Hola de nuevooooo!!!

Tercer capítulo. Sigue sin ser una historia alegre y sé que muchos querréis matarme por este capítulo. Os digo, contenéos! Aún tengo que terminarla!

Respuestas a Reviews Capítulo 1

maravilla divina , me alegro de que te gustase, a mí me encanta tu nombre!

Hally Black, gracias mil, pero no creo que PRECIOSO fuese la mejor descripción del fic, exagerada!

Ron's Lover, gracias, gracias, como ves hice segunda parte y también tercera. Al menos habrá cinco capítulos, espero que te siga gustando después de leerla entera!

Lantra, que exagerada! Aunque supongo (por tu exaltado mensaje) que te gustó la historia. Espero que no te decepcione demasiado la continuación.

kat basted, ves? Te he hecho caso, al final hago historia entera, cortita porque no quiero meteme mucho teniendo aún cosas pendientes. Creo que esto es un poco distinto de lo que esperabas pero realmente me apetecía escribir algo así aunque luego me pegéis!

Marineneko, oyes, si tu eres pervertida, que pensarás de mí! No me pareció tan excelente, pero me alegro de que te gustase.

Rian Black , entonces habrás leído muy pocos fics slash porque hay muchos excelentes por ahí. Como ves seguí la historia, aunque es un poco , ¿qué decir? ¿Rarita?

Shashira, jajaja, siento que no te haya gustado mucho la temática del fic, pero es que para mí Sirius y Remus son la pareja perfecta! Uys no me digas esas cosas que me sonrojo!

Akasha, me alegro de que te gustase, Orden Siriusana? Hay una Orden Remusiana? O Licantrópica? O Lupinática? O una conjunción de ambas, algo así como Remusiriusianatrópica?

Sakuratsukamori, perfecto? Puff que exageración! Pues la saca del chocolate ^.^. Gracias por los halagos inmerecidos.

Femme Greeneyes, me alegro de que te gustase, espero que la segunda parte te parezca un poco digna de la primera.

dolly_chan , tus deseos son órdenes (en este caso en concreto, no te emociones, eh?) habrá un total de cinco capítulos. Me alegro de que te gustase el primero, espero que los siguientes también te agraden.

Respuestas a Reviews Capítulo 2

Vrag, jejej, aquí tienes la continuación, para saciar parte de tu curiosidad.

Ron's Lover , bueno, sí, pobre James (en este capi tampoco lo trato muy bien al pobrecín mio) y ¿pobre Sirius? Oyes, sexo con Moony, no lo considero tan pobrecito, la verdad.

Mystis Spiro, me alegro de que te gustase. Aquí está la continuación, espero que te guste.

Sakuratsukamori, jajaja, que no les haga sufrir? Juauaua, anda que no lo van a pasar mal! Esque si están felices y contentos, donde está la gracia? Espero que no me mates (demasiado) por este capítulo.

Laia, jajaja, eso crees? Bueno, bueno, lo sigo, lo sigo.

Maria, bueno, por lo pronto aquí está el siguiente capítulo. El siguiente tardará un poquito por un asunto de arreglo de fechas y el siguiente a ese... hay que darle unos ciertos retoques. Me encanta que te encante.

Mina-Moon, pero chica! Que tampoco es para tanto, no creo que me quedase tan "caliente" la verdad... a mí me parece un poco soso, igual que este capítulo. Les falta algo y no sé que és, pero bueno, mientras te guste...

Mina-Moon, de nuevo??? Jajaja, bueno, aquí el siguiente capítulo, no creo que cumpla tus expectativas pero hice lo que pude dada la situación.

Lantra, jooo, Remus no es malooooo, ha dado esa impresión? Pobrecito mío, no es malo! Bueno, aquí está el siguiente capi, espero que no te siga pareciendo malo mi Remus querido.

Diora Whiten, bueno, dime tú qué quieres que te diga para decirme? Ale, ya está el siguiete capítulo, espero que te guste o que al menos no te decepcione demasiado!

Muchas gracias a todo el mundo que lee esta historia por dedicarle un ratillo de atención y también gracias a todos los que me dejaron review!! Besitos mil a todos!!!

UNA ÚLTIMA OPORTUNIDAD

Noche de despedida.

El último dia en Hogwarts había sido bastante ajetreado para todos, pero en especial para un par de adolescentes de hormonas desvocadas que buscaban ansiosos un lugar donde estar solos. James estaba en el cuarto, intentando acomodar su cabello inútilmente, pues no era posible domar sus mechones negros, nervioso por ser su última oportunidad para declararse a Lily sin percatarse de que se trataba más de una formalidad que de otra cosa pues todo el mundo, hasta la interesada, sabía lo que sentía por ella. Lily se había pasado prácticamente todo el año dándole indirectas (ultimamente ya nada sutiles) para ver si él se decidía a invitarla a salir, pero el chico no parecía ser muy despierto cuando ella rondaba cerca y de haber sabido interpretar las señales nunca hubiera creído realmente que la pelirroja podía estar mínimamente interesada en él.

Peter andaba perdido por los pasillos haciendo quién sabe qué, pero no le habían visto el pelo desde la comida. A saber lo que se traía ese entre manos... Últimamente había estado muy raro y preocupaba seriamente al resto de los merodeadores porque no parecía ser el mismo Peter de siempre. Estaba un poco más hosco y no se juntaba tanto con ellos. Solían bromearle acerca de un amorcito secreto, pero Peter se encogía de hombros y no les decía nada. Era extraño su comportamiento.

Remus se encontraba tirado en su cama leyendo una avejentada y releída hasta la saciedad revista de quidditch, intentando disimular bastante penosamente que estaba esperando a que James saliera de la habitación de una maldita vez.

Y Sirius, más taciturno que de costumbre, no se despegaba de la ventana del cuarto donde miraba el paisaje con actitud melancólica.

James miró a sus amigos de reojo mientras intentaba parecer lo más presentable posible. Ninguno de los dos le había dicho nada de la relación que mantenían de cuando en cuando entre ellos. Seguían saliendo con chicas, haciendo su vida de costumbre, aunque los roces entre ellos se habían hecho más frecuentes y evidentes así como también los celos. Remus no podía evitar apretar los dientes cuando se mencionaba a la actual novia de Sirius, una Ravenclaw llamada Meriel Mcallister, con quien llevaba saliendo cerca de un mes llegando a ser ésta la relación más larga que el merodeador había tenido en su vida. Y éste a su vez miraba con odio a Lisette Jenay, la novia Hufflepuff de Remus, con quien mantenía un saludable noviazgo desde hacía unos dos meses.

Entonces, si ambos tenían novia más o menos formal, ¿por qué seguían viéndose a escondidas?

Esto era algo que inquietaba bastante a James. Meriel era todo un carácter, con cabello castaño y mirada penetrante, puede que demasiado lista para su salud pues parecía sospechar lo que su novio se traía entre manos con su amigo. Lisette, por el contrario, era más apocada. Era todo dulzura y sonrisas y un perfecto mar de calma con sus ojos color miel y su cabello plagado de rizos dorados. James les tenía afecto a las dos, a Meriel porque era una loca de carácter explosivo que no podía evitar decir siempre lo que pensaba y a Lisette porque... porque era imposible no quererla. Remus y Sirius las querían, eso le constaba. No seguirían con ellas de no ser así. Pero también era evidente que lo que sentían el uno por el otro era más fuerte de lo que ninguno pensaba, pues no podían dejar de verse y de buscarse mutuamente con escandalosa frecuencia.

James esperaba que en ésta última noche en el castillo, pudiesen aclarar de una vez las cosas entre ellos. No eran tan buenos actores para que no se les notase enseguida lo que les ocurría, sobre todo si el otro estaba cerca. Y a decir verdad, James ya se estaba cansando de hacer como que no se daba cuenta de nada, y de paso, también de impedir que Peter se fuese de la lengua, aunque este siempre creyó que las cosas entre sus amigos terminaron un día que tuvieron una fuerte discursión delante de todo el mundo y que encubrieron dificultosamente como un desacuerdo sobre el trabajo que hacían juntos.

Lo que Peter nunca supo fue que hicieron las paces esa misma noche. En la cama de Sirius. Con ellos en el mismo cuarto. Para James fue asqueroso, pues no había tenido la suerte de dormirse cuando empezó el espectáculo y aquellos no tuvieron la decencia de poner un hechizo silenciador en sus cortinas.

James terminó de arreglarse y se volvió hacia sus amigos para pedirles su parecer. Remus, con la vista repentinamente perdida en la espalda de Sirius, prendida de sus ojos una mirada de tristeza, no le hizo caso alguno hasta que James le tiró una almohada.

- ¡Que qué tal me veo! – exlamó disgustado por ser ignorado.

- Deberías peinarte – contestó Remus ausente. James lo miró con cara de odio.

- ¿Qué crees que he estado haciendo los últimos 20 minutos?

- Oh, pues entonces estás genial – contestó el hombre lobo con una sonrisita. James le sacó la lengua y se volvió hacia Sirius.

- Bueno, ¿tú que opinas?

Su amigo le miró con esos inmensos ojos azules que se veían demasiado cristalinos y musitó:

- Genial.

James suspiró dándose por vencido. No sacaría nada mejor de ese par de deprimidos. Sintiéndose repentínamente muy nervioso por lo que iba a hacer se puso su capa.

- Bueno, chicos, deseadme suerte.

- ¿Dónde vas? – preguntó Remus extrañado, haciendo que el animago pusiera los ojos en blanco.

- Os lo he dicho cien veces: a declararme a Lily – dijo poniéndose completamente colorado. Los otros dos le sonrieron orgullosos de que finalmente se hubiera decidido a dar ese paso – Sabéis, esta es mi última oportunidad – hizo como que reflexionaba en voz alta, mientras se acomodaba innecesariamente sus ropas – Si no lo hago hoy no tendré la oportunidad de hacerlo nunca. Nunca se sabe lo que puede pasar, puede que no vuelvas a encontrarte con la persona amada y es una verdadera lástima guardarse los sentimientos por miedo a la respuesta. Puede ser que seas correspondido o no, pero al menos lo habrás intentado.

Sirius alzó una ceja ante el comentario de su amigo.

- ¿Pero tú eres idiota? Se nota a la legua que Lily está loca por ti y tú poníendote dramático. Si hubieras sido un pelín más valiente y se lo hubieras dicho antes...

- Sí, eso – le secundó Remus -. Tenías que haberte portado como todo un Gryffindor y habérselo dicho hace meses.

James miró incrédulo a sus amigos. Con la indirecta que les había soltado, ¡y no se habían dado cuenta ninguno de los dos! ¡Y encima le regañaban y le llamaban cobarde! Salió de allí enfurruñado y fue en busca de su pelirroja para hacer la cosa más difícil de su vida: declararle su amor y pedirle una cita.

Sirius y Remus se miraron por unos segundos.

- ¿Crees que lo haga? – preguntó el licántropo. Sirius soltó una risita por lo bajo.

- Digamos que me sorprendería si lo hiciera. Esperemos que Lily no espere una gran declaración porque todo lo que va a obtener va a ser un tartamudeo muy poco romántico.

Ambos se rieron de su amigo ausente, aunque sus mentes estaban puestas en otra cosa, meditando sobre las palabras de James. La última oportunidad.

Pero Remus se sentía demasiado inseguro para decirle a Padfoot lo que sentía, porque él estaba muy enamorado de Meriel, ¿verdad? Y estropearía su amistad si abría la boca. Y además también estaba Lis, que era un encanto y estaba loca por él y le hacía muy feliz tenerla a su lado. Aunque él estuviera enamorado de otra persona, una persona a la que solo podía tener físicamente porque sabía perfectamente que nunca sería correspondido. ¿Qué tal si le decía y él le rechazaba? Había visto a tantas chicas pasar por la vida de su amigo que había perdido la cuenta, y todas ellas habían sido rechazadas sin el mínimo asomo de duda. Remus moriría si alguna vez le ocurría a él. Nunca podría volver a mirarle si él le dejaba. Su amistad se rompería irremediablemente. Y Remus no quería eso, por nada del mundo. Prefería estar cerca aún solo en calidad de amigo, aunque no pudiese volver a tocarle nunca más.

Sirius, perdido en sus propios pensamientos, rumiaba algo parecido. Su relación con Moony había sido lo más intenso que había tenido nunca con nadie, ni siquiera Meriel. Verle besarse con esa estúpida rubia le quemaba la sangre y había que tuviera ganas de alejarla de una patada y reclamar al licántropo como suyo, para que todas supieran que ya tenía dueño y dejaran de rondarle. ¡Malditas perras en celo!

Cuando Remus declaró que esa paliducha Lisette era su novia oficialmente Sirius se creyó morir y después intentó poner su mejor cara para que su amigo no se sintiese ofendido. Y lo había estado llevando bien, reprimiéndose tanto como le era posible cuando estaba en su presencia y emprendiéndola a golpes con su almohada cuando se sentía demasiado frustrado. Pero sólo porque después podía hacerlo suyo y borrar de sus labios el nombre de aquella arpía para poner el suyo propio. Solo porque después de que estuviera con ella Sirius podía estrecharlo contra él y hacer desaparecer todo lo demás.

Y solo por no volverse loco, por no pasar los días pensando en él, había empezado a salir con Meriel, refugiándose en esa relación como si fuese algo verdadero, obstinado en olvidarse de Moony hasta que pudiera tenerlo en sus brazos una vez más. No sabía que el licántropo tenía sus mismas razones para estar con Lisette. Si lo hubiera sabido, si alguien le hubiera dicho, si hubiera pensado por un minuto que lo suyo podía ser real no hubiera dudado un instante en decirle lo que sentía y despedirse de Meriel, darle una buena patada a Lis y morir de felicidad.

Pero no lo sabía, y por lo tanto no hizo nada fuera de mirar a su amigo con una sonrisa en los labios.

- Nos hemos quedado solos – dijo Moony con un deje de tristeza.

- Por última vez – musitó Sirius, mirando las paredes del cuarto. Era su última noche allí. Miró a Remus alzando las cejas a modo de insinuación y su amigo rió por lo bajo tirando la revista de quidditch a un lado.

- Vamos, con lo que nos ha costado encontrar un sitio, ¿se pude saber qué haces ahí parado mirándome? – abrió los brazos y Sirius, con una gran sonrisa se dejó envolver en ellos, respirando el aroma de su compañero y sintiendo los latidos de su corazón contra su oído.

- ¿Qué va a pasar? – preguntó en un susurro.

- ¡Con la de veces que lo hemos hecho ya tendrías que saberlo! – dijo Remus con una sonrisa contra el pelo de su compañero.

- Digo después, ya lo sabes – dijo Sirius. Su voz sonaba triste, sin ganas algunas de bromear. Moony le besó la coronilla a modo de consuelo.

- No lo sé – dijo con sinceridad.

- ¿Nos seguiremos viendo? ¿Por luna llena y eso? – preguntó el moreno con un poco de ansiedad.

- Claro que nos seguiremos viendo – dijo Remus, malentendiendo a propósito. Sentía un incómodo nudo en la garganta – Los jueves en Las Tres Escobas, ya lo sabes, con Peter y James y...

- Moony...

Sonó como un ruego.

- Se enterarán – fue lo único que dijo. Ni siquiera tuvo que dar nombres. Sirius sintió que se hundía. ¿Allí se acababa todo? Comprendía que su amigo no quisiese hacer daño a Lisette y si estaba enamorado tampoco querría dejarla, menos aún por él. Pero había tenido esperanzas al menos de que todo continuase igual.

- Mejor así – musitó. Si Remus lo quería así, así sería.

Pero Lupin no había querido terminarlo. No había sido su intención hacerlo. Se había limitado a señalar que sería difícil encontrar la manera de verse a escondidas. Al oír la respuesta de Sirius el mundo se le vino abajo y le apretó muy fuerte contra él, pensando con amargura que esa sería la última vez que lo tendría entre sus brazos.

Sintió los labios calientes de su amigo en su cuello y hundió los dedos en el pelo negro, gimiendo quedamente cuando la lengua de Sirius encontró el lobulo de su oreja y jugueteó un rato con él antes de trazar un camino de besos hasta sus labios ansiosos. Los lamió con delicadeza, tal como sabía que a Moony le gustaba, y hundió la lengua en la boca entreabierta una y otra vez, temblando cuando Remus le recibió con la suya y lo ancló a él para poder besarle debidamente.

Las manos inquietas del licántropo ya viajaban por los botones de su camisa. Con una rapidez nacida de la experiencia tardó sólo unos cuantos segundos en librar a su amigo de la molesta prenda, mientras éste rompía el húmedo beso para sacarle el jersey por la cabeza. Volvieron a unir sus bocas como si su sed se pudiera calmar a base de beber de los labios del otro. Sirius bajó por la barbilla de su compañero dejando un brillante sendero de saliva allí por donde pasaba su lengua en el sinuoso recorrido hasta su ombligo. Remus gimió cuando el animago le desabrochó los pantalones con rapidez y se los bajó de un tirón, dejando al descubierto sus abultados boxer grises. Introdujo la lengua por la cinturilla de la prenda, echando el aliento sobre el vientre de su amigo y mosdisqueandolo ligeramente antes de librarse del resto de su ropa para dedicar sus atenciones al hinchado miembro.

Moony jadeó cuando la boca de Sirius lo envolvió por completo, haciéndole arquearse contra el colchón por el repentino placer y los movimientos de su lengua, el ligero contacto de sus dientes... los gemidos apagados de su amigo le hicieron enloquecer lentamente.

- Oh, Sirius – suspiró volviendo la cara contra la almohada, tocando los mechones de pelo negro de su amigo para notar el movimiento de su cabeza subiendo y bajando, acelerando el ritmo al sentir como el lupino respondía a su contacto.

Cuando el animago dejó su trabajo recibió un tironcito de pelo en señal de protesta. Se rió por lo bajo y se desabrochó los pantalones sintiendo la mirada de esos ojos ambarinos sobre él. Remus lo miró con maldad y se tiró encima de él como un lobo cazando a su presa. Le sujetó las muñecas contra el colchón, rodeando su cintura con las piernas y con los ojos relucientes por el deseo. Allí, en las profundidades color miel, acechaba el lobo una vez más. Y el lobo emitió un gruñido juguetón a la vez que Remus le lamía las mejillas a su amigo con delicadeza. Mordisqueó ligeramente los labios entreabiertos de Sirius, negándose a complacerle con un beso y enterrando la cabeza en el hueco de su cuello, arañándo delicadamente la piel con los dientes con la fuerza suficiente para dejar rojeces en ella. Sirius gemía agitado bajo su amigo. Remus sabía que el cuello era su punto débil y vaya que lo explotaba.

Se retorció bajo el licántropo intentando cambiar de nuevo posiciones pero la risa contenida del otro le dio a entender que sería imposible, le tenía bien sujeto y su fuerza no era suficiente para rivalizar con la superior del lupino. Una de las manos de Remus liberó su muñeca para bajar tentativamente por su viente. El animago, con la suya libre, agarró a Moony por la nuca para obligarle a un beso. Remus se resistió tenazmente echándose hacia atrás sobre su cuerpo.

- ¡Ven aquí! – protestó Sirius haciendo un puchero. Se moría por probar sus labios. Y su amigo, que lo sabía, le miraba con un poco de burla al no poder ser sometido y rozó casi con inocencia el miembro de su compañero, que por el suave e inesperado contacto tuvo que ahogar un escandaloso gemido mordiéndose los labios. Remus le envió su sonrisa lobuna y se inclinó sobre sus labios para tomarlos casi con desesperación. Poco a poco su contacto se iba haciendo más brusco, más urgente, puede que por pensar que podía ser la última vez que estubieran juntos. Dejó que Sirius lo penetrase, cosa que no siempre permitía pues le gustaba tener el control de la situación, y le murmuró obscenidades al oído, agarrándose a él como un náufrago al salvavidas, envolviéndolo con sus piernas, apretándole con sus brazos, exigiéndole más velocidad en sus movimientos.

Y Sirius, viendo la mirada de su amigo no pudo más que complacerle, sintiéndose morir cada vez que sus cuerpos chocaban en una embestida, buscando un contacto más profundo entre ellos, excitado al máximo por las atrevidas provocaciones de un Moony deshinibido. Resultaba casi doloroso y con cada empujón de Sirius se ponían más en peligro de caer de la cama. Los gemidos de Remus se convertían en gritos apenas retenidos, sus jadeos entremezclados resonaban en los oídos de ambos, el sudor los empapaba por completo y no se sentía capaces ninguno de los dos de detenerse. Si alguno de sus amigos hubiera entrado en aquel instante no les hubiera importado lo más mínimo. Ni tampoco que fuera Dumbledore. ¡Diablos, ni Voldemort destrozando medio colegio lograría separarlos en ese momento!

La uñas de Remus se clavaban en la amplia espalda de Sirius y este arañaba las caderas de su amigo con desesperación, deseando que terminase, deseando que durase por siempre, deseando morir en aquel instante, dentro de Moony, tan deliciosamente apretado contra el cuerpo de su mejor amigo. Sintió ganas de llorar al pensar que no podría volver a disfrutar de ese contacto. Fijó su mirada en los ojos ambarinos de Lupin, oscurecidos por el velo de lágrimas que los cubría y le besó profundamente, todo él dolorido. Sus lenguas bailaron un rato al compás para luego batallar con furia, robándose el aliento el uno al otro y gritando el nombre del otro al sentir acercarse el orgasmo más grande y salvaje que nunca tuvieron estando juntos.

Apenas una hora después se encontraban en la sala común, duchados, arreglados para la cena y sin rastro alguno del rubor del sexo en sus mejillas. Cuando el otro no miraba no podían evitar hecharse miradas tristes o de deseo ignorando que los sentimientos del compañero eran un reflejo de los propios.

Remus intentaba leer uno de sus ajados libros, leídos ya mil veces con anterioridad y Sirius estaba simplemente sentado a su lado, disfrutando en silencio de la compañía. Eran los únicos que aún se encontraban en la sala común, renuentes a imitar a los demás y corretear por los pasillos para despedirse de todo el mundo, prometiendo escribir y arreglando asuntos de última hora como declaraciones de amor o de guerra.

El último día en Hogwarts.

Y Sirius y Remus no podían más que pensar en que era su última noche como amantes.

Realmente su futuro no importaba mucho después de aquello. Remus había solicitado estudiar medimagia y también se había planteado ser auror. Dumbledore ya le había dicho que dada su condición de hombre lobo sería muy difícil que lo aceptasen en alguna de esas carreras y Lupin se había limitado a hecharse a reir "¿Y veterinaro?" preguntó en tono jocoso, pues qué mejor que un animal para cuidar de otro animal. Aún esperaba la respuesta de los centros de estudio con esperanza, aunque estaba casi convencido de que la negativa sería rotunda en ambos casos.

Sirius... bueno, Sirius aún no lo había decidido del todo pero también había pensado en ser auror. No le importaba demasiado lo que fuera a ser de su vida, especialmente ahora que sabía que Remus no estaría en ella de la misma manera. Pensó, muy seriamente por primera vez mirando el fuego de la chimenea, en confesarle lo que sentía. La última oportunidad. Después de lo que acababan de compartir no sonaría tan fuera de lugar, ¿verdad? Lo miró de reojo. No podía perderlo así, y menos por esa paliducha Hufflepuff, ¡no podía! No con lo que había ocurrido en aquella habitación.

Pero justo cuando tomó aire para decirlo de una vez y de sopetón el retrato se abrió y Peter entró con un aspecto un poco abatido.

- ¿Y a ti que te pasa ahora? – preguntó Remus viéndolo por encima del borde de su libro. Peter se dejó caer pesadamente en uno de los sillones de una plaza y suspiró ruidosamente.

- Nada – mintió horriblemente. Pero ni Sirius ni Remus indagaron nada más, Sirius porque se enfurruñó con su inoportuna entrada y Remus porque ya estaba demasiado acostumbrado a sus miradas perdidas y sus patéticos suspiros y a no obtener respuesta alguna.

- Ah, Lis te estaba buscando – dijo Peter desanimadamente señalando con un gesto vago la entrada – Quería decirte no-se-qué.

- Oh, ¿dónde está? – preguntó el licántropo dejando su libro a un lado a la vez que se levantaba, pasando desapercibida su mirada a Sirius.

- Ahí fuera, esperándote.

Lupin salió de la sala común un poco apesadumbrado, pues hubiera preferido seguir sentado junto al animago y no sintió la oleada de furia y celos que lo persiguió en forma de mirada azulada.

"¡Maldita Hufflepuff!" pensó Sirius con ira. Remus había ido corriendo a verla, ¿podía seguir engañándose con esto? Era evidente que él quería a esa insulsa criatura, todo lo que él hiciera y dijera entonces no podría cambiar los sentimientos del licántropo. Pensó en ir en busca de Meriel como desquite, como una especie de pequeña venganza por saberse rechazado, pero lo pensó mejor. Prefería rememorar lo ocurrido en su cuarto poco tiempo atrás que perderse en los labios de la Ravenclaw. Además, ella parecía sospechar que algo ocurría con Remus y no sería buena idea darle más ideas yendo a verla muerto de celos como estaba.

Esa noche, en la cena, no pudo evitar fulminar con la mirada a Lisette Jenay por quitarle lo que debería ser suyo y de nadie más.

-----------------

NOTA.- Sí, Meriel Mcallister es la misma Meriel de Vacaciones de Navidad, este fic "sigue la línea" de aquél, así que supongo que ahora tendréis un poquito más claro lo de Skye, jijijiji.

Si no habéis leído Vacaciones de Navidad ignorad esta nota, ok?

Cuidáos.