Disclaimer: He dicho, repito y vuelvo a repetir hasta la saciedad que nada de lo que escribo me pertenece. Exceptuando a Audric, Richard y demás gente que aparecerá por ahí en medio para liarlo todo un poco más aún ^^UUU.

Dedicatoria: Go on Malkavian! Y de nuevo y creo que hasta el final de este fic la dedicatoria va para... Malkavian Kirie Croiff! A ver si actualizas que estamos esperando tu fic!

Nada más que decir por ahora, adelante!

5. Nuevo mundo, viejas guerras

La habitación parecía más llena ahora. En ella apenas había habido un armario pequeño, una cómoda, una mesita de noche y una cama donde ahora reposaba ella. Quizás era su presencia cálida lo que llenaba la habitación, pero lo fuera o no, Dumbledore la notaba diferente.

Su vista cansada volvió a recaer en la chica. Nada más haberse aparecido con ella, a pesar de las insistencias de Virginia por saber que era lo que ocurría, la hizo tumbarse en la cama de una de las habitaciones que nunca eran utilizadas en esa casa. Fue tocar su cabeza la almohada y quedarse automáticamente dormida.

Gracias a Dios, en esta casa estaban a salvo. Su apariencia exterior mostraba una pequeña casita de pescador a la que no se acercarían muggles (¡Por Merlín, que esos hechizos repelentes eran muy eficaces!) y de la que no sospecharía ningún batallón mortífago. Tampoco es que se fuera a dar el caso de que la encontraran, ya que Dumbledore se había tomado la molestia hace muchos años de hacerla inmarcable. Sólo unas selectas personas sabían de este pequeño escondrijo y estaba seguro de que no lo revelarían. También había que decir que su interior traicionaba las apariencias. Esta "pequeña casita" contaba con cinco pisos y cincuenta habitaciones desocupadas, aunque ahora sólo serían cuarenta y nueve. Aparte tenía ciertos pasadizos e instalaciones que la hacían verdaderamente útil.

Pero por muy a salvo que estuvieran, no había podido sanar totalmente las heridas que si hubieran llegado a infectarse podrían haberla matado sin necesidad de ningún mortífago. No eran lo suficiente recientes como para sanarlas con un hechizo. Al llegar, había calculado que habían sido hechas hacía unas cinco horas aproximadamente. Le preocupaba el que hubieran sangrado durante ese tiempo, porque cuando él la encontró de sus cortes aún manaba sangre.

La pérdida de plasma la había dejado bastante pálida, y ahora parecía una figura fantasmal, con los ojos cerrados y sin moverse casi nada. Se deducía que estaba viva porque su pecho se movía al ritmo de su respiración.

Dumbledore sacudió la cabeza mientras rememoraba los hechos del día. No habían dejado de ocurrir extraños acontecimientos. Esa mañana se había levantado de madrugada porque había solicitado una visita a los centauros del Bosque Prohibido de Hogwarts en busca de ayuda y finalmente accedieron a "hablar" con él, pero ya se los conocía, no fueron de lo más cooperativos y se hicieron bastante de rogar para soltar unas cuantas palabras. Gracias a Dios y a su insistencia y buena elección de palabras, uno de ellos al final habló con esa mirada soñadora y abstraída que tenían muchos de los de su especie:

"La tigresa roja llegará a un nuevo mundo que no es más que una vieja civilización rota por sus caprichos. Su destino ha empezado a dibujarse desde que se encontró con el águila que esta noche indirectamente hará que aparezca en un lugar que es el inicio de todo mago y lo único que queda de ellos cuando ya no están".

Él ya sabía de antemano que los centauros únicamente sabían hablar en forma de profecías, ya que de lo único que dialogaban con relativa normalidad era sobre el estado del tiempo y el aspecto de las estrellas. Claro que, a veces, parecía que lo hicieran a conciencia para hacerse los interesantes y realmente creería que por eso lo hacían si no supiera de sobra que los centauros eran incapaces de ser frívolos.

Nada más oír lo que le habían dicho empezó a analizar cada una de las palabras para intentar conseguir algo en claro. Supuso que una persona, con certeza una mujer o, en caso de que no fuera humana, hembra, con cierta característica "roja" aparecería esa noche. Probablemente se refiriera al cabello, pero no podía asegurarlo, también podría ser el pelaje, el color de la piel o incluso las pupilas. A ver quien era capaz de asegurarse teniendo como fuentes de información seres tan imprevisibles e impredecibles. Pero aunque eso quedara parcialmente aclarado, aún quedaba el resto de la declaración. Aunque había intentado relacionar el águila con Rowena Ravenclaw, al final no tenía sentido, así que decidió dejar de lado esa palabra para averiguar el lugar donde aparecería.

Cuando llegó a la parte del inicio de todo mago, supo instantáneamente que hablaba de una varita. Después de todo era más que evidente la relación. A pesar de que varitas vendían en muchos sitios, el más antiguo de todos los establecimientos que las proporcionaban era Ollivander y sabía que allí aparecería quien quiera que fuera.

Podría haber partido de inmediato, pero por lo que le había dicho el centauro llamado... ¿Firenze? Sí, Firenze era el nombre de aquel centauro... Según él, esa persona no llegaría hasta la noche. Por eso, espero hasta que fueran las doce para aparecerse en un punto cercano a Ollivander, y allí estuvo deambulando hasta lo que sería aproximadamente las dos y media de la mañana. Y fue en un tiempo muy cercano a ese cuando la vio justo en la esquina enfrente de la renombrada tienda de varitas, sentada en un punto donde hacía unos segundos no había habido nadie. Y al ver aquellos cabellos rojos cubrirle la cara ,porque por muy oscuro que fuera, un pelo como el suyo se distinguía, y aquellos pergaminos a su lado con el emblema de su propia escuela, supo sin lugar a dudas quien era la tigresa roja. Después de años de frustrados intentos de búsqueda, allí enfrente de él se encontraba Virginia Weasley, y la carta de Hogwarts al lado de ella lo confirmaba, por mucho que ella dijese apellidarse Mells.

En un principio, pensó que sería mucho más sencillo convencerla de que lo acompañara, pero era más desconfiada de lo que pensaba y muy, muy sarcástica. Incluso le había recordado a cierto profesor malhumorado... Pero después de un par de peticiones amables aceptó. Recelosa, pero aceptó. Mas al ver esos cortes que recorrían su torso y su espalda sangrando, se alarmó de inmediato. Aún así, y a pesar de querer ayudarla, ella se deshizo de él y siguió andando con sorprendente normalidad para su estado, como si la suya fuese una situación corriente. Aunque demostrara su resistencia, no podía evitar entristecerse al imaginar las cosas por las que había tenido que pasar Virginia. En un par de zancadas de sus largas piernas, la cogió por los hombros y después de un par de pasos, la hizo aparecer junto a él en la habitación en la que ahora reposaba apaciblemente como la viva imagen de un resucitado. Había intentado preguntar como había aparecido allí, pero él no la dejó y la hizo tumbar. Y en el momento de sanar sus heridas, no pudo más que hacerlo aplicando un par de pociones a los tajos abiertos y vendándolos, solución que no era ni la mitad de eficaz que el hechizo sanador. Desgraciadamente, en el corte que abría verticalmente la piel de su torso, quedaría una cicatriz. No podía hacer nada para quitarla porque, como ya era por todos sabido, no existía ningún hechizo para eliminarlas.

Se alejó de la habitación, sólo deseando que a partir de ahora las cosas mejoraran para Virginia.

* * *

Draco miró la multitud de mortífagos que lo rodeaba con pasividad. Apenas eran las cuatro de la mañana y él había tenido que levantarse para realizar  una misión planeada a última hora por órdenes del Lord Oscuro.

Por qué demonios no podían realizar estas misiones a las dos de la tarde, después de haber hecho la digestión reposadamente seguía siendo un misterio para él. Después de todo, en tiempos de guerra, nadie dormía. La gente se esperaba los ataques tanto a las doce del mediodía como a las seis de la mañana. El que lo hicieran en la noche no es que incluyera un gran factor sorpresa, pero como eran órdenes de Voldemort nadie reponía nada.

Por culpa de esas mismas órdenes ahora se encontraba en una de las bahías cercanas a una ciudad no muy conocida llamada Ardgloom. El plan inicial era atacar y matar cuantos muggles y magos hubieran en las ciudades cercanas.

Aunque no esperaban ninguna oposición, ya que nadie de la resistencia conocía sus planes, frente al batallón del que Draco formaba parte había numerosos seguidores del grupo de Dumbledore.

No era ningún secreto para Draco que algunos mortífagos eran agentes dobles para el lado contrario, pero la rapidez con la que transmitían los planes era algo que iba más allá de su entendimiento.

A su alrededor podía escuchar los murmullos enfurecidos de varios de sus compañeros, pero ninguno se movía de su sitio. Esa tensión antes de una batalla parecía tenerlos prisioneros con su canto imperceptible, como las canciones de las sirenas encantaron a los marineros de Ulises en la Odisea. Ninguno de los dos bandos levantó sus varitas y demás armas hasta que en su propio grupo escuchó el grito de la comandante Elle O'Toole.

-¡MORSMORDRE! –la voz femenina se alzó por encima de todos los murmullos. De la punta de la varita de la mujer rubia salió de un color verde cegador la tenebrosa calavera con la serpiente saliendo de su boca de dientes partidos.

Como un resorte, todos echaron a correr hacia delante en pos del enemigo, convocando cuantos hechizos útiles podían recordar a un ritmo delirante.

Draco demostró con gran maestría las clases de duelo que había recibido a lo largo de los años, incapacitando a más de una docena de oponentes en menos de cinco minutos y realizando unos cuantos hechizos protectores o escudos para cubrirse la retaguardia. Sus pupilas grises recorrían frenéticamente todo lo que se encontraba delante de él. Los cuerpos asesinados o malheridos empezaban a cubrir el suelo, mezclando el rojo carmesí de la sangre con el verde musgo de la hierba que se hundía bajo sus pies.

Oyó un grito a sus espaldas y se giró justo a tiempo para detener un conjuro envenenador de la sangre. Desechó a la creadora del encantamiento con un "Avada Kedavra" que hizo que cayera derrotada, pero no sin antes haber recibido un corte producido por una daga que le hirió en el hombro.

-Mierda –susurró quedamente al notar el escozor que producía el aire en la recién adquirida herida, pero sin relajarse y volviendo a la carga dejó gravemente herido a un hombre que tendría cerca de unos cuarenta años con túnica de color rojo escarlata, que le permitía distinguir a los miembros del otro bando, y a otro que parecía cercano a su misma edad. La sangre le salpicó en la cara cuando traspasó a otro enemigo más con la espada que llevaba en su mano izquierda. Parecía que a su alrededor todos los oponentes se habían esparcido y se permitió un momento de descanso para mirar lo que ocurría en su entorno. Cercano a él, vio a Richard hiriendo a un hombre moreno en la pierna y dejándolo inconsciente para seguir despachando a los que se le acercaban a gran velocidad. Se giró un segundo apenas para dirigirle una sonrisa sarcástica a Draco, que él respondió con una de las suyas propias.

Entonces la sonrisa que habían dibujado sus labios se congeló cuando enfrente de él vio a su profesor de pociones mirarlo ceñudo mientras lo apuntaba con la varita.

-Draco... – susurró sobrio. Su pecho se alzaba y caía rápidamente, mostrando su estado exhausto. Mechones de pelo negro como el ébano se pegaban a su sien por el sudor-. Estas aquí.

El rubio no mostró ninguna expresión, y clavó su mirada plateada en los ojos del otro hombre. El filo de su espada paralelo al corazón de Snape al igual que la varita del profesor apuntaba el suyo propio.

-Ya sabías que estaría aquí, al lado opuesto –respondió indolente, sin mover ni un músculo, y aunque los gritos de los heridos y de los atacantes no cesaban, el silencio pareció acogerlo en sus brazos-. Ni siquiera parece ser una sorpresa para ti.

Snape no replicó nada. Seguía apuntándolo con su brazo extendido y mirándolo detenidamente de arriba abajo. 

-Ya no pareces el mismo –dijo acusadoramente, inquiriéndole silenciosamente con sus ojos negros-. Voldemort te ha cegado con su poder.

-¿Y qué esperabas? –preguntó Draco con sarcasmo-. ¿Qué de repente siguiera a Potter y a sus amigos?

-No –contestó Snape con su voz autoritaria-. Esperaba que hubieras sido lo suficientemente inteligente para no someterte como un perro a un maníaco por una pequeña parte de sus favores.

Draco rió amargamente ante la réplica de su profesor. Las cosas habían dejado de ser tan sencillas hace mucho.

-Te equivocas, Snape –replicó tranquilamente-. Ya no es poder lo que busco. No todo ocurre como en los cuentos de niños, donde el bueno siempre gana al malo. Nuestra realidad es mucho más compleja.

El profesor de pociones lo sabía, no se molestó en negarlo. Él mismo sabía que todo no era blanco y negro, sino que había una gran gama de matices por el medio. Pero el destino los había puesto frente a frente y por ello no tenían más remedio que enfrentarse.

-Adiós, Draco –Severus iba a hacer un hechizo rápido pero las palabras se trabaron en su boca.

Draco aprovechó para desbloquear el hechizo protector que rodeaba a Snape, desarmarlo de su varita con una patada en la mano y atacarlo justo donde el filo de su espada había apuntado hacía unos segundos. Y aunque creía estar totalmente convencido de lo que hacía, cuando pudo atravesar el corazón de su profesor cambió la trayectoria, reprendiéndose internamente por su falta de convicción, y clavó su espada en el costado izquierdo de Snape, creando una herida que aunque molesta no sería mortal. Nada más sacar su espada de la carne de su oponente, se desapareció del lugar justo cuando la comandante O'Toole anunciaba la retirada.

En aquella bahía no quedaban más que los cuerpos de los muertos y de los heridos, tanto de seguidores de la luz como de mortífagos, y aquella lúgubre marca que se elevaba por encima de las cabezas de algunos cuantos del grupo de Dumbledore que se habían quedado allí.

Snape observó con enfado como aquella serpiente parecía burlarse de él con sus ojos brillantes y esa calavera parecía sonreírle tenebrosamente anunciando el final de alguien. Su propio final.

Maldijo en silencio y miró la herida de su costado. Sangraba bastante, pero sabía que no era mortal. En la tranquilidad que ahora había en el campo de batalla sólo un pensamiento se repetía en su cabeza: ¿Por qué?

* * *

Ginny abrió los ojos y miró al techo sintiendo su cabeza pesada. Parecía que se estuviera realizando un concurso de karaoke en mitad de su cerebro titulado "¿Quién desafina más?".

Sacudió un poco la cabeza para intentar despejarla pero únicamente provocó que los participantes del karaoke imaginario desentonaran más aún en su mezcla de canciones. Al menos se le aclaró la vista, lo que hizo que reemplazase su duda inicial de "¿dejarán de cantar algún día?" por la de "¿dónde rayos estoy?".

Se incorporó en su sitio, pero se detuvo a medio camino notando presión en las costillas. Apartó las ligeras sábanas y miró por largo rato las vendas apretadas fuertemente a sus costados. Por encima no llevaba más que una bata fina de color blanco.

Recordó que William le había cortado con una navaja y que ella se había defendido cuando intentó desnudarla, pero lo que seguía a esa escena hasta llegar al presente era una mancha borrosa en su mente.

Al menos esperaba ver la hora que era y ver cuanto tiempo llevaba fuera de su casa, pero su reloj se oponía a darle esa pequeña información. Virginia miró fascinada como las agujas de su reloj giraban hacia el lado contrario descontroladamente y en ese momento concluyó que estaba pasando algo muy raro. Y estaba decidida a encontrar a quien quiera que la hubiera traído allí y obligarlo a responder a cuantas preguntas quisiera.

Se levantó cuidando de no estirar sus heridas ni hacer ningún movimiento brusco, aún le punzaban los cortes. Observó el exterior por su ventana de medio arco de piedra. La noche se estaba aclarando, pero aún estaba oscuro afuera. Buscando a su alrededor descubrió que su único método de iluminación era un candelabro de tres velas encima de una cómoda.

-¿Es que aquí nadie ha oído hablar de la electricidad? –se quejó mientras lo cogía por la parte inferior hecha de un metal dorado.

Con la mano que le quedaba abrió la gran puerta de madera que, increíblemente no pesaba ni un gramo y se movió en cuanto Ginny la tocó.

-Muy bien, Virginia –se comentó a sí misma en voz alta-. O estás durmiendo o estás delirando.

Ninguna de las opciones le parecía plausible e internamente sabía que únicamente estaba poniendo excusas que de alguna manera corroboraran que ella seguía estando en su mundo normal y lógico.

El suelo estaba tan frío como el hielo y por el aspecto de las paredes a su alrededor sabía que éstas también lo estaban. Por un momento, al ver las piedras de las que estaba hecha la casa o fortaleza o lo que demonios fuera el lugar donde estaba, tuvo la sensación de que había hecho un viaje en el tiempo hasta llegar a la edad media. Sensación que se intensificó cuando al cruzar una de las esquinas se encontró con un corredor lleno de armaduras y altos cuadros.

-Ni delirando ni soñando, estás como una completa cabra –se dijo, ya totalmente convencida de que la paliza de su padre le había echo perder la cabeza.

Aceleró su paso intentando mirar únicamente las llamas oscilantes del candelabro.

Entonces, empezó a oír susurros a su alrededor y de repente vio como algo se movía a su izquierda.

-¿Quién anda ahí? –preguntó girándose hacia ese lado y empuñando el candelabro muy por delante de su cara. Descubrió una chica de tirabuzones  rubios recogidos con un sombrero de plumas. Estaba tan empolvada que su cara parecía la de una muñeca de porcelana. Ella la miró reprobatoriamente mientras sacudía la cabeza. Lo chocante y lo que la dejó boquiabierta fue que se encontraba dentro de un cuadro.

La señaló con su índice izquierdo algo tembloroso mientras la joven con ropajes de alrededores del siglo XII o XIII hizo un sonido de disgusto ante tan descarado gesto.

-Tú... ¡Tú te mueves! –exclamó. Se restregó los ojos varias veces, pero la mujer la seguía mirando desde dentro del óleo.

-¡Por supuesto! –contestó indignada-. Si me quedara quieta todo el día acabaría aburriéndome. Y tengo un nombre –añadió mientras la miraba con rencor-. Soy Lady Vivienne de la corte inglesa y no una vulgar sirvienta como tú.

El miedo y confusión que le había producido el encontrarse con un cuadro parlante se pasó inmediatamente al oír a Lady Vivienne insultarla "cortésmente". Arqueó las cejas y la miró con desagrado.

-No tengo porque escuchar las estupideces que me dice una pintura barata –respondió altiva y bien fuerte para que los demás cuadros pudieran escucharla.

Lady Vivienne abrió la boca con expresión horrorizada pero el shock que le habían producido las palabras "pintura barata" no la dejaban pronunciar ni una vocal.

-Yo... Yo no... Pintura barata... –balbuceó respirando muy aceleradamente. Virginia tenía la certeza de que acabaría hiperventilándose-. ¡Ay, me desmayo!

Ella la miró cínicamente mientras Lady Vivienne caía desmayada muy dramáticamente para llamar la atención del apuesto hombre del lienzo izquierdo, que al instante pasó al cuadro de la desmayada para intentar que se repusiera.

-Muy bien hecho, chica –la felicitó una mujer de pinta menos señorial-. Cree que porque tiene mejor ropa vale mucho más que los demás.

Los personajes de los cuadros seguían murmurando mientras ella pasaba  tranquilamente el pasillo. ¿Qué más daba si los cuadros hablaban? Una cosa imposible más, una cosa imposible menos... Ya eran más o menos cinco o seis los hechos extraños que contaba. Al pasar por el lado de una armadura que la saludó con un gesto militar añadió una más a su lista mental.

Finalmente y después de haber estado recorriendo pasillos oscuros a la luz de un candelabro que, ahora que se fijaba, no goteaba cera, divisó un tenue brillo que salía de debajo de una puerta. Muy bien. Ahora sí que le iban a responder... Aunque no fuera por las buenas.

* * *

-¿Ya te encuentras mejor, Severus?

Snape lo miró furibundo, aún resintiéndose de su lado izquierdo. El hechizo sanador estaba empezando a regenerar el tejido muscular desgarrado por la espada y el proceso no era muy placentero. Gruñó en respuesta mientras apretaba un paño ungido en una poción desinfectante contra otro corte menor en su hombro derecho.

-Supongo que eso es un sí –Dumbledore sonrió medio divertido, vendando el profundo corte para evitar que sangrara mientras el hechizo hacía efecto y ganándose una mirada desagradable de Snape al apretar más de lo debido-. Ahora cuéntame como fue la misión.

Snape tocó tentativo la herida cuando el viejo mago acabo de vendarla  y comprobó con alivio que el dolor se había calmado bastante.

-No era un gran golpe –dijo él, recapitulando en su cabeza los eventos-. Tampoco esperábamos uno grande, pero apenas eran unos cuatrocientos o quinientos, no sabría decirlo por seguro... Aún así creo que nos superaban en número por unos ciento cincuenta hombres o algo así.

Dumbledore asintió mirándolo atentamente y sacudió la cabeza.

-Cualquiera diría que la arrogancia lo hubiera hecho presuntuoso –comentó refiriéndose a Voldemort-, pero aún así sigue intentando pillarnos por sorpresa en vez de atacar avisando con antelación para restregarnos por la cara su superioridad. Debo admitir que es un gran estratega.

-Justamente, al habernos pillado por sorpresa no pudimos reunir a más -corroboró Snape-. Aún tenemos una parte de nuestras fuerzas protegiendo a Potter y sus amigos.

Al ver como Snape fruncía el ceño en desacuerdo, Dumbledore puso una mano reconfortante en su hombro.

-Es necesario, Severus –le recordó él, dándole un pequeño apretón con su mano cansada y mirándolo fijamente con sus ojos azules. Después se sentó en un sofá cercano a la silla donde se encontraba su principal agente-. Sigue contando.

Snape olvidó de su mente el concepto Potter que tanto le hacía perder los estribos para volver a su informe superficial de los hechos.

-En resumen, creo que tenemos alrededor de cincuenta muertos y ciento y pico heridos- concluyó él, después de asegurar que los mortífagos no habían conseguido llevar a cabo su misión principal-. Eso es todo.

Dumbledore lo observó durante un momento. Casualmente, se quitó sus gafas para limpiarlas con una de las mangas de su túnica. Las puso al trasluz cerca de la chimenea para comprobar si quedaba alguna mancha en las lentes.

-¿Seguro que eso es todo? –preguntó marcando la última palabra y con un tono que hacía pensar a Snape que el director era capaz de ver a través de él como de un simple cristal-. ¿Hay algo más que desees contarme, Severus?

Snape se propuso relatarle lo que sabía, pero no encontraba las palabras para empezar y repentinamente sintió su boca seca y su garganta obstruida, como cuando había intentado eliminar a Draco. Sus ojos se desviaron hasta mirar el fuego crepitante en el centro de la habitación.

Leyendo la reacción de Snape, Dumbledore llenó de agua un vaso que había en la mesita y se lo tendió. Él lo cogió y se lo bebió de un trago sin volverse a mirarlo. Entonces pareció recobrar su capacidad para hablar.

-Draco Malfoy ya ha... –pausó por un momento. El pensamiento aún sonaba extraño en su mente incluso habiendo sabido por mucho tiempo que acabaría por ocurrir-. Ya ha recibido la marca. Luché contra él –dijo en un tono que aunque pareciera indiferente tenía una nota de tristeza. Con una mano apretó la herida en proceso de regeneración por encima de los vendajes, recordando la larga espada penetrando en su piel y la mirada apática de su alumno.

Dumbledore lo miró aun cuando Snape no apartaba sus ojos de la chimenea. Tanto el profesor como él mismo sabían que acabaría por ocurrir, aunque aún guardaban una pequeña esperanza para el muchacho.

En otros tiempos ésta revelación hubiera permitido que Draco Malfoy no volviera pisar el terreno escolar, pero con el ministerio en su mayoría corrupto y la gran influencia que podía ejercer Lucius sobre el consejo escolar no servía de nada intentarlo. Solamente recibirían represalias.

Pero eso no era lo que atormentaba al hombre sentado enfrente de él y lo sabía.

-Hay más en el asunto ¿Verdad? –preguntó el director, alisándose la larga barba con una mano y sin apartar su mirada de la figura apenas iluminada del profesor.

Y apenas unas palabras resumieron todas las dudas que Snape tenía en la cabeza:

-No me mató –dijo en un susurro y Dumbledore decidió no hablar más del asunto.

Tampoco tuvo tiempo, porque la puerta se abrió dejando visible a una chica pelirroja con un candelabro en su mano.

* * *

Virginia abrió la puerta, que también era de madera y que tampoco pesaba nada, encontrándose con una habitación muy ancha y con un techo muy alto. Las paredes eran de piedra, pero como cambio el suelo estaba entarimado y la calidez bajo sus pies cuando se decidió a pasar dentro la gratificó bastante. A pesar de las dimensiones del cuarto, sólo tenía un armario en la esquina más apartada y dos sillones y una silla enfrente de una chimenea encendida. En la silla había sentado un hombre de pelo negro con el torso descubierto tapado con vendas al igual que ella que ni se había molestado en mirarla. En el sillón que estaba a la izquierda del desconocido, distinguió un anciano con un sombrero picudo y bastante estrafalario de larga barba que sí que había posado sus ojos en ella. Al instante lo reconoció como la persona que la había traído hasta aquí y los recuerdos la golpearon de repente, mareándola con su magnitud y proponiéndole más preguntas de las que ya tenía.

Se apoyó en la pared hasta que se recuperó, lo que no le llevó ni cinco segundos y una vez recobró la claridad no dudó ni un segundo en acercarse en un par de zancadas al sillón del que dijo llamarse Albus Dumbledore, dejando con fuerza el candelabro que tenía encima de la mesa.

-Ahora me va a responder todo –dijo ella con tal finalidad en su voz que parecía más una orden que una propuesta, cruzando sus brazos por encima de su pecho y permaneciendo de pie delante de él-. Quién es usted realmente, dónde estoy y como he llegado hasta aquí.

Dumbledore sonrió afablemente mientras Ginny seguía mirándolo duramente sin moverse un ápice de su sitio. Entonces el otro hombre se giró para mirarla también, pero a diferencia del amable anciano, en su cara solamente se veía frialdad.

-¿Cómo una niña insolente se atreve a hablarle así al mejor mago de nuestra historia? –le reprendió él con una mirada que podría haber intimidado a cualquiera menos a ella-. Ni siquiera tienes la decencia de ir propiamente vestida.

La furia de Ginny se centró entonces en aquel estúpido que tenía las narices de meterse con ella. ¿Quién se creía que era para hablar así a alguien que ni conocía? Si no sabía nada que mantuviera su boca cerrada.

-Primer punto –replicó ella con rapidez-, cuando te llevan a un lugar que desconoces, te cambian la ropa y no te dan ni una sola respuesta creo que tienes cierto derecho a hablar "así". Segundo, no sé qué opinión tiene de mí, pero le aseguró que nadie se ha dirigido a usted y que por lo tanto no tiene derecho a meterse donde no lo llaman. Y tercero –ella lo miró de arriba abajo con escepticismo-, creo que usted no es el más indicado para hablarme a mi de decencia al vestir ¿no cree?

Él la miró con rabia e iba a añadir un comentario afilado, pero la risa de Dumbledore lo detuvo y se giró para observarlo al igual que Virginia, que creía que esa risotada ya era el colmo de todo lo que le había pasado.

-¿A qué viene eso? –inquirió ella con rencor, pero en vez de responderla miró a su acompañante y rió con más fuerza al ver la mueca de ira que tenía.

-Parece que te has encontrado con la horma de tu zapato ¿No, Severus? –comentó él, ensanchando su sonrisa agradable.

El hombre refunfuñó algo por lo bajo y se giró para volver a mirar el fuego. Virginia, en cambio, golpeó el suelo con su pie con impaciencia al no ser contestada.

-En cuanto a ti, señorita Mells... Lo tuyo ya es una larga historia –contestó él, percatándose al fin de ella, que incluso había considerado empezar a gritar para ser atendida-. Será mejor que te sientes, porque tanto tú como yo tenemos preguntas que hacer y contestar.

Aliviada ante la sugerencia y con la perspectiva de ser respondida al fin, se sentó en el sillón restante mucho más calmada, colocándose la bata de manera que la tapara mejor y dirigiéndole un gesto de triunfo al extraño llamado Severus que se había puesto a observarla disimuladamente.

-Bueno, creo que debería empezar yo –Dumbledore habló repentinamente, captando la atención de los dos. Se levantó y empezó a andar pausadamente hacia la chimenea, donde se apoyó-. Respecto a quién soy ya te lo dije, me llamo Albus Dumbledore y soy el director de Hogwarts y sí, soy un mago.

-¿Un mago? –preguntó Ginny incrédula-. Admito que han pasado cosas muy extrañas pero de ahí a que me crea que es un mago hay un largo trecho.

Dumbledore no contestó ni hizo ademán alguno que indicara que lo fuera a hacer. Sacó un palo largo de madera, pulido y brillante de un bolsillo de sus ropajes y murmuró unas palabras. Ante el asombro de Virginia, apareció un gorrión que empezó a revolotear por la habitación y que se posó en la mesa y la miró.

Ella seguía boquiabierta y alargó su mano vacilante para tocarlo, pero antes de que pudiera, Dumbledore dijo algo más y se convirtió en una mariposa que se desvaneció en cuanto él la tocó con su varita y musitó algo más.

-¿Có... Cómo ha podido hacer eso? –por ilógico que pareciera, empezó a creer que decía la verdad. Sólo eso podía explicar lo de los cuadros parlantes, las armaduras que se movían solas y los candelabros que nunca se gastaban.

-Parece ser que ya me cree, señorita Mells –Dumbledore se guardó el palo por dentro de su túnica larga y de color escarlata-. Luego, también preguntó dónde estaba –la miró buscando una afirmación y ella asintió callada-. Se encuentra en una casa, herencia de mi familia, en Escocia.

Virginia pensó que para ser una casa más bien parecía un castillo, pero prefirió no interrumpirle para que seguiría hablando.

-Y, en cuanto a como llegaste aquí, hice que apareciéramos –contestó llanamente. Ella parpadeó un par de veces y frunció el ceño. ¿Apareciéramos?

-Un... Un momento –pidió ella, indicándole que parara con la mano, cosa no necesaria, ya que él lo había hecho antes de que ella dijera nada-. Vale, de acuerdo, eres un mago pero que co... –paró antes decir el taco que casi soltó inconscientemente-. ¿Qué significa eso de aparecerse?

Dumbledore asintió con la cabeza, volvió a sacar la vara y haciendo un movimiento con ella, desapareció de repente. Giró su cabeza a los lados,  pero ya no estaba. Severus no parecía asombrado por el hecho y casi se le veía aburrido.

-A esto se le llama aparecerse –le susurró una voz en su oído. Y allí estaba. Detrás de ella-. Creo que ahora me toca preguntar a mí –dijo él mientras se sentaba en el sillón entre Ginny y Severus.

-Pero yo aún... –él la detuvo con un gesto y le aseguró que después podría hacer todas las preguntas que quisiera.

-¿Cómo se hizo esas heridas y cómo llego al callejón Diagon?

Ella miró sus muñecas, la derecha le dolía y supuso que el dolor provenía de cuando William se la retorció. A pesar de que hacía sólo diez o doce horas desde que William le pegara, ese momento parecía ahora muy distante y lejano, ahogado por los demás eventos ocurridos, como un recuerdo borroso.

Podía elegir no contarlo y no tendrían más remedio que respetar su decisión. No quería compasión. Pero ya le daba igual, Dumbledore le había ayudado y le debía al menos eso.

-William me las hizo –respondió Virginia, volviendo a elevar su mirada y sin ninguna emoción reflejada en su voz-. Suele pegarme palizas de vez en cuando, pero esta vez se enfadó de verdad y llegó más lejos de lo acostumbrado. Cogió una navaja y empezó a hacerme cortes –se detuvo un momento para mirarlos. Dumbledore parecía entristecido y Severus simplemente la miró con los ojos muy abiertos.

-¿Eso era a lo que se refería cuando le pregunté? –siguió Dumbledore-. ¿William es su padre?

Virginia sacudió la cabeza y sonrió con amargura, recordando el comentario que le dijo antes de que se desaparecieran. Había sido un modo un tanto irónico de explicar su situación.

-Sí y no. Sí que me refería a eso y no, él no es mi padre –contestó volviendo a mirar hacia donde sus manos descansaban, en su regazo. Con su índice izquierdo trazó una línea por su muñeca. Levantó su mirada cuando el dedo llegó al codo-. Antes de que pregunten nada, sé que no es mi padre, ni Diane es mi madre. Cuando hablan de mí, lo hacen como si no tuviera nada que ver con ellos. Además, pregunté en el registro y no tienen mi nombre en ninguna partida de nacimiento. Aunque me dijeron que cabía la posibilidad de que hubiera nacido en otra ciudad, sé que no es así. Legalmente, no existo.

Dumbledore y Severus intercambiaron una mirada entre ellos. No pudo adivinar lo que pensaban, pero tampoco le importaba.

-Sigue contándonos, por favor –pidió el director suavemente. Parecía querer intentar tranquilizarla.

Virginia no dijo nada aunque le hubiera gustado gritar que no le afectaba el que William no fuera su padre o que la maltratara. Estaba demasiado acostumbrada como para que esos hechos le afligieran.

-Pero cuando ni grité ni lloré, él decidió aplicar otros medios e intentó violarme –relató los hechos sin que le temblara la voz, fríamente. Era como la voz de la reportera que comentaba la muerte de niños en el tercer mundo de una manera tan trivial que nadie se percataba del hecho en sí-. Empecé a gritar que me dejara y de pronto y no sé cómo, me envolvió una luz blanca y cuando abrí los ojos, estaba donde me encontró, en el callejón ese, sólo que parecía como si hubieran pasado más horas, porque creo que era ya de madrugada cuando aparecí allí.

-¡Se apareció en un lugar que no conocía y atravesó además la barrera del tiempo! –exclamó Severus, levantándose del sillón como un muelle-. ¡Es inaudito! ¡Yo diría imposible!

Ginny lo miró extrañada mientras él se acercaba a Dumbledore y seguía gritando que no podía ser. ¿No se suponía que esas cosas eran normales entre los magos? Esa pregunta interna hizo que dejará de pensar en nada más. ¿Si era normal entre magos o relativo a ese mundo, eso quería decir que ella era una bruja? ¡Pero eso no podía ser! ¡Era inverosímil!

-Sí que es posible, Severus –Dumbledore le indicó que parara con un gesto de su mano-. Lo es si se es un mago o bruja muy poderoso y... –se irguió del asiento y se aproximó a ella. Cuidadosamente le cogió su muñeca derecha, como si ya supiera lo que le pasaba en ella, y recitó un encantamiento bastante largo que ella no era capaz de entender. Finalmente tocó la palma de su mano con el palo extraño que suponía que era una "varita" para los magos y de ella comenzó a surgir una esfera incandescente y violeta intenso de un tamaño parecido al de una pelota de fútbol pero mayor-, cómo puedes ver, amigo –siguió Dumbledore con voz calmada-, ella lo es. La más poderosa que he conocido.

Cuando se percató de lo que había ocurrido, Virginia apartó la mano tan rápidamente como si hubiera tocado un hierro ardiente, y la bola desapareció con igual de rapidez.

-¿Qué ha sido eso? –inquirió ella. La atenta mirada a la que estaba siendo sometida por ambos de sus acompañantes la ponía nerviosa.

-El hechizo "empovertus" –susurró Severus, con los ojos muy abiertos y mirándola con el mayor asombro que podía haber en la cara de un hombre-. Es... Es la esfera más grande que he visto en toda mi vida. Y ese color... Sólo las había visto azules o blancas –siguió hablando, pero esta vez más para sí mismo, casi sin percatarse del entorno que lo rodeaba.

Dumbledore puso un brazo sobre los hombros del profesor que paró de cavilar en voz alta para mirarlo fijamente sin decir ni una palabra, y a Ginny le dio la impresión de que lo interrogaba con los ojos, como si tuviera una pregunta impresa en su iris. El anciano no dijo nada y lo miró a su vez.

-Incluso la mía es apenas de un color lavanda –comentó alejándose de él, acercándose lentamente a su asiento y volviéndose a sentar con tranquilidad, mirando un punto en la pared pensativo y colocando la barbilla sobre su mano izquierda, recargando el codo en el apoyabrazos-. Quizás si... –murmuró ausente-. Si nos ayudara, quizás tendríamos alguna posibilidad contra Voldemort.

Virginia vio como Severus tembló apenas visiblemente cuando terminó de hablar, pero eso no le importó en lo más mínimo. Lo que decía Dumbledore era mucho más interesante. ¿A quién se refería con lo de ayudar? ¿Podía ser que...? ¿Podía referirse a ella? Intentó negárselo pero una luz se encendía en su cerebro repetidamente una y otra vez.

-¿Voldemort? –aunque lo dijo a media voz, la mirada de ojos negros de Severus se clavó en ella como una flecha. Parecía haber tocado una fibra sensible-. ¿Pedir ayuda? –preguntó también, echando el cuerpo hacia delante y mirando a los otros dos ocupantes de la habitación alternativamente-. ¿A quién? ¿Y para qué?

Dumbledore levantó su mirada y salió de su estupor interno. Suspiró profundamente y con ese leve exhalación resumió todo el agotamiento que residía en él durante años.

-La historia que le voy a relatar no es agradable, pero es necesario que la conozca –comenzó él, juntando sus manos por delante de su cara-. El mundo al que pertenecemos, el mágico, no es un lugar en paz. Sobre nuestra comunidad se cierne una oscura sombra y ese es Voldemort. Él es un mago muy poderoso con una fijación obsesiva contra los muggles, es decir, personas no mágicas, y los magos que nacen de padres muggles. Con persuasión consiguió reunir un grupo de personas que se unieran a su causa y la financiaran y este grupo fue denominado como el de los mortífagos –se detuvo por un instante, considerando que decir-. Hace 16 años más o menos, fue reducido a una mera sombra cuando uno de sus hechizos actuó en su contra. Todo el mundo se relajó creyendo que él había muerto, pero unos pocos aún sabíamos que volvería. Cuando renació hace tres años, la gente no quiso creerlo y por ello ganó mucho más poder del que poseía anteriormente. Actualmente, se está combatiendo una guerra entre su grupo, mucho más numeroso ahora, y el nuestro –cerró los ojos y sacudió la cabeza-. Tantas vidas derrochadas a un precio tan bajo.

-Pero dijo algo de pedir ayuda a alguien –interrumpió ella. La historia que acababa de serle narrada parecía una película de ciencia ficción y aún no era capaz de imaginárselo en su totalidad, pero un sonido imperceptible, como una latido en su interior, le decía que era cierto-. ¿A quién?

Dumbledore la miró ahora directamente a los ojos y aunque no le dijera nada Virginia empezó a tener la ligera sospecha de quien era.

-Muchas personas están deseosas de ayudarnos a acabar con este reinado de terror, pero no las suficientes –siguió él-. Tenemos una persona con grandes poderes a nuestra disposición pero necesitamos el apoyo de alguien más. La necesitamos a usted, señorita Virginia Mells. Por supuesto que puede decidir si quiere hacerlo, no la vamos a obligar a nada. La decisión la tiene usted.

Severus pareció horrorizado ante la simple propuesta y miró a Dumbledore como si hubiera perdido toda la cordura que le quedaba. Empezó a protestar, pero el director no le respondió.

Por su parte, Ginny lo estaba pensando. La necesitaban... ¡A ella! El concepto se le hacía inconcebible. ¿Cómo gente con tanto poder requerían de su ayuda? Entonces tenía que ser verdad que era una bruja.

Observó como Severus decía que era absurdo y pensó que quizás él tenía razón. No era más que una adolescente. Pero una voz la instaba a creer en sí misma. Su memoria volvió a repasar todas las miserables escenas de su vida. Todas las risas crueles, todas las palizas, toda la humillación sufrida... no quería volver allí. Prefería quedarse y ayudar por muy peligroso que fuera. No tenía miedo a nada y tenía la certeza de que sobreviviría pasara lo que pasara, porque se debía un buen futuro a sí misma.

-Lo haré –contestó ella y Severus calló repentinamente-. No tengo otro lugar adonde ir y quiero hacer lo que pueda.

Dumbledore se irguió y colocó delante de ella haciendo caso omiso al profesor. Se arrodilló y le cogió las manos.

-Aún puedes cambiar de opinión –le advirtió cauteloso-. Lo que te pido no es fácil.

-Me da igual, quiero hacerlo-al oírla, Dumbledore curvó sus finos y viejos labios en una verdadera sonrisa, casi se atrevía a decir que irradiaba calor.

Entonces su propia mirada se endureció y miró las magulladuras de sus brazos.

-¿Te ocurre algo? –preguntó preocupado el anciano director.

-Da igual el que haya cambiado a un nuevo mundo, el viejo odio siempre estará ahí para recordarme que existe.

Y Dumbledore sabía que tenía razón.

* * *

No estaba. Se había ido.

Su habitación estaba como la recordaba de la última vez. Pero, se dijo a sí mismo, la última vez ella había estado dentro. Dormida por un fármaco bastante potente, pero había estado.

Cuando había llegado para realizar la revisión a Virginia como hacía cada mes, las caras de William y Diane habían estado blancas como la cera y habían intentado inventarse mil excusas para impedir que viera a la chica. Pero él no era estúpido. Nada más abrieron la boca supo que había pasado algo. Y efectivamente, había pasado. Virginia ya no estaba.

Al pedir explicaciones, con una calma extraña y sin ni siquiera levantar el tono de voz; ellos, con el nerviosismo rebosando a través de sus gestos, sólo le dijeron que había desaparecido "como por arte de magia". Irónicamente, así era. Según su versión de una luz blanca cegadora y una gran fuerza impactando en ellos, sólo esa podía ser la explicación.

Apartó de un puntapié el brazo sin vida de Diane, que yacía con la garganta degollada tirada en el suelo cerca del lugar donde estaba tendido y también muerto por desangramiento, William. Aunque un "avada kedavra" hubiera sido mucho más rápido y limpio, no quería arriesgarse utilizándolo y por ello los había paralizado y les había acuchillado la garganta de un simple tajo.

Iba a echar una última ojeada para ver si encontraba algo que le pudiera dar alguna información de donde se podría hallar ella, mas cuando iba a abrir los cajones de su cómoda, algo captó su atención. Se arrodilló cerca de la ventana y con sus largos dedos cogió la pequeña pluma parda en la que antes ni se había fijado. Era una pluma de búho.

Se giró bruscamente y abrió el cajón de la mesita de noche de un estirón, casi sacándolo de su sitio. Allí vio algo que lo dejó tan helado como un témpano. Un sobre vacío y escrito con tinta reluciente verde.

De alguna manera, el sello en los archivos de Hogwarts se había desvanecido, seguramente por que en la última renovación de su hechizo había sufrido un mínimo pero aún así significativo retraso.

Una oleada de ira lo invadió y deseó que William y Diane siguieran vivos para poder volverlos a matar y liberar su rabia. Aunque solía mantenerse calmado y relajado en toda situación, este era uno de los pocos temas que podía hacerlo enfurecer y perder los estribos. ¡Después de tantos años no podía ocurrirle esto!

Con un grito de rabia, tiró del cajón hasta desencajarlo y lo estrelló contra el lado opuesto de la habitación. Éste chocó contra la pared y cayó sobre la cabeza de William, chafándola y salpicando de sangre el suelo.

Respiró agitadamente, sin saber que hacer hasta que el vestigio de una idea apareció en su cerebro. Si ella iba a ir a Hogwarts, bien podía él atraparla allí. Podía utilizar... ¡Por supuesto! Era una idea genial.

Con una sonrisa de satisfacción cubriendo su cara, se desapareció con un movimiento de su varita. La recta final había comenzado, empezaba el final del juego y él iba con ventaja.

FIN CAPÍTULO 5

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Notas de autora: Y hola de nuevo mis queridas lectoras (o queridos lectores, no me gusta la discriminación ^^). Siento haber tardado tanto, pero he tenido muchos exámenes, poco tiempo y no mucho para sentarme delante del ordenador y escribir largo y tendido. Ya me han dado mi nuevo DNI y os preguntaréis que tiene de especial no? Pues que es el primer DNI que he visto en el que no salgo con cara de etarra o completamente hecha un asco. Las que tenéis DNI me entendéis verdad?

Bueno, al grano que son las doce y no tengo mucho tiempo. Sé que este capítulo es demasiado largo y no muy dinámico, pero es necesario para la trama, por así decirlo, uno de los capítulos de explicaciones. No es el capítulo que más me gusta pero tampoco me disgusta. La escena que más me ha agradado ha sido la de la guerra y la última con nuestra persona misteriosa. Y a vosotros/as?

Para más aclaraciones, el hechizo empovertus muestra el poder mágico latente y alcanzable en un momento determinado de una persona. Yo he optado por calificarlo en los colores transparente (magia no existente), amarillo (poca magia), naranja (magia media), blanca (magia por encima de la media), azul (magia poderosa), lavanda (magia muy poderosa y extraña de encontrar), violeta intenso (magia extraordinaria y muy improbable de encontrar en un humano). También el tamaño de la esfera indica cantidad de poder y lo más grande en casos normales es el de una bola de cristal (sí, como las de la loca de Trelawney, aunque no creo que su magia llegue a ese extremo :P)

Siento que este capítulo no sea tan emocionante como los otros, pero el próximo tendrá más sorpresas. Y ahora, a los reviews:

Luthien: Como ya ves y aunque ya estaba en mis planes, la pobre Ginny ha sufrido más que lo que toca y no sé como lo has adivinado lo de los cortes antes de que publicara el capítulo, pero realmente es impresionante. Y tranquila que no es que seas masoquista, es que tienes una vena sádica, como yo :P. Pero dudo mucho que le venga una depresión, ella es muy fuerte mentalmente. Aunque ya veremos como le van afectando las cosas.

Alykea: Me alegro de ver a alguien nuevo por aquí! Sí, nuestra Ginny entrará en Hogwarts y verá a Draco evidentemente, pero no es esa toda la trama... la de cosas que han de ocurrir aún. Y ya veremos si Draco descubre los cortes y si está por la labor de dar zurras... Aunque creo que como no vaya a las tumbas a escupirlas... porque ya están muertos y desollados. Me alegro que te guste el fic y te incluyo en la lista de actualizaciones.

Miina: Te he dicho ya cuanto me gustan tus reviews? Un review así alegra a cualquiera!

En lo de Draco habiéndolo hecho tantas veces... bueno, ya va a cumplir dieciocho y es guapo, rico, influyente y encantador cuando lo ve oportuno... No tiene porque ser tan raro. Hay chicos que pueden y otros que no tanto. Suelen ser pocos los que pueden pero, afortunadamente para él, él es uno de ellos ¬_¬ JEJE. Y justamente pretendía hacer a Monique como tú la has dicho, del mismo palo que Draco, una juerguista de cuidado. Dato: Es dos años mayor que draco.

Eres una de las pocas que has opinado sobre Audric, pero tienes razón cuando dices que es misterioso. Lo es incluso para mi y eso que lo he inventado yo -_-´. Para despejarte dudas, sí que va a ser un personaje importante, pero sí es o no el secuestrador sólo digo que puede ser... y puede ser que no. Aún así me encanta este hombre. Ojalá pudiera hacerlo real º¬º. (por favor, no me mates Galya!).

Ahora que lo dices, es verdad lo de Tamahome, se volvió bastante calzonazos cuando se lió con Miaka! Deu n'hi do! Qui ho diria? Yo sinceramente espero no cambiar a Draco, pero no sé si a ti alguna vez te ha dado la impresión de que los personajes hacían lo que les daba la gana aunque los escribías tú, porque a mí a veces me ocurre. (Estaré poseída O_o) Sí, la pobre Gin encima de que le está cogiendo cariño y el otro nada más que piensa en su culo. Diox, que superficial.

Cuando escribí a William y a Diane, yo los odiaba con toda mi alma, pero eran muy interesantes en cuanto a carácter. Me choca que haya personas que realmente puedan actuar así y por eso me resultaba emocionante describirlos. Y  yo también chillaría y patalearía y gritaría ( y si oyeras como grito te asustarías, un poco más y dejo a sorda a mi hermana, y según mis amigos también soy muy agresiva, aunque yo no lo creo (a la minina le empieza a crecer la nariz)), pero el que Ginny no reaccione apenas es una de las características más importantes de su personalidad.

Por favor, ambulancia! No, tranquila, no se nos ha desangrado, se ha quedado shockeada pero no muerta. Y como puedes leer sí que estaba en el callejón Diagon, justo enfrente de Ollivander. Yo puse lo de los bares, pero tú crees que habrá muchos bares en el callejón? No sé, supongo que los magos también tienen derecho a ahogar sus penas de vez en cuando, o al menos a ponerse contentikos.

Y tranquila, que yo no creo que hagas a Draco bueno de golpe, en tus fics siempre tiene su vena maligna y cruel (como me encanta a mí esa vena...).

Por cierto, ya leí tu one-shot y está genial, aunque ya te dejé un review.

Actualiza pronto, que queremos seguir leyendo!

Lian Black: Estoy contenta de que me dejes review! Y siento decirlo, pero ando muy estresada y no sé para cuando estará el próximo capítulo. Esperemos que no tarde más de un mes.

Dark Shampoo: Hi! Sé que se retrasó un poco, pero yo pienso que a  un fic de Harry Potter sin Dumbledore, le falta algo. Y aún no aparece en Hogwarts, le falta un poco. Intentaré actualizar lo más rápido posible, pero no aseguro nada. Espero seguir recibiendo reviews tuyos!

Arwen-chan: Hello, arwen! Como vas? Y Draco será un desgraciado... pero un desgraciado que está muy bueno. Soy yo o Dumbledore siempre ha de hacer apariciones estelares? Y en mi fic no podía ser menos.

Como ya te lo habrás imaginado, pocos eran los sentimientos de padre. Es tan asqueroso! Y yo sigo diciendo que no aseguro nada con Lucius, es vuestra opinión. Como ya dije con Audric, puede ser y puede ser que no. Y Gin no vio nada al salir del cine, simplemente se quedó medio empanada mirando a un punto como me pasa a mí de vez en cuando. Y tranquila que van a aparecer todos.

Continua pronto con tu fic, que me he quedado con ganas de seguir leyendo.

Jeru: Konnichiwa! Me alegro muchísimo que te guste la caracterización, y estoy totalmente de acuerdo contigo en que las mujeres somos más fuertes psíquicamente. En mi clase hicimos un debate sobre eso y yo salí en defensa de nuestro sexo. COME ON, GIRLS!

Y en su relación, darán pasitos enanos hacia delante y pasos agigantados hacia atrás como ya te imaginarías, creo que va a ser una relación con muchos altibajos. Es que también sería algo muy complicado que estos dos tuvieran una relación normal... Y no sé yo si Draco descubrirá las cicatrices o no. Ya veremos si va bien con la historia o no.

Y decidido, incluiré a Blaise y en su forma masculina. Aún no tengo muy claro que es lo que hará, pero algo hará. Y cuando diseñé a Audric no pensaba en Sirius (aún no me he leído el quinto libro pero sé que muere T_T), es mucho más misterioso que él, y tampoco quería hacerlos iguales físicamente. Supongo que ha sido por casualidad.

Y aún no he empezado a leer los libros, pero ten por seguro que antes de esta semana he de hacerlo. Y yo también me alegro de que me haya tocado un buen libro ^_^. Al fin algo que no me hará querer quemarlo.

No sé si este capítulo te gustará mucho, porque más que nada es explicativo. Pero espero que lo disfrutes igualmente. Hasta el próximo!

Mayumi: Tienes razón, soy cruel y cada vez dejo más dudas, pero no me puedes negar que añade misterio a la historia XD JAJAJAJA. Y amo a los personajes macabros, y por eso me encanta Voldemort (aunque me gusta más como Tom). Aún le queda muchas cosas sádicas por hacer.

Creo que has encontrado la palabra más indicada para describir a Draco en este momento, "más falso que Judas" pero es encantador verdad? Me tiene enamorada º¬º. Y lo de la carta creo que lo he explicado al final del capítulo, el sello la hacía inexistente en los archivos de Hogwarts. Has visto lo oportuno que es nuestro Dumbledore? Que encanto de hombre! Y la escena de Lucius era más que nada la introducción a Audric. No pretendo hacer a Lucius del mismo tipo que en otros fics, ya veremos la diferencia. Espero que te guste éste.

Yo: Y de nuevo te traigo otro capítulo! Y a Voldie aún le quedan muchas cosas que hacer y muchos secretos que descubrir. Poco a poco lo iremos descubriendo.

Adri: Contenta y feliz estoy porque me hayas dejado un review. Siento decirte que no la reconocerán al principio, porque aunque se parezcan, las experiencias cambian a la gente y les hacen distintos, pero todo a su tiempo... Habrá tiempo para todo. Aunque yo no creo que Draco encuentre su dulce yo, sí que soy una devota de la pareja Draco/Ginny y, aunque no me disgusta el Harry/Ginny, no me entusiasma tanto. Con Harry ya tengo claro lo que voy a hacer, y siento decirte  (no me mates) que a mí me gusta más el Ron/Hermione. Pero me gusta experimentar con todo así que quien sabe... Que sepas que tus reviews son los que me han hecho actualizar a toda prisa. Me has hecho concienciarme de la tortura que os hago pasar cuando os hago esperar, porque esa también la sufro yo. Que te guste el capítulo, y me alegro que me vayas a dejar reviews. Muchísimas gracias!

Luciana: Hello! En serio te gustan las personalidades? Con Ginny voy a tener muxisimo trabajo, la chica se hace desear y es muy difícil, con Draco es que casi parece que me coja el teclado y escriba él en mi lugar, es que es un poquitín posesivo! En cuanto a tus preguntas... son un montón! No sé si te puedo contestar a todas pero, espera que empiece, sí que conocerá a su familia, verá a Draco allí, lo de Harry es top secret, lo de si se llevará bien aún no lo tengo muy seguro, lo de los malos tratos tampoco lo tengo muy seguro, lo que pase entre ella y Draco es lo que tendrá que pasar (siento no poder darte más información en ese aspecto ^^UU), y te digo que realmente parece que se va a perder el mundo, pero yo seguiré adelante para hacerlo mejor a mí alrededor (que bonito ha sonado verdad?). Hasta la próxima, y te he incluido en mi lista de actualizaciones.

Creo que con esto ya acabé, espero que os guste.

Hasta el próximo mes (o eso espero)

Ja ne minna-san.