Leave it behind
Por: Ayesha
E-mail =lg_100309@hotmail.com
Clasificación = Capítulo NC-17 – Escenas de cuarteto
Parejas = Aragorn/Legolas, Haldir/Legolas, Haldir/Finwe, Elladan/Elrohir/Finwe,
Elladan/Elrohir/Haldir/Finwe
Disclaimer =Los personajes de esta historia son propiedad de J.R. Tolkien. Esto es
puro entretenimiento y no me reporta beneficio económico alguno. Yo sólo soy
culpable de inventarme a Finwe.
*
Capítulo 12: Batalla final
"When the night takes a deep breath / cuando la noche exhale su aliento profundo
And the daylight has no air / y la luz del dia no tenga aire
If I crawl, if I come crawling home / si me arrastro, si vengo arrastrándome
WiIl you be there / ¿Estarás allí?"
In a little while – U2
Legolas permaneció un rato en la glorieta, pero la dicha que había acompañado el
inicio de ese día había desaparecido por completo con las palabras de Elrohir.
Ciertamente era algo que debía tenerse en consideración y nunca había hablado con
Aragorn de ese tema, pero no era el momento para hacerlo, pues se avecinaba la más
difícil de todas las batallas e iban a Mordor como carnada para distraer al enemigo, sin
saber si volverían con vida. En ese momento, Legolas tomó la determinación de ir a
esa batalla, sin importar qué tuviera que hacer para conseguirlo.
El rubio elfo se puso de pie al oír una voz conocida. Aragorn entraba al jardín
acompañado de Elladan.
- "¿Cómo estás amigo mío? Vine a ver si habías pasado una buena noche, y a
examinar tu brazo", dijo Aragorn con un guiño de complicidad. Legolas sonrió.
- "Pasé la mejor noche que recuerdo, desde que partimos de Lothlórien", respondió,
sin faltar a la verdad.
- "Me alegro por ti, amigo mío", dijo Elladan, "¿no has visto a Elrohir? Salió temprano
hoy."
- "Estuvo aquí, pero ya se fue. Quizá esté con Haldir"
- "Entonces iré a buscarlo", respondió Elladan y se retiró.
Cuando hubo desaparecido Elladan de la vista, Legolas echó los brazos al cuello de
Aragorn dándole un delicioso beso.
- "Te extrañé al despertar", le reprochó.
- "Lo siento. Ahora más que nunca, no podemos despertar sospechas"
Legolas estuvo muy tentado a preguntar cuándo podrían actuar libremente, pero calló,
aún no era el momento. En lugar de eso, miró seriamente a Aragorn .
- "Mi señor, he decidido que los acompañaré a Mordor mañana"
- "¿Qué? No puedes hacerlo, no en ese estado", dijo firmemente Aragorn
- "Escúchame primero. No soy una frágil doncella a quien debes proteger, no soy como
ella", dijo tristemente el elfo. "Soy el único representante de mi reino, soy mucho más
viejo que tú, tengo ya tres milenios, y un brazo roto no significa nada para mí, pues sé
pelear con la espada, además del arco, y..."
- "Legolas, no. Si algo te pasa, no podría perdonarme jamás...", interrumpió Aragorn.
- "¿Y cómo crees que yo me siento? Pues has dicho que quizá no vuelvas con vida,
¿qué hay si te ocurre algo a ti? Prefiero que si vamos a morir, lo hagamos juntos"
- "Legolas, yo...", pero antes de que Aragorn terminase de hablar, Legolas lo obsequió
con una seductora sonrisa, puso la mano sobre su boca, obligándolo a callar, y lo tomó
de la mano para llevarlo de nuevo a su habitación.
Cayeron a la cama con los cuerpos entrelazados. Legolas rodeó con las piernas a
Aragorn mientras se besaban apasionadamente. La noche anterior no había sido
suficiente para ellos, ansiosos de compartir su amor y sus temores en la entrega que
vendría. Lentamente se despojaron de sus vestiduras y se amaron una vez más,
tratando de reprimir los gritos de placer para no llamar la atención de nadie.
Exhaustos, quedaron abrazados largo rato, hasta que su respiración agitada se calmó.
- "¿Entonces, me llevarás?", preguntó dulcemente Legolas
*
Al día siguiente, el ejército estaba reunido. Los últimos orcos que quedaban en esas
regiones se habían retirado y la ciudad estaba relativamente bien defendida por los
hombres que se quedarían.
Aragorn había terminado por ceder al deseo de Legolas de acompañarlos, pues conocía
bien la obstinación de su elfo y no dejaba de tener razón en los argumentos expuestos,
especialmente en el último.
El elfo tenía el brazo atado al cuerpo, inmovilizado para que no sufriera mayores
daños, aunque la fractura estaba sanando rápidamente, pues esa es la habilidad de los
elfos. Legolas montaba a su caballo Arod, llevando en la grupa a Gimli, y marchaba
detrás de Aragorn, quien encabezaba su, junto a Gandalf y los hijos de Elrond. Las
otras compañías eran encabezadas por Haldir, Éomer e Imrahil.
Se despidieron de Merry, quien había sido convencido por Aragorn y Legolas de
quedarse, pues aún no había recuperado del todo las fuerzas. El hobbit se quedaría en
compañía de Bergil, pues el padre de éste también marchaba a la última batalla.
Aragorn dio la orden y al sonido de las trompetas, el ejército comenzó a desplazarse
hacia el este. Cabalgaron hacia Osgiliath, donde llegaron al medio día. Aragorn observó
a su elfo, que no parecía fatigado. Legolas levantó el rostro y le sonrió. Hicieron un
pequeño alto para comer y luego partieron en dirección a Minas Morgul.
Les tomó once días llegar a la Puerta Negra, pero no llegó el ejército completo, pues al
llegar cerca del Paso de Cirith Gorgor, muchos hombres se detuvieron asustados,
negándose a continuar. Aragorn les permitió irse, pues sintió piedad pir ellos, pero les
encomendó custodiar Cair Andros, para que conservaran su honor intacto. Legolas se
maravilló de la indulgencia y sabiduría de Aragorn, se veía tan majestuoso como sus
antepasados de los días de gloria. Pero el recuerdo de las crueles palabras de Elrohir lo
devolvieron bruscamente a la realidad y sólo suspiró, alejándose.
Las noches transcurrían expectantes, los vigías custodiaban, pero los hombres apenas
dormían. Legolas dormía con Gimli y Pippin, mientras Aragorn lo hacía con Gandalf,
Elladan y Elrohir. Haldir y Finwë eran inseparables y compartían las guardias, para
dormir luego abrazados, pues Haldir no hacía nada para ocultar su amor, causando la
sorpresa de muchos.
Una noche, Aragorn se acercó donde su elfo preparaba las mantas en las que pasaría
la noche. Se sentó a examinarle el brazo, que había soldado por completo durante el
viaje. El humano le quitó los vendajes y le masajeó suavemente hombro y brazo con
un ungüento especial.
- "El día se acerca, amado mío", susurró Aragorn
- "Triunfaremos, de eso no dudo. Sólo temo que nuestros amigos puedan ser sacados
de ese horrible lugar antes de que los destruyan", contestó el elfo.
Aragorn acarició la pálida mejilla y se inclinó para besarlo.
- "¡Elessar! Tu guardia se aproxima", dijo Elrohir acercándose.
Aquello ya era demasiado. Durante todo el viaje el elfo había estado tras él, sin dejarle
tener un solo momento de privacidad con Legolas, y haciendo oír comentarios
mordaces que entristecían al bello elfo rubio. Aragorn decidió que era suficiente y se
iba a levantar para replicar, cuando la réplica llegó de una fuente por demás
inesperada.
- "¡Elrohir! Te he estado buscando, ¡ven aquí!", exclamó Finwë y uniendo la acción con
la palabra, tomó al elfo del brazo y lo alejó de allí. Elrohir estaba demasiado
sorprendido para protestar, ¿qué le pasaba al pequeño elfo? Siempre había tenido una
naturaleza dulce y no entendía la ira que veía ahora en sus verdes ojos.
- "¡Deja ya de estar sobre Aragorn y Legolas!", le increpó severamente
- "Eso no es asunto tuyo"
- "Lo es, desde que mortificas a mis amigos y te expones a una situación como esta,
¿en qué estás pensando?", continuó el molesto Finwë.
- "En mi hermana", confesó Elrohir
- "Amigo mío, sé que es difícil", la voz se le dulcificó nuevamente, "pero tú no puedes
hacer nada, ellos se aman. Déjalos resolver sus propios problemas"
- "¡No! tú no entiendes, mi familia dio todo a Aragorn, incluso mi padre que no lo
deseaba, terminó por darle la mano de su hija, mi hermana, la más bella elfa de la
Tierra Media, ¡nosotros confiamos en él!", gritó Elrohir, "¡Él no puede traernos esa
vergüenza!"
- "Nada puedes hacer contra su amor, ¿no lo ves?", dijo Finwë dulcemente, "ellos han
llegado hasta aquí gracias a él, no se extingirá tan fácilmente…"
- "¡Eso veremos!", exclamó Elrohir alejándose. Sin embargo, desde ese día, dejó de
seguir a Aragorn e hizo como si no le importaran las breves charlas que éste sostenía
con Legolas.
Luego de una escaramuza con orcos y hombres del oeste, de la que salieron bien
librados, volvieron los Nazgül, y los vigilaron desde entonces, a gran altura, visibles
sólo a los ojos de los elfos. La aparición de los espectros trajo la desesperanza
nuevamente, pues les recordó que quizá no volverían de ese viaje. Legolas se puso
particularmente sensible, pero esto fue notado sólo por Aragorn y Gimli, que lo
conocían bien. La experiencia de dar muerte al rey de los espectros aún estaba
demasiado cerca.
El onceavo día, al anochecer, hicieron el último campamento y encendieron hogueras.
Casi nadie durmió, atemorizados por sombras que veían en la oscuridad, y por los
aullidos de los lobos. La oscuridad era cerrada, y las nieblas de Mordor brotaban de la
tierra. Fue una fría noche, en la que Aragorn buscó la compañía de Legolas, y
esperaron juntos el amanecer, tomados de la mano.
Al hacerse la luz, pudieron ver el baluarte de Cirith Gorgor, y en el centro mismo la
Puerta Negra, flanqueada por las dos Torres de los Dientes, altas y oscuras. Habían
llegado al fin y ante sus ojos se mostraba la inutilidad de aquél heroísmo, ¿cómo
podrían atacar con esperanza esas torres y murallas? No contaban con máquinas de
guerra y en todos los rincones sabían que existían criaturas al acecho. Los Nazgul
aparecieron nuevamente sobrevolando las Torres de los Dientes, pero el enemigo no
aparecía.
Aragorn dispuso el ejército en dos grandes columnas de piedra que allí existían y
cabalgó hacia la Puerta Negra con una fuerte guardia de caballería, llevando el
estandarte, y acompañados por los heraldos y los trompetas. A la cabeza iban Gandalf
de primer heraldo, y Aragorn con los hijos de Elrond, Eomer, Imrahil y Haldir. Legolas,
Gimli y Peregrin fueron invitados a seguirlos, pues deseaban que todos los pueblos
enemigos de Mordor contaran con un testigo.
Los heraldos entonces llamaron al Señor Oscuro, desafiándolo a salir y reparar los
daños causados al Rey de Gondor. Al cabo de un rato, en que un espantoso silencio
llenó la tierra, se oyeron tambores y cuernos y el batiente central de la puerta negra
se abrió, dejando salir al hombre conocido como Boca de Sauron, pues hacía tantos
años que estaba al servicio del Señor Oscuro, que había olvidado su propio nombre. Se
decía que dominaba las artes de la hechicería y que era más cruel que los orcos.
Este embajador miró burlonamente a los capitanes del oeste, mofándose de ellos.
- "¿Hay en este patético ejército alguien con suficiente autoridad para tratar
conmigo?", preguntó burlón, luego se volvió a Aragorn "¡No tú, desde luego! Pues un
rey no se hace con un trozo de vidrio élfico, ni con los favores de un príncipe…", dejó
esta última frase en el aire, regocijándose de la mirada de dolor en los ojos de Legolas.
¡Ah, razón había tenido su Señor Sauron al transmitirle ese dato!
Pero Aragorn no respondió, sólo clavó la mirada en los ojos del mensajero, y la
sostuvo largo rato, hasta hacerlo retroceder acobardado, tal era la fuerza de su
mirada. Gandalf intervino entonces, para oír las propuestas de Boca de Sauron. Sin
embargo, la voluntad de todos flaqueó al mostrarles este emisario la espada de Sam,
la capa élfica de Frodo y la cota de malla de mithril.
El mago, sin embargo, se sobrepuso, y lo instó a plantear las condiciones de Sauron
para liberar a sus amigos.
- "La chusma de Góndor se retirará en seguida a la otra orilla del Anduin, jurarando no
atacar nunca más a Sauron el Grande con las armas, abierta o secretamente. Todos
los territorios al este del Anduin pertenecerán a Sauron para siempre y sólo a él. Las
tierras que se extienden al oeste del Anduin hasta las Montañas Nubladas y la
Quebrada de Rohan serán tributarias de Mordor, y a sus habitantes les estará
prohibido llevar armas, pero se les permitirá manejar sus propios asuntos. No
obstante, tendrán la obligación de ayudar a reconstruir Isengard, que ellos destruyeron
para nada, y la ciudad pertenecerá a Sauron, y allí residirá el lugarteniente de Sauron:
no Saruman sino otro, más digno de confianza"
Mas Gandalf no aceptó, pidiendo primero que muestren a los prisioneros. Luego
arrebató los objetos de sus amigos y dijo que no aceptarían esas condiciones, echando
de allí al emisario.
Boca de Sauron se retiró enfurecido, y apenas llegó a la puerta, el Señor Oscuro soltó
la trampa que había preparado. Una enorme hueste se precipitó desde Mordor, otro del
Ered y un tercero de las colinas del Morannon. Pronto estarían rodeados. ¡El plan había
tenido éxito! Sauron había mordido el anzuelo, concentrando todas sus fuerzas en
ellos.
Aragorn y Gandalf empezaron a preparar la batalla, poco tiempo les quedaba. Se
situaron en las dos colinas, con los hombres de Rohan y Dol Amroth, mientras los elfos
y los dunadan se ubicaban frente a Mordor, encabezados por Haldir, Legolas, Elladan y
Elrohir. Los Nazgul pronto hicieron su aparición, destruyendo la última esperanza.
El primer ataque cayó sobre ellos, una lluvia de flechas de los orcos, que fue repelida
por otra similar de los elfos. Luego siguió una compañóa de trolls que destrozaban a
los hombres de Gondor, golpeando con sus mazas. Las fuerzas de los defensores
empezaba a flaquear. Aragorn combatía al pie de su estandarte, pero los ojos le
brillaban y se esforzaba por ver hacia el llano donde peleaban los elfos. Gandalf estaba
en lo alto de la colina, observando. De pronto, se estremeció y gritó:
- "¡Llegan las Águilas!"
Los elfos observaron el cielo con su vista penetrante y pronto confirmaron la noticia:
- "¡Llegan las Águilas! ¡Llegan las Águilas!"
Los soldados de Mordor vieron venir entonces a Gwaihir, el Señor de los Vientos, y a
su hermano Landroval, las más grandes de todas las Águilas del Norte. Detrás de estas
águilas, llegaban todos sus vasallos de las montañas del norte, lanzándose sobre los
Nazgül, que huyeron de pronto, al oir un grito terrible en la Torre Oscura.
En ese instante también, los ejércitos de Mordor se estremecieron, pues habían
percibido algo: el Poder que los guiaba ya no estaba con ellos. ¡El Anillo había sido
destruido! En vano intentaron la retirada, pues los Capitanes del Oeste lo notaron y
actuaron de inmediato, abriéndose paso.
De pronto, la tierra se estremeció bajo los pies de los hombres, y una oscuridad
invadió el cielo, causando que las Torres de los Dientes se desmoronaran, al igual que
las murallas y la Puerta Negra-
- "¡El reino de Sauron ha sucumbido!" gritó Gandalf, "el Portador ha cumplido la
Misión"
Los enemigos se dispersaban en rápida fuga, mientras el poder de Mordor se
desintegraba. Gandalf dejó a Aragorn al mando de la batalla y fue sobre Gwaihir a
buscar a Frodo dentro de Mordor, seguido por Landroval, y por el joven y veloz
Meneldor.
Aragorn dio las últimas órdenes a sus tropas y corrió en busca de su elfo, a quien
encontró asistiendo a Haldir, herido en el brazo por un troll. Finwë se encontraba no
lejos de allí, protegiéndolo de cualquier artero ataque, mas los enemigos casi habían
desaparecido.
Al verlo, Legolas se puso de pie y se abrazaron en silencio, ¡al fin todo había
terminado!
- "¡Salve, mi Rey y señor!", susurró el elfo a su oído, lleno de orgullo.
- "Tu rey no, tu esclavo", le respondió Aragorn, con la voz cargada de emoción.
- "¡Frodo¡ ¡Frodo!", gritó Gimli, que se acercaba corriendo seguido de Pippin,
señalando al cielo, donde se veía llegar a las águilas trayendo a sus amigos.
*
Sam y Frodo fueron llevados a Ithilien y atendidos por Aragorn. Allí descansaron hasta
reponer sus fuerzas. Los hombres los admiraban por sus hazañas y el rey mismo les
rindió tributo delante de todos. Luego, fueron conducidos a una enorme tienda donde
se había preparado un festín para agasajarlos y celebrar la victoria. Compartieron la
mesa del rey, junto con Pippin y todos sus amigos. Sam no podía creelo, y comentó
con Pippin
- "¡Trancos! Quién lo hubiera dicho"
Aragorn lo oyó y respondió divertido
- "Sí, Trancos. Aún recuerdo cuando dijiste que no te gustaba mi aspecto. Hemos
recorrido desde entonces, un largo camino, amigo mío, y a mí me falta aún un trecho
por recorrer", dijo mirando a Legolas, que le sonrió.
La cena transcurrió alegremente y luego de ella, los miembros de la compañía se
reunieron bajo los árboles y hablaron hasta casi el amanecer. Los orcos, los árboles
parlantes, las praderas de leguas interminables, los jinetes al galope, las cavernas
relucientes, las torres blancas y los palacios de oro, las batallas y los altos navios
surcando las aguas, todo desfiló ante los ojos maravillados de Sam y Frodo.
Cuando todos se retiraron al fin a descansar, Legolas dijo que iría a caminar por los
bosques y se alejó, seguido por Aragorn. Recorrieron juntos esos parajes y el elfo
declaró que algún dia viviría en esa hemosa tierra, siendo secundado por el humano
que le prometió construirle un palacio. Durmieron abrazados en la hierba, como habían
hecho tantas veces en Lórien, la cabeza de Legolas reposaba sobre el hombro de
Aragorn que lo abrazaba protectoramente de la cintura.
Al día siguiente, el ejército se preparaba a regresar a Minas Tirith. Los fatigados
descansaban y los heridos eran curados. El viaje fue ligero y alegre, y al llegar a la
ciudad, levantaron las tiendas para descansar, pues el Rey entraría por las puertas a la
salida del sol.
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Lothlórien
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Arwen no podía creer las noticias. ¡Legolas vivo! Las águilas trayeron las últimas
nuevas de Mordor, el enemigo había sido al fin derrotado. El ejército victorioso había
ido a descansar a Ithilien, llevando al Portador, que estaba herido. Ahora se dirigían a
Gondor, donde Aragorn sería coronado. Lo acompañaban los señores de Rohan y Dol
Amroth, los dunadan y los elfos, representados por Elladan, Elrohir, Haldir y Legolas,
además de Gandalf y los hobbits. El regocijo era general en Lothlórien, donde los
galadhrim preparaban el viaje de sus señores a Gondor.
Elrond mismo se sentía inmensamente aliviado, al fin podría hacer su viaje al Oeste,
para reunirse con su amada Celebrian. Dejaría Rivendel a cargo de sus hijos y
Glorfindel, y a su hija en el trono de Gondor, convertida en reina. Sin embargo, no
comprendía porque ella no se veía tan contenta como debiera estarlo, como si alguna
oscura preocupación turbara la dicha que debería sentir. Se dijo que serían los nervios
del momento, y se unió a los preparativos, pues partirían en dos dias.
Arwen se sentía traicionada, ella misma vio morir al rubio elfo, ¿sería uno de los trucos
del Señor Oscuro? Pero ahora él no existía y ella tenía que saber…Había evitado
acercarse al Palantir desde la vez que vio a Legolas, pero lo había llevado consigo a
Lothlórien, oculto entre sus cosas personales. No lo volvió a mirar pues temía que
Galadriel sospechara algo, su abuela le había dado una significativa mirada. Pero el
peligro había pasado, y sola en sus aposentos, escrutó nuevamente la piedra.
Lo que allí vio fue una explosión y enormes bolas de fuego, tan reales que por un
momento sintió que la piedra ardía. Luego en el humo se fueron formando algunas
figuras, pudo distinguir a las águilas que llevaban en su espalda a Gandalf, Frodo y
Sam, vio también el campo de batalla, donde oscuras figuras huían, y otras de rubios
cabellos observaban el cielo. Entonces, entre esas figuras, distinguió otras dos, una de
cabellos rojos, que se confundían con las llamas y a su lado otra de cabello oscuro que
abrazaba a alguien más. Las llamas danzaron alrededor de estas dos últimas figuras,
confundidas en un abrazo, cabellos negros y cabellos rubios, un humano y un elfo,
¡Aragorn y Legolas!
Cubrió la piedra inmediatamente. Había tomado su determinación, sólo quedaba una
cosa por hacer y no vacilaría. Sería reina. Lo demás no tenía importancia.
****************
Gondor
****************
Entre tanto, en Gondor, Faramir había encontrado en la Dama Eowyn una bella mujer
y una excelente enfermera, tanto para su cuerpo como para su espíritu. Los días que
siguieron a la partida del ejército, los pasaron juntos, y al quinto día Faramir confesó
su amor y fue aceptado por ella, compartiendo ambos la tranquilidad de las Casas de
Curación hasta que las nuevas de la victoria y del regreso del rey llegaron a la ciudad.
Al amanecer, el ejército victorioso entró a la ciudad, siendo admirados por la gente que
los veía pasar. Se ubicaron en filas cerca de la muralla, y esperaron. La puerta de la
ciudad aún no había sido reconstruída, pero en su lugar se había colocado un barrera,
delante de la cual se hallaba Faramir, Eowyn y los capitanes de la Marca. A los lados
de la puerta había congregada una multitud que deseaba ver a su rey.
Hubo un silencio total cuando del ejército de dunadan se adelantó Aragorn, vistiendo
una cota de malla negra, cinturón de plata y un manto blanco y largo sujeto al cuello
por la gema entregada por Arwen. También llevaba una estrella en la frente, sujetada
por una banda de plata. Legolas lo observó desde su lugar con los elfos, sabía que
debía llevar la gema, pero esto le produjo un gran pesar.
Acompañaban a Aragorn los hobbits, Gandalf, Éomer y el príncipe Imrahil. Los hobbits
arrancaron exclamaciones de asombro a la multitud, mas Ioreth, que se encontraba en
primera fila, explicó a su prima y a quienes quisieron oírla, quiénes eran y cómo dos de
ellos habían salvado al Señor Faramir y al "amigo" elfo del Señor Aragorn, ahora
Elessar.
Luego sonaron las trompetas y Faramir se adelantó con las Llaves de la Ciudad y
cuatro hombres que portaban un cofre negro con guarniciones de plata. Faramir
entonces se arrodilló a los pies de Aragorn y solicitó renunciar a su mandato como
senescal. Luego, se puso de pie y gritó
- "¡Hombres de Gondor, escuchad ahora al Senescal del Reino! Alguien ha venido
por fin a reivindicar derechos de realeza. Aragorn hijo de Arathorn, jefe de los
Dúnedain de Arnor, Capitán del Ejército del Oeste, portador de la Estrella del Norte, el
que empuña la Espada que fue forjada de nuevo, aquel cuyas manos traen la curación,
Piedra de Elfo, Elessar de la estirpe de Valandil, hijo de Isildur, hijo de Elendil de
Númenor. ¿Lo queréis por Rey y deseáis que entre en la ciudad y habite entre
vosotros?"
Y no hubo un solo hombre, mujer o niño que dejara de gritar "¡Sí!". Entonces los
guardias se adelantaron abriendo el cofre y Faramir continuó.
- "La costumbre de antaño era que el Rey recibiese la corona de manos de su padre,
antes que él muriera; pero en este caso esto no será posible, e invocando mi autoridad
de Senescal, he traído hoy aquí de Rath Diñen la corona de Earnur, el último Rey, que
vivió en la época de nuestros antepasados remotos."
Faramir levantó la corona antigua, con la forma de los yelmos de los Guardias de la
Ciudadela, pero era más espléndida y enteramente blanca, y las alas laterales de
perlas y de plata imitaban las alas de un ave marina, ya que era elvemblema de los
Reyes venidos de los Mares; y tenía engarzadas siete gemas de diamante, y alta en el
centro brillaba una sola gema cuya luz se alzaba como una llama.
Aragorn tomó la corona en sus manos, y levantándola en alto, dijo:
- "Et Earello Endorenna utúlien. Sinome maruvan ar Híldinyar tenn'Ambarmetta!",
(«Del Gran Mar he llegado a la Tierra Media. Y ésta será mi morada, y la de mis
descendientes, hasta el fin del mundo.»
Pero, ante el asombro de casi todos, no se la puso y la devolvió a Faramir, pidiendo
que fuese Frodo quien le trajera la corona y Gandalf quien se la pusiese, ya que sin
ellos la victoria no había sido posible.
Frodo se adelantó con Gandalf y tomó la corona. Aragorn se arrodilló en el suelo y el
mago lo coronó, exclamando:
- "¡Los días del Rey han vuelto, y ojalá que sean venturosos mientras perduren los
tronos de los Valar!"
Aragorn se levantó y todos lo contemplaron en silencio. Alto y majestuoso, tenía la
grandeza de los hombres de Númenor, su noble frente, que no era la de un joven, era
asiento de sabiduría reflejada en sus ojos, sus manos fuertes tenían el poder de curar
y cuando estaba en batalla no había hombre más valiente que él. La mirada del nuevo
rey recorrió a su ejército, posándose cariñosamente en la persona que le había dado
las fuerzas para continuar, cada vez que su voluntad flaqueaba. El elfo estaba junto a
su inseparable amigo Gimli, y Haldir y Finwë estaban del otro lado. Sus miradas se
encontraron, el elfo resplandecía de alegría y se veía más bello que nunca.
Entonces, Faramir exclamó:
- "¡He aquí el Rey!"
Y todas las trompetas sonaron al paso del soberano, que atravesó las calles cubiertas
de flores y entró en la ciudadela siendo vitoreado por todos. Faramir lo condujo hacia
el edificio principal, llamado Palacio de los Reyes, en donde había un magnífico festín
aguardándolos.
Allí, Aragorn se sentó en el trono real, siendo acompañado por los Capitanes del Oeste
y por los hobbits, a quienes otorgaba un lugar preferente. La fiesta y el regocijo
duraron hasta el anochecer, pues allí se sucedieron desayuno, almuerzo y cena, todo
ello acompañado de exquisitos vinos y canciones compuestas por los juglares
especialmente para la ocasión, realzando las hazañas de cada uno de ellos, pero de
forma deferente, la de Frodo. Sin embargo, existieron algunos momentos de tensión
entre los elfos por ciertos comentarios mordaces que dirigiera Elrohir a Legolas, pero
no pasaron a mayores por la rápida intervención de Elladan, quien logró contener a su
impetuoso hermano, mientras Haldir hacía lo propio con Legolas.
El rey llamó un momento aparte al enano y ambos estuvieron charlando
animadamente, resultando de aquella conversación que un mensajero partiera de
inmediato hacia el más próximo de los reinos de los enanos, con un encargo
sumamente especial.
Se dispusieron también las habitaciones de los nuevos residentes del palacio y de sus
invitados, otorgándose al Rey la más regia de todas, con un balcón enorme que le
permitía dominar la sombría terraza de piedra. Aragorn recorrió las instalaciones
examinándolo todo con atención. Se prometió a sí mismo llenar de jardines ese palacio
gris, así su elfo estaría contento y no echaría tanto de menos los árboles de su
hermoso reino, que gustoso había dejado por seguirlo.
La habitación de Legolas estaba en la segunda planta, junto a la del soberano, y había
una puerta que las comunicaba internamente, pues habían pertenecido antes a la
esposa del senescal. El baño de mármol negro era de especial magnificencia y una
enorme tina en el centro presagiaba placenteros momentos. Aragorn ordenó llenar esa
habitación y el baño de plantas, flores y frutas, buscando complacer a su hermoso
ocupante. ¡Esa noche estarían juntos de nuevo! Pero aún debían ser cautos. Eso le
recordó la promesa incumplida y la charla pendiente y una nueva punzada de
culpabilidad lo sustrajo de sus hermosos sueños.
La fiesta casi había llegado ya a su fin, pues los guerreros, si bien se encontraban
felices, también estaban fatigados. Los elfos cantaban hermosas canciones,
maravillando a quienes los oían, pero poco a poco todos se fueron retirando. El
primero en levantarse fue Finwë, ya que pasados los efectos del vino élfico, sentía
mucho sueño. Haldir le hizo un guiño de complicidad, pues pronto lo alcanzaría. El
joven elfo sonrió, pues Aragorn les habia asignado con muy buen sentido, una sola
habitación.
Al abrir la puerta, Finwë lanzó una exclamación de admiración, jamás había estado en
una habitación tan magnífica. Sólidos muebles de fina caoba tallada daban a la vez una
sensación de sobriedad y elegancia. Allí había un tocador con un enorme espejo con
marco de bronce, una mesa, algunas sillas y un ropero empotrado en la pared de
piedra. Finos adornos de porcelana realzaban la elegancia del aposento, que poseía
también dos enormes ventanales cubiertos por finas cortinas. En el centro de la
habitación se alzaba un poste de madera sólida, también tallado, sin que hubiera algún
propósito aparente para su existencia, aunque sugirió al elfo una gama de
posibilidades.
Pero lo que más llamaba la atención era una enorme cama, tan grande que allí
hubieran cabido cuatro personas. La cama estaba tendida con blancas sábanas de seda
y sobre ella se hallaban las más finas ropas de dormir que el joven elfo hubiera visto.
Las acarició con las manos sintiendo su suavidad, ¡era todo tan magnífico!
La estancia estaba iluminada por la luz de varias lámparas, que Finwë fue apagando,
hasta quedar en penumbras. Luego se desprendió de sus armas, dejándolas
cuidadosamente sobre la mesa, y se desnudó, observando su cuerpo con ojos críticos a
través del espejo. Necesitaba un buen baño, de modo que se dirigió a la puerta al
fondo de la habitación y la abrió, quedándose extasiado con el elegante cuarto de baño
de mármol blanco y la tina que en él había. Gracias a un ingenioso sistema de
calefacción central, ideado por un hobbit, era posible contar con agua caliente y fría,
por lo que el elfo preparó él mismo su baño, utilizando aceites aromáticos, y se
sumergió con deleite en él.
Al cabo de un rato, salió envuelto en una bata azul con finos bordados, y se sentó al
tocador para cepillarse el rojo cabello. Luego se contempló una vez más, y satisfecho
con el resultado, se quitó la bata y se acostó desnudo en la cama. Pero el cansancio
pudo más y Haldir no llegaba, de modo que cuando al fin el guardián de Lórien hizo su
aparición, halló a su amado profundamente dormido.
Haldir sonrió, se había tardado demasiado hablando con Legolas. No deseaba
despertar a su amado, de modo que se desnudó en silencio y tomó a su vez un baño,
para luego deslizarse en la cama junto al cálido cuerpo de Finwë, que se acomodó
entre sus brazos, sin despertar. El rubio elfo no tenía sueño aún, y se sentía
maravillado de la suavidad de la piel de su pequeño elfo, que dormía con la cabeza
sobre su pecho, con el hermoso cabello desordenado. Su espalda desnuda estaba a la
vista, pues la sábana se había deslizado, cubriendo tan sólo parte de la cintura, lo
suficiente para tapar la exquisita redondez en el joven cuerpo. Haldir se entretenía en
acariciarle la espalda, palpando los firmes músculos con especial deleite, cuando un
golpe en la puerta lo sacó de su ensueñ y Elrohir entró, cerrando tras de sí,
visiblemente turbado.
- "¿Qué sucede Elrohir?", dijo él, sin hacer nada por cubrir la espalda de su amado que
dormía aún.
- "Te pido disculpas por entrar así, amigo mío", dijo Elrohir en voz baja, "pero un
criado venía por el pasillo y no deseo ser visto", continuó.
- "¿Y por qué tanto misterio? ¿Sobre qué deseas hablarme?", preguntó intrigado
Haldir.
- "Yo…lo siento…quería hablarte de él…de Legolas. Pensé que estarías solo, será mejor
que vuelva en otro momento…", contestó Elrohir, posando sus ojos sobre la figura
dormida, y los dejó vagar deteniéndose en el lugar que la sábana apenas cubría "¡Oh
Elbereth! ¡Es tan hermoso!"
Haldir sonrió. El momento que buscaba había llegado.
- "Lo deseas, ¿verdad?", preguntó. No había celos en su voz, sólo entendimiento,
producto de la confianza ganada en tantas noches compartidas.
Elrohir no respondió, en lugar de eso, extendió la mano en dirección a la espalda
desnuda de Finwë como atraído por alguna irresistible fuerza, pero luego la dejó caer y
miró a Haldir.
- "Amigo mío, sé lo que te aflige, pero no quieras cargar sobre tus hombros los
problemas de otros. Esta noche, al menos, permítete descansar, y disfrutemos los
placeres que compartimos un día. Tócalo", susurró el rubio elfo, retirando su mano de
la cintura de Finwë.
El elfo de Rivendel no pudo resistir esa invitación y, sentándose a un lado de la cama,
posó su mano sobre la suave piel, acariciándola de arriba hacia abajo, ante la mirada
de aprobación de Haldir.
Un discreto golpe en la puerta los distrajo. Elrohir se apresuró a abrir. Era Elladan,
quien echándolo de menos, había sospechado dónde se encontraba y venía a buscarlo.
Traía un pantalón de seda color azul marino y una bata del mismo color y material. Los
hermanos intercambiaron una elocuente mirada y Elladan, comprendiendo el mensaje,
se apresuró a acercarse a la cama, despojándose de la bata, y se recostó junto a
Haldir.
- "Haldir, mucho tiempo llevamos sin compartir nuestros placeres. Me alegro de que
este momento al fin haya llegado y que se nos pueda unir tu bello compañero", dijo
besándolo ligeramente en los labios.
En ese momento, Finwë se movió en sueños, colocando su pierna izquierda sobre el
cuerpo de Haldir, de modo que la sábana que lo cubría se deslizó, dejándolo desnudo y
expuesto a las lujuriosas miradas de su compañero y de los gemelos.
Las manos de Elrohir se apoderaron de sus nalgas, que acariciaba haciendo círculos. El
joven elfo, perdido en sus sueños, comenzó a mover las caderas buscando más
contacto para tales caricias, que se hicieron más urgentes cuando las manos de
Elladan se unieron a las de su hermano, mientras Haldir masajeaba cuidadosamente
cuello y hombros.
Finwë entreabrió los ojos y los vio. Los volvió a cerrar y los abrió nuevamente y
continuaban allí. Sobresaltado, se sentó sobre la cama cubriéndose con la sábana.
- "¿Haldir? ¿Qué está pasando?", preguntó, arrancando una franca sonrisa del rostro
de su compañero. "¡Elbereth, qué ingenuo puede ser a veces!", se dijo Haldir.
- "¿Recuerdas lo que te pedí hace unas semanas, en las Casas de Curación?", dijo con
un guiño, "pues bien, el Anillo ha sido destruido, la pesadilla terminó, y creo que
merecemos alguna diversión", y rápidamente le quitó la sábana, atrayéndolo luego de
los hombros para besarlo apasionadamente. ¡Ese elfo lo enloquecía!
Finwë correspondió el beso con igual pasión, sientiendo las manos de Elrohir
recorriendo su cuerpo. Elladan se entretenía entre tanto, besando a Haldir en el cuello
y la espalda y acariciando su pecho. Entonces, el joven elfo recordó algo, y susurró en
el oído de Haldir unas palabras que hicieron que el apuesto guardián de Lórien sonriera
maliciosamente, dándole su aprobación.
El joven elfo pelirrojo se levantó entonces, evitando juguetonamente las caricias de
Elrohir, y se dirigió al poste. Seductoramente, bailó moviendo las caderas, al tiempo
que su cuerpo rozaba el poste con sensuales movimientos. Elladan se sentó en la cama
a disfrutar el espectáculo, mientras Haldir buscaba algo entre sus cosas. Elrohir, sin
embargo, no quería dejar de tocar ese cuerpo que tanto anhelaba poseer nuevamente
y se puso de pie tratando de abrazarlo, pero Finwë lo esquivaba hábilmente sin dejar
de mover enloquecedoramente las caderas, al tiempo que lo desnudaba. De pronto,
cuando Elrohir estuvo desnudo, le apoyó la espalda al poste y cayó de rodillas,
tomando el miembro erecto de él entre los labios.
Elrohir lanzó un gemido y se apoyó más en el poste, cogiendo la cabeza de Finwë y
empujándola hacia delante para aumentar la sensación, cuando fue aprisionado por
una cadena, que rápidamente fue ajustada al poste con un candado que se cerró de un
chasquido.
- "¿Qué es esto? ¡Haldir!", gritó enfurecido, pero ya otra cadena era puesta, ajustando
el abrazo, de modo que quedó atado al poste y sin posibilidad de moverse, a pesar de
que se debatía furiosamente.
Finwë se había deslizado donde estaba Elladan y, rodéandole el cuello con los brazos,
le dirigió algunas palabras al oído, mientras mordía suavemente el lóbulo.
- "¡Elladan, hermano! ¿No vas a ayudarme?", clamaba Elrohir
- "Lo siento, hermano, creo que no…hay cosas a las que no puedo negarme…",
contestó Elladan mientras su boca era aprisionada por la de Finwë en un apasionado
beso. ¡El muchacho había aprendido mucho!, Elladan se dijo que Haldir era un
excelente maestro.
Los forcejeos y protestas de Elrohir serían oídos por todo el palacio, de modo que
Haldir, quien en todo momento había estado detrás del poste, divirtiéndose mucho con
la situación, decidió amordazarlo también, y lo hizo sin previo aviso, pasando la
mordaza por la boca de Elrohir y atándola firmemente por detrás del poste, con lo que
le inmovilizó completamente la cabeza. Luego comprobó las ataduras, pues no deseaba
correr ningún riesgo, bastante conocía el temperamento de su antiguo amor.
El elfo de Lórien se unió a la pareja que se besaba en la cama y suavemente despojó a
Elladan de sus pantalones, tomando su miembro entre sus hábiles manos. Los gemidos
de placer no tardaron en oírse, aumentando su intensidad cuando Haldir usó sus labios
para continuar la deliciosa tortura. Finwë entonces tomó a su vez el miembro de Haldir
entre sus labios y comenzó a succioarlo tan deliciosamente que pronto el elfo de Lórien
unió sus gemidos a los de Elladan.
Elrohir, pasado ya su furor, miraba la escena, impotente. La posición en la que estaba
Finwë, de rodillas, con los codos apoyados en la cama y la cara hundida en el rostro de
Haldir, le proporcionaban una vista deliciosa. Su miembro se erguía mientras él trataba
en vano de soltarse.
De pronto, Elladan advirtió lo que estaba haciendo el joven elfo, e inclinó su cuerpo
hacia un costado, tomando a Finwë por las caderas, para luego clavar su lengua en la
parte más sensible de su amigo, mientras sus manos jugaban con su miembro. La
tortura apenas comenzaba para el elfo atado, esta se acentuó cuando oyó los gemidos
de Finwë suplicando que lo tomasen, mientras movía desesperadamente las caderas.
Elladan deslizó el primer dedo, preparándolo, cuando fue detenido por Haldir.
- "Primero yo", y reemplazó el dedo de Elladan por el suyo. Finwë se apresuró a
succionar con deleite el miembro del elfo de Rivendel, recompensándolo por sus
deliciosas caricias, mientras levantaba las caderas apoyándose en las rodillas para
facilitar las acciones de su amado Haldir.
El miembro de Elladan era atendido con habilidad, mientras Finwë traviesamente
miraba de reojo a Elrohir, que miraba la escena con los ojos vidriosos y una expresión
de profunda lujuria que lo hacía increíblemente atractivo, a pesar de la mordaza. Entre
tanto, Haldir había preparado su delicioso camino, deslizándose en él sin recibir
resistencia alguna. El joven elfo empujaba para atrás, buscando mayor contacto,
mientras jugaba con Elladan deslizando a su vez su dedo mojado en saliva.
Elrohir se agitó, golpeándose la cabeza, impotente, contra el poste. No podía ni
siquiera mover las manos y tener un poco de alivio mientras veía a Haldir poseer al
hermoso pelirrojo que, entre gemidos de placer, no dejaba de mirarlo.
Elladan se encontró pronto suplicando al joven elfo ser poseído, deseaba
ardientemente sentir dentro suyo a aquél delicioso elfo que tanto placer le había dado.
Finwë se apresuró a complacerlo, cambiando de posición y colocando a Elladan de
costado, con una pierna levantada, y lo penetró suavemente. Haldir en ese momento
se recostó también sin retirarse de Finwë y continuó sus deliciosos movimientos
tomando a su compañero de las caderas para sostener sus acometidas, mientras
miraba maliciosamente a Elrohir. Finwë y Elladan gritaban de placer mientras Haldir se
movía. El elfo pronto aceleró sus movimientos y con un ronco gemido, se clavó en el
cuerpo de su amado, derramando toda su semilla dentro de él. Finwë se extrañó un
poco, pues siempre Haldir esperaba que él estuviera listo también, y lanzó un gemido
cuando lo sintió retirarse, pero pronto se envolvió nuevamente en las sensaciones que
le causaba estar dentro del gallardo Elladan, que se movía deliciosamente.
Haldir se acercó a Elrohir y le susurró al oído
- "Sin duda este es el mejor espectáculo que has visto en la Tierra Media", sus manos
rozaron juguetonamente el miembro erecto de su amigo. "Pero es mejor participar en
él que actuar como espectador", continuó, mientras su cálido aliento hacía estremecer
la sensible oreja del elfo atado.
Haldir le quitó la mordaza, besándolo suavemente, como pidiendo perdón por sus
acciones.
- "¡Ahhhhh Haldir! Me matarán…suéltame, te lo suplico…", rogó Elrohir.
El elfo de Lorién lo miró apreciativamente, los hijos de Elrond eran considerados
hermosos y altivos, y sin duda Elrohir lo era, pero verlo suplicar así lo hacía más
atractivo.
- "Prométenos una cosa primero", dijo pícaramente, pasando su lengua por los
pezones del impotente elfo atado.
- "¡Lo que sea Haldir, pero suéltame!"
- "Deja en paz a Legolas, bastantes problemas tiene ya como para estar soportando
tus comentarios hirientes", las palabras fueron dichas con rapidez y firmeza.
- "¡Eso es un juego sucio! No puedo aceptarlo…"
- "Bien. Entonces, ¡Mira!", respondió Haldir, dispuesto a retirarse.
- "…espera. Lo haré, lo prometo…¡suéltame!", capituló Elrohir, en realidad se había ya
dado cuenta de que era un caso perdido y eso era lo que había venido a decirle a
Haldir, pero su orgullo…
Pronto estuvo libre, arrojándose sobre el cuerpo de Finwë que, junto con Elladan,
habían disminuido el ritmo, esperando los próximos acontecimientos. El joven elfo miró
a Haldir, y al recibir su mirada de aprobación, abrió su cuerpo a Elrohir, siendo poseído
con el ímpetu que caracterizaba al elfo de Rivendel. Los tres continuaron moviéndose,
mientras Haldir se inclinaba a besar a su adorado Finwë en los labios. – "Te amo, mi
pequeño elfo de los bosques", le susurró, alejándose a buscar algo entre sus cosas.
Elrohir sintió de pronto que su cuerpo era invadido por unos solícitos dedos. Con
nostalgia, recordó el tiempo en que esas caricias eran cotidianamente prodigadas por
las mismas manos y se preparó para la acometida que estaba por llegar. Haldir
preparó a su antiguo amor y lo penetró con la rudeza que había caracterizado sus
encuentros tantas veces.
Los cuatro se movieron al mismo ritmo urgente y sus gemidos se mezclaron. Finwë
sintió arquearse el cuerpo de Elladan y tomó su miembro entre las manos,
masajeándolo hasta que sintió el tibio líquido en sus manos y estalló a su vez,
maravillado de la sensación, pues era la primera vez que hacía algo así, sintiendo casi
al mismo tiempo la semilla de Elrohir inundándolo mientras el elfo gritaba su nombre,
secundado por Haldir.
Cayeron exhaustos en una desordenada confusión de cuerpos y Haldir finalmente
abrazó a Finwë, siendo abrazado por detrás por Elladan. Elrohir se levantó a buscar la
sábana que habían arrojado momentos antes, y los cubrió, abrazándose a su vez a
Finwë. Rieron y charlaron sobre esos placenteros momentos, hasta que se quedaron
dormidos.
TBC
1
Por: Ayesha
E-mail =lg_100309@hotmail.com
Clasificación = Capítulo NC-17 – Escenas de cuarteto
Parejas = Aragorn/Legolas, Haldir/Legolas, Haldir/Finwe, Elladan/Elrohir/Finwe,
Elladan/Elrohir/Haldir/Finwe
Disclaimer =Los personajes de esta historia son propiedad de J.R. Tolkien. Esto es
puro entretenimiento y no me reporta beneficio económico alguno. Yo sólo soy
culpable de inventarme a Finwe.
*
Capítulo 12: Batalla final
"When the night takes a deep breath / cuando la noche exhale su aliento profundo
And the daylight has no air / y la luz del dia no tenga aire
If I crawl, if I come crawling home / si me arrastro, si vengo arrastrándome
WiIl you be there / ¿Estarás allí?"
In a little while – U2
Legolas permaneció un rato en la glorieta, pero la dicha que había acompañado el
inicio de ese día había desaparecido por completo con las palabras de Elrohir.
Ciertamente era algo que debía tenerse en consideración y nunca había hablado con
Aragorn de ese tema, pero no era el momento para hacerlo, pues se avecinaba la más
difícil de todas las batallas e iban a Mordor como carnada para distraer al enemigo, sin
saber si volverían con vida. En ese momento, Legolas tomó la determinación de ir a
esa batalla, sin importar qué tuviera que hacer para conseguirlo.
El rubio elfo se puso de pie al oír una voz conocida. Aragorn entraba al jardín
acompañado de Elladan.
- "¿Cómo estás amigo mío? Vine a ver si habías pasado una buena noche, y a
examinar tu brazo", dijo Aragorn con un guiño de complicidad. Legolas sonrió.
- "Pasé la mejor noche que recuerdo, desde que partimos de Lothlórien", respondió,
sin faltar a la verdad.
- "Me alegro por ti, amigo mío", dijo Elladan, "¿no has visto a Elrohir? Salió temprano
hoy."
- "Estuvo aquí, pero ya se fue. Quizá esté con Haldir"
- "Entonces iré a buscarlo", respondió Elladan y se retiró.
Cuando hubo desaparecido Elladan de la vista, Legolas echó los brazos al cuello de
Aragorn dándole un delicioso beso.
- "Te extrañé al despertar", le reprochó.
- "Lo siento. Ahora más que nunca, no podemos despertar sospechas"
Legolas estuvo muy tentado a preguntar cuándo podrían actuar libremente, pero calló,
aún no era el momento. En lugar de eso, miró seriamente a Aragorn .
- "Mi señor, he decidido que los acompañaré a Mordor mañana"
- "¿Qué? No puedes hacerlo, no en ese estado", dijo firmemente Aragorn
- "Escúchame primero. No soy una frágil doncella a quien debes proteger, no soy como
ella", dijo tristemente el elfo. "Soy el único representante de mi reino, soy mucho más
viejo que tú, tengo ya tres milenios, y un brazo roto no significa nada para mí, pues sé
pelear con la espada, además del arco, y..."
- "Legolas, no. Si algo te pasa, no podría perdonarme jamás...", interrumpió Aragorn.
- "¿Y cómo crees que yo me siento? Pues has dicho que quizá no vuelvas con vida,
¿qué hay si te ocurre algo a ti? Prefiero que si vamos a morir, lo hagamos juntos"
- "Legolas, yo...", pero antes de que Aragorn terminase de hablar, Legolas lo obsequió
con una seductora sonrisa, puso la mano sobre su boca, obligándolo a callar, y lo tomó
de la mano para llevarlo de nuevo a su habitación.
Cayeron a la cama con los cuerpos entrelazados. Legolas rodeó con las piernas a
Aragorn mientras se besaban apasionadamente. La noche anterior no había sido
suficiente para ellos, ansiosos de compartir su amor y sus temores en la entrega que
vendría. Lentamente se despojaron de sus vestiduras y se amaron una vez más,
tratando de reprimir los gritos de placer para no llamar la atención de nadie.
Exhaustos, quedaron abrazados largo rato, hasta que su respiración agitada se calmó.
- "¿Entonces, me llevarás?", preguntó dulcemente Legolas
*
Al día siguiente, el ejército estaba reunido. Los últimos orcos que quedaban en esas
regiones se habían retirado y la ciudad estaba relativamente bien defendida por los
hombres que se quedarían.
Aragorn había terminado por ceder al deseo de Legolas de acompañarlos, pues conocía
bien la obstinación de su elfo y no dejaba de tener razón en los argumentos expuestos,
especialmente en el último.
El elfo tenía el brazo atado al cuerpo, inmovilizado para que no sufriera mayores
daños, aunque la fractura estaba sanando rápidamente, pues esa es la habilidad de los
elfos. Legolas montaba a su caballo Arod, llevando en la grupa a Gimli, y marchaba
detrás de Aragorn, quien encabezaba su, junto a Gandalf y los hijos de Elrond. Las
otras compañías eran encabezadas por Haldir, Éomer e Imrahil.
Se despidieron de Merry, quien había sido convencido por Aragorn y Legolas de
quedarse, pues aún no había recuperado del todo las fuerzas. El hobbit se quedaría en
compañía de Bergil, pues el padre de éste también marchaba a la última batalla.
Aragorn dio la orden y al sonido de las trompetas, el ejército comenzó a desplazarse
hacia el este. Cabalgaron hacia Osgiliath, donde llegaron al medio día. Aragorn observó
a su elfo, que no parecía fatigado. Legolas levantó el rostro y le sonrió. Hicieron un
pequeño alto para comer y luego partieron en dirección a Minas Morgul.
Les tomó once días llegar a la Puerta Negra, pero no llegó el ejército completo, pues al
llegar cerca del Paso de Cirith Gorgor, muchos hombres se detuvieron asustados,
negándose a continuar. Aragorn les permitió irse, pues sintió piedad pir ellos, pero les
encomendó custodiar Cair Andros, para que conservaran su honor intacto. Legolas se
maravilló de la indulgencia y sabiduría de Aragorn, se veía tan majestuoso como sus
antepasados de los días de gloria. Pero el recuerdo de las crueles palabras de Elrohir lo
devolvieron bruscamente a la realidad y sólo suspiró, alejándose.
Las noches transcurrían expectantes, los vigías custodiaban, pero los hombres apenas
dormían. Legolas dormía con Gimli y Pippin, mientras Aragorn lo hacía con Gandalf,
Elladan y Elrohir. Haldir y Finwë eran inseparables y compartían las guardias, para
dormir luego abrazados, pues Haldir no hacía nada para ocultar su amor, causando la
sorpresa de muchos.
Una noche, Aragorn se acercó donde su elfo preparaba las mantas en las que pasaría
la noche. Se sentó a examinarle el brazo, que había soldado por completo durante el
viaje. El humano le quitó los vendajes y le masajeó suavemente hombro y brazo con
un ungüento especial.
- "El día se acerca, amado mío", susurró Aragorn
- "Triunfaremos, de eso no dudo. Sólo temo que nuestros amigos puedan ser sacados
de ese horrible lugar antes de que los destruyan", contestó el elfo.
Aragorn acarició la pálida mejilla y se inclinó para besarlo.
- "¡Elessar! Tu guardia se aproxima", dijo Elrohir acercándose.
Aquello ya era demasiado. Durante todo el viaje el elfo había estado tras él, sin dejarle
tener un solo momento de privacidad con Legolas, y haciendo oír comentarios
mordaces que entristecían al bello elfo rubio. Aragorn decidió que era suficiente y se
iba a levantar para replicar, cuando la réplica llegó de una fuente por demás
inesperada.
- "¡Elrohir! Te he estado buscando, ¡ven aquí!", exclamó Finwë y uniendo la acción con
la palabra, tomó al elfo del brazo y lo alejó de allí. Elrohir estaba demasiado
sorprendido para protestar, ¿qué le pasaba al pequeño elfo? Siempre había tenido una
naturaleza dulce y no entendía la ira que veía ahora en sus verdes ojos.
- "¡Deja ya de estar sobre Aragorn y Legolas!", le increpó severamente
- "Eso no es asunto tuyo"
- "Lo es, desde que mortificas a mis amigos y te expones a una situación como esta,
¿en qué estás pensando?", continuó el molesto Finwë.
- "En mi hermana", confesó Elrohir
- "Amigo mío, sé que es difícil", la voz se le dulcificó nuevamente, "pero tú no puedes
hacer nada, ellos se aman. Déjalos resolver sus propios problemas"
- "¡No! tú no entiendes, mi familia dio todo a Aragorn, incluso mi padre que no lo
deseaba, terminó por darle la mano de su hija, mi hermana, la más bella elfa de la
Tierra Media, ¡nosotros confiamos en él!", gritó Elrohir, "¡Él no puede traernos esa
vergüenza!"
- "Nada puedes hacer contra su amor, ¿no lo ves?", dijo Finwë dulcemente, "ellos han
llegado hasta aquí gracias a él, no se extingirá tan fácilmente…"
- "¡Eso veremos!", exclamó Elrohir alejándose. Sin embargo, desde ese día, dejó de
seguir a Aragorn e hizo como si no le importaran las breves charlas que éste sostenía
con Legolas.
Luego de una escaramuza con orcos y hombres del oeste, de la que salieron bien
librados, volvieron los Nazgül, y los vigilaron desde entonces, a gran altura, visibles
sólo a los ojos de los elfos. La aparición de los espectros trajo la desesperanza
nuevamente, pues les recordó que quizá no volverían de ese viaje. Legolas se puso
particularmente sensible, pero esto fue notado sólo por Aragorn y Gimli, que lo
conocían bien. La experiencia de dar muerte al rey de los espectros aún estaba
demasiado cerca.
El onceavo día, al anochecer, hicieron el último campamento y encendieron hogueras.
Casi nadie durmió, atemorizados por sombras que veían en la oscuridad, y por los
aullidos de los lobos. La oscuridad era cerrada, y las nieblas de Mordor brotaban de la
tierra. Fue una fría noche, en la que Aragorn buscó la compañía de Legolas, y
esperaron juntos el amanecer, tomados de la mano.
Al hacerse la luz, pudieron ver el baluarte de Cirith Gorgor, y en el centro mismo la
Puerta Negra, flanqueada por las dos Torres de los Dientes, altas y oscuras. Habían
llegado al fin y ante sus ojos se mostraba la inutilidad de aquél heroísmo, ¿cómo
podrían atacar con esperanza esas torres y murallas? No contaban con máquinas de
guerra y en todos los rincones sabían que existían criaturas al acecho. Los Nazgul
aparecieron nuevamente sobrevolando las Torres de los Dientes, pero el enemigo no
aparecía.
Aragorn dispuso el ejército en dos grandes columnas de piedra que allí existían y
cabalgó hacia la Puerta Negra con una fuerte guardia de caballería, llevando el
estandarte, y acompañados por los heraldos y los trompetas. A la cabeza iban Gandalf
de primer heraldo, y Aragorn con los hijos de Elrond, Eomer, Imrahil y Haldir. Legolas,
Gimli y Peregrin fueron invitados a seguirlos, pues deseaban que todos los pueblos
enemigos de Mordor contaran con un testigo.
Los heraldos entonces llamaron al Señor Oscuro, desafiándolo a salir y reparar los
daños causados al Rey de Gondor. Al cabo de un rato, en que un espantoso silencio
llenó la tierra, se oyeron tambores y cuernos y el batiente central de la puerta negra
se abrió, dejando salir al hombre conocido como Boca de Sauron, pues hacía tantos
años que estaba al servicio del Señor Oscuro, que había olvidado su propio nombre. Se
decía que dominaba las artes de la hechicería y que era más cruel que los orcos.
Este embajador miró burlonamente a los capitanes del oeste, mofándose de ellos.
- "¿Hay en este patético ejército alguien con suficiente autoridad para tratar
conmigo?", preguntó burlón, luego se volvió a Aragorn "¡No tú, desde luego! Pues un
rey no se hace con un trozo de vidrio élfico, ni con los favores de un príncipe…", dejó
esta última frase en el aire, regocijándose de la mirada de dolor en los ojos de Legolas.
¡Ah, razón había tenido su Señor Sauron al transmitirle ese dato!
Pero Aragorn no respondió, sólo clavó la mirada en los ojos del mensajero, y la
sostuvo largo rato, hasta hacerlo retroceder acobardado, tal era la fuerza de su
mirada. Gandalf intervino entonces, para oír las propuestas de Boca de Sauron. Sin
embargo, la voluntad de todos flaqueó al mostrarles este emisario la espada de Sam,
la capa élfica de Frodo y la cota de malla de mithril.
El mago, sin embargo, se sobrepuso, y lo instó a plantear las condiciones de Sauron
para liberar a sus amigos.
- "La chusma de Góndor se retirará en seguida a la otra orilla del Anduin, jurarando no
atacar nunca más a Sauron el Grande con las armas, abierta o secretamente. Todos
los territorios al este del Anduin pertenecerán a Sauron para siempre y sólo a él. Las
tierras que se extienden al oeste del Anduin hasta las Montañas Nubladas y la
Quebrada de Rohan serán tributarias de Mordor, y a sus habitantes les estará
prohibido llevar armas, pero se les permitirá manejar sus propios asuntos. No
obstante, tendrán la obligación de ayudar a reconstruir Isengard, que ellos destruyeron
para nada, y la ciudad pertenecerá a Sauron, y allí residirá el lugarteniente de Sauron:
no Saruman sino otro, más digno de confianza"
Mas Gandalf no aceptó, pidiendo primero que muestren a los prisioneros. Luego
arrebató los objetos de sus amigos y dijo que no aceptarían esas condiciones, echando
de allí al emisario.
Boca de Sauron se retiró enfurecido, y apenas llegó a la puerta, el Señor Oscuro soltó
la trampa que había preparado. Una enorme hueste se precipitó desde Mordor, otro del
Ered y un tercero de las colinas del Morannon. Pronto estarían rodeados. ¡El plan había
tenido éxito! Sauron había mordido el anzuelo, concentrando todas sus fuerzas en
ellos.
Aragorn y Gandalf empezaron a preparar la batalla, poco tiempo les quedaba. Se
situaron en las dos colinas, con los hombres de Rohan y Dol Amroth, mientras los elfos
y los dunadan se ubicaban frente a Mordor, encabezados por Haldir, Legolas, Elladan y
Elrohir. Los Nazgul pronto hicieron su aparición, destruyendo la última esperanza.
El primer ataque cayó sobre ellos, una lluvia de flechas de los orcos, que fue repelida
por otra similar de los elfos. Luego siguió una compañóa de trolls que destrozaban a
los hombres de Gondor, golpeando con sus mazas. Las fuerzas de los defensores
empezaba a flaquear. Aragorn combatía al pie de su estandarte, pero los ojos le
brillaban y se esforzaba por ver hacia el llano donde peleaban los elfos. Gandalf estaba
en lo alto de la colina, observando. De pronto, se estremeció y gritó:
- "¡Llegan las Águilas!"
Los elfos observaron el cielo con su vista penetrante y pronto confirmaron la noticia:
- "¡Llegan las Águilas! ¡Llegan las Águilas!"
Los soldados de Mordor vieron venir entonces a Gwaihir, el Señor de los Vientos, y a
su hermano Landroval, las más grandes de todas las Águilas del Norte. Detrás de estas
águilas, llegaban todos sus vasallos de las montañas del norte, lanzándose sobre los
Nazgül, que huyeron de pronto, al oir un grito terrible en la Torre Oscura.
En ese instante también, los ejércitos de Mordor se estremecieron, pues habían
percibido algo: el Poder que los guiaba ya no estaba con ellos. ¡El Anillo había sido
destruido! En vano intentaron la retirada, pues los Capitanes del Oeste lo notaron y
actuaron de inmediato, abriéndose paso.
De pronto, la tierra se estremeció bajo los pies de los hombres, y una oscuridad
invadió el cielo, causando que las Torres de los Dientes se desmoronaran, al igual que
las murallas y la Puerta Negra-
- "¡El reino de Sauron ha sucumbido!" gritó Gandalf, "el Portador ha cumplido la
Misión"
Los enemigos se dispersaban en rápida fuga, mientras el poder de Mordor se
desintegraba. Gandalf dejó a Aragorn al mando de la batalla y fue sobre Gwaihir a
buscar a Frodo dentro de Mordor, seguido por Landroval, y por el joven y veloz
Meneldor.
Aragorn dio las últimas órdenes a sus tropas y corrió en busca de su elfo, a quien
encontró asistiendo a Haldir, herido en el brazo por un troll. Finwë se encontraba no
lejos de allí, protegiéndolo de cualquier artero ataque, mas los enemigos casi habían
desaparecido.
Al verlo, Legolas se puso de pie y se abrazaron en silencio, ¡al fin todo había
terminado!
- "¡Salve, mi Rey y señor!", susurró el elfo a su oído, lleno de orgullo.
- "Tu rey no, tu esclavo", le respondió Aragorn, con la voz cargada de emoción.
- "¡Frodo¡ ¡Frodo!", gritó Gimli, que se acercaba corriendo seguido de Pippin,
señalando al cielo, donde se veía llegar a las águilas trayendo a sus amigos.
*
Sam y Frodo fueron llevados a Ithilien y atendidos por Aragorn. Allí descansaron hasta
reponer sus fuerzas. Los hombres los admiraban por sus hazañas y el rey mismo les
rindió tributo delante de todos. Luego, fueron conducidos a una enorme tienda donde
se había preparado un festín para agasajarlos y celebrar la victoria. Compartieron la
mesa del rey, junto con Pippin y todos sus amigos. Sam no podía creelo, y comentó
con Pippin
- "¡Trancos! Quién lo hubiera dicho"
Aragorn lo oyó y respondió divertido
- "Sí, Trancos. Aún recuerdo cuando dijiste que no te gustaba mi aspecto. Hemos
recorrido desde entonces, un largo camino, amigo mío, y a mí me falta aún un trecho
por recorrer", dijo mirando a Legolas, que le sonrió.
La cena transcurrió alegremente y luego de ella, los miembros de la compañía se
reunieron bajo los árboles y hablaron hasta casi el amanecer. Los orcos, los árboles
parlantes, las praderas de leguas interminables, los jinetes al galope, las cavernas
relucientes, las torres blancas y los palacios de oro, las batallas y los altos navios
surcando las aguas, todo desfiló ante los ojos maravillados de Sam y Frodo.
Cuando todos se retiraron al fin a descansar, Legolas dijo que iría a caminar por los
bosques y se alejó, seguido por Aragorn. Recorrieron juntos esos parajes y el elfo
declaró que algún dia viviría en esa hemosa tierra, siendo secundado por el humano
que le prometió construirle un palacio. Durmieron abrazados en la hierba, como habían
hecho tantas veces en Lórien, la cabeza de Legolas reposaba sobre el hombro de
Aragorn que lo abrazaba protectoramente de la cintura.
Al día siguiente, el ejército se preparaba a regresar a Minas Tirith. Los fatigados
descansaban y los heridos eran curados. El viaje fue ligero y alegre, y al llegar a la
ciudad, levantaron las tiendas para descansar, pues el Rey entraría por las puertas a la
salida del sol.
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Lothlórien
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Arwen no podía creer las noticias. ¡Legolas vivo! Las águilas trayeron las últimas
nuevas de Mordor, el enemigo había sido al fin derrotado. El ejército victorioso había
ido a descansar a Ithilien, llevando al Portador, que estaba herido. Ahora se dirigían a
Gondor, donde Aragorn sería coronado. Lo acompañaban los señores de Rohan y Dol
Amroth, los dunadan y los elfos, representados por Elladan, Elrohir, Haldir y Legolas,
además de Gandalf y los hobbits. El regocijo era general en Lothlórien, donde los
galadhrim preparaban el viaje de sus señores a Gondor.
Elrond mismo se sentía inmensamente aliviado, al fin podría hacer su viaje al Oeste,
para reunirse con su amada Celebrian. Dejaría Rivendel a cargo de sus hijos y
Glorfindel, y a su hija en el trono de Gondor, convertida en reina. Sin embargo, no
comprendía porque ella no se veía tan contenta como debiera estarlo, como si alguna
oscura preocupación turbara la dicha que debería sentir. Se dijo que serían los nervios
del momento, y se unió a los preparativos, pues partirían en dos dias.
Arwen se sentía traicionada, ella misma vio morir al rubio elfo, ¿sería uno de los trucos
del Señor Oscuro? Pero ahora él no existía y ella tenía que saber…Había evitado
acercarse al Palantir desde la vez que vio a Legolas, pero lo había llevado consigo a
Lothlórien, oculto entre sus cosas personales. No lo volvió a mirar pues temía que
Galadriel sospechara algo, su abuela le había dado una significativa mirada. Pero el
peligro había pasado, y sola en sus aposentos, escrutó nuevamente la piedra.
Lo que allí vio fue una explosión y enormes bolas de fuego, tan reales que por un
momento sintió que la piedra ardía. Luego en el humo se fueron formando algunas
figuras, pudo distinguir a las águilas que llevaban en su espalda a Gandalf, Frodo y
Sam, vio también el campo de batalla, donde oscuras figuras huían, y otras de rubios
cabellos observaban el cielo. Entonces, entre esas figuras, distinguió otras dos, una de
cabellos rojos, que se confundían con las llamas y a su lado otra de cabello oscuro que
abrazaba a alguien más. Las llamas danzaron alrededor de estas dos últimas figuras,
confundidas en un abrazo, cabellos negros y cabellos rubios, un humano y un elfo,
¡Aragorn y Legolas!
Cubrió la piedra inmediatamente. Había tomado su determinación, sólo quedaba una
cosa por hacer y no vacilaría. Sería reina. Lo demás no tenía importancia.
****************
Gondor
****************
Entre tanto, en Gondor, Faramir había encontrado en la Dama Eowyn una bella mujer
y una excelente enfermera, tanto para su cuerpo como para su espíritu. Los días que
siguieron a la partida del ejército, los pasaron juntos, y al quinto día Faramir confesó
su amor y fue aceptado por ella, compartiendo ambos la tranquilidad de las Casas de
Curación hasta que las nuevas de la victoria y del regreso del rey llegaron a la ciudad.
Al amanecer, el ejército victorioso entró a la ciudad, siendo admirados por la gente que
los veía pasar. Se ubicaron en filas cerca de la muralla, y esperaron. La puerta de la
ciudad aún no había sido reconstruída, pero en su lugar se había colocado un barrera,
delante de la cual se hallaba Faramir, Eowyn y los capitanes de la Marca. A los lados
de la puerta había congregada una multitud que deseaba ver a su rey.
Hubo un silencio total cuando del ejército de dunadan se adelantó Aragorn, vistiendo
una cota de malla negra, cinturón de plata y un manto blanco y largo sujeto al cuello
por la gema entregada por Arwen. También llevaba una estrella en la frente, sujetada
por una banda de plata. Legolas lo observó desde su lugar con los elfos, sabía que
debía llevar la gema, pero esto le produjo un gran pesar.
Acompañaban a Aragorn los hobbits, Gandalf, Éomer y el príncipe Imrahil. Los hobbits
arrancaron exclamaciones de asombro a la multitud, mas Ioreth, que se encontraba en
primera fila, explicó a su prima y a quienes quisieron oírla, quiénes eran y cómo dos de
ellos habían salvado al Señor Faramir y al "amigo" elfo del Señor Aragorn, ahora
Elessar.
Luego sonaron las trompetas y Faramir se adelantó con las Llaves de la Ciudad y
cuatro hombres que portaban un cofre negro con guarniciones de plata. Faramir
entonces se arrodilló a los pies de Aragorn y solicitó renunciar a su mandato como
senescal. Luego, se puso de pie y gritó
- "¡Hombres de Gondor, escuchad ahora al Senescal del Reino! Alguien ha venido
por fin a reivindicar derechos de realeza. Aragorn hijo de Arathorn, jefe de los
Dúnedain de Arnor, Capitán del Ejército del Oeste, portador de la Estrella del Norte, el
que empuña la Espada que fue forjada de nuevo, aquel cuyas manos traen la curación,
Piedra de Elfo, Elessar de la estirpe de Valandil, hijo de Isildur, hijo de Elendil de
Númenor. ¿Lo queréis por Rey y deseáis que entre en la ciudad y habite entre
vosotros?"
Y no hubo un solo hombre, mujer o niño que dejara de gritar "¡Sí!". Entonces los
guardias se adelantaron abriendo el cofre y Faramir continuó.
- "La costumbre de antaño era que el Rey recibiese la corona de manos de su padre,
antes que él muriera; pero en este caso esto no será posible, e invocando mi autoridad
de Senescal, he traído hoy aquí de Rath Diñen la corona de Earnur, el último Rey, que
vivió en la época de nuestros antepasados remotos."
Faramir levantó la corona antigua, con la forma de los yelmos de los Guardias de la
Ciudadela, pero era más espléndida y enteramente blanca, y las alas laterales de
perlas y de plata imitaban las alas de un ave marina, ya que era elvemblema de los
Reyes venidos de los Mares; y tenía engarzadas siete gemas de diamante, y alta en el
centro brillaba una sola gema cuya luz se alzaba como una llama.
Aragorn tomó la corona en sus manos, y levantándola en alto, dijo:
- "Et Earello Endorenna utúlien. Sinome maruvan ar Híldinyar tenn'Ambarmetta!",
(«Del Gran Mar he llegado a la Tierra Media. Y ésta será mi morada, y la de mis
descendientes, hasta el fin del mundo.»
Pero, ante el asombro de casi todos, no se la puso y la devolvió a Faramir, pidiendo
que fuese Frodo quien le trajera la corona y Gandalf quien se la pusiese, ya que sin
ellos la victoria no había sido posible.
Frodo se adelantó con Gandalf y tomó la corona. Aragorn se arrodilló en el suelo y el
mago lo coronó, exclamando:
- "¡Los días del Rey han vuelto, y ojalá que sean venturosos mientras perduren los
tronos de los Valar!"
Aragorn se levantó y todos lo contemplaron en silencio. Alto y majestuoso, tenía la
grandeza de los hombres de Númenor, su noble frente, que no era la de un joven, era
asiento de sabiduría reflejada en sus ojos, sus manos fuertes tenían el poder de curar
y cuando estaba en batalla no había hombre más valiente que él. La mirada del nuevo
rey recorrió a su ejército, posándose cariñosamente en la persona que le había dado
las fuerzas para continuar, cada vez que su voluntad flaqueaba. El elfo estaba junto a
su inseparable amigo Gimli, y Haldir y Finwë estaban del otro lado. Sus miradas se
encontraron, el elfo resplandecía de alegría y se veía más bello que nunca.
Entonces, Faramir exclamó:
- "¡He aquí el Rey!"
Y todas las trompetas sonaron al paso del soberano, que atravesó las calles cubiertas
de flores y entró en la ciudadela siendo vitoreado por todos. Faramir lo condujo hacia
el edificio principal, llamado Palacio de los Reyes, en donde había un magnífico festín
aguardándolos.
Allí, Aragorn se sentó en el trono real, siendo acompañado por los Capitanes del Oeste
y por los hobbits, a quienes otorgaba un lugar preferente. La fiesta y el regocijo
duraron hasta el anochecer, pues allí se sucedieron desayuno, almuerzo y cena, todo
ello acompañado de exquisitos vinos y canciones compuestas por los juglares
especialmente para la ocasión, realzando las hazañas de cada uno de ellos, pero de
forma deferente, la de Frodo. Sin embargo, existieron algunos momentos de tensión
entre los elfos por ciertos comentarios mordaces que dirigiera Elrohir a Legolas, pero
no pasaron a mayores por la rápida intervención de Elladan, quien logró contener a su
impetuoso hermano, mientras Haldir hacía lo propio con Legolas.
El rey llamó un momento aparte al enano y ambos estuvieron charlando
animadamente, resultando de aquella conversación que un mensajero partiera de
inmediato hacia el más próximo de los reinos de los enanos, con un encargo
sumamente especial.
Se dispusieron también las habitaciones de los nuevos residentes del palacio y de sus
invitados, otorgándose al Rey la más regia de todas, con un balcón enorme que le
permitía dominar la sombría terraza de piedra. Aragorn recorrió las instalaciones
examinándolo todo con atención. Se prometió a sí mismo llenar de jardines ese palacio
gris, así su elfo estaría contento y no echaría tanto de menos los árboles de su
hermoso reino, que gustoso había dejado por seguirlo.
La habitación de Legolas estaba en la segunda planta, junto a la del soberano, y había
una puerta que las comunicaba internamente, pues habían pertenecido antes a la
esposa del senescal. El baño de mármol negro era de especial magnificencia y una
enorme tina en el centro presagiaba placenteros momentos. Aragorn ordenó llenar esa
habitación y el baño de plantas, flores y frutas, buscando complacer a su hermoso
ocupante. ¡Esa noche estarían juntos de nuevo! Pero aún debían ser cautos. Eso le
recordó la promesa incumplida y la charla pendiente y una nueva punzada de
culpabilidad lo sustrajo de sus hermosos sueños.
La fiesta casi había llegado ya a su fin, pues los guerreros, si bien se encontraban
felices, también estaban fatigados. Los elfos cantaban hermosas canciones,
maravillando a quienes los oían, pero poco a poco todos se fueron retirando. El
primero en levantarse fue Finwë, ya que pasados los efectos del vino élfico, sentía
mucho sueño. Haldir le hizo un guiño de complicidad, pues pronto lo alcanzaría. El
joven elfo sonrió, pues Aragorn les habia asignado con muy buen sentido, una sola
habitación.
Al abrir la puerta, Finwë lanzó una exclamación de admiración, jamás había estado en
una habitación tan magnífica. Sólidos muebles de fina caoba tallada daban a la vez una
sensación de sobriedad y elegancia. Allí había un tocador con un enorme espejo con
marco de bronce, una mesa, algunas sillas y un ropero empotrado en la pared de
piedra. Finos adornos de porcelana realzaban la elegancia del aposento, que poseía
también dos enormes ventanales cubiertos por finas cortinas. En el centro de la
habitación se alzaba un poste de madera sólida, también tallado, sin que hubiera algún
propósito aparente para su existencia, aunque sugirió al elfo una gama de
posibilidades.
Pero lo que más llamaba la atención era una enorme cama, tan grande que allí
hubieran cabido cuatro personas. La cama estaba tendida con blancas sábanas de seda
y sobre ella se hallaban las más finas ropas de dormir que el joven elfo hubiera visto.
Las acarició con las manos sintiendo su suavidad, ¡era todo tan magnífico!
La estancia estaba iluminada por la luz de varias lámparas, que Finwë fue apagando,
hasta quedar en penumbras. Luego se desprendió de sus armas, dejándolas
cuidadosamente sobre la mesa, y se desnudó, observando su cuerpo con ojos críticos a
través del espejo. Necesitaba un buen baño, de modo que se dirigió a la puerta al
fondo de la habitación y la abrió, quedándose extasiado con el elegante cuarto de baño
de mármol blanco y la tina que en él había. Gracias a un ingenioso sistema de
calefacción central, ideado por un hobbit, era posible contar con agua caliente y fría,
por lo que el elfo preparó él mismo su baño, utilizando aceites aromáticos, y se
sumergió con deleite en él.
Al cabo de un rato, salió envuelto en una bata azul con finos bordados, y se sentó al
tocador para cepillarse el rojo cabello. Luego se contempló una vez más, y satisfecho
con el resultado, se quitó la bata y se acostó desnudo en la cama. Pero el cansancio
pudo más y Haldir no llegaba, de modo que cuando al fin el guardián de Lórien hizo su
aparición, halló a su amado profundamente dormido.
Haldir sonrió, se había tardado demasiado hablando con Legolas. No deseaba
despertar a su amado, de modo que se desnudó en silencio y tomó a su vez un baño,
para luego deslizarse en la cama junto al cálido cuerpo de Finwë, que se acomodó
entre sus brazos, sin despertar. El rubio elfo no tenía sueño aún, y se sentía
maravillado de la suavidad de la piel de su pequeño elfo, que dormía con la cabeza
sobre su pecho, con el hermoso cabello desordenado. Su espalda desnuda estaba a la
vista, pues la sábana se había deslizado, cubriendo tan sólo parte de la cintura, lo
suficiente para tapar la exquisita redondez en el joven cuerpo. Haldir se entretenía en
acariciarle la espalda, palpando los firmes músculos con especial deleite, cuando un
golpe en la puerta lo sacó de su ensueñ y Elrohir entró, cerrando tras de sí,
visiblemente turbado.
- "¿Qué sucede Elrohir?", dijo él, sin hacer nada por cubrir la espalda de su amado que
dormía aún.
- "Te pido disculpas por entrar así, amigo mío", dijo Elrohir en voz baja, "pero un
criado venía por el pasillo y no deseo ser visto", continuó.
- "¿Y por qué tanto misterio? ¿Sobre qué deseas hablarme?", preguntó intrigado
Haldir.
- "Yo…lo siento…quería hablarte de él…de Legolas. Pensé que estarías solo, será mejor
que vuelva en otro momento…", contestó Elrohir, posando sus ojos sobre la figura
dormida, y los dejó vagar deteniéndose en el lugar que la sábana apenas cubría "¡Oh
Elbereth! ¡Es tan hermoso!"
Haldir sonrió. El momento que buscaba había llegado.
- "Lo deseas, ¿verdad?", preguntó. No había celos en su voz, sólo entendimiento,
producto de la confianza ganada en tantas noches compartidas.
Elrohir no respondió, en lugar de eso, extendió la mano en dirección a la espalda
desnuda de Finwë como atraído por alguna irresistible fuerza, pero luego la dejó caer y
miró a Haldir.
- "Amigo mío, sé lo que te aflige, pero no quieras cargar sobre tus hombros los
problemas de otros. Esta noche, al menos, permítete descansar, y disfrutemos los
placeres que compartimos un día. Tócalo", susurró el rubio elfo, retirando su mano de
la cintura de Finwë.
El elfo de Rivendel no pudo resistir esa invitación y, sentándose a un lado de la cama,
posó su mano sobre la suave piel, acariciándola de arriba hacia abajo, ante la mirada
de aprobación de Haldir.
Un discreto golpe en la puerta los distrajo. Elrohir se apresuró a abrir. Era Elladan,
quien echándolo de menos, había sospechado dónde se encontraba y venía a buscarlo.
Traía un pantalón de seda color azul marino y una bata del mismo color y material. Los
hermanos intercambiaron una elocuente mirada y Elladan, comprendiendo el mensaje,
se apresuró a acercarse a la cama, despojándose de la bata, y se recostó junto a
Haldir.
- "Haldir, mucho tiempo llevamos sin compartir nuestros placeres. Me alegro de que
este momento al fin haya llegado y que se nos pueda unir tu bello compañero", dijo
besándolo ligeramente en los labios.
En ese momento, Finwë se movió en sueños, colocando su pierna izquierda sobre el
cuerpo de Haldir, de modo que la sábana que lo cubría se deslizó, dejándolo desnudo y
expuesto a las lujuriosas miradas de su compañero y de los gemelos.
Las manos de Elrohir se apoderaron de sus nalgas, que acariciaba haciendo círculos. El
joven elfo, perdido en sus sueños, comenzó a mover las caderas buscando más
contacto para tales caricias, que se hicieron más urgentes cuando las manos de
Elladan se unieron a las de su hermano, mientras Haldir masajeaba cuidadosamente
cuello y hombros.
Finwë entreabrió los ojos y los vio. Los volvió a cerrar y los abrió nuevamente y
continuaban allí. Sobresaltado, se sentó sobre la cama cubriéndose con la sábana.
- "¿Haldir? ¿Qué está pasando?", preguntó, arrancando una franca sonrisa del rostro
de su compañero. "¡Elbereth, qué ingenuo puede ser a veces!", se dijo Haldir.
- "¿Recuerdas lo que te pedí hace unas semanas, en las Casas de Curación?", dijo con
un guiño, "pues bien, el Anillo ha sido destruido, la pesadilla terminó, y creo que
merecemos alguna diversión", y rápidamente le quitó la sábana, atrayéndolo luego de
los hombros para besarlo apasionadamente. ¡Ese elfo lo enloquecía!
Finwë correspondió el beso con igual pasión, sientiendo las manos de Elrohir
recorriendo su cuerpo. Elladan se entretenía entre tanto, besando a Haldir en el cuello
y la espalda y acariciando su pecho. Entonces, el joven elfo recordó algo, y susurró en
el oído de Haldir unas palabras que hicieron que el apuesto guardián de Lórien sonriera
maliciosamente, dándole su aprobación.
El joven elfo pelirrojo se levantó entonces, evitando juguetonamente las caricias de
Elrohir, y se dirigió al poste. Seductoramente, bailó moviendo las caderas, al tiempo
que su cuerpo rozaba el poste con sensuales movimientos. Elladan se sentó en la cama
a disfrutar el espectáculo, mientras Haldir buscaba algo entre sus cosas. Elrohir, sin
embargo, no quería dejar de tocar ese cuerpo que tanto anhelaba poseer nuevamente
y se puso de pie tratando de abrazarlo, pero Finwë lo esquivaba hábilmente sin dejar
de mover enloquecedoramente las caderas, al tiempo que lo desnudaba. De pronto,
cuando Elrohir estuvo desnudo, le apoyó la espalda al poste y cayó de rodillas,
tomando el miembro erecto de él entre los labios.
Elrohir lanzó un gemido y se apoyó más en el poste, cogiendo la cabeza de Finwë y
empujándola hacia delante para aumentar la sensación, cuando fue aprisionado por
una cadena, que rápidamente fue ajustada al poste con un candado que se cerró de un
chasquido.
- "¿Qué es esto? ¡Haldir!", gritó enfurecido, pero ya otra cadena era puesta, ajustando
el abrazo, de modo que quedó atado al poste y sin posibilidad de moverse, a pesar de
que se debatía furiosamente.
Finwë se había deslizado donde estaba Elladan y, rodéandole el cuello con los brazos,
le dirigió algunas palabras al oído, mientras mordía suavemente el lóbulo.
- "¡Elladan, hermano! ¿No vas a ayudarme?", clamaba Elrohir
- "Lo siento, hermano, creo que no…hay cosas a las que no puedo negarme…",
contestó Elladan mientras su boca era aprisionada por la de Finwë en un apasionado
beso. ¡El muchacho había aprendido mucho!, Elladan se dijo que Haldir era un
excelente maestro.
Los forcejeos y protestas de Elrohir serían oídos por todo el palacio, de modo que
Haldir, quien en todo momento había estado detrás del poste, divirtiéndose mucho con
la situación, decidió amordazarlo también, y lo hizo sin previo aviso, pasando la
mordaza por la boca de Elrohir y atándola firmemente por detrás del poste, con lo que
le inmovilizó completamente la cabeza. Luego comprobó las ataduras, pues no deseaba
correr ningún riesgo, bastante conocía el temperamento de su antiguo amor.
El elfo de Lórien se unió a la pareja que se besaba en la cama y suavemente despojó a
Elladan de sus pantalones, tomando su miembro entre sus hábiles manos. Los gemidos
de placer no tardaron en oírse, aumentando su intensidad cuando Haldir usó sus labios
para continuar la deliciosa tortura. Finwë entonces tomó a su vez el miembro de Haldir
entre sus labios y comenzó a succioarlo tan deliciosamente que pronto el elfo de Lórien
unió sus gemidos a los de Elladan.
Elrohir, pasado ya su furor, miraba la escena, impotente. La posición en la que estaba
Finwë, de rodillas, con los codos apoyados en la cama y la cara hundida en el rostro de
Haldir, le proporcionaban una vista deliciosa. Su miembro se erguía mientras él trataba
en vano de soltarse.
De pronto, Elladan advirtió lo que estaba haciendo el joven elfo, e inclinó su cuerpo
hacia un costado, tomando a Finwë por las caderas, para luego clavar su lengua en la
parte más sensible de su amigo, mientras sus manos jugaban con su miembro. La
tortura apenas comenzaba para el elfo atado, esta se acentuó cuando oyó los gemidos
de Finwë suplicando que lo tomasen, mientras movía desesperadamente las caderas.
Elladan deslizó el primer dedo, preparándolo, cuando fue detenido por Haldir.
- "Primero yo", y reemplazó el dedo de Elladan por el suyo. Finwë se apresuró a
succionar con deleite el miembro del elfo de Rivendel, recompensándolo por sus
deliciosas caricias, mientras levantaba las caderas apoyándose en las rodillas para
facilitar las acciones de su amado Haldir.
El miembro de Elladan era atendido con habilidad, mientras Finwë traviesamente
miraba de reojo a Elrohir, que miraba la escena con los ojos vidriosos y una expresión
de profunda lujuria que lo hacía increíblemente atractivo, a pesar de la mordaza. Entre
tanto, Haldir había preparado su delicioso camino, deslizándose en él sin recibir
resistencia alguna. El joven elfo empujaba para atrás, buscando mayor contacto,
mientras jugaba con Elladan deslizando a su vez su dedo mojado en saliva.
Elrohir se agitó, golpeándose la cabeza, impotente, contra el poste. No podía ni
siquiera mover las manos y tener un poco de alivio mientras veía a Haldir poseer al
hermoso pelirrojo que, entre gemidos de placer, no dejaba de mirarlo.
Elladan se encontró pronto suplicando al joven elfo ser poseído, deseaba
ardientemente sentir dentro suyo a aquél delicioso elfo que tanto placer le había dado.
Finwë se apresuró a complacerlo, cambiando de posición y colocando a Elladan de
costado, con una pierna levantada, y lo penetró suavemente. Haldir en ese momento
se recostó también sin retirarse de Finwë y continuó sus deliciosos movimientos
tomando a su compañero de las caderas para sostener sus acometidas, mientras
miraba maliciosamente a Elrohir. Finwë y Elladan gritaban de placer mientras Haldir se
movía. El elfo pronto aceleró sus movimientos y con un ronco gemido, se clavó en el
cuerpo de su amado, derramando toda su semilla dentro de él. Finwë se extrañó un
poco, pues siempre Haldir esperaba que él estuviera listo también, y lanzó un gemido
cuando lo sintió retirarse, pero pronto se envolvió nuevamente en las sensaciones que
le causaba estar dentro del gallardo Elladan, que se movía deliciosamente.
Haldir se acercó a Elrohir y le susurró al oído
- "Sin duda este es el mejor espectáculo que has visto en la Tierra Media", sus manos
rozaron juguetonamente el miembro erecto de su amigo. "Pero es mejor participar en
él que actuar como espectador", continuó, mientras su cálido aliento hacía estremecer
la sensible oreja del elfo atado.
Haldir le quitó la mordaza, besándolo suavemente, como pidiendo perdón por sus
acciones.
- "¡Ahhhhh Haldir! Me matarán…suéltame, te lo suplico…", rogó Elrohir.
El elfo de Lorién lo miró apreciativamente, los hijos de Elrond eran considerados
hermosos y altivos, y sin duda Elrohir lo era, pero verlo suplicar así lo hacía más
atractivo.
- "Prométenos una cosa primero", dijo pícaramente, pasando su lengua por los
pezones del impotente elfo atado.
- "¡Lo que sea Haldir, pero suéltame!"
- "Deja en paz a Legolas, bastantes problemas tiene ya como para estar soportando
tus comentarios hirientes", las palabras fueron dichas con rapidez y firmeza.
- "¡Eso es un juego sucio! No puedo aceptarlo…"
- "Bien. Entonces, ¡Mira!", respondió Haldir, dispuesto a retirarse.
- "…espera. Lo haré, lo prometo…¡suéltame!", capituló Elrohir, en realidad se había ya
dado cuenta de que era un caso perdido y eso era lo que había venido a decirle a
Haldir, pero su orgullo…
Pronto estuvo libre, arrojándose sobre el cuerpo de Finwë que, junto con Elladan,
habían disminuido el ritmo, esperando los próximos acontecimientos. El joven elfo miró
a Haldir, y al recibir su mirada de aprobación, abrió su cuerpo a Elrohir, siendo poseído
con el ímpetu que caracterizaba al elfo de Rivendel. Los tres continuaron moviéndose,
mientras Haldir se inclinaba a besar a su adorado Finwë en los labios. – "Te amo, mi
pequeño elfo de los bosques", le susurró, alejándose a buscar algo entre sus cosas.
Elrohir sintió de pronto que su cuerpo era invadido por unos solícitos dedos. Con
nostalgia, recordó el tiempo en que esas caricias eran cotidianamente prodigadas por
las mismas manos y se preparó para la acometida que estaba por llegar. Haldir
preparó a su antiguo amor y lo penetró con la rudeza que había caracterizado sus
encuentros tantas veces.
Los cuatro se movieron al mismo ritmo urgente y sus gemidos se mezclaron. Finwë
sintió arquearse el cuerpo de Elladan y tomó su miembro entre las manos,
masajeándolo hasta que sintió el tibio líquido en sus manos y estalló a su vez,
maravillado de la sensación, pues era la primera vez que hacía algo así, sintiendo casi
al mismo tiempo la semilla de Elrohir inundándolo mientras el elfo gritaba su nombre,
secundado por Haldir.
Cayeron exhaustos en una desordenada confusión de cuerpos y Haldir finalmente
abrazó a Finwë, siendo abrazado por detrás por Elladan. Elrohir se levantó a buscar la
sábana que habían arrojado momentos antes, y los cubrió, abrazándose a su vez a
Finwë. Rieron y charlaron sobre esos placenteros momentos, hasta que se quedaron
dormidos.
TBC
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