¡Hola! Pasó tanto tiempo que no escribía en este fic, en este lado de la página. Un amigo mío me recomendó que para Halloween hiciera una continuación de este fic. Y me decidí a hacer este nuevo capítulo. No recuerdo mucho como era el fic así que les pido que me disculpen si me equivoco ya que recibí quejas de un lector. Espero poder conversar con él para saber mi error y poder corregirlo a futuro.
Bueno sin más preámbulos los introduzco a esta nuevo capítulo de "La Mano del Pecado", señoras y señores, lo que esperaban desde hace tanto tiempo:
Fic: "La Mano del Pecado"
Capítulo V: "El amor inconsolable"
-¿Cody?
-¿Sí Koushiro?
Koushiro rió, desde hace mucho tiempo que nadie lo llamaba de esa manera, menos un amigo tan íntimo como era Iori.
-¿Por qué me dices así?
Iori empezó a sudar, aún con la gran cantidad de frío que rondaba por la gélida celda las pequeñas perlas de sudor aparecían silenciosa y tímidamente en su frente. Tal vez estar al lado de su maestro, o tal vez, su mentor, o su amigo, más bien, ¿Un asesino? Quizas, él no podía asegurarlo. Los últimos días lo habían traumado considerablemente; la muerte de tanta gente que conocía. Pero, ¿Qué estaba diciendo? ¿Cómo podía ser traumático si él tenía la convicción de que había cometido los asesinatos?
-Izzy – respondió –, ¿Por qué te esfuerzas en probar que tú eres el culpable si realmente yo los maté?
Koushiro empezó a reír. El guardia bufó para calmar esa risa histérica que no le dejaba conciliar el sueño. Koushiro no tuvo ni la más mínima intención de cesar, era hora de vengarse de él:
-¡Estás loco! – dijo hilarantemente Koushiro.
-¿Por qué?
-¿Cómo se te ocurre? Yo los maté – dijo casi gritando indicándose con el índice –, yo los maté, nadie más.
-Pero, es imposible, no estuviste en las escenas del crimen en todas las ocasiones...
-Reflexiona amigo mío – dijo Koushiro arrellanándose en una de las bancas de la celda para luego seguir con una gran sonrisa –, ¿Cuál es el común denominador? Yo soy el único que ha podido asesinarlos a todos.
-Es verdad – reflexionó Iori –, pero hay algo que no calza todavía...
-¿Qué cosa?
-No sé, no sabría decirte.
-Pero, si fueras un asesino tan bueno como yo podrías salir fácilmente de la celda. ¿Cómo lo harías?
Iori lo miró, no sabía que responder, por eso solamente hizo un gesto con sus hombros con lo que dejó más que claro que el conocimiento de eso no estaba a su alcance. Entonces Koushiro le dijo:
-Mira Cody; esto es muy sencillo, cuando deseo matar a alguien sencillamente
le pido al amable guardia que me deje salir y vuelvo antes de que revisen las celdas. ¡Así de fácil...!
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Sora estaba abatida, ya había pasado tanto tiempo y no podía recuperarse, el contacto con el resto de sus amigo había desaparecido, sentada en la esquina de su habitación, en posición fetal, llorando, exigiendo una explicación. Ella nunca esperó que alguien intentara matar a Miyako, o a sus amigos, ahora toda la culpa, la fama, o como quisieran llamarlo, recaía en Iori, o tal vez en Koushiro. Ella no deseaba eso.
Joe se acercó a ella con el fin de reconfortarla. Pero de poco sirvió. Ella le preguntó, a modo de explicación lo que había sucedido el día en que encontraron a Yamato muerto en su apartamento. Joe al escuchar esas palabras se dio la vuelta para no mostrar su cara de horror. No tenía otra escapatoria, debía explicarle todo:
-Sora... – la voz de Joe era muy débil – Te diré lo que pasó esa noche. Logré detener al tren, pero al entrar Mimi corría alejándose de mi hacia el lugar más apartado del tren. Yo la perseguí hasta llegar al final. No habían muchas personas, realmente estábamos nosotros dos y unas tres personas más. Mimi me preguntó porque la perseguía, yo le respondí entonces que fue porque pensé que era la asesina. Ella se rió de mí.
Sora poco a poco empezó a salir de su trance fetal para prestar oído a lo que le decía su amado Joe, aunque estuviera de espaldas notaba que lloraba, ¿Por qué? Ella no lo sabía, que Mimi se haya reído de él no era una razón suficiente:
-¿Por qué estás llorando? – dijo con voz trémula Sora.
Un escalofrío recorrió todo el cuerpo de Joe. Él sabía que no era una buena idea responder sinceramente, pero dentro de sí sabía que tarde o temprano se sabría, su conciencia estaba sucia. Se dio la vuelta y vio cara a cara a Sora que lo miraba con un rostro muy confundido. Joe abrió la boca pero solo un suave y delgado suspiro salió de su boca.
-¿Me vas a decir o no? – dijo Sora un tanto irritada.
-Sí – respondió Joe, casi sin voz, como si su corazón se estrechara –, Sora, ella también pensaba que yo era el asesino, por eso había huido. Me dijo que Yamato lo había llamado al celular mientras ella esperaba el tren y decidió cambiar su viaje en dirección opuesta; o sea donde Yamato.
-Aún no veo lo malo con eso – suspiró Sora –, solamente puedo ver que ella tal vez no sea realmente la asesina.
-Eso es el problema – dijo con voz grave Joe –, platiqué con Mimi durante todo el trayecto. Fue muy ameno, pero cuando llegamos con Yamato lo encontramos ocupado hablando por teléfono. Pero aún así nos dejó entrar, le pedí a Mimi que fuese a comprar algunas cosas para comer, no debíamos ser descorteces, en ese lapso de tiempo, mientras que Yamato seguía hablando por teléfono yo busqué un cuchillo. Ya con el cuchillo esperé detrás de él hasta que colgara. Y cuando colgó, lo golpeé violentamente, cayó al suelo inconsciente y lo empecé a desollar...
Sora a este punto de la historia ya estaba llorando profusamente, pero esas últimas palabras eran la gota que derrama el vaso. Saltó sobre Joe e hizo que su cabeza se azotara constantemente contra el suelo. Luego de que Joe estuvo un poco más débil por los golpes le gritó en el oído:
-¿Por qué lo mataste...?
-Es que yo... – dijo apenas Joe.
-¿Por qué lo mataste...?
-Pero si tú...
-¿Por qué lo mataste, si yo era la que deseaba matarlo?
Joe la miró con pena, él había matado a Yamato porque ella lo quería muerto, pensaba decírselo como un regalo de aniversario, pero toda esa magia se apagó cuando se lo dijo. Ya no podía decir más. Simplemente quitó delicadamente a Sora de encima suyo, se levantó y se dispuso a marcharse. Sora simplemente lloraba. No podía creer la estupidez que había hecho su novio siendo que ella deseaba en lo más profundo de su alma matar a Yamato. Las razones de ese deseo febril eran ya tan antiguas que ni ella las recordaba, sólo mantenía en su cabeza su propósito de matarlo antes de que alguien lo hiciera. Todo el trabajo para nada, todo ya estaba perdido. Lloró.
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-¿Mimi...?
Mimi se dio la vuelta para ver a su amigo Ken, era extraño encontrar a alguien en el pleno centro de Tokio, pero esta fue la ocasión. La reacción de Mimi fue simplemente la de darse la vuelta, sonreírle y preguntarle:
-¿Qué sucede?
-Mimi – su voz denotaba suma urgencia, se notaba estresado, casi desesperado –, debes ir a la casa de Sora, hay algo que debes hacer ahí.
Tras decir estas palabras Ken salió huyendo de cualquier pregunta dejando a Mimi sola, de nuevo, en la mitad de Tokio, al lado de una parada de buses. Un bus se detuvo frente a ella, iría hacia la casa de Sora, decidió abordarlo y dirigirse a la casa de Sora.
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Joe abrió la puerta para salir cuando entró por la puerta Mimi. Ambos se miraron unos instantes, como desconcertados, no estaban seguros de que hacer, sus cuerpos empezaron a sentirse nerviosos, tan juntos, pero a la vez tan distantes. No fue mucho el tiempo que pasó para que empezaran a besarse en un profundo y apasionado beso.
Pasaron algunos minutos en el prologado beso, cuando Joe abrió y cerró sus ojos con la velocidad de un parpadeo. Una sombra los veía sosteniéndose en una columna desde unos metros de donde estaban. Habían dejado la puerta abierta y eso había atraído a una curiosa persona que roja de ira los miraba.
Joe soltó inmediatamente a Mimi, sonrojado y con una cara de gran culpabilidad miró a Sora. Ella con ojos relampagueantes le destrozó su conciencia, hasta la fecha casi limpia, impecable, ahora nunca más. Joe salió despavorido por la puerta dejando a Mimi mirando fijamente a Sora. No habían resentimientos, no había compasión, no habían habido miradas más crueles que se dirigían en una prueba de resistencia una contra la otra, en un juego de quien es la superior, o a quien le pertenecía Joe.
-¿Acaso no te lo dijo?
Sora enfocó con mucho cuidado cada movimiento de Mimi.
-¿Qué cosa?
-Lo que hicimos después que él me encontró en el tren...
-Sí, pero creo entender que hubieron algunos cambios en la historia.
-Veo que sí. Pero si estás dispuesta, te contaré lo que realmente pasó...
-Estoy dispuesta.
-Muy bien, creo que lo mejor será que nos sentemos ya esto será un poco largo.
-Muy bien.
Los ojos aún no se separaban los unos de los otros. La furia contenida se tuvo que suavizar para dar lugar a la plática, que progresivamente se fue volviendo más amena para las participantes. La plática pasó sin mayores inconvenientes y se pudo ver lo que realmente pasó: Mimi en efecto había sido llamada por Yamato. Pero cuando Joe la arrinconó en el tren, le reveló que realmente había amado a Mimi desde un principio, Sora había sido muy buena con él pero el deseaba algo nuevo, que sólo ella le podría dar. Esa nueva chispa fue dada por Mimi revitalizando a Joe, no se dejaron de besar hasta llegar cerca de la casa de Yamato, se besaron subiendo escaleras, caminando por la calle, cruzando calles. Ya en las escaleras del edificio donde vivía Yamato, Joe se desvaneció, cayó desmayado, Mimi trató de auxiliarlo, pero luego de algunos minutos logró recuperar la conciencia. Él le prometió que le pediría a Sora que lo dejara libre para poder quedarse con Mimi, pero ya que Sora se encontraba muy débil no se atrevió a decirle la verdad. Luego al entrar encontraron a Yamato muerto y llamaron inmediatamente a los policías.
-¿Me estás diciendo la verdad? – sentenció finalmente Sora.
Mimi se sintió un tanto ofendida por la desconfianza de su amiga Sora. Se levantó y se dispuso a irse. Pero antes de retirarse Mimi se dio la vuelta y miró a Sora con una mirada tan encolerizada que casi llegaba al punto de sentir desprecio o asco a quien le decía una sentencia final:
-Sora – dijo con vehemencia y desprecio –, tú amor será extinguido así como el fuego en el agua. ¡Qué lástima que tu vida sea como ese fuego!
Sora miró extrañada como Mimi salía. Sentía que algo iba a pasar. Estaba aterrorizada, había visto en el fondo de los ojos de Mimi un halo de maldad, de falta de misericordia, no había visto los ojos de Mimi, tal vez, ¿Los ojos de una asesina?
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Pasaron las horas y Sora ya había olvidado los ojos de Mimi y se disponía a acostarse, ya era de noche y había hecho todos los preparativos para dormirse cuando sintió en una corriente de viento en otra habitación, fue a verla. Estaba deshabitada, nadie estaba ahí, solamente la ventana estaba abierta y las cortinas ondulaban al son del viento. Ella extrañada se acercó y cerró la ventana pero una mano tapó en un instante su boca asfixiándola. Miró para atrás en un esfuerzo supremo y vio un rostro maquiavélico observándola, sonrisa demacrada que mostraba notablemente sus dientes.
-Fue un placer haberte conocida, amiga...
Golpeó con gran fuerza a Sora y la dejó inconsciente, a su merced, ya nada detendría al asesino de cumplir su misión. La llevaron hasta el baño, y la puso acostada en la tina, la miró con gran ternura, retiró sus ropas con suavidad y delicadeza, procurando casi si ella estuviera despierta y la estuviera tratando de seducirla. La toqueteo en sus partes más nobles. Pero ya se le acaba el tiempo, debía ser rápido. Tomó un pedazo de plástico y lo colocó sobre la tina de baño. Y la aseguró con cinta adhesiva tanto a ella como al plástico, luego encendió el grifo de agua y se sentó tranquilamente en el lavamanos hasta que se llenara la tina. Poco fue su espera ya que Sora tras sentir como unas pocas gotas de agua empezaron a entrar por su nariz se despertó de su inconsciencia.
El horror que estaba sufriendo Sora de poder ver a su asesino a través del vidrio distorsionado por el agua fueron sus últimas visiones, ya que tras escasos minutos su lucha terminó muriendo con ahogada con sus ojos desorbitados y una expresión en el rostro de sufrimiento infernal.
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-¿Qué te pareció esta noche?
-Un tanto decepcionante...
-¿Por qué? ¿Acaso no cumplimos las expectativas?
-Es que...
-Descuida, no tienes para qué decirme, mañana en los periódicos lo verás todo, ya verás, ya verás...
Y con esas palabras Koushiro empezó a balancearse en posición fetal en la banca sobre la banca de su celda, repitiendo continuamente una misma tonada, un mismo silbido.
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Hola de nuevo, por fin terminé. Terminé mi cometido y este capítulo los ha dejado un poco más complicados que la última vez, ya quedan pocas posibilidades de sospechosos, todos podrían ser tanto como los otros.
Bueno, espero que sus reviews me incentiven para escribir rápidamente la continuación. Con respecto a los siguientes capítulos de mis fics serán próximamente actualizados, o eso espero, esta semana fue de mucho trabajo, escribí este capítulo, más otros dos en sólo dos días, eso es muchísimo, además debo escribir otro fic... Bueno mejor me despido rápido.
Bueno, especiales agradecimientos a Muerto Nuclear, por aportar sadismo y entretención al realización de este fic. También a los integrantes de "Susurros de la Musa" y a todos los que me apoyaron el la realización de este fic.
Otros agradecimientos a:
c-erika: Realmente sería un pecado contar quien realmente es el asesino, incluso decir si Ken es o no es. Pero realmente es sospechosa su participación en todo esto, no? Pronto se sabrá todo y serás feliz.
HaRu-DarKdi*.com: Gracias por tu review, me gustaría que me mandases un mail para saber cuales son mis errores, por que por ética yo no leo dos veces mis fics ya que puedo cometer el error de corregirlos en exceso y deformar la trama. Gracias de todos modos.
Jos D: Bueno, si tú crees eso... Te hice caso e hice esta actualización para Halloween. JEJEJE
Nakuru Tsukishiro: Veamos si sigues tan lista depués de esta. ;)
Se despide
Master, the Gambler
"La mano del bien caerá como poderosos martillos
sobre la maldad semejante al yunque"
Shaoran en "Las diferencias de nuestras almas" de "Los Susurros de la Musa"
Y Sí, a la publicidad innecesaria!!!
