Ale aquí el quinto capítulo ;)
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Capítulo 5: la primera clase.A la mañana siguiente, mientras desayunaba Harry estaba perplejo. Le dolía la cabeza por alguna razón que no estaba muy clara. Se la estaba frotando cuando llegó Hermione y se sentó enfrente de él mientras cogía una tostada.
– Buenos días Hermione.
– Buen día, ¿qué te pasa? ¿Estás preocupado?
– Cómo para no estarlo. Tengo la sensación de que se me olvida algo importante. Pero no tengo ni idea de qué es.
– Ya, a veces pasa. Tienes tantas cosas en la cabeza que no puedes pensar en ellas con tranquilidad ¿no?
– Más o menos.
De repente se dio cuenta de que entendía lo que Dumbeldore le había dicho el año anterior, realmente él también necesitaría un pensadero como siguiese así.
Harry notó que alguien le tiraba de la túnica. Bajó la vista y vio a Hocicos con una mirada suplicante. Intentando que nadie se diese cuenta le bajó un par de salchichas.
– No deberías tirar la comida. –le dijo Hermione.– si no te gusta, no te la sirvas.
– ¿Qué? ¡Ah! Bueno, verás es que Hocicos está aquí.
– ¿Cómo? ¿Sir… –y se cortó, porque se dio cuenta de lo que estaba diciendo.
Rápidamente metió la cabeza bajo la mesa y soltó una admiración. Al ponerse sentada de nuevo imitó a Harry y esta vez con unos trozos de bacon, mientras Harry le explicaba porque estaba allí.
– ¿Qué hacéis con la comida, chicos?
Era la profesora Hutchinson. Todavía vestía unas ropas muggles, que entre todas las túnicas quedaban muy extrañas.
– Verá profesora, es, digamos… alimentando a los hambrientos.
– Vaya, vaya. Así que está contigo Harry. –dijo la profesora con una sonrisa– Hace una hora me estuvo rateando mis salchichas también.
Harry dirigió una mirada rápida a Hocicos, que se la devolvió con una expresión que lo decía "es que tengo hambre". Mary se agachó y acarició suavemente la cabeza del gran perro negro.
– En fin chicos. Aquí tenéis vuestros horarios.
– ¡Oh no! –exclamó Harry– este año tenemos astrología los viernes a las 12 de la noche.
– Y ¿qué ocurre? –le preguntó Mary.
– Los partidos. –dijo Hermione– Los partidos de quiddich suelen ser los sábados. Y Harry es buscador, justo cuando más despierto tiene que estar.
Después de compadecer a Harry, se fue a repartir el resto de los horarios. Varios chicos levantaban la cabeza cada vez que pasaba a su lado.
– Por cierto Hermione ¿estás más calmada?
– Mmm, bueno, un poco menos enfadada. –puso una cara sombría– Es que a veces… a veces… –se detuvo– A veces se comporta como un imbécil.
– Ya sabes como es, ¿no?
– Creía que lo sabía. Pensé que era un poco infantil, pero esto es excesivo.
– Lo único que se le puede hacer es…–Harry buscaba la palabra– perdonarle.
– Ya lo he hecho muchas veces. Pero ayer estuvo muy mal.
– Inténtalo.
– Está bien. Pero ésta es la última vez que le perdono, su última oportunidad de demostrar que no es un Malfoy edulcorado.
– ¿Y eso?
– Se lo dije ayer, creo que no lo entendió… pero veo que tú tampoco.
– Que parece buen chico pero en el fondo le gusta burlarse con la gente igual que Malfoy.
Harry levantó la cabeza y vio que Ron estaba entrando en el comedor. Todavía no les había visto. Así que Harry buscó rápidamente una excusa.
– Bueno, ahora… –miró el horario– tenemos Defensa Contra las Artes Oscuras dentro de media hora. Creo que me voy a la habitación a buscar mi mochila.
Cuando se cruzó con Ron le saludó con la mano. Y, como si no supiese nada de lo que había pasado el día anterior, le dijo:
– Hermione tiene tu horario.
Antes de que pudiese quejarse o preguntar por Hocicos (que todavía estaba cogiendo una última salchicha a Hermione) Harry se escabulló hacia las escaleras. Unos metros después apareció Hocicos corriendo y meneando la cola, todavía estaba tragando el último trozo. Harry se preguntó, como diablos había sobrevivido tanto en Azkaban comiendo tanto. Entre tanto pensamiento, se dio cuenta de que las escaleras se habían movido, y tenía que dar un rodeo.
De repente en uno de los pasillos, antes de cruzar una esquina, oyó voces que se acercaban.
– ¡Pero yo no puedo hacer eso! –era Draco Malfoy.
– Pues deberás de intentarlo. –¡y ese Lucius Malfoy!– respétala más.
– Es que… padre. No puedo soportarla, quiero decir ¡como es! Tan, … orgullosa.
– ¡Es tu prima! Yo adoraba a mi hermana mayor y ella… es igual, tiene las mismas…
– ¿Igual?
– Es cierto que tiene algunas cosas diferentes pero…
– ¿Ella lo sabe?
– ¡Por supuesto que no! Ya me aseguré yo en su día de que ningún mortífago le revelase su procedencia. Que yo sepa sólo algunos pocos saben quién es en realidad.
– ¿Entonces para que sirve que la trate bien?
– Para… ¡no importa! ¡Tu cumples lo que yo te mando!
Harry se dio cuentan de que estaban a punto de cruzar la esquina. Se metió en un aula que estaba abierta antes de que pasaran.¿De quién hablaban?
Quince minutos después estaba delante del aula de DCLAO. Ron y Hermione estaban allí, y por lo que parecía se habían reconciliado. En cuanto llegó les contó lo que había oído. Hocicos les miraba con un aire serio, con la cola quieta. Pero antes de que pudiesen empezar a discutir sobre el asunto apareció la profesora. Al entrar en la clase, Harry se fijó de que Malfoy no estaba de muy buen humor.
En cuanto se sentaron la profesora Hutchinson empezó a pasar lista con una sonrisa. Por lo que Harry le había visto hasta ahora, parecía una persona muy amable y agradable, parecida a Lupin, aunque con un ligero aire de despreocupación. Al llegar al final de la lista comentó:
– ¡Ah! Woods, nuestro nuevo alumno. –dijo mientras desviaba ligeramente la vista del pergamino– espero que nuestro temario sea parecido al de su antigua escuela.
– Más o menos. –respondió el muchacho– en general era de un nivel más bajo, excepto en esta asignatura. Nosotros dábamos bases de artes oscuras ya desde segundo.
– Mmm. Ya veo. –dijo pensativa– Supongo que deberías pedir ayuda a uno de tus compañeros con buenas notas. A fin de cuentas al final de este curso tiene los exámenes TIMO y no puede permitirse tiempo.
– Eso era lo que estaba pensando. –dijo escuetamente.
– Veamos… –ahora miraba otro pergamino, seguramente uno en el que aparecían los parciales de todos– Señorita Granger, ¿le importaría ayudar a su compañero?
– Eeeh, –dijo Hermione pensativa– supongo que no habrá problema.
Harry se dio cuenta de que a Ron aquello no le hacía mucha gracia. También que la mayoría de las chicas de la clase miraban con cierta envidia a Hermione. Y que muchos de los chicos hacían lo mismo con Edward.
– De acuerdo entonces. –se detuvo otro instante– ¡Ah! Señor Malfoy he de comunicarle también de que su padre vino hoy a hablar con todos los profesores, y nos dijo que si usted no sube de nivel este año, que no tuviésemos cuidado en suspenderlo.
Draco respondió con un gruñido extraño.
Aquello era una vil excusa, una mera razón para venir a la escuela y hablar con Draco, pensó Harry. Pero por otra parte, también sabía lo de las malas notas de Malfoy, aunque no sabía que llegasen hasta ese punto.
– Me temo que muchos profesores no tienen suficiente nivel como maestros y dan muy mal las clases. –le espetó Malfoy.
Todo el mundo esperaba que le restasen puntos a Slytherin por aquella respuesta. Pero ante el asombro general, ella se lebantó lentamente y le dijo con una sonrisa.
– ¿Ah sí? ¿Y a que profesores te refieres? –le preguntó con tranquilidad.
– Pues… –dijo Malfoy, no muy seguro del terreno que pisaba– hay algunos que los ponen por enchufe. Ya aunque este año no estén algunos que… no eran muy buenos, tampoco están los únicos que se salvaban. Pero los que hay este año, creo…
– ¿Qué cree?
– Que no se salva ninguno.
– Ya veo. –respondió la profesora Hutchinson.– bien, me temo que debo de castigarle por su comportamiento. Me escribirá una redacción con las razones que le llevan a pensar de ese modo, de… digamos, dos pergaminos. ¿Le parece bien?
– No mucho. –ahora que ya había dicho todo lo que pensaba, ya no tenía miedo a decir cualquier cosa.
– ¿Preferiría entonces que le restase 10 puntos a su casa?
– No.
– Entonces todo perfecto.
Sorprendía la forma de contestar de aquella profesora, entre sutil y convincente. A Harry le dio la impresión que era de ese tipo de personas increíblemente convincentes, y aunque no quieras acabas haciendo lo que ella quiera. Le dio un escalofrío que le recorrió la espalda, más valdría no enfadar a aquella profesora, las amables soportan fácilmente que se metan con ellas, pero cuando explotan son de las peores.
– Voy a hablaros ahora de cómo vamos a llevar el curso. –comenzó a hablar– Daremos unas clases bastante prácticas. Empezaremos la primera evaluación dando encantamiento de objetos por medios oscuros, como detectarlos y como detenerlos. Continuaremos con sencillos maleficios oscuros, no penados por la ley, y la defensa en la mayoría de ellos. Y terminaremos en la tercera con pociones de magia negra, tanto europea como americana, creo que la oriental se dará el año que viene, que es más complicada. Para la tercera evaluación, nos trasladaremos al aula de Pociones.
Todo el mundo escuchaba, excepto Hermione y Edward, que apuntaban hasta la última palabra. Sus plumas se movía con increíble celeridad a las palabras de la profesora, y metían la punta en el tintero tan rápido que hubo un momento en el que Hermione salpicó la mesa. En cuanto a los estudios, los dos se parecían, sobre todo en la forma se poner sus cabezas al escribir.
– Bien ahora , cojan una de las plumas de ave sin trabajar que se les pedían en la lista este año.
Como Harry no había comprado su material, tampoco había mirado la lista que venía con la carta, tardó un rato en saber a lo que se refería. En un pequeño estuche forrado con un papel de la droguería del Diagon Alley, había siete plumas de ganso sin la punta afilada, un cortaplumas, un vasito, y diversos botecitos con diferentes líquidos y uno con arena. Las plumas de Malfoy parecían de las mejores, suaves y livianas. En cambio las de Ron eran de gaviota.
– Vamos a crear diferentes tipos de plumas mágicas, la vuelapluma: que escribe sola los que se le dicte, la vuelapluma personalizada: que escribe lo que se le dicte añadiendo diversos apuntes en relación con la personalidad del dueño…
A Harry le sonaba mucho aquella pluma, era la que la horrible periodista, Rita Skeeter, usaba el año anterior para difamar a sus víctimas. De repente se acordó de ella y se preguntó si realmente Hermione la había soltado al llegar a Londres. Si o había hecho, realmente había cumplido su palabra de no escribir, porque había llegado a olvidarse de ella.
– …una pluma que escribe tus pensamientos, otra que sólo escribe la verdad, y otra que evita que los alumnos copien en los exámenes. Teníais que comprar siete porque vamos a empezar practicando la construcción de una pluma sencilla, y otra para si tenéis que repetir el trabajo.
Hubo un instante de silencio. Los alumnos se dieron cuenta de que este primer trabajo iba a ser básicamente manual, y no era algo que se pudiese estudiar. Hermione era una persona muy minuciosa, pero su pulso dejaba bien claro su nerviosismo. Muchos llegaron a preguntarse cómo cortaba bien los componentes de las pociones, pero pocos sabían que en primero lo había pasado bastante mal hasta controlar el cuchillo. Para cuando Ron y Harry se hicieron amigos de ella, ya había conseguido hacerlo bien.
– La punta de la pluma debe pasar una semana en agua, para que se ablande, nosotros haremos un encantamiento para adelantar el proceso, pero he de deciros que queda mucho mejor si se deja la semana entera. Después, se calienta arena y se introduce la punta, bien seca, durante unos dos segundos, varias veces hasta que se torna traslúcida. Entonces comienza el proceso de corte, primero un tajo perpendicular, que secciona la punta irregular que tiene la pluma al natural. Después se hace el corte que será el depósito para la tinta, y finalmente el corte oblicuo que le dará su aspecto final. Si queréis además se puede retirar la pelusilla, ya que a veces es molesta. (NdlA: esta es la forma real de la fabricación de una pluma. J)
Durante el resto de la clase se dedicaron a la construcción de la pluma, Harry descubrió que no se le daba nada mal. Y enseguida estaba practicando con ella sobre un papel, descubriendo lo bien que le había salido. Ron había tenido que cortar varias veces hasta conseguir algún resultado, pero la línea era muy gruesa y basta, además le soltaba goterones de tinta. La que sí lo estaba pasando mal era Hermione, que peleaba con el cortaplumas desesperada, haciendo que su pluma menguase cada vez más sin conseguir llegar a ninguna parte. Malfoy parecía enfadado con su pluma, y no le iba mucho mejor que a Hermione. En cuanto a Edward, al segundo intento la había conseguido. El resto de la clase, mal que bien, lo iba logrando.
Al terminar la clase, sólo Ron, Malfoy y Hermione seguían intentando terminar su pluma. Y la profesora no les subió mucho la moral al decir:
– Quiero que escribáis, como deberes, una redacción de medio pergamino sobre la construcción de la pluma, a lo largo de la historia y que dificultades encontrasteis. Y que lo escribáis con la pluma que habéis fabricado.
Al salir de la clase, Edward se dirigió a Hermione para hablar con ella. Ron y Harry, este último más obligado por el otro que otra cosa, les siguieron a la biblioteca. Quería pedirle ayuda sobre la construcción de su pluma.
Cuando se sentaron en una mesa, Hermione le pidió ayuda a Edward y Ron se acercó para no perderse nada. Harry vació su bolsa, no le llevaría ni diez minutos escribir la redacción, y la tendría terminada antes del almuerzo.
Pero cual fue su sorpresa al ver aparecer tres pequeños sobres. Todos de diferentes colores ¡y olores de colonia! Eran de chicas que le decían cosas del estilo "me gustas" o "eres muy guapo", menuda sorpresa. Edward para calmarle le dijo:
– No te sorprendas, yo tengo nueve.
– Pues que originales. –respondió Harry.
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