Capítulo 10
-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-* Glorfindel -*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*- *-*-*-*-*-*-
Ese día amaneció nublado. Al salir de casa miré desconfiadamente el cielo esperando que no lloviera. Me encaminé hacía la casa de Elrond, esperando no ir demasiado pronto, pero por el camino me encontré con Nandor, que caminaba con las manos en los bolsillos con cara de aburrido.
- Buenos días Nandor - le saludé - ¿Qué te pasa?
- Nada, que estoy aburrido. Legolas se marchó hace dos días hacia el Bosque Negro, Gimli se ha ido con Frodo y Gandalf y los niños están comprando con Laurelyn - dijo él en tono abatido
- Pero hombre, ya volverán pronto ¿no? - dije en un intento de animarle - Pero si quieres cuando acabe de hablar con Elrond de un asunto importante paso por tu casa y vamos a dar una vuelta
- Si, si! Si que quiero - dijo él esbozando una amplia sonrisa - Ahora no te entretengo más si tienes que ir a hablar con Elrond. ¡Nos vemos luego!
Le observé mientras le veía mezclándose con la multitud con ese paso despreocupado que tenía, y luego continué mi camino. No tardé mucho en llegar, pues tampoco estaba demasiado lejos.
Me abrió la puerta Elrond en persona
- Pasa Glorfindel, pasa. Me dejaste ayer con la duda para saber que era eso que tenías que consultarme
Nos acomodamos en el amplio salón de la casa de Elrond. Alguien ya había dispuesto dos platos con el desayuno
- Bueno, tu dirás. ¿De que se trata?
Después de suspirar y pensar en las mejores palabras como debía contárselo a Elrond decidí que era mejor no andar con rodeos y pasarle a explicar directamente el sueño y lo que había averiguado acerca de él. Cuando terminé, mi amigo me miró detenidamente
- ¿Y porque se te ha ocurrido consultarme a mi? - dijo al fin
- Pues no sé... A parte de que eres mi amigo, supongo que es el echo tu domines más que yo eso del trato con Elfas... Estás casado, tienes tres hijos... No sé... Y estaba seguro que te tomarías mi problema seriamente - contesté yo
- ¿Qué problema ves tu en esto? - interrogó Elrond levantando inquisitivamente una ceja
- Pues que no entiendo el significado del sueño... - había pensado mucho acerca de eso desde que descubrí que soñaba con Ungalad. Hasta la noche pasada, en que había tenido el mismo sueño, había estado más seguro que nunca de que se trataba de ella. Pero la cuestión era... ¿por qué rayos soñaba con Ungalad? Si que era verdad que desde que estábamos en Tirion pasaba más tiempo con ella. De echo mientras estábamos en Imladris a duras penas si habíamos cruzado algunas palabras. No coincidíamos demasiado a menudo.
- Bueno, tiene el aspecto de ser uno de esos sueños que revelan el futuro. Y lo que está claro es que tu futuro de alguna manera está relacionado con la dama Ungalad. - Elrond instaló una sonrisa en sus labios. Al parecer la situación le parecía de lo más divertida. - Y así de golpe sólo se me ocurre una manera con la que tu futuro pueda estar ligado al suyo....
En cuanto me di cuenta de lo que querían decir sus palabras puse unos ojos como platos... ¡Era del todo imposible! Pero... La verdad es que siempre había respetado la opinión de Elrond, era mucho más sabio que yo, y normalmente solía acertar las predicciones que hacía... ¿Pero debía creerlo esta vez?
- ¿Te refieres a que....? - no tuve valor de acabar la frase. Estas cosas siempre me habían dado miedo, siempre las había evitado de cierto modo. Nunca había tenido mucho trato con las Elfas precisamente por eso...
- Sólo tienes una manera de averiguarlo. Ve a verla y pon atención en tus reacciones, en tus sentimientos - dijo él
Claro, decirlo era muy fácil... Eso no lo había echo yo jamás en mi vida.
Elrond debió notar en mi expresión algo raro porqué al instante se echó a reír y me miró
- Tranquilo Glorfindel, es más fácil de lo que parece
- Eso espero... - murmuré
* * *
Suspiré otra vez y volví a mirar. Desde ahí podía ver a Ungalad paseando tranquilamente con su amiga hobbit... Claro, ahora no me podría acercar a decirle nada, si no estaba sola... ¡Pero que tonterías decía! Me había acercado a saludarla montones de veces cuando no estaba sola. Maldije a Elrond y sus palabras, pues me habían vuelto inseguro y idiota... Aunque según mi hermana yo era idiota siempre.... "Debo dejar de pensar estupideces" pensé para mi. Tras un nuevo suspiro salí de detrás del árbol.
- ¡Hola Ungalad! - la saludé con una sonrisa
- Buenos días Glorfindel - me saludó ella con otra sonrisa - ¿Dónde vas tan temprano?
- Vengo de casa de Elrond, me invitó a desayunar - expliqué yo, pero seguro de que el nerviosismo se notaba en mi voz. ¿Qué rayos me pasaba? Sólo unas palabras de Elrond habían cambiado mi actitud con ella! Eso me pasaba por ir pidiendo consejos... ¿Qué hubiera pasado si realmente no hubiera descubierto el significado del sueño? Nada, absolutamente nada. Sólo un pensamiento recorrió mi mente : "Tengo que salir de aquí"
- Ya veo, nosotras vemos a comprar un poco de desayuno - me explicó ella alegre
- Bueno, me voy ¿eh? Tengo muchísimas cosas que hacer. ¡Adiós! - y me marché corriendo prácticamente, sintiéndome el Elfo más estúpido de todo Valinor.
-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-* Ungalad -*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*- *-*-*-*-*-
Seguí un momento a Glorfindel con la mirada, preguntándome que mosca le había picado esa vez. Y luego decidí seguirle. Le alcancé a la altura de la Mindon Eldaliéva
- ¡Un momento! - le dije llegando a donde estaba él casi sin aliento
- ¿Qué ocurre? - preguntó él volteándose un momento
- Te quería preguntar si tu hermana está en casa, iba a hacerle luego una visita - me inventé lo primero que se me pasó por la cabeza
Él se quedó callado un rato, y eso me extrañó, pues la respuesta no era algo que se tuviera que pensar mucho.
- ¿Glorfindel?
Él pareció despertar como de un sueño : - No sé si está en casa, creo que aún no... ¿Quieres ir a dar una vuelta o tu amiga te espera?
- ¿Ruby? No, ella tenía no sé que por hacer. ¿Quieres que vayamos hasta la playa? - dije yo al instante que sentía que una ola de felicidad me llenaba
- Está bien - dijo él sonriendo, aunque a mi me pareció algo distinto. Algo le pasaba, estaba claro, no era el de siempre.
* * *
Observé a Glorfindel por enésima vez desde que nos habíamos sentado sobre esa roca a orillas de las aguas. No decía absolutamente nada. Parecía muy ensimismado pensando en sus propias cosas con la vista fija en el horizonte. Pensé que quizás tendría algún problema.
- Glorfindel... ¿Hay algo que te preocupa? - al final me decidí a hablar
Él me miró como si se diera cuanta por primera vez que estaba a su lado : - No... Sólo le estaba dando vueltas a unas palabras que dijo Elrond, nada más
- No tienes porqué preocuparte, el señor Elrond siempre ha dicho cosas que pocas veces se pueden entender, no vale la pena romperse la cabeza intentando comprender sus palabras - dije yo con una sonrisa para intentar animarlo
- Pero en este caso me interesa comprenderlas
- En este caso quizá lo mejor sería que fueras a preguntarle a él mismo su significado
- Creo que ya voy entendiendo su significado... Y tengo que decirte algo
Jamás en mi vida había visto a Glorfindel tan serio, o sea que me imaginé que era algo serio
- ¿De que se trata? - le interrogué
- Pues verás... Yo... te.... te... te queda muy bien este vestido!
- Gra... gracias... - pero supe que realmente no era eso lo que quería decirme, pero como después de eso cambió enseguida de tema, no le di más importancia al asunto. Aunque seguí pensando que realmente Glorfindel estaba muy raro.
-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-* Legolas -*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*- *-*-*-*-*-
Al desembarcar del barco y poner los pies en Arda no pude evitar sentirme nervioso... Aún dos días después, mientras cabalgaba con Melian a mi lado y cuando ya veía los límites del Bosque Negro, no podía dejar de estarlo. Por supuesto que me gustaba la idea de volver a mi hogar, al bosque que me había visto crecer, pero por otra parte temía la reacción de los demás, como me juzgarían acerca de haber abandonado a mi padre con el reinado y haberme ido a Tirion dejando todas mis responsabilidades como príncipe.
- Te noto preocupado... ¿A caso no tienes ganas de volver a tu hogar? - la voz dulce de Melian me sacó de mis pensamientos
- Es el echo de volver a casa después de tanto tiempo - dije yo sonriendo
- Ya... ¿Sabes? - dijo ella cambiando de tema - Al final eso de viajar a través del mar no era para tanto
- Ya te lo dije - sonreí
- Ahora lo que me da miedo es parecer poco elegante... No sé... Es que yo nunca he estado en compañía de la realeza - dijo Melian que, o bien por los nervios de llegar o bien porque se estaba empezando a aburrir de la larga cabalgata no dejaba de hablar.
- No te preocupes por eso, seguro que lo harás bien. Mi padre es muy amable con todos y no hace sentir incómoda a la gente, o al menos eso es lo que dicen - expliqué yo
- Pues mejor, porqué yo a veces puedo ser muy tímida - dijo ella, y luego calló y admiró los lindes del bosque. - Que frondoso...
- Da esa impresión supongo. Aunque hubo tiempo en que estuvo aún más frondoso y oscuro
Y luego sin más pausa procedimos a adentrarnos en el bosque.
* * *
- Es cierto, una vez estás en él no impone tanto. No había visto jamás un bosque como este... Es bastante viejo ¿verdad? - preguntó ella
- En realidad si que lo es, pero dices eso porqué nunca has visitado el Bosque de Fangorn, yo lo visité profundamente con Gimli, me acompañó - expliqué yo recordando ese viejo viaje en compañía de mi amigo
- ¿Sabes? Es muy curiosa tu amistad con Gimli. Nunca había sabido de un Elfo que se llevara bien con un Enano - dijo ella muy convencida
- Eso son todo prejuicios, nunca te creas algo hasta que no lo hayas comprobado por ti misma. Eso he aprendido conociendo a Gimli
- No lo haré - contestó ella con una sonrisa
La miré unos momentos. En realidad era una suerte que hubiera accedido a acompañarme, su conversación era agradable y su compañía aún más. El viaje que hice para llegar a Tirion se me hizo larguísimo, en cambio, para volver al Bosque Negro pareció que hubiéramos llegado antes de hora y todo. Bajé del caballo de un salto y ella me miró
- Tengo ganas de estirar las piernas un rato, además, aquí dentro los caballos ya no hacen falta - le expliqué
- Tienes razón, ya va siendo hora que andemos un rato - ella hizo lo mismo que yo y también desmontó - ¿sabes? Me alegro de que me hayas invitado, esto es fantas...
Giré extrañado a ver por que motivo Melian no había terminado la frase, y entonces lo vi... Nuestro pequeño problema de siempre con las arañas aún no estaba solucionado.
-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-* Melian -*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*- *-*-*-*-*-
La asquerosa araña gigante se acercaba. ¿En que bosque se suponía que me había metido Legolas? En el nido de unas arañas!. Al tiempo que retrocedía hacia atrás tropecé con un árbol y caí al suelo. Desde allí la araña daba más miedo aún.
Entonces una flecha la atravesó, y luego otra, y después dos más. Al final la araña se desplomó al suelo, y cuando lo hizo pude ver a Legolas con el arco que había traído durante todo el viaje en la mano y con otra flecha preparada por si acaso.
Con un suspiro me levanté del suelo y caminé tambaleándome hacia donde estaba él.
- Lo siento, antes conocía todos los lugares del bosque donde había nidos de arañas, pero al parecer o se me han olvidado, o estas malditas criaturas han tomado nuevos espacios. No sé como mi padre no ha conseguido controlarlas aún - dijo Legolas mientras guardaba de nuevo el arco
- No pasa nada, sólo ha sido un susto - dije yo al tiempo que notaba que mi corazón volvía a latir con normalidad
- Toma - Legolas me alargó una pequeña daga - Si se vuelve a cruzar alguna y se te acerca demasiado te servirá. No querría que te pasara nada
- Claro, te quedarías sin pareja para la boda - dije yo mientras sostenía entre mis manos la pequeña daga que tenía una hoja tallada sin ningún adorno pero era resplandeciente y fría como la luna cuando se refleja en las aguas de la noche.
- No sólo por eso - dijo él con expresión seria
Yo le miré unos momentos, pero luego desvié la vista un poco avergonzada. Continuamos caminando.
- Ahora este problema es pequeño, hubo una época, cuando Sauron estaba instalado en la parte sur del bosque que había arañas por doquier. Muchas se marcharon con el mal de Sauron, pero algunas siguen resistiéndose, viven en las sombras esperando el momento oportuno para atacar - iba explicando Legolas
- ¿Pero entonces de pequeños no podías salir a jugar por temor a las arañas? - pregunté con curiosidad, tenía ganas de saber cosas acerca de su vida
- Verás, Amon Thranduil, donde vivimos, es un palacio subterráneo, y fuera de él había una pequeña zona que los arqueros tenían totalmente controlada. - me explicó.
- ¡Quietos! - una voz que salió de entre las hojas de un árbol nos hizo parar en seco. Un segundo después vi a un Elfo con un arco que me apuntaba.
- Vamos Aranwë, ¿crees que venimos a hacer algún daño al bosque? - dijo Legolas con una sonrisa
El Elfo del arco miró unos momentos a Legolas, para luego apartarlo y hacer una ligera reverencia
- Príncipe Legolas, no le había reconocido, le pido disculpas - dijo bajando la cabeza
- Está bien, no pasa nada - dijo Legolas con seriedad - He venido sólo por unos días para la boda de mi primo
- Por supuesto, su padre le está esperando.
- Por cierto, hemos tenido un pequeño incidente con las arañas. Quiero que solucionéis pronto el problema, la dama se ha llevado un buen susto - dijo haciendo una seña hacia mi
Yo me había quedado totalmente embobada. Legolas aquí tenía un aspecto mucho más noble, exactamente como un príncipe lo tenía que tener. Incluso llegó a pasarme por la cabeza lo de tratarlo otra vez de usted. Lo de "príncipe Legolas" me había sonado muy raro, pero aún así sonreí al pensar que yo era la acompañante de su príncipe. Me hizo mucha gracia comprobar que el arquero me miraba con una especie de admiración, como si yo en realidad fuera algo especial.
- Lo siento... Siempre escapan a nuestra merced... Ya lo sabe - dijo el arquero a modo de disculpa
- Lo sé, y ahora si no es mucho pedir te agradecería que nos acompañaras hasta palacio - dijo Legolas
- Como guste señor - el Elfo hizo una reverencia exagerada, cogió las riendas de ambos caballos y echó a andar entre los árboles
- Que tono más autoritario... - le susurré con una media sonrisa - Me has sorprendido y todo
- Tenía ganas de hacerlo... Aunque no me interpretes mal, no me gusta en absoluto que me traten diferente por ser príncipe ni nada de esto. Sólo me ha hecho gracia.. Hacía tiempo que nadie me decía lo de príncipe Legolas - explicó él con una sonrisa despreocupada
No tardamos demasiado en llegar allí donde nos dirigíamos. El Elfo de cabellos oscuros que nos había guiado desapareció a buscar al rey, y yo me quedé con Legolas en un amplio salón.
El palacio era increíble. Era enorme, con las paredes decoradas con grandes motivos de hojas, con gravados en dorado y plata. No me cansaba de mirar hacia todas partes: el techo, las paredes, el suelo... Todo era lo más bello que había visto jamás.
- Es precioso... - le susurré a Legolas tirándole suavemente de la manga
Él la miró sonriente. Estaba orgulloso del palacio en que había pasado toda su niñez, y ahora le alegraba de que Melian apreciara toda su belleza : - Me alegro de que te guste
Aranwë volvió, había ido a aviar al rey de nuestra llegada : - Temo informarle señor que su padre está reunido en este momento; dice que en seguida concluirá la reunión.
- Está bien... Voy a mi habitación a dejar mis cosas y a cambiarme de ropa. Acompaña a la dama a la mejor habitación del palacio - dijo Legolas con ese tono autoritario que tanto me estaba gustando
El Elfo me condujo por infinitos pasillos, y yo no pude evitar pensar como me las arreglaría después para volver con Legolas... Estaba segura de perderme. Pero dejé mis absurdos pensamientos a un lado cuando vi la habitación a la que me había conducido...
- Por Eru... - la exclamación se escapó de mis labios involuntariamente
Era una estancia muy lujosa; tenía unos amplios ventanales cubiertos por cortinas rojas de terciopelo, recogidas elegantemente en los lados. Una gran cama con dosel ocupaba el centro de la habitación, con una enorme alfombra debajo de ella. Miré a mi alrededor completamente embobada
- Espero que sea de su agrado - dijo el Elfo haciendo una reverencia
- Es perfecta, muchísimas gracias - dije con toda la amabilidad del mundo.
Con una reverencia que a mi me pareció excesiva, Aranwë se retiró.
* * *
Salí de mi habitación ya con otro vestido nuevo, más apropiado en mi opinión para la elegancia de la que estaba rodeada. De echo se lo había cogido prestado a mi hermana, pero ella nunca los utilizaba. Aún así, esperé que no se viera demasiado usado.
Empecé a caminar por los pasillos y corredores, intentando recordar el camino, cada pasillo era exactamente igual que el anterior.
- Por todos los Valar... Parece imposible que no sepa orientarme... - susurré para mi misma
- ¿Se ha perdido joven dama?
Giré asustada por la voz, y me quedé un momento contemplando a quien me había hablado. Era el Elfo de porta más noble que jamás había visto.
- La... la verdad es que si... Acabo de llegar aquí, y no tengo demasiado sentido de la orientación - dije nerviosamente
- Tu debes de ser Melian, ahora ya no me cabe ninguna duda...
- ¿Me... me conoce? - miré sorprendida al Elfo
- Me temo que mi hijo Legolas aún no nos ha presentado. Soy su padre - dijo él con una sonrisa amable
¡Oh cielos! ¡El rey! Me incliné rápidamente.
- Es un honor conocerle majestad
- Venga, venga, esto ya sobraba. Nunca me han gustado estas muestras excesivas de respeto - dijo él - Y ahora vamos, Legolas nos espera en el salón.
Seguí al rey con la cabeza baja... ¡Nunca en toda mi vida había pasado tanta vergüenza! No estaba acostumbrada a tratar con nobleza... De cierto modo me había echo a la idea que tendría que conocer al rey cuando Legolas me lo presentara... ¡pero no así! ¡de ese modo que ni preparada estaba! Seguramente había quedado mal... Habría causado una mala impresión al padre de Legolas...
Llegamos a otro salón donde Legolas estaba de pie junto a una ventana mirando al exterior. Volteó y al verme llegar junto a su padre sonrió
- ¿Ya os habéis conocido? Mejor.
Los tres nos acomodamos en una mesa para comer.
- Tu primo llega mañana a primera hora, has llegado a tiempo como siempre - dijo el rey muy sonriente
- Cuando digo que haré una cosa la hago - respondió Legolas
- Bueno, cuéntame cosas sobre Tirion, tengo entendido que ya naciste allí ¿verdad? - di un respingo en mi silla cuando Thranduil se dirigió a mi
- Sí... si que nací allí... Pues es una ciudad muy bonita... sobretodo por el echo de que tiene unas playas maravillosas, que de noche tienen una belleza inigualable... Y tiene la Mindon Eldaliéva, la torre blanca, que tiene una maravillosa vista sobre el mar...
- Parece un lugar agradable... - el rey no pudo seguir hablando, un Elfo se le acercó, al parecer traía un mensaje importante, pues el padre de Legolas tuvo que ausentarse.
- Nunca en mi vida había estado tan nerviosa... - dije sintiéndome al momento mucho más relajada sólo en compañía de Legolas
- No tienes porqué, le gustas a mi padre, se nota porqué se interesa por tus cosas, si no, ya no preguntaría .- dijo él en tono tranquilizador
- ¿En serio? A mi me da la impresión que no le he causado buena impresión... - dije bajando la vista
- Tonterías, tu le causarías buena impresión a cualquiera
Me lo quedé mirando unos instantes, y luego tuve que apartar la vista, pues notaba que el rubor me estaba subiendo a las mejillas.
Al final nos retiramos a dormir, pero el rey ya no volvió. Legolas me dijo que era muy normal, que eso pasaba muy a menudo. Me acompañó hasta mi habitación y luego de desearme buenas noches entré en mi habitación.
Me dejé caer sobre la cama con un suspiro cansado... Y sin darme cuenta me quedé dormida...
* * *
Bueno, se que me he tardado mucho con esto, pero es que me había quedado totalmente bloqueada con este fic. O eso o es que Legolas (mi inspiración) se negaba a escribir sobre él mismo... Nos salió tímido... Ahora ya lo he espabilado...
Espero que les haya gustado! Dejen reviews por favooooooor
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-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-* Glorfindel -*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*- *-*-*-*-*-*-
Ese día amaneció nublado. Al salir de casa miré desconfiadamente el cielo esperando que no lloviera. Me encaminé hacía la casa de Elrond, esperando no ir demasiado pronto, pero por el camino me encontré con Nandor, que caminaba con las manos en los bolsillos con cara de aburrido.
- Buenos días Nandor - le saludé - ¿Qué te pasa?
- Nada, que estoy aburrido. Legolas se marchó hace dos días hacia el Bosque Negro, Gimli se ha ido con Frodo y Gandalf y los niños están comprando con Laurelyn - dijo él en tono abatido
- Pero hombre, ya volverán pronto ¿no? - dije en un intento de animarle - Pero si quieres cuando acabe de hablar con Elrond de un asunto importante paso por tu casa y vamos a dar una vuelta
- Si, si! Si que quiero - dijo él esbozando una amplia sonrisa - Ahora no te entretengo más si tienes que ir a hablar con Elrond. ¡Nos vemos luego!
Le observé mientras le veía mezclándose con la multitud con ese paso despreocupado que tenía, y luego continué mi camino. No tardé mucho en llegar, pues tampoco estaba demasiado lejos.
Me abrió la puerta Elrond en persona
- Pasa Glorfindel, pasa. Me dejaste ayer con la duda para saber que era eso que tenías que consultarme
Nos acomodamos en el amplio salón de la casa de Elrond. Alguien ya había dispuesto dos platos con el desayuno
- Bueno, tu dirás. ¿De que se trata?
Después de suspirar y pensar en las mejores palabras como debía contárselo a Elrond decidí que era mejor no andar con rodeos y pasarle a explicar directamente el sueño y lo que había averiguado acerca de él. Cuando terminé, mi amigo me miró detenidamente
- ¿Y porque se te ha ocurrido consultarme a mi? - dijo al fin
- Pues no sé... A parte de que eres mi amigo, supongo que es el echo tu domines más que yo eso del trato con Elfas... Estás casado, tienes tres hijos... No sé... Y estaba seguro que te tomarías mi problema seriamente - contesté yo
- ¿Qué problema ves tu en esto? - interrogó Elrond levantando inquisitivamente una ceja
- Pues que no entiendo el significado del sueño... - había pensado mucho acerca de eso desde que descubrí que soñaba con Ungalad. Hasta la noche pasada, en que había tenido el mismo sueño, había estado más seguro que nunca de que se trataba de ella. Pero la cuestión era... ¿por qué rayos soñaba con Ungalad? Si que era verdad que desde que estábamos en Tirion pasaba más tiempo con ella. De echo mientras estábamos en Imladris a duras penas si habíamos cruzado algunas palabras. No coincidíamos demasiado a menudo.
- Bueno, tiene el aspecto de ser uno de esos sueños que revelan el futuro. Y lo que está claro es que tu futuro de alguna manera está relacionado con la dama Ungalad. - Elrond instaló una sonrisa en sus labios. Al parecer la situación le parecía de lo más divertida. - Y así de golpe sólo se me ocurre una manera con la que tu futuro pueda estar ligado al suyo....
En cuanto me di cuenta de lo que querían decir sus palabras puse unos ojos como platos... ¡Era del todo imposible! Pero... La verdad es que siempre había respetado la opinión de Elrond, era mucho más sabio que yo, y normalmente solía acertar las predicciones que hacía... ¿Pero debía creerlo esta vez?
- ¿Te refieres a que....? - no tuve valor de acabar la frase. Estas cosas siempre me habían dado miedo, siempre las había evitado de cierto modo. Nunca había tenido mucho trato con las Elfas precisamente por eso...
- Sólo tienes una manera de averiguarlo. Ve a verla y pon atención en tus reacciones, en tus sentimientos - dijo él
Claro, decirlo era muy fácil... Eso no lo había echo yo jamás en mi vida.
Elrond debió notar en mi expresión algo raro porqué al instante se echó a reír y me miró
- Tranquilo Glorfindel, es más fácil de lo que parece
- Eso espero... - murmuré
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Suspiré otra vez y volví a mirar. Desde ahí podía ver a Ungalad paseando tranquilamente con su amiga hobbit... Claro, ahora no me podría acercar a decirle nada, si no estaba sola... ¡Pero que tonterías decía! Me había acercado a saludarla montones de veces cuando no estaba sola. Maldije a Elrond y sus palabras, pues me habían vuelto inseguro y idiota... Aunque según mi hermana yo era idiota siempre.... "Debo dejar de pensar estupideces" pensé para mi. Tras un nuevo suspiro salí de detrás del árbol.
- ¡Hola Ungalad! - la saludé con una sonrisa
- Buenos días Glorfindel - me saludó ella con otra sonrisa - ¿Dónde vas tan temprano?
- Vengo de casa de Elrond, me invitó a desayunar - expliqué yo, pero seguro de que el nerviosismo se notaba en mi voz. ¿Qué rayos me pasaba? Sólo unas palabras de Elrond habían cambiado mi actitud con ella! Eso me pasaba por ir pidiendo consejos... ¿Qué hubiera pasado si realmente no hubiera descubierto el significado del sueño? Nada, absolutamente nada. Sólo un pensamiento recorrió mi mente : "Tengo que salir de aquí"
- Ya veo, nosotras vemos a comprar un poco de desayuno - me explicó ella alegre
- Bueno, me voy ¿eh? Tengo muchísimas cosas que hacer. ¡Adiós! - y me marché corriendo prácticamente, sintiéndome el Elfo más estúpido de todo Valinor.
-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-* Ungalad -*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*- *-*-*-*-*-
Seguí un momento a Glorfindel con la mirada, preguntándome que mosca le había picado esa vez. Y luego decidí seguirle. Le alcancé a la altura de la Mindon Eldaliéva
- ¡Un momento! - le dije llegando a donde estaba él casi sin aliento
- ¿Qué ocurre? - preguntó él volteándose un momento
- Te quería preguntar si tu hermana está en casa, iba a hacerle luego una visita - me inventé lo primero que se me pasó por la cabeza
Él se quedó callado un rato, y eso me extrañó, pues la respuesta no era algo que se tuviera que pensar mucho.
- ¿Glorfindel?
Él pareció despertar como de un sueño : - No sé si está en casa, creo que aún no... ¿Quieres ir a dar una vuelta o tu amiga te espera?
- ¿Ruby? No, ella tenía no sé que por hacer. ¿Quieres que vayamos hasta la playa? - dije yo al instante que sentía que una ola de felicidad me llenaba
- Está bien - dijo él sonriendo, aunque a mi me pareció algo distinto. Algo le pasaba, estaba claro, no era el de siempre.
* * *
Observé a Glorfindel por enésima vez desde que nos habíamos sentado sobre esa roca a orillas de las aguas. No decía absolutamente nada. Parecía muy ensimismado pensando en sus propias cosas con la vista fija en el horizonte. Pensé que quizás tendría algún problema.
- Glorfindel... ¿Hay algo que te preocupa? - al final me decidí a hablar
Él me miró como si se diera cuanta por primera vez que estaba a su lado : - No... Sólo le estaba dando vueltas a unas palabras que dijo Elrond, nada más
- No tienes porqué preocuparte, el señor Elrond siempre ha dicho cosas que pocas veces se pueden entender, no vale la pena romperse la cabeza intentando comprender sus palabras - dije yo con una sonrisa para intentar animarlo
- Pero en este caso me interesa comprenderlas
- En este caso quizá lo mejor sería que fueras a preguntarle a él mismo su significado
- Creo que ya voy entendiendo su significado... Y tengo que decirte algo
Jamás en mi vida había visto a Glorfindel tan serio, o sea que me imaginé que era algo serio
- ¿De que se trata? - le interrogué
- Pues verás... Yo... te.... te... te queda muy bien este vestido!
- Gra... gracias... - pero supe que realmente no era eso lo que quería decirme, pero como después de eso cambió enseguida de tema, no le di más importancia al asunto. Aunque seguí pensando que realmente Glorfindel estaba muy raro.
-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-* Legolas -*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*- *-*-*-*-*-
Al desembarcar del barco y poner los pies en Arda no pude evitar sentirme nervioso... Aún dos días después, mientras cabalgaba con Melian a mi lado y cuando ya veía los límites del Bosque Negro, no podía dejar de estarlo. Por supuesto que me gustaba la idea de volver a mi hogar, al bosque que me había visto crecer, pero por otra parte temía la reacción de los demás, como me juzgarían acerca de haber abandonado a mi padre con el reinado y haberme ido a Tirion dejando todas mis responsabilidades como príncipe.
- Te noto preocupado... ¿A caso no tienes ganas de volver a tu hogar? - la voz dulce de Melian me sacó de mis pensamientos
- Es el echo de volver a casa después de tanto tiempo - dije yo sonriendo
- Ya... ¿Sabes? - dijo ella cambiando de tema - Al final eso de viajar a través del mar no era para tanto
- Ya te lo dije - sonreí
- Ahora lo que me da miedo es parecer poco elegante... No sé... Es que yo nunca he estado en compañía de la realeza - dijo Melian que, o bien por los nervios de llegar o bien porque se estaba empezando a aburrir de la larga cabalgata no dejaba de hablar.
- No te preocupes por eso, seguro que lo harás bien. Mi padre es muy amable con todos y no hace sentir incómoda a la gente, o al menos eso es lo que dicen - expliqué yo
- Pues mejor, porqué yo a veces puedo ser muy tímida - dijo ella, y luego calló y admiró los lindes del bosque. - Que frondoso...
- Da esa impresión supongo. Aunque hubo tiempo en que estuvo aún más frondoso y oscuro
Y luego sin más pausa procedimos a adentrarnos en el bosque.
* * *
- Es cierto, una vez estás en él no impone tanto. No había visto jamás un bosque como este... Es bastante viejo ¿verdad? - preguntó ella
- En realidad si que lo es, pero dices eso porqué nunca has visitado el Bosque de Fangorn, yo lo visité profundamente con Gimli, me acompañó - expliqué yo recordando ese viejo viaje en compañía de mi amigo
- ¿Sabes? Es muy curiosa tu amistad con Gimli. Nunca había sabido de un Elfo que se llevara bien con un Enano - dijo ella muy convencida
- Eso son todo prejuicios, nunca te creas algo hasta que no lo hayas comprobado por ti misma. Eso he aprendido conociendo a Gimli
- No lo haré - contestó ella con una sonrisa
La miré unos momentos. En realidad era una suerte que hubiera accedido a acompañarme, su conversación era agradable y su compañía aún más. El viaje que hice para llegar a Tirion se me hizo larguísimo, en cambio, para volver al Bosque Negro pareció que hubiéramos llegado antes de hora y todo. Bajé del caballo de un salto y ella me miró
- Tengo ganas de estirar las piernas un rato, además, aquí dentro los caballos ya no hacen falta - le expliqué
- Tienes razón, ya va siendo hora que andemos un rato - ella hizo lo mismo que yo y también desmontó - ¿sabes? Me alegro de que me hayas invitado, esto es fantas...
Giré extrañado a ver por que motivo Melian no había terminado la frase, y entonces lo vi... Nuestro pequeño problema de siempre con las arañas aún no estaba solucionado.
-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-* Melian -*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*- *-*-*-*-*-
La asquerosa araña gigante se acercaba. ¿En que bosque se suponía que me había metido Legolas? En el nido de unas arañas!. Al tiempo que retrocedía hacia atrás tropecé con un árbol y caí al suelo. Desde allí la araña daba más miedo aún.
Entonces una flecha la atravesó, y luego otra, y después dos más. Al final la araña se desplomó al suelo, y cuando lo hizo pude ver a Legolas con el arco que había traído durante todo el viaje en la mano y con otra flecha preparada por si acaso.
Con un suspiro me levanté del suelo y caminé tambaleándome hacia donde estaba él.
- Lo siento, antes conocía todos los lugares del bosque donde había nidos de arañas, pero al parecer o se me han olvidado, o estas malditas criaturas han tomado nuevos espacios. No sé como mi padre no ha conseguido controlarlas aún - dijo Legolas mientras guardaba de nuevo el arco
- No pasa nada, sólo ha sido un susto - dije yo al tiempo que notaba que mi corazón volvía a latir con normalidad
- Toma - Legolas me alargó una pequeña daga - Si se vuelve a cruzar alguna y se te acerca demasiado te servirá. No querría que te pasara nada
- Claro, te quedarías sin pareja para la boda - dije yo mientras sostenía entre mis manos la pequeña daga que tenía una hoja tallada sin ningún adorno pero era resplandeciente y fría como la luna cuando se refleja en las aguas de la noche.
- No sólo por eso - dijo él con expresión seria
Yo le miré unos momentos, pero luego desvié la vista un poco avergonzada. Continuamos caminando.
- Ahora este problema es pequeño, hubo una época, cuando Sauron estaba instalado en la parte sur del bosque que había arañas por doquier. Muchas se marcharon con el mal de Sauron, pero algunas siguen resistiéndose, viven en las sombras esperando el momento oportuno para atacar - iba explicando Legolas
- ¿Pero entonces de pequeños no podías salir a jugar por temor a las arañas? - pregunté con curiosidad, tenía ganas de saber cosas acerca de su vida
- Verás, Amon Thranduil, donde vivimos, es un palacio subterráneo, y fuera de él había una pequeña zona que los arqueros tenían totalmente controlada. - me explicó.
- ¡Quietos! - una voz que salió de entre las hojas de un árbol nos hizo parar en seco. Un segundo después vi a un Elfo con un arco que me apuntaba.
- Vamos Aranwë, ¿crees que venimos a hacer algún daño al bosque? - dijo Legolas con una sonrisa
El Elfo del arco miró unos momentos a Legolas, para luego apartarlo y hacer una ligera reverencia
- Príncipe Legolas, no le había reconocido, le pido disculpas - dijo bajando la cabeza
- Está bien, no pasa nada - dijo Legolas con seriedad - He venido sólo por unos días para la boda de mi primo
- Por supuesto, su padre le está esperando.
- Por cierto, hemos tenido un pequeño incidente con las arañas. Quiero que solucionéis pronto el problema, la dama se ha llevado un buen susto - dijo haciendo una seña hacia mi
Yo me había quedado totalmente embobada. Legolas aquí tenía un aspecto mucho más noble, exactamente como un príncipe lo tenía que tener. Incluso llegó a pasarme por la cabeza lo de tratarlo otra vez de usted. Lo de "príncipe Legolas" me había sonado muy raro, pero aún así sonreí al pensar que yo era la acompañante de su príncipe. Me hizo mucha gracia comprobar que el arquero me miraba con una especie de admiración, como si yo en realidad fuera algo especial.
- Lo siento... Siempre escapan a nuestra merced... Ya lo sabe - dijo el arquero a modo de disculpa
- Lo sé, y ahora si no es mucho pedir te agradecería que nos acompañaras hasta palacio - dijo Legolas
- Como guste señor - el Elfo hizo una reverencia exagerada, cogió las riendas de ambos caballos y echó a andar entre los árboles
- Que tono más autoritario... - le susurré con una media sonrisa - Me has sorprendido y todo
- Tenía ganas de hacerlo... Aunque no me interpretes mal, no me gusta en absoluto que me traten diferente por ser príncipe ni nada de esto. Sólo me ha hecho gracia.. Hacía tiempo que nadie me decía lo de príncipe Legolas - explicó él con una sonrisa despreocupada
No tardamos demasiado en llegar allí donde nos dirigíamos. El Elfo de cabellos oscuros que nos había guiado desapareció a buscar al rey, y yo me quedé con Legolas en un amplio salón.
El palacio era increíble. Era enorme, con las paredes decoradas con grandes motivos de hojas, con gravados en dorado y plata. No me cansaba de mirar hacia todas partes: el techo, las paredes, el suelo... Todo era lo más bello que había visto jamás.
- Es precioso... - le susurré a Legolas tirándole suavemente de la manga
Él la miró sonriente. Estaba orgulloso del palacio en que había pasado toda su niñez, y ahora le alegraba de que Melian apreciara toda su belleza : - Me alegro de que te guste
Aranwë volvió, había ido a aviar al rey de nuestra llegada : - Temo informarle señor que su padre está reunido en este momento; dice que en seguida concluirá la reunión.
- Está bien... Voy a mi habitación a dejar mis cosas y a cambiarme de ropa. Acompaña a la dama a la mejor habitación del palacio - dijo Legolas con ese tono autoritario que tanto me estaba gustando
El Elfo me condujo por infinitos pasillos, y yo no pude evitar pensar como me las arreglaría después para volver con Legolas... Estaba segura de perderme. Pero dejé mis absurdos pensamientos a un lado cuando vi la habitación a la que me había conducido...
- Por Eru... - la exclamación se escapó de mis labios involuntariamente
Era una estancia muy lujosa; tenía unos amplios ventanales cubiertos por cortinas rojas de terciopelo, recogidas elegantemente en los lados. Una gran cama con dosel ocupaba el centro de la habitación, con una enorme alfombra debajo de ella. Miré a mi alrededor completamente embobada
- Espero que sea de su agrado - dijo el Elfo haciendo una reverencia
- Es perfecta, muchísimas gracias - dije con toda la amabilidad del mundo.
Con una reverencia que a mi me pareció excesiva, Aranwë se retiró.
* * *
Salí de mi habitación ya con otro vestido nuevo, más apropiado en mi opinión para la elegancia de la que estaba rodeada. De echo se lo había cogido prestado a mi hermana, pero ella nunca los utilizaba. Aún así, esperé que no se viera demasiado usado.
Empecé a caminar por los pasillos y corredores, intentando recordar el camino, cada pasillo era exactamente igual que el anterior.
- Por todos los Valar... Parece imposible que no sepa orientarme... - susurré para mi misma
- ¿Se ha perdido joven dama?
Giré asustada por la voz, y me quedé un momento contemplando a quien me había hablado. Era el Elfo de porta más noble que jamás había visto.
- La... la verdad es que si... Acabo de llegar aquí, y no tengo demasiado sentido de la orientación - dije nerviosamente
- Tu debes de ser Melian, ahora ya no me cabe ninguna duda...
- ¿Me... me conoce? - miré sorprendida al Elfo
- Me temo que mi hijo Legolas aún no nos ha presentado. Soy su padre - dijo él con una sonrisa amable
¡Oh cielos! ¡El rey! Me incliné rápidamente.
- Es un honor conocerle majestad
- Venga, venga, esto ya sobraba. Nunca me han gustado estas muestras excesivas de respeto - dijo él - Y ahora vamos, Legolas nos espera en el salón.
Seguí al rey con la cabeza baja... ¡Nunca en toda mi vida había pasado tanta vergüenza! No estaba acostumbrada a tratar con nobleza... De cierto modo me había echo a la idea que tendría que conocer al rey cuando Legolas me lo presentara... ¡pero no así! ¡de ese modo que ni preparada estaba! Seguramente había quedado mal... Habría causado una mala impresión al padre de Legolas...
Llegamos a otro salón donde Legolas estaba de pie junto a una ventana mirando al exterior. Volteó y al verme llegar junto a su padre sonrió
- ¿Ya os habéis conocido? Mejor.
Los tres nos acomodamos en una mesa para comer.
- Tu primo llega mañana a primera hora, has llegado a tiempo como siempre - dijo el rey muy sonriente
- Cuando digo que haré una cosa la hago - respondió Legolas
- Bueno, cuéntame cosas sobre Tirion, tengo entendido que ya naciste allí ¿verdad? - di un respingo en mi silla cuando Thranduil se dirigió a mi
- Sí... si que nací allí... Pues es una ciudad muy bonita... sobretodo por el echo de que tiene unas playas maravillosas, que de noche tienen una belleza inigualable... Y tiene la Mindon Eldaliéva, la torre blanca, que tiene una maravillosa vista sobre el mar...
- Parece un lugar agradable... - el rey no pudo seguir hablando, un Elfo se le acercó, al parecer traía un mensaje importante, pues el padre de Legolas tuvo que ausentarse.
- Nunca en mi vida había estado tan nerviosa... - dije sintiéndome al momento mucho más relajada sólo en compañía de Legolas
- No tienes porqué, le gustas a mi padre, se nota porqué se interesa por tus cosas, si no, ya no preguntaría .- dijo él en tono tranquilizador
- ¿En serio? A mi me da la impresión que no le he causado buena impresión... - dije bajando la vista
- Tonterías, tu le causarías buena impresión a cualquiera
Me lo quedé mirando unos instantes, y luego tuve que apartar la vista, pues notaba que el rubor me estaba subiendo a las mejillas.
Al final nos retiramos a dormir, pero el rey ya no volvió. Legolas me dijo que era muy normal, que eso pasaba muy a menudo. Me acompañó hasta mi habitación y luego de desearme buenas noches entré en mi habitación.
Me dejé caer sobre la cama con un suspiro cansado... Y sin darme cuenta me quedé dormida...
* * *
Bueno, se que me he tardado mucho con esto, pero es que me había quedado totalmente bloqueada con este fic. O eso o es que Legolas (mi inspiración) se negaba a escribir sobre él mismo... Nos salió tímido... Ahora ya lo he espabilado...
Espero que les haya gustado! Dejen reviews por favooooooor
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