Hola a todos!!!

Capítulo nuevo, amargo, bastante amargo, y ahora sí que me odiaréis. Pero qué puedo deciros? Deseaba hacerlo así.

Siento que el capítulo sea tan aburrido, pero deseaba dar una explicación de la situación. No sé, quizás me excedí. Y sigo pensando que a esta historia le falta algo, un no-se-qué que no encuentro...

Respuestas a los Reviews:

Akhasa, me alegro de que te guste y de que no me envíes amenazas de muerte!!! Bueno, Remus tiene un complejo de inferioridad bastante grande así que antes de permitir que Sirius le rechace (como él piensa que hará) pone los medios para que no ocurra. Me alegro de que hasta el capítulo dos que haya gustado, ya veremos si al final sigue gustándote!!!

Maray, jajaja, para mí que no habéis leído mucho por ahí porque hay muchos fics que están geniales y éste no está entre ellos. Y espero que después de este capi te siga gustando, porque voy a llevar al límite la "degeneración", en el sentido de que la historia está mutando bastante respecto al primer capítulo y se enreda ella sola. Muchas gracias por tus alabanzas (inmerecidas)

Shashira, jajaja, oyes, que a ti no te gustaba esta pareja??? Pues no te pierdes ni un capítulo, no hay quien te entienda!!! Y yo no obligo a nada, eh? Y tan poco es tan buena como para que sea indispensable. Pero gracias por prestarme tu apoyo ^.^.

Ron's Lover, me alegro de que te haya gustado en el capítulo anterior, recuérdalo al final de éste plis!!.

Laia, muajajajaja, soy diabólica!!! Por favor, nada de muñequitos de vudú con mi aspecto, eh? Y las amenazas de muerte con letras grandes para que las pueda ver bien, y si son firmadas mejor, jajaja.

Sakuratsukamori, jo, pobre Peter, no lo hice a posta que fuera él, es decir, sí pero más que nada por llamar la atención un poco sobre su estado, no para que le crucifiquéis!!! Oyes, no querrás que te cuente lo que va a pasar, no? Pobre Lis!!! Por qué la odiáis todos??? Ella no tiene la culpa, pero Remus tampoco, ten en cuenta el historial amoroso de Sirius y que ellos son amigos y que eso podía afectar a su amistad porque Remus ni se le pasa por la cabeza que Sirius pueda estar enamorado de él. Así que Rem hizo lo que creyó lógico, solo que las circunstancias no eran las que él pensaba. Pero bueno, si sigues queriendo que mate a Lis...

Akhasa, hola otra vez, sufrir? No era mi intención que sufrierais!!! Bueno, ya verás lo que ocurre, casi con toda seguridad el próximo sea el último capítulo. Besitos.

Lantra, esto es muy raro, por qué todos odian a Lis y no a Meriel??? Sí, este fic no es precisamente la alegría de la huerta, pero esque la historia que ya conocemos de éstos no es precisamente el mundo de los osos amorosos, así que...

Mina-Moon, pues entonces este capítulo no lo vas a soportar y a mí tampoco, de paso!! Jajaja, pero bueno, que te han hecho ellas? Jajaja, hoy vas a dejar de amarme, pequeña, porque este capítulo puede que sea más amargo que el anterior, realmente no lo sé. No sé, les falta algo, claro que pienso lo mismo de todo lo que escribo, así que no debería extrañarme.

Vrag, pues mejor que sigas esperando con fe... al próximo capítulo, jajajaja.

Cata-chan, alucinando? Por qué? Pero si no era nada del otro mundo!!! Bueno, espero que no te desilusione demasiado este capi!!!

Vanessa, erótico???? La verdad, no creo que sea erótico, yo no lo considero así, pero gracias por tu comentario, me alegro de que te esté gustando.

EXTRAÑÁNDOTE

Lily y James se habían ido a vivir juntos. Fue toda una sorpresa cuando los demás se enteraron, en una de sus típicas reuniones de los jueves en Las Tres Escobas, y brindaron a su salud una y otra vez riéndose cada vez que recordaban el ridículo intento balbuceante de un ruborizado James de declararse en su última noche en Hogwarts y cómo Lily, cansada ya de esperar, había tomado las riendas de la situación y le había pedido que fuera su novio. Si no lo hubiera hecho posiblemente a esas alturas a Prongs todavía se le trabaría la lengua al estar en su presencia. Por supuesto, las burlas duraron, cuando menos, un mes y todavía era motivo de chanzas dos años después pues el "valor Gryffindor" de James había quedado bien por los suelos.

Habían cambiado bastante las cosas en la vida de los merodeadores. Sirius y James se entrenaban para ser aurores, al igual que Lily a quien siempre habían creído más inclinada hacia la medimagia. Peter acababa de conseguir un puesto en el Departamento de Desastres y Catástrofes Mágicas, aunque básicamente se ocupaba del papeleo y raramente tenía participación directa con la acción, lo que le frustraba enormemente.

Y en cuanto a Remus Lupin finalmente había sido rechazado para las carreras de auror y medimago y después de mucho buscar había conseguido un puesto en Gringotts como rompedor de maldiciones. No era que le gustase su trabajo, pero allí no les importaba su condición de hombre lobo y se le daba bastante bien lo que hacía. Y además se había podido permitir comprar una casita bastante aislada, con un buen sótano especialmente reforzado para sus transformaciones mensuales.

James y Lily, después de la muerte de los padres de esta última habían decidido adquirir una bonita propiedad en el valle de Godric, una zona exclusivamente habitada por magos donde abundaban las familias numerosas. Claro, esto también fue tomado como motivo de bromas por los amigos, augurando a la pareja que tendrían un montón de hijos y se convertirían en unos amargados padres de familia sin tiempo para nada. Lo cierto era que Lily no podía quedarse en su casa, no al menos con su hermana Petunia allí pues la trataba como si fuera un monstruo y la convivencia se había hecho insoportable. James, simplemente había estado buscando una excusa para dejar a sus padres y aquella era la oportunidad perfecta para ambos.

Cuando Sirius les preguntó cuando iría de boda, Lily sonrió malignamente y preguntó:

- No sé, ¿cuándo piensas pedírselo a Meriel?

El sonrojo de Sirius fue bastante brutal. No sólo porque Meriel y él mantuviesen todavía una relación medio formal sino porque Remus ahora estaba solo y eso hacía que su mente divagase muy, muy lejos de su novia y planes futuros con ella.

Remus fingió bastante bien que la pregunta no lo había alterado. Sorbió pausadamente su cerveza de mantequilla como si no le importase la respuesta, aunque sus oídos estaban atentos a cada balbuceo incoherente de Sirius. Claro que aún con su sentido del oído más desarrollado de lo común gracias a su licantropía no pudo discernir nada de lo que el otro atinó a decir.

Parecía que el animago y Meriel Mcallister iban más en serio de lo que a Lupin le hubiese gustado. Pensandolo bien, a él le hubiera agradado bastante que Sirius hubiera dicho tal y como había hecho él un par de meses atrás que su relación había terminado "de común acuerdo".

Aquello fue una soberbia mentira que Lily reconoció al instante, aunque tuvo el buen juicio de no hacer preguntas delante de los demás. La pelirroja había esperado pacientemente a que los otros merodeadores se adelantaron (Sirius también había querido quedarse a solas con Remus y aquello se convirtió casi en una lucha de voluntades de a-ver-quin-aguanta-más entre Lily y él) para acercarse y preguntarle.

- ¿Qué pasó realmente? – Remus le dio una sonrisa triste antes de admitir con un deje de decepción:

- Le dije que soy un licántropo.

- No reaccionó bien – conjeturó Lily, y el hombre lobo se había limitado a asentir.

Sin embargo decir que Lisette "no había reaccionado bien" era quedarse muy, muy corto. Había montado todo un escándalo, llorando a lágrima viva durante al menos tres días antes de decidir que lo mejor era dejarlo por la paz. Ni que decir tiene que a Remus le dolió muchísimo su rechazo. Por la manera en que ella lo miraba, absolutamente enamorada, y su constante preocupación por él y sus contínuas muestras de afecto sin límites, había supuesto que Lis seguiría a su lado. Porque Remus, aunque no pudiera en modo alguno corresponder a los sentimientos de la chica siempre la había querido a su manera y ahora echaba terriblemente de menos su compañía. Puede que lo que aún sentía por ella no fuera más que un sentimiento de dependencia muy egoísta, pero estar con Lis equivalía a ser aceptado por alguien, a ser amado también. Equivalía a tener una vida normal con un escalón cada mes.

Pero Lisette no había podido congraciar sus creencias de toda la vida con su amor por él. Remus se decía que ella no tenía la culpa, que era su educación la que la había hecho decidir, alejándose lo más posible de una criatura oscura que le habían enseñado a odiar. Pero eso no hacía que doliera menos. No hacía que se sintiese menos solo.

Y las contínuas visitas de Sirius y las invitaciones para comer juntos o salir un rato no hacían más que dañarlo porque volvía a recordar todo lo que sentía por él, lo que nunca había dejado de sentir, y darse cuenta de que nunca serían más que amigos. Eso era él para Sirius, solo un amigo deprimido al que animar porque su novia había hecho las maletas y se había marchado del país.

Sospechaba que la relación del animago con Meriel no era todo lo buena que debería ser. Las pocas veces que habían salido los tres juntos (curiosamente, cuando aún estaba con Lis nunca habían quedado los cuatro) se había percibido una especie de tensión en el ambiente. A Meriel no parecía caerle bien y a él le molestaba mucho su presencia, el que estuviera pendiente de Sirius todo el rato y el que pareciera no desear dejarlos a solas. Sirius se mostraba fastidiado pero tolerante con ella y le prestaba más atención a Remus que a su novia, lo que invariablemente molestaba a Meriel y con razón y hacía que el licántropo se conjurase falsas ilusiones.

Suponía que Sirius se había hartado ya de la chica y no sabía cómo decírselo. El que saliera más con Remus que con ella debía ser una señal, ¿no? Se refugiaba a su manera en su amigo necesitado para evitar estar con una novia un poco estricta. Además, por lo que Remus podía sospechar, allí había algo raro. Meriel había sido muy amiga en Hogwarts de Severus Snape, Slytherin a quien Sirius no podía ni oír nombrar y al parecer ella no habia roto el contacto con su amigo después del colegio pese a la insistencia del animago.

Claro que si Meriel le hubiera pedido a Sirius que dejase de verse con él, ¿éste habría aceptado por complacer a su novia? El licántropo sospechaba que no. Así que Meriel tenía todo el derecho a seguir carteándose con un tipo tan desagradable como Snape si lo deseaba. El problema estaba en que Sirius parecía sospechar firmemente que el Slytherin era un mortífago y él, futuro auror, no podía consentir que su novia tuviese contacto con uno.

A Sirius se le notaba al instante cuándo habían tocado el tema el día anterior. Siempre aparecía ojeroso y deprimido, según él por haber tenido que dormir en el sofá. Remus nunca preguntaba la causa de ese cambio de lecho pero intuía que se debía a las rabietas de Meriel con el asunto de Snape. Al parecer para ella era una persona muy importante, mortífago o no, y Sirius no comprendía aquello, o no quería comprenderlo.

Por eso a Remus le hubiera extrañado mucho que su amigo tuviera intenciones de formalizar definitivamente su relación con su novia. Vivían juntos desde hacía poco más de tres meses y no parecía ser una convivencia pacífica. Meriel era demasiado "combativa" (según Sirius, por supuesto) para adaptarse fácilmente a ella. Claro que Remus sabía que su amigo estaba lleno de extentricidades difíciles de aceptar por cualquiera, por algo había convivido con él durante siete años en Hogwarts, así que no le tomaba muy en serio cuando Sirius insistía en contarle que ahora compartía casa con una arpía.

- Vamos, Padfoot – decía lleno de comprensión cuando escuchaba sus problemas – Es sólo que no te gusta que te lleven la contraria. Nunca te ha gustado.

- ¡Eso no es cierto! – se ofendía él – ¡Es que no para de desorganizarmelo todo! Ha cambiado un montón de cosas de la casa, y todas para peor.

- Bueno, a mí me gusta la nueva tapicería del sillón – objetaba Moony

- Me gustaba más la otra – se enfurruñaba su amigo. El licántropo ponía los ojos en blanco, contaba hasta diez y contestaba que la piel de leopardo combinada con el terciopelo rojo ya no estaba de moda, a menos claro que tu casa fuera un prostíbulo.

- Esto es horrible, Moony – lloriqueaba Sirius entonces - ¡Es tan... femenina!

- Sirius, es una chica – decía él perplejo – No es nada raro que sea femenina. Si no te gusta búscate un chico.

Y Sirius callaba sin saber qué decir. Para luego mascullar por lo bajo que ya no se sentía a gusto en su propia casa. Que prefería la de Remus. Y éste sospechaba inmediatamente dos cosas: la primera, que no tenía el valor suficiente de enfrentarse a Meriel para llegar a un acuerdo con ella en lo referente a los cambios, o la segunda, que realmente no le importaban un carajo y lo que quería era estar con él, bucando una excusa para anidar en su casa durante un par de días.

Y Moony (que no sabía cuál de las dos opciones era más acertada, auqnue tenía sus absurdas esperanzas puestas en la segunda) consentía que se quedara, para su tortura personal, pues esa noche no paraba de tener sueños subiditos de tono con el ser que dormitaba en el cuarto de invitados. Y cuando no soñaba con él, miraba el techo aguzando el oído para oír un ronquido o siquiera su respiración familiar, tal como había hecho en Hogwarts en sus noches de insomnio. O intentando deducir si estaba despierto para tener la pobre excusa para una charla íntima a media noche que ¿quién sabe? puede que acabase como una de esas noches de séptimo año.

Pero nunca oía nada. Y Sirius nunca se levantaba de su cama en busca del cuarto de baño, o de un vaso de agua, ¡o de algo demonios! Y él se sentía demasiado estúpido buscando un motivo para acercarse a la zona de su cuarto, donde no había nada que realmente pudiese buscar o fingir que buscaba. No quería que Sirius pensara que él era un degenerado. Su amigo había decidido terminar su relación y tampoco se sentiría demasiado bien si Remus fuera a buscarlo ahora que se había quedado solo.

Sería bonito si pudiera acercarse simplemente y decirle "acostémonos juntos". Pero Sirius tenía novia, y aunque protestase mucho de ella no la alejaba de su vida. Y aquellas escapadas para entregarse el uno al otro habían estado bien en el colegio, cuando eran jovencitos e inmaduros, pero ahora las cosas no podían ser tan fáciles y algo como eso a la larga afectaría a su amistad.

Y su amigo nunca había hecho o dicho nada que indicase que querría volver a compartir su lecho con él.

James Potter, a quien la vida podría decirse que le sonreía, estaba preocupado. No por él o por Lily, su relación o sus estudios de aurores, ni por el empapelado de las paredes de su nuva casa o la elección de las alfombras del salón, sino por dos de sus mejores amigos. Porque seguían siendo un par de estúpidos que necesitban más que un "empujoncito" una buena paliza por comportarse de esa manera.

Remus evitaba a Sirius todo lo que podía, lo que era completamente absurdo, puesto que el animago hacía todo lo posible por pasar más tiempo con él. James, que era el mejor amigo y confidente del moreno sabía que Sirius sólo buscaba un signo de aceptamiento por parte del licántropo para darle la patada a Meriel y sacarla de su vida.

James no era tan ingenuo para pensar que la chica era tan mala compañía como Sirius predicaba. Sabía que ella tenía su genio y reprendía a su novio por sus conductas infantiles, pero Sirius bajaba la cabeza fingiendo arrepentimiento como un buen niño y Meriel se soltaba a carcajadas con sus alocadas ideas. Tenían choques explosivos y discursiones tontas, pero también estaban las reconciliaciones entusiastas y las muestras de cariño mutuas. Y todo entre ellos era perfecto cuando Sirius lograba sacar a Remus de su mente.

Meriel parecía intuir cuando su novio pensaba en su amigo y no podía evitar encelarse, porque se notaba demasiado que estaba enamorado de él. Las discursiones que terminaban con Sirius durmiendo en el sillón del salón no eran a causa de Snape y sus cartas, como el animago explicaba, sino por Remus y su inocente presencia. O un comentario hecho sobre él. O una invitación a cenar en su casa. O su nombre susurrado en los oídos de Meriel en un íntimo momento de pasión.

Y Meriel, quien se había hecho muy amiga de Lily y le contaba todos sus problemas, estallaba en lágrimas amargas y le odiaba. Porque por culpa del licántropo Sirius no era suyo del todo. Siempre regresaba a él. Al discutir con su novio le daba a éste la excusa perfecta para alejarse de la casa y volver con Remus, refugiándose en El Cubil (nombre dado a la casa del licántropo y que éste odiaba con fervor, pero que no podía cambiar porque con éste nombre era reconocida su propiedad dentro de la red flú, gracias a sus graciosos amigos) por días enteros haciendo estallar a la chica en rabia imaginando lo que podría suceder.

James sabía que nunca sucedía nada. No porque Sirius le contase, él nunca le había hablado de su relación con Remus suponiendo ingenuamente que nadie estaba enterado de nada. Lo cierto era que todos lo sabían; James, que lo había presenciado, Peter que había estado con él cuando lo había hecho, Lily que lo había estado viendo venir desde hacía demasiado tiempo, Meriel que lo notaba latente, aún vivo y Lisette... la buena de Lisette, que había preferido ignorarlo porque estaba tan enamorada de Remus que no hubiera podido soportarlo. Y sin embargo lo había dejado, según Lily le comentó.

Fue toda una sorpresa enterarse. James nunca hubiera dicho que Lis abandonaría a Remus por nada. Siempre pensó que le apoyaría en todo y que la licantropía no sería obstáculo para su relación. Pero tampoco podía decirse que lo lamentara, no después de ver la cara de alegría mal disimulada de Sirius cuando Remus les dio la noticia. Y sin embargo Sirius aún no había dado un paso para acercarse a él de una manera que no pudiera ser considerada amistosa. ¿Qué temía? ¿Un rechazo? ¡Pero si se veía en la distancia que Remus estaba enamorado de él! ¿Era por Meriel? James estaba seguro de que no, por muy bien que Sirius estubiese con ella, siempre estaría mejor con Remus y no dudaría ni un segundo en cambiar de pareja. Sin embargo, por lo que había notado (y lo que le había comentado Lily desde su perspectiva femenina) Remus ponía barreras en esa relación. En realidad, podría decirse que ponía barreras en cualquier relación. Puede que el rechazo de Lis por su licantropía hubiera dañado demasiado su autoestima para darse cuenta de que alguien se preocupaba por él de una manera más que amistosa o maternal.

James estaba cansado de esta situación de aparente indecisión por parte de ambos y muchas veces había tratado de hacer algo por ellos, pero sus indirectas caían en saco roto y Remus se estaba preocupando un poco por sus contínuas disculpas (absurdas todas ellas) por no acompañarle cuando era luna llena. Sirius, Peter y él se turnaban para estar con él cuando sufría sus transformaciones. Sus vidas de habían vuelto demasiado complicadas como para que pudieran estar de nuevo todos juntos en alguna de ellas y James pensaba que dejando solos a los dos "tortolitos" en esas ocasiones quizás pudieran sacar algo en claro. Después de todo, su relación había comenzado a causa de la luna, ¿no?

No había problema por parte de Peter de que se presentase a su turno de estar con Remus, desde hacía bastante tiempo se escaqueaba con excusas bastante peores que las de James, y éste se hubiera preocupado seriamente por su actitud si no pensase que su amigo intentaba hacer lo mismo que él: que los turnos siempre recayesen en Sirius, que nunca ponía ninguna pega en quedarse con Remus.

Ese día en las tres escobas Peter fue el primero en marcharse, como de costumbre. Se le veía tan deprimido últimamente, puede que a causa de su trabajo, en el que se veía infravalorado, que no parecía deseas estar mucho con gente. Si alguno de ellos se hubiera parado a pensarlo se habría dado cuenta de que no era por su empleo por lo que se encontraba así. Si alguno de ellos se hubiera preocupado en regresar sus pensamientos a Hogwarts habría encontrado muy curioso que Peter se hubiera empezado a comportar así cuando James habló por primera vez de Lily como "su verdadero amor". O cuando se dio cuenta de que la pelirroja miraba a James más de la cuenta. Pero todos tenían sus propios problemas y Peter llevaba tanto tiempo cerrándose a ellos, hablando solo superficiamente de él mismo, que nadie se percató de que parecía más alejado del grupo.

Seguramente si alguno de ellos le hubiera demostrado una cierta preocupación, o se hubiera acercado a él para preguntarle cómo se encontraba, muchas cosas se hubieran evitado. Pero la relaciones dentro del grupo estaban bastante definidas: Lily y James eran pareja, James era el mejor amigo de Sirius, Lily la mejor amiga de Remus, y el animago y el licántropo tenían una especie de "amistad especial" de la que los demás estaban tan excluídos como de la relación de Lily y James. Peter no tenía una amistad profunda con ninguno de ellos.

Oh, sí, habían sido todos muy amigos en el colegio, pero él no se quedaba a dormir en casa de ninguno, ni tampoco salía a cenar, ni se perdía en una buena borrachera. No tenía a ninguno por confidente y él no era confidente de ninguno. Peter se sentía solo dentro del grupo, como si en una reunión de parejas él hubiera acudido sin acompañante. Y así había ocurrido en su último año de Hogwarts, por lo que, quizás inconscientemente, había buscado otras compañías con las que trabar amistad. Pero aún es pronto para centrarse en Peter, así que dejaremos que huya de sus amigos, dejándolos sentados alrededor de su mesa habitual de Las Tres Escobas, charlando animadamente entre ellos sin que el ambiente hubiera decaído por la marcha de un miembro del grupo.

Remus, aún turbado por la respuesta o no-respuesta de Sirius sobre la pregunta de su boda con Meriel, procuraba ocultarlo lo mejor posible debajo de la cháchara sobre su trabajo, contándoles divertidas situaciones que le habían ocurrido con objetos diversos que se guardaban en Gringotts y que él debía comprobar si estaban desencantados antes de permitir su entrada en alguna cámara.

Sirius lo observaba hablar con los ojos brillantes, fijándose quizás más de lo debido en la expresividad de sus manos, esas manos que tantas veces le habían acariciado o le habían dado tironcitos juguetones a su pelo. Esas manos tan hábiles que echaba tanto de menos. Se preguntaba si esa noche tendría el valor de hacer algo. Porque esa noche tenía intenciones de pasarla en casa de Remus. Convenientemente se había vuelto a pelear con Meriel. Sus disputas casi siempre ocurrían en vísperas de sus reuniones en Las Tres Escobas, aunque también sucedían después, principalmente a causa de la abundancia de comentarios por parte de Sirius del tipo: "Remus dijo...", "Remus hizo...", e incluso "Remus llevaba puesto...". Pensándolo bien, era lógico que Meriel considerase esas reuniones como una prueba a su resistencia.

Así que se habían vuelto a pelear. Y Sirius, cada vez que eso ocurría, arguyía que era más cómodo dormir en el cuarto de invitados de Remus que en el sillón del salón, lo que no dejaba de ser una absoluta mentira porque nunca, ni una sola vez, había podido conciliar el sueño en casa de su amigo. Siempre se quedaba despierto pensando en si debería bajar a la cocina a buscar un vaso de agua haciendo mucho, mucho ruido y llevando sólo unos finísimos boxer. Pero claro, ¿qué pensaría Remus de él si hacía algo así? Sería un poco incómodo ver la mirada de su amigo cuando le descubriese. ¿Y si Remus no quería nada con él a pesar de que ahora estaba solito? ¿Y si se largaba a carcajadas al ver el patético intento de seducción por su parte?

Pero para esa noche tenía un buen plan. Bueno, quizás no fuera tan bueno ya que se limitaba a emborrachar tanto a Remus que ni se enterase de lo que ocurría cuando lo hiciese suyo de nuevo. Para cuando se le pasase el efecto del alcohol ambos estarían tan abatidos por la resaca que no tendrían fuerzas para sentirse incómodos por la situación y podrían reanudar su relación con naturalidad. Se despediría cordialmente de Meriel y se mudaría definitivamente con Remus a su casita, donde vivirían felices por siempre. Tal vez no era un buen plan. Tal vez era un plan demasiado absurdo para considerarlo siquiera, pero Sirius tenía que hacer algo o se volvería loco. Llevaba dos meses intentando que Moony recordase lo que había habido entre ellos en Hogwarts y se decidiese a darle alguna señal, pero él no se daba por aludido. Así que, cuando Lily terminó de explicar con todo lujo de detalles la reacción de Petunia cuando le dijo que se mudaba (adivinen cuál fue) se volvió hacia su amigo y le dijo con una sonrisa encantadora:

- Remus, ¿podría quedarme en El Cubil esta noche? Meriel me ha vuelto a destinar al sillón.

A pesar de que recurrió a su carita de perro maltratado Remus frunció el ceño. Sirius quiso pensar que fue por decir "El Cubil" en lugar de "tu casa", pero en realidad era porque el licántropo se sentía especialmente sensible y sabía que lo pasaría muy mal teniendo a Sirius a un metro. Aún así, y como era débil ante ese rostro de súplica, accedió un poco entre dientes, fijándose después en las sonrisitas mal disimuladas de Lily y James.

Después de pagar la cuenta salieron todos a la calle para despedirse unos de otros, recordarse mutuamente (innecesariamente) la próxima reunión en el mismo sitio y prometiendo una cena en la nueva casa de James y Lily cuando terminasen de instalarse. Remus y Sirius se despidieron apresuradamente y se dieron a la fuga antes de que los otros les pidiesen ayuda con la mudanza.

Se aparecieron en el patio trasero de El Cubil y en un incómodo silencio entraron en la casa. Ambos pensaron que sería una noche muy, muy larga. Y cuánta razón tenían.

Después de una escueta cena (Remus no era precisamente un maestro en la cocina y Sirius tenía fama de pirómano involuntario) se sentaron en la sala, uno al lado del otro, con sus vasos de wisky en la mano. Ambos estaban nerviosos por la próximidad del otro, y sin embargo ninguno se sentó en cualquiera de los otros sillones que había en la habitación. Era agradable estar allí sentados, mirando el fuego de la chimenea y con las entrañas calentándose tanto por la bebida como por los deseos reprimidos.

El lugar, tenía razón Sirius, era muy acogedor, sobre todo en invierno. Remus lo había encontrado por un golpe de suerte y se lo había comprado a un muggle en apuros por un módico precio que se pudo permitir pagar. Se había enamorado del lugar nada más verlo. Había sido una de esas cabañas de caza situadas cerca del bosque, de robusta madera, sin civilización a la vista y sin ninguna de las comodidades muggles de costumbre como luz eléctrica o teléfono. Tenía estufas de leña en todas las habitaciones, dos chimeneas y mucho más espacio del que una sola persona pudiera utilizar. Era una casa perfecta para una familia un poco huraña. Y a Remus le entristecía pensar que vivía solo en ella.

La conversación, un poco peligrosa desde su inicio, había comenzado en el "castigo" de Meriel. Remus se cuestionó en voz alta qué demonios haría Sirius para hacer enfadar siempre a su novia, a lo que el animago respondió que era una histérica que se molestaba por cualquier cosa. Remus, estúpidamente, dijo que no lo creía cierto, puesto que había convivido con él en Hogwarts y sabía que era muy difícil de aguantar. Y Sirius, aparentando total inocencia pero con una gran carcajada maligna interna, recogió el tema Hogwarts y se introdujo un poco en él, pasando por momentos memorables de su estadía y murmurando con añoranza:

- Cómo hecho de menos aquellos tiempos.

- Yo también – dijo Remus, melancólico, terminándose de un trago su tercer wisky, perdiéndose la mirada que le echó Sirius.

- Todo era más fácil entonces.

- Sí.

- También os echo de menos a vosotros – dejó caer el animago, inclinándose un poco sobre su aturdido amigo.

- Y yo a vosotros – dijo Remus sonriendo con amargura – Extraño a James y su pereza por las mañanas, a Peter y sus manías, a ti y tus... – miró a Sirius, que estaba peligrosamente cerca, y no pudo evitar fijarse en sus labios - ... tus besos – susurró, recordando todo lo que había sentido contra esos labios. Fijó sus ojos en los de Sirius y pensó "¿por qué no? Siempre pude decir que estaba borracho" y se inclinó hacia él, con intenciones tan evidentes que a Sirius se le desvocó el corazón y empezaron a sudarle las manos.

Pero antes de que sus labios pudieran llegar a tocarse unos golpes en la puerta hicieron que el licántropo volviese a la realidad con un parpadeo y un reproche por haberse dejado dominar así por sus sentimientos. Evidentemente, no tomó en cuenta ni la mirada de fastidio de su amigo por la interrupción ni tampoco su postura, inclinado sobre él para tener mejor acceso a sus labios. Sirius se separó lentamente, con dolor, pensando en la magnífica oportunidad perdida y sirviéndose con rabia otro trago mientras el objeto de su deseo caminaba algo confundido hacia la puerta.

Al abrirla se quedó clavado en el suelo.

- Hola Remus – susurró Lisette con voz trémula, luchando por contener las lágrimas. Sin esperar su respuesta, avanzó un paso, dejando caer al suelo su bolsa de viaje y se abrazó a Remus con todas sus fuerzas – Lo siento, lo siento, lo siento – sollozó contra su pecho – Siento haberme marchado así, no sabes cuánto me arrepiento. Pero he vuelto, amor, te quiero. He vuelto para quedarme contigo y nunca volveré a marcharme.

Remus, saliendo de su estupor inicial, no pudo menos que abrazar a la temblorosa chica contra su pecho, sintiendo que un peso se le quitaba de encima al saber que aún siendo un licántropo alguien podía amarlo. Que ella podía amarlo. Sonrió con alegría y se inclinó para besarla con gratitud.

Y Sirius, viendo su gesto no pudo evitar dejar escapar un amargo juramento.

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Esto... hola... que os ha parecido? Podéis reprimir vuestros instintos homicidas? Al menos hasta el proximo capítulo? Aviso, puede que el próximo sea el último.

Ah, ya que estamos, aviso sobre Vacaciones de Navidad (para los que sigan este fic), he tenido algunos problemillas con el próximo capítulo, se me resiste el jodío pero intentaré terminarlo lo más pronto posible!!!

Y sin más me despido por hoy.

Cuidáos.