emblema de Elendil.
- "¡Aragorn!", exclamó, "¡Es Aragorn, que ha vuelto de los Senderos de los Muertos y trae un ejército!"
Los rohirrim prorrumpieron en exclamaciones de júbilo, los elfos alzaron los arcos. Finw? no pudo contenerse y besó a Haldir, quien ante el asombro de Éomer, lo alzó en sus brazos riendo.
Este descubrimiento desorientó por completo a las tropas de Mordor, que esperaban ver a sus aliados corsarios y en lugar de ellos, las naves volvían cargadas de enemigos. El pánico se apoderó de ellos, y sumado a la luz del sol, hizo que huyeran.
Descendían ya Gimli, blandiendo el hacha, Halbarad, que portaba el estandarte, y los gemelos Elladan y Elrohir. Luego bajaron los montaraces, que dirigían un nuevo ejército de hombres de Lebennin, Lamedon y los feudos del Sur. Delante de todos ellos iba Aragorn, blandiendo a Anduril, la Llama del Este.
Éomer y Haldir salieron a su encuentro.
- "Volvemos a encontrarnos, amigos míos. Esta vez para compartir la victoria que conquistaremos", les dijo sonriendo.
- "Pues este es un dichoso encuentro, aunque ya hemos sufrido grandes pérdidas en esta batalla", dijo Éomer estrechándole la mano.
- "Mae Govannen. Este es, sin duda, el más feliz de los encuentros de esta ingrata guerra, aunque tardío para algunos", dijo Haldir acercándose a saludarlo. No lo abrazó, sin embargo, pues lo hacía en parte responsable por la muerte de Legolas.
- "¡A vengarlos, entonces, más que a hablar de ellos¡", exclamó Aragorn, completamente ignorante de lo ocurrido a su elfo.
Cabalgaron juntos de regreso a la batalla. Aragorn se sorprendió un poco de la actitud de Haldir y otra vez las dudas asaltaron su mente, mas no era ese el momento para esos pensamientos, pues la batalla sería dura. La desesperación hizo temerario al enemigo, reorganizándose en pequeños grupos para volver a la batalla. Esto duró hasta el final del día, en que cada brizna de hierba de los campos de Pelennor estaba teñida en sangre, y no quedaba enemigo en pie.
Extenuados, pero llenos de alegría, Aragorn y Éomer se dirigieron a la puerta de la ciudad, donde se hacía un inventario de las bajas. Grande fue la pena de Aragorn al saber que Halbarad, su fiel amigo, había muerto en la batalla, mas tuvo que sobreponerse, pues había muerto con los honores de un guerrero.
Al ponerse el sol, Aragorn dijo:
- "Este es el símbolo de los cambios que habrán a partir de ahora, pues es el inicio y la caída de muchas cosas. Sin embargo, aún no entraré a mi ciudad, pues fue administrada durante años por los senescales y mal haría en entrar sin haber sido convocado, además, aún no sabemos si hemos vencido a Mordor. Mis hombres levantarán mis tiendas y esperaré aquí al Señor de la Ciudad"
Luego ordenó que plegasen el estandarte y lo entregó a los hijos de Elrond. Éomer se dirigió entonces a la ciudad en busca del senescal, mientras Aragorn enviaba a buscar a Haldir.
La tienda principal estaba lista y Aragorn entró en ella. Haldir llegó entonces, acompañado de Finwë, que se quedó afuera aguardándolo.
- "Amigo mío, ¿qué noticias tienes de Legolas? ¿Se quedó en el Sagrario como le pedí?", preguntó Aragorn impaciente.
Haldir se quedó un momento en silencio, tratando de hallar las palabras adecuadas.
- "Aragorn, él vino hasta aquí", empezó el elfo
- "¿Pues dónde está? ¿Por qué no ha venido? ¿Acaso sigue molesto?", interrumpió Aragorn, con el corazón a punto de estallar de júbilo. ¡Su elfo se hallaba allí! No veía el momento de abrazarlo.
- "Amigo mío, él no vendrá", la voz de Haldir le decía que algo andaba muy mal. Con temor oyó sus siguientes palabras. "combatió y venció al Rey Brujo"…
- "¿Está herido entonces?"
- "Él no podrá repetir esa hazaña ni ninguna otra en la Tierra Media", dijo finalmente Haldir, con el rostro lleno de pena. Ahora veía cuán equivocados habían estado todos, Aragorn lo amaba, su rostro desencajado, las lágrimas que cubrían sus ojos, el grito ahogado que salió de su garganta, todo hablaba del dolor del amor perdido.
*
No, nothing makes sense / No, nada tiene sentido
Nothing seems to fit / nada parece encajar
I know you'd hit out / se que lo golpearías
If you only knew who to hit / si sólo supieras a quién golpear
And I'd join the movement / y me uniría al movimiento
If there was one I could believe in / si allí hubiera alguien en quien creer
Yeah I'd break bread and wine / sí, partiría pan y vino
If there was a church I could receive in / si hubiera una iglesia que pudiera recibirme
'cause I need it now /porque necesito una ahora
- "¡No, no, no! no puede ser, no él", sollozó Aragorn, "¡Déjame solo!", su súplica casi fue un grito desesperado.
Haldir puso su mano en el hombro del montaraz.
– "Lo siento", y salió apresuradamente, alcanzando a ver cómo el Rey de los Hombres se desplomaba en el suelo, sollozando.
*
Merry se dirigía calladamente tras los soldados que transportaban a Théoden y Legolas, sin que nadie pareciera notar su presencia. El hobbit se sentía adolorido y cansado, y pensaba para sus adentros:
– "¡Valiente ayuda fui para mi amigo! He fallado completamente, llevándolo a muerte. ¿Qué dirá Trancos? Soy sólo un estúpido y pequeño hobbit, perdido entre la Gente Grande ¡Si sólo pudiera hallar a Pippin"
La lluvia comenzó a caer, y con ella se acercaron los hombres de Dol Amroth, con el príncipe Imrahil a la cabeza.
- "¿Qué es esa carga que lleváis, Hombres de Rohan?", preguntó
- "Théoden, quien fuera Rey de la Marca", respondieron.
El príncipe desmontó, arrodillándose un momento para rendir homenaje al rey caído. Entonces, reparó en el elfo.
- "¿Qué criatura es ésta? Es que los elfos también han venido a esta guerra?", exclamó
- "Han venido cien arqueros de Lothlórien. Mas él pertenece a tierras aún mas lejanas, pues procede del Bosque Negro, donde tenemos entendido que era príncipe"
Entonces el príncipe Imrahil, deslumbrado por la belleza del elfo, le tomó la mano y se inclinó para mirarlo mejor.
- "¡Hombres de Rohan! Este elfo vive aún, malherido, sí, pero todavía respira", exclamó, y para probarlo, le acercó a los labios fríos el brazalete brillante y pulido de la armadura, el cual se empañó con una niebla tenue.
A continuación, ordenó a los hombres llevarlo cuanto antes a las Casas de Curación y partió, alegre de haber salvado a tan bella criatura.
Merry saltó de júbilo mientras seguía a quienes transportaban a Legolas. Las Casas de Curación eran un lugar hermoso y apacible, rodeado de jardines y del único prado con árboles de la enorme ciudad de piedra. Se encontraban cerca del muro del sur y de la puerta de la ciudadela, y en ellas habitaban las pocas mujeres, hábiles en el arte de curar, a quienes se había permitido quedarse en Minas Tirith.
El hobbit caminaba, mirando la desolación junto a la puerta de la ciudad, tratando de no separarse de los hombres, cuando encontró a Pippin. Ambos hobbits se alegraron mucho de verse nuevamente, pero Merry estaba herido en el brazo y fue ayudado por su amigo a llegar a las Casas de Curación, donde Legolas recibía ya los primeros cuidados, junto con Faramir, quien fuera herido mientras custodiaba las fronteras y luego atacado por su propio padre, quien en su intento de quemarse vivo, quiso arrastrar a su desdichado hijo al mismo destino.
Los curadores de Gondor eran famosos por sus prácticas, sin embargo, muchos de los heridos de esta batalla padecían un mal llamdo la Sombra Negra, ya que provenía de los Nazgul. Quienes la contraían, caían en un sueño cada vez más profundo y morían irremediablemente. Legolas y Merry eran presas de este mal, considerado incurable. El elfo deliró toda la mañana, en su propia lengua, la cual no era entendida por los curadores, destacándose sólo una palabra "Aragorn" que era repetida una y otra vez, hasta que una sombra gris cubrió su rostro y pareció hundirse en las tinieblas.
Gandalf llegó a vigilar a los enfermos, oyendo preocupado lo que le refirieron los curadores acerca del delirio de Legolas. El mago no se apartó de sus amigos y de Faramir, quien ardía en fiebre. Era ya la hora del crepúsculo, cuando una mujer, la más anciana de las curadoras, llamada loreth lloró por su señor Faramir, exclamando:
- "¿Qué será de nosotros si llega a morir? ¡Ojalá hubiera en Gondor reyes como los de antaño, según cuentan! Porque dice la tradición: Las manos del rey son manos que curan. Así el legítimo rey podría ser reconocido".
Gandalf reaccionó entonces, una idea acababa de ocurrírsele. Agradeció efusivamente a la desconcertada anciana y salió sin demora, dirigiéndose a buscar a Aragorn, el cual, según le informaron, se hallaba en una tienda y no deseaba hablar con nadie.
El mago entró en la tienda, haciendo caso omiso a los montaraces que hacían guardia. Dentro estaba oscuro, iluminado tan sólo por una débil luz de vela que le permitió ver una figura postrada en un lecho. Aragorn parecía haber envejecido en esas pocas horas, su rostro mostraba la angustia más desesperada y sus ojos enrojecidos por las lágrimas estaban hinchados.
- "Legolas, Legolas, te he perdido, fue mi culpa, te aparté de mí, te empujé a cometer esta locura, oh Legolas, ¿qué te he hecho? A ti, a quien amo más que a mi propia vida! ¿De qué me sirve la gloria si no estás a mi lado para compartirla? Por ti luché, por ti nada más, traté de protegerte y fracasé, ahora no me queda nada…oh Legolas, ¿cómo continuar sin ti? ¿cómo fingir que todo sigue igual? Mi Legolas…", repetía Aragorn sin notar siquiera la presencia del mago.
Gandalf se conmovió. Nunca había visto a alguien tan abatido. Pero no entendía…de pronto, se dio cuenta de lo que pasaba ¡Aragorn creía muerto a Legolas!
- "Amigo mío"
- "Gandalf, él se ha ido…"
- "No, pero está muy enfermo", dijo suavemente Gandalf, tomándolo por los hombros y mirándolo. "Sólo tú puedes salvarlo ahora, pero debemos apresurarnos. ¡Vamos¡"
- "No, no…Haldir dijo…", protestó confundido Aragorn, con un temeroso rayo de esperanza en el corazón.
- "Se equivocaron, ahora debemos irnos, no hay tiempo que perder"
Aragorn se echó una capa encima, lágrimas de alegría mezclándose con el dolor de hacía unas horas. Cubrió su rostro, y embozado así, salió tras Gandalf, con el corazón a punto de estallarle por la angustia vivida, la alegría repentina que le trajo el mago, y el temor de llegar tarde para salver a su elfo.
*
Éomer y el príncipe Imrahil se dirigían a las Casas de Curación, pues se les informó que el ahora Senescal de Gondor, Faramir, había sido llevado hacia allí. Cuando llegaron fuera, vieron acercarse a Gandalf junto a un hombre embozado en una capa gris. Después de saludarse, Imrahil dijo:
- "Venimos en busca del Senescal, y nos han dicho que se encuentra en esta casa, herido por su propio padre"
- "Así es", respondió Gandalf, "fue herido antes por la Hoja de Morgul, y no ha muerto, pero está cerca de la muerte"
- "¿Quién regirá entonces la ciudad?", preguntó Éomer, "debemos llamar a Aragorn"
- "Aquí estoy", respondió el encapuchado, "pero ahora he venido como Capitán de los Dúnedain de Arnor, a sanar al Senescal y a otra persona muy querida para mí. Pienso, sin embargo, que durante estos días sea Gandalf quien nos gobierne, y luego, el príncipe de Dol Amroth asumirá esta tarea. Mas luego discutiremos estos asuntos, el tiempo apremia y hay un enfermo que requiere mi atención"
Aragorn entró primero. En la puerta estaba Pippin, junto con Beregond, guardia del palacio.
- "¡Trancos! Sabía que eras tú, ¿pero qué has hecho para llegar así?", exclamó Pippin con alegría.
Aragorn rió y estrechó las manos al hobbit.
- "Luego, amigo mío. Hay asuntos que debo atender ahora"
- "¡Vaya forma de hablarle a nuestro rey!", dijo Imrahil a Éomer.
Aragorn lo oyó, y mientras entraban, le dijo:
- "Mi nombre será Elessar, Piedra de Elfo, y Envinyatar, el Restaurador. Pero Trancos será el nombre de mi casa, si alguna vez se funda: en la alta lengua no sonará tan mal, y yo seré Telcontar, así como todos mis descendientes".
Gandalf les relató entonces las hazañas de Legolas y Merry, y pidió a sus amigos dejar a Aragorn a solas.
El dunadan visitó primero la habitación donde yacía Legolas, cerrando la puerta. Hasta ese momento se las había arreglado para contener sus emociones, pero al ver a su elfo, se precipitó al lecho tomando sus pálidas manos entre las suyas, llenándolas de besos, y cubriéndolas con sus lágrimas.
*
Sometimes I feel like I don't know / a veces siento que no sé
Sometimes I feel like checkin' out / a veces siento que me voy
I want to get it wrong / quiero tener lo equivocado
Can't always be strong / no puedo ser siempre fuerte
And love it won't be long... / y el amor no durará mucho
*
- "¡Legolas! Por favor abre los ojos...Legolas, soy yo, ¿acaso no me escuchas?", dijo desesperado, mas el elfo no se movía.
Aragorn examinó cuidadosamente su rostro y sus heridas. El brazo roto había sido entablillado con habilidad, pero no era éste el origen de su mal, sino la cercanía al espectro en un momento de gran debilidad para se elfo. Se maldijo mentalmente una vez más, mientras masajeaba las sienes de Legolas, sin lograr la menor reacción por parte de su amado. Asustado, se apresuró a examinar a Faramir y Merry, confirmando el diagnóstico de Ioreth. Luego, les informó:
- "Quisiera que estuviese acá Elrond, pues tiene grandes poderes como curador, pero debemos actuar a prisa.", y, dirigiéndose a Ioreth, "¿Tienen aquí reservas de hierbas curativas? necesito athelas"
- "Pues no lo sé con certeza, señor. Debo preguntar al herborista, quizá la conozca con otro nombre"
- "Hojas de reyes es como suelen llamarla", dijo Aragorn, impaciente.
- "¡Ah, pues claro!", exclamó Ioreth, "pero no las tenemos. Nunca supe que tuvieran virtudes curativas, qué nombre tan extraño eligieron para ellas"
- "Necesito que me consigas de inmediato hojas de reyes, pues la vida de tu señor Faramir depende de ello" ("y la de mi único amor"), dijo Aragorn.
Cuando Ioreth se hubo marchado, Aragorn volvió junto a Legolas, tomando su mano. Se inclinó para besar su frente, pues ya no le importaba que lo vieran, y aunque el mismísimo Elrond hubiese estado allí, no se hubiera comportado distinto.
- "¡Legolas! ¿Puedes oírme amado mío?", susurraba en élfico, mas el herido no se movía.
Pasó así un rato que le pareció eterno, cuando llegó Bergil, hijo de Beregond, casi sin aliento, y entregó seis hojas envueltas en un lienzo.
Aragorn tomó dos hojas, calentándolas un momento entre sus manos. Luego las trituró, llenando la habitación de una agradable frescura, y las colocó en un tazón de agua caliente que le alcanzó Ioret. Luego mojó la frente y el brazo herido de Legolas, escrutando ansiosamente su rostro. Un suspiro de alivio salió de sus labios cuando vio que la respiración de Legolas era más profunda.
- "Despierta, amado mío", dijo en élfico mientras tomaba sus manos entre las suyas. "la sombra ha partido, y ahora te necesito a mi lado, ¡despierta, por favor!". Las lágrimas lo traicionaban y los sollozos, apenas contenidos, hacían que la voz se le quebrara.
Gandalf tomó discretamente por el brazo a Éomer e Imrahil y los sacó de allí.
- "Ellos son amigos desde la infancia, casi hermanos", explicó.
- "mmmm...pues sí que lo son...", dijo pensativo Imrahil, deseando en secreto estar en el lugar de Aragorn.
- ¡Legolas, Legolas!", decía Aragorn en medio de su llanto. De pronto, sintió un débil apretón de manos y las pestañas de Legolas empezaron a moverse.
El elfo parpadeó unos instantes, confundido. Y se confundió más cuando una boca ansiosa se unió a la suya, su rostro se mojó con unas lágrimas que no eran suyas, y sus mejillas sintieron la raspada de una barba tan familiar.
- "¿Aragorn?", preguntó débilmente.
- "¡Amor mío!", exclamó Aragorn, riendo y llorando al mismo tiempo, "Perdóname, te lo suplico. Traté de protegerte y fallé al ver la dirección del peligro, te alejé de mí, y fue como alejarme de mi propia vida, ¡Oh Legolas! Perdóname...", decía mientras le besaba las manos.
Gandalf entró nuevamente a la habitación y tuvo que sacar a Ioreth casi a rastras, pues la buena mujer se había quedado como petrificada, con la boca abierta en una enorme "O".
- "...el mensaje de Galadriel, el terror alado... ¿Lo maté? ¿O fue todo un sueño?", susurró Legolas.
- "Lo mataste, y también al Nazgul, y casi pierdes la vida en ello. Te rompiste un brazo", informó Aragorn, más calmado ya.
- "Me siento cansado, ¿cuánto tiempo dormí?", la voz del elfo se oía cansada, y Aragorn decidió dejarlo descansar. Lo importante era tenerlo a salvo, y luego trataría de obtener su perdón.
- "No mucho, mi amado. Pero debes descansar ahora, lo peor ha pasado ya, y debo ver a otros heridos"
- "¡Merry!", exclamó de pronto Legolas, tratando de incorporarse, más un grito de dolor le recordó que tenía el brazo roto.
- "Shhh, no te levantes. Ahora iré a ver a Merry, quien también esta aquí. Luego hablaremos, cuando hayas descansado".
Aragorn lo asistió, ayudándolo a recostarse en una posición más cómoda. Luego lo cubrió con la sábana y besó su frente. Legolas se sumió en un tranquilo sueño.
Aragorn se reunió con los otros y fue a prestar ayuda a Faramir, quien se recuperó más rápido que Legolas.
- "Mi rey, me has llamado, y aquí estoy", dijo al despertar.
- "Eres noble y valeroso, Senescal de Gondor, y muy querido por tu pueblo. Descansa ahora. Hablaremos cuando te recuperes"
Luego, se dirigió donde Merry. Pippin se les unió, preocupado por su amigo, mientras Gandalf enviaba a Beregond a buscar a Haldir y Gimli.
Aragorn repitió el tratamiento en Merry, dejándolo descansar.
- "No hay que temer", dijo a Pippin, "sólo está cansado. No olvides que él también golpeó al espectro, igual que Legolas, pero no morirá. Los de tu raza son fuertes"
Luego se retiró con Gandalf, dejando a Pippin cuidando a Merry. Éomer e Imrahil se retiraron también para ver a sus hombres y descansar.
Aragorn estaba mortalmente cansado. No había dormido mucho desde que estaba en el Sagrario, y no comía desde el día anterior, pero no deseaba separarse de Legolas.
Mandaron a llamar al Mayoral de las Casas de Curación, explicándoles que Legolas y Faramir necesitaban pasar algunos días allí. Gandalf recomendó no decirle a Faramir cómo había muerto su padre.
- "El elfo que yace aquí, es el Príncipe de Mirkwood, y debe quedarse al menos diez días. Pero es testarudo y querrá levantarse. Debe tratar de impedírselo, aunque no será tarea fácil, y yo estaré aquí todo el tiempo posible", dijo Aragorn.
- "¿Y qué debo hacer con el mediano?", preguntó el Mayoral
- "Mañana estará en condiciones de levantarse un rato".
Fueron interrumpidos por un tumulto afuera. Todos deseaban ver a Aragorn, pues Ioreth había corrido la voz de que el rey había venido y que sus manos curaban las enfermedades.
Aragorn deseaba estar junto a su elfo, pero no podía negarse a las súplicas de su pueblo. Comió algo ligero, mientras enviaba por los hijos de Elrond; y juntos trabajaron afanosamente hasta altas horas de la noche, curando enfermos. La voz corrió en toda la ciudad "el rey ha vuelto", decían. Lo llamaban Elessar (Piedra de Elfo) a causa de la piedra obsequiada por Arwen, que él había vuelto a lucir al salir del Sagrario, para evitar las sospechas de Elladan y Elrohir.
Al terminar, agotado, se dirigió a la habitación de Legolas, tomando asiento en la única silla que allí había, y se quedó profundamente dormido.
*
Gimli peleó junto a Halbarad, y fue testigo de la muerte del leal montaraz cuando una flecha certera le atravesó el corazón. El enano dio muerte a su vez, con su hacha, al orco causante de esa pérdida.
Luego de la batalla, fue en busca de los elfos para preguntar por Legolas a quien creía en el Sagrario. Cuando los encontró, el gallardo guardián de Lórien daba instrucciones para el crematorio de los pocos elfos caídos y Finw? estaba detrás de él.
- "Buenas noches", dijo el enano, siendo saludado a su vez por Haldir y los otros elfos. "vengo a pedirles noticias de mi amigo Legolas, quien está en el Sagrario", continuó.
Haldir lo llevó a un lado, y con profunda tristeza explicó lo que sabía, por segunda vez en esa noche. El enano lloró, pues quería profundamente a Legolas, a quien llamaba cariñosamente "elfo loco".
- "No debimos dejarlo…debí saber que vendría, es…era tan testarudo", lloraba Gimli, "¿dónde lo han llevado? Deseo verlo por última vez"
- "A la ciudad. Allí nos dirigíamos nosotros también", respondió Haldir.
Los tres iniciaron la penosa marcha, sin habla mucho. Haldir y Finwë iban tomados de la mano y cuando Gimli los vio, murmuró la que se había convertido en una de sus frases favoritas desde que iniciaron el viaje : - "mmmm…cosas de elfos"
Les costó un poco de trabajo llegar a la ciudad, y estaban por atravesar la puerta cuando un guardia se acercó a ellos.
- "Señor", dijo dirigiéndose a Haldir, "por órdenes del mago Gandalf busco a Gimli el enano, y al elfo Haldir de Lórien"
- "Pues los has encontrado", respondió Haldir, "¿qué desea Gandalf?"
- "Que me acompañen enseguida a las Casas de Curación, donde se encuentran dos amigos suyos heridos y el hobbit Peregrin a su cuidado", respondió Beregond, pues de él se trataba.
- "Iremos luego de presentar nuestros respetos a uno de nuestros compañeros muerto en batalla. Un elfo llamado Legolas, ¿sabes tú hacia dónde lo llevaron?", preguntó Gimli.
- "El elfo que usted dice, señor, no está muerto, él y el mediano Meriadoc se encuentran en las Casas de Curación, aunque el estado del elfo es de cuidado, por lo que pude oír", repuso Beregond.
Gimli casi saltó de alegría y se apresuraron a seguirlo. Al llegar allí se encontraron que Gandalf se había retirado ya, y Aragorn se encontraba con Elladan y Elrohir curando a los enfermos en otra parte del edificio. Pippin aún se encontraba allí y se alegró mucho de verlos. Merry estaba despierto y acababa de cenar por segunda vez. Charlaron animadamente unos momentos, hasta que el Mayoral los echó de allí, pues Faramir y Legolas necesitaban descanso. También les tenía un encargo, por órdenes del mago Gandalf, se les había preparado un alojamiento y una cena en uno de los edificios cercanos, a donde irían escoltados por Beregond.
Se dirigieron allí y fueron muy bien atendidos, pues sus hazañas habían llegado a oídos de todos. Luego de la cena, Finwë no pudo reprimir sus bostezos y Haldir se puso de pie para llevarlo a su habitación.
En el camino por el pasillo semioscuro, el joven elfo se apoyaba en Haldir, quien lo abrazaba de la cintura. Llegaron a la habitación y Haldir lo sentó sobre la cama, pues el otro elfo estaba casi dormido. Mientras le quitaba las botas, Finwë se durmió, sorprendiendo a Haldir pues no pensó que su pequeño elfo, como lo llamaba, le tuviera tanta confianza. Sonriendo, lo desvistió hasta la cintura y lo acostó. Luego, él también se quitó la ropa y se acostó junto a Finwë abrazándolo. Pronto se quedó dormido también.
*
Legolas abrió los ojos cuando el sol estaba alto en el cielo, le parecía haber soñado, pero ¿dónde estaba?, entonces reparó en la forma dormida a su lado. Aragorn había puesto la cabeza, apoyada en un brazo, sobre la cama. Sus cabellos despeinados y sucios le cubrían el rostro, pero Legolas no lo había visto nunca tan hermoso. La bruma que había en su cerebro se disipó. Levantó la mano para apartarlos, acariciando su rostro. Entonces él despertó.
- "Amado mío", dijo Aragorn incorporándose, "¿cómo te sientes hoy?"
- "Mucho mejor que ayer, pero ¿por qué me llamas así ahora? Dijiste en el Sagrario que éramos sólo amigos…"
- "Legolas, te lo expliqué ayer. Necesitaba alejarte del peligro, pensé que éste estaba en los Senderos de los Muertos, pero me equivoqué. Creí morir cuando me dijeron que caíste en la batalla…Legolas, te amo…"
- "¿Qué dijiste?", preguntó confundido el elfo. Ya recordaba la angustia de Aragorn el día anterior, ¡Había querido protegerlo! ¡Y ahora le decía que lo amaba!
- "Dije que te amo, incluso antes de esa noche en Lothlórien en que nos entregamos todo, te amo y te suplico me perdones, pues no soy merecedor de tu amor", había angustia en la voz de Aragorn, y esto conmovió a Legolas, pero había algo que debía decirle.
- "Dormí con Haldir…", confesó Legolas con un susurro.
- "¿QUÉ?", casi gritó Aragorn
- "…me dejaste, me sentía tan vacío, tan sólo…fue una sola noche. No lo amo, eres tú a quien adoro"
Aragorn se quedó en silencio unos momentos, considerando. Su orgullo estaba herido en lo más profundo, pero él mismo había provocado todo esto.
- "Legolas, te amo y nada cambiará eso", dijo finalmente besando esos labios de miel que se le ofrecían.
En ese instante tocaron la puerta.
- "Señor, el mago Gandalf envía por vos, pues se celebrará un Consejo de Guerra", informó Ioreth.
- "Ahora voy", contestó Aragorn y se retiró, no sin antes susurrar a su elfo, "volveré apenas pueda".
TBC
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