Disclaimer: Todos los personajes de Harry Potter y demás no son míos (si lo fueran... ¿creen que me molestaría en negarlo). Únicamente me pertenecen Richard Jennings (personaje sacado de mi retorcida y manipuladora mente) y... mejor no los digo. ¡Añadámosle emoción a la trama!

Dedicatoria: Total y exclusivamente dedicado a Malkavian Kirie Croiff, por ser tan buena escritora y tan buena persona ^_-.

Pues nada más, lean y que les guste!

3. Como fénix resurgiendo de sus cenizas

Draco miró al fuego mientras se tomaba un delicioso trago de vino de su reserva. El embriagante líquido bajó por su garganta provocando una agradable sensación. Movió la copa entre sus largos dedos, observando los finos detalles que la adornaban.

En su mente, se volvió a formar la imagen de una pelirroja de ojos oscuros. Parecía frágil pero el brillo de sus ojos le daba otra sensación. Fuerza, libertad, anhelo... El mero recuerdo de su mirada lo hizo estremecer de placer. Era hermosa, demasiado para ser muggle. Pero para sus planes no necesitaba nada más. Sólo tenía que seguir órdenes.

Sus recuerdos divagaron hasta hacía dos días.

FLASHBACK

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El alto castillo de la época medieval se elevaba hacia el cielo. A ojo, le calculaba la edad que tenía el castillo de Hogwarts. Incluso su emplazamiento era cercano al de la edificación antes mencionada. Únicamente el uso que se le daba a este era distinto.

El tatuaje aún le quemaba, aunque mucho menos que cinco minutos antes. Se masajeó el brazo ligeramente antes de entrar por la gran puerta levadiza, completamente abierta para no evitar el paso a todas las visitas que iba a recibir esa tarde el Señor Oscuro.

Justo al lado de la puerta, un hombre cubierto por una túnica negra lo saludó y echó la capucha de su vestimenta hacia atrás para revelar su rostro. Richard Jennings le saludó con un ligero gesto de su mano. Draco sonrió en respuesta. Richard era uno de los pocos mortífagos que gozaba de su simpatía. Con 25 años, era uno más de los recientes fichajes de el-que-no-debe-ser-nombrado. Alto y castaño, con unos ojos azules tan claros que a veces se le creía ciego. Draco estaba seguro de que era de origen nórdico, pero Richard ni afirmaba ni desmentía. A pesar de su sequedad y ser escueto en palabras, Draco le guardaba un especial aprecio.

-¿Todo bien ahí dentro, Richard? –preguntó Draco dándole una palmada en el hombro.

Richard sólo hizo rodar sus pupilas y lanzó un suspiro de resignación. Se giró y emprendió su camino hacia dentro, seguido de Draco.

-Si tú consideras que ver a Avery y a Macnair en una misma mañana es bueno... –contestó sin ganas, acelerando el paso. Draco tuvo que correr un poco para alcanzarlo.

Cuando oyó la ligera observación irónica de su amigo, él no pudo estar más de acuerdo. Si la arrogancia injustificada tuviera nombre, seguramente hubiera sido Macnair. Avery era demasiado patético para ser petulante.

-¿Sabes si el Señor Oscuro está acompañado hoy? –preguntó Draco. No era bueno interrumpir a Voldemort, más de un incompetente estúpido se había llevado la maldición cruciatus por molestarlo, y por muy acostumbrado que estuviera a ella, no le hacía gracia ninguna tener que repetir ese tipo de experiencia.

Un encogimiento de hombros fue la única contestación que recibió de parte de su compañero, que se había parado frente a una puerta de roble, de un tamaño ligeramente más grande que el de él. La golpeó suavemente con los nudillos tres veces. Una voz fría y silbante les respondió desde dentro, susurrando. Su similitud con el sonido de las serpientes era tal que era indistinguible al de un reptil real.

-Draco Malfoy lo espera aquí fuera, mi Señor –le indicó Richard, sin moverse ni un ápice.

Se hizo un momento de silencio que apenas duró un par de segundos, al instante, volvieron a oír el susurro escalofriante.

-Por supuesto, el joven Malfoy ya está aquí... –parecía entusiasmado. Draco se relajó aliviado-. Lo estaba esperando, ¡hazlo pasar!

Richard abrió la puerta y lo hizo pasar. Apenas entró, cerró la puerta con rapidez.

La sala en la que había entrado permanecía en la penumbra, alumbrada únicamente por el fuego de la chimenea. Frente a él, había un sillón alto y negro, con apoyabrazos, y lo único que podía vislumbrar de Voldemort era su mano, de dedos largos y esqueléticos.

-Tan puntual como siempre, Draco –comentó él-. Lucius hizo un buen trabajo contigo, muchacho.

Draco se inclinó levemente, aún sabiendo que Voldemort no podía verlo.

-¿Para qué requiere mi presencia, mi Señor? –preguntó inexpresivamente. No quería que sus emociones delataran los escalofríos que le producía aquel hombre.

Escuchó cómo lanzó una fría carcajada, ausente de sentimiento alguno.

-Tranquilo, Draco –le susurró, con un tono atrayente. Similar a la luz que atraía a los mosquitos para después matarlos-. Acércate, deja que te vea.

Draco dio un par de pasos al frente. Sus ojos escudriñaron la habitación en busca de un hombre encorvado escondido entre las sombras o en alguna esquina oculta. Se sorprendió al ver que no estaba Colagusano.

-¿Así está bien? –preguntó cuando se encontraba justo al lado de la parte izquierda del sillón.

-Ponte al frente –ordenó Voldemort.

Él le hizo caso y se puso justo delante del cálido fuego. La sangre se le heló cuando vio lo que aguantaba en la mano derecha. Una calavera lo observaba desde la nada que habitaba en sus cuencas vacías. Algunas manchas de sangre secas permanecían justo en el hueso frontal y otras se repartían por el maxilar superior e inferior. Le dio la impresión de que era fresco.

-¿Te ha asustado mi amigo, Draco? –inquirió Voldemort con una sonrisa divertida y maliciosa en su boca desprovista de labios. La puso frente a él y la miró directamente en los espacios vacíos que antes habían tenido ojos en su interior-. ¿Qué dices? –preguntó a la calavera, poniendo su oreja en la boca de ésta-. ¿Qué quieres conocerlo?

A Voldemort parecía divertirle hacer esa pequeña conversación con el cráneo humano, como si de Hamlet en la obra de Shakespeare se tratara, aunque Draco dudaba que Voldemort supiera del famoso dramaturgo muggle inglés.

-A petición de mi amigo, Draco, te presento a Barty Crouch –procedió él a presentarlos-. Él es Draco Malfoy.

El rubio se contuvo de estremecerse, aunque sentía el vello de sus brazos ponerse de punta. Se acordaba del caso Crouch. Aunque el Ministerio se había abstenido de airearlo, él se había enterado por su padre que el hijo del jefe del departamento de Cooperación Mágica Internacional, Bartemius Crouch, había sido uno de los más leales mortífagos al servicio del Señor Oscuro... Antes de que, por culpa del incompetente y ya destituido Cornelius Fudge, recibiera el beso del dementor y vagara como un cuerpo sin alma.

-El pobre sufría mucho y no podía hacer nada –explicó Voldemort, en un tono imitado de compasión-. Yo lo liberé por ser tan fiel a mí y a mi causa.

Aunque intentó no fijar sus ojos en la caja ósea, de un blanco sucio y manchada, su mirada quedó atrapada en el cráneo.

-Después de esta improvisada presentación, creo que debo darte alguna explicación por la que te he traído aquí –siguió él, dejando la calavera en una mesita al lado de él, donde, además, había una botella de lo que parecía whisky escocés y un par de copas sucias-. Aparte de porque disfruto de tu compañía y de tu aguda ironía e inteligencia... –de repente, se puso serio y de su cara de rasgos reptiles se borraron todos los signos de diversión y de malicia-. Tengo un trabajo importante para ti.

Draco miró los ojos rojos de pupilas contraídas de Voldemort y esperó pacientemente a que comenzara a relatarle su cometido.

Voldemort esperó unos segundos para crear cierto ambiente de tensión.

-Es tan sencillo como coger a una muggle cualquiera, seducirla, y hacer lo que yo te diga con ella –concluyó él. La sonrisa volvió a formarse en sus labios.

Draco lo consideró rápidamente. No parecía difícil... pero lo podía haber hecho cualquier otro. Y no veía la utilidad que podía tener la misión para Voldemort.

-De acuerdo –dudó un momento antes de volver a hablar-. ¿Por qué yo?

Voldemort rió suavemente, tomando una copa y vertiendo el líquido de la botella en ella. Sorbió un poco y la mantuvo en su mano.

-Vamos, Draco –respondió él, dejando ver el dejo de sarcasmo en su voz-. Sé de tus andanzas y de tus aficiones, y todas tienen cuerpo de mujer. Sé a ciencia cierta que eres un conquistador nato y no puede haber nadie mejor que tú para esto. Sólo, no te encariñes con ella.

Draco sonrió para sus adentros. No podía creer que Voldemort le hablara a él de no encariñarse con una mujer. Como si se hubiera encariñado él con alguna de ellas.

-No lo haré –aseguró él con una sonrisa sarcástica-. ¿Para qué necesita una muggle?

Voldemort lo miró con una media sonrisa en su cara.

-Muy perspicaz de tu parte el querer enterarte, pero hay cosas que es mejor no saber –dijo él en lo que a Draco le pareció una advertencia-. Tiempo al tiempo, muchacho, tiempo al tiempo...

Draco decidió no volver a preguntar nada, temiendo las consecuencias que supondría el hacerlo enfadar.

-Siento tener que decirle esto –empezó Draco, cuidadosamente-, pero he de marcharme. Si me excusa debo empezar a partir de ya.

-Por supuesto Draco, puedes irte –dijo él, cogiendo otra vez la calavera entre sus manos y mirándola, indicándole que se fuera con una mano-. Barty se alegra de haberte conocido ¿verdad?

Su risa desquiciada fue lo último que oyó antes de salir de la habitación.

Fuera aún lo esperaba Richard.

-¿Qué tal te fue? –preguntó casualmente mientras lo acompañaba de nuevo a la entrada de la fortaleza.

Draco sacudió levemente la cabeza y sonrió.

-Como siempre. Presentándome a calaveras y hablando de muggles. Nada especial...

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Seguía sin saber para qué podía querer Voldemort una muggle, pero no era de su incumbencia. Sólo tenía que hacer que Virginia se enamorara de él y seguir las instrucciones de su señor. Nada podía salir mal.

Miró su reloj mágico, totalmente de plata y se levantó de su asiento.

Era hora de hacerle una visita a Virginia.

* * *

Ginny se miró en el espejo.

En su frente había un hematoma amoratado, de los que eran difíciles de ocultar. La hinchazón de su labio tampoco era poca cosa, el corte aún se notaba. Suspiró agotada y buscó su set de maquillaje. Con la brocha intentó cubrir el color purpúreo que llegaba hasta su ojo derecho. La hinchazón duraría un par de días más. Ya la había desinfectado la noche anterior, cuando aparte también había habido un pequeño corte del que salía una gran cantidad de sangre. No se asustó en ningún momento. Había muchos capilares en la cabeza, lo que causaba esa profusión de sangre. Después de aplicar dos o tres capas de polvos, el morado quedó bastante bien disimulado y la hinchazón no se notaba demasiado. El labio no iba a conseguir taparlo, podía disimularlo o hacerlo parecer una herida menor, pero no iba a desaparecer. De todas maneras, no le preocupaba demasiado, nadie iba a reparar en ello. Ahora que no había instituto, nadie se preocupaba por ella. ¿Qué más daba?

A su mente, vinieron las vecinas. Esas viejas chismosas darían lo que fuera por armar un buen follón. Llamarían a la policía acusando de malos tratos mientras se hacían las compungidas ante los oficiales, diciendo que habían esperado mucho tiempo para salvar a la pobre niña de los maltratos de aquellas personas sin corazón. Y Virginia no pensaba permitir que sintieran una compasión hipócrita por ella. No necesitaba la ayuda de nadie para sus problemas, ella se bastaba sola.

-Tengo que taparlo –pensó, viendo la herida cicatrizada en su labio inferior.

Tardó unos 10 minutos en hacerlo. Al mirarse en el espejo, pensó que ya no se notaba demasiado la paliza de ayer. Sus ojos se ensombrecieron al recordar lo demás. Se levantó la camisa un poco y vio las marcas violetas y las cicatrices surcando su blanca piel, como la suciedad manchando el agua limpia del río. Volvió a cubrirse el abdomen, desviando su mirada. Aunque no fuera ético, prefería ignorarlas y olvidarlas. Obviar el hecho de que existían.

Ese día, su ropa era simple, bastante usada. No solían comprarle ropa a menudo, sólo cuando veían que algo le quedaba demasiado corto o no le entraba ya. Llevaba una camiseta blanca lisa de media manga, que le quedaba demasiado ajustada por el pecho, evidentemente porque el tiempo también había pasado para ella, y más ancha por el vientre; y unos pantalones vaqueros muy desgastados que, por suerte, eran unos de los pocos que no le venían cortos. Sus zapatillas eran unas deportivas baratas blancas sin ningún diseño y de marca desconocida.

Pensaba salir, pasear un rato o coger un autobús e ir a ver el Támesis. Cualquier cosa era preferible a la posibilidad de quedarse en su casa. Miró por la ventana para ver como estaba el tiempo y se sorprendió gratamente cuando vio a un apuesto rubio enfrente de su casa. No sabía si la esperaba a ella o no, pero le alegraba verlo.

Bajo las escaleras y salió de su casa sin decir ni una palabra. Era miércoles y Diane no trabajaba ese día. Se quedaría todo el día en su cuarto con William, haciéndolo como perros en celo. Hizo una mueca de asco al imaginárselo. Abrió la puerta y la cerró procurando no hacer ruido, aunque sabía a ciencia cierta que no podían escuchar más que sus propios jadeos.

Allí afuera se encontraba Draco, con las manos en los bolsillos de su pantalón, más casual que el día anterior pero con estilo. Aunque no lo mostrara abiertamente, apestaba a dinero. Si Sean lo viera, probablemente lo dejaría sin ropa y sin cartera.

-Buenos días, Virginia –saludó amablemente al verla salir por la puerta.

Ella murmuró un hola mientras se acercaba vacilante hacia él.

-¿Qué haces aquí? –preguntó sin rodeos, con la cabeza ladeada para evitar que se la viera bien.

Él sonrió y sacó una de sus manos para apartarse un par de mechones rubios que le cubrían los ojos.

-Me caíste bien y hoy me apetecía verte –contestó con simpleza. Después frunció el ceño levemente con preocupación-. También quería pedirte perdón por si te molestó lo que hice ayer. Te juro que no tenía esa intención.

Ginny se giró y lo miró a la cara. Sonrió al ver su inquietud.

-No hay problema –contestó. Sus manos permanecían quietas a sus lados-. Ya no importa.

En su cara se formó una mueca de alivio que cambió rápidamente cuando sus ojos grises se posaron en su labio. Movió su mano derecha tentativamente y la acercó a su labio inferior, rozándolo. Ella se echó hacia atrás, siseando algo demasiado fuerte incluso para Sean mientras se cubría la herida con su índice. Draco se acercó más a ella y la aguantó por los hombros para evitar que se fuera más lejos.

-De acuerdo, lo he captado –dijo él intentando que ella lo mirara a los ojos-, te duele, no lo volveré a hacer. Sólo dime como te lo has hecho.

Ella dijo algo más entre dientes mientras se chupaba el corte con suavidad para calmar la punzada de dolor que permanecía latente en su piel. Desfrunció el ceño que se le había formado inconscientemente ante el imprevisto toque. Decidió dominar el dolor, como siempre hacía. Miró su hombro y se percató de la mano pálida de dedos largos y finos que la sujetaban. Dirigió su mirada a la gris de Draco. Sus ojos estaban a escasos centímetros de los de ella... Al igual que sus labios... 

-No es nada importante –explicó aumentando la distancia entre ambos-. Ayer de camino a casa me caí y... bueno, ya me ves –sonrió como lo haría una inocente niña de tres años mientras entrelazaba sus manos nerviosamente por detrás de su espalda, temiendo que él le descubriera la mentira-. Parece ser que las caídas son mi especialidad ¿No crees?

Internamente, se sorprendió a sí misma. Se estaba excusando ante alguien a quien conocía de apenas unas horas. No estaba actuando como solía hacerlo. Quizás era debido a la confianza que le inspiraba Draco. Quizás porque era la única persona que se había preocupado por ella en mucho tiempo...

-Si tú lo dices... –contestó él no muy convencido. Observó fijamente su cara y ella al notarlo se giró.

-Si quieres algo, dímelo ya. Pensaba ir a ver el Támesis –contestó ella, algo más fríamente-. Si quieres venir acompáñame al autobús, si no tienes tiempo no hace falta que vengas. Suelo ir a menudo yo sola.

Draco sonrió y le tendió la mano.

-Estaré encantado de acompañarla a ver el río. Creo que debería cogerme la mano para que pueda aguantarla en caso de caída –ofreció él.

Ella lo miró dudosa y tras un momento de reflexión respondió:

-No creo que vuelva a caerme, de todas maneras gracias por la oferta –pasó de largo y lo instó a seguirla.

La parada no estaba muy lejos.

* * *

Virginia estaba sentada a su lado en el asiento del autobús, mirando con expresión cansada el paisaje gris y monótono que se podía divisar a través de la ventana rayada y sucia. Si por él fuera, nunca estaría sentado en ese asiento mugriento e incómodo. Consideraba cualquier medio de transporte muggle, exceptuando, por supuesto, las limusinas y los jets privados, de baja calidad y muy lentos en su propósito. No sólo eso, no podía tolerar el contacto social con marginados muggles y parias de la sociedad moderna.

Miró inquisidoramente la gente que lo rodeaba. Justo enfrente, podía ver un tipo de unos sesenta años, aunque la barba larga y sucia lo hacía parecer incluso más viejo. Éste, al notar su mirada, sonrió ampliamente de forma lasciva mirándolo de arriba a abajo, mostrando una hilera de dientes inexistentes, y algunos que aún quedaban partidos y negros. Genial, pensó asqueado, aparte de ser un viejo y sucio vagabundo sin estilo ni higiene bucal era homosexual.

Por detrás, los espiaba, o más bien miraba ansiosamente a Virginia, lo que él consideraba el típico cuarentón medio con una vida sexual frustrada, un divorcio en progreso y varios niños manipuladores a los que mantener. Los pequeños y brillantes ojos nerviosos del hombre la contemplaban como si la intentara desnudar con la mirada. Draco hubiera jurado que el hombre se había acercado la mano derecha a... ¡Oh, Dios!

Draco reprimió la oleada de asco que amenazaba con sacudirlo. Ciertamente, había visto cosas mucho peores en misiones para mortífagos. Su trabajo no le permitía ser escrupuloso. Aún así, el patetismo de una sociedad media corrompida le daban ganas de vomitar. ¡Si hasta Colagusano tenía más dignidad!

Al notar que el individuo aún la miraba, colocó su brazo suavemente sobre sus hombros, en un intento de protegerla de la mirada penetrante del personaje. Si iba a ser su conquista, no permitiría que la mirara de esa manera cualquier muggle desesperado. Ella se sobresaltó al sentir el peso de su brazo sobre su espalda.

-¿Qué estás haciendo? –siseó con el ceño fruncido. Ni siquiera el enfado quitaba belleza a sus facciones. Él sonrió.

-Haz como si fueras mi novia –le susurró él. Ante la cara de desconcierto y negación que le mostró ella, él procedió a explicarse-. Ahí detrás hay un tipo que no para de mirarte y me temo que si cree que estás sola y que yo no te conozco de nada, en cuanto bajes es capaz de perseguirte o violarte.

Ella miró hacia atrás de reojo. Arrugó la nariz al descubrir la cara de poseso que tenía el hombre. Se llevó su mano a la cara, mientras negaba lentamente con la cabeza incrédulamente.

-No puedo soportar a esa clase de hombres –sus ojos reflejaban furia y enfado contenido-. Nadie puede caer más bajo.

Clavó sus ojos color chocolate en los de Draco. Draco mantuvo la mirada y el brazo en su posición. Se estaba empezando a acostumbrar a la sensación y no le desagradaba para nada la calidez que emanaba de ella.

-De todas maneras, nunca hacen nada –replicó ella, aún mirándolo-. Este no llega ni a abusador, lo único que hace es mirar y tener fantasías sexuales con chicas adolescentes –reprimió un escalofrío interno cuando cayó en la cuenta de que ella estaba dentro de las fantasías de ese tipo-. No hace falta que hagas eso. Ya he lidiado con tíos como ese y peores sin ayuda.

Aunque había captado la sutil directa, ya que a algo tan contundente no se  lo podía calificar de indirecta, no hizo ademán alguno de moverse.

-Cabe la posibilidad de que éste sea la excepción que confirma la regla –repuso Draco. Sus ojos brillaban divertidos-. Por si las dudas, mejor me quedo así. Además, tampoco te desagrada tanto mi compañía ¿no?

Ella permaneció unos segundos mirándolo a los ojos. Apartó la mirada con indiferencia al ver que la decisión seguía dibujada en sus pupilas.

-Haz lo que quieras –murmuró, acomodándose para poder seguir mirando la ventana-. No me importa.

Sonrió sarcásticamente para sí mismo. Tomando terreno con una simple excusa. Iba a ser más sencillo de lo que imaginaba.

* * *

El río Támesis era algo que fascinaba a Ginny. El movimiento suave y tranquilo, a pesar de toda la intranquilidad de coches moviéndose a toda velocidad y viandantes andando rápidamente mientras hablan por sus móviles totalmente estresados a su alrededor, mantenía siempre su ritmo suave. El flujo del agua se movía en un tiempo ajeno al del mundo real, viviendo en su propia sinfonía manejada por un Brahms invisible al son de una música tan perfecta que ningún humano podía igualar. A lo único que podía considerar su igual, su alma gemela, era a esa vasta extensión de agua que siempre estaba ahí. Cuando había estado a punto de acabar con todo, él la había consolado con su suave arrullo; cuando las cosas iban mal, él la reconfortaba con su presencia. Nunca la defraudaría...

-¿Virginia?

Virginia cambió el rumbo de su mirada. A su lado derecho, sentado en el banco junto a ella, Draco tenía sus brazos extendidos, apoyados en la parte superior del asiento, en posición indolente pero con una bonita sonrisa agraciándole el rostro.

-¿Siempre te abstraes tanto? –preguntó echándose levemente hacia delante, acercando su cara a la de ella.

-Sólo de vez en cuando –repuso, volviendo a mirar las pequeñas olas que se formaban en la superficie acuosa-. Me gusta tener mis momentos.

En la cara de Draco se formó una expresión de disgusto mientras volvía a apoyarse en el banco. Odiaba que no le hicieran caso cuando él intentaba empezar una conversación.

Lo que parecía sencillo, estaba empezando a ser más complicado de lo que debía en un principio. Le estaba entrando prisa por conseguirla, no soportaba que una mujer no se percatara de su presencia cuando debía ser al revés. De acuerdo, sólo la había visto dos días y para una persona normal, eso no sería suficiente para enamorar a alguien... Pero Draco NO era una persona normal. ¿Quién podía culparlo de ser tan guapo y tener tanto carisma? (El que no utilizara su carisma con todos los del grupo de Harry voy-de-bueno Potter no quería decir que no lo tuviera) Ninguna mujer podía resistirse a sus encantos, y si Virginia tenía sangre en las venas y no hidrógeno líquido, ella no sería la excepción.

-Será porque nunca has tenido con quien compartirlos –Draco se acercó más a ella. Suavemente, puso una de sus manos en las suyas, que descansaban apaciblemente en su regazo-. Sé que apenas te conozco –susurró él, poniéndose serio-, y que no sé nada de ti... Pero, desde el primer momento, me has atraído y quiero estar contigo.

Virginia tenía los ojos abiertos en shock. Sabía que significaba ese tipo de reacción en una mujer y en lo que desembocaba. Ella abrió la boca un par de veces, como intentando decir las palabras adecuadas, pero seguramente no era capaz de responder. No podía permitir que la indecisión ganara la batalla y por ello se acercó a ella mientras ésta seguía pensando.

-Déjame intentarlo –murmuró Draco con voz seductora antes de aprisionar los carnosos labios de Virginia con los suyos propios.

El movimiento que realizaba Draco era gentil y amable, increíblemente dulce. Aunque ella quería apartarlo, su cuerpo no respondía en coordinación con su cerebro. Su subconsciente había tomado el control y en ese momento no pensó en nada más que en lo bien que se sentía el contacto. El beso de Sean la había asqueado hasta lo más profundo. En cambio, el de Draco era como tocar el cielo y bajar repentinamente. Abrió la boca tímidamente para profundizar la sensación que se estaba formando en su estómago.

Draco, por su parte, empezó a disfrutar de su suavidad y cuando ella partió sus labios para dejar entrar su lengua creyó que se le habían abierto las puertas del paraíso. Gimió ahogadamente mientras tocaba su lengua con la suya propia, enrollándola en una danza sensual. Se notaba la inexperiencia de Virginia, pero la condenada lo hacía genial simplemente llevándose por la intuición. No estaba mal para una principiante, pero él tenía mucho más que enseñar. Apoyó una de sus manos en su cadera y la otra la subió a su cintura para después apretarla contra él.

No supo que es lo que había echo mal, pero nada más imprimir un poco de presión a su mano ella se sobresaltó y se alejó de él como una gata asustada. Casi no tuvo tiempo a reaccionar al rechazo tardío y quedó parado, congelado en su sitio. Virginia se había alejado y se apretaba el costado con su mano izquierda.

-No puedo –dijo Ginny terminante mientras se levantaba del banco-. Dudo que esto sea posible.

Draco reprimió las ganas de cogerla por los hombros y besarla por la fuerza. Se mantuvo relajado y puso su mejor cara de triste decepcionado.

-Ya te lo he pedido antes, déjame intentarlo –rogó él, levantándose también y acercándose a ella lentamente.

Ella negó con la cabeza y miró hacia otra parte, intentando parecer fría o al menos impasible.

-No es por eso –contestó ella. Observó como se mordía el labio inferior al acercarse él. Estaba nerviosa. Eso era buena señal.

-Sí que lo es –se reafirmó él a sí mismo. La abrazó, notó que se llevaban un poco más de media cabeza de diferencia. Dócilmente, acarició las hebras de pelo rojo oscuro que se encontraban al alcance de sus dedos-. Déjame mostrarte que te puedo ayudar.

-No puedes –habló con el mismo tono de voz frío e impasible que había utilizado en la anterior frase. No intentó siquiera liberarse de sus brazos-. Nadie puede. Nadie se ha molestado y no creo que tú vayas a ser el primero.

Draco rodó sus ojos con expresión de fastidio. Mira que era pesada. ¿Por qué no podía lanzarse a sus brazos y besarlo hasta el cansancio como las demás? Para ella había que hacer el numerito de chico dulce y encantador. Estaba empezando a exasperarle la función y los ruegos. Un Malfoy suplicando era algo definitivamente falso. 

-Nunca lo sabrás si no me dejas demostrártelo. Vamos a intentarlo.

Notó como se tensaba al decir lo último. Se temía que fuera a rechazarlo de nuevo, pero sorpresivamente se relajó a los pocos instantes.

-De acuerdo –accedió ella. Se alejó de él y le sonrió suavemente-. ¿Puedes acompañarme a mi casa?

* * *

Virginia entró en su habitación. Afortunadamente, William y Diane no habían notado su ausencia.

Se sentía bien. El día había sido maravilloso y Draco hacía que por una vez en su vida se alegrara de estar viva. Era como renacer.

Cuando Draco le había propuesto eso al principio se había asustado. La única persona a la que había guardado aprecio en su vida la había abandonado y no es que le tuviera rencor a Elizabeth, pero se hacía difícil confiar en alguien cuando las cosas siempre habían sido difíciles y cuando nadie te mostraba apoyo. Pero debía seguir adelante. No todo el mundo era así y seguro que habían personas buenas a su alrededor. Por eso quería confiar en Draco.                          

Aunque era verdad que no le amaba, se sentía atraída hacia él y eso bastaba. Con su ayuda sería mucho más fácil aguantarlo todo.

-Después de todo, el roce hace el cariño –pensó, dibujando en sus labios una pequeña sonrisa.

Se tiró a su cama y suspiró. Iba a dormir toda la noche de un tirón. Cerró los ojos, olvidándose de que aún estaba vestida. Esa noche ya no tendría pesadillas.

-Uuhuu.

El ulular de un búho la hizo abrir los ojos de par en par. ¿Qué hacía un búho en mitad de Londres? Y más importante aún ¿Qué hacía un búho dentro de su habitación?

Escaneó la habitación hasta que reparó en una figura que extendía sus alas de plumas pardas. Se acercó hasta ella y vio una carta atada a su pata.

-¿Para mí? –le preguntó al búho, sabiendo que no podría responderle. Para su sorpresa, el búho se acercó a ella y le tendió la pata.

Extrañada, cogió el sobre entre sus manos y al instante siguiente, el búho salió volando a través de su ventana dejando una estela de plumas ocres en su camino.

Observó la dirección que ponía el sobre en una tinta verde reluciente:

Srta. Virginia Weasley  El cuarto color púrpura Painny Street 7

Londres

 

-Si yo me llamo Virginia Mells –se quejó al leer la dirección. Aún así, no podía negar que habían acertado en la mayoría. ¡Si hasta incluso ponían el color de su cuarto! Probablemente, se hubieran equivocado sólo en el apellido, ya que no había ninguna otra casa en Painny Street con el número 7. Rompió la solapa lacrada y se extrañó al sacar de la carta dos trozos de pergamino gruesos y amarillentos. Estaba dispuesta a admitir que no había recibido carta alguna en su vida y menos por vía lechuza, pero estaba segura que las cartas solían estar escritas sobre un folio normal y corriente.

Las abrió para comprobar su contenido y sus ojos se abrieron como platos cuando empezó a leer.

COLEGIO HOGWARTS DE MAGÍA Y HECHICERÍA

Director: Albus Dumbledore

(Orden de Merlín, Primera Clase,

Gran Hechicero, Jefe de Magos,

Jefe Supremo, Confederación

Internacional de Magos)

Querida Srta. Virginia Weasley:

Nos place informarle que su sexto curso en el colegio Hogwarts comienza el 1 de septiembre. Esperamos que lea la carta adjunta para saber del equipo que necesita en su nuevo año.

El Expreso de Hogwarts saldrá desde el andén 9 ¾ en la estación de King's Cross. Esperamos la confirmación de su plaza antes del 31 de julio.

Muy cordialmente,

Minerva McGonagall

Directora adjunta

Cogió la otra hoja y se extraño más aún cuando empezó a leer cosas como caldero reglamentario de peltre, túnica normal de trabajo, "Historia de la magia"...

La tiró sobre la cama. Había sido una absurda broma de algún estúpido o algo por el estilo.

Se acercó a la ventana donde ya el cielo se había oscurecido convirtiéndose en morada de aquellos puntitos destellantes llamados estrellas y de la gran hechicera, la luna. Frunció el ceño mientras dejaba que el aire, que era ligeramente cálido, le diera en la cara. ¿Qué se había creído el estúpido creador de la broma? ¿Qué por llevarle la carta en un sobre lacrado y de la pata de un búho iba a hacerle creer cualquier cosa que le pusieran? Que estúpido...

Aún así, y aunque la conclusión a la que había llegado le parecía de lo más convincente, su mirada se desvió ligeramente hasta los pergaminos que se hallaban sobre la cama colocados de cualquier manera y sin ningún cuidado.

Se acercó algo vacilante y volviendo a mirar aquellos trozos medio arrugados, los dobló cuidadosamente y los guardó bajo su cabecera.

Nada más ponerse la camiseta larga con la que dormía, se acostó, apoyando la cabeza sobre el cojín descolorido al que llamaba almohada. Deslizó su mano por debajo de ellos para poder volver a notar la textura rugosa de la carta.

-No sé si ha sido por una estúpida broma, pero al menos es mi pasaporte de escape del infierno. Puede que algún día sea sólo un recuerdo del que reírse –se comenzó a decir, con los ojos ya medio cerrados por el sueño-, más ahora es la promesa de un mundo mejor para mí.

FÍN CAPÍTULO 3.

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Notas de autora: Hi, there! Como está todo por ahí? Yo ya estoy medio estresada por los deberes, pero los superaré!

*Risa maníaca de minina vampira* JAJAJAJAJA ç======== (A eso lo llamo locura post-vacacional -_-´)

Antes de que protesten, con este capítulo lo que he querido demostrar es la rapidez que se emplea en la actualidad para liarse o enrollarse con alguien. (y si no se lo creen tengo un par de amigas que pa qué). Como he recalcado por ahí, no es amor ni mucho menos lo que ahí de por medio. Al menos aún no... JAJAJAJAJAJAJA (Ahí vamos otra vez...)

Aviso que aún quedan muchas cosas por ocurrir y a mí no me gusta poner las cosas fáciles. Como digo yo, si las cosas son fáciles no hay reto en hacerlo...

Por cierto! Malkavian Kirie Croiff me ha propuesto una idea muy buena. ¿Qué os parece si abro una lista de mails para avisar de las actualizaciones? Quién quiera pertenecer a la lista sólo tiene que decírmelo por e-mail o por review. El mío es Catty_Shenka@hotmail.com, sólo pa quien no lo sepa aún. Ahora... CONTESTACIÓN DE REVIEWS

Lian2: Me alegro que te haya gustado lo que hay hasta ahora de este historia! Y muchísimas gracias por ponerme en favoritos. Prometo esforzarme cuanto pueda para cumplir con todas vuestras expectativas ^^!

Jeru: Tengo que coincidir contigo en que un buen final puede arreglar o fastidiar una buena historia. Aún recuerdo cierto libro de lenguaje que me mandaron leer y que tenía un final que fastidio toda la buena narrativa que tenía el libro... Yo ya ni sé como me salió Josephine. Hasta yo al principio creía que iba a ser una mujer... pero sé me vino a la cabeza esa idea y me pareció una bastante buena. En cuanto a la personalidad de Draco... es mi favorita! La de cabrón-consigo-todo-lo-que-quiero es genial! Me encantan los chicos malos º¬º. Y lo de Ginny OOC, hay que tener en cuenta que no ha pasado por las mismas circunstancias que la Ginny del libro y que la vida e infancia que tiene uno marca el carácter. Espero que te siga gustando este capítulo!

Yaiza: Es que no quería ponérselo todo tan fácil a Draco, aunque en este capítulo el cree haber conseguido su meta, quizás Ginny no es la chica que él creía y no cuento más porque ya lo leeréis. Sabía que la escena de William iba a impactar... No sé si me quedó lo suficiente realista pero creo que nos sitúa bastante. Me costó bastante de planearla pero después casi se me iban los dedos del teclado ^^UU. Y no recibe acosos sexuales, al menos de parte de William por lo que le dijo el extraño en el primer capítulo, y sean es tan patético que no cuenta ¬¬XXXX. Se nota que no me cae bien Sean? Ojalá te vaya gustando la idea de la trama, pero esto apenas acaba de empezar!

Malkavian Kirie Croiff: Como me alegra leer tus reviews! Pues sí que me alegra que llegaras hasta el capítulo y tienes muchísima razón con lo de los exámenes. He llegado a salir de algunos en los que me parecía que se me había licuado el cerebro y me estaba empezando a salir por la oreja, sobretodo en los de física y química, pero después salgo tan orgullosa de ellos que merece la pena. Y tus reviews son de los más largos que he recibido, me alegran muchísimo! Y ya sabes lo que dicen... a buen entendedor pocas palabras bastan. ¿En serio te gusta? Viniendo de ti eso sí que es un cumplido, porque para buenos fics el tuyo (aprovecho para hacer publicidad, aunque supongo que ya todo el mundo lo conoce "El treceavo poder" no se lo pierdan) Y he hecho caso a tu idea y lo he propuesto lo de la lista de e-mails! Tú ya estás dentro no? Espero que subas pronto tu próximo capítulo!

Mayumi: Realmente es un halago para mí que leas este fic a pesar de que no te guste Ginny. Creo que cada cual tiene sus gustos y libertad para expresarlos. Justamente William es un personaje que odio pero aún así me interesaba hacerlo, representa lo que yo considero la cobardía y los malos tratos. Lo de porque estaba allí Draco ya estaba aclarado no? Andaba buscando víctima ^¬^. Lo de quien la secuestró es una parte importante de la trama y espero que no se descubra hasta el final. No voy a decir mucho a parte de que el trío maravilla sí que existe y aparece y que lo del segundo año lo tengo todo previsto. Me gusta pensar en todo! Pero todo se descubrirá poco a poco, porque, si no ¿dónde está la gracia de una historia?

Luthien: Por supuesto que la terminaré! O eso, o no duermo durante el resto de mi vida. O_o A ver que tal te parece este capítulo.

Con esto ya lo he dicho todo! Sólo que por favor piensen lo de los e-mails y que no se olviden de dejarme algun review por muy cortito que sea.

Ja ne!