¡Hola! Bueno, hace unos días me había enojado por razones bastantes estúpidas y sin mucho sentido y por esa razón tiré a morir a mis fics al campo de lucha esperando que al menos alguno de ellos sobreviva, no tengo muchas esperanzas pero rogaré porque se logre el cometido.
Ahora, con respecto al presente fic, mi idea es verter todo ese enojo y furia sin sentido en estas líneas para crear el mejor deathfic que haya hecho. Mi deseo con respecto a este fic es que sea de vuestro gusto y se regocijen al leerlo.
Yo siempre encontré que la adorable Tomoyo no estaba tan cerca de Sakura por el mero hecho de ser familiares o buenas amigas, yo creo que había un sentimiento más profundo, más fuerte que las enlazaba y mantenía juntas; Sí, es lo que todos ustedes creen: Amor. Nunca me gustó la pareja que hicieron Sakura con Shaoran, excepto en "El ascensor descompuesto", y menos la de Tomoyo con Eriol. Por eso decidí hacer este fic de amor, deseo y muerte entre Sakura y Tomoyo, descuiden no habrán partes de contenido sexual, solo de violencia innecesaria como a mi siempre me han gustado los fics.
Finalmente me callo y doy paso señoras y señores a la fascinante aventura de Tomoyo:
(N.A.: Si has leído "La bestia que vive en Mi" y lo encontraste demasiado fuerte, no leas este fic.)
Fic: El último deseo de Tomoyo.
Capítulo I: Mi deseo más íntimo.
Oscuridad, tinieblas, todo oscuro alrededor, los grillos cantan en su disonante cántico que desvela a inocentes víctimas del insomnio. En ese momento donde los pecados manan desde el fondo de nuestras almas supurando pasivamente frente a las atónitas miradas de los extraños los más íntimos deseos y fantasías de tu subconsciente. La luna, madre de la noche, ya es invisible en su propio velo ocultando las lágrimas de la muerte de la noche, que es vencida en noble batalla por su contraparte el Sol, astro rey.
Amanece en la somnolienta ciudad, que, como un muerto renacido, empiezan a pulsar sus venas y arterias de nuevo como ya lo hicieron una vez, y muchas veces más. La luz se cuela por los sutiles orificios de la tela de la cortina de la pieza dando un tono dorado al lugar. Los haces de la vespertina luminosidad tocan acariciando los ojos de una bella durmiente que ya a reposado la larga noche. Esa hermosa soñadora es nadie más que Tomoyo.
Abrir. Ojos. Ver. Luz. Despertar. Levantarse. Ducha. Secarse. Ropa. Vestir. Comer. Beber. Hora. Madre. Adiós. Puerta. Zapatos. Calle.
Tomoyo ya se dirigía hacia la escuela. Con paso firme y seguro avanzaba esperando lo mejor para este día; vería a su amiga Sakura. Ese era el mejor premio que ella podía recibir. Tantos años y tan poco tiempo que pareciera, Sakura era alguien demasiado importante para su vida; eso lo tenía claro. Pero desde que terminó su trabajo como Card Captor y había empezado a verse más seguido con Shaoran no habían podido estar más en contacto, como si era antes. Ella había empezado a meditar sobre el asunto desde hace un tiempo y había descubierto que sentía envidia de Shaoran. Shaoran era un muchacho simpático, de muy buen ver, esbelto y fuerte; incluso ella le había ayudado a los dos a juntarse, y ¿Cómo le pagan? Abandonándola sería la mejor de todas las posibles respuestas, tal vez no la mejor sino la más realista. Odiaba a Shaoran, con todos su ser, con toda su mente, con todo su espíritu, con toda su alma. Y la razón. El amor de Sakura, tal vez le costaba admitirlo pero ella amaba a Sakura en el fondo de su corazón, pero aún así no sabía como decírselo ya que ella ya estaba con Shaoran y eran muy felices.
Tomoyo se sentó en la acera de la calle a vista de una inescrupulosa ciudad que la miraba con mirada inquisitiva esperando verla caer lo más bajo posible para poder restregárselo en la cara más adelante. Tomoyo empezó a llorar como si el propósito de su vida se hubiera desvanecido como un sueño al despertar.
Tomoyo estuvo llorando sin piedad con su perfecto cutis ni sus perfectas mejillas. Lloró y lloró hasta quedar seca y no poder llorar más. Habría de llegar tarde al colegio pero eso ya no le importaba porque de que sirve la educación si no hay amor, o por lo menos, no correspondido. No tiene sentido, es ilógico, ¿Quién en su sano juicio exclamaría algo así?, solo un loco, solo un demente, meramente un lunático que se esmerase en contradecir los argumentos más sólidos que tenía en su corazón Tomoyo con débiles y efímeros parlamentos que no convencerían ni a un pequeño niño. Dentro del cuerpo de Tomoyo había una revolución de sentimientos encontrados en contra de Shaoran. Pero la solución no tardó en llegar…:
-Hola, ¿Qué te pasa?¿Te puedo ayudar en algo? – dijo una voz desconocida para Tomoyo.
Tomoyo no alzó la vista para responder, ella deseaba e imploraba por privacidad, ¿Era tan difícil acaso saciar ese pequeño capricho? Apenas sintió la sombra de fémina voz. Tomoyo, que aún recordaba sus clases de cortesía y buena educación le respondió tímidamente:
-No gracias, quiero estar sola. Nada más.
Su interlocutora no pareció conforme con la vaga respuesta. Pero ella sabía lo que pasaba por eso dedujo la verdadera respuesta y creó una extraña solución:
-Mira, yo sé cual es tu problema. Toma esto y te ayudará a solucionarlo.
-¡No necesito de tu ayuda! – dijo con mucha vehemencia Tomoyo. Abofeteó con una mano lo que la extraña le ofrecía. Pero al verla algo en su peculiar, o sea, es algo como que, ¿Te hipnotiza?, algo así. Su extraño y corto pelo rojo. Vestida completamente de negro usando una larga y delgada chaqueta con pantalones y camisa, todo de ese negro, negro azabache.
Tomoyo quedó asombrada, cómo era posible que alguien soportara el calor del medio día de la gran ciudad de Tokio, la ciudad de las luces. Tomoyo quedó boquiabierta por lo extraño de esa persona. Rápidamente esta al ver que ya la vio se despidió y salió arrancando dejando "la solución" al lado de Tomoyo.
Tomoyo miró de reojo el artefacto que yacía ahí en el polvoriento suelo. Era una esfera que tenía dentro de si otra esfera más pequeña flotando justo en su medio, era verde oliva muy oscuro con ligeros toques azulados era una belleza y Tomoyo quedó cautivada por ese artilugio que estaba tan próximo a ella. Deseaba con su adolorida alma, más bien su alma imploraba en forma de un chillido ahogado, por que este fuera en definitiva la solución a su problema con Shaoran. Lo abrazó y cerró sus ojos y se dijo a si misma "Como querría que pudiera cumplirse mi deseo"
Se aferró más de la esfera y empezó a gritar frenéticamente lo mismo una y otra vez. Frases y recuerdos pasaron por su mente, los más horribles y los más hermosos, todos en un agridulce conjunto.
-Bueno Tomoyo – dijo una voz masculina que también era desconocida para Tomoyo –, ya puedes abrir tus ojos que aquí estoy para escuchar tu deseo.
Tomoyo un poco incrédula poco a poco abrió con mucha parsimonia sus dulces ojos dando a ver su aún más exquisito interior, ojos azules y profundos como los mares más hondos y azulinos de tus sueños, perfectos en color y forma, el que tenía al frente estaba completamente regocijado de ver a tan bella nívea frente a él.
Al abrir sus ojos, Tomoyo pudo ver al que le acaba de hablar, era un hombre alto y musculoso, muy musculoso, con un elegante y formal traje de etiqueta, cabeza siempre en alto y siempre rapada, excepto por una cola de caballo que emergía de su nuca. Era una extraña aparición, pero no tanto como el lugar donde se encontraba; negras columnas de viscosa constitución, aulas interminablemente grandes y oscuras con una minúscula iluminación y frente a ella un escritorio, detrás del cual se encontraba este extraño sujeto.
-Tomoyo, me presento, a mi me puedes llamar El Tahúr. Soy algo así como un genio de esos cursis cuentos de hadas que más de alguna vez habrás leído, como verás, yo soy un tanto distinto al estereotipo de ellos pero básicamente tengo los mismos poderes. Así que, dime tu deseo.
Tomoyo abrió los ojos no podía creerlo. Esto era muy extraño, quizás fuera un…
-No Tomoyo, no es un sueño…
Tomoyo estaba confundida, este "genio" sabía…
-Prefiero Djinn, le da un mejor toque.
Tomoyo era una bola de nervios, estaba tensa, sofocada, necesitaba ayuda, no sabía que pedir, bueno esa es una pequeña frase cliché que siempre se utiliza. Ella sabía cual era su deseo; no había dudas ni en su corazón, ni alma, ni en su mente. Tomoyo abrió la boca pero no dijo nada, ¿Se había arrepentido?, no es posible, ella tenía la convicción de cual es su deseo más oculto e íntimo y no se demoraría en decírselo al Djinn.
-Mi deseo es que mi amiga Sakura me ame con todo su corazón y alma.
El Tahúr dudó, el podía conceder el deseo pero algo le faltaba explicar para cumplir el deseo a cabalidad.
-Tomoyo, existen tres tipos de amor, o por lo menos eso es lo que yo sé: el incondicional que tiene Dios y los padres con sus hijos, el de hermanos y amigos, y finalmente el amor Eros, el de pareja y amantes.
Tomoyo se sonrojó un poco, pero lo albo de su cara lo resaltó en demasía. Volvió a titubear.
-Yo deseo el tercer tipo de amor…
El Djinn empezó a emitir ruidos raros de aprobación, saltó sobre su escritorio y buscó un lápiz y un papel. Garabateó algunas palabras sobre el trozo de papel y se lo entregó a Tomoyo.
-Es solo una formalidad, debes dar por escrito tu deseo.
El papel era bastante corto y conciso, por eso Tomoyo no dudó y firmó con gran alegría. El Tahúr tomó el contrato y lo escondió dentro de su traje.
-Muy bien, tu deseo será cumplido, pero primero debo probarte para ver si podrás cargar con la responsabilidad de que se te cumpla tu deseo.
-¿A qué te refieres?
-No te preocupes, son cosas bastante fáciles, escucha esta, es la primera: ¿Amas realmente a Sakura?
Los ojos de Tomoyo se encendieron como un mar en llamas, la respuesta era fácil, ella amaba con todo su ser a Sakura y debía simplemente responder que…
-Si, amo a Sakura Kinomoto.
-Muy bien, la siguiente prueba es un poco más difícil – hubo un silencio que hizo sentir un poco de miedo a Tomoyo –, ¿Tú te despojarías de todos tus vienes por Sakura?
-Sí – respondió Tomoyo atemorizada.
-Muy bien, ahora lo comprobarás.
El Djinn chasqueó sus dedos y Tomoyo quedó totalmente desnuda frente a él dejando en descubierto las aún más níveas partes de su pálido cuerpo. Tomoyo apenas alcanzó a cubrirse, estaba sonrojada y enfurecida con el Djinn.
-No te preocupes, es solo parte de la prueba, yo no tengo ningún tipo de malas intenciones contigo.
Esas palabras lejos de tranquilizar a Tomoyo la alertaron de que tal vez el Djinn traía algo sórdido entre sus manos. Ella no deseaba estar desnuda, aunque el ambiente no le provocaba ningún tipo de frío como para extrañar la ropa con ese fin.
-Sigamos: Estarás de acuerdo que lo que pretendes con tu amiga Sakura no es algo común y de todos los días y va en contra de las leyes naturales, ¿Estoy en lo correcto? – Tomoyo aún escondiendo sus partes más íntimas afirmó con la cabeza – Excelente, entonces ¿Tú serías capaz de soportar a una sociedad en contra tuya por el amor que sientes por tu querida amiga Sakura?
-Si – respondió Tomoyo con gallardía.
El Djinn chasqueó los dedos y una muchedumbre apareció desde el suelo rodeando a Tomoyo. La llenaron de insultos, insultos y calumnias, le escupieron le tiraron cosas que tuvieran a mano, la acusaron de pecadora, lunática y hereje. La humillaron ese pequeño grupo de personas que sus serpentinas lenguas dañaban cual veneno en la sangre de Tomoyo, que, a grandes dosis le inyectaban en su arteria principal. Dedos acusadores como jeringas, insultos y garabatos como veneno y una sociedad como el dedo cómplice y asesino que acciona todo este conjunto para dañar a la pobre Tomoyo que desnuda, sin posibilidad a defenderse, sin amigos luchaba por su dignidad y por su amor.
El Djinn volvió a chasquear los dedos y todo volvió a la calma, la gente desapareció por fin para el bien de Tomoyo. El Djinn sigilosamente se acercó a Tomoyo, ella al verlo acercarse empezó a llorar, llorar amargamente, no deseaba seguir con todo esto pero el Djinn lo obligaría a continuar. Solo cerró sus ojos y esperó la siguiente pregunta:
-¿Sabes pequeña Tomoyo?, el amor a veces es cruel y te daña a ti mismo. Mi siguiente pregunta es – Tomoyo cerró los ojos sabiendo de antemano la pregunta del Djinn –: ¿Perdonarías a Sakura por hacerte daño?
-Si – respondió tímidamente Tomoyo.
Y con los ojos cerrados escuchó ese maldito sonido. Pero poco después escuchó una voz familiar entre toda esta incertidumbre:
-Tomoyo…
-Sakura…
Era Sakura sin duda, pero no la misma Sakura. Estaba vestida con ropas de cuero negro y en su mano llevaba un largo látigo. Sakura se acercó a Tomoyo y la empezó a flagelar como poseída por algún demonio. Tomoyo ofrecía un poco de resistencia evadiendo los latigazos, pero con cada golpe sus fuerzas se agotaban y lentamente los golpes los sentía más fuertes y más dolorosos, Tomoyo deseaba morir. Su amor la estaba flagelando con esa tan poco misericordiosa arma. ¡Qué injusta era Sakura con Tomoyo!
-¡Ya no quiero más dolor!
Una hora más tarde el Djinn hizo caso de la súplica de Tomoyo. Las marcas de látigo parpadeaban en su fina piel como ríos rojos furiosos por la ira de su amante. Tomoyo casi muerta se incorporó casi no podía tocarse el cuerpo, estaba muy sensible y el solo hecho de rozarlo le causaba un espasmo de dolor. Tomoyo miro con sus inocentes y profundos ojos al Djinn rogando misericordia, pero el Djinn no se la pudo dar.
-Lo siento Tomoyo, así es como funciona el juego, así son las reglas, ni siquiera yo puedo romperlas y si lo pudiera ya estarías en los brazos de Sakura, de verdad no es mi intención. Lo siento, pero, ¿Podrías olvidar todo lo que conocías y hacer que Sakura llenara ese hueco?
-Sí – respondió Tomoyo con voz de resignación.
El Tahúr tronó los dedos y apareció sentada en una silla y con su cabeza fuertemente amarrada al respaldo, con su cabello escurriendo por los lados. Las llagas del flagelo le ardían en demasía y apenas podía soportar ese infinito dolor. Le era difícil mantenerse conciente ya en este estado.
Tomoyo cerró sus ojos, nunca pensó que su hermoso e inocente deseo se transformara en una tortura sin límites tanto para su cuerpo como para su alma, con sus últimas fuerzas le gritó al Djinn:
-¡Cuándo va a terminar todo esto!
-No te preocupes Tomoyo, ya falta poco –su voz era increíblemente calmada –, después de unas pocas preguntas serás libre, y tu deseo se hará realidad.
Esas palabras llenaron de esperanzas el adolorido corazón de Tomoyo, sabía que todo este sufrimiento no sería en vano y que finalmente podría disfrutar del amor de su amada Sakura. Y con ese pensamiento cayó inconsciente en un profundo y agónico sueño.
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Bueno, ¿Qué les pareció?, espero que les haya gustado, después de terminar de escribir este fic me desahogué y ya estoy más tranquilo, pido disculpas a todos mis lectores, en especial a los últimos que me mandaron e-mails para felicitarme. Muchas gracias a todos.
Además de eso quiero pedir disculpas públicamente a mi prima/hermana por haberme enojado con ella. Espero que me perdone, pero tus palabras no calzaron con el tipo de respuesta alentadora que esperaba.
Con respecto a este fic, tendrá mínimo dos capítulos más de los cuales se hablará del deseo de Tomoyo. ¿El Djinn le habrá dicho la verdad? ¿Todo le saldrá bien a Tomoyo? ¿Sakura la amará al final?, todo eso y mucho más en el siguiente capítulo.
También los invito a leer "La Bestia que vive en Mi", esta muy bueno el fic. ;) jajajaja.
Eso es todo amigos míos.
Se despide
Master, the Gambler
"¡Shaoran, Shaoran!, ¡Debes recordar!, Por favor recuerda, tú puedes hacerlo.
¡Recuerda que Sakura te ama!"
Eriol a Shaoran en "La Bestia que vive en Mi"
Y Sí a la publicidad innecesaria!!!
