Leave it behind
Por: Ayesha
E-mail =lg_100309@hotmail.com
Clasificación = R
Parejas = Aragorn/Legolas, Haldir/Legolas, Haldir/Finwe, Elladan/Elrohir/Finwe, Elladan/Elrohir/Haldir/Finwe
Disclaimer =Los personajes de esta historia son propiedad de J.R. Tolkien. Esto es puro entretenimiento y no me reporta beneficio económico alguno. Yo sólo soy culpable de inventarme a Finwe.
* Capítulo 18: La verdad
"I used to think / solía pensar
As birds take wing / cuando las aves volaban
They sing through life / ellas le cantan a la vida
so why can't we? / ¿por qué no nosotros?
You cling to this / te sujetas a eso
You claim the best / reclamas lo mejor
If this is what you're offering / es esto lo que estás ofreciendo"
I'll take the rain - R.E.M.
***************** Gondor *****************
Había pasado una semana desde que Legolas partiera, y Aragorn sentía el mismo desasosiego, que empeoraba cada día. Ni siquiera la presencia de Arwen podía animarlo, sino todo lo contrario, pues lo hacía sentir más culpable por no poder apartar se sus pensamientos al elfo rubio.
Los dolores de cabeza se habían hecho permanentes, y pasaba los días encerrado en su estudio, sin atender a nadie. Incluso delegó a sus ministros algunas tareas del reino.
En el palacio corría el rumor de que el rey estaba gravemente enfermo, pero los sanadores nada podían hacer por él. Solamente Ioreth asentía gravemente cuando oía los rumores, diciendo a quien quisiera oírla:
- "Yo siempre lo dije. Ese príncipe y el rey son más que amigos, y ahora que se ha ido, el rey está enfermo de pena. Pero le aconsejé hace tiempo que siguiera su corazón y él no me hizo caso. Si me hubiera escuchado nada de esto habría sucedido".
Las personas que la oían se llevaban la mano a la cabeza indicando que la anciana desvariaba, pues, ¿cómo el rey de Gondor podría amar a un elfo, teniendo por esposa a la más hermosa elfa de la Tierra Media?
Arwen intentaba de todo para que Aragorn reaccionase, pero él no parecía notarlo. Le hablaba amablemente y era cariñoso con ella como siempre, pero su mirada estaba perdida y su mente ausente, como si sus pensamientos estuvieran ocupados en otra cosa...o en otra persona.
Un día, el rey salió a caminar, cansado de su encierro, y sus piernas lo llevaron a las Casas de Curación. Se sentó en la glorieta, junto a la pequeña fuente, con la sensación de que había algo importante que debía recordar, pero no lo conseguía.
De pronto, una de las doncellas de palacio se acercó tímidamente y le dirigió la palabra.
- "Mi señor, ¿puedo hablarle?"
- "Claro", respondió el rey amablemente.
La joven se veía ansiosa y apretaba algo con las manos, como si quisiera ocultarlo.
- "Perdóneme, su Alteza, pero tengo esto desde hace días. No se lo quise dar en el palacio porque la reina", tartamudeó la doncella, "porque la reina no deseaba que se lo molestara", respiró profundamente antes de añadir, "pero hoy que lo vi salir, me atreví a seguirlo para devolvérselo"
- "¿Qué es? ¿Por qué tanto misterio?", preguntó Aragorn, intrigado.
- "L-lo siento, señor", tartamudeó ella, "pero Aileen decía que era suyo y yo no lo creí así"
- "¿Aileen?"
- "La doncella de la reina, señor"
- "Ahh. Bien, ¿qué es eso tan misterioso?"
La doncella extendió la mano con el puño cerrado apretando el objeto. Aragorn extendió la mano también, con la palma hacia arriba y ella dejó caer el objeto. El rey dejó salir una exclamación de asombro ¡El colgante! y recordó que él lo había encontrado el día que el caballo de Legolas apareció.
- "¿Dónde estaba?", preguntó
- "Entre sus ropas, señor. Lo encontré cuando las revisaba para lavarlas. Son las que trajo usted de su último viaje", explicó la doncella, más calmada, "Aileen dijo que era suyo, pero no le creí porque se ve que es una joya muy valiosa"
- "Hiciste bien", respondió el rey. "Yo la guardaré y aclararé esto con Aileen. Puedes retirarte"
Aragorn se quedó mirando la joya en la palma de su mano. Esta vez, la "L" y la "A" entrelazadas tenían un nuevo significado para él. Se sentía mareado, algunas imágenes pasaron por su cerebro: una fiesta en el palacio, una conversación con Gimli y Legolas riendo. ¡Legolas! esa "L" era de Legolas, estaba seguro...su nerviosismo era tal, que la joya cayó en la pequeña fuente.
Se inclinó para recogerla, y entonces unas palabras se dibujaron en el agua. "la hoja guiará tu corazón", en un fugaz instante, se habían ido. Esas palabras...¿tendrían algún significado? El rey recuperó el colgante y lo apretó fuertemente contra su pecho, tratando de pensar. De pronto, lo vio, ¡la profecía de Galadriel! se refería a Legolas y a él. La joya era de Legolas.
- "Elessar, querido", llamó Arwen con voz melosa, "¿te encuentras allí?"
El rey ocultó el colgante entre sus ropas. De algún modo, sabía que Arwen no debía verlo.
- "Aquí estoy", respondió.
La reina lo miró con curiosidad, pero no pudo descifrar nada en su mirada. Lo tomó del brazo y caminaron hacia la salida.
Esa noche, Aragorn soñó con labios ardientes y rubios cabellos, y también con el ataque que sufrió Legolas. Fue como si lo presenciara, Legolas se debatía entre las garras de las bestias, gritando en vano mientras lo poseían a viva fuerza, hasta que los gritos cesaron. El rey despertó bañado en sudor, siendo confortado por Arwen, pero la apartó y se levantó agitado. Luego, se encerró en el estudio.
Amanecía, cuando el rey por fin abrió la puerta del estudio. Había tomado una decisión.
Llegaría al fondo de todo eso.
Buscaría a Legolas.
E iría sólo.
Se dirigió a los establos en busca del mejor caballo. Se alegró mucho de encontrar allí a Arod y pidió que lo preparasen, luego, se dirigió al jefe de guardias y persona de su total confianza y le dijo hacia donde se dirigía. También le pidió no decírselo a la reina hasta entrada la tarde, pues deseaba partir con tranquilidad.
Montó en Arod y partió, sintiendo por fin cierto alivio en su corazón.
**************** Lothlórien ****************
Legolas estaba sentado junto a la fuente, con las manos cruzadas sobre su regazo, apenas percatàndose de la belleza que lo rodeaba; el día estaba radiante y el sol se reflejaba en sus cabellos dorados y en su pálido e inexpresivo rostro, pero el elfo parecía no sentirlo, limitándose a permanecer sentado y silencioso.
Así había estado desde que llegó a Lothlórien, sin ningún signo de mejoría. La Dama Galadriel le había asignado el talan más cómodo, que compartía con su hermano y con Gimli. Lo había examinado también cuidadosamente, pero había sacudido tristemente la cabeza y explicado a Haldamir:
- "Lo siento. Está fuera del alcance de mi ayuda, nada puedo hacer, excepto brindarle alojamiento y confiar en que la magia del bosque dorado pueda ayudarlo con el tiempo"
Haldamir se sintió frustrado, si Galadriel no podía ayudarlo, ¿quién podría?
- "Mi señora, ¿qué mal aqueja a mi hermano?", preguntó angustiado.
- "Los elfos mueren de pena, Haldamir. Legolas ha experimentado un dolor tan terrible que se ha refugiado en algún lugar de su mente, donde siente que no le podrán hacer más daño", explicó la dama.
- "Pero, ¿no podemos hacer nada?", dijo el triste elfo.
- "Desgraciadamente no. Esto está más allá de mis poderes, Haldamir. Únicamente podemos confiar en la magia de este lugar", pero añadió pensativa, "o quizás en otra cosa"
- "¿Qué cosa?"
- "Yo una vez miré en el corazón de Legolas y vi un amor tan puro que confié en que sería el sostén de Aragorn en su tarea. También miré el corazón de Aragorn y vi que haría cualquier sacrificio por tu hermano", Haldamir apretó lo puño con ira, "creo que en esto último me equivoqué", dijo ella con dulzura, "no obstante, es muy extraño todo esto".
- "El rey de Gondor pagará con su sangre esta afrenta", dijo Haldamir con voz ronca.
- "Legolas necesita de tu presencia ahora. Ningún bien puedes hacerle si lo abandonas para buscar venganza. Además, el rey de Gondor ya no es bienvenido aquí", dijo ella, finalizando la entrevista.
Dos semanas luego de esa charla, las cosas seguían iguales. Haldir y Finwe constantemente hacían cambios en sus turnos de guardia para acompañar a Legolas, a Haldamir y a Gimli.
En esos momentos, Finwe acababa de dejar a Legolas sentado en una banca junto a la fuente, su lugar favorito en Lothlórien, pero el otro elfo parecía ni siquiera notar que se encontraba al aire libre.
El elfo pelirrojo subió a un árbol desde donde dominaba el paisaje y podía vigilar también a Legolas. No había transcurrido mucho tiempo, cuando, oculto en el follaje, observó algo que lo dejó atónito.
Un hombre que parecía estar en el límite de sus fuerzas avanzaba con sigilo por el bosque, ocultándose hábilmente entre los árboles, a la manera élfica. Apuntó al humano con una flecha, pero poco después la dejó caer atónito. ¡Aragorn!
¿Qué hacía el Rey de Gondor allí? Cuando había causado tanto daño y la Dama Galadriel estaba al corriente de lo sucedido, ¿cómo se atrevía a volver? ¿cómo logró burlar a los centinelas? ¿y a la Dama, que todo lo sabía? Un pensamiento lo asaltó de pronto. ¿Y si la dama lo sabía y lo había dejado pasar adrede? Desde su posición podía ver lo que sucedía abajo, y una flecha hábilmente disparada acabaría con la miserable vida de Aragorn si intentaba algo malo hacia Legolas. Se dispuso a observar con el brazo tenso sobre su arco y una flecha que apuntaba al corazón del rey.
Aragorn avanzó silenciosamente. Había aprendido a desplazarse sin producir ruido alguno en sus tiempos de montaraz. Observó entre los árboles, y entonces lo vio. El corazón casi le da un vuelco. Sentado junto a la fuente, estaba Legolas. Solo.
Era el momento de aclararlo todo. De pedir perdón por algo que sabía que había hecho pero que no podía recordar.
Avanzó vacilante, pero el elfo no se movió.
Sólo cuando estuvo frente a él y vio sus ojos vacíos se dio cuenta que su amado se encontraba en la misma triste situación en que había salido de Gondor. Ni Galadriel con todo su poder había podido ayudarlo.
- "¡Legolas! ¡Legolas!", exclamó arrojándose a sus pies, sollozando de rodillas ante el elfo.
Pero los ojos azules continuaron inexpresivos.
El humano se sentó junto al elfo y tomó sus manos entre las suyas. Las lágrimas caían sin control sobre su rostro, mojando su barba crecida durante el viaje, mientras balbuceaba, "Legolas.no sé, no recuerdo. Te hice daño, puedo sentirlo, pero no sé por qué", repetía una y otra vez, sin obtener respuesta.
Su mano acarició la pálida mejilla y echó hacia atrás el rubio cabello, para seguir hasta su cuello y abrazarse de pronto del elfo. Lo abrazó con todas sus fuerzas, sollozando.
- "Te amo, Legolas, ¡te amo! He deshonrado a los míos pero no me importa, yo te amo y eso nada ni nadie lo cambiará"
Entonces, sintió un ligero movimiento en el cuerpo del elfo. Sus manos se habían movido ligeramente y pudo oír claramente un suspiro. Miró al elfo ansiosamente y notó que sus labios temblaban ligeramente. Entonces, sin saber por qué, posó sus labios sobre los de Legolas, sintiendo al instante que era allí a donde pertenecían. Los besó ardientemente, mojando el rostro de Legolas con sus propias lágrimas, hasta que sintió una ligerísima respuesta.
Pero entonces, la cabeza pareció estallarle con mil imágenes. Vio a Legolas junto a él, dormidos, haciendo el amor, riendo alegremente. Se vio a sí mismo diciéndole a Arwen que todo había terminado, que amaba a Legolas. Vio a Arwen hablando en un lenguaje extraño y a sí mismo anunciando su boda. Soltó a Legolas bruscamente, horrorizado de lo que acababa de ver.
Sólo atinó a gritar con voz ronca.
- "¡Arwen!"
Y salió corriendo como enloquecido hacia el bosque.
Finwe estuvo en el suelo en un instante y Haldir apareció también, atraído por el grito.
- "¡Es Aragorn!", gritó el elfo pelirrojo, "¡Alcánzalo!"
Haldir partió de prisa mientras Finwe levantaba a Legolas que sollozaba violentamente sobre la banca. Los ojos del elfo estaban desmesuradamente abiertos y sólo decía.
- "¡Aragorn!"
Finwe lo tomó en brazos para llevarlo a su talan, pero Haldamir, que también había oído los gritos, se lo arrebató de los brazos y lo llevó el mismo. En el talan, Haldamir depositó a Legolas sobre una de las camas tratando de hablar con él, pero lo único que podía distinguir de los sollozos balbuceantes de su hermano fue
- "¡Le di asco! ¡Me desprecia!"
Finwe salió inmediatamente a buscar a la Dama Galadriel, que llegó presurosa. Cuando Finwe relató lo ocurrido, Haldamir tomó su espada dispuesto a vengar a su hermano. El elfo pelirrojo trató de detenerlo, pero recibió un terrible golpe que lo envió hacia el muro, golpeándole la cabeza, y cayó sin sentido.
*
Haldir había dado finalmente alcance a Aragorn junto al lago, pero al contrario de lo que pensaba, lo encontró de rodillas sollozando en un estado de desesperación tal que logró conmoverlo.
Se acercó, tocándole el hombro, pero el rey no le hizo caso, sólo balbuceaba
- "Arwen, Legolas" y palabras ininteligibles.
Haldir se detuvo inseguro sobre lo que debería hacer con el rey en ese estado, pero entonces Haldamir salió de entre los árboles con la espada desenvainada y se arrojó sobre Aragorn.
El rey vio a Haldamir venir furioso sobre él, pero no hizo nada por evitarlo. Después de todo, merecía la muerte. Lo que hizo a Legolas era imperdonable, no debía vivir. Entre las lágrimas que le inundaban los ojos pudo ver la hoja que venía directamente hacia su corazón.
Pero la muerte no llegó.
Haldir, ágilmente desvió el golpe con su propia espada, ante el grito de furia de Haldamir. El rey permaneció donde estaba, sin que pareciera importarle lo sucedido.
Pero Haldir no iba a dejar las cosas así. Luchó con Haldamir para impedirle golpear al soberano, pero el otro elfo estaba como enloquecido. Se trenzaron en una lucha de la cual Haldir salió victorioso, arrojándolo al suelo.
- "¡Basta, Haldamir!", gritó, "¡míralo!.. Ni siquiera piensa defenderse. Él está sufriendo tanto como Legolas y creo que sabe de este asunto más que nosotros".
Haldamir miró a Aragorn y en realidad el orgulloso rey de Gondor presentaba un triste espectáculo, tenía el cabello despeinado, la barba crecida y los ojos extraviados, como un loco. Y no dejaba de lamentarse y pedir perdón. Una y otra vez la palabra "Legolas" brotaba de sus labios.
El príncipe de Mirkwood se puso de pie, mirándolo con desprecio. Pero Haldir había tomado al rey por el hombro obligándolo a ponerse de pie.
- "Rey Elessar de Gondor. En nombre de la Dama Galadriel, debo llevarlo a su presencia", informó.
El rey asintió tratando de calmarse y los tres se dirigieron silenciosamente hacia el talan donde se encontraba Galadriel con Legolas.
La Dama había dado a Legolas un líquido que logró transformar sus sollozos en suspiros, luego en en una respiración pausada y finalmente en un sueño profundo.
En el talan había dos camas juntas, donde dormían Haldamir y Legolas, pero ahora una de ellas estaba ocupada por Legolas y la otra por Finwe que despertaba en el momento en que los otros tres entraban.
Haldir se apresuró a ayudarlo.
- "¿Qué pasó?", preguntó preocupado.
- "No es nada", lo tranquilizó Finwe, fulminando con la mirada a Haldamir, "un accidente sin importancia", dijo poniéndose de pie con algo de dificultad.
Aragorn caminó vacilante hacia la dama Galadriel y cayó de rodillas ante ella.
- "Señora, ¿qué hago?"
La dama lo miró compasivamente.
- "Tu salvación será una pequeña hoja del bosque negro, rey de Gondor. Bebe esto", y le alcanzó un cáliz de cristal lleno de un líquido rojo.
El rey miró la copa y la bebió dócilmente. Ella sabía, ella leía su corazón. ¿Sería veneno? Pues gustoso lo tomaba, merecía la muerte por el daño que le había causado a la persona que más quería.
Bebió lentamente hasta la última gota. Luego cayó de bruces en el piso.
- "Señora, ¿lo has matado?" preguntó Haldamir con un nudo en la garganta.
- "No", respondió ella dulcemente, "Haldir, llevalo hacia la cama" ordenó. Haldir lo hizo y la miró interrogante.
- "Ahora", continuó ella, "debemos esperar. Salgamos de aquí, ellos necesitan resolver esto solos".
- "P-pero..." trató de protestar Haldamir y la dama lo tomó de un brazo sacándolo de allí.
Finalmente, Legolas y Aragorn compartian un sueño.
Dormían uno junto al otro; y, si Eru así lo quería, al despertar podria cambiar nuevamente el curso de la historia.
*
Legolas abrió lentamente los ojos. Se encontraba en su habitación, acostado y cubierto con varias mantas. Cerró de nuevo los ojos, ¿habría sido un sueño todo? ¿Aragorn pidiéndole perdón? ¿Sollozando en sus brazos? Pero luego había gritado el nombre de ella y lo había apartado, como si le repugnara el hecho de tocarlo. ¡Tenía que ser así! Los uruk-hai lo habían mancillado, marcándolo para siempre.
El elfo volteó tristemente la cabeza, y quedó congelado. A pocos centímetros de él, estaba la cama de Haldamir, pero no era su hermano quien la ocupaba, sino el objeto de sus sueños y pesadillas: Aragorn.
El humano dormía profundamente. Legolas se estremeció. ¡No había sido un sueño! El dolor del rechazo de Aragorn lo golpeó más profundamente ahora que sabía que era real. Trató de levantarse, pero Aragorn despertaba también en ese momento, y parpadeaba confundido, intentando discernir qué había sido real y qué había soñado.
Vio al rubio elfo tratando de levantarse de la cama.
- "¿Legolas? ¿Dónde estamos?"
Pero no recibió respuesta. Por el contrario, el elfo se logró poner de pie y se paró junto a su cama, mirándolo.
- "¿Legolas? Lo sé todo ahora, Arwen."
Pero antes de que pudiera terminar, un puño se estrelló contra su rostro, haciéndo brotar sangre de su boca. El mortal tuvo suerte de que Legolas estuviera tan débil, pues si el elfo se hubiera hallado en posesión de toda su fuerza, habría tenido el mentón fracturado en ese instante.
Aragorn no se movió. Sabía que lo merecía. Merecía mucho más.
Limpió la sangre con el dorso de la mano.
- "Perdóname, amor mío", susurró.
El elfo lo miró fijamente. ¿Perdón? Era ya tarde para eso. Él ya no era el mismo, nunca más lo sería. Los uruk-hai le habían arrebatado todo.
- "¡Vete, mortal!", susurró con desprecio, a pesar de que deseaba desesperadamente correr a los brazos de Aragorn y olvidarlo todo.
El rey lo miró tristemente y se levantó, sin volverle a dirigir la palabra. Cuando llegó hacia la puerta, se volvió y habló.
- "Sé que merezco tu desprecio. Me dejé engañar como un tonto y ahora estoy pagando por ello. Pero quiero que sepas que ahora, las brumas se han disipado de mi cerebro y castigaré a Arwen por el daño que nos causó. Y quiero que sepas también que fue nuestro amor el que me hizo recordar, cuando nos besamos ayer", Legolas lo miró con cara de confusión. "No, no me mires así, tú correspondiste mi beso y creo que eso nos ayudó a ambos. Yo me volví a enamorar de ti, ¿es que no lo entiendes? Ni todo el poder de Melkor pudo hacer que yo te olvidara para siempre", y con estas palabras salió de allí.
Legotas se quedó sumamente confundido. ¿De qué hablaba Aragorn? Le había dicho que lo amaba, sí. Y que castigaría a Arwen. El elfo se sentó sobre la cama con la cabeza entre las manos, hasta que la puerta se abrió nuevamente y entró Haldamir.
Su hermano había estado esperando en la puerta, confundido por las acciones de Galadriel, pero sin atreverse a desobedecerla, hasta que oyó voces y vio a Aragorn salir con una mano sobre la boca, donde se veían rastros de sangre. Miró al humano con desprecio y entró apresuradamente a ver a Legolas, alegrándose de que al menos él le hubiera dado su merecido a Aragorn.
El rey bajó del mallorn y fue alcanzado por Finwe que había estado esperando junto a Haldir, al pie del enorme árbol.
- "Elessar, la Dama Galadriel desea hablarte", dijo el elfo pelirrojo.
El rey se dejó escoltar dócilmente hacia el talan donde lo esperaba Galadriel.
- "Elessar, siéntate", pidió la dama.
Él se sentó y se miraron largamente. Aragorn no hizo intento alguno por ocultar los sentimientos que se habían formado en él. Amor por Legolas, más profundo que antes; culpa y desesperación por el daño que le había causado, y un enorme odio hacia Arwen.
La Dama habló al fin.
- "Elessar, tu camino fue difícil. Pude vislumbrarlo la última vez que estuviste aquí, pero nada podía hacer por evitar lo que sucedería. Por favor, dímelo todo, pues debo tomar una decisión respecto a mi nieta"
Aragorn le relató todo lo sucedido entre él, Legolas y Arwen, derramando muchas lágrimas al revivir aquello de nuevo. No se calló nada, le abrió completamente su corazón a Galadriel, que lo miraba compasivamente.
Finalmente, la Dama le dijo:
- "Debo hablar con Celeborn y Elrond respecto a todo esto. Debes permanecer en Lothlórien hasta entonces. Finwe te escoltará hacia tu nuevo alojamiento"
Galadriel llamó a Finwe que aguardaba respetuosamente en la puerta. El elfo se acercó pidiendo al rey que lo siga. Aragorn lo hizo. Ya lo había perdido todo, ¿qué más podría perder?
El talan que le asignaron estaba junto al de Legolas y el rey se desplomó en la cama, cerrando los ojos. Finwe permaneció en la puerta exterior por orden de su señora. Debía impedir que Aragorn tratara de volver a Gondor y hacer alguna tontería.
Era casi de noche, cuando Gimli se acercó tímidamente y pidió ver al rey. Finwe le permitió pasar y oyó cómo el enano se disculpaba con su amigo por haber dudado de él. La voz de Aragorn era apenas un murmullo, y seguía culpándose por lo ocurrido.
Pero el elfo pelirrojo no pudo oír nada más, pues los conocidos brazos de su amante lo abrazaron por la cintura y su rubia cabeza se reclinó sobre su hombro.
- "Pequeño elfo, ve a descansar", susurró Haldir en su oído.
- "Estoy de guardia", respondió Finwe.
- "Te relevará Orophin", continuó Haldir, señalando a su hermano que acababa de llegar. "Debemos hablar"
Finwe se dejó conducir hacia su propio talan. Haldir tenía una expresión seria y bastante bien lo conocía como para saber que no debía interrogarlo aún. Cuando llegaron, el elfo pelirrojo tomó asiento junto a la mesa y se dispuso a escuchar.
- "Nuestra señora me ha pedido que vaya a traer a Arwen", explicó, haciendo una pausa, "Iré con una escolta, mientras tú te quedas con Aragorn y Legolas"
- "¿Qué? ¿Pero, por qué? Siempre vamos juntos a todas sus misiones", exclamó Finwe.
Haldir trató de calmarlo. Había previsto muy bien esa reacción, de modo que tomó aire y siguió hablando.
- "Nuestra señora piensa que si vamos ambos y Arwen nos ve juntos, recordará inevitablemente la relación de Aragorn y Legolas. Y no desea traerle más pesar, ni a ella ni a su hijo"
- "¿No desea traerle pesar? ¿Y todo el sufrimiento que ella causó? ¿Eso no cuenta? ¡No me interesa si se le parte el corazón y muere de pena. Eso sería lo más suave que puedo desearle. Casi mata a Legolas de pena, y si no hubiera sido por ti, Haldamir también hubiera matado a Aragorn!", gritó Finwe.
- "Pequeño elfo, ella trata de proteger al niño"
- "Pues que la busque luego de que él nazca. Ya falta poco, ¿verdad? Apenas cinco meses"
- "Lo siento. Haré lo que mi señora me ha pedido", dijo Haldir con voz firme. "Parto mañana al alba. Y solo", puntualizó.
- "Entonces así será", respondió Finwe con los ojos brillantes a causa de las lágrimas contenidas. Y se levantó para salir de allí.
El elfo pelirrojo caminó sin rumbo por Lothlórien, sientiéndose furioso primero, y luego triste. ¡Galadriel no tenía derecho a separarlo de Haldir! El viaje tomaría al menos una semana en ir y otra en volver, sin contar con que debían esperar a Elrond que ya se había puesto en camino desde Rivendel. Eso podía significar quince días más de espera. Un mes en total, que para un elfo no es más que un suspiro, pero le disgustaba que la Dama haya hecho eso sin consultarle. ¿Es que no le tenía confianza?
- "Finwe"
Una voz lo sacó de su ensimismamiento. Haldir lo miraba cariñosamente.
- "Te he llamado por lo menos tres veces, pequeño elfo. ¿En qué pensabas? La Dama Galadriel desea hablar contigo", dijo tendiéndole la mano.
Finwe dudó un momento, pero luego se levantó tomando la mano que Haldir le ofrecía y lo abrazó muy fuerte besándolo en la mejilla, dejándose conducir dócilmente hacia donde lo aguardaban los señores del Bosque Dorado. Haldir se extrañó un poco. Había esperado más reclamos, pero en lugar de eso, su pequeño elfo lo había besado. Finwe no dejaba de sorprenderlo.
La dama le pidió a Haldir que los dejara solos un momento, y que fuera en busca de Legolas y Haldamir. Luego de que él se fuera, se dirigió a Finwe.
- "Sé que estás ofuscado por que envío lejos a Haldir", dijo con voz calmada Galadriel.
- "Mi señora", intentó protestar Finwe, pero calló. Sabía que ella podía leer sus emociones. "así es", añadió en voz baja.
- "Hemos discutido largamente lo que debemos hacer", intervino Celeborn, "Elrond y Thranduil han sido notificados por los pájaros y pronto vendrán aquí. También debemos traer a Arwen", Finwe no pudo evitar una mueca de disgusto, "lo sé, ella causó mucho daño. Pero lo hizo cegada por el amor no correspondido y la desesperación. Tú sabes lo que se siente, pues lo sentiste por mucho tiempo hacia Haldir. Con esto no excuso lo que hizo nuestra nieta, todo lo contrario, pues tú mismo, que experimentaste ese dolor, no actuaste aconsejado por Melkor, pudiendo hacerlo"
Finwe se estremeció. ¿Cómo podían saber? Había visto muchos horrores en el tiempo en que vivió huyendo de los seguidores de Sauron en el Bosque Mágico, y había incluso aprendido la profana lengua para invocar a los más abominables demonios. Pero nunca quiso forzar a Haldir a amarlo. Haldir era lo más hermoso que tenía. Lo único que tenía y lo único que deseaba tener.
Bajó la mirada, incapaz de sostenerla por más tiempo. Galadriel habló con dulzura.
- "Sí. Lo sabemos. Desde el mismo día en que tú y tus padres pisaron la frontera del Bosque Dorado, y aún así, te permitimos vivir aquí porque tu corazón es noble y tu alma es pura. Y Haldir te ama por eso", añadió.
- "Pero para traer a Arwen junto con Elrond y sus hermanos, necesitamos a alguien de nuestra absoluta confianza. Y también necesitamos alguien de nuestra total confianza para quedarse aquí, cuidando de Legolas y Aragorn", dijo Celeborn. "De este modo, verás que es imposible que viajen juntos, pues uno de ustedes debe partir y el otro debe quedarse. No confiaríamos a otra persona ninguna de estas tareas"
Finwe sonrió aliviado. Agradeció a sus señores y se puso respetuosamente de pie, pues habían llegado Legolas y su hermano. El elfo pelirrojo hizo una inclinación para saludar a Legolas y dio la espalda a Haldamir. Aún no le perdonaba el golpe recibido.
Legolas se inclinó ante Galadriel y Celeborn. Era la primera vez que los veía conscientemente desde su llegada y aún estaba confundido.
- "Siéntense, amigos míos", pidió Galadriel, "si no les importa, deseo que Haldir y Finwe nos acompañen, pues lo que trataremos aquí también les concierne como personas de nuestra total confianza y a quienes hemos encomendado importantes tareas".
Los dos elfos de Mirkwood asintieron.
La Dama pidió entonces a Legolas relatarle todo lo ocurrido desde su partida de Lothlórien en la Guerra del Anillo. El rubio elfo lo hizo, dudando un poco al principio, pero luego se sintió más animado y pudo continuar. Sólo se detuvo temblando al hablar del ataque que sufrió y Celeborn intervino.
- "Es suficiente, amigo mío. Conocemos esos tristes hechos. Ahora, Galadriel debe decirte algo"
La Dama refirió la otra parte de la historia contada por Aragorn. Una vez que finalizó, se hizo un pesado silencio, roto luego por Legolas.
- "Deseo descansar. Discúlpenme, por favor"
Haldamir hizo ademán para ponerse de pie, pero Galadriel le hizo una seña y permaneció sentado.
- "Finwe acompañará a Legolas. Deseamos que te quedes, pues debemos discutir lo sucedido con Thranduil. Haldir también nos acompañará."
Era entrada la noche, cuando Legolas y Finwe llegaron al talan. El rubio elfo no había dicho una sola palabra y Finwe tampoco, pues entendía que estaba muy confundido, y él también estaba pensando en las palabras de Celeborn.
Legolas se sentó sobre la cama, pero luego, con un impulso repentino, se dirigió al balcón. La vista era preciosa, en la parte inferior, podía verse el lago, bañado por la luz de la luna llena, que daba un brillante reflejo a las doradas hojas de los mallorn. El elfo se quedó de pie, fascinado de tanta belleza, y preguntándose cómo antes no lo había podido notar.
Las heridas de su alma empezaban a sanar.
¡Qué extraño era eso! Parecía que la certeza de que Aragorn lo había amado, que no lo había dejado por su propia voluntad, era el bálsamo que curaba sus heridas. Pero nunca serían curadas del todo, nunca dejaría de ser impuro. Nunca.
Finwe permanecía detrás del elfo contemplándolo. La luz de la luna, que bañaba el rostro de Legolas lo hacía parecer etéreo, como un ángel. No le extrañó que Haldir lo hubiera amado desde que lo vio. No podía culparlo. Sonrió pensando en su amado Haldir, ahora era sólo suyo y sólo guardaba hacia Legolas una profunda amistad.
De pronto, en el balcón vecino se encendió una luz y una figura se asomó también, a contemplar el hermoso paisaje.
Los dos se quedaron mirándose: Aragorn, pues de él se trataba, y Legolas, que se había quedado paralizado. Luego, el elfo entró, cerrando violentamente la puerta y se sentó sobre la cama.
- "Él te ama", dijo Finwe, sentándose también junto al elfo.
- "No. No es cierto", dijo tristemente Legolas, "él me amaba. Pero ya no. ¿Cómo podría alguien amarme?"
- "Pregúntaselo", respondió tranquilamente Finwe.
- "No haré tal cosa. Además", se interrumpió, mirando al piso, "además, así fuera como dices, él está casado, espera un heredero. Nunca será como antes"
- "¿Casado?", rió Finwe, "ese matrimonio es una farsa, fue hecho con engaños. No vale nada. Respecto al heredero, creo que Aragorn y tú podrían cuidar muy bien de él", declaró enérgicamente.
Legolas iba a replicar, pero Haldamir entró en ese momento, seguido de Haldir. Finwe se puso de pie bruscamente y se hizo a un lado, evitando mirar a Haldamir.
- "Buenas noches", dijo
Fuera del talan, Rúmil se hallaba de pie, pues esa noche le tocaba hacer guardia.
Haldir siguió a Finwe hacia el talan que compartían, sintiéndose más tranquilo ahora que el elfo había hablado con sus señores. Abrazó a su pequeño elfo entre las sábanas y ambos se quedaron dormidos.
Al amanecer, Haldir despertó solo y se levantó extrañado. Pero sonrió al ver que Finwe le había preparado algunas cosas para su viaje y que el desayuno estaba servido en la mesa. Eso significaba mucho para él, pues Finwe le demostraba así que había comprendido.
Luego de desayunar juntos, Finwe le alcanzó algo envuelto en un lienzo.
- "Es mi cuaderno de dibujos", le dijo, "para que pienses en mí", y le dio un beso en los labios.
Haldir se perdió en ese maravilloso beso, hasta que su sentido del deber le indicó que era el momento de partir.
*
Las dos primeras semanas del viaje de Haldir habían transcurrido. En Lothlórien, sin embargo, las cosas seguían como antes.
Aragorn y Legolas apenas se hablaban.
El elfo evitaba la presencia del mortal y se encontraba siempre acompañado de su hermano, a la vez que Aragorn se encontraba acompañado de Gimli. El mortal parecía más calmado ahora, resignado al desprecio del elfo y deseoso de que se hiciera justicia.
Pero sufría.
Durante las noches, tenía pesadillas y había descuidado su aspecto muchísimo. Ni siquiera cuando fue montaraz se encontró Aragorn tan desaliñado. Su cabello desgreñado caía sobre su rostro sin que a él pareciera importarle. La barba, apenas afeitada, le daba un aspecto desordenado y apenas comía, por lo que había adelgazado mucho.
Legolas en cambio, se veía mucho mejor a como había llegado. Parecía que, liberado del tormento interior que lo afligía, su cuerpo al fin, había decidido sanar sus otras heridas y se había recuperado por completo de ellas. Sin embargo, en sus ojos aún quedaba esa profunda tristeza que lo acompañó desde su separación de Aragorn.
Finwe casi no había hablado con él, desde aquélla primera noche. La razón era muy simple, el elfo pelirrojo no soportaba la presencia de Haldamir, y cada vez que éste aparecía (lo cual era bastante seguido) junto a Legolas, optaba por retirarse discretamente a la puerta. También extrañaba mucho a Haldir y se preguntaba qué estaría haciendo su amado.
Una noche, sin embargo, Haldamir fue requerido por Galadriel y Celeborn, pues había llegado una carta de Thranduil, traída por Ucal, el águila, emisario del Señor de los Vientos. Los soberanos deseaban dar una respuesta adecuada al Rey de Mirkwood, pero sin explicarle demasiado, pues eso lo harían personalmente.
Legolas se quedó con Finwe, hablando sobre el Bosque Mágico y cómo los elfos de Mirkwood no habían podido ayudar a sus compañeros cuando Sauron invadió aquellos parajes.
- "Mi padre no deseaba desatar aún más las iras de Sauron", explicó Legolas, "habló con el soberano del Bosque Mágico para que partieran a otras tierras. Incluso les ofreció Mirkwood, pero él fue obstinado y decidió quedarse"
- "Nuestro rey hizo lo que debía. Debíamos defender nuestra tierra, un reino no se abandona de ese cobarde modo", replicó Finwe.
- "Pero al final, fueron forzados a hacerlo. Nosotros dimos refugio a muchas familias, pero el rey fue muerto en una de las batallas"
- "Es muy duro vivir en un reino que no es el tuyo", dijo pensativamente Finwe, "más aún, sabiendo que ha sido devastado y que necesita ayuda. Soy el único elfo de mi pueblo en este lugar y aunque me han tratado muy bien, es duro estar alejado de los míos."
- "Sí. Ahora sé cómo es eso", dijo tristementeLegolas.
- "Pero él te ama", insistió Finwe
Legolas negó tristemente con la cabeza.
- "No", dijo con dulzura, "él no me ha vuelto a buscar. No puede amarme después de lo que me pasó"
- "Si fuera así, él no estaría aquí. No se pasaría las noches mirando por el balcón, esperando que salgas para verte de lejos. No se sentaría al pie del lago recordando tiempos más felices. No estaría como un espectro, comiendo apenas y durmiendo mal. Él te ama, pero la culpa lo está matando"
- "¿Tú crees?", dijo Legolas, permitiendo que un poco de esperanza entrase en su corazón.
- "Sí. Yo sé cómo se siente eso", respondió Finwe sonriendo, "lo que pasa es que Haldamir y Gimli los protegen demasiado a ambos. ¿Por qué no vas y lo compruebas tú mismo? Él está en el lago, lo vi salir hace un momento"
Legolas lo miró dudando. Pero decidió arriesgarse, sólo iría a ver. Ni siquiera tendría que hablarle. Se puso de pie y se dirigió resuelto a la puerta.
Aragorn se encontraba sentado sobre una enorme piedra. Miraba inexpresivamente el agua quieta del hermoso lago, pero en sus ojos había tristeza. Había perdido todo. Su vida era un fraude, ni siquiera la alegría de tener un heredero podía aliviar su dolor, pues ¿cómo explicaría al niño que su madre se había valido de engaños para atarlo a su lado? ¿cómo explicarle que su corazón estaría siempre junto a un elfo de cabellos dorados que ahora lo despreciaba, y con razón? ¿cómo podría retornar a Gondor, a su reino que ya no deseaba?
Unas ligeras pisadas lo hicieron voltear, más por instinto que por curiosidad.
Legolas.
El rostro del elfo reflejaba tristeza también.
- "Aragorn", dijo suavemente.
El humano corrió junto a Legolas, pero se detuvo al ver que el elfo retrocedía extendiendo la mano.
- "No me toques", dijo secamente
Aragorn se quedó parado frente a él. La razón de su vida, la razón por la que enfrentó a Sauron, ahora lo despreciaba. Y todo era únicamente su culpa.
- "Legolas, sé que no deseas perdonarme. Pero te amo, y nada ni nadie cambiará eso jamás", susurró avanzando hacia el elfo.
Legolas lo empujó violentamente, casi haciéndolo perder el equilibrio.
- "¡Golpéame si así lo deseas!", dijo el rey con la voz quebrada, "ningún daño será más profundo que el causado a mi corazón, ¡Golpéame!"
Legolas así lo hizo, una y otra vez golpeó el rostro de Aragorn, su pecho, sus brazos, sin que el humano hiciera nada por detenerlo, oyendo únicamente los sollozos de Aragorn y luego sus propios sollozos.
Luego, los golpes se conviertieron en un abrazo fuerte y los dos cayeron de rodillas, llorando.
- "Te amo", logró decir Legolas al fin
- "Te amo", dijo Aragorn, con el rostro cubierto de sangre, pero feliz al oír aquéllas palabras. Había recuperado a su amor.
TBC
Por: Ayesha
E-mail =lg_100309@hotmail.com
Clasificación = R
Parejas = Aragorn/Legolas, Haldir/Legolas, Haldir/Finwe, Elladan/Elrohir/Finwe, Elladan/Elrohir/Haldir/Finwe
Disclaimer =Los personajes de esta historia son propiedad de J.R. Tolkien. Esto es puro entretenimiento y no me reporta beneficio económico alguno. Yo sólo soy culpable de inventarme a Finwe.
* Capítulo 18: La verdad
"I used to think / solía pensar
As birds take wing / cuando las aves volaban
They sing through life / ellas le cantan a la vida
so why can't we? / ¿por qué no nosotros?
You cling to this / te sujetas a eso
You claim the best / reclamas lo mejor
If this is what you're offering / es esto lo que estás ofreciendo"
I'll take the rain - R.E.M.
***************** Gondor *****************
Había pasado una semana desde que Legolas partiera, y Aragorn sentía el mismo desasosiego, que empeoraba cada día. Ni siquiera la presencia de Arwen podía animarlo, sino todo lo contrario, pues lo hacía sentir más culpable por no poder apartar se sus pensamientos al elfo rubio.
Los dolores de cabeza se habían hecho permanentes, y pasaba los días encerrado en su estudio, sin atender a nadie. Incluso delegó a sus ministros algunas tareas del reino.
En el palacio corría el rumor de que el rey estaba gravemente enfermo, pero los sanadores nada podían hacer por él. Solamente Ioreth asentía gravemente cuando oía los rumores, diciendo a quien quisiera oírla:
- "Yo siempre lo dije. Ese príncipe y el rey son más que amigos, y ahora que se ha ido, el rey está enfermo de pena. Pero le aconsejé hace tiempo que siguiera su corazón y él no me hizo caso. Si me hubiera escuchado nada de esto habría sucedido".
Las personas que la oían se llevaban la mano a la cabeza indicando que la anciana desvariaba, pues, ¿cómo el rey de Gondor podría amar a un elfo, teniendo por esposa a la más hermosa elfa de la Tierra Media?
Arwen intentaba de todo para que Aragorn reaccionase, pero él no parecía notarlo. Le hablaba amablemente y era cariñoso con ella como siempre, pero su mirada estaba perdida y su mente ausente, como si sus pensamientos estuvieran ocupados en otra cosa...o en otra persona.
Un día, el rey salió a caminar, cansado de su encierro, y sus piernas lo llevaron a las Casas de Curación. Se sentó en la glorieta, junto a la pequeña fuente, con la sensación de que había algo importante que debía recordar, pero no lo conseguía.
De pronto, una de las doncellas de palacio se acercó tímidamente y le dirigió la palabra.
- "Mi señor, ¿puedo hablarle?"
- "Claro", respondió el rey amablemente.
La joven se veía ansiosa y apretaba algo con las manos, como si quisiera ocultarlo.
- "Perdóneme, su Alteza, pero tengo esto desde hace días. No se lo quise dar en el palacio porque la reina", tartamudeó la doncella, "porque la reina no deseaba que se lo molestara", respiró profundamente antes de añadir, "pero hoy que lo vi salir, me atreví a seguirlo para devolvérselo"
- "¿Qué es? ¿Por qué tanto misterio?", preguntó Aragorn, intrigado.
- "L-lo siento, señor", tartamudeó ella, "pero Aileen decía que era suyo y yo no lo creí así"
- "¿Aileen?"
- "La doncella de la reina, señor"
- "Ahh. Bien, ¿qué es eso tan misterioso?"
La doncella extendió la mano con el puño cerrado apretando el objeto. Aragorn extendió la mano también, con la palma hacia arriba y ella dejó caer el objeto. El rey dejó salir una exclamación de asombro ¡El colgante! y recordó que él lo había encontrado el día que el caballo de Legolas apareció.
- "¿Dónde estaba?", preguntó
- "Entre sus ropas, señor. Lo encontré cuando las revisaba para lavarlas. Son las que trajo usted de su último viaje", explicó la doncella, más calmada, "Aileen dijo que era suyo, pero no le creí porque se ve que es una joya muy valiosa"
- "Hiciste bien", respondió el rey. "Yo la guardaré y aclararé esto con Aileen. Puedes retirarte"
Aragorn se quedó mirando la joya en la palma de su mano. Esta vez, la "L" y la "A" entrelazadas tenían un nuevo significado para él. Se sentía mareado, algunas imágenes pasaron por su cerebro: una fiesta en el palacio, una conversación con Gimli y Legolas riendo. ¡Legolas! esa "L" era de Legolas, estaba seguro...su nerviosismo era tal, que la joya cayó en la pequeña fuente.
Se inclinó para recogerla, y entonces unas palabras se dibujaron en el agua. "la hoja guiará tu corazón", en un fugaz instante, se habían ido. Esas palabras...¿tendrían algún significado? El rey recuperó el colgante y lo apretó fuertemente contra su pecho, tratando de pensar. De pronto, lo vio, ¡la profecía de Galadriel! se refería a Legolas y a él. La joya era de Legolas.
- "Elessar, querido", llamó Arwen con voz melosa, "¿te encuentras allí?"
El rey ocultó el colgante entre sus ropas. De algún modo, sabía que Arwen no debía verlo.
- "Aquí estoy", respondió.
La reina lo miró con curiosidad, pero no pudo descifrar nada en su mirada. Lo tomó del brazo y caminaron hacia la salida.
Esa noche, Aragorn soñó con labios ardientes y rubios cabellos, y también con el ataque que sufrió Legolas. Fue como si lo presenciara, Legolas se debatía entre las garras de las bestias, gritando en vano mientras lo poseían a viva fuerza, hasta que los gritos cesaron. El rey despertó bañado en sudor, siendo confortado por Arwen, pero la apartó y se levantó agitado. Luego, se encerró en el estudio.
Amanecía, cuando el rey por fin abrió la puerta del estudio. Había tomado una decisión.
Llegaría al fondo de todo eso.
Buscaría a Legolas.
E iría sólo.
Se dirigió a los establos en busca del mejor caballo. Se alegró mucho de encontrar allí a Arod y pidió que lo preparasen, luego, se dirigió al jefe de guardias y persona de su total confianza y le dijo hacia donde se dirigía. También le pidió no decírselo a la reina hasta entrada la tarde, pues deseaba partir con tranquilidad.
Montó en Arod y partió, sintiendo por fin cierto alivio en su corazón.
**************** Lothlórien ****************
Legolas estaba sentado junto a la fuente, con las manos cruzadas sobre su regazo, apenas percatàndose de la belleza que lo rodeaba; el día estaba radiante y el sol se reflejaba en sus cabellos dorados y en su pálido e inexpresivo rostro, pero el elfo parecía no sentirlo, limitándose a permanecer sentado y silencioso.
Así había estado desde que llegó a Lothlórien, sin ningún signo de mejoría. La Dama Galadriel le había asignado el talan más cómodo, que compartía con su hermano y con Gimli. Lo había examinado también cuidadosamente, pero había sacudido tristemente la cabeza y explicado a Haldamir:
- "Lo siento. Está fuera del alcance de mi ayuda, nada puedo hacer, excepto brindarle alojamiento y confiar en que la magia del bosque dorado pueda ayudarlo con el tiempo"
Haldamir se sintió frustrado, si Galadriel no podía ayudarlo, ¿quién podría?
- "Mi señora, ¿qué mal aqueja a mi hermano?", preguntó angustiado.
- "Los elfos mueren de pena, Haldamir. Legolas ha experimentado un dolor tan terrible que se ha refugiado en algún lugar de su mente, donde siente que no le podrán hacer más daño", explicó la dama.
- "Pero, ¿no podemos hacer nada?", dijo el triste elfo.
- "Desgraciadamente no. Esto está más allá de mis poderes, Haldamir. Únicamente podemos confiar en la magia de este lugar", pero añadió pensativa, "o quizás en otra cosa"
- "¿Qué cosa?"
- "Yo una vez miré en el corazón de Legolas y vi un amor tan puro que confié en que sería el sostén de Aragorn en su tarea. También miré el corazón de Aragorn y vi que haría cualquier sacrificio por tu hermano", Haldamir apretó lo puño con ira, "creo que en esto último me equivoqué", dijo ella con dulzura, "no obstante, es muy extraño todo esto".
- "El rey de Gondor pagará con su sangre esta afrenta", dijo Haldamir con voz ronca.
- "Legolas necesita de tu presencia ahora. Ningún bien puedes hacerle si lo abandonas para buscar venganza. Además, el rey de Gondor ya no es bienvenido aquí", dijo ella, finalizando la entrevista.
Dos semanas luego de esa charla, las cosas seguían iguales. Haldir y Finwe constantemente hacían cambios en sus turnos de guardia para acompañar a Legolas, a Haldamir y a Gimli.
En esos momentos, Finwe acababa de dejar a Legolas sentado en una banca junto a la fuente, su lugar favorito en Lothlórien, pero el otro elfo parecía ni siquiera notar que se encontraba al aire libre.
El elfo pelirrojo subió a un árbol desde donde dominaba el paisaje y podía vigilar también a Legolas. No había transcurrido mucho tiempo, cuando, oculto en el follaje, observó algo que lo dejó atónito.
Un hombre que parecía estar en el límite de sus fuerzas avanzaba con sigilo por el bosque, ocultándose hábilmente entre los árboles, a la manera élfica. Apuntó al humano con una flecha, pero poco después la dejó caer atónito. ¡Aragorn!
¿Qué hacía el Rey de Gondor allí? Cuando había causado tanto daño y la Dama Galadriel estaba al corriente de lo sucedido, ¿cómo se atrevía a volver? ¿cómo logró burlar a los centinelas? ¿y a la Dama, que todo lo sabía? Un pensamiento lo asaltó de pronto. ¿Y si la dama lo sabía y lo había dejado pasar adrede? Desde su posición podía ver lo que sucedía abajo, y una flecha hábilmente disparada acabaría con la miserable vida de Aragorn si intentaba algo malo hacia Legolas. Se dispuso a observar con el brazo tenso sobre su arco y una flecha que apuntaba al corazón del rey.
Aragorn avanzó silenciosamente. Había aprendido a desplazarse sin producir ruido alguno en sus tiempos de montaraz. Observó entre los árboles, y entonces lo vio. El corazón casi le da un vuelco. Sentado junto a la fuente, estaba Legolas. Solo.
Era el momento de aclararlo todo. De pedir perdón por algo que sabía que había hecho pero que no podía recordar.
Avanzó vacilante, pero el elfo no se movió.
Sólo cuando estuvo frente a él y vio sus ojos vacíos se dio cuenta que su amado se encontraba en la misma triste situación en que había salido de Gondor. Ni Galadriel con todo su poder había podido ayudarlo.
- "¡Legolas! ¡Legolas!", exclamó arrojándose a sus pies, sollozando de rodillas ante el elfo.
Pero los ojos azules continuaron inexpresivos.
El humano se sentó junto al elfo y tomó sus manos entre las suyas. Las lágrimas caían sin control sobre su rostro, mojando su barba crecida durante el viaje, mientras balbuceaba, "Legolas.no sé, no recuerdo. Te hice daño, puedo sentirlo, pero no sé por qué", repetía una y otra vez, sin obtener respuesta.
Su mano acarició la pálida mejilla y echó hacia atrás el rubio cabello, para seguir hasta su cuello y abrazarse de pronto del elfo. Lo abrazó con todas sus fuerzas, sollozando.
- "Te amo, Legolas, ¡te amo! He deshonrado a los míos pero no me importa, yo te amo y eso nada ni nadie lo cambiará"
Entonces, sintió un ligero movimiento en el cuerpo del elfo. Sus manos se habían movido ligeramente y pudo oír claramente un suspiro. Miró al elfo ansiosamente y notó que sus labios temblaban ligeramente. Entonces, sin saber por qué, posó sus labios sobre los de Legolas, sintiendo al instante que era allí a donde pertenecían. Los besó ardientemente, mojando el rostro de Legolas con sus propias lágrimas, hasta que sintió una ligerísima respuesta.
Pero entonces, la cabeza pareció estallarle con mil imágenes. Vio a Legolas junto a él, dormidos, haciendo el amor, riendo alegremente. Se vio a sí mismo diciéndole a Arwen que todo había terminado, que amaba a Legolas. Vio a Arwen hablando en un lenguaje extraño y a sí mismo anunciando su boda. Soltó a Legolas bruscamente, horrorizado de lo que acababa de ver.
Sólo atinó a gritar con voz ronca.
- "¡Arwen!"
Y salió corriendo como enloquecido hacia el bosque.
Finwe estuvo en el suelo en un instante y Haldir apareció también, atraído por el grito.
- "¡Es Aragorn!", gritó el elfo pelirrojo, "¡Alcánzalo!"
Haldir partió de prisa mientras Finwe levantaba a Legolas que sollozaba violentamente sobre la banca. Los ojos del elfo estaban desmesuradamente abiertos y sólo decía.
- "¡Aragorn!"
Finwe lo tomó en brazos para llevarlo a su talan, pero Haldamir, que también había oído los gritos, se lo arrebató de los brazos y lo llevó el mismo. En el talan, Haldamir depositó a Legolas sobre una de las camas tratando de hablar con él, pero lo único que podía distinguir de los sollozos balbuceantes de su hermano fue
- "¡Le di asco! ¡Me desprecia!"
Finwe salió inmediatamente a buscar a la Dama Galadriel, que llegó presurosa. Cuando Finwe relató lo ocurrido, Haldamir tomó su espada dispuesto a vengar a su hermano. El elfo pelirrojo trató de detenerlo, pero recibió un terrible golpe que lo envió hacia el muro, golpeándole la cabeza, y cayó sin sentido.
*
Haldir había dado finalmente alcance a Aragorn junto al lago, pero al contrario de lo que pensaba, lo encontró de rodillas sollozando en un estado de desesperación tal que logró conmoverlo.
Se acercó, tocándole el hombro, pero el rey no le hizo caso, sólo balbuceaba
- "Arwen, Legolas" y palabras ininteligibles.
Haldir se detuvo inseguro sobre lo que debería hacer con el rey en ese estado, pero entonces Haldamir salió de entre los árboles con la espada desenvainada y se arrojó sobre Aragorn.
El rey vio a Haldamir venir furioso sobre él, pero no hizo nada por evitarlo. Después de todo, merecía la muerte. Lo que hizo a Legolas era imperdonable, no debía vivir. Entre las lágrimas que le inundaban los ojos pudo ver la hoja que venía directamente hacia su corazón.
Pero la muerte no llegó.
Haldir, ágilmente desvió el golpe con su propia espada, ante el grito de furia de Haldamir. El rey permaneció donde estaba, sin que pareciera importarle lo sucedido.
Pero Haldir no iba a dejar las cosas así. Luchó con Haldamir para impedirle golpear al soberano, pero el otro elfo estaba como enloquecido. Se trenzaron en una lucha de la cual Haldir salió victorioso, arrojándolo al suelo.
- "¡Basta, Haldamir!", gritó, "¡míralo!.. Ni siquiera piensa defenderse. Él está sufriendo tanto como Legolas y creo que sabe de este asunto más que nosotros".
Haldamir miró a Aragorn y en realidad el orgulloso rey de Gondor presentaba un triste espectáculo, tenía el cabello despeinado, la barba crecida y los ojos extraviados, como un loco. Y no dejaba de lamentarse y pedir perdón. Una y otra vez la palabra "Legolas" brotaba de sus labios.
El príncipe de Mirkwood se puso de pie, mirándolo con desprecio. Pero Haldir había tomado al rey por el hombro obligándolo a ponerse de pie.
- "Rey Elessar de Gondor. En nombre de la Dama Galadriel, debo llevarlo a su presencia", informó.
El rey asintió tratando de calmarse y los tres se dirigieron silenciosamente hacia el talan donde se encontraba Galadriel con Legolas.
La Dama había dado a Legolas un líquido que logró transformar sus sollozos en suspiros, luego en en una respiración pausada y finalmente en un sueño profundo.
En el talan había dos camas juntas, donde dormían Haldamir y Legolas, pero ahora una de ellas estaba ocupada por Legolas y la otra por Finwe que despertaba en el momento en que los otros tres entraban.
Haldir se apresuró a ayudarlo.
- "¿Qué pasó?", preguntó preocupado.
- "No es nada", lo tranquilizó Finwe, fulminando con la mirada a Haldamir, "un accidente sin importancia", dijo poniéndose de pie con algo de dificultad.
Aragorn caminó vacilante hacia la dama Galadriel y cayó de rodillas ante ella.
- "Señora, ¿qué hago?"
La dama lo miró compasivamente.
- "Tu salvación será una pequeña hoja del bosque negro, rey de Gondor. Bebe esto", y le alcanzó un cáliz de cristal lleno de un líquido rojo.
El rey miró la copa y la bebió dócilmente. Ella sabía, ella leía su corazón. ¿Sería veneno? Pues gustoso lo tomaba, merecía la muerte por el daño que le había causado a la persona que más quería.
Bebió lentamente hasta la última gota. Luego cayó de bruces en el piso.
- "Señora, ¿lo has matado?" preguntó Haldamir con un nudo en la garganta.
- "No", respondió ella dulcemente, "Haldir, llevalo hacia la cama" ordenó. Haldir lo hizo y la miró interrogante.
- "Ahora", continuó ella, "debemos esperar. Salgamos de aquí, ellos necesitan resolver esto solos".
- "P-pero..." trató de protestar Haldamir y la dama lo tomó de un brazo sacándolo de allí.
Finalmente, Legolas y Aragorn compartian un sueño.
Dormían uno junto al otro; y, si Eru así lo quería, al despertar podria cambiar nuevamente el curso de la historia.
*
Legolas abrió lentamente los ojos. Se encontraba en su habitación, acostado y cubierto con varias mantas. Cerró de nuevo los ojos, ¿habría sido un sueño todo? ¿Aragorn pidiéndole perdón? ¿Sollozando en sus brazos? Pero luego había gritado el nombre de ella y lo había apartado, como si le repugnara el hecho de tocarlo. ¡Tenía que ser así! Los uruk-hai lo habían mancillado, marcándolo para siempre.
El elfo volteó tristemente la cabeza, y quedó congelado. A pocos centímetros de él, estaba la cama de Haldamir, pero no era su hermano quien la ocupaba, sino el objeto de sus sueños y pesadillas: Aragorn.
El humano dormía profundamente. Legolas se estremeció. ¡No había sido un sueño! El dolor del rechazo de Aragorn lo golpeó más profundamente ahora que sabía que era real. Trató de levantarse, pero Aragorn despertaba también en ese momento, y parpadeaba confundido, intentando discernir qué había sido real y qué había soñado.
Vio al rubio elfo tratando de levantarse de la cama.
- "¿Legolas? ¿Dónde estamos?"
Pero no recibió respuesta. Por el contrario, el elfo se logró poner de pie y se paró junto a su cama, mirándolo.
- "¿Legolas? Lo sé todo ahora, Arwen."
Pero antes de que pudiera terminar, un puño se estrelló contra su rostro, haciéndo brotar sangre de su boca. El mortal tuvo suerte de que Legolas estuviera tan débil, pues si el elfo se hubiera hallado en posesión de toda su fuerza, habría tenido el mentón fracturado en ese instante.
Aragorn no se movió. Sabía que lo merecía. Merecía mucho más.
Limpió la sangre con el dorso de la mano.
- "Perdóname, amor mío", susurró.
El elfo lo miró fijamente. ¿Perdón? Era ya tarde para eso. Él ya no era el mismo, nunca más lo sería. Los uruk-hai le habían arrebatado todo.
- "¡Vete, mortal!", susurró con desprecio, a pesar de que deseaba desesperadamente correr a los brazos de Aragorn y olvidarlo todo.
El rey lo miró tristemente y se levantó, sin volverle a dirigir la palabra. Cuando llegó hacia la puerta, se volvió y habló.
- "Sé que merezco tu desprecio. Me dejé engañar como un tonto y ahora estoy pagando por ello. Pero quiero que sepas que ahora, las brumas se han disipado de mi cerebro y castigaré a Arwen por el daño que nos causó. Y quiero que sepas también que fue nuestro amor el que me hizo recordar, cuando nos besamos ayer", Legolas lo miró con cara de confusión. "No, no me mires así, tú correspondiste mi beso y creo que eso nos ayudó a ambos. Yo me volví a enamorar de ti, ¿es que no lo entiendes? Ni todo el poder de Melkor pudo hacer que yo te olvidara para siempre", y con estas palabras salió de allí.
Legotas se quedó sumamente confundido. ¿De qué hablaba Aragorn? Le había dicho que lo amaba, sí. Y que castigaría a Arwen. El elfo se sentó sobre la cama con la cabeza entre las manos, hasta que la puerta se abrió nuevamente y entró Haldamir.
Su hermano había estado esperando en la puerta, confundido por las acciones de Galadriel, pero sin atreverse a desobedecerla, hasta que oyó voces y vio a Aragorn salir con una mano sobre la boca, donde se veían rastros de sangre. Miró al humano con desprecio y entró apresuradamente a ver a Legolas, alegrándose de que al menos él le hubiera dado su merecido a Aragorn.
El rey bajó del mallorn y fue alcanzado por Finwe que había estado esperando junto a Haldir, al pie del enorme árbol.
- "Elessar, la Dama Galadriel desea hablarte", dijo el elfo pelirrojo.
El rey se dejó escoltar dócilmente hacia el talan donde lo esperaba Galadriel.
- "Elessar, siéntate", pidió la dama.
Él se sentó y se miraron largamente. Aragorn no hizo intento alguno por ocultar los sentimientos que se habían formado en él. Amor por Legolas, más profundo que antes; culpa y desesperación por el daño que le había causado, y un enorme odio hacia Arwen.
La Dama habló al fin.
- "Elessar, tu camino fue difícil. Pude vislumbrarlo la última vez que estuviste aquí, pero nada podía hacer por evitar lo que sucedería. Por favor, dímelo todo, pues debo tomar una decisión respecto a mi nieta"
Aragorn le relató todo lo sucedido entre él, Legolas y Arwen, derramando muchas lágrimas al revivir aquello de nuevo. No se calló nada, le abrió completamente su corazón a Galadriel, que lo miraba compasivamente.
Finalmente, la Dama le dijo:
- "Debo hablar con Celeborn y Elrond respecto a todo esto. Debes permanecer en Lothlórien hasta entonces. Finwe te escoltará hacia tu nuevo alojamiento"
Galadriel llamó a Finwe que aguardaba respetuosamente en la puerta. El elfo se acercó pidiendo al rey que lo siga. Aragorn lo hizo. Ya lo había perdido todo, ¿qué más podría perder?
El talan que le asignaron estaba junto al de Legolas y el rey se desplomó en la cama, cerrando los ojos. Finwe permaneció en la puerta exterior por orden de su señora. Debía impedir que Aragorn tratara de volver a Gondor y hacer alguna tontería.
Era casi de noche, cuando Gimli se acercó tímidamente y pidió ver al rey. Finwe le permitió pasar y oyó cómo el enano se disculpaba con su amigo por haber dudado de él. La voz de Aragorn era apenas un murmullo, y seguía culpándose por lo ocurrido.
Pero el elfo pelirrojo no pudo oír nada más, pues los conocidos brazos de su amante lo abrazaron por la cintura y su rubia cabeza se reclinó sobre su hombro.
- "Pequeño elfo, ve a descansar", susurró Haldir en su oído.
- "Estoy de guardia", respondió Finwe.
- "Te relevará Orophin", continuó Haldir, señalando a su hermano que acababa de llegar. "Debemos hablar"
Finwe se dejó conducir hacia su propio talan. Haldir tenía una expresión seria y bastante bien lo conocía como para saber que no debía interrogarlo aún. Cuando llegaron, el elfo pelirrojo tomó asiento junto a la mesa y se dispuso a escuchar.
- "Nuestra señora me ha pedido que vaya a traer a Arwen", explicó, haciendo una pausa, "Iré con una escolta, mientras tú te quedas con Aragorn y Legolas"
- "¿Qué? ¿Pero, por qué? Siempre vamos juntos a todas sus misiones", exclamó Finwe.
Haldir trató de calmarlo. Había previsto muy bien esa reacción, de modo que tomó aire y siguió hablando.
- "Nuestra señora piensa que si vamos ambos y Arwen nos ve juntos, recordará inevitablemente la relación de Aragorn y Legolas. Y no desea traerle más pesar, ni a ella ni a su hijo"
- "¿No desea traerle pesar? ¿Y todo el sufrimiento que ella causó? ¿Eso no cuenta? ¡No me interesa si se le parte el corazón y muere de pena. Eso sería lo más suave que puedo desearle. Casi mata a Legolas de pena, y si no hubiera sido por ti, Haldamir también hubiera matado a Aragorn!", gritó Finwe.
- "Pequeño elfo, ella trata de proteger al niño"
- "Pues que la busque luego de que él nazca. Ya falta poco, ¿verdad? Apenas cinco meses"
- "Lo siento. Haré lo que mi señora me ha pedido", dijo Haldir con voz firme. "Parto mañana al alba. Y solo", puntualizó.
- "Entonces así será", respondió Finwe con los ojos brillantes a causa de las lágrimas contenidas. Y se levantó para salir de allí.
El elfo pelirrojo caminó sin rumbo por Lothlórien, sientiéndose furioso primero, y luego triste. ¡Galadriel no tenía derecho a separarlo de Haldir! El viaje tomaría al menos una semana en ir y otra en volver, sin contar con que debían esperar a Elrond que ya se había puesto en camino desde Rivendel. Eso podía significar quince días más de espera. Un mes en total, que para un elfo no es más que un suspiro, pero le disgustaba que la Dama haya hecho eso sin consultarle. ¿Es que no le tenía confianza?
- "Finwe"
Una voz lo sacó de su ensimismamiento. Haldir lo miraba cariñosamente.
- "Te he llamado por lo menos tres veces, pequeño elfo. ¿En qué pensabas? La Dama Galadriel desea hablar contigo", dijo tendiéndole la mano.
Finwe dudó un momento, pero luego se levantó tomando la mano que Haldir le ofrecía y lo abrazó muy fuerte besándolo en la mejilla, dejándose conducir dócilmente hacia donde lo aguardaban los señores del Bosque Dorado. Haldir se extrañó un poco. Había esperado más reclamos, pero en lugar de eso, su pequeño elfo lo había besado. Finwe no dejaba de sorprenderlo.
La dama le pidió a Haldir que los dejara solos un momento, y que fuera en busca de Legolas y Haldamir. Luego de que él se fuera, se dirigió a Finwe.
- "Sé que estás ofuscado por que envío lejos a Haldir", dijo con voz calmada Galadriel.
- "Mi señora", intentó protestar Finwe, pero calló. Sabía que ella podía leer sus emociones. "así es", añadió en voz baja.
- "Hemos discutido largamente lo que debemos hacer", intervino Celeborn, "Elrond y Thranduil han sido notificados por los pájaros y pronto vendrán aquí. También debemos traer a Arwen", Finwe no pudo evitar una mueca de disgusto, "lo sé, ella causó mucho daño. Pero lo hizo cegada por el amor no correspondido y la desesperación. Tú sabes lo que se siente, pues lo sentiste por mucho tiempo hacia Haldir. Con esto no excuso lo que hizo nuestra nieta, todo lo contrario, pues tú mismo, que experimentaste ese dolor, no actuaste aconsejado por Melkor, pudiendo hacerlo"
Finwe se estremeció. ¿Cómo podían saber? Había visto muchos horrores en el tiempo en que vivió huyendo de los seguidores de Sauron en el Bosque Mágico, y había incluso aprendido la profana lengua para invocar a los más abominables demonios. Pero nunca quiso forzar a Haldir a amarlo. Haldir era lo más hermoso que tenía. Lo único que tenía y lo único que deseaba tener.
Bajó la mirada, incapaz de sostenerla por más tiempo. Galadriel habló con dulzura.
- "Sí. Lo sabemos. Desde el mismo día en que tú y tus padres pisaron la frontera del Bosque Dorado, y aún así, te permitimos vivir aquí porque tu corazón es noble y tu alma es pura. Y Haldir te ama por eso", añadió.
- "Pero para traer a Arwen junto con Elrond y sus hermanos, necesitamos a alguien de nuestra absoluta confianza. Y también necesitamos alguien de nuestra total confianza para quedarse aquí, cuidando de Legolas y Aragorn", dijo Celeborn. "De este modo, verás que es imposible que viajen juntos, pues uno de ustedes debe partir y el otro debe quedarse. No confiaríamos a otra persona ninguna de estas tareas"
Finwe sonrió aliviado. Agradeció a sus señores y se puso respetuosamente de pie, pues habían llegado Legolas y su hermano. El elfo pelirrojo hizo una inclinación para saludar a Legolas y dio la espalda a Haldamir. Aún no le perdonaba el golpe recibido.
Legolas se inclinó ante Galadriel y Celeborn. Era la primera vez que los veía conscientemente desde su llegada y aún estaba confundido.
- "Siéntense, amigos míos", pidió Galadriel, "si no les importa, deseo que Haldir y Finwe nos acompañen, pues lo que trataremos aquí también les concierne como personas de nuestra total confianza y a quienes hemos encomendado importantes tareas".
Los dos elfos de Mirkwood asintieron.
La Dama pidió entonces a Legolas relatarle todo lo ocurrido desde su partida de Lothlórien en la Guerra del Anillo. El rubio elfo lo hizo, dudando un poco al principio, pero luego se sintió más animado y pudo continuar. Sólo se detuvo temblando al hablar del ataque que sufrió y Celeborn intervino.
- "Es suficiente, amigo mío. Conocemos esos tristes hechos. Ahora, Galadriel debe decirte algo"
La Dama refirió la otra parte de la historia contada por Aragorn. Una vez que finalizó, se hizo un pesado silencio, roto luego por Legolas.
- "Deseo descansar. Discúlpenme, por favor"
Haldamir hizo ademán para ponerse de pie, pero Galadriel le hizo una seña y permaneció sentado.
- "Finwe acompañará a Legolas. Deseamos que te quedes, pues debemos discutir lo sucedido con Thranduil. Haldir también nos acompañará."
Era entrada la noche, cuando Legolas y Finwe llegaron al talan. El rubio elfo no había dicho una sola palabra y Finwe tampoco, pues entendía que estaba muy confundido, y él también estaba pensando en las palabras de Celeborn.
Legolas se sentó sobre la cama, pero luego, con un impulso repentino, se dirigió al balcón. La vista era preciosa, en la parte inferior, podía verse el lago, bañado por la luz de la luna llena, que daba un brillante reflejo a las doradas hojas de los mallorn. El elfo se quedó de pie, fascinado de tanta belleza, y preguntándose cómo antes no lo había podido notar.
Las heridas de su alma empezaban a sanar.
¡Qué extraño era eso! Parecía que la certeza de que Aragorn lo había amado, que no lo había dejado por su propia voluntad, era el bálsamo que curaba sus heridas. Pero nunca serían curadas del todo, nunca dejaría de ser impuro. Nunca.
Finwe permanecía detrás del elfo contemplándolo. La luz de la luna, que bañaba el rostro de Legolas lo hacía parecer etéreo, como un ángel. No le extrañó que Haldir lo hubiera amado desde que lo vio. No podía culparlo. Sonrió pensando en su amado Haldir, ahora era sólo suyo y sólo guardaba hacia Legolas una profunda amistad.
De pronto, en el balcón vecino se encendió una luz y una figura se asomó también, a contemplar el hermoso paisaje.
Los dos se quedaron mirándose: Aragorn, pues de él se trataba, y Legolas, que se había quedado paralizado. Luego, el elfo entró, cerrando violentamente la puerta y se sentó sobre la cama.
- "Él te ama", dijo Finwe, sentándose también junto al elfo.
- "No. No es cierto", dijo tristemente Legolas, "él me amaba. Pero ya no. ¿Cómo podría alguien amarme?"
- "Pregúntaselo", respondió tranquilamente Finwe.
- "No haré tal cosa. Además", se interrumpió, mirando al piso, "además, así fuera como dices, él está casado, espera un heredero. Nunca será como antes"
- "¿Casado?", rió Finwe, "ese matrimonio es una farsa, fue hecho con engaños. No vale nada. Respecto al heredero, creo que Aragorn y tú podrían cuidar muy bien de él", declaró enérgicamente.
Legolas iba a replicar, pero Haldamir entró en ese momento, seguido de Haldir. Finwe se puso de pie bruscamente y se hizo a un lado, evitando mirar a Haldamir.
- "Buenas noches", dijo
Fuera del talan, Rúmil se hallaba de pie, pues esa noche le tocaba hacer guardia.
Haldir siguió a Finwe hacia el talan que compartían, sintiéndose más tranquilo ahora que el elfo había hablado con sus señores. Abrazó a su pequeño elfo entre las sábanas y ambos se quedaron dormidos.
Al amanecer, Haldir despertó solo y se levantó extrañado. Pero sonrió al ver que Finwe le había preparado algunas cosas para su viaje y que el desayuno estaba servido en la mesa. Eso significaba mucho para él, pues Finwe le demostraba así que había comprendido.
Luego de desayunar juntos, Finwe le alcanzó algo envuelto en un lienzo.
- "Es mi cuaderno de dibujos", le dijo, "para que pienses en mí", y le dio un beso en los labios.
Haldir se perdió en ese maravilloso beso, hasta que su sentido del deber le indicó que era el momento de partir.
*
Las dos primeras semanas del viaje de Haldir habían transcurrido. En Lothlórien, sin embargo, las cosas seguían como antes.
Aragorn y Legolas apenas se hablaban.
El elfo evitaba la presencia del mortal y se encontraba siempre acompañado de su hermano, a la vez que Aragorn se encontraba acompañado de Gimli. El mortal parecía más calmado ahora, resignado al desprecio del elfo y deseoso de que se hiciera justicia.
Pero sufría.
Durante las noches, tenía pesadillas y había descuidado su aspecto muchísimo. Ni siquiera cuando fue montaraz se encontró Aragorn tan desaliñado. Su cabello desgreñado caía sobre su rostro sin que a él pareciera importarle. La barba, apenas afeitada, le daba un aspecto desordenado y apenas comía, por lo que había adelgazado mucho.
Legolas en cambio, se veía mucho mejor a como había llegado. Parecía que, liberado del tormento interior que lo afligía, su cuerpo al fin, había decidido sanar sus otras heridas y se había recuperado por completo de ellas. Sin embargo, en sus ojos aún quedaba esa profunda tristeza que lo acompañó desde su separación de Aragorn.
Finwe casi no había hablado con él, desde aquélla primera noche. La razón era muy simple, el elfo pelirrojo no soportaba la presencia de Haldamir, y cada vez que éste aparecía (lo cual era bastante seguido) junto a Legolas, optaba por retirarse discretamente a la puerta. También extrañaba mucho a Haldir y se preguntaba qué estaría haciendo su amado.
Una noche, sin embargo, Haldamir fue requerido por Galadriel y Celeborn, pues había llegado una carta de Thranduil, traída por Ucal, el águila, emisario del Señor de los Vientos. Los soberanos deseaban dar una respuesta adecuada al Rey de Mirkwood, pero sin explicarle demasiado, pues eso lo harían personalmente.
Legolas se quedó con Finwe, hablando sobre el Bosque Mágico y cómo los elfos de Mirkwood no habían podido ayudar a sus compañeros cuando Sauron invadió aquellos parajes.
- "Mi padre no deseaba desatar aún más las iras de Sauron", explicó Legolas, "habló con el soberano del Bosque Mágico para que partieran a otras tierras. Incluso les ofreció Mirkwood, pero él fue obstinado y decidió quedarse"
- "Nuestro rey hizo lo que debía. Debíamos defender nuestra tierra, un reino no se abandona de ese cobarde modo", replicó Finwe.
- "Pero al final, fueron forzados a hacerlo. Nosotros dimos refugio a muchas familias, pero el rey fue muerto en una de las batallas"
- "Es muy duro vivir en un reino que no es el tuyo", dijo pensativamente Finwe, "más aún, sabiendo que ha sido devastado y que necesita ayuda. Soy el único elfo de mi pueblo en este lugar y aunque me han tratado muy bien, es duro estar alejado de los míos."
- "Sí. Ahora sé cómo es eso", dijo tristementeLegolas.
- "Pero él te ama", insistió Finwe
Legolas negó tristemente con la cabeza.
- "No", dijo con dulzura, "él no me ha vuelto a buscar. No puede amarme después de lo que me pasó"
- "Si fuera así, él no estaría aquí. No se pasaría las noches mirando por el balcón, esperando que salgas para verte de lejos. No se sentaría al pie del lago recordando tiempos más felices. No estaría como un espectro, comiendo apenas y durmiendo mal. Él te ama, pero la culpa lo está matando"
- "¿Tú crees?", dijo Legolas, permitiendo que un poco de esperanza entrase en su corazón.
- "Sí. Yo sé cómo se siente eso", respondió Finwe sonriendo, "lo que pasa es que Haldamir y Gimli los protegen demasiado a ambos. ¿Por qué no vas y lo compruebas tú mismo? Él está en el lago, lo vi salir hace un momento"
Legolas lo miró dudando. Pero decidió arriesgarse, sólo iría a ver. Ni siquiera tendría que hablarle. Se puso de pie y se dirigió resuelto a la puerta.
Aragorn se encontraba sentado sobre una enorme piedra. Miraba inexpresivamente el agua quieta del hermoso lago, pero en sus ojos había tristeza. Había perdido todo. Su vida era un fraude, ni siquiera la alegría de tener un heredero podía aliviar su dolor, pues ¿cómo explicaría al niño que su madre se había valido de engaños para atarlo a su lado? ¿cómo explicarle que su corazón estaría siempre junto a un elfo de cabellos dorados que ahora lo despreciaba, y con razón? ¿cómo podría retornar a Gondor, a su reino que ya no deseaba?
Unas ligeras pisadas lo hicieron voltear, más por instinto que por curiosidad.
Legolas.
El rostro del elfo reflejaba tristeza también.
- "Aragorn", dijo suavemente.
El humano corrió junto a Legolas, pero se detuvo al ver que el elfo retrocedía extendiendo la mano.
- "No me toques", dijo secamente
Aragorn se quedó parado frente a él. La razón de su vida, la razón por la que enfrentó a Sauron, ahora lo despreciaba. Y todo era únicamente su culpa.
- "Legolas, sé que no deseas perdonarme. Pero te amo, y nada ni nadie cambiará eso jamás", susurró avanzando hacia el elfo.
Legolas lo empujó violentamente, casi haciéndolo perder el equilibrio.
- "¡Golpéame si así lo deseas!", dijo el rey con la voz quebrada, "ningún daño será más profundo que el causado a mi corazón, ¡Golpéame!"
Legolas así lo hizo, una y otra vez golpeó el rostro de Aragorn, su pecho, sus brazos, sin que el humano hiciera nada por detenerlo, oyendo únicamente los sollozos de Aragorn y luego sus propios sollozos.
Luego, los golpes se conviertieron en un abrazo fuerte y los dos cayeron de rodillas, llorando.
- "Te amo", logró decir Legolas al fin
- "Te amo", dijo Aragorn, con el rostro cubierto de sangre, pero feliz al oír aquéllas palabras. Había recuperado a su amor.
TBC
