Leave it behind
Por: Ayesha
E-mail =lg_100309@hotmail.com
Clasificación = Capítulo NC-17
Parejas = Aragorn/Legolas, Haldir/Legolas, Haldir/Finwe, Elladan/Elrohir/Finwe,
Elladan/Elrohir/Haldir/Finwe
Disclaimer =Los personajes de esta historia son propiedad de J.R. Tolkien. Esto es
puro entretenimiento y no me reporta beneficio económico alguno. Yo sólo soy
culpable de inventarme a Finwe.
*
Capítulo 13: Olvido
"Did I ask too much / ¿Te he pedido mucho?
More than a lot / más que un montón de cosas?
You gave me nothing / No me diste nada
Now it's all I got / Es todo lo que obtuve
We're one / Somos uno
But we're not the same / pero no somos los mismos
Well we / Bueno, nosotros
Hurt each other / nos lastimamos uno al otro
Then we do it again / luego lo hacemos de nuevo"
One – U2
Esa misma noche, luego de concluido el festín, y al retirarse Finwë, Aragorn hablaba
con Faramir, Eowyn y Éomer. La conversación se basaba principalmente en la próxima
boda del último senescal de Gondor con la Dama de Rohan, que había llenado de
regocijo a Aragorn pues la dama le era muy querida.
- "La boda será sin duda un gran acontecimiento. ¿Cuándo piensan casarse?",
preguntó Aragorn
- "En unos meses. Aún debo ayudar a mi hermano en la reconstrucción de su país",
contestó Eowyn. Éomer le sonrió.
- "Además, debo encontrar alguna ocupación para un senescal relevado de sus
funciones", replicó Éomer riendo por efecto del vino. Su hermana lo miró
reprobadoramente, pero Aragorn intervino.
- "No creo que esto sea necesario para Faramir, Príncipe de Ithilien", sonrió el rey,
ante el asombro del propio Faramir, pues esto lo cogía completamente por sorpresa. –
"sí, amigo mío, serás el príncipe de la hermosa Ithilien y resguardarás la frontera al
mando de la Compañía Blanca. Sólo una cosa te pido, y es que hagas de esa ciudad la
más hermosa del país de Gondor, pues deseo pasar algunas temporadas allá",
continuó Aragorn, recordando la promesa que hiciera a Legolas. El elfo se hallaba
conversando con Haldir al otro extremo de la mesa.
- "Mi señor, me siento honrado. Se hará como has ordenado, e Ithilien se convertirá en
la ciudad más hermosa en honor a ti y será el marco para engalanar aún más la
belleza de la Dama de Rohan"
- "¿Y tú, señor? ¿también te casarás?", preguntó Eowyn. El efecto del vino y de la
alegría que acababa de recibir influyeron en que hiciera esa indiscreta pregunta, y se
arrepintió al instante al ver la mirada de preocupación de Aragorn.
- "¡Pero claro, Eowyn!", exclamó Éomer, aún bajo los efectos del alcohol. Legolas
levantó la mirada, sus finos oídos élficos habían captado la conversación. "Gondor
necesita herederos que ayuden a reconstruir su grandeza, y hay una alianza con los
elfos que asegurará el éxito de esta difícil empresa, pues Aragorn desposará a la
hermana de Elladan y Elrohir"
- "Aún falta mucho para que eso suceda", dijo Aragorn. Había captado el dolor en la
mirada de Legolas, y era obvio que la discreción no era la principal virtud de Éomer
cuando se hallaba bebido.
- "Pero ellos se encuentran en camino, ¿verdad? Llegarán en tres días como máximo,
me lo dijo el mismo Elrohir", insistió Éomer.
Legolas se despidió de Haldir e hizo una inclinación en dirección al otro grupo antes de
levantarse de la mesa. Haldir hizo lo propio.
- "Es verdad lo que dices amigo mío. Sin embargo aún tengo un trecho que falta
recorrer en este sendero, y en cuando a los herederos, aún me quedan muchos años
por delante antes de necesitar el apoyo de un hijo", respondió Aragorn.
- "Pero piensa en tu pueblo, ellos desearán asegurarse de la continuidad de tu estirpe.
Denethor tuvo dos hijos que fueron el orgullo de Gondor, y aún lo es Faramir, ¿no
quisieras…? ¡Ay!", Eowyn pateó a su hermano fuertemente por debajo de la mesa
haciéndolo callar.
- "Excúsenme, es tarde y mañana debo atender varios asuntos del reino", dijo Aragorn
retirándose. Estaba en la puerta cuando alcanzó a oir a Éomer preguntar, "¿Y yo qué
hice?" a su hermana.
El rey se dirigió a las escaleras que llevaban a su recámara, pensando. Lo expresado
por Éomer era el sentir de muchos de los habitantes de Gondor, necesitaba herederos,
pues ya se hallaba en edad madura. Además una alianza con los elfos era beneficiosa
para su pueblo. Pero amaba a Legolas, y no soportaría perderlo. Por un momento
deseó no ser rey y poder vivir su vida como él quería, pero alejó esos pensamientos,
no era así como lo habían criado. Tenía un pasado que reinvindicar como heredero de
Isildur. Hablaría con Gandalf al día siguiente. Esa noche, solo deseaba el calor que
hallaría en los brazos de su amado elfo.
*
Legolas se dirigió a su habitación en el lujoso palacio que, sin embargo, no era muy de
su agrado pues no había un sólo rincón verde. Había oído lo que dijo Éomer y también
las evasivas de Aragorn. ¿Es que aún dudaba? ¿O simplemente no quiso ventilar sus
asuntos personales con extraños? Haldir le había aconsejado aguardar a que Aragorn
mismo tomara la decisión y eso es lo que haría. ¡Cómo le hubiera gustado ser libre
como Haldir y Finwë! Los dos eran felices, se les veía en los ojos y Legolas se alegró
por sus amigos.
Con estos pensamientos, abrió la puerta de su habitación y quedó mudo de asombro.
¡Era bellísima! Los muebles eran de fina caoba, las sillas tapizadas de terciopelo verde,
la cama labrada finamente, tenía un cubrecama del mismo color y también eran verdes
las almohadas. Pero lo que más le gustó fue que toda la habitación estaba llena de
flores, hermosos jarrones se hallaban en la mesa de noche, en el tocador, en las
repisas, adornándolos con rosas rojas y blancas y ramas de helecho. También había
plantas ornamentales dispuestas junto a la ventana, y el balcón estaba lleno de ellas.
Las fuentes de fruta dispuestas en la pequeña mesa junto al balcón completaron su
dicha, había allí uvas, manzanas y fresas silvestres que eran sus favoritas. Esto sólo
podía ser idea de Aragorn. Legolas se sintió por primera vez en casa, mientras,
sonriendo, se despojaba de sus ropas para dirigirse al cuarto de baño.
Una vez allí, tuvo ocasión de sorprenderse de nuevo, pues el cuarto de baño era todo
de mármol negro y estaba adornado también con hermosas flores y plantas. El elfo se
sentó en el borde de la bañera que empezó a llenar con agua tibia, que manaba de un
grifo en forma de cabeza de dragón, luego tomó un frasco con escencia de rosas y
arrojó parte de su contenido al agua. También encontró otro frasco lleno de pétalos de
rosa que puso también en el agua.
Mientras esperaba que se llene la bañera, se comenzó a deshacer las trenzas mientras
pensaba en su amado Aragorn. Esa noche era para ambos y sólo quería estar en sus
brazos. Había resuelto no preguntarle nada respecto a Arwen y dejar que fuera él
quien tomara la iniciativa, no tenía dudas sobre su amor, pero temía la reacción de
Elrond. Aún así, seguiría a Aragorn mientras él lo quisiera a su lado, pues lo amaba
como jamás amó a nadie. Esa noche sería especial, porque deseaba darle a su rey un
regalo que le probaría a su vez cuánto lo amaba.
Aragorn entró a su habitación y se despojó de sus ropajes reales, colocándose tan solo
una fina bata de seda negra, y se encaminó a la puerta que separaba su habitación de
la de Legolas. Se sorprendió al no hallar al elfo allí, pero sus ropas ordenadas sobre el
sofá le sugirieron hacia donde se había dirigido.
Silenciosamente se dirigió al cuarto de baño y se quedó parado en el marco de la
puerta, admirando la vista que allí se ofrecía. Legolas estaba desnudo, sentado al
borde de la bañera y había terminado de deshacer las trenzas de su cabello. El elfo se
inclinó para probar el agua y se sumergió con gracia en la enorme bañera. Estuvo unos
momentos bajo el agua y luego emergió. Sus miradas se encontraron.
- "Llegas tarde, mi señor. ¿Te gustaría acompañarme?", dijo traviesamente el elfo.
- "Por supuesto", respondió Aragorn despojándose de su bata y sumergiéndose a su
vez. Allí, sus labios se encontraron y fue exquisita la sensación de besarse
nuevamente, como si no lo hubieran hecho en mucho tiempo.
Aragorn comenzó a acariciar el cuerpo que adoraba y Legolas respondía con suaves
gemidos, pero cuando el Rey hizo el primer movimiento para preparar a su amado, la
mano del elfo lo detuvo.
- "Hoy no, amado mío, pues deseo hacerte un obsequio", dijo el elfo, llevándose a los
labios la mano de Aragorn.
- "¿Y cuál será?", aventuró Aragorn
- "Hoy fuiste coronado Rey de los Hombres y mi corazón se llenó de dicha, por eso
deseo hacerte un obsequio que sólo el Príncipe de Mirkwood puede dar a su rey, para
demostrarle cuánto lo ama", contestó Legolas besándolo con ardor, al tiempo que le
sujetaba las manos.
Aragorn estaba un poco sorprendido, pero lo dejó obrar a su gusto, pronto se encontró
dando gemidos de placer por las atenciones que recibía. El bello elfo enconces cambió
de posición, quedando sentado en un ángulo de la bañera, y lo atrajo hacia él,
sentándolo entre sus piernas. Aragorn se resistió un poco, pero el elfo era tanto o más
fuerte que él, y lo dominó fácilmente mientras seguía acariciándolo con manos
expertas. De pronto, los dedos de Legolas exploraron un lugar que no había sido
tocado jamás y Aragorn se sobresaltó.
- "Relájate, mi señor. No te haré daño, jamás lo haría", susurró el elfo a su oído,
mientras continuaba con su exploración.
Aragorn trató de relajarse, las sensaciones que estaba creando Legolas eran muy
placenteras y pronto comenzó a disfrutarlo moviendo las caderas en busca de mayor
contacto, entonces, el elfo retiró los dedos y los reemplazó por algo más, al tiempo
que le decía:
- "Este es mi regalo al rey de los hombres. Te amo, mi señor", y empujó suavemente
para introducirse en él.
El Rey pegó un respingo, esto era más doloroso de lo que había pensado, pero las
hábiles manos de Legolas atendían otras partes de su cuerpo y palabras de amor en
élfico eran susurradas a sus oídos. Lentamente se dejó llevar. El agua ayudaba, y
pronto se completó la unión.
- "¡Ohhhhhhhhh Legolas, esto es maravilloso!", gemía Aragorn mientras su amante
iniciaba el movimiento.
- "¡Aragorn, se siente tan bien!", gemía a su vez Legolas
Estuvieron así por un largo momento, hasta que sus cuerpos no soportaron más y la
semilla del Príncipe de Mirkwood invadió al Rey de Gondor. Luego se retiró lentamente
de su cuerpo y se quedaron abrazados en el agua, ya fría.
Luego de un rato, Aragorn tomó a Legolas de la mano y salieron de la bañera. Se
secaron en silencio, dirigiéndose amorosas miradas y fueron al dormitorio, donde se
acostaron abrazados. Al cabo de un momento, Aragorn dijo:
- "Gracias por el maravilloso regalo que me diste. Legolas, te amo más que a Andúril"
- "Y yo te amo mas que a mi arco"
Y ambos se quedaron dormidos.
*
Al anochecer del siguiente día, Gandalf salió con Aragorn de la ciudad, y lo condujo a la
falda meridional del Monte Mindolluin; y allí encontraron un sendero abierto en tiempos
remotos que ahora pocos se atrevían a transitar. Subieron a un paraje elevado de la
montaña, refugio de los reyes de antaño, y llegaron a un altiplano en la cima de los
picos cubiertos de nieve. Desde allí se contemplaba la ciudad, y los confines más
remotos, desde el Emyn Muil al Rauros, y por el oeste, el mar.
- "Este es tu reino y el más grande reino de los tiempos futuros. Aquí termina la
tercera edad el mundo y comienza una nueva, con los de tu estirpe. También el poder
de los Tres Anillos ha terminado y los elfos tendrán que partir o desaparecer. Esta
nueva edad será del dominio de los hombres", dijo gravemente Gandalf
- "Lo sé muy bien, pero aún necesito tu consejo", dijo Aragorn.
- "Mas no por mucho tiempo, pues mi tiempo pertenece a la Tercera Edad y esta ha
concluido. Partiré con los elfos y en adelante, el peso recaerá sobre ti y los tuyos".
- "Pero yo moriré, y aquél a quien amo no me dará herederos. ¿Y quién gobernará
entonces a Gondor y a quienes aman a esta ciudad? ¿Debo, por el bien de mi pueblo
tener una reina, así no la ame?"
- "No tengo las respuestas, Aragorn. Pero puedo decirte algo, sigue tu corazón como lo
has hecho hasta ahora, pues él te ha guiado en esta difícil empresa y has llegado hasta
aquí por esa fuerza", respondió el Mago.
Ambos permanecieron allí en silencio hasta el alba. Entonces, Aragorn se levantó.
Había al fin tomado una decisión.
*
Los siguientes días, el Rey se sentó en el trono de su palacio y dictó sentencias. Y
llegaron embajadas de numerosos pueblos y países para entrevistarse con él. El Rey
perdonó a los hombres del este que se habían rendido y los dejó en libertad También
liberó a los esclavos de Mordor y les otorgó tierras.
Las gentes de Gondor hablaban de su sabiduría y prudencia pues todo lo que acontecía
en el palacio era noticia importante para ellos. También aguardaban preoupados el
juicio de Beregond, acusado de asesinar a un guardia en los Recintos Sagrados, para
proteger a Faramir de la locura de su padre.
El Rey miró a Beregond y le dijo:
- "Beregond, derramaste sangre en los Recintos Sagrados, donde eso está prohibido.
Además, abandonaste tu puesto sin la licencia del Señor o del Capitán. Por estas
culpas, el castigo en el pasado era la muerte. Por lo tanto he de pronunciar ahora tu
sentencia"
Beregond tembló, pues era le conocida la ley y sabía que el soberano tendría que
aplicarla. El Rey continuó:
- "Quedas absuelto de todo castigo por tu valor en la batalla, y más aún porque todo
cuanto hicis te fue por amor al Señor Faramir. No obstante, tendrás que dejar la
Guardia de la Ciudadela, porque has sido destinado a la Compañía Blanca, con el Señor
Faramir, Príncipe de Ithilien, y serás su capitán, al servicio de aquel por quien todo lo
arriesgaste, para salvarlo de la muerte".
Beregond se hincó de rodillas y besó la mano de su soberano. Y esa misma tarde, todo
el pueblo de Gondor hablaba de la clemencia y sabiduría del Rey Elessar.
Al cabo de unos días, Aragorn recibió a Éomer, Rey de Rohan, quien anunciaba su
partida junto con su hermana Eowyn. Se abrazaron con afecto pues se querían como
hermanos y Éomer se había disculpado ya por su indiscreción la noche del banquete.
Los Jinetes de Rohan partieron, junto a Elladan y Elrohir que recibirían a la comitiva de
Galadriel en el Emyn Muil, y fueron despedidos por las gentes de Gondor.
Los hobbits, Legolas, Gimli y Gandalf aún continuaban en Minas Tirith, junto con Haldir
y su ejército, que esperaban la llegada de Galadriel y Celeborn. Todos sabían que
Aragorn debía tomar una decisión trascendental, a juzgar por su semblante
preocupado, y por eso no quisieron decirle nada, para no perturbarlo más. Estaban
todos instalados en el palacio, donde iban y venían a su antojo.
Aragorn les decía a los hobbits:
- "Sé que todo esto tendrá que terminar alguna vez, y la culminación de cuanto hemos
hecho juntos se aproxima. He tomado una decisión y el día de comunicarla está
próximo. Cuando llegue, deseo tener a mis amigos conmigo", pero nada más agregaba
y ellos no insistían.
Finalmente, llegó una tarde en que los centinelas anunciaron la llegada de la comitiva
tan esperada. Aragorn se encontraba descansando con Legolas entre sus brazos y le
dijo:
- "Amado mío, en unas horas comunicaré mi decisión a la Estrella de la Tarde. He
meditado en las consecuencias de todo esto, y sé que no hay otro camino. Espera mi
anuncio con los otros, durante la cena. Ahora debo irme a darles la bienvenida"
Legolas nada respondió mientras se vestía. Las palabras del Rey estaban claras para
él, pero no dijo nada. Su corazón esperaba y aunque se sentía dichoso, no deseaba
perturbar al Rey con sus palabras. Salió en busca de los hobbits luego de besar a
Aragorn en la frente.
La comitiva venía del norte, y se acercaba a los muros del Pelennor. El Rey dijo:
- "Han llegado al fin. Que toda la ciudad se prepare".
Entrada la tarde, los jinetes llegaron a las puertas de la ciudad. Cabalgaban a la
cabeza Elladan y Elrohir, portando cada uno un estandarte. Los seguía Glorfindel y la
gente de Rivendel que los había acompañado y detrás de ellos venían la Dama
Galadriel y Celeborn, Señor de Lothlórien, montados en corceles blancos, con mantos
grises, y gemas blancas en los cabellos; y por último Elrond, llevando el cetro de
Annúminas, y junto a él, montada en un caballo gris, cabalgaba Arwen, Estrella de la
Tarde de su pueblo.
El pueblo de Gondor vitoreaba su paso y todos comentaban la belleza de la Dama de
Rivendel. Entonces el Rey les dio la bienvenida, y los huéspedes se apearon de los
caballos, y Elrond dejó el cetro, y puso en la mano del Rey la mano de su hija, y así
juntos se encaminaron al palacio, mientras Legolas los miraba. ¡Al fin Aragorn sería
suyo! Pues no le quedaban dudas sobre su decisión final.
En el palacio, se intercambiaron los saludos protocolares y los sirvientes condujeron a
los ilustres huéspedes a sus habitaciones. Aragorn aguardaba a Arwen en el estudio
que utilizaba en la planta alta, lugar más privado que el salón donde dictaba
sentencias. Sentado en el sofá que allí había, cavilaba acerca de las palabras que le
dirigiría a su prometida, cuando un discreto golpe a la puerta lo hizo ponerse de pie
para abrir.
Allí estaba ella, con esa encantadora sonrisa en el rostro, sin imaginar siquiera lo que
le diría. Tomó a su prometida de la mano y la condujo al sofá. El momento había
llegado.
- "Gimli, él se lo va a decir", dijo Legolas. Habían llegado caminando hasta las Casas
de Curación, cuyos jardines eran el único lugar del agrado del elfo en aquella fría
ciudad de piedra. Tomaron asiento en la glorieta central y Legolas se reclinó en uno de
los postes que la sostenían.
- "...mmm...", gruñó el enano. No le gustaba tocar ese tema ni mucho menos tener
que opinar al respecto, pero no juzgaba a su amigo.
- "De cualquier modo, me siento feliz, aunque culpable por Arwen. Sé que será difícil,
pero afrontaré lo que venga, incluso la ira de mi padre", sonrió Legolas, "luego de un
tiempo acá, cumpliré mi promesa y emprenderemos nuestro viaje a las cavernas y a
Fangorn, pero antes debo ir a Mirkwood"
- "¡Esas cavernas! ¡Tienes que verlas Legolas! No hay en el mundo cosa tan bella.
Brillan por todos lados, como pequeños espejos. ¡Oh, si yo pudiera, viviría allí para
siempre! Fundaría una colonia de enanos, sería la más próspera. Mi gente trabajaría
las minas que deben haber allí, pues esa montaña es virgen. ¡Extraeríamos grandes
riquezas y haríamos de las Cavernas de los Espejos el más hermoso Reino Enano!"
- "¿Y por qué no lo haces? Eso está en Rohan y Éomer y tú han llegado a ser buenos
amigos, además, si Aragorn se lo pide, no sabrá negarse. Hazlo, de sólo oírte hablar
así, haces que me conmueva. Algo que te produce tanta emoción tiene que ser en
verdad muy bello", contestó el elfo.
- "Sí, creo que lo haré. Pero antes debo esperar a que Rohan se reconstruya, y
mientras tanto lo pasaré aquí, pues me apena la próxima separación de la Comunidad.
Los hobbits desean volver a La Comarca y pronto lo harán y yo mismo debo volver con
los míos...", dijo Gimli pensativo, luego se puso de pie con una mueca de disgusto,
"allá vienen esos molestos y arrogantes elfos. Te veré en la cena", y se retiró
rápidamente, haciéndoles un saludo con la cabeza.
Elladan y Elrohir llegaron por el otro sendero y se sentaron uno a cada lado de Legolas.
- "Parece que no le gustamos al enano", observó Elladan.
- "No le gustan los elfos, es natural para él", respondió calmadamente Legolas
- "Pues parece entenderse muy bien contigo", dijo Elrohir.
- "Los miembros de la Comunidad hemos desarrollado un vínculo muy fuerte, que ha
ido más allá de la diferencia de razas y costumbres. Somos amigos", fue la respuesta.
- "Pero el tiempo de la Comunidad ha concluido, como todo en esta Edad que se
termina con el reinado de Elessar. La Comunidad ha sido disuelta una vez culminada
su misión", dijo Elladan.
- "La misión de la Comunidad ha concluido, pero el vínculo se mantiene en nuestros
corazones, y perdurará", respondió Legolas, sin mostrarles su molestia por aquélla
charla a la que no veía objeto.
- "Legolas, hay vínculos que por más que perduren no pueden ser mostrados. Mucho
está en juego, la unificación de Gondor y Arnor y la restauración del reino más grande
de la Tierra Media no son cosas para tomar a la ligera. Elessar necesitará el apoyo de
nuestro pueblo", repuso Elrohir. El príncipe no respondió.
- "Hemos venido aquí como amigos tuyos, en recuerdo a tiempos pasados en nuestra
infancia, a decirte que no te deseamos ningún mal. Pero no puedes empeñarte en un
enlace con el Rey de los Hombres. Jamás sería aceptado por los orgullosos habitantes
de este país, y nuestro pueblo no perdonará la burla a la alianza que nuestro padre
pactó", continuó Elladan, "nosotros hemos disfrutado muchas veces de esos placeres
oscuros, con muchos compañeros, pero en reserva. Y es así como deben mantenerse
las cosas, hasta que debas volver a tu reino"
- "¿Qué quieres decir Elladan?", demandó el príncipe. La insinuación encerrada en sus
palabras era un insulto para su orgullo élfico, pero el hijo de Elrond era demasiado
cauto para hablar en forma directa. Muy por el contrario, Elrohir continuó en lugar de
su hermano.
- "Elessar se casará con nuestra hermana Arwen, como fue decidido al iniciarse la
guerra. Ella lo hará feliz y le dará los herederos que Gondor necesita. Tú puedes estar
al lado del rey si así lo deseas, pues todos acá piensan que solo son amigos
inseparables. Pero Arwen jamás debe enterarse de estos arreglos..."
- "¡Basta! Te lo dije una vez y lo diré de nuevo. Elessar y yo haremos lo que debamos
y no hablaré con ustedes de este tema ni escucharé nada más, o el coraje de
Mirkwood se pondrá a prueba con el de Rivendel", declaró Legolas poniéndose de pie.
- "¡NO! ¡Ahora me oirás, príncipito arrogante! Aunque rompo una promesa hecha a
alguien muy querido, te lo diré claramente", Elrohir se puso de pie frente a Legolas
impidiéndole el paso y puso su mano en el hombro del elfo para que no se moviera,
"¡Elessar no se casará contigo sino con Arwen! Tú solo estarás en su cama, serás su
consorte y él nunca..."
Pero no pudo concluir la frase, pues el puño del príncipe le dio directo en la boca
mientras Legolas lo apartaba. Elrohir se arrojó sobre él, mientras Elladan trataba de
detenerlos, sin saber a cuál de los dos agarrar porque ambos elfos se habían trenzado
en una lucha con los puños de la cual no podía decirse que alguien saliera vencedor,
pues ambos tenían similar fuerza y coraje. Ante el ruido de la pelea, salió Ioreth y se
puso inmediatamente en el medio de los dos elfos, que hicieron una pausa para no
golpearla a ella también. Esta pausa fue aprovechada por Elladan para arrastrar a su
hermano de allí, no sin antes decir:
- "Legolas de Mirkwood, has enfrentado a Rivendel contra tu pueblo. Las consecuencias
de tus actos deberás afrontarlas ante tu padre. Nos veremos en el banquete"
Legolas se quedó de pie, con las ropas desarregladas, mirándolos partir. Su cabello
despeinado ondeaba con el viento y Elladan pudo comprender por qué Elessar se había
enamorado del príncipe, hermoso, valiente y de noble corazón, porque Legolas calló,
sus palabras causarían aún más daño y no deseaba empeorar las cosas. Se quedó
erguido mirándolos alejarse.
- "¡Alteza! ¿Se encuentra bien?", preguntó ansiosa Ioreth, "déjeme arreglarle las
ropas. Usted perdone, pero esos elfos nunca me acabaron de gustar y veo que tuve
razón, pues no es de caballeros liarse a golpes de ese modo con un príncipe..."
- "Ioreth, gracias", dijo Legolas mirándola fijamente pero ella seguía hablando.
Entonces la tomó por los hombros y le dijo firme pero amablemente, "Gracias, estoy
bien. Debo irme ahora. No digas a nadie lo que pasó, mucho menos al Rey", y terminó
de acomodar sus ropas para alejarse de allí.
*
- "¿Arwen, qué traes allí?" preguntó Aragorn al notar el lienzo que ella aferraba en su
pecho.
- "Querido Elessar, es el estandarte que bordé, el que usaste para las últimas batallas,
donde saliste victorioso. En mi corazón siempre supe que triunfarías. Elladan me lo
dio.", él no pudo ocultar el dolor de su mirada, "¿Me dirás ahora qué te sucede? Te he
notado preocupado e incómodo, como si guardaras algún penoso secreto…"
- "Arwen, nunca pensé que llegaría el día…que yo te diría, que…", la expresión serena
de ella lo conmovía, ¡Ni siquiera se imaginaba que él estaba a punto de destrozarle el
corazón! ¡No podía hacerlo!
- "¿Qué? Dímelo, querido Elessar", preguntó ella, serena como su hermosa voz.
- "Yo…yo…", entonces la imagen de su amado príncipe vino a calmarlo. Pensar en él le
dio la tranquilidad que necesitaba, "amo a Legolas…"
Ella no se inmutó, sólo le sonrió, con esa encantadora expresión que una vez lo
cautivó, pero ahora su corazón estaba lleno de otro rostro y otra sonrisa. Esa sonrisa
lo animó a continuar.
- "No sé como pasó…fue después de Moria…hemos estado juntos, pero nadie lo sabe,
tenía que decírtelo antes, ¡Arwen, lo siento tanto!", y era verdad, pues su noble
corazón estaba destrozado por el daño que le causaba a su prometida, pero a la vez,
sabía que él tendría el consuelo en los brazos de su verdadero amor, pero ella, ¡Nada!
Se arrodilló besando su mano, que ella no retiró. Las lágrimas ardientes de los ojos del
rey cayeron sobre la delicada mano de Arwen, y ella nada dijo.
Al cabo de un rato, el rey se dio cuenta de que era el único que lloraba, Arwen estaba
serena, sólo sus ojos brillaban un poco, única señal de su pesar.
- "Siéntate, querido Elessar", dijo ella suavemente. Él obedeció, dejándose conducir
dócilmente, sin entender lo que pasaba, "lo sabía. Lo he sabido desde el principio. No
lo entiendo, ni lo apruebo, solo digo que lo sé"
- "¡Oh Arwen! Yo nunca… esto pasó, jamás quise lastimarte, créeme por favor"
- "Lo sé", continuó ella, su voz aún tenía la propiedad de conmoverlo, escucharla
aliviaría la culpa que había estado sintiendo tantos meses, "lo sé, y yo tampoco te
deseo mal alguno. Tú y Legolas deben ser felices y yo no interferiré con eso"
- "¿Por qué?", él no entendía nada, había temido tanto ese momento, las lágrimas y
gritos de Arwen, sus reproches, insultos, todo menos esa extraña ¿indiferencia?
¿aceptación?
- "Porque te amo, y si uno ama verdaderamente, debe dejar ser feliz al ser amado.
Partiré con mi padre en una barca élfica, y en la hermosa Valinor, hacia donde nos
dirigiremos, calmaré mi dolor"
- "¡Elbereth te bendiga Arwen!", exclamó Aragorn abrazándola. Ella correspondió el
abrazo, acariciando sus cabellos.
- "Elessar, hay una cosa que deseo que hagas antes por mi", pidió ella.
- "Dímela y la haré", respondió Aragorn, ¿cómo negarse?
- "Brindemos antes por tu felicidad y la de Legolas", dijo Arwen haciendo un ademán
hacia un pequeño aparador donde habían diferentes licores y copas.
Aragorn se extrañó por el pedido, pero se puso de pie y sirvió vino en dos finas copas
de cristal, alcanzando una a Arwen.
- "Elessar, despliega el estandarte",
- "¿Qué?"
- "El estandarte, hay algo que deseo mostrarte"
Aragorn dejó su copa sobre la mesita y tomó el lienzo en sus manos, desplegándolo y
llenando la estancia con la magnificencia de esa hermosa obra de las manos de la hija
de Elrond. Sus manos vagaron distraídas por el contorno del árbol, sintiendo las
gemas, y ese momento fue aprovechado por Arwen para extraer un frasco de su
escote y verter su contenido en la copa del Rey.
- "Brindemos por la felicidad de dos seres que se aman, y porque vuestro amor
perdure en esta y todas las Edades del Mundo, trayendo prosperidad a esta hermosa
tierra que unificarás para hacer de éste el más grande reino de Arda", dijo Arwen y
ambos bebieron.
Luego se hizo un silencio que fue roto por Arwen.
- "En este estandarte se tejieron mis sueños e ilusiones. Cada hebra de hilo que hay
allí es un pensamiento mío dedicado a ti, cada gema entreteje el destino que deseé
tener junto a ti. Los colores que lo adornan son la esperanza que tu reinado traerá al
mundo; las iniciales que bordé son mis esperanzas. Pero hay algo más", ella hizo una
pausa. Aragorn parecía algo aturdido, "En la parte posterior bordé una inscripción.
Querido Elessar, ten la bondad de leerla".
La voz acariciadora de Arwen era difícil de resistir, además Aragorn empezaba a
sentirse mareado y deseaba que ella se retirase para descansar. Se inclinó hacia la
pequeña inscripción.
- "Son runas élficas, mas no es éste su lenguaje", manifestó luego de examinarlas.
- "Es un dialecto muerto, la lengua de los herreros que forjaron los Silmarils. Léelo,
pues tiene un significado especial"
Aragorn pronunció con voz insegura las palabras de la inscripción. Era un dialecto
muerto, sí. Pero no era élfico. La lengua de Melkor, hacía mucho tiempo olvidada,
volvía a oírse en la Tierra Media, de labios del Rey de los Hombres. La inscripción
rezaba así, en la Lengua Común:
- "Melkor, tu sirviente te invoca. Extiende sobre mí el velo del olvido, destierra el
amor prohibido de mi corazón. La promesa no se romperá y pagaré su precio"
Estas fueron las palabras dichas por Aragorn sin saberlo. En el silencio que siguió, una
niebla pareció brotar del estandarte y envolver a Aragorn, para luego introducirse por
su boca, nariz y oídos, y desaparecer.
El Rey se sentó aturdido. Arwen lo ayudó, tomando sus manos entre las suyas.
- "¿Qué sucedió?", preguntó por fin.
- "Nada, querido Elessar. Me explicabas sobre Legolas"
- "¿Legolas?"
- "Sí. Legolas te acompañó en esta guerra, junto a los otros", contestó Arwen con una
mirada triunfal en los ojos.
- "Ahh, sí. Legolas es mi amigo. Él está aquí junto a todos. Esperan la noticia"
- "¿Qué noticia?"
- "La de nuestra boda, querida Arwen, ¿qué no te lo había dicho?", preguntó él, aún
confundido.
- "Por supuesto. Pero ahora debes descansar. Ven, te llevaré a tu habitación. Dormirás
un poco y luego bajaremos al banquete"
*
Galadriel observaba el salón, engalanado para la especial ocasión. Las mesas estaban
bellamente dispuestas para el banquete, y cubiertas de los más exquisitos manjares.
Los invitados iban llegando y tomando sus lugares. Todos hablaban alegremente
mientras esperaban la llegada de su rey.
La Dama de Lórien había perdido los poderes conferidos por el anillo élfico. Al
destruirse el Anillo Único, los demás habían vuelto a ser anillos normales. Quizá por
eso no pudo captar la desesperada resolución de su nieta de conservar al hombre que
la convertiría en reina.
La música empezó una marcha suave, mientras dos figuras descendían por las
escaleras. El Rey de Gondor, vestido ricamente de seda gris y verde oscuro, con un
manto blanco y la corona ceñida en la frente. De su brazo, la dama más hermosa que
habían visto los ojos de hombres y elfos. Vestida toda de blanco, con esmeraldas
entretejidas en sus negros y largos cabellos, Arwen descendía majestuosa arrancando
exclamaciones de asombro. Se sentaron en la mesa principal, junto a Elrond, Galadriel
y Celeborn, y Faramir e Imrahil también se encontraban allí al igual que Gandalf y
Frodo.
Legolas estaba esperando, como todos, el anuncio de Aragorn y para pasar el rato,
conversaba amenamente con Gimli y los hobbits. Se había ya tranquilizado en relación
a lo dicho por los gemelos, y estaba seguro del amor que él y Aragorn se profesaban.
Enmudeció cuando lo vio bajar por la escalera del brazo de Arwen y notó la mirada
serena de ella. Eso sólo podía significar que lo había aceptado, pues en la mente del
elfo no cabía la posibilidad de que Aragorn no le dijera nada. Sonrió a Gimli, que le
devolvió la sonrisa, dándole una cariñosa palmada en la espalda.
- "¿Nervioso, eh? ¿elfo loco?"
- "Shh, Gimli, ahora lo dirá", dijo Legolas, pues la música había cesado mientras
Aragorn, de pie con su copa en la mano decía:
- "Ciudadanos y amigos de Gondor. Amigos de tierras lejanas. Ha culminado aquí la
Tercera Edad del Mundo, y muchas cosas cambiarán y desaparecerán para ceder su
lugar a las nuevas. El Rey ha vuelto a ocupar su lugar y la grandeza de Gondor será
restaurada, haciéndose patente, en la nueva edad, el dominio del hombre. Los elfos
han cumplido su tiempo en este mundo, pero antes de partir, nos dejan el símbolo de
nuestra última alianza, y el elegido por mi corazón", hizo una pausa. Legolas sonreía,
con una calidez en el corazón que lo hacía muy feliz.
- "La más hermosa de sus flores se quedará en nuestra tierra, para compartir el trono
conmigo y gobernar con la sabiduría de su raza", Legolas parpadeó confundido, ¿qué
era eso que decía Aragorn?
- "La Dama Arwen Undomiel ha consentido ser mi esposa, y así lo ha consentido
también su pueblo", y la tomó de la mano, poniéndola de pie junto a él.
Todos los presentes aplaudían y levantaban sus copas para hacer el brindis de honor.
Sólo una figura cubrió rápidamente su rostro con su capa y salió de allí. Lo siguieron
las miradas preocupadas de Gandalf, Haldir y Finwë. Gimli salió tras él.
El elfo no podía creer lo que acababa de oír. No lo entendía. No quería entenderlo. Las
lágrimas corrían por sus mejillas sin que él pareciera notarlo, sólo sabía que tenía que
huir de allí. ¡Las palabras de Elrohir y Elladan! Las palabras de Aragorn. Nunca pensó
que las palabras podían hacer tanto daño. Ahora su corazón parecía atravesado por mil
espadas y le oprimía el pecho. Desabrochó el botón de su túnica buscando respirar
mejor, pero el dolor era interno, y no le sirvió de nada.
Su amigo Gimli lo llamaba. Legolas le dijo algo para que lo esperase y huyó con Arod.
Nunca volvería a pisar esa tierra donde había sufrido tanto.
TBC
13
Por: Ayesha
E-mail =lg_100309@hotmail.com
Clasificación = Capítulo NC-17
Parejas = Aragorn/Legolas, Haldir/Legolas, Haldir/Finwe, Elladan/Elrohir/Finwe,
Elladan/Elrohir/Haldir/Finwe
Disclaimer =Los personajes de esta historia son propiedad de J.R. Tolkien. Esto es
puro entretenimiento y no me reporta beneficio económico alguno. Yo sólo soy
culpable de inventarme a Finwe.
*
Capítulo 13: Olvido
"Did I ask too much / ¿Te he pedido mucho?
More than a lot / más que un montón de cosas?
You gave me nothing / No me diste nada
Now it's all I got / Es todo lo que obtuve
We're one / Somos uno
But we're not the same / pero no somos los mismos
Well we / Bueno, nosotros
Hurt each other / nos lastimamos uno al otro
Then we do it again / luego lo hacemos de nuevo"
One – U2
Esa misma noche, luego de concluido el festín, y al retirarse Finwë, Aragorn hablaba
con Faramir, Eowyn y Éomer. La conversación se basaba principalmente en la próxima
boda del último senescal de Gondor con la Dama de Rohan, que había llenado de
regocijo a Aragorn pues la dama le era muy querida.
- "La boda será sin duda un gran acontecimiento. ¿Cuándo piensan casarse?",
preguntó Aragorn
- "En unos meses. Aún debo ayudar a mi hermano en la reconstrucción de su país",
contestó Eowyn. Éomer le sonrió.
- "Además, debo encontrar alguna ocupación para un senescal relevado de sus
funciones", replicó Éomer riendo por efecto del vino. Su hermana lo miró
reprobadoramente, pero Aragorn intervino.
- "No creo que esto sea necesario para Faramir, Príncipe de Ithilien", sonrió el rey,
ante el asombro del propio Faramir, pues esto lo cogía completamente por sorpresa. –
"sí, amigo mío, serás el príncipe de la hermosa Ithilien y resguardarás la frontera al
mando de la Compañía Blanca. Sólo una cosa te pido, y es que hagas de esa ciudad la
más hermosa del país de Gondor, pues deseo pasar algunas temporadas allá",
continuó Aragorn, recordando la promesa que hiciera a Legolas. El elfo se hallaba
conversando con Haldir al otro extremo de la mesa.
- "Mi señor, me siento honrado. Se hará como has ordenado, e Ithilien se convertirá en
la ciudad más hermosa en honor a ti y será el marco para engalanar aún más la
belleza de la Dama de Rohan"
- "¿Y tú, señor? ¿también te casarás?", preguntó Eowyn. El efecto del vino y de la
alegría que acababa de recibir influyeron en que hiciera esa indiscreta pregunta, y se
arrepintió al instante al ver la mirada de preocupación de Aragorn.
- "¡Pero claro, Eowyn!", exclamó Éomer, aún bajo los efectos del alcohol. Legolas
levantó la mirada, sus finos oídos élficos habían captado la conversación. "Gondor
necesita herederos que ayuden a reconstruir su grandeza, y hay una alianza con los
elfos que asegurará el éxito de esta difícil empresa, pues Aragorn desposará a la
hermana de Elladan y Elrohir"
- "Aún falta mucho para que eso suceda", dijo Aragorn. Había captado el dolor en la
mirada de Legolas, y era obvio que la discreción no era la principal virtud de Éomer
cuando se hallaba bebido.
- "Pero ellos se encuentran en camino, ¿verdad? Llegarán en tres días como máximo,
me lo dijo el mismo Elrohir", insistió Éomer.
Legolas se despidió de Haldir e hizo una inclinación en dirección al otro grupo antes de
levantarse de la mesa. Haldir hizo lo propio.
- "Es verdad lo que dices amigo mío. Sin embargo aún tengo un trecho que falta
recorrer en este sendero, y en cuando a los herederos, aún me quedan muchos años
por delante antes de necesitar el apoyo de un hijo", respondió Aragorn.
- "Pero piensa en tu pueblo, ellos desearán asegurarse de la continuidad de tu estirpe.
Denethor tuvo dos hijos que fueron el orgullo de Gondor, y aún lo es Faramir, ¿no
quisieras…? ¡Ay!", Eowyn pateó a su hermano fuertemente por debajo de la mesa
haciéndolo callar.
- "Excúsenme, es tarde y mañana debo atender varios asuntos del reino", dijo Aragorn
retirándose. Estaba en la puerta cuando alcanzó a oir a Éomer preguntar, "¿Y yo qué
hice?" a su hermana.
El rey se dirigió a las escaleras que llevaban a su recámara, pensando. Lo expresado
por Éomer era el sentir de muchos de los habitantes de Gondor, necesitaba herederos,
pues ya se hallaba en edad madura. Además una alianza con los elfos era beneficiosa
para su pueblo. Pero amaba a Legolas, y no soportaría perderlo. Por un momento
deseó no ser rey y poder vivir su vida como él quería, pero alejó esos pensamientos,
no era así como lo habían criado. Tenía un pasado que reinvindicar como heredero de
Isildur. Hablaría con Gandalf al día siguiente. Esa noche, solo deseaba el calor que
hallaría en los brazos de su amado elfo.
*
Legolas se dirigió a su habitación en el lujoso palacio que, sin embargo, no era muy de
su agrado pues no había un sólo rincón verde. Había oído lo que dijo Éomer y también
las evasivas de Aragorn. ¿Es que aún dudaba? ¿O simplemente no quiso ventilar sus
asuntos personales con extraños? Haldir le había aconsejado aguardar a que Aragorn
mismo tomara la decisión y eso es lo que haría. ¡Cómo le hubiera gustado ser libre
como Haldir y Finwë! Los dos eran felices, se les veía en los ojos y Legolas se alegró
por sus amigos.
Con estos pensamientos, abrió la puerta de su habitación y quedó mudo de asombro.
¡Era bellísima! Los muebles eran de fina caoba, las sillas tapizadas de terciopelo verde,
la cama labrada finamente, tenía un cubrecama del mismo color y también eran verdes
las almohadas. Pero lo que más le gustó fue que toda la habitación estaba llena de
flores, hermosos jarrones se hallaban en la mesa de noche, en el tocador, en las
repisas, adornándolos con rosas rojas y blancas y ramas de helecho. También había
plantas ornamentales dispuestas junto a la ventana, y el balcón estaba lleno de ellas.
Las fuentes de fruta dispuestas en la pequeña mesa junto al balcón completaron su
dicha, había allí uvas, manzanas y fresas silvestres que eran sus favoritas. Esto sólo
podía ser idea de Aragorn. Legolas se sintió por primera vez en casa, mientras,
sonriendo, se despojaba de sus ropas para dirigirse al cuarto de baño.
Una vez allí, tuvo ocasión de sorprenderse de nuevo, pues el cuarto de baño era todo
de mármol negro y estaba adornado también con hermosas flores y plantas. El elfo se
sentó en el borde de la bañera que empezó a llenar con agua tibia, que manaba de un
grifo en forma de cabeza de dragón, luego tomó un frasco con escencia de rosas y
arrojó parte de su contenido al agua. También encontró otro frasco lleno de pétalos de
rosa que puso también en el agua.
Mientras esperaba que se llene la bañera, se comenzó a deshacer las trenzas mientras
pensaba en su amado Aragorn. Esa noche era para ambos y sólo quería estar en sus
brazos. Había resuelto no preguntarle nada respecto a Arwen y dejar que fuera él
quien tomara la iniciativa, no tenía dudas sobre su amor, pero temía la reacción de
Elrond. Aún así, seguiría a Aragorn mientras él lo quisiera a su lado, pues lo amaba
como jamás amó a nadie. Esa noche sería especial, porque deseaba darle a su rey un
regalo que le probaría a su vez cuánto lo amaba.
Aragorn entró a su habitación y se despojó de sus ropajes reales, colocándose tan solo
una fina bata de seda negra, y se encaminó a la puerta que separaba su habitación de
la de Legolas. Se sorprendió al no hallar al elfo allí, pero sus ropas ordenadas sobre el
sofá le sugirieron hacia donde se había dirigido.
Silenciosamente se dirigió al cuarto de baño y se quedó parado en el marco de la
puerta, admirando la vista que allí se ofrecía. Legolas estaba desnudo, sentado al
borde de la bañera y había terminado de deshacer las trenzas de su cabello. El elfo se
inclinó para probar el agua y se sumergió con gracia en la enorme bañera. Estuvo unos
momentos bajo el agua y luego emergió. Sus miradas se encontraron.
- "Llegas tarde, mi señor. ¿Te gustaría acompañarme?", dijo traviesamente el elfo.
- "Por supuesto", respondió Aragorn despojándose de su bata y sumergiéndose a su
vez. Allí, sus labios se encontraron y fue exquisita la sensación de besarse
nuevamente, como si no lo hubieran hecho en mucho tiempo.
Aragorn comenzó a acariciar el cuerpo que adoraba y Legolas respondía con suaves
gemidos, pero cuando el Rey hizo el primer movimiento para preparar a su amado, la
mano del elfo lo detuvo.
- "Hoy no, amado mío, pues deseo hacerte un obsequio", dijo el elfo, llevándose a los
labios la mano de Aragorn.
- "¿Y cuál será?", aventuró Aragorn
- "Hoy fuiste coronado Rey de los Hombres y mi corazón se llenó de dicha, por eso
deseo hacerte un obsequio que sólo el Príncipe de Mirkwood puede dar a su rey, para
demostrarle cuánto lo ama", contestó Legolas besándolo con ardor, al tiempo que le
sujetaba las manos.
Aragorn estaba un poco sorprendido, pero lo dejó obrar a su gusto, pronto se encontró
dando gemidos de placer por las atenciones que recibía. El bello elfo enconces cambió
de posición, quedando sentado en un ángulo de la bañera, y lo atrajo hacia él,
sentándolo entre sus piernas. Aragorn se resistió un poco, pero el elfo era tanto o más
fuerte que él, y lo dominó fácilmente mientras seguía acariciándolo con manos
expertas. De pronto, los dedos de Legolas exploraron un lugar que no había sido
tocado jamás y Aragorn se sobresaltó.
- "Relájate, mi señor. No te haré daño, jamás lo haría", susurró el elfo a su oído,
mientras continuaba con su exploración.
Aragorn trató de relajarse, las sensaciones que estaba creando Legolas eran muy
placenteras y pronto comenzó a disfrutarlo moviendo las caderas en busca de mayor
contacto, entonces, el elfo retiró los dedos y los reemplazó por algo más, al tiempo
que le decía:
- "Este es mi regalo al rey de los hombres. Te amo, mi señor", y empujó suavemente
para introducirse en él.
El Rey pegó un respingo, esto era más doloroso de lo que había pensado, pero las
hábiles manos de Legolas atendían otras partes de su cuerpo y palabras de amor en
élfico eran susurradas a sus oídos. Lentamente se dejó llevar. El agua ayudaba, y
pronto se completó la unión.
- "¡Ohhhhhhhhh Legolas, esto es maravilloso!", gemía Aragorn mientras su amante
iniciaba el movimiento.
- "¡Aragorn, se siente tan bien!", gemía a su vez Legolas
Estuvieron así por un largo momento, hasta que sus cuerpos no soportaron más y la
semilla del Príncipe de Mirkwood invadió al Rey de Gondor. Luego se retiró lentamente
de su cuerpo y se quedaron abrazados en el agua, ya fría.
Luego de un rato, Aragorn tomó a Legolas de la mano y salieron de la bañera. Se
secaron en silencio, dirigiéndose amorosas miradas y fueron al dormitorio, donde se
acostaron abrazados. Al cabo de un momento, Aragorn dijo:
- "Gracias por el maravilloso regalo que me diste. Legolas, te amo más que a Andúril"
- "Y yo te amo mas que a mi arco"
Y ambos se quedaron dormidos.
*
Al anochecer del siguiente día, Gandalf salió con Aragorn de la ciudad, y lo condujo a la
falda meridional del Monte Mindolluin; y allí encontraron un sendero abierto en tiempos
remotos que ahora pocos se atrevían a transitar. Subieron a un paraje elevado de la
montaña, refugio de los reyes de antaño, y llegaron a un altiplano en la cima de los
picos cubiertos de nieve. Desde allí se contemplaba la ciudad, y los confines más
remotos, desde el Emyn Muil al Rauros, y por el oeste, el mar.
- "Este es tu reino y el más grande reino de los tiempos futuros. Aquí termina la
tercera edad el mundo y comienza una nueva, con los de tu estirpe. También el poder
de los Tres Anillos ha terminado y los elfos tendrán que partir o desaparecer. Esta
nueva edad será del dominio de los hombres", dijo gravemente Gandalf
- "Lo sé muy bien, pero aún necesito tu consejo", dijo Aragorn.
- "Mas no por mucho tiempo, pues mi tiempo pertenece a la Tercera Edad y esta ha
concluido. Partiré con los elfos y en adelante, el peso recaerá sobre ti y los tuyos".
- "Pero yo moriré, y aquél a quien amo no me dará herederos. ¿Y quién gobernará
entonces a Gondor y a quienes aman a esta ciudad? ¿Debo, por el bien de mi pueblo
tener una reina, así no la ame?"
- "No tengo las respuestas, Aragorn. Pero puedo decirte algo, sigue tu corazón como lo
has hecho hasta ahora, pues él te ha guiado en esta difícil empresa y has llegado hasta
aquí por esa fuerza", respondió el Mago.
Ambos permanecieron allí en silencio hasta el alba. Entonces, Aragorn se levantó.
Había al fin tomado una decisión.
*
Los siguientes días, el Rey se sentó en el trono de su palacio y dictó sentencias. Y
llegaron embajadas de numerosos pueblos y países para entrevistarse con él. El Rey
perdonó a los hombres del este que se habían rendido y los dejó en libertad También
liberó a los esclavos de Mordor y les otorgó tierras.
Las gentes de Gondor hablaban de su sabiduría y prudencia pues todo lo que acontecía
en el palacio era noticia importante para ellos. También aguardaban preoupados el
juicio de Beregond, acusado de asesinar a un guardia en los Recintos Sagrados, para
proteger a Faramir de la locura de su padre.
El Rey miró a Beregond y le dijo:
- "Beregond, derramaste sangre en los Recintos Sagrados, donde eso está prohibido.
Además, abandonaste tu puesto sin la licencia del Señor o del Capitán. Por estas
culpas, el castigo en el pasado era la muerte. Por lo tanto he de pronunciar ahora tu
sentencia"
Beregond tembló, pues era le conocida la ley y sabía que el soberano tendría que
aplicarla. El Rey continuó:
- "Quedas absuelto de todo castigo por tu valor en la batalla, y más aún porque todo
cuanto hicis te fue por amor al Señor Faramir. No obstante, tendrás que dejar la
Guardia de la Ciudadela, porque has sido destinado a la Compañía Blanca, con el Señor
Faramir, Príncipe de Ithilien, y serás su capitán, al servicio de aquel por quien todo lo
arriesgaste, para salvarlo de la muerte".
Beregond se hincó de rodillas y besó la mano de su soberano. Y esa misma tarde, todo
el pueblo de Gondor hablaba de la clemencia y sabiduría del Rey Elessar.
Al cabo de unos días, Aragorn recibió a Éomer, Rey de Rohan, quien anunciaba su
partida junto con su hermana Eowyn. Se abrazaron con afecto pues se querían como
hermanos y Éomer se había disculpado ya por su indiscreción la noche del banquete.
Los Jinetes de Rohan partieron, junto a Elladan y Elrohir que recibirían a la comitiva de
Galadriel en el Emyn Muil, y fueron despedidos por las gentes de Gondor.
Los hobbits, Legolas, Gimli y Gandalf aún continuaban en Minas Tirith, junto con Haldir
y su ejército, que esperaban la llegada de Galadriel y Celeborn. Todos sabían que
Aragorn debía tomar una decisión trascendental, a juzgar por su semblante
preocupado, y por eso no quisieron decirle nada, para no perturbarlo más. Estaban
todos instalados en el palacio, donde iban y venían a su antojo.
Aragorn les decía a los hobbits:
- "Sé que todo esto tendrá que terminar alguna vez, y la culminación de cuanto hemos
hecho juntos se aproxima. He tomado una decisión y el día de comunicarla está
próximo. Cuando llegue, deseo tener a mis amigos conmigo", pero nada más agregaba
y ellos no insistían.
Finalmente, llegó una tarde en que los centinelas anunciaron la llegada de la comitiva
tan esperada. Aragorn se encontraba descansando con Legolas entre sus brazos y le
dijo:
- "Amado mío, en unas horas comunicaré mi decisión a la Estrella de la Tarde. He
meditado en las consecuencias de todo esto, y sé que no hay otro camino. Espera mi
anuncio con los otros, durante la cena. Ahora debo irme a darles la bienvenida"
Legolas nada respondió mientras se vestía. Las palabras del Rey estaban claras para
él, pero no dijo nada. Su corazón esperaba y aunque se sentía dichoso, no deseaba
perturbar al Rey con sus palabras. Salió en busca de los hobbits luego de besar a
Aragorn en la frente.
La comitiva venía del norte, y se acercaba a los muros del Pelennor. El Rey dijo:
- "Han llegado al fin. Que toda la ciudad se prepare".
Entrada la tarde, los jinetes llegaron a las puertas de la ciudad. Cabalgaban a la
cabeza Elladan y Elrohir, portando cada uno un estandarte. Los seguía Glorfindel y la
gente de Rivendel que los había acompañado y detrás de ellos venían la Dama
Galadriel y Celeborn, Señor de Lothlórien, montados en corceles blancos, con mantos
grises, y gemas blancas en los cabellos; y por último Elrond, llevando el cetro de
Annúminas, y junto a él, montada en un caballo gris, cabalgaba Arwen, Estrella de la
Tarde de su pueblo.
El pueblo de Gondor vitoreaba su paso y todos comentaban la belleza de la Dama de
Rivendel. Entonces el Rey les dio la bienvenida, y los huéspedes se apearon de los
caballos, y Elrond dejó el cetro, y puso en la mano del Rey la mano de su hija, y así
juntos se encaminaron al palacio, mientras Legolas los miraba. ¡Al fin Aragorn sería
suyo! Pues no le quedaban dudas sobre su decisión final.
En el palacio, se intercambiaron los saludos protocolares y los sirvientes condujeron a
los ilustres huéspedes a sus habitaciones. Aragorn aguardaba a Arwen en el estudio
que utilizaba en la planta alta, lugar más privado que el salón donde dictaba
sentencias. Sentado en el sofá que allí había, cavilaba acerca de las palabras que le
dirigiría a su prometida, cuando un discreto golpe a la puerta lo hizo ponerse de pie
para abrir.
Allí estaba ella, con esa encantadora sonrisa en el rostro, sin imaginar siquiera lo que
le diría. Tomó a su prometida de la mano y la condujo al sofá. El momento había
llegado.
- "Gimli, él se lo va a decir", dijo Legolas. Habían llegado caminando hasta las Casas
de Curación, cuyos jardines eran el único lugar del agrado del elfo en aquella fría
ciudad de piedra. Tomaron asiento en la glorieta central y Legolas se reclinó en uno de
los postes que la sostenían.
- "...mmm...", gruñó el enano. No le gustaba tocar ese tema ni mucho menos tener
que opinar al respecto, pero no juzgaba a su amigo.
- "De cualquier modo, me siento feliz, aunque culpable por Arwen. Sé que será difícil,
pero afrontaré lo que venga, incluso la ira de mi padre", sonrió Legolas, "luego de un
tiempo acá, cumpliré mi promesa y emprenderemos nuestro viaje a las cavernas y a
Fangorn, pero antes debo ir a Mirkwood"
- "¡Esas cavernas! ¡Tienes que verlas Legolas! No hay en el mundo cosa tan bella.
Brillan por todos lados, como pequeños espejos. ¡Oh, si yo pudiera, viviría allí para
siempre! Fundaría una colonia de enanos, sería la más próspera. Mi gente trabajaría
las minas que deben haber allí, pues esa montaña es virgen. ¡Extraeríamos grandes
riquezas y haríamos de las Cavernas de los Espejos el más hermoso Reino Enano!"
- "¿Y por qué no lo haces? Eso está en Rohan y Éomer y tú han llegado a ser buenos
amigos, además, si Aragorn se lo pide, no sabrá negarse. Hazlo, de sólo oírte hablar
así, haces que me conmueva. Algo que te produce tanta emoción tiene que ser en
verdad muy bello", contestó el elfo.
- "Sí, creo que lo haré. Pero antes debo esperar a que Rohan se reconstruya, y
mientras tanto lo pasaré aquí, pues me apena la próxima separación de la Comunidad.
Los hobbits desean volver a La Comarca y pronto lo harán y yo mismo debo volver con
los míos...", dijo Gimli pensativo, luego se puso de pie con una mueca de disgusto,
"allá vienen esos molestos y arrogantes elfos. Te veré en la cena", y se retiró
rápidamente, haciéndoles un saludo con la cabeza.
Elladan y Elrohir llegaron por el otro sendero y se sentaron uno a cada lado de Legolas.
- "Parece que no le gustamos al enano", observó Elladan.
- "No le gustan los elfos, es natural para él", respondió calmadamente Legolas
- "Pues parece entenderse muy bien contigo", dijo Elrohir.
- "Los miembros de la Comunidad hemos desarrollado un vínculo muy fuerte, que ha
ido más allá de la diferencia de razas y costumbres. Somos amigos", fue la respuesta.
- "Pero el tiempo de la Comunidad ha concluido, como todo en esta Edad que se
termina con el reinado de Elessar. La Comunidad ha sido disuelta una vez culminada
su misión", dijo Elladan.
- "La misión de la Comunidad ha concluido, pero el vínculo se mantiene en nuestros
corazones, y perdurará", respondió Legolas, sin mostrarles su molestia por aquélla
charla a la que no veía objeto.
- "Legolas, hay vínculos que por más que perduren no pueden ser mostrados. Mucho
está en juego, la unificación de Gondor y Arnor y la restauración del reino más grande
de la Tierra Media no son cosas para tomar a la ligera. Elessar necesitará el apoyo de
nuestro pueblo", repuso Elrohir. El príncipe no respondió.
- "Hemos venido aquí como amigos tuyos, en recuerdo a tiempos pasados en nuestra
infancia, a decirte que no te deseamos ningún mal. Pero no puedes empeñarte en un
enlace con el Rey de los Hombres. Jamás sería aceptado por los orgullosos habitantes
de este país, y nuestro pueblo no perdonará la burla a la alianza que nuestro padre
pactó", continuó Elladan, "nosotros hemos disfrutado muchas veces de esos placeres
oscuros, con muchos compañeros, pero en reserva. Y es así como deben mantenerse
las cosas, hasta que debas volver a tu reino"
- "¿Qué quieres decir Elladan?", demandó el príncipe. La insinuación encerrada en sus
palabras era un insulto para su orgullo élfico, pero el hijo de Elrond era demasiado
cauto para hablar en forma directa. Muy por el contrario, Elrohir continuó en lugar de
su hermano.
- "Elessar se casará con nuestra hermana Arwen, como fue decidido al iniciarse la
guerra. Ella lo hará feliz y le dará los herederos que Gondor necesita. Tú puedes estar
al lado del rey si así lo deseas, pues todos acá piensan que solo son amigos
inseparables. Pero Arwen jamás debe enterarse de estos arreglos..."
- "¡Basta! Te lo dije una vez y lo diré de nuevo. Elessar y yo haremos lo que debamos
y no hablaré con ustedes de este tema ni escucharé nada más, o el coraje de
Mirkwood se pondrá a prueba con el de Rivendel", declaró Legolas poniéndose de pie.
- "¡NO! ¡Ahora me oirás, príncipito arrogante! Aunque rompo una promesa hecha a
alguien muy querido, te lo diré claramente", Elrohir se puso de pie frente a Legolas
impidiéndole el paso y puso su mano en el hombro del elfo para que no se moviera,
"¡Elessar no se casará contigo sino con Arwen! Tú solo estarás en su cama, serás su
consorte y él nunca..."
Pero no pudo concluir la frase, pues el puño del príncipe le dio directo en la boca
mientras Legolas lo apartaba. Elrohir se arrojó sobre él, mientras Elladan trataba de
detenerlos, sin saber a cuál de los dos agarrar porque ambos elfos se habían trenzado
en una lucha con los puños de la cual no podía decirse que alguien saliera vencedor,
pues ambos tenían similar fuerza y coraje. Ante el ruido de la pelea, salió Ioreth y se
puso inmediatamente en el medio de los dos elfos, que hicieron una pausa para no
golpearla a ella también. Esta pausa fue aprovechada por Elladan para arrastrar a su
hermano de allí, no sin antes decir:
- "Legolas de Mirkwood, has enfrentado a Rivendel contra tu pueblo. Las consecuencias
de tus actos deberás afrontarlas ante tu padre. Nos veremos en el banquete"
Legolas se quedó de pie, con las ropas desarregladas, mirándolos partir. Su cabello
despeinado ondeaba con el viento y Elladan pudo comprender por qué Elessar se había
enamorado del príncipe, hermoso, valiente y de noble corazón, porque Legolas calló,
sus palabras causarían aún más daño y no deseaba empeorar las cosas. Se quedó
erguido mirándolos alejarse.
- "¡Alteza! ¿Se encuentra bien?", preguntó ansiosa Ioreth, "déjeme arreglarle las
ropas. Usted perdone, pero esos elfos nunca me acabaron de gustar y veo que tuve
razón, pues no es de caballeros liarse a golpes de ese modo con un príncipe..."
- "Ioreth, gracias", dijo Legolas mirándola fijamente pero ella seguía hablando.
Entonces la tomó por los hombros y le dijo firme pero amablemente, "Gracias, estoy
bien. Debo irme ahora. No digas a nadie lo que pasó, mucho menos al Rey", y terminó
de acomodar sus ropas para alejarse de allí.
*
- "¿Arwen, qué traes allí?" preguntó Aragorn al notar el lienzo que ella aferraba en su
pecho.
- "Querido Elessar, es el estandarte que bordé, el que usaste para las últimas batallas,
donde saliste victorioso. En mi corazón siempre supe que triunfarías. Elladan me lo
dio.", él no pudo ocultar el dolor de su mirada, "¿Me dirás ahora qué te sucede? Te he
notado preocupado e incómodo, como si guardaras algún penoso secreto…"
- "Arwen, nunca pensé que llegaría el día…que yo te diría, que…", la expresión serena
de ella lo conmovía, ¡Ni siquiera se imaginaba que él estaba a punto de destrozarle el
corazón! ¡No podía hacerlo!
- "¿Qué? Dímelo, querido Elessar", preguntó ella, serena como su hermosa voz.
- "Yo…yo…", entonces la imagen de su amado príncipe vino a calmarlo. Pensar en él le
dio la tranquilidad que necesitaba, "amo a Legolas…"
Ella no se inmutó, sólo le sonrió, con esa encantadora expresión que una vez lo
cautivó, pero ahora su corazón estaba lleno de otro rostro y otra sonrisa. Esa sonrisa
lo animó a continuar.
- "No sé como pasó…fue después de Moria…hemos estado juntos, pero nadie lo sabe,
tenía que decírtelo antes, ¡Arwen, lo siento tanto!", y era verdad, pues su noble
corazón estaba destrozado por el daño que le causaba a su prometida, pero a la vez,
sabía que él tendría el consuelo en los brazos de su verdadero amor, pero ella, ¡Nada!
Se arrodilló besando su mano, que ella no retiró. Las lágrimas ardientes de los ojos del
rey cayeron sobre la delicada mano de Arwen, y ella nada dijo.
Al cabo de un rato, el rey se dio cuenta de que era el único que lloraba, Arwen estaba
serena, sólo sus ojos brillaban un poco, única señal de su pesar.
- "Siéntate, querido Elessar", dijo ella suavemente. Él obedeció, dejándose conducir
dócilmente, sin entender lo que pasaba, "lo sabía. Lo he sabido desde el principio. No
lo entiendo, ni lo apruebo, solo digo que lo sé"
- "¡Oh Arwen! Yo nunca… esto pasó, jamás quise lastimarte, créeme por favor"
- "Lo sé", continuó ella, su voz aún tenía la propiedad de conmoverlo, escucharla
aliviaría la culpa que había estado sintiendo tantos meses, "lo sé, y yo tampoco te
deseo mal alguno. Tú y Legolas deben ser felices y yo no interferiré con eso"
- "¿Por qué?", él no entendía nada, había temido tanto ese momento, las lágrimas y
gritos de Arwen, sus reproches, insultos, todo menos esa extraña ¿indiferencia?
¿aceptación?
- "Porque te amo, y si uno ama verdaderamente, debe dejar ser feliz al ser amado.
Partiré con mi padre en una barca élfica, y en la hermosa Valinor, hacia donde nos
dirigiremos, calmaré mi dolor"
- "¡Elbereth te bendiga Arwen!", exclamó Aragorn abrazándola. Ella correspondió el
abrazo, acariciando sus cabellos.
- "Elessar, hay una cosa que deseo que hagas antes por mi", pidió ella.
- "Dímela y la haré", respondió Aragorn, ¿cómo negarse?
- "Brindemos antes por tu felicidad y la de Legolas", dijo Arwen haciendo un ademán
hacia un pequeño aparador donde habían diferentes licores y copas.
Aragorn se extrañó por el pedido, pero se puso de pie y sirvió vino en dos finas copas
de cristal, alcanzando una a Arwen.
- "Elessar, despliega el estandarte",
- "¿Qué?"
- "El estandarte, hay algo que deseo mostrarte"
Aragorn dejó su copa sobre la mesita y tomó el lienzo en sus manos, desplegándolo y
llenando la estancia con la magnificencia de esa hermosa obra de las manos de la hija
de Elrond. Sus manos vagaron distraídas por el contorno del árbol, sintiendo las
gemas, y ese momento fue aprovechado por Arwen para extraer un frasco de su
escote y verter su contenido en la copa del Rey.
- "Brindemos por la felicidad de dos seres que se aman, y porque vuestro amor
perdure en esta y todas las Edades del Mundo, trayendo prosperidad a esta hermosa
tierra que unificarás para hacer de éste el más grande reino de Arda", dijo Arwen y
ambos bebieron.
Luego se hizo un silencio que fue roto por Arwen.
- "En este estandarte se tejieron mis sueños e ilusiones. Cada hebra de hilo que hay
allí es un pensamiento mío dedicado a ti, cada gema entreteje el destino que deseé
tener junto a ti. Los colores que lo adornan son la esperanza que tu reinado traerá al
mundo; las iniciales que bordé son mis esperanzas. Pero hay algo más", ella hizo una
pausa. Aragorn parecía algo aturdido, "En la parte posterior bordé una inscripción.
Querido Elessar, ten la bondad de leerla".
La voz acariciadora de Arwen era difícil de resistir, además Aragorn empezaba a
sentirse mareado y deseaba que ella se retirase para descansar. Se inclinó hacia la
pequeña inscripción.
- "Son runas élficas, mas no es éste su lenguaje", manifestó luego de examinarlas.
- "Es un dialecto muerto, la lengua de los herreros que forjaron los Silmarils. Léelo,
pues tiene un significado especial"
Aragorn pronunció con voz insegura las palabras de la inscripción. Era un dialecto
muerto, sí. Pero no era élfico. La lengua de Melkor, hacía mucho tiempo olvidada,
volvía a oírse en la Tierra Media, de labios del Rey de los Hombres. La inscripción
rezaba así, en la Lengua Común:
- "Melkor, tu sirviente te invoca. Extiende sobre mí el velo del olvido, destierra el
amor prohibido de mi corazón. La promesa no se romperá y pagaré su precio"
Estas fueron las palabras dichas por Aragorn sin saberlo. En el silencio que siguió, una
niebla pareció brotar del estandarte y envolver a Aragorn, para luego introducirse por
su boca, nariz y oídos, y desaparecer.
El Rey se sentó aturdido. Arwen lo ayudó, tomando sus manos entre las suyas.
- "¿Qué sucedió?", preguntó por fin.
- "Nada, querido Elessar. Me explicabas sobre Legolas"
- "¿Legolas?"
- "Sí. Legolas te acompañó en esta guerra, junto a los otros", contestó Arwen con una
mirada triunfal en los ojos.
- "Ahh, sí. Legolas es mi amigo. Él está aquí junto a todos. Esperan la noticia"
- "¿Qué noticia?"
- "La de nuestra boda, querida Arwen, ¿qué no te lo había dicho?", preguntó él, aún
confundido.
- "Por supuesto. Pero ahora debes descansar. Ven, te llevaré a tu habitación. Dormirás
un poco y luego bajaremos al banquete"
*
Galadriel observaba el salón, engalanado para la especial ocasión. Las mesas estaban
bellamente dispuestas para el banquete, y cubiertas de los más exquisitos manjares.
Los invitados iban llegando y tomando sus lugares. Todos hablaban alegremente
mientras esperaban la llegada de su rey.
La Dama de Lórien había perdido los poderes conferidos por el anillo élfico. Al
destruirse el Anillo Único, los demás habían vuelto a ser anillos normales. Quizá por
eso no pudo captar la desesperada resolución de su nieta de conservar al hombre que
la convertiría en reina.
La música empezó una marcha suave, mientras dos figuras descendían por las
escaleras. El Rey de Gondor, vestido ricamente de seda gris y verde oscuro, con un
manto blanco y la corona ceñida en la frente. De su brazo, la dama más hermosa que
habían visto los ojos de hombres y elfos. Vestida toda de blanco, con esmeraldas
entretejidas en sus negros y largos cabellos, Arwen descendía majestuosa arrancando
exclamaciones de asombro. Se sentaron en la mesa principal, junto a Elrond, Galadriel
y Celeborn, y Faramir e Imrahil también se encontraban allí al igual que Gandalf y
Frodo.
Legolas estaba esperando, como todos, el anuncio de Aragorn y para pasar el rato,
conversaba amenamente con Gimli y los hobbits. Se había ya tranquilizado en relación
a lo dicho por los gemelos, y estaba seguro del amor que él y Aragorn se profesaban.
Enmudeció cuando lo vio bajar por la escalera del brazo de Arwen y notó la mirada
serena de ella. Eso sólo podía significar que lo había aceptado, pues en la mente del
elfo no cabía la posibilidad de que Aragorn no le dijera nada. Sonrió a Gimli, que le
devolvió la sonrisa, dándole una cariñosa palmada en la espalda.
- "¿Nervioso, eh? ¿elfo loco?"
- "Shh, Gimli, ahora lo dirá", dijo Legolas, pues la música había cesado mientras
Aragorn, de pie con su copa en la mano decía:
- "Ciudadanos y amigos de Gondor. Amigos de tierras lejanas. Ha culminado aquí la
Tercera Edad del Mundo, y muchas cosas cambiarán y desaparecerán para ceder su
lugar a las nuevas. El Rey ha vuelto a ocupar su lugar y la grandeza de Gondor será
restaurada, haciéndose patente, en la nueva edad, el dominio del hombre. Los elfos
han cumplido su tiempo en este mundo, pero antes de partir, nos dejan el símbolo de
nuestra última alianza, y el elegido por mi corazón", hizo una pausa. Legolas sonreía,
con una calidez en el corazón que lo hacía muy feliz.
- "La más hermosa de sus flores se quedará en nuestra tierra, para compartir el trono
conmigo y gobernar con la sabiduría de su raza", Legolas parpadeó confundido, ¿qué
era eso que decía Aragorn?
- "La Dama Arwen Undomiel ha consentido ser mi esposa, y así lo ha consentido
también su pueblo", y la tomó de la mano, poniéndola de pie junto a él.
Todos los presentes aplaudían y levantaban sus copas para hacer el brindis de honor.
Sólo una figura cubrió rápidamente su rostro con su capa y salió de allí. Lo siguieron
las miradas preocupadas de Gandalf, Haldir y Finwë. Gimli salió tras él.
El elfo no podía creer lo que acababa de oír. No lo entendía. No quería entenderlo. Las
lágrimas corrían por sus mejillas sin que él pareciera notarlo, sólo sabía que tenía que
huir de allí. ¡Las palabras de Elrohir y Elladan! Las palabras de Aragorn. Nunca pensó
que las palabras podían hacer tanto daño. Ahora su corazón parecía atravesado por mil
espadas y le oprimía el pecho. Desabrochó el botón de su túnica buscando respirar
mejor, pero el dolor era interno, y no le sirvió de nada.
Su amigo Gimli lo llamaba. Legolas le dijo algo para que lo esperase y huyó con Arod.
Nunca volvería a pisar esa tierra donde había sufrido tanto.
TBC
13
