Capítulo 5 .- Noche de tormenta

-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-* Ungalad -*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*- *-*-*-*-

Creo que nunca había estado tan nerviosa. Antes de tocar la puerta me pasé un par de veces la mano por la falda de mi recién adquirido vestido azul y blanco (se lo había "tomado prestado" a Lindórië sin que ella lo supiera); comprobé que no hubiera ninguna arruga visible y luego me aseguré que mi larga melena rubia recogida en parte continuaba en su sitio. Tomé aire un par de veces antes de golpear suavemente la puerta.

Una elfa de rizados cabellos rubios y expresión simpática me abrió la puerta, Debía de ser la hermana de Glorfindel. Me extrañó no haberla visto nunca por Imladris.

- Pasa Ungalad - me dijo ella con toda familiaridad y con una sonrisa - Me temo que no podrás esperar un gran banquete; el fresco de mi hermano me avisó con muy poco tiempo que venías.

- Lo lamento - dije creyendo que yo suponía un problema para la Elfa - Si molesto me voy

- No seas tonta, tu no tienes la culpa que Glorfindel sea un desastre

Mellyrn se acercó a una puerta y la golpeó con fuerza

- ¡Deja ese maldito libro y sal de una vez!

Se oyó un murmullo apagado al otro lado que no llegué a escuchar. Entonces, mientras Mellyrn hablaba con su hermano a través de la puerta tuve oportunidad de echar un vistazo a la casa. No era muy grande, a pesar de que Glorfindel fuera uno de los Elfos más importantes de Rivendel. Todo era pequeño pero acogedor, y el fuego que ardía en el hogar le daba el último toque agradable. Me quité el manto que me cubría los hombros con un movimiento elegante, ya que dentro de la casa había una temperatura agradable.

- Se pasa todo el día en su habitación leyendo libros que trajo con él desde Imladris. Pero ayudarme con la limpieza.... ¡no! Eso no... Ya arreglaré yo a ese holgazán - la voz de la Elfa la sacó de sus propios pensamientos

No pude evitar reír. Siempre había visto a Glorfindel como a un gran Elfo noble, trabajador, la mano derecha de Elrond, pero nunca hubiera imaginado que fuera un holgazán. Mellyrn también rió con ella.

- Eso... reíros de mi cuando no estoy presente

Miré aún sonriente a Glorfindel:

- Lo siento, pero tu hermana es muy graciosa

- Espera a conocerla... - murmuró Glorfindel, pero le pude oír perfectamente, y Mellyrn también

- ¿Qué quieres decir con eso? ¿Quieres ver como hoy tampoco cenas? - Mellyrn se cruzó de brazos

- En esta casa no hay libertad de expresión - murmuró otra vez Glorfindel fingiéndose ofendido

Yo me senté en la mesa junto a Glorfindel; había decidido dejar la vergüenza a un lado. No había ninguna razón para mostrarme callada, distante y nerviosa durante aquella cena

- ¿Siempre os peleáis? - pregunté para iniciar una conversación

- Bueno... siempre, siempre, lo que se dice siempre...

- Si, siempre. Pero es su culpa - le interrumpió Mellyrn

- Claro, tu nunca tienes la culpa de nada... - dijo Glorfindel, luego se inclinó un poco hacia mí y susurró: - No le hagas ningún caso

En ese momento creí que el corazón se me iba a salir del pecho...

* * *

- La cena aún tardará un poquito - dijo Mellyrn cuando salió de la cocina

- ¿Aún no está lista? - preguntó Glorfindel interrumpiendo la explicación que me estaba haciendo acerca de que sus responsabilidades en Imladris le presionaban mucho y por eso siempre andaba nervioso

- Si no te gusta, la próxima vez cocina tu

- Hace mucho rato que te dije que prepararas una buena cena para tres... ¿con que te estuviste entreteniendo?

- Mira guapo ¿te crees que no tengo nada más que hacer? Y lo de guapo es una ironía

- Claro, como que eres una Elfa tan ocupada

- Al menos a mi no me asusta el trabajo

- ¿Insinúas que a mi me asusta trabajar? Si me hubiera asustado ¿te crees que me habría encargado de todo el papeleo de Elrond?

- Claro, pobrecito... Es que tenías tanto trabajo...

Yo pensaba desesperadamente en algo que decir que terminara con la discusión, pero la solución, vino por si misma

- ¿No huele a quemado? - dije

Mellyrn calló de golpe y se dirigió precipitadamente a la cocina. Al abrir la puerta pude ver que algo de humo se escapaba. Tras unos instantes, Mellyrn volvió a salir con expresión abatida

- Nos hemos quedado sin cena - anunció con voz apagada

Me quedé sin saber qué hacer. Estaba segura que el enfado de Mellyrn alcanzaría limites insospechados, que le daría toda la culpa a Glorfindel o cualquier cosa Pero para mi sorpresa, la Elfa se echó a reír

- ¡Que desastre! - dijo entre risas

Nos miramos mutuamente con Glorfindel, y no pudimos evitar reír también. Al fin y al cabo ya se sabía : era mejor reír que llorar

Y yo... Nunca me había sentido tan a gusto en ningún lugar que no fuera mi casa

-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-* Glorfindel -*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*- *-*-*-*-*-

La cena había ido bien finalmente, aunque tuviéramos que conformarnos con algunas galletas y la tarta de manzana que Mellyrn había preparado para los postres

- Muchas gracias por todo - dijo Ungalad levantándose de la silla con una sonrisa

- Tienes que venir otro día, y cenar de verdad. Prepararé una buena cena - dijo mi hermana

- Pero si hoy ha estado genial, de verdad - contestó ella

- Si Mellyrn dice que tienes que venir, ven. No le lleves nunca la contraria - intervine yo

- No quiero abusar de vuestra amabilidad

- Vuelves otro día y no se hable más del tema - dijo Mellyrn dando a entender que Ungalad no tenía alternativa

- De acuerdo - dijo ella sonriendo

Mientras miraba a las dos Elfas pensé que se habían echo amigas, y me alegré.

- Bueno, Glorfindel - dijo mi hermana al final - lo mínimo que puedes hacer para ser mínimamente útil es acompañar a casa a Ungalad

- No es necesario, además tengo que ayudarte a recoger - Ungalad hizo un movimiento con el brazos para indicar la mesa

- De ninguna manera, eso lo haré yo - mi hermana me cogió de un brazo y me levantó de la silla bruscamente - Y tu, ya sabes...

- Está bien, está bien, tu ganas - respondí con voz aburrida, aunque la verdad era que no me importaba acompañar a Ungalad. Cogí mi manto al vuelo antes de salir por la puerta

- No tienes porque acompañarme si no tienes ganas de salir - me dijo Ungalad cuando estuvimos en la calle

- No, si no me importa en absoluto acompañarte, pero si no pudiera replicar a mi hermana me daría algo - dije yo con una sonrisa

Ungalad rió. Entonces me di cuenta de lo que me había dicho Mellyrn. Ungalad era bonita, y la luz de la luna le daba un brillo especial. Aún así había ese pequeño detalle... Tenía la sensación que no le gustaba mucho mi presencia. En ese mismo instante me había dejado claro que no hacía ninguna falta que la acompañara... U otro indicio era el echo de que en esos momentos, mientras caminábamos por las calles oscuras de Tirion, bajo la luz de la luna, no decía nada... ¿Por qué no hablaba? Podía decirme cualquier cosa

- La cena ha sido un desastre ¿verdad? - dije yo por decir algo, porque el silencio me incomodaba

- Tampoco ha ido tan mal - dijo ella

- Es verdad, podría ser peor - y justo en ese momento una gota cayó sobre mi nariz, y luego otra, y en seguida otra más.

- ¿Nadie te ha dicho que pareces vidente? - dijo riendo Ungalad mientras se echaba la capucha sobre la cabeza

- No tiene gracia. Si no hubiese dicho nada, ahora no me estaría mojando - hice lo mismo que ella para no mojarme más de la cuenta

- Es aquí - dijo de pronto ella parándose delante de una casa - ¿Ves? Si no estaba nada lejos

- Tampoco ha sido ninguna molestia - dije yo, pero pensando que me lo decía porqué no quería que la hubiese acompañado

- Pero te has mojado por mi culpa

- Ah, no pasa nada. Descuida. Bueno, me voy que me estoy mojando ¿eh? Ya te avisaré para que vengas otro día. Buenas noches

- De acuerdo, buenas noches - y al tiempo que ella abría la puerta yo volteé para continuar con mi camino

Las calles empezaban a encharcarse mientras regresaba a casa. No tardé mucho en llegar a casa. Abrí la puerta deseoso de sentir el agradable calorcito que manaba del hogar encendido

- Muy bien, moja todo el piso ahora. ¡que desastre! - al instante oigo las quejas de mi hermana

No le hice caso, pasé hacía mi habitación sin tan siquiera molestarme a contestar sus quejas Una vez en mi habitación me miré en el espejo que tenía allí. Vi el reflejo de un Elfo normal, no vi ninguna cosa extraña, las orejas en su sitio, puntiagudas, dos ojos, una nariz no demasiado grande, ojos azules, pelo rubio... ¿qué podía ser lo que asustaba a las Elfas? Un trueno sonó a lo lejos. Sería noche de tormenta.

- Fantástico - murmuré con mal humor

Me eché en la cama sin ánimo de levantarme hasta que el tiempo volviera a ser favorable. ¿Por qué el mal tiempo me ponía de mal humor?

-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-* Legolas -*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*- *-*-*-*-

Recuerdo que aquella noche me despertaron unas manitas insistentes que tiraban de mi pelo y de mis orejas. Abrí un ojo somnoliento y vi a Thalion y a Neithan prácticamente sobre mi.

- ¿Qué hacéis aquí? ¿Por qué no estáis durmiendo? - pregunté yo aún medio dormido

- Tenemos miedo - dijo Thali

- Hay tormenta - agregó Nei

- Pues id a decírselo a Nandor - me tapé aún más con las mantas

- Papá está durmiendo, y cuando duerme es imposible despertarlo

Es verdad... Se me había olvidado la forma de dormir que tenía Nandor... En una ocasión ni tirándole agua por encima se despertó

- ¿Y vuestra madre? - dije en un intento de que se fueran y me dejaran dormir de nuevo

- Si despertamos a mamá se enfada y nos castiga, porque dice que tenemos que ser valientes y que no nos tienen que dar miedo los truenos - dijo Nei

En ese momento un relámpago alumbró el cielo y casi al instante un fuerte trueno resonó en toda la casa. La lluvia golpeaba con fuerza la ventana y el viento silbaba por entre las calles. Los niños saltaron al instante sobre mi cama y se abrazaron fuertemente a uno de mis brazos.

Intenté pensar en algo para que los niños se calmaran y volvieran a dormirse.

- ¿Pero nunca os han contado lo que son los truenos? - de pronto recordé lo que mi padre me contaba cuando era yo el que sentía pánico por los truenos. Me incorporé en la cama para contarles la historia

Los niños negaron con la cabeza

- ¿Sabéis lo que son las águilas, verdad? Bien, pues ellas tienen una gran ciudad sobre nuestras cabezas, que nosotros no podemos ver porqué está muy arriba, allí tienen muchas sillas, mesas, armarios y demás, y de tanto en tanto, los cambian de lugar, y al arrastrarlos por el suelo para ponerlos en su nuevo sitio hacen mucho ruido

- ¿Sólo eso? - preguntó Thali

- Claro! ¿Qué creíais que eran los truenos? - pregunté yo esperando que con esto se tranquilizaran

- No sé... Algo más terrible y feo - confesó Nei - ¿Pero porqué hacen tanto ruido las águilas? ¿No saben que la gente duerme y la pueden despertar?

- Creo que no, no lo saben - contesté yo - ¿Y ahora no les tendréis miedo a los truenos verdad?

Ambos negaron con la cabeza

- ¿Y volveréis a la cama y me dejaréis dormir verdad? - me volví a tapar con las mantas y apoyé de nuevo la cabeza en la almohada

- Si, ¿pero le dirás a mamá que hemos venido? - la voz de Nei me llegó lejana

- No, no le diré nada. Y ahora a la cama...

Oí como los pasos de los niños se iban alejando

- Apuesto a que papá no sabía eso de los truenos - oí que decía Thali

- Tío Legolas sabe muchas cosas. ¡Es genial! - dijo Nei

Y ahí debí caerme dormido, porqué no oí nada más

-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-* Melian-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*- *-*-*-*-

- ¿Están cerradas todas las ventanas? - preguntó mamá

- Claro, Edhel y yo las hemos cerrado - contesté sin levantar los ojos del libro

- ¿Las puertas bien cerradas para que no entre agua? - volvió a preguntar mi madre

- Si

- Pero no arreglamos bien el tejado. La gotera no ha desaparecido - por lo visto mi madre no tenía la intención de dejarme leer, así que señalé la página en la que me había quedado y cerré el libro.

- ¿Qué quieres? Te dije que no era ninguna experta arreglando tejados - contesté yo dejando el libro en la estantería

- Necesitaríamos un Elfo en esta casa. La presencia masculina se echa en falta - suspiró Edhel desde su posición al lado de la ventana admirando la calle

Me entristecí unos momentos al pensar en mi padre... Era un bravo soldado que había muerto en combate. Lo echaba tanto de menos....

Entonces me di cuenta de que ambas me miraban a mi

- ¿Qué? - pregunté yo

- ¿No hay ningún Elfo a la vista? - me preguntó Edhel

- ¿Y porqué tengo que ser yo? Tu tienes aproximadamente mi misma edad! - exclamé

- Entonces... ¿ese Elfo rubio de esta tarde no era nadie?

- ¡Edhelnim! ¡No me digas que estuviste espiándome! - me mostré muy indignada, aunque estaba orgullosa que me hubiese visto con Legolas

- Tranquila, te vi sólo por casualidad. Pero era guapo - agregó ella con una sonrisa

- Es sólo el padrino de Thalion y Neithan, esos gemelos que vienen siempre a verme - dije yo, rezando para que me hubiese visto en el momento que estábamos con los niños

- ¿En serio? Pues yo no vi a los niños.... - la sonrisa de Edhel se ensanchó

- ¡Déjame tranquila! Te digo que sólo somos amigos - dije yo dejando el tema por concluido

- Si el tiempo continua así, mañana no habrá mercado - comentó mi madre cambiando bruscamente de tema

- Un día de fiesta no va a hacer daño a nadie - comenté yo. Le había cogido especial aprecio a los días de fiesta desde esa tarde - Y ahora me voy a dormir

Cuando ya iba a cerrar la puerta de mi habitación, aún llegué a escuchar la voz de mi madre

- Y dime ¿parecían enamorados?

Pronto ya no podría tener vida privada mientras estuviera viviendo entre esas cuatro paredes... Cerré la puerta al tiempo que un trueno ensordecedor resonó en toda la ciudad...

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Bueno, hasta aquí este capítulo. Sé que es más corto de lo habitual, pero la trama central del capítulo ha sido la cena, y lo otro fueron inspiraciones repentinas que me vinieron en dos días de lluvia consecutivos que hemos tenido por aquí estos días. El próximo prometo hacerlo más largo!!!!!

Dejen reviews por favor!!!!!!!!!

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