Leave it behind
Por: Ayesha
E-mail =lg_100309@hotmail.com
Clasificación = Capítulo NC-17
Parejas = Aragorn/Legolas, Haldir/Legolas, Haldir/Finwe, Elladan/Elrohir/Finwe, Elladan/Elrohir/Haldir/Finwe
Disclaimer =Los personajes de esta historia son propiedad de J.R. Tolkien. Esto es puro entretenimiento y no me reporta beneficio económico alguno. Yo sólo soy culpable de inventarme a Finwe.
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Capítulo 11: Descanso
"It's a beautiful day / es un bello día
Sky falls, you feel like / el cielo cae, lo puedes sentir
It's a beautiful day / es un hermoso día
Don't let it get away / no lo dejes ir"
Beautiful day – U2
Haldir despertó apenas salió el sol, pero se quedó acostado abrazando al elfo que dormía en sus brazos. Lo contempló largamente. La sábana lo cubría hasta la cintura, dejando descubierta su espalda desnuda, la cual recorrió con una mano, acariciándola. Finwë se movió en sueños, pegando su cuerpo al suyo un poco más y continuó durmiendo apaciblemente.
Sin despertarlo, Haldir apartó suavemente el rebelde mechón que cubría su rostro, dejando al descubierto su boca, que no pudo resistir besar ligeramente. ("¡Oh, mi pequeño elfo, qué hermoso eres! ¿Cómo pude estar tanto tiempo sin notar tu presencia? Pero ahora recuperaremos el tiempo perdido, pues pediré autorización a mis señores Galadriel y Celeborn para compartir mi vivienda contigo, en cuanto acabe esta guerra")
Haldir se sumió en estos y otros menos castos pensamientos, mientras acariciaba los cabellos de Finwë, que caían desordenadamente sobre su pecho, en el que descansaba el joven elfo. Le parecía increíble que alguien pudiera amarlo con esa entrega total y desinterés que le había mostrado el pequeño arquero. Generalmente, sus amantes lo buscaban para obtener a través suyo el favor de la Dama Galadriel y el Señor Celeborn, él lo sabía, pero no le importaba realmente pues las relaciones largas lo aburrían. Sin embargo, al mirar a Finwë no podía evitar pensar en un futuro juntos.
Fue interrumpido de estos pensamientos por golpe en la puerta de la habitación.
- "Adelante", dijo sin pensar.
Gimli entró en la habitación y buscó a Haldir con la mirada. Lo vio en la cama, cubierto hasta la cintura por una sábana, pero no estaba sólo, como el iluso enano había pensado, pues tenía entre sus brazos a aquel jovencito que siempre lo acompañaba. Gimli enrojeció violentamente y su vista se dirigió automáticamente al piso y no se despegó de allí ("¡Oh, elfos! Es lo último que me faltaba"), suspiró el enano.
- "Haldir de Lórien, el mago Gandalf te convoca en el palacio, pues se celebrará un consejo de guerra", dijo Gimli, sin quitar los ojos del piso.
- "Gracias, señor enano. Iré en seguida", contestó Haldir mientras se levantaba.
Gimli murmuró su bien conocido "¡cosas de elfos!" y se retiró de allí a toda prisa, pues Haldir nunca había sido de su completo agrado desde la vez que, en Lothlorién, intentó cubrirle los ojos para que no viera el camino hacia la ciudad.
- "…¿Haldir?", susurró soñoliento Finwë
- "Buenos días amado mío", dijo Haldir volviendo a la cama para besarlo. – "debo ir a un consejo de guerra ahora mismo, descansa un poco más hasta mi regreso"
- "No sé...", le dijo seductoramente Finwë bajando los párpados mientras le ofrecía sus labios entreabiertos.
Haldir lo besó apasionadamente unos instantes, pero luego, muy a su pesar lo dejó, pues el deber estaba primero.
*
Legolas sonrió tristemente. ¿Hasta cuándo tendría que esperar para poder estar a solas con su amado? Cuando llegara el fin de la guerra, habría que tomar otras decisiones. ¡Pero él se lo había dicho al fin! le dijo que lo amaba, incluso después de confesarle lo de Haldir. Cerró los ojos evocando ese momento. A pesar del cansancio que aún sentía y del dolor en el brazo, se sentía dichoso. ¡Él sólo había tratado de protegerlo! Eso explicaba algunas cosas en la conducta de Aragorn, su deseo de alejarlo solo obedecía a su temor de que resultara herido, pero de dónde había sacado semejante idea, sería lo primero que Legolas le preguntaría cuando al fin estuvieran solos.
- ("¡Oh, Aragorn, por qué no confiaste en mí!, ¡cuánto sufrimiento me hubieras ahorrado! ¡y tú mismo, cuánta angustia habrás pasado! Sin saberlo me empujaste a los brazos de Haldir)", el elfo se ruborizó por ese grato recuerdo, ("pero eso me sirvió para saber que nunca amaré a nadie más, qué nunca seré feliz en los brazos de otro que no seas tú"), Legolas sonrió con ternura, pero luego su semblante se ensombreció nuevamente, ("¿qué haremos ahora? ¿cómo enfrentar a Elrond, cómo decirle a Arwen y a tu pueblo de nuestro amor? Los elfos son más tolerantes, pero se trata de la hija de Elrond y nieta de Galadriel, ¿qué dirá mi padre? Pero enfrentaré lo que sea si estamos juntos, mi señor Aragorn"), su rostro se dulcificó con este pensamiento.
En ese momento, una conocida voz lo arrancó de su ensueño.
- "Pues sí, el príncipe de Mirkwood y yo somos amigos, por extraño que le parezca, y he venido a verlo, pues el señor Aragorn me dijo que ya había despertado"
Luego se oyó un murmullo de protesta del Mayoral. Legolas no pudo contenerse más y gritó:
- "¡Gimli!"
- "¿Ve usted? Está despierto", exclamó triunfalmente el enano al tiempo que abría la puerta para saludar a su amigo. "¡Elfo loco! Sabía que una criatura tan testaruda como tú no sería abatida tan fácilmente", dijo riendo y luego agregó seriamente, "me alegro tanto de que estés con vida, amigo mío"
- "¿Y cómo no iba a estarlo? Si aún no hemos visitado las cavernas de Angalord ni el bosque de Fangorn, como prometimos"
Gimli lo abrazó, riendo, con cuidado de no tocar el brazo herido.
- "Amigo mío, ¿cómo estás?", le preguntó tratando de escrutar su rostro.
- "Ahora puedo decir en verdad que estoy bien", dijo Legolas sonriendo. Gimli comprendió y sonrió también.
- "¡Pero qué es todo ese ruido! Señor enano, debe usted disculparme pero los enfermos necesitan reposo y su risa se oye hasta el otro extremo del edificio", exclamó Ioreth que entraba en ese momento con la bandeja del desayuno.
La habitación se llenó entonces de la risa cristalina de Legolas e Ioreth no pudo dejar de sorprenderse de su rápida recuperación, las manos de su rey eran en verdad milagrosas, ¿o lo sería su corazón?
- "Buena mujer, él es mi amigo, Gimli, hijo de Glóin, y debe usted perdonarlo, los enanos son gente ruidosa, pero de buen corazón", dijo Legolas
- "Y buen estómago", dijo Pippin, que entraba con Merry en ese momento
- "Pero no tanto como el de un pobre hobbit, que por añadidura se encuentra herido y debe consumir doble ración", replicó Merry, haciendo que todos estallaran en carcajadas.
Ioreth sacudió la cabeza, riendo también. Si éstos eran los amigos de su rey, Gondor sería pronto una ciudad diferente. Se presentó respetuosamente con el bello príncipe elfo. Se decía en la ciudad que por la sangre del rey corría también sangre élfica. Quizás esto fuera la explicación de sus extrañas costumbres, mas Ioreth no era quien para juzgar a su rey y el elfo era agradable y se había portado muy amablemente con ella. Dejó solos a los amigos, compartiendo el desayuno, no sin antes recomendarles que no hicieran mucho ruido, pues su señor Faramir dormía aún.
*
En otro lugar de la ciudad se celebraba el Consejo de Guerra, entre Aragorn, Gandalf, Imrahil, Éomer, Haldir y los hijos de Elrond.
- "Señores", empezó Gandalf, "hemos llegado hasta un punto en esta guerra, en el que es necesario analizar cuidadosamente nuestras acciones, pues éstas decidirán el futuro de la Tierra Media. Hemos triunfado momentáneamente, pero Mordor es fuerte y nuestros ejércitos están extenuados. La próxima acometida será más violenta y no contamos con suficientes fuerzas para enfrentarla. La victoria no se conseguirá con armas y sólo queda refugiarse en las fortalezas y esperar el ataque, o atacar, sabiendo que nunca podremos penetrar en Mordor".
- "¿Propones entonces que nos refugiemos a esperar el ataque?", preguntó Imrahil.
- "No es ese mi consejo", respondió Gandalf, "si la victoria no puede ser conquistada con armas, entonces centremos nuestras esperanzas en el Anillo de Poder, buscado por Sauron. Todos aquí conocen la historia del Portador. Si Sauron recupera el Anillo, vencerá sin que nuestro valor sirva de nada, y su victoria será tan definitiva que nadie sabe lo que sucederá, pues él sirve a otro amo más siniestro. Por otro lado, si el Anillo es destruido, Sauron caerá, y tan baja será su caída que nadie puede saber si volverá a levantarse algún día. El enemigo está confundido, sabe que su tesoro ha sido encontrado, pero ignora quien lo tiene y dónde está. La duda lo atormenta y si no me equivoco, nuestro amigo Aragorn ha contribuido a ello, mostrándose al enemigo a través de la Piedra de Orthanc, ¿no es así?"
- "Lo hice antes de partir de Cuernavilla", respondió Aragorn, "necesitaba descifrar un mensaje de Rivendel", Elladan y Elrohir asintieron, "consideré que el momento era propicio, y que era necesario distraer la atención del enemigo, dándole tiempo a Frodo de llegar a Mordor. Vi lo mismo que Denethor, veleros negros atacando la ciudad, y otras imágenes más aterradoras a mis ojos, de las que hablaré en otro momento. Pero también percibí su miedo, aunque casi no llegamos a tiempo, pues respondió rápidamente atacándonos."
- "Entonces, ¿qué debemos hacer?", preguntó Éomer.
- "Sauron duda, no sabe si atacarnos, pues no conoce la ubicación de su tesoro. En este momento, el Ojo sin Párpado está fijo en nosotros, y así debemos mantenerlo, pues es nuestra esperanza para ayudar al Portador. Debemos continuar atacando a Sauron, atrayendo fuera del país las fuerzas secretas de Mordor, para que quede sin defensas. En otras palabras, amigos míos, seremos la carnada que Sauron morderá pues creerá que nuestra temeridad se debe a un nuevo Señor del Anillo. Hay pocas esperanzas para nosotros, pues nos encaminamos a una trampa, pero, en mi opinión, esto es lo que hemos de hacer, pues si nos quedamos aquí a esperar, pereceremos igualmente".
Hubo un largo silencio mientras todos sopesaban las palabras del mago.
- "Así como he comenzado, así continuaré", dijo finalmente Aragorn, "si vacilamos ahora caeremos. Confío en el consejo de Gandalf pues si no fuese por él, hace tiempo que todo se habría perdido para siempre. Si luchamos y vencemos, habremos dado un mundo mejor a quienes amamos. Si somos derrotados lo haremos luchando. Sin embargo, no pretendo todavía dar órdenes a nadie; que cada cual decida según su propia voluntad".
- "Estamos contigo, Aragorn", dijo Elrohir, "pues a esto vinimos. Nuestro padre Elrond es de la misma opinión". Elladan asintió.
- "Los arqueros de Lórien también estarán contigo, pues tal es el deseo de la Dama Galadriel. Esta batalla decidirá el curso de la historia", manifestó gravemente Haldir.
- "Por mi parte, aunque no entiendo de esos asuntos tan extraños, me basta saber que Aragorn me ayudó a mí y a mi pueblo y ahora me corresponde ayudarlo. Iré", dijo Éomer.
- "El señor Aragorn es mi soberano", dijo Imrahil, "aunque él aún no desee hacer prevalecer su derecho. Iré, pues sus deseos son órdenes para mi, pero Gondor también debe ser protegida y nuestra frontera septentrional espera a un ejército de Sauron"
Luego siguió una discusión para determinar cuántos hombres se quedarían en Gondor y cuántos irían a Mordor, concluyendo finalmente en la mañana del segundo día partirían con siete mil hombres, si conseguían reunidos; seis mil de ellos iría a pie a causa de las regiones accidentadas en que tendría que internarse y los otros mil a caballo. Enviaron luego mensajeros a comunicar esas nuevas para empezar a reunir el ejército. Con esto, el consejo se disolvió.
*
Finw? siguió acostado, disfrutando de un descanso que no tenía en mucho tiempo. Las sábanas tenían aun el olor de Haldir, ¡cómo deseaba tener un momento a solas con él! No habían vuelto a tener intimidad desde su primera noche en El Sagrario, aunque no se habían separado desde entonces. El joven elfo tomó su morral y sacó los dibujos, contemplándolos con ternura, luego, tomó el dibujo inconcluso, y con el carbón comenzó a dibujar el rostro del compañero de Haldir: él mismo.
Luego, se estiró perezosamente entre las sábanas, añorando a su amado, mas, de pronto, recordó a sus compañeros y se levantó para ir a buscarlos.
Caminó por la ciudad desconocida. Por todos lados había tristeza y desolación, los sobrevivientes lloraban a sus muertos, maldiciendo al enemigo por su crueldad. Finw? caminaba entre ellos, sobrecogido. ¡Ese espectáculo le traía tantos recuerdos amargos! Su propio pueblo había sido perseguido, mitilado y asesinado por el mismo enemigo oscuro. Continuó su lúgubre paseo hasta que sus pasos lo llevaron cerca del palacio. Se encaminó hacia allí, esperando hallar a Haldir, pero fue aprisionado desde atrás por unos firmes brazos.
- "¡Elladan!"
- "Mi pequeño y hermoso elfo de los bosques, ¡mi corazón se alegra de verte! Eres una luz en medio de tanta desolación"
- "¡Oh Elladan! ¡Qué bueno es volver a verte!", dijo Finw? volteando para abrazarlo.
- "¿Y no hay nada para mí?", preguntó Elrohir, rodéandolo con ambos brazos a su vez.
- "Amigos míos, me siento dichoso de verlos", Finw? trataba de hablar pero los labios de Elrohir buscaban ansiosamente los suyos, "ahhh, Elrohir. Lo siento...", dijo finalmente, logrando librarse del abrazo de los gemelos, que lo miraron sorprendidos.
- "Lo siento, queridos amigos míos. Gracias a ustedes, mi afecto ha sido finalmente correspondido por aquél a quien adoro. Pero no podemos repetir esas placenteras caricias, pues él es ahora mi dueño", dijo dulcemente Finw?.
- "Entendemos eso", repuso Elladan, "pero dime pequeño elfo, ¿quién es el dichoso ser que ha conquistado tu corazón de esa forma tan conmovedora?"
- "Mi amado capitán, Haldir", contestó el joven elfo. No tenía por qué ocultarlo, pues Haldir no lo hacía, ni se lo había pedido.
- "Ahhhh", exclamó Elrohir intercambiando una mirada de complicidad con su hermano, "¿y el apuesto guardián de Lórien sabe de nuestros intercambios?"
- "Lo sabe. Él mismo nos vio", respondió Finw? ruborizándose con ese recuerdo.
- "Te digo entonces, sin temor a equivocarme, que el espectáculo no le fue desagradable", continuó Elrohir.
- "Hermano, lo que fue, está en el pasado", interrumpió Elladan poniendo una mano en el hombro de su hermano gemelo, "debemos respetar ahora los deseos de nuestro pequeño amigo y de Haldir"
Los hermanos se miraron un momento. Elladan sabía muy bien lo que su hermano estaba pensando. Ellos habían pasado gratos momentos con Haldir en sus varios viajes a Lórien y en las visitas de éste a Rivendel, pero lo pasado no volvería.
Finw? pidió entonces que lo llevaran a las Casas de Curación pues deseaba ver a sus compañeros heridos. Elladan le ofreció su brazo y se dirigieron allí, en tanto que Elrohir volvía a entrar al palacio, diciendo que deseaba descansar.
Muchos pensamientos ocupaban la mente del elfo mientras se dirigía a la habitación que le asignaron el día anterior. Haldir había ocupado su corazón por varios años, desde la primera vez que se vieron en Rivendel, pero ese amor juvenil había sido sustituído por una gran amistad y una confianza sin límites, pues Haldir había compartido innumerables noches de pasión con los hermanos. Finw? en cambio era tan inocente aún, había tantas cosas que podía aprender con ellos...
Abrió la puerta y, despojándose de la capa, se arrojó a la cama, sin notar que había alguien más en la habitación. Elrohir tenía los ojos cerrados, su mente se negaba a borrar la imagen de un hermoso elfo de cabellos como el fuego, que gritaba su nombre mientras era llevado al clímax. Distraídamente, una de sus manos se deslizó bajo sus ropas, rozando sus pezones, ya endurecidos con ese recuerdo. Su otra mano frotó su erección evocando los labios de Finw? sobre su miembro.
Un gemido se le escapó, mientras continuaba pellizcando y jalando sus pezones, arquéandose, totalmente perdido en sus recuerdos. Continuó gimiendo mientras se liberaba de las prendas que lo oprimían. Su miembro saltó libre, irguiéndose mientras era atendido por hábiles manos, que lo recorrían de arriba hacia abajo. Elrohir imaginaba al bello elfo pelirrojo gritando de éxtasis mientras era poseído, agitándose bajo su cuerpo, suplicando por más. Este último pensamiento fue demasiado, y sus manos se cubrieron del cálido fluido que manaba de su sexo, mientras su boca exclamaba "Oh, Finw?, oh, oh"
Haldir había estado esperando a Elrohir ya que quería hablarle sobre Legolas, pero quedó sorprendido al ver al elfo entrar violentamente y arrojar su capa al piso, para caer a la cama con la respiración agitada. Iba a hablarle cuando vio lo que hacían sus manos, y se quedó silencioso, observando. Luego del éxtasis de Elrohir, se deslizó fuera de la habitación. Su presencia no había sido advertida. Haldir tenía el rostro enrojecido y una mirada extraña, pues una idea acaba de abrise paso en su mente.
*
Aragorn se dirigió presuroso a las Casas de Curación. Se sentía apenado por tener que dejar a Legolas nuevamente, pero no podía permitir que el elfo herido así lo acompañe en la batalla.
Fue conducido por Ioreth hacia la soleada habitación, donde reinaba gran silencio, pues Gimli y los hobbits se habían retirado a almorzar, dejando descansar a su amigo. Aragorn abrió despacio la puerta y se quedó extasiado contemplando a la figura que dormía sobre la cama. Un rayo de sol iluminaba su dorado cabello que brillaba como oro líquido. Sus mejillas no estaban ya tan pálidas y sus labios tenían nuevamente ese color apetitoso que lo hacía desear saborearlos. Su pecho subía y bajaba al ritmo de su tranquila respiración, ahora que no había más fiebre. Una de sus manos reposaba bajo su pecho, mientras que la otra estaba a su costado, con el brazo herido.
Lo miró largamente, mientras Ioreth esperaba respetuosamente tras él. Ahora comprendía por qué su rey había caído bajo el encanto de esa etérea criatura, que a pesar de su bella apariencia era un gran guerrero, pues había derrotado al Señor de los Nazgul, el terrible Rey Brujo que, muchos años atrás, había causado tanto daño a Gondor.
Legolas suspiró en su sueño y trató de cambiar de posición, pero un dolor en el brazo le recordó su lesión. Unas solícitas manos acudieron en su ayuda. Sonrió, completamente despierto.
- "Aragorn"
- "Amado mío", Aragorn le sonrió también. Se miraron mientras la áspera mano del mortal acariciaba la delicada piel de la mejilla del elfo. Legolas puso su mano sobre la suya.
- "El consejo ha tomado una decisión, la única posible", continuó diciendo Aragorn. Sus ojos reflejaban la pena que sentía.
- "Irán a Mordor", dijo el elfo, enunciando un hecho que él mismo sabía que debía ocurrir.
- "Dentro de dos días. Seis mil hombres a pie y mil a caballo. Un pobre ejército comparado con los de antaño, pero lo necesario para distraer la mirada del Ojo sin párpado y ayudar al portador"
- "Llévame contigo", pidió el elfo. Su voz tenía un tono neutro, pero sus ojos miraban suplicantes ¡Cómo resistir esa mirada!
- "Amado mío, no me perdonaré si algún daño vuelve a ocurrirte por mi culpa. Estuviste demasiado cerca de la sombra como para no verte afectado en Mordor, y tienes el brazo roto, ¿cómo podrás disparar?"
- "Los elfos sanamos rápidamente. En unos días mi brazo se habrá curado"
- "Lo sé, hermoso mío. Pero sólo tenemos dos días y no puedo retrasar esta marcha poniendo en peligro todo lo ya conquistado", lo besó con ternura, "tenemos estos dos días para estar juntos, mi amor. Aprovechémoslos". El beso se hizo más profundo, siendo ansiosamente correspondido por Legolas.
("Oh, mi señor, tus besos no tienen igual. Ni el gallardo Haldir puede compararse contigo. Haré lo que me pidas.")
Ioreth entraba en ese momento con el almuerzo y se quedó muda de asombro ante el espectáculo. Luego, discretamente cerró la puerta, sin que los amantes parecieran notarlo.
*
Elrohir se aseó y cambió de ropas para dirigirse inmediatamente a las Casas de Curación. Al entrar, se encontró con Ioreth que salía de la habitación de Legolas con una bandeja y cerraba silenciosamente la puerta.
- "Buen día. ¿El príncipe de Mirkwood se encuentra despierto?", preguntó Elrohir.
- "Sí…no..señor…está descansando ahora", respondió Ioreth un tanto nerviosa.
- "¿Acaso el señor Aragorn se encuentra aquí?", dijo Elrohir, entrando en sospechas inmediatamente.
- "Sí señor", respondió Ioreth muy a su pesar. Los inquisidores ojos del arrogante y gallardo elfo la ponían cada vez más nerviosa.
- "¿Y está con el príncipe?"
- "Sí señor. Está vigilando su descanso", respondió Ioreth, siendo desmentida inmediatamente por una risa cristalina que no podía ser de otro más que de Legolas
- "Ya veo", dijo Elrohir, "y puesto que oigo que está despierto aprovecharé para darle mis saludos", y apartándola abrió la puerta.
Legolas estaba recostado en la cama, con el pecho descubierto y Aragorn estaba aplicándole un ungüento en hombro de su brazo herido, al tiempo que jugaba traviesamente con sus pezones, lo que provocó la risa del elfo. El montaraz se estaba inclinando para darle un beso, cuando se abrió violentamente la puerta y entró Elrohir, seguido por una asustada Ioreth.
- "Elrohir, ¿qúe significa esto?", exclamó airado Aragorn
- "Vine a saludar a nuestro príncipe, futuro hermano mío", dijo Elrohir con ironía, "y me alegra ver que se encuentra restablecido y en manos del mejor sanador de Gondor"
- "Así es, Elrohir. Aragorn me salvó la vida, y está preparando mi brazo para ir a la batalla en Mordor pasado mañana,", dijo Legolas, visiblemente incómodo por la interrupción.
- "Entiendo", dijo Elrohir, "pero se hace tarde y el príncipe Imrahil nos espera para almorzar, futuro hermano, no querrás hacerle ese desaire, ¿verdad?"
- "Desde luego que no", respondió Aragorn, limpiándose las manos con un lienzo "Vamos". Y agregó, dirigiéndose a Legolas, "Adiós amigo mío, procura hacer los ejercicios que te indiqué para tu hombro y descansa pues más tarde vendré de nuevo a ver cómo sigues"
- "Adiós Aragorn, Elrohir", dijo Legolas
El elfo de Rivendel inclinó la cabeza a manera de despedida y los dos salieron. Legolas se trató de sentar, siendo ayudado por Ioreth para ponerse la camisa. La mujer había observado todo sin decir palabra, pero al ver la decepción y pena en el rostro del elfo, no pudo contenerse
- "Debe ser muy difícil, ¿verdad alteza?", preguntó amablemente
Legolas sonrió tristemente y le respondió:
- "Es difícil, él es hermano de su prometida. Ella aún no lo sabe"
Ioreth lo miró sorprendida, pero había visto la desesperación de su rey cuando lo creía agonizante, y luego el amor con el que lo había mirado mientras dormía "eso solo puede ser amor verdadero" se dijo la anciana y respondió para animar a Legolas:
- "Pues será más difícil aún pero él lo ama y además es el rey. Luego la gente se acostumbrará a la idea. Pero ahora debe comer, alteza, o ese brazo no mejorará. Siéntese y yo lo ayudaré"
Legolas sonrió. Si todos los habitantes de Gondor fueran como esa anciana bondadosa, todo sería fácil.
*
Haldir finalmente se había encontrado con Finwe en las Casas de Curación. Algunos de los arqueros habían sido heridos por el Capitán Negro y fueron afectados por la "Sombra Negra", pero no en el grado que Legolas la tenía. Su pequeño elfo los atendía junto con Elladan, ayudándolos a alimentarse o vestirse, o simplemente conversándoles para levantar su espíritu.
El Capitán de la Guardia alentó a los heridos, que yacían en varias camas dispuestas en una habitación soleada. Los elfos eran fuertes por naturaleza, y pronto ellos estarían listos para la batalla, pues partirían hacia Mordor.
Luego de los saludos, Elladan se fue al palacio en busca se su hermano, mientras Haldir y Finwë paseaban por los jardines de las Casas de Curación. En el medio del jardín había una glorieta cubierta de flores blancas y allí se sentaron ambos. Haldir rodeó la cintura del joven elfo para besarlo con ternura.
- "Mi pequeño elfo, ¿que hiciste durante mi ausencia?", preguntó curioso Haldir.
- "Dormí, dibujé y luego fui a buscarte. Allí encontré a Elladan y Elrohir y vine hacia aquí".
- "¿Les dijiste...?"
- "Sí. ¿Hice mal?", preguntó Finwë
- "No, puesto que no hay motivos para ocultarlo. Te amo y me tiene sin cuidado que todo Gondor lo sepa", rió el capitán
Finwë se sintió feliz, y sonriendo, se recostó en el hombro de Haldir, pero éste aún no había terminado.
- "¿Elrohir te dijo algo?"
- "Algo… ¿cómo qué? dijo muchas cosas..."
- "Elrohir y yo, hace muchos años…estuvimos juntos", confesó Haldir
- "¿Qué?", Finwë sintió un agujón de celos, ¡no!, eso no podía ser.
- "Nos amamos entonces, mas ahora solo somos amigos", dijo Haldir para el alivio del joven elfo
- "Ellos y yo hemos pasado varias noches juntos, pero solo me une hacia los hermanos una gran amistad", continuó explicando Haldir
- "Lo mismo que a mí, después de todo, gracias a ellos te tengo a ti", dijo Finwë sonriendo.
- "Mi pequeño elfo, lo que te diré es muy importante para mí en este momento", dijo Haldir tomando aire. Sería la primera vez en su larga vida que hacía una proposición así, y Elbereth sabía que deseaba también que fuese la última.
- "Dime", susurró el joven elfo, sus ojos verdes lo miraban interrogantes.
- "Cuando acabe la guerra, y acabará pronto, si vencemos y volvemos a Lóthlorien, deseo que vivas conmigo. Si tú tambien lo deseas, naturalmente"
- "¡Haldir! Eso me haría inmensamente feliz", dijo Finwë besándolo sin importarle quien estuviera cerca.
Haldir correspondió gustoso el beso, mas luego de un rato se separó de la dulce miel de los labios de Finw? y soltó al fin la idea que le había estado rondando la mente desde que vio a Elrohir.
- "Si tú lo deseas, podemos invitar a Elladan y Elrohir a nuestro lecho alguna vez", aventuró Haldir, esperando ansioso la respuesta.
- "¿Tú crees que debamos?", Finw? dudaba, aunque una gama de placenteras posibilidades se empezaba a abrir en su mente.
- "Estaremos juntos tú y yo, y así deseo que sea siempre. Pero ambos, si así lo queremos, podemos compartir nuestros placeres con otros. Pienso que eso está bien, siempre que los dos estemos de acuerdo", contestó Haldir
- "Siempre quiero estar contigo, y si tú deseas que alguien más se nos una, por ti lo haré gustoso, amado Haldir", dijo Finw? con una sonrisa.
- "Entonces será cuando esta pesadilla acabe. Hasta entonces te quiero sólo para mí", y Haldir reclamó ansiosamente esa boca que sólo le pertenecía a él.
*
El almuerzo transcurrió tranquilamente en el palacio, la conversación se basó fundamentalmente en la estrategia de guerra que emplearían. Aragorn se extrañó de la ausencia de Haldir, pero Imrahil explicó que se había excusado ya que deseaba pasar algún tiempo reuniendo a los arqueros y reorganizando su ejército.
Aragorn sonrió, bastante bien conocía a Haldir para saber que debía estar disfrutando un postre mejor que el finamente servido en la mesa de Imrahil, y lo envidió. ¿Cuánto tendría que esperar para poder mostrar su amor sin reservas? Y ahora debía lidiar con las sospechas de Elrohir.
Gandalf se retiró un momento, volviendo luego con nuevas noticias.
- "Los mensajeros alados de Galadriel me comunican que Elrond, Glorfindel y la Estrella de la Tarde han llegado a Lothlórien, donde descansarán unos días antes de emprender la marcha que los traerá a Gondor, junto con Galadriel, Celeborn y su escolta".
Elladan y Elrohir lanzaron exclamaciones de alegría, sin perder de vista a Aragorn, que sonrió a su vez, diciendo:
- "Me llena de dicha que tan queridos amigos se encuentren en camino. Sin embargo, aún no hemos conquistado la victoria y la jornada que nos aguarda es la más difícil de todas y quizá muchos de nosotros, incluyéndome, no volvamos de allí"
- "Tu futura esposa jamás dudó de la victoria y tampoco lo hacemos nosotros", declaró Elrohir.
- "Aragorn tiene razón", interrumpió Gandalf en defensa de su amigo, "pero por otro lado, si nos derrotan, dará lo mismo estar en uno u otro lugar, pues las tinieblas se apoderarán de la Tierra Media. Triunfaremos en la medida en que actuemos unidos, sin que el odio, el amor u otras emociones fuertes nos nublen el entendimiento. El objetivo es distraer el Ojo y permitirle al Portador destruir el anillo".
- "No dudo de la victoria, pero estoy consciente de que, eventualmente, una victoria así podría implicar sacrificios. Ya perdimos a Boromir, Théoden y a Denethor y estuvimos a punto de perder a Faramir y a Legolas. Sólo les pido no celebrar la victoria anticipadamente, sino prepararnos para lo que vendrá, y tomar con serenidad el desenlace, sea cual sea", dijo Aragorn.
Todos asintieron ante sus sensatas palabras. Aragorn sería un gran rey, puesto que era un gran hombre. Incluso el impetuoso Elrohir tuvo que reconocerlo, pues sentía una profunda admiración por él, mas se sentía herido al anticipar el daño que el Heredero de Isildur le haría a su hermana.
De pronto, su atención fue atraida por un tumulto en la puerta. Salieron presurosos, para encontrarse con la Dama Eowyn que acababa de llegar con una pequeña escolta. Para no ser reconocida y detenida por los guardias de Théoden en el trayecto desde el Sagrario, se había disfrazado de hombre, sin embargo, al no permitírsele ingresar al palacio, se había identificado, causando exclamaciones de asombro en los guardias.
Éomer corrió presuroso a abrazar a su hermana, pero la alegría del encuentro fue empañada por la noticia de la muerte de Théoden por quien Eowyn sentía un profundo afecto. Amargas lágrimas cayeron de su rostro, y todos guardaron un respetuoso silencio. Luego, ella pidió ver a su tío por última vez, puesto que esa misma tarde iba a ser sepultado con Denethor. Éomer la condujo allí, mientras los demás se dirigían a las Casas de Curación, pues Imrahil deseaba ver a Faramir y a Legolas.
*
Faramir se había sentido mucho mejor esa mañana, tanto que se le había permitido pasear por el jardín, donde descansaba cómodamente en una banca. Allí lo encontraron sus amigos. El príncipe Imrahil se inclinó para presentarle sus respetos, luego Gandalf lo saludó. Aragorn se mantenía un tanto apartado, con Elladan y Elrohir.
- "Señor, te agradezco haberme salvado. Te debo mi vida y has ganado mi lealtad, pues te reconozco como mi Rey", dijo Faramir a Aragorn inclinando la cabeza.
- "Aún no reinvindicaré ese derecho, pues la batalla no ha concluido y partiremos pasado mañana a la Puerta Negra. Si sobrevivimos a esta guerra, reconstruiremos juntos la ciudad de Elendil", replicó Aragorn inclinándose a su vez. "Me acompañan los señores elfos Elladan y Elrohir, hijos de Elrond, señor de Rivendel, quienes vienen a presentarte sus respetos"
Elladan y Elrohir dirigieron las palabras de saludo protocolares. Luego dejaron a Faramir en compañía de Gandalf, pues el ahora senescal preguntaba por su padre y sería el mago el indicado para explicarle el triste destino de Denethor.
Legolas discutía con Ioreth para que lo dejara salir al jardín, mas la buena mujer no cedía fácilmente.
- "Lo siento, alteza. El señor Aragorn recomendó no dejarlo salir hasta mañana y eso es lo que haré", dijo firmemente Ioreth
- "Gracias, Ioreth, pues veo que puedo confiar en ti para la recuperación de mi amigo", dijo Aragorn al tiempo que entraba en la habitación seguido por Elladan, Elrohir e Imrahil.
- "No es justo, ya me siento bien", protestó Legolas tratando de incorporarse. Luego miró a los visitantes y se quedó en silencio.
- "Esta nefasta guerra ha traído muchos sinsabores, sin embargo, me ha concedido el privilegio de conocer a los guerreros más valerosos entre la Hermosa Gente. Soy Imrahil, príncipe de Dol Amroth", saludó el príncipe.
- "Entonces debo agradecer a mi salvador, pues me han comentado que se me había dado por muerto y gracias al príncipe de Dol Amroth fui conducido aquí. Me alegra ver que la sangre de Nimrodel es fuerte aún en esa tierra, pues tu porte demuestra su origen élfico", sonrió Legolas correspondiendo el saludo
- "Querido amigo, nos alegra que estés bien. Tu hazaña será recordada largo tiempo en las canciones de humanos y elfos, que hablarán de tu valentía y determinación", dijo Elladan.
La conversación derivó hacia temas relacionados al próximo viaje, pero luego todos tuvieron que ir a las excequias del Rey de Rohan y lo que quedaba del Senescal de Gondor. Aragorn se las arregló para salir último.
- "Quisiera no tener que ir allí", le dijo al elfo
- "Debes cumplir tus deberes protocolares, como próximo rey, te corresponde estar allí", repuso sonriendo Legolas.
- "¿Nos vamos?", dijo Elrohir asomándose a la puerta abierta y haciendo salir a Aragorn. ¡Qué contrariedad, así jamás estaría solo con Legolas!
La tarde pasó rápidamente, la ceremonia fúnebre, las instrucciones a los dunadan y al nuevo ejército traído del mar, los preparativos, las órdenes. Luego, al anochecer, Aragorn se dirigió nuevamente a las Casas de Curación, para encontrarse en la puerta con Haldir, Finwë y Eowyn que también venían a ver a Legolas, y una vez dentro, descubrió que allí estaban también Gimli, Pippin y Merry.
Esto se debía a que Ioreth sagazmente había notado que para mantener al príncipe acostado en su habitación, debía distraerlo con las visitas, cosa que no suponía ningún problema, pues muchos habían venido a visitarlo. De este modo, se armó una interesante tertulia donde se relataron anécdotas de la Comarca, el Bosque Negro y el Bosque Mágico, y donde Aragorn pudo relatar con precisión y ayudado por Gimli, todo lo acontecido en su marcha por los Senderos de los Muertos. Era ya tarde y se disponían todos a retirarse, cuando llegaron Elladan y Elrohir en busca de Aragorn pues los esperaba Imrahil para cenar y revisar la cantidad de reclutados en ese día.
Luego de la cena y la reunión, Aragorn se sintió complacido pues se había reunido la cantidad de hombres requerida. Impartió las últimas órdenes para el día siguiente y se dirigió, cansado, a su habitación en el palacio. Pero apenas se hubo acostado en la enorme cama con dosel que allí había, comenzó su tormento. Deseaba ver a su elfo, lo necesitaba muchísimo. Imaginaba su cuerpo tendido en la cama junto a él, sonriendo.
Dio varias vueltas en la cama hasta que no pudo más y se levantó. Se embozó muy bien con una capa y salió silenciosamente del palacio, para dirigirse a las Casas de Curación, cerradas ya. Pero no en vano era el capitán de los dunadan, y logró escalar el muro del jardín y luego entrar por una ventana y finalmente dirigirse a la habitación de Legolas.
El elfo dormía profundamente, con el torso desnudo y cubierto con una sábana, y los rubios cabellos sin trenzar. El montaraz sonrió – "Al fin, mi amor", se dijo mientras silenciosamente se despojaba de sus prendas hasta que quedó completamente desnudo. Así se acercó a la cama. Su cuerpo bronceado hacía contraste con la blanca piel del elfo, carente de vello, como todos los de su raza. El montaraz en cambio, poseía una mata de vello oscuro en su pecho, que seguía su camino hasta el estómago y se perdía en una región que necesitaba un poco de alivio.
Legolas suspiró en sueños, dibujándose en sus labios la palabra "Aragorn", sin saber que el protagonista de su sueño estaba contemplándolo en persona. Lentamente, Aragorn retiró la sábana, admirando el pecho del elfo, donde los firmes músculos hacían aún más hermosa la vista de su amado.
La lengua de Aragorn no resistió más, y pronto comenzó a lamer los deliciosos pezones, deleitándose por la forma en que Legolas se agitaba, aún en sueños. El bello príncipe llevó la mano a su sexo en busca de alivio y allí se le unió la mano de Aragorn, que desabrochó cuidadosamente los lazos que ataban en pantalón y dejó salir el miembro erecto del elfo. Su propio miembro estaba erecto también y lo frotó con el de su amado.
- "Ohhhh, Aragorn", suspiró Legolas, despertando de pronto, "¿qué es esto? ¿sigo soñando?" preguntó.
- "Es la más hermosa realidad, amado mío. No podía resistir esto más, sólo pensaba en ti", respondió Aragorn y tomó al elfo ávidamente en su boca.
- "Ahhhhhh", fue el dulce gemido que brotó de los labios de Legolas.
Aragorn continuó con la deliciosa tortura unos momentos más. Lamía la punta del glande, introduciendo la lengua en el pequeño orificio, para luego morder suavemente su contorno. Luego empezaba a lamer los costados del miembro de su amado, trazando con la lengua el contorno de las venas, hasta que finalmente lo introducía en su boca mientras sus manos jugaban con los testículos del elfo, que lanzaba pequeños gritos de placer. Esta operación la repitió hasta que sintió que el elfo estaba listo, y entonces se retiró.
- "¿Aragorn? ¡Amor mío, no te detengas!", pidió Legolas entre gemidos, pero fue cortado por el miembro de Aragorn en su boca. El elfo se incorporó apoyándose en el brazo sano y abrió completamente la boca, permitiéndole la entrada mientras su lengua jugaba traviesamente con la punta.
- "Legolas, ohhhh mi amor, hazlo así, ohhhhhh", empezó a gemir Aragorn, y gimió aún más cuando el elfo empezó a succionarlo y a saborearlo deliciosamente.
Legolas lo besaba, con besos cortos que lo habían estremecerse, y luego lo iba introduciendo lentamente en su boca, para luego succionar. Luego se retiraba y volvía a los besos, mientras observaba el rostro excitado de Aragorn. Le encantaba el poder que ahora tenía sobre su amado, con cada caricia el montaraz sentía que estallaría, y cuando Legolas vio que sería así, introdujo rápidamente todo el miembro en su boca y recibió allí el delicioso líquido, saboréandolo con placer. Aragorn se derrumbó a su lado, y estuvo inmóvil por un momento. Luego se incorporó y lo besó, saboreando su propia escencia en la boca del elfo.
Muy despacio, el montaraz reanudó las caricias, mientras se recuperaba. Su boca recorrió las sensitivas orejas élficas, susurrándole palabras de amor, luego bajó al cuello, donde succionó ávidamente, dejando marcas en la blanca piel, para luego dirigirse a uno de sus lugares favoritos, los pezones del bello elfo. Los succionó y mordió a su antojo mientras Legolas se arqueaba suplicante. Pronto el montaraz sintió crecer nuevamente su deseo. Aragorn entonces colocó una almohada bajo las caderas de su elfo y abrió sus piernas, procurando no incomodar con esa posición el brazo herido. Una vez expuesta la pequeña abertura, el montaraz continuó con la tortura, raspando con su barba la delicada zona mientras sus dedos jugaban, preparándolo.
Los gemidos de Legolas se hacían cada vez más urgentes mientras era penetrado suavemente por su amante. Los movimientos pronto siguieron el mismo ritmo, cada vez más rápidos y fuertes, hasta que ambos no pudieron más y estallaron, Aragorn dentro del cuerpo de su amado y Legolas en las manos del mortal. El elfo se abrazó del humano y ambos se prometieron ese amor durante toda su vida y así, abrazados se quedaron dormidos.
Al día siguiente despertó Legolas solo, pues Aragorn había tenido que irse en la madrugada para no generar más sospechas en los gemelos. El elfo se sentía muy bien y después de desayunar y asearse con ayuda de Ioreth, salió al jardín y se sentó en la glorieta central. Estaba perdido en sus pensamientos cuando sintió la presencia de alguien a su lado.
- "Ah, Elrohir, ¿qué te trae por aquí?", lo saludó amablemente.
- "Tú, amigo mío"
- "¿Y qué puedo yo hacer por ti?"
- "Mira esta ciudad, estos hombres y mujeres jamás aceptarán una relación así"
- "No sé a qué te refieres", dijo secamente Legolas
- "Sabes bien a lo que me refiero. Arwen será la reina perfecta, su belleza hará que los hombres se pongan de rodillas, y ella podrá darle a Aragorn los herederos que necesita para unificar los reinos de Arnor y Gondor. ¿Qué le puedes dar tú?"
- "Aragorn hará lo que deba hacer"
- "Acéptalo, Legolas. Él se ha preparado para cumplir ese destino durante toda su vida y la alianza con los elfos fortalecerá aún más el reino. Él no arrojará eso por la borda por un amor como el tuyo. Tú no reinarás en Gondor con él, pero si te empeñas en este capricho, podrás cumplir el papel de consorte, trayendo la vergüenza a tu padre y a nuestro pueblo"
- "¡Aléjate de mí! Esa decisión sólo nos concierne a Aragorn y a mí. ¡Vete!"
- "Me voy, pero recuerda mis palabras, pequeño príncipe", y Elrohir se alejó dejando sumido a Legolas en una profunda melancolía.
TBC
15
Por: Ayesha
E-mail =lg_100309@hotmail.com
Clasificación = Capítulo NC-17
Parejas = Aragorn/Legolas, Haldir/Legolas, Haldir/Finwe, Elladan/Elrohir/Finwe, Elladan/Elrohir/Haldir/Finwe
Disclaimer =Los personajes de esta historia son propiedad de J.R. Tolkien. Esto es puro entretenimiento y no me reporta beneficio económico alguno. Yo sólo soy culpable de inventarme a Finwe.
*
Capítulo 11: Descanso
"It's a beautiful day / es un bello día
Sky falls, you feel like / el cielo cae, lo puedes sentir
It's a beautiful day / es un hermoso día
Don't let it get away / no lo dejes ir"
Beautiful day – U2
Haldir despertó apenas salió el sol, pero se quedó acostado abrazando al elfo que dormía en sus brazos. Lo contempló largamente. La sábana lo cubría hasta la cintura, dejando descubierta su espalda desnuda, la cual recorrió con una mano, acariciándola. Finwë se movió en sueños, pegando su cuerpo al suyo un poco más y continuó durmiendo apaciblemente.
Sin despertarlo, Haldir apartó suavemente el rebelde mechón que cubría su rostro, dejando al descubierto su boca, que no pudo resistir besar ligeramente. ("¡Oh, mi pequeño elfo, qué hermoso eres! ¿Cómo pude estar tanto tiempo sin notar tu presencia? Pero ahora recuperaremos el tiempo perdido, pues pediré autorización a mis señores Galadriel y Celeborn para compartir mi vivienda contigo, en cuanto acabe esta guerra")
Haldir se sumió en estos y otros menos castos pensamientos, mientras acariciaba los cabellos de Finwë, que caían desordenadamente sobre su pecho, en el que descansaba el joven elfo. Le parecía increíble que alguien pudiera amarlo con esa entrega total y desinterés que le había mostrado el pequeño arquero. Generalmente, sus amantes lo buscaban para obtener a través suyo el favor de la Dama Galadriel y el Señor Celeborn, él lo sabía, pero no le importaba realmente pues las relaciones largas lo aburrían. Sin embargo, al mirar a Finwë no podía evitar pensar en un futuro juntos.
Fue interrumpido de estos pensamientos por golpe en la puerta de la habitación.
- "Adelante", dijo sin pensar.
Gimli entró en la habitación y buscó a Haldir con la mirada. Lo vio en la cama, cubierto hasta la cintura por una sábana, pero no estaba sólo, como el iluso enano había pensado, pues tenía entre sus brazos a aquel jovencito que siempre lo acompañaba. Gimli enrojeció violentamente y su vista se dirigió automáticamente al piso y no se despegó de allí ("¡Oh, elfos! Es lo último que me faltaba"), suspiró el enano.
- "Haldir de Lórien, el mago Gandalf te convoca en el palacio, pues se celebrará un consejo de guerra", dijo Gimli, sin quitar los ojos del piso.
- "Gracias, señor enano. Iré en seguida", contestó Haldir mientras se levantaba.
Gimli murmuró su bien conocido "¡cosas de elfos!" y se retiró de allí a toda prisa, pues Haldir nunca había sido de su completo agrado desde la vez que, en Lothlorién, intentó cubrirle los ojos para que no viera el camino hacia la ciudad.
- "…¿Haldir?", susurró soñoliento Finwë
- "Buenos días amado mío", dijo Haldir volviendo a la cama para besarlo. – "debo ir a un consejo de guerra ahora mismo, descansa un poco más hasta mi regreso"
- "No sé...", le dijo seductoramente Finwë bajando los párpados mientras le ofrecía sus labios entreabiertos.
Haldir lo besó apasionadamente unos instantes, pero luego, muy a su pesar lo dejó, pues el deber estaba primero.
*
Legolas sonrió tristemente. ¿Hasta cuándo tendría que esperar para poder estar a solas con su amado? Cuando llegara el fin de la guerra, habría que tomar otras decisiones. ¡Pero él se lo había dicho al fin! le dijo que lo amaba, incluso después de confesarle lo de Haldir. Cerró los ojos evocando ese momento. A pesar del cansancio que aún sentía y del dolor en el brazo, se sentía dichoso. ¡Él sólo había tratado de protegerlo! Eso explicaba algunas cosas en la conducta de Aragorn, su deseo de alejarlo solo obedecía a su temor de que resultara herido, pero de dónde había sacado semejante idea, sería lo primero que Legolas le preguntaría cuando al fin estuvieran solos.
- ("¡Oh, Aragorn, por qué no confiaste en mí!, ¡cuánto sufrimiento me hubieras ahorrado! ¡y tú mismo, cuánta angustia habrás pasado! Sin saberlo me empujaste a los brazos de Haldir)", el elfo se ruborizó por ese grato recuerdo, ("pero eso me sirvió para saber que nunca amaré a nadie más, qué nunca seré feliz en los brazos de otro que no seas tú"), Legolas sonrió con ternura, pero luego su semblante se ensombreció nuevamente, ("¿qué haremos ahora? ¿cómo enfrentar a Elrond, cómo decirle a Arwen y a tu pueblo de nuestro amor? Los elfos son más tolerantes, pero se trata de la hija de Elrond y nieta de Galadriel, ¿qué dirá mi padre? Pero enfrentaré lo que sea si estamos juntos, mi señor Aragorn"), su rostro se dulcificó con este pensamiento.
En ese momento, una conocida voz lo arrancó de su ensueño.
- "Pues sí, el príncipe de Mirkwood y yo somos amigos, por extraño que le parezca, y he venido a verlo, pues el señor Aragorn me dijo que ya había despertado"
Luego se oyó un murmullo de protesta del Mayoral. Legolas no pudo contenerse más y gritó:
- "¡Gimli!"
- "¿Ve usted? Está despierto", exclamó triunfalmente el enano al tiempo que abría la puerta para saludar a su amigo. "¡Elfo loco! Sabía que una criatura tan testaruda como tú no sería abatida tan fácilmente", dijo riendo y luego agregó seriamente, "me alegro tanto de que estés con vida, amigo mío"
- "¿Y cómo no iba a estarlo? Si aún no hemos visitado las cavernas de Angalord ni el bosque de Fangorn, como prometimos"
Gimli lo abrazó, riendo, con cuidado de no tocar el brazo herido.
- "Amigo mío, ¿cómo estás?", le preguntó tratando de escrutar su rostro.
- "Ahora puedo decir en verdad que estoy bien", dijo Legolas sonriendo. Gimli comprendió y sonrió también.
- "¡Pero qué es todo ese ruido! Señor enano, debe usted disculparme pero los enfermos necesitan reposo y su risa se oye hasta el otro extremo del edificio", exclamó Ioreth que entraba en ese momento con la bandeja del desayuno.
La habitación se llenó entonces de la risa cristalina de Legolas e Ioreth no pudo dejar de sorprenderse de su rápida recuperación, las manos de su rey eran en verdad milagrosas, ¿o lo sería su corazón?
- "Buena mujer, él es mi amigo, Gimli, hijo de Glóin, y debe usted perdonarlo, los enanos son gente ruidosa, pero de buen corazón", dijo Legolas
- "Y buen estómago", dijo Pippin, que entraba con Merry en ese momento
- "Pero no tanto como el de un pobre hobbit, que por añadidura se encuentra herido y debe consumir doble ración", replicó Merry, haciendo que todos estallaran en carcajadas.
Ioreth sacudió la cabeza, riendo también. Si éstos eran los amigos de su rey, Gondor sería pronto una ciudad diferente. Se presentó respetuosamente con el bello príncipe elfo. Se decía en la ciudad que por la sangre del rey corría también sangre élfica. Quizás esto fuera la explicación de sus extrañas costumbres, mas Ioreth no era quien para juzgar a su rey y el elfo era agradable y se había portado muy amablemente con ella. Dejó solos a los amigos, compartiendo el desayuno, no sin antes recomendarles que no hicieran mucho ruido, pues su señor Faramir dormía aún.
*
En otro lugar de la ciudad se celebraba el Consejo de Guerra, entre Aragorn, Gandalf, Imrahil, Éomer, Haldir y los hijos de Elrond.
- "Señores", empezó Gandalf, "hemos llegado hasta un punto en esta guerra, en el que es necesario analizar cuidadosamente nuestras acciones, pues éstas decidirán el futuro de la Tierra Media. Hemos triunfado momentáneamente, pero Mordor es fuerte y nuestros ejércitos están extenuados. La próxima acometida será más violenta y no contamos con suficientes fuerzas para enfrentarla. La victoria no se conseguirá con armas y sólo queda refugiarse en las fortalezas y esperar el ataque, o atacar, sabiendo que nunca podremos penetrar en Mordor".
- "¿Propones entonces que nos refugiemos a esperar el ataque?", preguntó Imrahil.
- "No es ese mi consejo", respondió Gandalf, "si la victoria no puede ser conquistada con armas, entonces centremos nuestras esperanzas en el Anillo de Poder, buscado por Sauron. Todos aquí conocen la historia del Portador. Si Sauron recupera el Anillo, vencerá sin que nuestro valor sirva de nada, y su victoria será tan definitiva que nadie sabe lo que sucederá, pues él sirve a otro amo más siniestro. Por otro lado, si el Anillo es destruido, Sauron caerá, y tan baja será su caída que nadie puede saber si volverá a levantarse algún día. El enemigo está confundido, sabe que su tesoro ha sido encontrado, pero ignora quien lo tiene y dónde está. La duda lo atormenta y si no me equivoco, nuestro amigo Aragorn ha contribuido a ello, mostrándose al enemigo a través de la Piedra de Orthanc, ¿no es así?"
- "Lo hice antes de partir de Cuernavilla", respondió Aragorn, "necesitaba descifrar un mensaje de Rivendel", Elladan y Elrohir asintieron, "consideré que el momento era propicio, y que era necesario distraer la atención del enemigo, dándole tiempo a Frodo de llegar a Mordor. Vi lo mismo que Denethor, veleros negros atacando la ciudad, y otras imágenes más aterradoras a mis ojos, de las que hablaré en otro momento. Pero también percibí su miedo, aunque casi no llegamos a tiempo, pues respondió rápidamente atacándonos."
- "Entonces, ¿qué debemos hacer?", preguntó Éomer.
- "Sauron duda, no sabe si atacarnos, pues no conoce la ubicación de su tesoro. En este momento, el Ojo sin Párpado está fijo en nosotros, y así debemos mantenerlo, pues es nuestra esperanza para ayudar al Portador. Debemos continuar atacando a Sauron, atrayendo fuera del país las fuerzas secretas de Mordor, para que quede sin defensas. En otras palabras, amigos míos, seremos la carnada que Sauron morderá pues creerá que nuestra temeridad se debe a un nuevo Señor del Anillo. Hay pocas esperanzas para nosotros, pues nos encaminamos a una trampa, pero, en mi opinión, esto es lo que hemos de hacer, pues si nos quedamos aquí a esperar, pereceremos igualmente".
Hubo un largo silencio mientras todos sopesaban las palabras del mago.
- "Así como he comenzado, así continuaré", dijo finalmente Aragorn, "si vacilamos ahora caeremos. Confío en el consejo de Gandalf pues si no fuese por él, hace tiempo que todo se habría perdido para siempre. Si luchamos y vencemos, habremos dado un mundo mejor a quienes amamos. Si somos derrotados lo haremos luchando. Sin embargo, no pretendo todavía dar órdenes a nadie; que cada cual decida según su propia voluntad".
- "Estamos contigo, Aragorn", dijo Elrohir, "pues a esto vinimos. Nuestro padre Elrond es de la misma opinión". Elladan asintió.
- "Los arqueros de Lórien también estarán contigo, pues tal es el deseo de la Dama Galadriel. Esta batalla decidirá el curso de la historia", manifestó gravemente Haldir.
- "Por mi parte, aunque no entiendo de esos asuntos tan extraños, me basta saber que Aragorn me ayudó a mí y a mi pueblo y ahora me corresponde ayudarlo. Iré", dijo Éomer.
- "El señor Aragorn es mi soberano", dijo Imrahil, "aunque él aún no desee hacer prevalecer su derecho. Iré, pues sus deseos son órdenes para mi, pero Gondor también debe ser protegida y nuestra frontera septentrional espera a un ejército de Sauron"
Luego siguió una discusión para determinar cuántos hombres se quedarían en Gondor y cuántos irían a Mordor, concluyendo finalmente en la mañana del segundo día partirían con siete mil hombres, si conseguían reunidos; seis mil de ellos iría a pie a causa de las regiones accidentadas en que tendría que internarse y los otros mil a caballo. Enviaron luego mensajeros a comunicar esas nuevas para empezar a reunir el ejército. Con esto, el consejo se disolvió.
*
Finw? siguió acostado, disfrutando de un descanso que no tenía en mucho tiempo. Las sábanas tenían aun el olor de Haldir, ¡cómo deseaba tener un momento a solas con él! No habían vuelto a tener intimidad desde su primera noche en El Sagrario, aunque no se habían separado desde entonces. El joven elfo tomó su morral y sacó los dibujos, contemplándolos con ternura, luego, tomó el dibujo inconcluso, y con el carbón comenzó a dibujar el rostro del compañero de Haldir: él mismo.
Luego, se estiró perezosamente entre las sábanas, añorando a su amado, mas, de pronto, recordó a sus compañeros y se levantó para ir a buscarlos.
Caminó por la ciudad desconocida. Por todos lados había tristeza y desolación, los sobrevivientes lloraban a sus muertos, maldiciendo al enemigo por su crueldad. Finw? caminaba entre ellos, sobrecogido. ¡Ese espectáculo le traía tantos recuerdos amargos! Su propio pueblo había sido perseguido, mitilado y asesinado por el mismo enemigo oscuro. Continuó su lúgubre paseo hasta que sus pasos lo llevaron cerca del palacio. Se encaminó hacia allí, esperando hallar a Haldir, pero fue aprisionado desde atrás por unos firmes brazos.
- "¡Elladan!"
- "Mi pequeño y hermoso elfo de los bosques, ¡mi corazón se alegra de verte! Eres una luz en medio de tanta desolación"
- "¡Oh Elladan! ¡Qué bueno es volver a verte!", dijo Finw? volteando para abrazarlo.
- "¿Y no hay nada para mí?", preguntó Elrohir, rodéandolo con ambos brazos a su vez.
- "Amigos míos, me siento dichoso de verlos", Finw? trataba de hablar pero los labios de Elrohir buscaban ansiosamente los suyos, "ahhh, Elrohir. Lo siento...", dijo finalmente, logrando librarse del abrazo de los gemelos, que lo miraron sorprendidos.
- "Lo siento, queridos amigos míos. Gracias a ustedes, mi afecto ha sido finalmente correspondido por aquél a quien adoro. Pero no podemos repetir esas placenteras caricias, pues él es ahora mi dueño", dijo dulcemente Finw?.
- "Entendemos eso", repuso Elladan, "pero dime pequeño elfo, ¿quién es el dichoso ser que ha conquistado tu corazón de esa forma tan conmovedora?"
- "Mi amado capitán, Haldir", contestó el joven elfo. No tenía por qué ocultarlo, pues Haldir no lo hacía, ni se lo había pedido.
- "Ahhhh", exclamó Elrohir intercambiando una mirada de complicidad con su hermano, "¿y el apuesto guardián de Lórien sabe de nuestros intercambios?"
- "Lo sabe. Él mismo nos vio", respondió Finw? ruborizándose con ese recuerdo.
- "Te digo entonces, sin temor a equivocarme, que el espectáculo no le fue desagradable", continuó Elrohir.
- "Hermano, lo que fue, está en el pasado", interrumpió Elladan poniendo una mano en el hombro de su hermano gemelo, "debemos respetar ahora los deseos de nuestro pequeño amigo y de Haldir"
Los hermanos se miraron un momento. Elladan sabía muy bien lo que su hermano estaba pensando. Ellos habían pasado gratos momentos con Haldir en sus varios viajes a Lórien y en las visitas de éste a Rivendel, pero lo pasado no volvería.
Finw? pidió entonces que lo llevaran a las Casas de Curación pues deseaba ver a sus compañeros heridos. Elladan le ofreció su brazo y se dirigieron allí, en tanto que Elrohir volvía a entrar al palacio, diciendo que deseaba descansar.
Muchos pensamientos ocupaban la mente del elfo mientras se dirigía a la habitación que le asignaron el día anterior. Haldir había ocupado su corazón por varios años, desde la primera vez que se vieron en Rivendel, pero ese amor juvenil había sido sustituído por una gran amistad y una confianza sin límites, pues Haldir había compartido innumerables noches de pasión con los hermanos. Finw? en cambio era tan inocente aún, había tantas cosas que podía aprender con ellos...
Abrió la puerta y, despojándose de la capa, se arrojó a la cama, sin notar que había alguien más en la habitación. Elrohir tenía los ojos cerrados, su mente se negaba a borrar la imagen de un hermoso elfo de cabellos como el fuego, que gritaba su nombre mientras era llevado al clímax. Distraídamente, una de sus manos se deslizó bajo sus ropas, rozando sus pezones, ya endurecidos con ese recuerdo. Su otra mano frotó su erección evocando los labios de Finw? sobre su miembro.
Un gemido se le escapó, mientras continuaba pellizcando y jalando sus pezones, arquéandose, totalmente perdido en sus recuerdos. Continuó gimiendo mientras se liberaba de las prendas que lo oprimían. Su miembro saltó libre, irguiéndose mientras era atendido por hábiles manos, que lo recorrían de arriba hacia abajo. Elrohir imaginaba al bello elfo pelirrojo gritando de éxtasis mientras era poseído, agitándose bajo su cuerpo, suplicando por más. Este último pensamiento fue demasiado, y sus manos se cubrieron del cálido fluido que manaba de su sexo, mientras su boca exclamaba "Oh, Finw?, oh, oh"
Haldir había estado esperando a Elrohir ya que quería hablarle sobre Legolas, pero quedó sorprendido al ver al elfo entrar violentamente y arrojar su capa al piso, para caer a la cama con la respiración agitada. Iba a hablarle cuando vio lo que hacían sus manos, y se quedó silencioso, observando. Luego del éxtasis de Elrohir, se deslizó fuera de la habitación. Su presencia no había sido advertida. Haldir tenía el rostro enrojecido y una mirada extraña, pues una idea acaba de abrise paso en su mente.
*
Aragorn se dirigió presuroso a las Casas de Curación. Se sentía apenado por tener que dejar a Legolas nuevamente, pero no podía permitir que el elfo herido así lo acompañe en la batalla.
Fue conducido por Ioreth hacia la soleada habitación, donde reinaba gran silencio, pues Gimli y los hobbits se habían retirado a almorzar, dejando descansar a su amigo. Aragorn abrió despacio la puerta y se quedó extasiado contemplando a la figura que dormía sobre la cama. Un rayo de sol iluminaba su dorado cabello que brillaba como oro líquido. Sus mejillas no estaban ya tan pálidas y sus labios tenían nuevamente ese color apetitoso que lo hacía desear saborearlos. Su pecho subía y bajaba al ritmo de su tranquila respiración, ahora que no había más fiebre. Una de sus manos reposaba bajo su pecho, mientras que la otra estaba a su costado, con el brazo herido.
Lo miró largamente, mientras Ioreth esperaba respetuosamente tras él. Ahora comprendía por qué su rey había caído bajo el encanto de esa etérea criatura, que a pesar de su bella apariencia era un gran guerrero, pues había derrotado al Señor de los Nazgul, el terrible Rey Brujo que, muchos años atrás, había causado tanto daño a Gondor.
Legolas suspiró en su sueño y trató de cambiar de posición, pero un dolor en el brazo le recordó su lesión. Unas solícitas manos acudieron en su ayuda. Sonrió, completamente despierto.
- "Aragorn"
- "Amado mío", Aragorn le sonrió también. Se miraron mientras la áspera mano del mortal acariciaba la delicada piel de la mejilla del elfo. Legolas puso su mano sobre la suya.
- "El consejo ha tomado una decisión, la única posible", continuó diciendo Aragorn. Sus ojos reflejaban la pena que sentía.
- "Irán a Mordor", dijo el elfo, enunciando un hecho que él mismo sabía que debía ocurrir.
- "Dentro de dos días. Seis mil hombres a pie y mil a caballo. Un pobre ejército comparado con los de antaño, pero lo necesario para distraer la mirada del Ojo sin párpado y ayudar al portador"
- "Llévame contigo", pidió el elfo. Su voz tenía un tono neutro, pero sus ojos miraban suplicantes ¡Cómo resistir esa mirada!
- "Amado mío, no me perdonaré si algún daño vuelve a ocurrirte por mi culpa. Estuviste demasiado cerca de la sombra como para no verte afectado en Mordor, y tienes el brazo roto, ¿cómo podrás disparar?"
- "Los elfos sanamos rápidamente. En unos días mi brazo se habrá curado"
- "Lo sé, hermoso mío. Pero sólo tenemos dos días y no puedo retrasar esta marcha poniendo en peligro todo lo ya conquistado", lo besó con ternura, "tenemos estos dos días para estar juntos, mi amor. Aprovechémoslos". El beso se hizo más profundo, siendo ansiosamente correspondido por Legolas.
("Oh, mi señor, tus besos no tienen igual. Ni el gallardo Haldir puede compararse contigo. Haré lo que me pidas.")
Ioreth entraba en ese momento con el almuerzo y se quedó muda de asombro ante el espectáculo. Luego, discretamente cerró la puerta, sin que los amantes parecieran notarlo.
*
Elrohir se aseó y cambió de ropas para dirigirse inmediatamente a las Casas de Curación. Al entrar, se encontró con Ioreth que salía de la habitación de Legolas con una bandeja y cerraba silenciosamente la puerta.
- "Buen día. ¿El príncipe de Mirkwood se encuentra despierto?", preguntó Elrohir.
- "Sí…no..señor…está descansando ahora", respondió Ioreth un tanto nerviosa.
- "¿Acaso el señor Aragorn se encuentra aquí?", dijo Elrohir, entrando en sospechas inmediatamente.
- "Sí señor", respondió Ioreth muy a su pesar. Los inquisidores ojos del arrogante y gallardo elfo la ponían cada vez más nerviosa.
- "¿Y está con el príncipe?"
- "Sí señor. Está vigilando su descanso", respondió Ioreth, siendo desmentida inmediatamente por una risa cristalina que no podía ser de otro más que de Legolas
- "Ya veo", dijo Elrohir, "y puesto que oigo que está despierto aprovecharé para darle mis saludos", y apartándola abrió la puerta.
Legolas estaba recostado en la cama, con el pecho descubierto y Aragorn estaba aplicándole un ungüento en hombro de su brazo herido, al tiempo que jugaba traviesamente con sus pezones, lo que provocó la risa del elfo. El montaraz se estaba inclinando para darle un beso, cuando se abrió violentamente la puerta y entró Elrohir, seguido por una asustada Ioreth.
- "Elrohir, ¿qúe significa esto?", exclamó airado Aragorn
- "Vine a saludar a nuestro príncipe, futuro hermano mío", dijo Elrohir con ironía, "y me alegra ver que se encuentra restablecido y en manos del mejor sanador de Gondor"
- "Así es, Elrohir. Aragorn me salvó la vida, y está preparando mi brazo para ir a la batalla en Mordor pasado mañana,", dijo Legolas, visiblemente incómodo por la interrupción.
- "Entiendo", dijo Elrohir, "pero se hace tarde y el príncipe Imrahil nos espera para almorzar, futuro hermano, no querrás hacerle ese desaire, ¿verdad?"
- "Desde luego que no", respondió Aragorn, limpiándose las manos con un lienzo "Vamos". Y agregó, dirigiéndose a Legolas, "Adiós amigo mío, procura hacer los ejercicios que te indiqué para tu hombro y descansa pues más tarde vendré de nuevo a ver cómo sigues"
- "Adiós Aragorn, Elrohir", dijo Legolas
El elfo de Rivendel inclinó la cabeza a manera de despedida y los dos salieron. Legolas se trató de sentar, siendo ayudado por Ioreth para ponerse la camisa. La mujer había observado todo sin decir palabra, pero al ver la decepción y pena en el rostro del elfo, no pudo contenerse
- "Debe ser muy difícil, ¿verdad alteza?", preguntó amablemente
Legolas sonrió tristemente y le respondió:
- "Es difícil, él es hermano de su prometida. Ella aún no lo sabe"
Ioreth lo miró sorprendida, pero había visto la desesperación de su rey cuando lo creía agonizante, y luego el amor con el que lo había mirado mientras dormía "eso solo puede ser amor verdadero" se dijo la anciana y respondió para animar a Legolas:
- "Pues será más difícil aún pero él lo ama y además es el rey. Luego la gente se acostumbrará a la idea. Pero ahora debe comer, alteza, o ese brazo no mejorará. Siéntese y yo lo ayudaré"
Legolas sonrió. Si todos los habitantes de Gondor fueran como esa anciana bondadosa, todo sería fácil.
*
Haldir finalmente se había encontrado con Finwe en las Casas de Curación. Algunos de los arqueros habían sido heridos por el Capitán Negro y fueron afectados por la "Sombra Negra", pero no en el grado que Legolas la tenía. Su pequeño elfo los atendía junto con Elladan, ayudándolos a alimentarse o vestirse, o simplemente conversándoles para levantar su espíritu.
El Capitán de la Guardia alentó a los heridos, que yacían en varias camas dispuestas en una habitación soleada. Los elfos eran fuertes por naturaleza, y pronto ellos estarían listos para la batalla, pues partirían hacia Mordor.
Luego de los saludos, Elladan se fue al palacio en busca se su hermano, mientras Haldir y Finwë paseaban por los jardines de las Casas de Curación. En el medio del jardín había una glorieta cubierta de flores blancas y allí se sentaron ambos. Haldir rodeó la cintura del joven elfo para besarlo con ternura.
- "Mi pequeño elfo, ¿que hiciste durante mi ausencia?", preguntó curioso Haldir.
- "Dormí, dibujé y luego fui a buscarte. Allí encontré a Elladan y Elrohir y vine hacia aquí".
- "¿Les dijiste...?"
- "Sí. ¿Hice mal?", preguntó Finwë
- "No, puesto que no hay motivos para ocultarlo. Te amo y me tiene sin cuidado que todo Gondor lo sepa", rió el capitán
Finwë se sintió feliz, y sonriendo, se recostó en el hombro de Haldir, pero éste aún no había terminado.
- "¿Elrohir te dijo algo?"
- "Algo… ¿cómo qué? dijo muchas cosas..."
- "Elrohir y yo, hace muchos años…estuvimos juntos", confesó Haldir
- "¿Qué?", Finwë sintió un agujón de celos, ¡no!, eso no podía ser.
- "Nos amamos entonces, mas ahora solo somos amigos", dijo Haldir para el alivio del joven elfo
- "Ellos y yo hemos pasado varias noches juntos, pero solo me une hacia los hermanos una gran amistad", continuó explicando Haldir
- "Lo mismo que a mí, después de todo, gracias a ellos te tengo a ti", dijo Finwë sonriendo.
- "Mi pequeño elfo, lo que te diré es muy importante para mí en este momento", dijo Haldir tomando aire. Sería la primera vez en su larga vida que hacía una proposición así, y Elbereth sabía que deseaba también que fuese la última.
- "Dime", susurró el joven elfo, sus ojos verdes lo miraban interrogantes.
- "Cuando acabe la guerra, y acabará pronto, si vencemos y volvemos a Lóthlorien, deseo que vivas conmigo. Si tú tambien lo deseas, naturalmente"
- "¡Haldir! Eso me haría inmensamente feliz", dijo Finwë besándolo sin importarle quien estuviera cerca.
Haldir correspondió gustoso el beso, mas luego de un rato se separó de la dulce miel de los labios de Finw? y soltó al fin la idea que le había estado rondando la mente desde que vio a Elrohir.
- "Si tú lo deseas, podemos invitar a Elladan y Elrohir a nuestro lecho alguna vez", aventuró Haldir, esperando ansioso la respuesta.
- "¿Tú crees que debamos?", Finw? dudaba, aunque una gama de placenteras posibilidades se empezaba a abrir en su mente.
- "Estaremos juntos tú y yo, y así deseo que sea siempre. Pero ambos, si así lo queremos, podemos compartir nuestros placeres con otros. Pienso que eso está bien, siempre que los dos estemos de acuerdo", contestó Haldir
- "Siempre quiero estar contigo, y si tú deseas que alguien más se nos una, por ti lo haré gustoso, amado Haldir", dijo Finw? con una sonrisa.
- "Entonces será cuando esta pesadilla acabe. Hasta entonces te quiero sólo para mí", y Haldir reclamó ansiosamente esa boca que sólo le pertenecía a él.
*
El almuerzo transcurrió tranquilamente en el palacio, la conversación se basó fundamentalmente en la estrategia de guerra que emplearían. Aragorn se extrañó de la ausencia de Haldir, pero Imrahil explicó que se había excusado ya que deseaba pasar algún tiempo reuniendo a los arqueros y reorganizando su ejército.
Aragorn sonrió, bastante bien conocía a Haldir para saber que debía estar disfrutando un postre mejor que el finamente servido en la mesa de Imrahil, y lo envidió. ¿Cuánto tendría que esperar para poder mostrar su amor sin reservas? Y ahora debía lidiar con las sospechas de Elrohir.
Gandalf se retiró un momento, volviendo luego con nuevas noticias.
- "Los mensajeros alados de Galadriel me comunican que Elrond, Glorfindel y la Estrella de la Tarde han llegado a Lothlórien, donde descansarán unos días antes de emprender la marcha que los traerá a Gondor, junto con Galadriel, Celeborn y su escolta".
Elladan y Elrohir lanzaron exclamaciones de alegría, sin perder de vista a Aragorn, que sonrió a su vez, diciendo:
- "Me llena de dicha que tan queridos amigos se encuentren en camino. Sin embargo, aún no hemos conquistado la victoria y la jornada que nos aguarda es la más difícil de todas y quizá muchos de nosotros, incluyéndome, no volvamos de allí"
- "Tu futura esposa jamás dudó de la victoria y tampoco lo hacemos nosotros", declaró Elrohir.
- "Aragorn tiene razón", interrumpió Gandalf en defensa de su amigo, "pero por otro lado, si nos derrotan, dará lo mismo estar en uno u otro lugar, pues las tinieblas se apoderarán de la Tierra Media. Triunfaremos en la medida en que actuemos unidos, sin que el odio, el amor u otras emociones fuertes nos nublen el entendimiento. El objetivo es distraer el Ojo y permitirle al Portador destruir el anillo".
- "No dudo de la victoria, pero estoy consciente de que, eventualmente, una victoria así podría implicar sacrificios. Ya perdimos a Boromir, Théoden y a Denethor y estuvimos a punto de perder a Faramir y a Legolas. Sólo les pido no celebrar la victoria anticipadamente, sino prepararnos para lo que vendrá, y tomar con serenidad el desenlace, sea cual sea", dijo Aragorn.
Todos asintieron ante sus sensatas palabras. Aragorn sería un gran rey, puesto que era un gran hombre. Incluso el impetuoso Elrohir tuvo que reconocerlo, pues sentía una profunda admiración por él, mas se sentía herido al anticipar el daño que el Heredero de Isildur le haría a su hermana.
De pronto, su atención fue atraida por un tumulto en la puerta. Salieron presurosos, para encontrarse con la Dama Eowyn que acababa de llegar con una pequeña escolta. Para no ser reconocida y detenida por los guardias de Théoden en el trayecto desde el Sagrario, se había disfrazado de hombre, sin embargo, al no permitírsele ingresar al palacio, se había identificado, causando exclamaciones de asombro en los guardias.
Éomer corrió presuroso a abrazar a su hermana, pero la alegría del encuentro fue empañada por la noticia de la muerte de Théoden por quien Eowyn sentía un profundo afecto. Amargas lágrimas cayeron de su rostro, y todos guardaron un respetuoso silencio. Luego, ella pidió ver a su tío por última vez, puesto que esa misma tarde iba a ser sepultado con Denethor. Éomer la condujo allí, mientras los demás se dirigían a las Casas de Curación, pues Imrahil deseaba ver a Faramir y a Legolas.
*
Faramir se había sentido mucho mejor esa mañana, tanto que se le había permitido pasear por el jardín, donde descansaba cómodamente en una banca. Allí lo encontraron sus amigos. El príncipe Imrahil se inclinó para presentarle sus respetos, luego Gandalf lo saludó. Aragorn se mantenía un tanto apartado, con Elladan y Elrohir.
- "Señor, te agradezco haberme salvado. Te debo mi vida y has ganado mi lealtad, pues te reconozco como mi Rey", dijo Faramir a Aragorn inclinando la cabeza.
- "Aún no reinvindicaré ese derecho, pues la batalla no ha concluido y partiremos pasado mañana a la Puerta Negra. Si sobrevivimos a esta guerra, reconstruiremos juntos la ciudad de Elendil", replicó Aragorn inclinándose a su vez. "Me acompañan los señores elfos Elladan y Elrohir, hijos de Elrond, señor de Rivendel, quienes vienen a presentarte sus respetos"
Elladan y Elrohir dirigieron las palabras de saludo protocolares. Luego dejaron a Faramir en compañía de Gandalf, pues el ahora senescal preguntaba por su padre y sería el mago el indicado para explicarle el triste destino de Denethor.
Legolas discutía con Ioreth para que lo dejara salir al jardín, mas la buena mujer no cedía fácilmente.
- "Lo siento, alteza. El señor Aragorn recomendó no dejarlo salir hasta mañana y eso es lo que haré", dijo firmemente Ioreth
- "Gracias, Ioreth, pues veo que puedo confiar en ti para la recuperación de mi amigo", dijo Aragorn al tiempo que entraba en la habitación seguido por Elladan, Elrohir e Imrahil.
- "No es justo, ya me siento bien", protestó Legolas tratando de incorporarse. Luego miró a los visitantes y se quedó en silencio.
- "Esta nefasta guerra ha traído muchos sinsabores, sin embargo, me ha concedido el privilegio de conocer a los guerreros más valerosos entre la Hermosa Gente. Soy Imrahil, príncipe de Dol Amroth", saludó el príncipe.
- "Entonces debo agradecer a mi salvador, pues me han comentado que se me había dado por muerto y gracias al príncipe de Dol Amroth fui conducido aquí. Me alegra ver que la sangre de Nimrodel es fuerte aún en esa tierra, pues tu porte demuestra su origen élfico", sonrió Legolas correspondiendo el saludo
- "Querido amigo, nos alegra que estés bien. Tu hazaña será recordada largo tiempo en las canciones de humanos y elfos, que hablarán de tu valentía y determinación", dijo Elladan.
La conversación derivó hacia temas relacionados al próximo viaje, pero luego todos tuvieron que ir a las excequias del Rey de Rohan y lo que quedaba del Senescal de Gondor. Aragorn se las arregló para salir último.
- "Quisiera no tener que ir allí", le dijo al elfo
- "Debes cumplir tus deberes protocolares, como próximo rey, te corresponde estar allí", repuso sonriendo Legolas.
- "¿Nos vamos?", dijo Elrohir asomándose a la puerta abierta y haciendo salir a Aragorn. ¡Qué contrariedad, así jamás estaría solo con Legolas!
La tarde pasó rápidamente, la ceremonia fúnebre, las instrucciones a los dunadan y al nuevo ejército traído del mar, los preparativos, las órdenes. Luego, al anochecer, Aragorn se dirigió nuevamente a las Casas de Curación, para encontrarse en la puerta con Haldir, Finwë y Eowyn que también venían a ver a Legolas, y una vez dentro, descubrió que allí estaban también Gimli, Pippin y Merry.
Esto se debía a que Ioreth sagazmente había notado que para mantener al príncipe acostado en su habitación, debía distraerlo con las visitas, cosa que no suponía ningún problema, pues muchos habían venido a visitarlo. De este modo, se armó una interesante tertulia donde se relataron anécdotas de la Comarca, el Bosque Negro y el Bosque Mágico, y donde Aragorn pudo relatar con precisión y ayudado por Gimli, todo lo acontecido en su marcha por los Senderos de los Muertos. Era ya tarde y se disponían todos a retirarse, cuando llegaron Elladan y Elrohir en busca de Aragorn pues los esperaba Imrahil para cenar y revisar la cantidad de reclutados en ese día.
Luego de la cena y la reunión, Aragorn se sintió complacido pues se había reunido la cantidad de hombres requerida. Impartió las últimas órdenes para el día siguiente y se dirigió, cansado, a su habitación en el palacio. Pero apenas se hubo acostado en la enorme cama con dosel que allí había, comenzó su tormento. Deseaba ver a su elfo, lo necesitaba muchísimo. Imaginaba su cuerpo tendido en la cama junto a él, sonriendo.
Dio varias vueltas en la cama hasta que no pudo más y se levantó. Se embozó muy bien con una capa y salió silenciosamente del palacio, para dirigirse a las Casas de Curación, cerradas ya. Pero no en vano era el capitán de los dunadan, y logró escalar el muro del jardín y luego entrar por una ventana y finalmente dirigirse a la habitación de Legolas.
El elfo dormía profundamente, con el torso desnudo y cubierto con una sábana, y los rubios cabellos sin trenzar. El montaraz sonrió – "Al fin, mi amor", se dijo mientras silenciosamente se despojaba de sus prendas hasta que quedó completamente desnudo. Así se acercó a la cama. Su cuerpo bronceado hacía contraste con la blanca piel del elfo, carente de vello, como todos los de su raza. El montaraz en cambio, poseía una mata de vello oscuro en su pecho, que seguía su camino hasta el estómago y se perdía en una región que necesitaba un poco de alivio.
Legolas suspiró en sueños, dibujándose en sus labios la palabra "Aragorn", sin saber que el protagonista de su sueño estaba contemplándolo en persona. Lentamente, Aragorn retiró la sábana, admirando el pecho del elfo, donde los firmes músculos hacían aún más hermosa la vista de su amado.
La lengua de Aragorn no resistió más, y pronto comenzó a lamer los deliciosos pezones, deleitándose por la forma en que Legolas se agitaba, aún en sueños. El bello príncipe llevó la mano a su sexo en busca de alivio y allí se le unió la mano de Aragorn, que desabrochó cuidadosamente los lazos que ataban en pantalón y dejó salir el miembro erecto del elfo. Su propio miembro estaba erecto también y lo frotó con el de su amado.
- "Ohhhh, Aragorn", suspiró Legolas, despertando de pronto, "¿qué es esto? ¿sigo soñando?" preguntó.
- "Es la más hermosa realidad, amado mío. No podía resistir esto más, sólo pensaba en ti", respondió Aragorn y tomó al elfo ávidamente en su boca.
- "Ahhhhhh", fue el dulce gemido que brotó de los labios de Legolas.
Aragorn continuó con la deliciosa tortura unos momentos más. Lamía la punta del glande, introduciendo la lengua en el pequeño orificio, para luego morder suavemente su contorno. Luego empezaba a lamer los costados del miembro de su amado, trazando con la lengua el contorno de las venas, hasta que finalmente lo introducía en su boca mientras sus manos jugaban con los testículos del elfo, que lanzaba pequeños gritos de placer. Esta operación la repitió hasta que sintió que el elfo estaba listo, y entonces se retiró.
- "¿Aragorn? ¡Amor mío, no te detengas!", pidió Legolas entre gemidos, pero fue cortado por el miembro de Aragorn en su boca. El elfo se incorporó apoyándose en el brazo sano y abrió completamente la boca, permitiéndole la entrada mientras su lengua jugaba traviesamente con la punta.
- "Legolas, ohhhh mi amor, hazlo así, ohhhhhh", empezó a gemir Aragorn, y gimió aún más cuando el elfo empezó a succionarlo y a saborearlo deliciosamente.
Legolas lo besaba, con besos cortos que lo habían estremecerse, y luego lo iba introduciendo lentamente en su boca, para luego succionar. Luego se retiraba y volvía a los besos, mientras observaba el rostro excitado de Aragorn. Le encantaba el poder que ahora tenía sobre su amado, con cada caricia el montaraz sentía que estallaría, y cuando Legolas vio que sería así, introdujo rápidamente todo el miembro en su boca y recibió allí el delicioso líquido, saboréandolo con placer. Aragorn se derrumbó a su lado, y estuvo inmóvil por un momento. Luego se incorporó y lo besó, saboreando su propia escencia en la boca del elfo.
Muy despacio, el montaraz reanudó las caricias, mientras se recuperaba. Su boca recorrió las sensitivas orejas élficas, susurrándole palabras de amor, luego bajó al cuello, donde succionó ávidamente, dejando marcas en la blanca piel, para luego dirigirse a uno de sus lugares favoritos, los pezones del bello elfo. Los succionó y mordió a su antojo mientras Legolas se arqueaba suplicante. Pronto el montaraz sintió crecer nuevamente su deseo. Aragorn entonces colocó una almohada bajo las caderas de su elfo y abrió sus piernas, procurando no incomodar con esa posición el brazo herido. Una vez expuesta la pequeña abertura, el montaraz continuó con la tortura, raspando con su barba la delicada zona mientras sus dedos jugaban, preparándolo.
Los gemidos de Legolas se hacían cada vez más urgentes mientras era penetrado suavemente por su amante. Los movimientos pronto siguieron el mismo ritmo, cada vez más rápidos y fuertes, hasta que ambos no pudieron más y estallaron, Aragorn dentro del cuerpo de su amado y Legolas en las manos del mortal. El elfo se abrazó del humano y ambos se prometieron ese amor durante toda su vida y así, abrazados se quedaron dormidos.
Al día siguiente despertó Legolas solo, pues Aragorn había tenido que irse en la madrugada para no generar más sospechas en los gemelos. El elfo se sentía muy bien y después de desayunar y asearse con ayuda de Ioreth, salió al jardín y se sentó en la glorieta central. Estaba perdido en sus pensamientos cuando sintió la presencia de alguien a su lado.
- "Ah, Elrohir, ¿qué te trae por aquí?", lo saludó amablemente.
- "Tú, amigo mío"
- "¿Y qué puedo yo hacer por ti?"
- "Mira esta ciudad, estos hombres y mujeres jamás aceptarán una relación así"
- "No sé a qué te refieres", dijo secamente Legolas
- "Sabes bien a lo que me refiero. Arwen será la reina perfecta, su belleza hará que los hombres se pongan de rodillas, y ella podrá darle a Aragorn los herederos que necesita para unificar los reinos de Arnor y Gondor. ¿Qué le puedes dar tú?"
- "Aragorn hará lo que deba hacer"
- "Acéptalo, Legolas. Él se ha preparado para cumplir ese destino durante toda su vida y la alianza con los elfos fortalecerá aún más el reino. Él no arrojará eso por la borda por un amor como el tuyo. Tú no reinarás en Gondor con él, pero si te empeñas en este capricho, podrás cumplir el papel de consorte, trayendo la vergüenza a tu padre y a nuestro pueblo"
- "¡Aléjate de mí! Esa decisión sólo nos concierne a Aragorn y a mí. ¡Vete!"
- "Me voy, pero recuerda mis palabras, pequeño príncipe", y Elrohir se alejó dejando sumido a Legolas en una profunda melancolía.
TBC
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