Leave it behind
Por: Ayesha
E-mail =lg_100309@hotmail.com
Clasificación = Capítulo NC-17
Parejas = Aragorn/Legolas, Haldir/Legolas, Haldir/Finwe, Elladan/Elrohir/Finwe,
Elladan/Elrohir/Haldir/Finwe
Disclaimer =Los personajes de esta historia son propiedad de J.R. Tolkien. Esto es
puro entretenimiento y no me reporta beneficio económico alguno. Yo sólo soy
culpable de inventarme a Finwe.
*
Capítulo 14: Demasiado cruel
"We crossed the line /cruzamos la línea
Who pushed who over / ¿quién empujó a quién?
It doesn't matter to you / eso no te importa
It matters to me / eso me importa a mí"
So cruel – U2
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GONDOR
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- "¡Gimli! ¿Dónde se fue?", preguntó Haldir, que había salido tras el enano.
- "No sé. Dijo que deseaba estar solo", contestó el aludido. Su voz denotaba la
preocupación que sentía por su amigo.
- "¡Debemos ir tras él!", lo urgió el guardián de Lórien.
- "No, no. El me pidió que lo dejemos solo, sabes lo testarudo que es…no querrá…no
querrá que lo veamos triste", explicó Gimli.
Finwë llegó en ese momento. Unas rápidas palabras en élfico con Haldir lo pusieron al
corriente de la situación. Haldir dudaba.
- "Creo que Gimli tiene razón, es mejor dejarlo solo. No lo humillemos más, recuerda
que él es un príncipe", y dio un violento puñetazo a la pared, "¿Cómo pudo hacerle
eso? Así, delante de toda esa gente…los humanos son sin duda la raza más
despreciable…"
Gimli no entendía élfico, de modo que miraba a Haldir y a Finwë. Finalmente habló:
- "Aragorn iba a decirle a ella que amaba a Legolas. No sé que pudo haber pasado, no
entiendo. Legolas estaba tan feliz…"
En ese momento entró Gandalf y alcanzó a oír las palabras del enano.
- "No lo juzguemos antes de hablar con él, amigos míos. Quizá Aragorn decidió
sacrificar su propia felicidad por su reino y por el legado de sus antepasados"
- "Pero sacrificarlo también a él…", la voz del enano temblaba de cólera, - "tú no lo
viste, estaba feliz, él nunca imaginó algo así, nunca…" y el enano se fue en dirección al
edificio que les servía de vivienda. Dudó un poco al pasar por el pasillo del palacio que
llevaba a las escaleras donde estaba la habitación de Legolas, pero decidió por esta
vez hacerle caso al elfo y dejarlo solo.
- "Volvamos a la fiesta. Notarán nuestra ausencia", pidió el mago, hablando ahora en
élfico por estar Finwë presente.
- "Ni siquiera ha notado la ausencia de Legolas, mucho menos la nuestra, ¡No volveré
allí!", protestó el elfo pelirrojo.
- "Vamos, Finwë. Nuestra señora Galadriel se preguntará dónde estamos", dijo con
calma Haldir, tomándolo por la cintura, "no hay nada que podamos hacer ahora. Como
dice Mithrandir, debe haber una explicación. Mañana trataré de hablar con Aragorn"
- "Y yo haré lo mismo", contestó el mago.
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En algún lugar lejos de Gondor
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Legolas despertó del intranquilo sueño que había tenido. Lágrimas secas en sus
mejillas le recordaron nuevamente los dolorosos acontecimientos de la noche anterior.
Amanecía ya en la fría mañana, pero el elfo no parecía sentir el viento helado.
- "¡Oh Aragorn! ¿Qué hiciste? Finalmente decidiste casarte, ¿y yo? ¡Me prometiste una
vida juntos! Yo jamás te pedí nada...¿Será como dijo Elrohir? ¿Pensaste que yo lo
aceptaría, que querría vivir así, viéndote con ella todos los días? ¿Ocultándome, como
si nuestro amor fuera una vergüenza? ¡Cuanta razón tuvo Haldir! ¿Y Elrohir? ¿Cómo lo
supo, le dirías tú algo?"
Sacudió la cabeza, tratando de apartar esos pensamientos. Unas familiares pisadas de
cascos lo distrajeron un momento.
Arod.
Se puso de pie y saludó a su amigo, hablándole en élfico como siempre hacía. Era
increíble cómo el caballo entendía a su amo, incluso a él le causaba extrañeza, pues
aunque los elfos pueden hablar con ciertos animales, la comprensión que había en la
mirada del noble corcel lo conmovía.
Un rumor de agua los guió hacia el Anduin, y Legolas siguió su curso, aguas arriba.
Después de refrescarse un poco y llenar la cantimplora, montó en Arod y cabalgaron
en silencio. El elfo trataba de decidir qué camino tomar, su destino era Mirkwood, pero
no deseaba ser seguido. Finalmente, resolvió seguir hasta el Emyn Muil y rodearlo,
para dirigirse por las Tierras Ásperas hacia su amado hogar.
El pensamiento de ver a su padre y hermano lo reconfortó. En ese momento se dio
cuenta cómo valoraba a su familia, pues su padre, aunque muchas veces demasiado
severo, lo quería. Y su hermano mayor, Haldamir, siempre sacándolo de apuros como
cuando eran niños. ¡Cómo deseaba verlos!
Y en cuanto a Aragorn, decidió no volver a verlo jamás. Tampoco hablaría de él, pues
Aragorn, su Aragorn, había muerto en el instante que anunció su boda, dejando a
Elessar, el Rey de los Hombres, en su lugar.
***
I disappeared in you / desaparecí en tí
You disappeared from me / desapareciste en mí
I gave you everything you ever wanted / te di todo lo que siempre quisiste
It wasn't what you wanted / no fue lo que querías
***
Pero, ¡cómo dolía! Nunca, en los tres milenios que llevaba en la Tierra Media se había
enamorado tan desesperadamente. Nunca soñó con que un amor así fuera
correspondido. Y cuando supo que lo era, ¡Se sintió tan dichoso! Pero esa dicha fue
efímera, como un suspiro en su larga vida élfica. Aunque ese suspiro le había dado los
mejores momentos. No, no se arrepentía. Él había dado lo mejor de sí, había estado
dispuesto a luchar por su amor. Fue Aragorn quien tuvo miedo, miedo de los hombres
y mujeres de su reino recién recuperado, miedo de los elfos a quien dio su palabra de
honor para establecer una alianza. Ese miedo pudo más que el temor de perder a su
amor.
Legolas se encontraba ya cerca de la montaña. Arod estaba fatigado, su respiración
agitada así se lo demostraba. El galope había sido sostenido durante todo el día y
necesitaba descansar. El elfo buscó un refugio entre los árboles y subió allí, el sonido
del viento entre las hojas lo tranquilizaba. Ahora había paz en ellos, paz en el mismo
viento, paz en el aire. El enemigo Sauron había sido derrotado al fin, pero esto ya no le
producía alegría alguna. A lo lejos, podía oir ya el estruendo del Rauros, y los
recuerdos volvieron a su mente. Aragorn le había prometido volver allí juntos. Pero esa
promesa, como las otras, tampoco la cumpliría.
***
Desperation is a tender trap / la desesperación es una tierna trampa
It gets you every time / te captura cada vez
You put your lips to his lips / pones tus labios en los de él
To stop the lie / para detener la mentira
***
Y el elfo se quedó semidormido, con la mente plagada de recuerdos.
*******
Gondor
*******
Una semana había pasado desde aquella fatídica noche en que Legolas huyera. La
boda se realizaría al anochecer y los amigos del elfo aún no habían podido hablar con
Aragorn. El rey no se separaba de Arwen, y siempre parecía tener algo importantísimo
que hacer. Además, la habitación que antes ocupara Legolas, junto a la del rey, era
ocupada ahora por ella.
Una y otra vez Haldir y Gimli había pedido audiencia con Elessar, pero él siempre los
atendía junto con Arwen o simplemente ella mandaba decir que se encontraba
ocupado. También pensaron en seguir al elfo, pero finalmente decidieron no hacerlo
sin antes hablar con el rey, y fueron pasando los días sin que pudieran resolver nada.
En esas circunstancias, llegó finalmente el mensajero enviado por Elessar y Gimli,
trayendo el encargo que allí se pactó. Mas el paquete jamás llegó a manos del rey.
Arwen recibió al mensajero y lo recompensó espléndidamente, tomando luego el
pequeño envoltorio que abrió en su habitación. Era un pequeño colgante, símbolo de
una alianza que nunca se realizaría. Una pequeña hoja de mithil y sobre ella una "L" y
una "A" entrelazadas, hechas de diminutas esmeraldas. La hija de Elrond palideció de
cólera y envolvió nuevamente la joya. Luego, mandó llamar a una de las doncellas de
palacio, diciéndole:
- "Aileen, toma esta joya. Es muy valiosa, pero no podrás deshacerte de ella sin que se
te acuse de ladrona, de modo que sólo podrás usarla y presumir de ella con tus
amigas. Tiene una "A" de tu nombre"
- "¡Gracias, mi señora!", exclamó la doncella, besando su mano al tiempo que tomaba
la joya.
- "Una cosa más. Que nunca sea vista por nadie de este palacio, mucho menos por el
Rey", dijo Arwen con voz firme. "Ahora, retírate"
Los hobbits y Gandalf estaban extrañados por la actitud de Aragorn, pero la
interpretaron como si él no quisiera dar explicaciones sobre sus actos con el elfo. "Un
sacrificio personal por el bienestar de su reino", se dijeron, y los hobbits admiraron aún
más a ese hombre que prefería perder el amor para respetar la herencia de sus
antepasados.
Elladan y Elrohir interpretaron simplemente que Aragorn había decidido casarse por
amor a su hermana y que su relación con el elfo solo era por lujuria, aunque no
volvieron a ser invitados a compartir el lecho con Haldir y Finwë y su relación con
ambos elfos se enfrió notoriamente.
Por su parte, Elessar extrañó la presencia de Legolas, pero Arwen le explicó que
asuntos urgentes en Mirkwood habían requerido su inmediata partida. El rey se sintió
apenado puesto que deseaba que todos sus amigos estuvieran presentes en su boda,
pero comprendió que Legolas tenía otras obligaciones y se resignó a no verlo en la
ceremonia.
*
Legolas, entre tanto, había llegado al fin al Emyn Muil. En su marcha, había pasado
por el mismo sitio donde durmiera abrazado de Aragorn, la noche previa a la muerte
de Boromir, cuando el humano habló por primera vez de volver allí juntos. Pero el
destino fue cruel y el árbol junto al cual se habían recostado los amantes, contempló
volver sólo a uno de ellos.
En el instante en que el elfo pasaba apresurando a Arod para no detenerse en esos
parajes, una promesa de amor y alianza de dos pueblos se pronunciaba en Gondor y la
corona adornada con valiosas gemas élficas traída por Galadriel era puesta a la recién
desposada por Elessar.
El rey y la reina brindaron con sus amigos de la Comunidad, los ojos de Elessar
brillaban de alegría pues al fin había logrado lo que se propuso durante toda su vida.
Solo mencionó que le hubiese gustado la presencia de su amigo Legolas para que la
dicha fuese completa, y estas palabras sirvieron para que Gimli, Haldir y Finw?
abandonaran la fiesta y para que el enano partiera al día siguiente sin despedirse del
rey.
Finalmente, los recién casados se dirigieron a sus aposentos tomados de la mano. Al
entrar y encontrar la habitación llena de flores, el rey sintió algo extraño, una especie
de nostalgia que no supo entender y que interpretó como el fin de una etapa y el inicio
de otra.
Contempló a su bella esposa que le sonreía con dulzura y la besó cariñosamente,
llevándola de la mano hacia el lecho que compartirían. Lentamente, comenzó a
despojarla de sus vestidos, admirando la perfección de su cuerpo élfico. Él se despojó
también de sus ropas reales quedando ambos desnudos, sin que ninguna prenda les
impidiera disfrutar de sus mutuas caricias.
***
She wears my love like a see-through dress / ella usa mi amor como un vestido
Her lips say one thing / sus labios dicen una cosa
Her movements something else / sus movimientos algo más
Oh love...like a screaming flower / oh amor…como una llamativa flor
Love...dying every hour...love / amor…muriendo cada hora…amor
***
Los besos de Elessar silenciaban los gemidos de Arwen mientras sus manos recorrían
todo su cuerpo. Él sabía que su prometida era virgen, y por eso tuvo mucho cuidado
con ella, la llenó de caricias, susurrando palabras en élfico en sus oídos. Nunca había
estado con ninguna elfa, solo con humanas, y él mismo se admiró sobre su
conocimiento de la sensibilidad de las orejas élficas, pero lo atribuyó a alguna
conversación escuchada en su juventud.
La poseyó delicadamente, al tiempo que sus manos se enredaban en los hermosos
cabellos negros, y nuevamente sintió esa sensación de nostalgia hacia algo
indefinido...¿cálidos besos? ¿cabellos rubios?
***
You don't know if it's fear or desire / no sabes si es miedo o deseo
Danger the drug that takes you higher / peligrosa es la droga que te lleva más alto
Head in heaven, fingers in the mire / la cabeza en el cielo, los dedos en el fango
***
Elessar aceleró su ritmo, deteniéndose luego para cambiar de posición, colocando
delicadamente las piernas de Arwen sobre sus hombros, y continuó, gimiendo él a su
vez sin control.
***
Her heart is racing, you can't keep up / su corazón está corriendo, no puedes
mantenerlo
The night is bleeding like a cut / la noche sangra como una cuchillada
Between the horses of love and lust / entre caballos de amor y deseo
We are trampled underfoot / estamos oprimidos
Oh...love...you say in love there are no rules / Oh...amor...dijiste que en el amor no
hay reglas
Oh...love...sweetheart... / Oh...amor...corazón...
You're so cruel / Eres tan cruel
Oh...love...to stay with you I'd be a fool / Oh…amor…para estar contigo sería un tonto
Sweetheart...you're so cruel / corazón…eres tan cruel
***
Continuaron así toda la noche, hasta que la madrugada los sorprendió exhaustos. El
rey abrazó a su esposa quedándose dormido y entre sueños tuvo la sensación
indefinible de suaves labios y ojos azules en cuyas profundidades deseó descansar.
*
Los días transcurrieron apaciblemente en el palacio. El rey dictaba sentencias, enviaba
expediciones hacia las tierras del norte e iniciaba las alianzas con otros pueblos que lo
ayudarían en la unificación. Constantemente recibía delegaciones pidiendo su consejo
para varios asuntos que él resolvía.
También se daba tiempo para compartir las comidas con sus camaradas de la
comunidad, y se había sentido muy apenado por la partida de Gimli. No se resignaba a
que la comunidad se disolviera, pero comprendió que debía ser así. Charlaba mucho
con sus pequeños amigos, aunque el nombre de Legolas no volvió a ser mencionado.
Le extrañó el alejamiento de Haldir y Finw?, pero supuso que los amantes querrían
estar a solas antes de partir a sus deberes en Lothlórien.
Finalmente, llegó el día en que partieron los elfos, y con ellos Gandalf y los hobbits. El
rey y la reina los despidieron en la puerta de la ciudad, ya reconstruida. La despedida
fue emotiva, ya que Elrond pronto navegaría al oeste en compañía de Galadriel y
Celeborn. El viejo mago también mencionó que su tiempo en ese mundo había
concluido y que volvería con los Valar.
Elessar se quedó solo, alejado de sus más queridos amigos, y quedó flotando en el
viento la promesa de una última reunión de todos ellos juntos. Contempló a los
viajeros hasta que estuvieron fuera del alcance de su vista y luego se volvió hacia su
bella esposa, y tomados del brazo volvieron al palacio.
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Mirkwood
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Legolas llegó finalmente a Mirkwood al caer de una tarde. El viaje había sido fatigoso y
lleno de recuerdos. Ahora sólo deseaba estar con los suyos para reconstruir su hogar y
empezar a olvidar. Luego, cuando la pena se mitigase, partiría al oeste con los elfos
que quedaran.
Los centinelas lo reconocieron de inmediato y lo recibieron con exclamaciones de júbilo
que lo llenaron de entusiasmo ¡Al fin estaba en casa! Ahora todo estaría bien. Se dejó
conducir hacia el palacio, mientras saludaba a todos los guardias.
Al llegar a la entrada, una familiar figura exclamó:
- "¡Legolas! Al fin llegaste, hermano mío. Te esperábamos hace una semana". El
príncipe de la corona y su hermano mayor, Haldamir, corrió a recibirlo.
- "¡Haldamir! He vuelto" dijo sencillamente Legolas, abrazándose de su hermano.
Luego ambos empezaron a reir y vino un torrente de preguntas sobre la guerra del
anillo que Legolas pidió responder en otro momento.
- "Haldamir, deseo ver a nuestro padre cuando antes", pidió el príncipe.
- "Ahh, Legolas...creo que será mejor que descanses primero. Te ves fatigado y debes
dormir. Nuestro padre te verá mañana, quería cerciorarme de que estuvieras bien", y
su hermano lo tomó del brazo llevándolo por uno de los pasillos que conducían a las
habitaciones.
- "¡No! Deseo primero ver a mi padre. He hecho este viaje sólo para verlos, luego
podré descansar. Acompáñame..."
- "Hermano", dijo Haldamir, bajando la voz para no ser oído por los guardias, "no creo
que sea una buena idea...ha llegado un mensaje de Elrond...no sé que pudo haber
pasado, pero ha puesto a nuestro padre de muy mal humor"
- "¿Mensaje?", Legolas palideció al recordar las palabras de Elladan. "Vamos. Hablaré
con él de todos modos", y se dirigió hacia el salón real, seguido por su hermano.
Legolas abrió las pesadas puertas de roble del salón, antes de que los guardias
pudieran hacer algo. Haldamir los despidió con un vaivén de manos, los asuntos
familiares debían tratarse en privado.
El salón era amplio, el techo alto y las paredes decoradas con estandartes y diversas
armas de guerra. En el centro había una mesa rectangular y ocho sillas para los
consejeros del rey, pero en ese momento estaba vacía. Al fondo del salón, alzábase un
estrado de piedra, con tres escalones, y sobre él estaba el trono del rey elfo. La
estancia estaba iluminada tenuemente por varias lámparas y Legolas agradeció
mentalmente a Elbereth por eso.
Thranduil ocupaba el trono en ese momento, con el codo apoyado en uno de los brazos
del trono y la barbilla apoyada en él, sumido en sus pensamientos. Cuando oyó abrirse
la puerta y vio entrar a sus hijos, nada dijo, pero se irguió en el trono, amenazadora e
imponentemente.
Legolas avanzó con paso seguro, aunque varias veces sintió que se le doblarían las
piernas. Haldamir avanzaba también detrás de su hermano. El salón parecía
interminable mientras avanzaban hacia el trono y Legolas recordó las innumerables
veces que había corrido por allí con su hermano, cuando eran niños, tratando de llegar
primero donde su padre. Ahora, como antes, lo acompañaba Haldamir, pero ya no
corrían. Y ya no era la dicha de contarle a su padre alguna travesura o hazaña de
muchachos lo que los impulsaba. Era el temor y a la vez el deseo de que la
incertidumbre se terminada. Para Legolas, era saber si su padre conocería algo de lo
acontecido en la Guerra del Anillo. Para Haldamir, era saber qué había ocurrido para
que su padre estuviera tan molesto con Legolas.
Thranduil miró a sus hijos. Nunca había sido un padre afectuoso, desde la partida de la
madre, al dar a luz a Legolas. Su hijo menor era el vivo retrato de su madre, quizás
por eso había sido más severo con él que con Haldamir, quien se parecía más a él.
Pero se sentía muy orgulloso de Legolas, cada logro obtenido en su infancia y juventud
llenaban de dicha su corazón, aunque jamás se lo dijo. Cuando su hijo se convirtió en
el mejor arquero de Mirkwood, nada dijo. Pero debido a este logro, lo nombró
representante de su reino en la Guerra del Anillo. No estaba seguro de que Legolas
supiera por qué lo enviaba, pues su hijo había sido criado como un príncipe y no solía
mostrar sus emociones fácilmente, pero partió veloz y deseoso de realizar proezas que
se recordaran en las canciones élficas, como le había dicho luego Haldamir.
Los mensajeros alados de Galadriel lo mantuvieron razonablemente informado del
desarrollo de la guerra, donde Legolas había jugado un importante papel al derrotar al
Señor de los Nazgul, hazaña que lo llenó de alegría. Pero ahora, los mensajeros no le
habían traído una noticia agradable. Todo lo contrario. Su hijo había deshonrado a
Mirkwood y lo había llenado de vergüenza.
Legolas estaba ahora parado frente a su padre. El semblante sereno y la voz tranquila.
- "Padre, he vuelto", fueron sus únicas palabras. Y se quedó allí, de pie, esperando la
respuesta del rey.
- "Legolas de Mirkwood, estoy al tanto de los acontecimientos que te obligaron a
regresar, ocultándote de quienes te dieron albergue. ¡Has traído la deshonra a nuestro
reino!", dijo fríamente el rey.
Legolas palideció notablemente ¿acaso su padre sabía? ¿Aragorn había sido tan
cobarde? Una vez más agradeció que las luces del salón fueran tenues.
- "Padre, no entiendo lo que me dices. Vine porque la guerra ha concluido, y con ella la
misión que me encomendaste", respondió dominando su temblorosa voz.
- "Padre, acaba de llegar y le pedí que descansara, pero deseaba verte. Quizá esta
conversación sea mejor mañana", intercedió Haldamir.
- "¡Silencio!", exclamó el rey. "Será Legolas quien hable, puesto que Legolas ha traído
la desgracia a nuestro reino enfrentando nuestra casa con la de Elrond"
- "No he hecho nada de lo que deba arrepentirme", declaró Legolas.
- "¿Nada? ¡Desafiaste a los hijos de Elrond! ¡Golpeaste a Elrohir sin motivo alguno!
¡Los amenazaste con enfrentar Mirkwood con Rivendel!", bramó Thranduil furioso y
poniéndose de pie.
Legolas retrocedió, temeroso de recibir un golpe, como había sucedido otras veces
cuando irritaba así a su padre.
- "Sólo defendía mi honor de sus ofensas. Hubo provocación y me defendí ¿no es así
como debe comportarse un príncipe?", contestó Legolas.
- "¡Explícate entonces!", ordenó el rey, sentándose nuevamente.
- "Lo siento. Mis asuntos me conciernen sólo a mí", respondió Legolas, admirándose de
su propia audacia. Nunca se había negado a los deseos de su padre, pero era obvio
que Thranduil no sabía nada más acerca de la pelea y él no se lo diría.
- "Le pedirás una disculpa a Elrohir y a Elrond…", empezó el rey.
- "¡No lo haré!", exclamó Legolas, sabiendo que esto generaría un enfrentamiento
mayor con su padre, pero no le importó. Su secreto estaba a salvo, y así lo
mantendría.
- "Legolas, ¿me estás desafiando?", bramó el rey
Haldamir tomó el hombro de su hermano, tratando de calmarlo, pero vio tal
determinación en su mirada que lo soltó y se puso junto a su padre, esperando lo
peor.
- "No padre. Jamás lo haría. Pero debes confiar en mí cuando digo que Elrohir me
ofendió gravemente y yo sólo me defendí. No deseo enfrentar a nuestros pueblos, pero
no me disculparé por una ofensa que yo no inicié", dijo firmemente Legolas.
- "¡Lo harás!", exclamó su padre, "Elrond así lo exige en su misiva y no podemos
perder la amistad de Rivendel en estos tiempos donde debemos reconstruir nuestro
reino".
- "Lo siento, padre. No lo haré"
- "¡Lo harás! Yo, tu padre y rey, te lo ordeno. Lo harás y también me dirás ahora
mismo qué acontecimiento motivó esa pelea. ¡Habla!", rugió Thranduil.
- "Lo siento, padre. No lo haré", repitió Legolas con voz firme.
Haldamir contemplaba atónito a su hermano menor enfrentarse a su padre, como
nunca lo había hecho. Algo muy serio debía suceder para que Legolas tomara esa
actitud, pero desafiar al rey no era una buena idea. Bajó las escaleras situándose
nuevamente al lado de Legolas, como queriendo protegerlo.
- "Legolas de Mirkwood, eres una vergüenza para tu reino y para tu raza. Tienes plazo
hasta mañana, y si persistes en tu irracional actitud, serás desterrado para siempre de
este lugar, y perseguido como fugitivo por tus súbditos. ¡Ahora vete!", fueron las
palabras del rey, dichas en un tono glacial.
Legolas miró a su padre a los ojos y sin bajar la cabeza, dio media vuelta y empezó a
andar hacia la puerta, seguido por el preocupado Haldamir que no entendía qué le
pasaba a su hermano.
El camino hacia la puerta era interminable, Legolas sentía que se le doblaban las
rodillas, pero jamás revelaría a su padre el motivo de la pelea con Elrohir y mucho
menos pediría disculpas al arrogante hijo de Elrond, a quien despreciaba
profundamente por su cobardía al denunciarlo así ante su padre.
Los dos hermanos caminaron silenciosamente por el pasillo que llevaba a la habitación
de Legolas, mas ya no había alegría en el semblante del más joven. Apenas contestaba
los saludos de guardias y doncellas y sólo se sintió seguro cuando entraron a sus
aposentos.
Nada había cambiado allí, los enormes ventanales dejaban entrar la luz de la luna,
varias plantas adornaban las paredes, suspendidas en maceteros dorados. El balcón
estaba lleno de flores y la enredadera que subía por él estaba tal como él la dejó. Los
muebles de madera tallada estaban ordenados y la cama tendida con las sábanas azul
cielo que más le gustaban, y a su costado, en la mesa de noche, había una fuente con
frutas variadas y una jarra de aguamiel. Sonrió a Haldamir, pues sabía que su
hermano había cuidado esos detalles, y se dejó caer en la cama.
- "Legolas, no sabía…"
- "No te preocupes, hermano mío. Sólo deseo que sepas que no hice nada de lo que
me pueda arrepentir y que el prestigio de Mirkwood está intacto", le dijo a su
hermano, que se sentó junto a él a un costado de la cama.
- "Te creo. Pero ¿qué ocultas? ¿por qué no puedes decírmelo? ¿acaso no confías en
mí?"
- "Claro que sí, hermano. Pero este secreto no tiene para mí el significado que antes
tuvo, y es un recuerdo muy doloroso que vine a borrar aquí. No puedo decírtelo ahora,
pero cuando me sienta listo, lo haré", dijo Legolas con dulzura. Nunca antes le había
escondido algo a su hermano.
- "¿Qué harás entonces?", preguntó Haldamir visiblemente preocupado.
- "No lo sé. Isilme es buena consejera, ella me ayudará", sonrió Legolas, mirando la
luna que se filtraba por las delgadas cortinas.
- "Te apoyaré en lo que decidas, aún si yo también debo enfrentarme a nuestro
padre", dijo Haldamir.
- "Gracias hermano. Ahora, ¿podrías contarme cuál es esa alianza que desea nuestro
padre?"
- "Los orcos, arañas y wargos que vivían aquí han sido exterminados. Cuando se
enteraron de la derrota del Señor Oscuro, cundió el pánico entre ellos, cosa que
aprovechamos para atacarlos. Sólo unos pocos orcos lograron huir y hay rumores de
que los uruk-hai de Saruman se les unieron y marchan a Mordor. ¿No te has topado
con alguno de ellos en tu viaje?"
- "No he visto ninguno. Quizás sólo sea un rumor y los caballeros de Ithilien hayan
acabado con ellos", dijo pensativamente Legolas.
- "Una patrulla de elfos se dirigió hacia Ithilien a alertar a los humanos, deben haber
llegado ya", continuó Haldamir y aclaró, ante la mirada curiosa de su hermano, "No fui
con ellos por órdenes de nuestro padre. Deseaba que esté aquí dirigiendo a los
guardias de las fronteras. También encontramos una colonia de los últimos elfos del
bosque Mágico y los trajimos aquí y tengo la misión de ayudarlos a reconstruir su
reino"
- "Hay entonces mucho por hacer", observó Legolas pensativo. Y luego agregó
sonriente, "¿Y la dama elfa que frecuentabas?"
Haldamir sonrió también.
- "Gilraen, se encuentra bien y con muchas ganas de saludarte. Debemos reunirnos
más tarde"
- "¿Eso es el inicio de algo más serio?", continuó preguntando Legolas
- "De hecho, sí". Respondió Haldamir, y siguió con el relato de sus hazañas con cierta
dama elfa que le había robado el corazón.
Legolas sonrió, su hermano era feliz. Lo sabía por el brillo de sus ojos. Brillo que había
visto en los ojos de Aragorn tantas veces. Una punzada de dolor lo devolvió a su triste
realidad. Dijo estar cansado y que no deseaba cenar, se conformaría con las frutas.
Haldamir vio la tristeza en los ojos de su hermano menor, pero bien conocía que
Legolas le contaría qué le pasaba cuando estuviera listo. Se despidió de su hermano y
se retiró, cerrando la puerta.
El rubio elfo no podía conciliar el sueño y apenas probó las frutas. Apagó las lámparas
y dejó que la luz de Isilme fuera su única compañera. Recostado en la cama, anhelaba
sentir la sensación de estar de vuelta en su hogar, pero no podía. El hogar nunca será
el mismo para quien ha conocido el amor en un castillo, eb brazos de un rey mortal,
pensaba amargamente. La poca paz que había sentido su atribulado espíritu fue
quebrada por las palabras de su padre.
¿Qué haría? Había tranquilizado a Haldamir haciéndole ver que tenía todo bajo control,
pero no era así. Demasiado bien conocía a su padre y sabía que sería inflexible. Pero
jamás pediría una disculpa a aquél que le había hecho tanto daño, una humillación así
no la toleraría, bastante humillado había partido de aquél nefasto banquete.
Mas, ¿qué le diría a su padre? No podía tampoco explicarle los motivos de la pelea. Si
el sólo hecho de golpear al hijo de Elrond había causado tanto furor en su padre, ¿qué
sería el saber que había dormido con el prometido de Arwen?... Por otro lado, estaba el
destierro y el ser un proscrito en su propia tierra.
Analizó ambas alternativas. Haldamir pronto contraería matrimonio. Su hermano era
feliz y ya no lo necesitaba. Su padre renegaba de él. No quedaba nada más que lo
atara a Mirkwood. Una patrulla de elfos había partido a Ithilien, cazando los pocos
orcos y uruk-hai que quedaban. Si él se unía a esa patrulla y llegaban a Ithilien,
podrían establecerse allí y fundar una colonia, siempre y cuando lo continuaran
reconociendo como su príncipe.
¡Ithilien! Esos bosques donde había dormido con Aragorn, donde su antiguo amante le
había prometido hacer un palacio… ¿podría regresar a ellos con ese recuerdo? Pero eso
era mejor que permanecer en Mirkwood con su vergüenza, o que ser desterrado.
Finalmente, el elfo se decidió. Partiría inmediatamente. Arregló sus pocas pertenencias
y saltó por el balcón, sin ser visto por ningún guardia. Luego se dirigió a los establos y
sacó a Arod. El caballo lo miró a los ojos, comprendiendo.
- "Fiel compañero, nos vamos nuevamente. No puedo estar más aquí", susurró
subiendo a su lomo.
Arod bufó en señal de comprensión, y emprendió la marcha, en mitad de la noche. Lo
hizo tan silenciosamente que no llamaron la atención de ningún centinela, pues
además, salieron por la parte sur del palacio, poco vigilada entonces.
Una vez lejos de esos parajes, Arod comenzó a galopar llevando a su amo donde no lo
pudieran hallar, donde nadie pudiera hacerle más daño.
O eso era lo que creía el fiel animal.
Al día siguiente, Haldamir se extrañó de que su hermano no bajara a desayunar, pero
lo atribuyó al cansancio que le dijo sentir. Asimismo, convenció al rey de ser más
benévolo con su hermano y tener una nueva plática, a lo que Thranduil accedió, pues
se sentía un poco culpable por el duro trato que le había dado a su hijo menor.
No fue sino hasta el mediodía, que vino el encargado de las caballerizas denunciando
la pérdida de Arod, que se dieron cuenta de la desaparición de Legolas.
Esto causó gran conmoción en el palacio, y Haldamir empezaba a organizar partidas de
búsqueda, cuando Thranduil ordenó suspender esas actividades. Para él era evidente.
Si Legolas había huído, era culpable. Y no merecía ser hallado y devuelto a su
condición de príncipe. ¡El mismo se había proscrito!
Inmediatamente ordenó a los heraldos proclamar que Legolas no era más el Príncipe
de Mirkwood y pasaba a ser un vulgar fugitivo. Ningún elfo del Bosque Oscuro lo
reconocería como su hijo y se le prohibía la entrada al palacio.
Haldamir nada dijo, pero su corazón estaba atribulado por su hermano y deseaba
partir en su busca, mas la reconstrucción del reino era una tarea que no podía
abandonar en ese momento.
- "¡Legolas! Iré a buscarte, lo juro hermano", dijo de pie en el balcón, mirando el ahora
verde paisaje por donde suponía había partido Legolas.
*
Legolas había cabalgado varios días sin hallar huellas de la patrulla de elfos, pero sí de
orcos, pues esas criaturas horadaban la tierra que tocaba sus pies, como si la misma
naturaleza sintiera repulsión de ellos.
No había llevado más que frutas y algunas hojas de lembas que le quedaban, tal fue su
prisa por partir, y estaba un poco débil por el hambre y la falta de sueño. Decidió
seguir a los orcos, guardando prudencial distancia, y anheló tener la habilidad de
Aragorn para leer las huellas y encontrar así a la patrulla.
Continuó así varios días más y ya se encontraba muy próximo a la frontera de Ithilien.
Una noche, decidió hacer una ronda antes de acampar y caminó por los alrededores
cuidadosamente. Un objeto blanco saliendo de unos arbustos llamó su atención y se
acercó cuidadosamente. La noche era oscura y no podía ver bien. Cuando estuvo
cerca, se agachó para examinarlo. En ese momento, salió la luna, revelándole un
espectáculo que lo sobrecogió en lo más hondo.
El objeto en cuestión era la pálida mano de un elfo muerto, el resto del cuerpo estaba
oculto por los arbustos, desnudo y cubierto de sangre de tantas heridas que era
imposible contarlas. La mirada de espanto de sus ojos y el rictus de su boca mostraban
la tortura que había sufrido antes de morir. Horrorizado, Legolas reconoció apenas en
ese rostro desencajado a uno de los hombres de Haldamir, guardias de la frontera.
Más allá habían otros cuerpos en iguales condiciones. Llevaban muertos algunos días,
pues empezaban a descomponerse. Legolas sintió sus ojos llenarse de lágrimas y su
corazón de coraje y deseo de venganza. Apiló cariñosamente los cuerpos de sus
amigos y los cubrió con ramas y arbustos, ya que no disponía de herramientas para
cavar. Juró que se dirigiría a Ithilien y volvería a darles sepultura, y se retiró
tristemente de aquél paraje.
El día lo sorprendió sin haber dormido nada, de pie sobre el mismo árbol donde se
había recostado sobrecogido por el espanto y dolor. Sólo orcos pudieron torturar así a
sus amigos y juró no dejar uno sólo con vida.
Caminó con Arod al costado y atravesó un pequeño arroyo. Al llegar a la otra orilla, se
arrodilló para lavarse la cara y se asustó de lo que vio. Su rostro estaba terriblemente
pálido, sus cabellos despeinados, su mirada aún espantada. Ese hallazgo lo había
horrorizado más que todo lo visto en la Guerra del Anillo. Por un momento, perdió la
conciencia de dónde estaba y de lo que estaba haciendo. No oía nada a su alrededor,
no sentía nada.
Un bufido de Arod y luego un sonoro relincho lo devolvieron a la realidad, e
inmediatamente sintió una presencia tras él. Sus reflejos élficos lo hicieron saltar justo
a tiempo de ser casi derribado por un enorme Uruk-Hai.
Los horribles seres lo rodeaban. Legolas no los había oído aproximarse, en su
momento de debilidad. Resuelto, sacó la espada dispuesto a vender cara su vida y a
vengar a sus amigos, pero la lucha era desigual. El elfo luchó desesperadamente,
logrando abatir a dos de las enormes criaturas, pero fue reducido por otros dos,
enormes y corpulentos. Trató de debatirse en vano y cuando esperaba que lo maten,
un fuerte golpe en el cráneo lo sumió en una oscuridad total.
TBC
14
Por: Ayesha
E-mail =lg_100309@hotmail.com
Clasificación = Capítulo NC-17
Parejas = Aragorn/Legolas, Haldir/Legolas, Haldir/Finwe, Elladan/Elrohir/Finwe,
Elladan/Elrohir/Haldir/Finwe
Disclaimer =Los personajes de esta historia son propiedad de J.R. Tolkien. Esto es
puro entretenimiento y no me reporta beneficio económico alguno. Yo sólo soy
culpable de inventarme a Finwe.
*
Capítulo 14: Demasiado cruel
"We crossed the line /cruzamos la línea
Who pushed who over / ¿quién empujó a quién?
It doesn't matter to you / eso no te importa
It matters to me / eso me importa a mí"
So cruel – U2
********
GONDOR
********
- "¡Gimli! ¿Dónde se fue?", preguntó Haldir, que había salido tras el enano.
- "No sé. Dijo que deseaba estar solo", contestó el aludido. Su voz denotaba la
preocupación que sentía por su amigo.
- "¡Debemos ir tras él!", lo urgió el guardián de Lórien.
- "No, no. El me pidió que lo dejemos solo, sabes lo testarudo que es…no querrá…no
querrá que lo veamos triste", explicó Gimli.
Finwë llegó en ese momento. Unas rápidas palabras en élfico con Haldir lo pusieron al
corriente de la situación. Haldir dudaba.
- "Creo que Gimli tiene razón, es mejor dejarlo solo. No lo humillemos más, recuerda
que él es un príncipe", y dio un violento puñetazo a la pared, "¿Cómo pudo hacerle
eso? Así, delante de toda esa gente…los humanos son sin duda la raza más
despreciable…"
Gimli no entendía élfico, de modo que miraba a Haldir y a Finwë. Finalmente habló:
- "Aragorn iba a decirle a ella que amaba a Legolas. No sé que pudo haber pasado, no
entiendo. Legolas estaba tan feliz…"
En ese momento entró Gandalf y alcanzó a oír las palabras del enano.
- "No lo juzguemos antes de hablar con él, amigos míos. Quizá Aragorn decidió
sacrificar su propia felicidad por su reino y por el legado de sus antepasados"
- "Pero sacrificarlo también a él…", la voz del enano temblaba de cólera, - "tú no lo
viste, estaba feliz, él nunca imaginó algo así, nunca…" y el enano se fue en dirección al
edificio que les servía de vivienda. Dudó un poco al pasar por el pasillo del palacio que
llevaba a las escaleras donde estaba la habitación de Legolas, pero decidió por esta
vez hacerle caso al elfo y dejarlo solo.
- "Volvamos a la fiesta. Notarán nuestra ausencia", pidió el mago, hablando ahora en
élfico por estar Finwë presente.
- "Ni siquiera ha notado la ausencia de Legolas, mucho menos la nuestra, ¡No volveré
allí!", protestó el elfo pelirrojo.
- "Vamos, Finwë. Nuestra señora Galadriel se preguntará dónde estamos", dijo con
calma Haldir, tomándolo por la cintura, "no hay nada que podamos hacer ahora. Como
dice Mithrandir, debe haber una explicación. Mañana trataré de hablar con Aragorn"
- "Y yo haré lo mismo", contestó el mago.
*************************
En algún lugar lejos de Gondor
*************************
Legolas despertó del intranquilo sueño que había tenido. Lágrimas secas en sus
mejillas le recordaron nuevamente los dolorosos acontecimientos de la noche anterior.
Amanecía ya en la fría mañana, pero el elfo no parecía sentir el viento helado.
- "¡Oh Aragorn! ¿Qué hiciste? Finalmente decidiste casarte, ¿y yo? ¡Me prometiste una
vida juntos! Yo jamás te pedí nada...¿Será como dijo Elrohir? ¿Pensaste que yo lo
aceptaría, que querría vivir así, viéndote con ella todos los días? ¿Ocultándome, como
si nuestro amor fuera una vergüenza? ¡Cuanta razón tuvo Haldir! ¿Y Elrohir? ¿Cómo lo
supo, le dirías tú algo?"
Sacudió la cabeza, tratando de apartar esos pensamientos. Unas familiares pisadas de
cascos lo distrajeron un momento.
Arod.
Se puso de pie y saludó a su amigo, hablándole en élfico como siempre hacía. Era
increíble cómo el caballo entendía a su amo, incluso a él le causaba extrañeza, pues
aunque los elfos pueden hablar con ciertos animales, la comprensión que había en la
mirada del noble corcel lo conmovía.
Un rumor de agua los guió hacia el Anduin, y Legolas siguió su curso, aguas arriba.
Después de refrescarse un poco y llenar la cantimplora, montó en Arod y cabalgaron
en silencio. El elfo trataba de decidir qué camino tomar, su destino era Mirkwood, pero
no deseaba ser seguido. Finalmente, resolvió seguir hasta el Emyn Muil y rodearlo,
para dirigirse por las Tierras Ásperas hacia su amado hogar.
El pensamiento de ver a su padre y hermano lo reconfortó. En ese momento se dio
cuenta cómo valoraba a su familia, pues su padre, aunque muchas veces demasiado
severo, lo quería. Y su hermano mayor, Haldamir, siempre sacándolo de apuros como
cuando eran niños. ¡Cómo deseaba verlos!
Y en cuanto a Aragorn, decidió no volver a verlo jamás. Tampoco hablaría de él, pues
Aragorn, su Aragorn, había muerto en el instante que anunció su boda, dejando a
Elessar, el Rey de los Hombres, en su lugar.
***
I disappeared in you / desaparecí en tí
You disappeared from me / desapareciste en mí
I gave you everything you ever wanted / te di todo lo que siempre quisiste
It wasn't what you wanted / no fue lo que querías
***
Pero, ¡cómo dolía! Nunca, en los tres milenios que llevaba en la Tierra Media se había
enamorado tan desesperadamente. Nunca soñó con que un amor así fuera
correspondido. Y cuando supo que lo era, ¡Se sintió tan dichoso! Pero esa dicha fue
efímera, como un suspiro en su larga vida élfica. Aunque ese suspiro le había dado los
mejores momentos. No, no se arrepentía. Él había dado lo mejor de sí, había estado
dispuesto a luchar por su amor. Fue Aragorn quien tuvo miedo, miedo de los hombres
y mujeres de su reino recién recuperado, miedo de los elfos a quien dio su palabra de
honor para establecer una alianza. Ese miedo pudo más que el temor de perder a su
amor.
Legolas se encontraba ya cerca de la montaña. Arod estaba fatigado, su respiración
agitada así se lo demostraba. El galope había sido sostenido durante todo el día y
necesitaba descansar. El elfo buscó un refugio entre los árboles y subió allí, el sonido
del viento entre las hojas lo tranquilizaba. Ahora había paz en ellos, paz en el mismo
viento, paz en el aire. El enemigo Sauron había sido derrotado al fin, pero esto ya no le
producía alegría alguna. A lo lejos, podía oir ya el estruendo del Rauros, y los
recuerdos volvieron a su mente. Aragorn le había prometido volver allí juntos. Pero esa
promesa, como las otras, tampoco la cumpliría.
***
Desperation is a tender trap / la desesperación es una tierna trampa
It gets you every time / te captura cada vez
You put your lips to his lips / pones tus labios en los de él
To stop the lie / para detener la mentira
***
Y el elfo se quedó semidormido, con la mente plagada de recuerdos.
*******
Gondor
*******
Una semana había pasado desde aquella fatídica noche en que Legolas huyera. La
boda se realizaría al anochecer y los amigos del elfo aún no habían podido hablar con
Aragorn. El rey no se separaba de Arwen, y siempre parecía tener algo importantísimo
que hacer. Además, la habitación que antes ocupara Legolas, junto a la del rey, era
ocupada ahora por ella.
Una y otra vez Haldir y Gimli había pedido audiencia con Elessar, pero él siempre los
atendía junto con Arwen o simplemente ella mandaba decir que se encontraba
ocupado. También pensaron en seguir al elfo, pero finalmente decidieron no hacerlo
sin antes hablar con el rey, y fueron pasando los días sin que pudieran resolver nada.
En esas circunstancias, llegó finalmente el mensajero enviado por Elessar y Gimli,
trayendo el encargo que allí se pactó. Mas el paquete jamás llegó a manos del rey.
Arwen recibió al mensajero y lo recompensó espléndidamente, tomando luego el
pequeño envoltorio que abrió en su habitación. Era un pequeño colgante, símbolo de
una alianza que nunca se realizaría. Una pequeña hoja de mithil y sobre ella una "L" y
una "A" entrelazadas, hechas de diminutas esmeraldas. La hija de Elrond palideció de
cólera y envolvió nuevamente la joya. Luego, mandó llamar a una de las doncellas de
palacio, diciéndole:
- "Aileen, toma esta joya. Es muy valiosa, pero no podrás deshacerte de ella sin que se
te acuse de ladrona, de modo que sólo podrás usarla y presumir de ella con tus
amigas. Tiene una "A" de tu nombre"
- "¡Gracias, mi señora!", exclamó la doncella, besando su mano al tiempo que tomaba
la joya.
- "Una cosa más. Que nunca sea vista por nadie de este palacio, mucho menos por el
Rey", dijo Arwen con voz firme. "Ahora, retírate"
Los hobbits y Gandalf estaban extrañados por la actitud de Aragorn, pero la
interpretaron como si él no quisiera dar explicaciones sobre sus actos con el elfo. "Un
sacrificio personal por el bienestar de su reino", se dijeron, y los hobbits admiraron aún
más a ese hombre que prefería perder el amor para respetar la herencia de sus
antepasados.
Elladan y Elrohir interpretaron simplemente que Aragorn había decidido casarse por
amor a su hermana y que su relación con el elfo solo era por lujuria, aunque no
volvieron a ser invitados a compartir el lecho con Haldir y Finwë y su relación con
ambos elfos se enfrió notoriamente.
Por su parte, Elessar extrañó la presencia de Legolas, pero Arwen le explicó que
asuntos urgentes en Mirkwood habían requerido su inmediata partida. El rey se sintió
apenado puesto que deseaba que todos sus amigos estuvieran presentes en su boda,
pero comprendió que Legolas tenía otras obligaciones y se resignó a no verlo en la
ceremonia.
*
Legolas, entre tanto, había llegado al fin al Emyn Muil. En su marcha, había pasado
por el mismo sitio donde durmiera abrazado de Aragorn, la noche previa a la muerte
de Boromir, cuando el humano habló por primera vez de volver allí juntos. Pero el
destino fue cruel y el árbol junto al cual se habían recostado los amantes, contempló
volver sólo a uno de ellos.
En el instante en que el elfo pasaba apresurando a Arod para no detenerse en esos
parajes, una promesa de amor y alianza de dos pueblos se pronunciaba en Gondor y la
corona adornada con valiosas gemas élficas traída por Galadriel era puesta a la recién
desposada por Elessar.
El rey y la reina brindaron con sus amigos de la Comunidad, los ojos de Elessar
brillaban de alegría pues al fin había logrado lo que se propuso durante toda su vida.
Solo mencionó que le hubiese gustado la presencia de su amigo Legolas para que la
dicha fuese completa, y estas palabras sirvieron para que Gimli, Haldir y Finw?
abandonaran la fiesta y para que el enano partiera al día siguiente sin despedirse del
rey.
Finalmente, los recién casados se dirigieron a sus aposentos tomados de la mano. Al
entrar y encontrar la habitación llena de flores, el rey sintió algo extraño, una especie
de nostalgia que no supo entender y que interpretó como el fin de una etapa y el inicio
de otra.
Contempló a su bella esposa que le sonreía con dulzura y la besó cariñosamente,
llevándola de la mano hacia el lecho que compartirían. Lentamente, comenzó a
despojarla de sus vestidos, admirando la perfección de su cuerpo élfico. Él se despojó
también de sus ropas reales quedando ambos desnudos, sin que ninguna prenda les
impidiera disfrutar de sus mutuas caricias.
***
She wears my love like a see-through dress / ella usa mi amor como un vestido
Her lips say one thing / sus labios dicen una cosa
Her movements something else / sus movimientos algo más
Oh love...like a screaming flower / oh amor…como una llamativa flor
Love...dying every hour...love / amor…muriendo cada hora…amor
***
Los besos de Elessar silenciaban los gemidos de Arwen mientras sus manos recorrían
todo su cuerpo. Él sabía que su prometida era virgen, y por eso tuvo mucho cuidado
con ella, la llenó de caricias, susurrando palabras en élfico en sus oídos. Nunca había
estado con ninguna elfa, solo con humanas, y él mismo se admiró sobre su
conocimiento de la sensibilidad de las orejas élficas, pero lo atribuyó a alguna
conversación escuchada en su juventud.
La poseyó delicadamente, al tiempo que sus manos se enredaban en los hermosos
cabellos negros, y nuevamente sintió esa sensación de nostalgia hacia algo
indefinido...¿cálidos besos? ¿cabellos rubios?
***
You don't know if it's fear or desire / no sabes si es miedo o deseo
Danger the drug that takes you higher / peligrosa es la droga que te lleva más alto
Head in heaven, fingers in the mire / la cabeza en el cielo, los dedos en el fango
***
Elessar aceleró su ritmo, deteniéndose luego para cambiar de posición, colocando
delicadamente las piernas de Arwen sobre sus hombros, y continuó, gimiendo él a su
vez sin control.
***
Her heart is racing, you can't keep up / su corazón está corriendo, no puedes
mantenerlo
The night is bleeding like a cut / la noche sangra como una cuchillada
Between the horses of love and lust / entre caballos de amor y deseo
We are trampled underfoot / estamos oprimidos
Oh...love...you say in love there are no rules / Oh...amor...dijiste que en el amor no
hay reglas
Oh...love...sweetheart... / Oh...amor...corazón...
You're so cruel / Eres tan cruel
Oh...love...to stay with you I'd be a fool / Oh…amor…para estar contigo sería un tonto
Sweetheart...you're so cruel / corazón…eres tan cruel
***
Continuaron así toda la noche, hasta que la madrugada los sorprendió exhaustos. El
rey abrazó a su esposa quedándose dormido y entre sueños tuvo la sensación
indefinible de suaves labios y ojos azules en cuyas profundidades deseó descansar.
*
Los días transcurrieron apaciblemente en el palacio. El rey dictaba sentencias, enviaba
expediciones hacia las tierras del norte e iniciaba las alianzas con otros pueblos que lo
ayudarían en la unificación. Constantemente recibía delegaciones pidiendo su consejo
para varios asuntos que él resolvía.
También se daba tiempo para compartir las comidas con sus camaradas de la
comunidad, y se había sentido muy apenado por la partida de Gimli. No se resignaba a
que la comunidad se disolviera, pero comprendió que debía ser así. Charlaba mucho
con sus pequeños amigos, aunque el nombre de Legolas no volvió a ser mencionado.
Le extrañó el alejamiento de Haldir y Finw?, pero supuso que los amantes querrían
estar a solas antes de partir a sus deberes en Lothlórien.
Finalmente, llegó el día en que partieron los elfos, y con ellos Gandalf y los hobbits. El
rey y la reina los despidieron en la puerta de la ciudad, ya reconstruida. La despedida
fue emotiva, ya que Elrond pronto navegaría al oeste en compañía de Galadriel y
Celeborn. El viejo mago también mencionó que su tiempo en ese mundo había
concluido y que volvería con los Valar.
Elessar se quedó solo, alejado de sus más queridos amigos, y quedó flotando en el
viento la promesa de una última reunión de todos ellos juntos. Contempló a los
viajeros hasta que estuvieron fuera del alcance de su vista y luego se volvió hacia su
bella esposa, y tomados del brazo volvieron al palacio.
********
Mirkwood
********
Legolas llegó finalmente a Mirkwood al caer de una tarde. El viaje había sido fatigoso y
lleno de recuerdos. Ahora sólo deseaba estar con los suyos para reconstruir su hogar y
empezar a olvidar. Luego, cuando la pena se mitigase, partiría al oeste con los elfos
que quedaran.
Los centinelas lo reconocieron de inmediato y lo recibieron con exclamaciones de júbilo
que lo llenaron de entusiasmo ¡Al fin estaba en casa! Ahora todo estaría bien. Se dejó
conducir hacia el palacio, mientras saludaba a todos los guardias.
Al llegar a la entrada, una familiar figura exclamó:
- "¡Legolas! Al fin llegaste, hermano mío. Te esperábamos hace una semana". El
príncipe de la corona y su hermano mayor, Haldamir, corrió a recibirlo.
- "¡Haldamir! He vuelto" dijo sencillamente Legolas, abrazándose de su hermano.
Luego ambos empezaron a reir y vino un torrente de preguntas sobre la guerra del
anillo que Legolas pidió responder en otro momento.
- "Haldamir, deseo ver a nuestro padre cuando antes", pidió el príncipe.
- "Ahh, Legolas...creo que será mejor que descanses primero. Te ves fatigado y debes
dormir. Nuestro padre te verá mañana, quería cerciorarme de que estuvieras bien", y
su hermano lo tomó del brazo llevándolo por uno de los pasillos que conducían a las
habitaciones.
- "¡No! Deseo primero ver a mi padre. He hecho este viaje sólo para verlos, luego
podré descansar. Acompáñame..."
- "Hermano", dijo Haldamir, bajando la voz para no ser oído por los guardias, "no creo
que sea una buena idea...ha llegado un mensaje de Elrond...no sé que pudo haber
pasado, pero ha puesto a nuestro padre de muy mal humor"
- "¿Mensaje?", Legolas palideció al recordar las palabras de Elladan. "Vamos. Hablaré
con él de todos modos", y se dirigió hacia el salón real, seguido por su hermano.
Legolas abrió las pesadas puertas de roble del salón, antes de que los guardias
pudieran hacer algo. Haldamir los despidió con un vaivén de manos, los asuntos
familiares debían tratarse en privado.
El salón era amplio, el techo alto y las paredes decoradas con estandartes y diversas
armas de guerra. En el centro había una mesa rectangular y ocho sillas para los
consejeros del rey, pero en ese momento estaba vacía. Al fondo del salón, alzábase un
estrado de piedra, con tres escalones, y sobre él estaba el trono del rey elfo. La
estancia estaba iluminada tenuemente por varias lámparas y Legolas agradeció
mentalmente a Elbereth por eso.
Thranduil ocupaba el trono en ese momento, con el codo apoyado en uno de los brazos
del trono y la barbilla apoyada en él, sumido en sus pensamientos. Cuando oyó abrirse
la puerta y vio entrar a sus hijos, nada dijo, pero se irguió en el trono, amenazadora e
imponentemente.
Legolas avanzó con paso seguro, aunque varias veces sintió que se le doblarían las
piernas. Haldamir avanzaba también detrás de su hermano. El salón parecía
interminable mientras avanzaban hacia el trono y Legolas recordó las innumerables
veces que había corrido por allí con su hermano, cuando eran niños, tratando de llegar
primero donde su padre. Ahora, como antes, lo acompañaba Haldamir, pero ya no
corrían. Y ya no era la dicha de contarle a su padre alguna travesura o hazaña de
muchachos lo que los impulsaba. Era el temor y a la vez el deseo de que la
incertidumbre se terminada. Para Legolas, era saber si su padre conocería algo de lo
acontecido en la Guerra del Anillo. Para Haldamir, era saber qué había ocurrido para
que su padre estuviera tan molesto con Legolas.
Thranduil miró a sus hijos. Nunca había sido un padre afectuoso, desde la partida de la
madre, al dar a luz a Legolas. Su hijo menor era el vivo retrato de su madre, quizás
por eso había sido más severo con él que con Haldamir, quien se parecía más a él.
Pero se sentía muy orgulloso de Legolas, cada logro obtenido en su infancia y juventud
llenaban de dicha su corazón, aunque jamás se lo dijo. Cuando su hijo se convirtió en
el mejor arquero de Mirkwood, nada dijo. Pero debido a este logro, lo nombró
representante de su reino en la Guerra del Anillo. No estaba seguro de que Legolas
supiera por qué lo enviaba, pues su hijo había sido criado como un príncipe y no solía
mostrar sus emociones fácilmente, pero partió veloz y deseoso de realizar proezas que
se recordaran en las canciones élficas, como le había dicho luego Haldamir.
Los mensajeros alados de Galadriel lo mantuvieron razonablemente informado del
desarrollo de la guerra, donde Legolas había jugado un importante papel al derrotar al
Señor de los Nazgul, hazaña que lo llenó de alegría. Pero ahora, los mensajeros no le
habían traído una noticia agradable. Todo lo contrario. Su hijo había deshonrado a
Mirkwood y lo había llenado de vergüenza.
Legolas estaba ahora parado frente a su padre. El semblante sereno y la voz tranquila.
- "Padre, he vuelto", fueron sus únicas palabras. Y se quedó allí, de pie, esperando la
respuesta del rey.
- "Legolas de Mirkwood, estoy al tanto de los acontecimientos que te obligaron a
regresar, ocultándote de quienes te dieron albergue. ¡Has traído la deshonra a nuestro
reino!", dijo fríamente el rey.
Legolas palideció notablemente ¿acaso su padre sabía? ¿Aragorn había sido tan
cobarde? Una vez más agradeció que las luces del salón fueran tenues.
- "Padre, no entiendo lo que me dices. Vine porque la guerra ha concluido, y con ella la
misión que me encomendaste", respondió dominando su temblorosa voz.
- "Padre, acaba de llegar y le pedí que descansara, pero deseaba verte. Quizá esta
conversación sea mejor mañana", intercedió Haldamir.
- "¡Silencio!", exclamó el rey. "Será Legolas quien hable, puesto que Legolas ha traído
la desgracia a nuestro reino enfrentando nuestra casa con la de Elrond"
- "No he hecho nada de lo que deba arrepentirme", declaró Legolas.
- "¿Nada? ¡Desafiaste a los hijos de Elrond! ¡Golpeaste a Elrohir sin motivo alguno!
¡Los amenazaste con enfrentar Mirkwood con Rivendel!", bramó Thranduil furioso y
poniéndose de pie.
Legolas retrocedió, temeroso de recibir un golpe, como había sucedido otras veces
cuando irritaba así a su padre.
- "Sólo defendía mi honor de sus ofensas. Hubo provocación y me defendí ¿no es así
como debe comportarse un príncipe?", contestó Legolas.
- "¡Explícate entonces!", ordenó el rey, sentándose nuevamente.
- "Lo siento. Mis asuntos me conciernen sólo a mí", respondió Legolas, admirándose de
su propia audacia. Nunca se había negado a los deseos de su padre, pero era obvio
que Thranduil no sabía nada más acerca de la pelea y él no se lo diría.
- "Le pedirás una disculpa a Elrohir y a Elrond…", empezó el rey.
- "¡No lo haré!", exclamó Legolas, sabiendo que esto generaría un enfrentamiento
mayor con su padre, pero no le importó. Su secreto estaba a salvo, y así lo
mantendría.
- "Legolas, ¿me estás desafiando?", bramó el rey
Haldamir tomó el hombro de su hermano, tratando de calmarlo, pero vio tal
determinación en su mirada que lo soltó y se puso junto a su padre, esperando lo
peor.
- "No padre. Jamás lo haría. Pero debes confiar en mí cuando digo que Elrohir me
ofendió gravemente y yo sólo me defendí. No deseo enfrentar a nuestros pueblos, pero
no me disculparé por una ofensa que yo no inicié", dijo firmemente Legolas.
- "¡Lo harás!", exclamó su padre, "Elrond así lo exige en su misiva y no podemos
perder la amistad de Rivendel en estos tiempos donde debemos reconstruir nuestro
reino".
- "Lo siento, padre. No lo haré"
- "¡Lo harás! Yo, tu padre y rey, te lo ordeno. Lo harás y también me dirás ahora
mismo qué acontecimiento motivó esa pelea. ¡Habla!", rugió Thranduil.
- "Lo siento, padre. No lo haré", repitió Legolas con voz firme.
Haldamir contemplaba atónito a su hermano menor enfrentarse a su padre, como
nunca lo había hecho. Algo muy serio debía suceder para que Legolas tomara esa
actitud, pero desafiar al rey no era una buena idea. Bajó las escaleras situándose
nuevamente al lado de Legolas, como queriendo protegerlo.
- "Legolas de Mirkwood, eres una vergüenza para tu reino y para tu raza. Tienes plazo
hasta mañana, y si persistes en tu irracional actitud, serás desterrado para siempre de
este lugar, y perseguido como fugitivo por tus súbditos. ¡Ahora vete!", fueron las
palabras del rey, dichas en un tono glacial.
Legolas miró a su padre a los ojos y sin bajar la cabeza, dio media vuelta y empezó a
andar hacia la puerta, seguido por el preocupado Haldamir que no entendía qué le
pasaba a su hermano.
El camino hacia la puerta era interminable, Legolas sentía que se le doblaban las
rodillas, pero jamás revelaría a su padre el motivo de la pelea con Elrohir y mucho
menos pediría disculpas al arrogante hijo de Elrond, a quien despreciaba
profundamente por su cobardía al denunciarlo así ante su padre.
Los dos hermanos caminaron silenciosamente por el pasillo que llevaba a la habitación
de Legolas, mas ya no había alegría en el semblante del más joven. Apenas contestaba
los saludos de guardias y doncellas y sólo se sintió seguro cuando entraron a sus
aposentos.
Nada había cambiado allí, los enormes ventanales dejaban entrar la luz de la luna,
varias plantas adornaban las paredes, suspendidas en maceteros dorados. El balcón
estaba lleno de flores y la enredadera que subía por él estaba tal como él la dejó. Los
muebles de madera tallada estaban ordenados y la cama tendida con las sábanas azul
cielo que más le gustaban, y a su costado, en la mesa de noche, había una fuente con
frutas variadas y una jarra de aguamiel. Sonrió a Haldamir, pues sabía que su
hermano había cuidado esos detalles, y se dejó caer en la cama.
- "Legolas, no sabía…"
- "No te preocupes, hermano mío. Sólo deseo que sepas que no hice nada de lo que
me pueda arrepentir y que el prestigio de Mirkwood está intacto", le dijo a su
hermano, que se sentó junto a él a un costado de la cama.
- "Te creo. Pero ¿qué ocultas? ¿por qué no puedes decírmelo? ¿acaso no confías en
mí?"
- "Claro que sí, hermano. Pero este secreto no tiene para mí el significado que antes
tuvo, y es un recuerdo muy doloroso que vine a borrar aquí. No puedo decírtelo ahora,
pero cuando me sienta listo, lo haré", dijo Legolas con dulzura. Nunca antes le había
escondido algo a su hermano.
- "¿Qué harás entonces?", preguntó Haldamir visiblemente preocupado.
- "No lo sé. Isilme es buena consejera, ella me ayudará", sonrió Legolas, mirando la
luna que se filtraba por las delgadas cortinas.
- "Te apoyaré en lo que decidas, aún si yo también debo enfrentarme a nuestro
padre", dijo Haldamir.
- "Gracias hermano. Ahora, ¿podrías contarme cuál es esa alianza que desea nuestro
padre?"
- "Los orcos, arañas y wargos que vivían aquí han sido exterminados. Cuando se
enteraron de la derrota del Señor Oscuro, cundió el pánico entre ellos, cosa que
aprovechamos para atacarlos. Sólo unos pocos orcos lograron huir y hay rumores de
que los uruk-hai de Saruman se les unieron y marchan a Mordor. ¿No te has topado
con alguno de ellos en tu viaje?"
- "No he visto ninguno. Quizás sólo sea un rumor y los caballeros de Ithilien hayan
acabado con ellos", dijo pensativamente Legolas.
- "Una patrulla de elfos se dirigió hacia Ithilien a alertar a los humanos, deben haber
llegado ya", continuó Haldamir y aclaró, ante la mirada curiosa de su hermano, "No fui
con ellos por órdenes de nuestro padre. Deseaba que esté aquí dirigiendo a los
guardias de las fronteras. También encontramos una colonia de los últimos elfos del
bosque Mágico y los trajimos aquí y tengo la misión de ayudarlos a reconstruir su
reino"
- "Hay entonces mucho por hacer", observó Legolas pensativo. Y luego agregó
sonriente, "¿Y la dama elfa que frecuentabas?"
Haldamir sonrió también.
- "Gilraen, se encuentra bien y con muchas ganas de saludarte. Debemos reunirnos
más tarde"
- "¿Eso es el inicio de algo más serio?", continuó preguntando Legolas
- "De hecho, sí". Respondió Haldamir, y siguió con el relato de sus hazañas con cierta
dama elfa que le había robado el corazón.
Legolas sonrió, su hermano era feliz. Lo sabía por el brillo de sus ojos. Brillo que había
visto en los ojos de Aragorn tantas veces. Una punzada de dolor lo devolvió a su triste
realidad. Dijo estar cansado y que no deseaba cenar, se conformaría con las frutas.
Haldamir vio la tristeza en los ojos de su hermano menor, pero bien conocía que
Legolas le contaría qué le pasaba cuando estuviera listo. Se despidió de su hermano y
se retiró, cerrando la puerta.
El rubio elfo no podía conciliar el sueño y apenas probó las frutas. Apagó las lámparas
y dejó que la luz de Isilme fuera su única compañera. Recostado en la cama, anhelaba
sentir la sensación de estar de vuelta en su hogar, pero no podía. El hogar nunca será
el mismo para quien ha conocido el amor en un castillo, eb brazos de un rey mortal,
pensaba amargamente. La poca paz que había sentido su atribulado espíritu fue
quebrada por las palabras de su padre.
¿Qué haría? Había tranquilizado a Haldamir haciéndole ver que tenía todo bajo control,
pero no era así. Demasiado bien conocía a su padre y sabía que sería inflexible. Pero
jamás pediría una disculpa a aquél que le había hecho tanto daño, una humillación así
no la toleraría, bastante humillado había partido de aquél nefasto banquete.
Mas, ¿qué le diría a su padre? No podía tampoco explicarle los motivos de la pelea. Si
el sólo hecho de golpear al hijo de Elrond había causado tanto furor en su padre, ¿qué
sería el saber que había dormido con el prometido de Arwen?... Por otro lado, estaba el
destierro y el ser un proscrito en su propia tierra.
Analizó ambas alternativas. Haldamir pronto contraería matrimonio. Su hermano era
feliz y ya no lo necesitaba. Su padre renegaba de él. No quedaba nada más que lo
atara a Mirkwood. Una patrulla de elfos había partido a Ithilien, cazando los pocos
orcos y uruk-hai que quedaban. Si él se unía a esa patrulla y llegaban a Ithilien,
podrían establecerse allí y fundar una colonia, siempre y cuando lo continuaran
reconociendo como su príncipe.
¡Ithilien! Esos bosques donde había dormido con Aragorn, donde su antiguo amante le
había prometido hacer un palacio… ¿podría regresar a ellos con ese recuerdo? Pero eso
era mejor que permanecer en Mirkwood con su vergüenza, o que ser desterrado.
Finalmente, el elfo se decidió. Partiría inmediatamente. Arregló sus pocas pertenencias
y saltó por el balcón, sin ser visto por ningún guardia. Luego se dirigió a los establos y
sacó a Arod. El caballo lo miró a los ojos, comprendiendo.
- "Fiel compañero, nos vamos nuevamente. No puedo estar más aquí", susurró
subiendo a su lomo.
Arod bufó en señal de comprensión, y emprendió la marcha, en mitad de la noche. Lo
hizo tan silenciosamente que no llamaron la atención de ningún centinela, pues
además, salieron por la parte sur del palacio, poco vigilada entonces.
Una vez lejos de esos parajes, Arod comenzó a galopar llevando a su amo donde no lo
pudieran hallar, donde nadie pudiera hacerle más daño.
O eso era lo que creía el fiel animal.
Al día siguiente, Haldamir se extrañó de que su hermano no bajara a desayunar, pero
lo atribuyó al cansancio que le dijo sentir. Asimismo, convenció al rey de ser más
benévolo con su hermano y tener una nueva plática, a lo que Thranduil accedió, pues
se sentía un poco culpable por el duro trato que le había dado a su hijo menor.
No fue sino hasta el mediodía, que vino el encargado de las caballerizas denunciando
la pérdida de Arod, que se dieron cuenta de la desaparición de Legolas.
Esto causó gran conmoción en el palacio, y Haldamir empezaba a organizar partidas de
búsqueda, cuando Thranduil ordenó suspender esas actividades. Para él era evidente.
Si Legolas había huído, era culpable. Y no merecía ser hallado y devuelto a su
condición de príncipe. ¡El mismo se había proscrito!
Inmediatamente ordenó a los heraldos proclamar que Legolas no era más el Príncipe
de Mirkwood y pasaba a ser un vulgar fugitivo. Ningún elfo del Bosque Oscuro lo
reconocería como su hijo y se le prohibía la entrada al palacio.
Haldamir nada dijo, pero su corazón estaba atribulado por su hermano y deseaba
partir en su busca, mas la reconstrucción del reino era una tarea que no podía
abandonar en ese momento.
- "¡Legolas! Iré a buscarte, lo juro hermano", dijo de pie en el balcón, mirando el ahora
verde paisaje por donde suponía había partido Legolas.
*
Legolas había cabalgado varios días sin hallar huellas de la patrulla de elfos, pero sí de
orcos, pues esas criaturas horadaban la tierra que tocaba sus pies, como si la misma
naturaleza sintiera repulsión de ellos.
No había llevado más que frutas y algunas hojas de lembas que le quedaban, tal fue su
prisa por partir, y estaba un poco débil por el hambre y la falta de sueño. Decidió
seguir a los orcos, guardando prudencial distancia, y anheló tener la habilidad de
Aragorn para leer las huellas y encontrar así a la patrulla.
Continuó así varios días más y ya se encontraba muy próximo a la frontera de Ithilien.
Una noche, decidió hacer una ronda antes de acampar y caminó por los alrededores
cuidadosamente. Un objeto blanco saliendo de unos arbustos llamó su atención y se
acercó cuidadosamente. La noche era oscura y no podía ver bien. Cuando estuvo
cerca, se agachó para examinarlo. En ese momento, salió la luna, revelándole un
espectáculo que lo sobrecogió en lo más hondo.
El objeto en cuestión era la pálida mano de un elfo muerto, el resto del cuerpo estaba
oculto por los arbustos, desnudo y cubierto de sangre de tantas heridas que era
imposible contarlas. La mirada de espanto de sus ojos y el rictus de su boca mostraban
la tortura que había sufrido antes de morir. Horrorizado, Legolas reconoció apenas en
ese rostro desencajado a uno de los hombres de Haldamir, guardias de la frontera.
Más allá habían otros cuerpos en iguales condiciones. Llevaban muertos algunos días,
pues empezaban a descomponerse. Legolas sintió sus ojos llenarse de lágrimas y su
corazón de coraje y deseo de venganza. Apiló cariñosamente los cuerpos de sus
amigos y los cubrió con ramas y arbustos, ya que no disponía de herramientas para
cavar. Juró que se dirigiría a Ithilien y volvería a darles sepultura, y se retiró
tristemente de aquél paraje.
El día lo sorprendió sin haber dormido nada, de pie sobre el mismo árbol donde se
había recostado sobrecogido por el espanto y dolor. Sólo orcos pudieron torturar así a
sus amigos y juró no dejar uno sólo con vida.
Caminó con Arod al costado y atravesó un pequeño arroyo. Al llegar a la otra orilla, se
arrodilló para lavarse la cara y se asustó de lo que vio. Su rostro estaba terriblemente
pálido, sus cabellos despeinados, su mirada aún espantada. Ese hallazgo lo había
horrorizado más que todo lo visto en la Guerra del Anillo. Por un momento, perdió la
conciencia de dónde estaba y de lo que estaba haciendo. No oía nada a su alrededor,
no sentía nada.
Un bufido de Arod y luego un sonoro relincho lo devolvieron a la realidad, e
inmediatamente sintió una presencia tras él. Sus reflejos élficos lo hicieron saltar justo
a tiempo de ser casi derribado por un enorme Uruk-Hai.
Los horribles seres lo rodeaban. Legolas no los había oído aproximarse, en su
momento de debilidad. Resuelto, sacó la espada dispuesto a vender cara su vida y a
vengar a sus amigos, pero la lucha era desigual. El elfo luchó desesperadamente,
logrando abatir a dos de las enormes criaturas, pero fue reducido por otros dos,
enormes y corpulentos. Trató de debatirse en vano y cuando esperaba que lo maten,
un fuerte golpe en el cráneo lo sumió en una oscuridad total.
TBC
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