Prólogo
Saionji andaba entre las rosas marchitas. Era un joven alto, pálido, con el pelo verde oscuro y ondulado y los ojos violetas. Tenía una gran habilidad para el kendo, lo cual, sumado a su atractivo físico, superado sólo por el Presidente del Consejo de Estudiantes, le atribuía muchísimas fans en el instituto. Miró a su alrededor: los rosales se habían secado. Desde la marcha de Anthy nadie se ocupaba de ellos. Suspiró. No podía creer aún que todo aquello volvía a empezar, pero los signos eran inequívocos: una carta del Fin del Mundo con el sello de la rosa no se enviaba para gastar una broma.
¡Saionji!
Kiochy giró en redondo para encontrarse con Juri Arisugawa y Miki Kaori, antiguos duelistas como él.
Cuánto tiempo, ¿verdad?- dijo Juri- Parece que el día de la Revolución fue ayer.
Saionji asintió cabizbajo. Juri era una chica de unos 16 o 17 años, de pelo rubio anaranjado y brillante recogido en bucles que enmarcaban su cara, en la que resaltaban sus ojos azul verdoso. Era la capitana del club de esgrima, una gran duelista y una chica admirada por todos. A su lado, Miki se afanaba por igualar el paso al de su compañera. Era un apacible joven, superdotado para los estudios y la música. Era muy sensible y amable. Le encantaba tocar el piano y el esgrima. En cuanto a físico, tenía una figura pequeña y baja y el pelo corto y azul, como los ojos.
Por lo que veo,- dijo Saionji con un amago de sonrisa- vosotros también habéis recibido la carta. Sí...- contestó tristemente Miki, mirando las rosas marchitas, recuerdo de Anthy- Nosotros también hemos sido llamados para ésta nueva Revolución.
La puerta del invernadero se abrió para dar paso a Nanami, la hermana menor de los Kiryuu. Nanami era una joven de gran belleza, y eso provocaba que muchos chicos se fijaran en ella, aunque a ella no le interesaba ninguno otro que su hermano. Tenía el pelo ondulado y rubio ceniza, y los ojos de un lila muy profundo, tanto que parecía negro. Solía estar acompañada de un niño que le hacía de criado, Suwabuki, pero ahora iba sola y vestida, de nuevo, con el uniforme de duelista.
- Bien,- anunció fijando sus ojos orgullosos en ellos- mi hermano nos espera arriba.
Los cuatro salieron y fueron al ascensor que los conduciría a la sala del consejo de estudiantes. Allí estaba Touga Kiryuu, sentado en una silla, mirando dos cartas que tenía en la mano. Touga era, por excelencia, el playboy de la escuela. De pelo largo y rojo y misteriosos ojos azules, pasaba el día entre las faldas de las estudiantes más hermosas. Aun así, todos los antiguos duelistas sabían que él sólo quería de verdad a la chica que revolucionó su corazón.
¡Buenos días, Saionji!- saludó sonriente el presidente del consejo- ¿Cómo llevas la vida sin la Novia de la Rosa? No te metas en mis asuntos, Touga.- respondió enojado frunciendo el ceño- ¿Has recibido la carta? Por supuesto.- alzó la mano izquierda mostrando la hoja. Luego, levantó la derecha- Y Utena también. Vuelve a Ohtori. Este va a ser un curso muy divertido.
Saionji andaba entre las rosas marchitas. Era un joven alto, pálido, con el pelo verde oscuro y ondulado y los ojos violetas. Tenía una gran habilidad para el kendo, lo cual, sumado a su atractivo físico, superado sólo por el Presidente del Consejo de Estudiantes, le atribuía muchísimas fans en el instituto. Miró a su alrededor: los rosales se habían secado. Desde la marcha de Anthy nadie se ocupaba de ellos. Suspiró. No podía creer aún que todo aquello volvía a empezar, pero los signos eran inequívocos: una carta del Fin del Mundo con el sello de la rosa no se enviaba para gastar una broma.
¡Saionji!
Kiochy giró en redondo para encontrarse con Juri Arisugawa y Miki Kaori, antiguos duelistas como él.
Cuánto tiempo, ¿verdad?- dijo Juri- Parece que el día de la Revolución fue ayer.
Saionji asintió cabizbajo. Juri era una chica de unos 16 o 17 años, de pelo rubio anaranjado y brillante recogido en bucles que enmarcaban su cara, en la que resaltaban sus ojos azul verdoso. Era la capitana del club de esgrima, una gran duelista y una chica admirada por todos. A su lado, Miki se afanaba por igualar el paso al de su compañera. Era un apacible joven, superdotado para los estudios y la música. Era muy sensible y amable. Le encantaba tocar el piano y el esgrima. En cuanto a físico, tenía una figura pequeña y baja y el pelo corto y azul, como los ojos.
Por lo que veo,- dijo Saionji con un amago de sonrisa- vosotros también habéis recibido la carta. Sí...- contestó tristemente Miki, mirando las rosas marchitas, recuerdo de Anthy- Nosotros también hemos sido llamados para ésta nueva Revolución.
La puerta del invernadero se abrió para dar paso a Nanami, la hermana menor de los Kiryuu. Nanami era una joven de gran belleza, y eso provocaba que muchos chicos se fijaran en ella, aunque a ella no le interesaba ninguno otro que su hermano. Tenía el pelo ondulado y rubio ceniza, y los ojos de un lila muy profundo, tanto que parecía negro. Solía estar acompañada de un niño que le hacía de criado, Suwabuki, pero ahora iba sola y vestida, de nuevo, con el uniforme de duelista.
- Bien,- anunció fijando sus ojos orgullosos en ellos- mi hermano nos espera arriba.
Los cuatro salieron y fueron al ascensor que los conduciría a la sala del consejo de estudiantes. Allí estaba Touga Kiryuu, sentado en una silla, mirando dos cartas que tenía en la mano. Touga era, por excelencia, el playboy de la escuela. De pelo largo y rojo y misteriosos ojos azules, pasaba el día entre las faldas de las estudiantes más hermosas. Aun así, todos los antiguos duelistas sabían que él sólo quería de verdad a la chica que revolucionó su corazón.
¡Buenos días, Saionji!- saludó sonriente el presidente del consejo- ¿Cómo llevas la vida sin la Novia de la Rosa? No te metas en mis asuntos, Touga.- respondió enojado frunciendo el ceño- ¿Has recibido la carta? Por supuesto.- alzó la mano izquierda mostrando la hoja. Luego, levantó la derecha- Y Utena también. Vuelve a Ohtori. Este va a ser un curso muy divertido.
