Holaaaa! Jeje...^^U Sé que tardé muchio... muchas pruebas, tareas, entre otras cosas... ¡Y encima no tenía inspiración! Y como se acerca otra avalancha de pruebas... mejor les dejo este capítulo de una buena vez por todas... Chausis!!!!!
Capítulo 16: Nadita
Parecían las ruinas de un castillo. Un castillo que había sido arrasado por alguna fuerza desconocida. La luz del sol se reflejaba de una manera hermosa en el edificio, haciéndolo resaltar del bosque en el que estaba. Cuando Nadia se acercó a la entrada, las puertas resplandecientes se abrieron en silencio. La chica, asombrada por eso, no dudó en entrar al lugar.
El interior del castillo también era de cristales. Cuando entró al salón principal, lo encontró vacío. Entonces escuchó una voz muy melodiosa que le decía algo.
–Pareciera como si el camino continuara sin final, pero...
"¿Eh? ¿Qué significa esto?", pensó Nadia mientras miraba a todos lados, buscando el lugar de donde provenía la voz.
–...esas manos luz pueden encontrar...
"¿Mis manos?"
–En vez de tanta tristeza declarar...
"¿Qué tristeza?"
–...con esos mismos labios suavemente debes cantar...
La voz empezaba a desaparecer, pero Nadia aún seguía con preguntas.
– ¡NO TE VAYAS! ¡QUÉ QUERÉS DECIRME CON ESO...!
Pero la voz estaba yéndose, mientras decía:
–Incluso en memorias cerradas, hay susurros que no se pueden olvidar...
– ¿¡QUIÉN SOS!? ¡POR FAVOR, NO TE VAYAS! ¿¡QUÉ QUERÉS DECIRME CON ESO!?
***
–NADIA-KUN! N'DA!?
– ¿Qué...?
Su visión se aclaraba. Pudo ver como todos los chicos estaban alrededor de ella. El que preguntaba bastante preocupado era Kouji.
– ¿Estás bien, Nadia honi-chan?–preguntó Tomoki.
–Sip. No fue nada. –Contestó ella. "Nada más que un extraño sueño... ¿Uno premonitorio, capaz?" – ¿Qué pasó?–preguntó ella, después de haberse levantado.
–Estabas durmiendo–le respondió Izumi– cuando empezaste a gritar como loca "¿¡Quién sos!? ¿¡Qué querés decirme con eso!?", y nos despertaste a todos... ¿tuviste una pesadilla?
–Algo parecido–respondió Nadia–un sueño premonitorio, creo.
– ¿Así que sueñas eso? ¿Muy seguido?–le preguntó la rubia intrigada.
–No, son muy pocas veces. Y lo raro es que siempre son pesadillas...
–En ese caso, necesitamos un oneiromántico...–dijo Jumpei, entrometiéndose.
–Oneiro... ¿qué?
–Oneiromántico: del griego "oneiros", sueño; y "manteia", profesía. Es un vidente que interpreta los sueños. –respondió Nadia, en un tono que daba la impresión de que se había tragado el diccionario (N/A: estilo "Hermione Granger" de Harry Potter)
–Ah... no lo sabía–murmuró Izumi.
–Bueno, ahora lo sabés–respondió Nadia. Generalmente esa frase la decía en un tono muy sarcástico, pero esta vez lo dijo sin ningún enojo. –Y, Jumpei...
– ¿Qué?–preguntó el aludido.
–No creo que haya por acá alguien que pueda leer mis sueños–respondió Nadia, con una sonrisa.
– ¡LEVANTANDO CAMPAMENTO!–Se oyó gritar a Takuya.
–Bueno, volvemos a caminar...–dijo Nadia, levantándose.
–Así parece–le respondió Izumi.
Cinco minutos después estaban caminando a través del bosque. Entonces Patamon, quien estaba mucho más adelantado que los demás, se les acercó volando a toda velocidad.
– ¡Vengan! ¡Encontré unas ruinas!–dijo emocionado.
– ¿De verdad?–preguntó Tomoki.
–Sip. ¡Vengan! ¡Vengan rápido!–gritó Patunguis.
– ¡Espérame!–dijo Takuya, y lo siguió. Nadia se quedó pensativa un rato, mientras caminaba con paso tranquilo.
– ¿Sucede algo?–preguntó Kouji, quien estaba a su lado–Estás muy pensativa.
–No es nada, Kou–respondió Nadia. Pero Kouji ya la conocía lo suficiente como para darse cuenta que ella sólo estaba evitando contestarle.
–Te conozco–dijo él, y muy disimuladamente le tomó la mano para que se detuviera– ¿Es sobre lo que te pasó a la mañana, verdad?
Reconociendo su derrota y resignada, la chica aceptó a contarle lo que le pasaba.
–Sí. No quiero preocuparte, pero...me parece que tuve un sueño premonitorio.
Kouji la miró con intriga.
– ¿Un sueño premonitorio?–repitió, algo confuso–Entonces, ¿pudiste ver el futuro?
–Algo parecido. Pero...no entiendo que significa...–entonces una duda se formó en su mente– ¡Ya sé! Capaz que es sobre el asunto de Nemessismon...
– ¿Qué soñaste?–le preguntó Kouji. Al ver que Nadia abría la boca (obviamente para negarse a decírselo), él se apuró a agregar–Tal vez yo pueda ayudarte, pudiste soñar algo que nosotros sí podamos entender.
Cuando Nadia le contó todo lo que la misteriosa voz le había dicho, Kouji se quedó pensando un rato y luego contestó.
–Probablemente se refería a alguna melodía perdida... Algo que ustedes dos tienen en común...
–Ojalá lo supiera...–murmuró Nadia, y los ojos se le humedecieron.
–Quienquiera que te lo haya dicho quiere ayudarte. –Dijo Kouji, mirándola a los ojos–Deja de llorar, por favor. Tú no tienes la culpa de todo lo que está pasando.
–Tenés razón–murmuró ella.
– ¡CHE! ¡USTEDES DOS, LENTOOOOOOS! ¡VENGAAAAN!–Chilló Takuya a lo lejos.
– ¡YA VAMOS!–Le contestó Nadia de la misma manera a Takuya. Antes de irse con ellos, Nadia se acercó a Kouji y le dio un pequeño beso. –Gracias.
– ¿Por qué?–preguntó Kouji.
–Por ayudarme siempre–respondió la chica y se fue.
–Está todo destruido...–murmuró Tomoki.
–Está hecho bosta...–dijo Nadia.
– ¡Miren!–gritó Bokomon, acercándose a las ruinas. –Es uno de los símbolos de los guerreros...
Nadia fue con Bokomon y al mirar de cerca pudo reconocerlo.
–Es mí símbolo–murmruró ella. "Este es...el lugar de mi sueño...", pensó Nadia mientras miraba el símbolo de su elemento. " Capaz que todo esto me quiere decir que la batalla con Nemessismon está cerca..."–Esperen. ¿No estaremos en lo que fue el Portal de la Esperanza?
–Puede ser...–murmuró Bokomon.
Una suave brisa agitó sus cabellos. El lugar alrededor de las ruinas estaba brotado de flores silvestres, prueba de que debían de haber pasado muchísimos años desde que aquel lugar había sido destruido por completo. Nadia observaba el hermoso paisaje.
–Bueno, ¡será mejor que nos quedemos aquí! ¿Qué piensan, chicos?
–Estoy de acuerdo–dijo Izumi.
–Yo también–agregó Jumpei. Los otros también se mostraron conformes.
Mientras tanto, Nadia seguía allí. Mientras sus dedos rozaban distraídamente la superficie de piedra pulida, tuvo la ya conocida sensación de que alguien le hablaba solamente a ella.
Ven, ven por favor...
– ¿Quién sos?–murmuró Nadia.
Ven que te necesitamos...
– ¿Quién? ¿Quién me necesita?
Los Tres Grandes Ángeles...te necesitamos...
Nadia no pudo ni reaccionar, porque de repente sopló un viento muy fuerte que impidió que la chica se moviera. Del emblema surgieron unas especie de alas que se acercaban más a Nadia. Kouji fue el único que se dio cuenta.
– ¡NADIA!–Gritó como un loco, mientras se acercaba corriendo a toda velocidad hacia donde estaba ella. Los dedos del chico rozaron apenas los de Nadia, en un desesperado intento por sacarla de allí. Sin embargo, no pudo hacer mucho: las alas acabaron por atraparla. Kouji cayó al suelo con una fuerza tal que lo dejó inconsciente. Hubo un destello de luz cegadora y, para cuando pudieron volver a ver, Nadia no estaba más allí. En su lugar estaba una pequeña niña.
***
***
Los chicos se quedaron mirando a la niña que tenían delante suyo. Tenía el pelo muy corto y recogido por un costado con una colita. Era mucho más baja que Tomoki, lo que indicaba que era una niña de muy corta edad. Vestía una remera y calzas, y sobre todo eso, un delantalcito rojo en cuadrillé. Los ojazos negros miraban a cada uno con ligero susto.
–Konnichiwa!–Saludó Izumi en japonés, acercándose a la niñita. Apenas la escuchó, la niña se largó a llorar.
–BUAAAAAAA! MAMI, QUIERO A MI MAMI!!!!!!! MAMÁ!!!!!!!!!! BUAAAAAAAAAAAA! QUIERO IRME A CASAAAAAA!!!!!!!!!–La niñita lloraba con toda la fuerza de sus pulmones, perforando los tímpanos de todos los chicos.
– ¡Dios! ¿Qué le pasa? ¿Porqué llora así?–preguntó Takuya, cuya voz era apenas aludible por encima de tamaños chillidos.
–Está asustada–le contestó Tomoki de la misma manera–No sabe cómo llegó acá.
Kouji tenía los ojos fuertemente cerrados de lo mal que le hacían los sollozos de la niña. Cuando pudo entreabrirlos, su mirada se detuvo en un detalle del delantal: en el volado blanco estaba, prolijamente bordado con hilo rojo, "Nadia".
Entonces, ¿podría ella ser...? Bueno, había que intentarlo.
–Nadia, por favor, no llores más–le dijo Kouji a la niña, agachándose hasta quedar a la misma altura de ella. ¡Bingo! Había funcionado: la niñita detuvo su estridente llanto de inmediato y miró sorprendida al que le había hablado en su idioma y le había llamado por su nombre.
– ¿Cómo sabéz mi nombre?–preguntó la niñita, mientras se restregaba sus ojos con una diminuta mano. Cuando hablaba pronunciaba las eses como zetas.
–Este... Lo tenés escrito ahí–respondió Kouji, señalando el bordado.
–Ah. Y... ¿y cómo te llamáz, nenito?–preguntó ella.
–Kouji Minamoto–respondió Kouji. – ¿Y tú?
–Yo soy Nadia Azcazubi–respondió la chica, demostrando que no le costaba decir su apellido. – ¡UFA! ¡Tu nombre ez difícil!
–Puedes decirme Kou, si quieres.
– ¿Y de dónde zoz, Kou?–preguntó Nadia.
–De Japón.
– ¡Guau! ¡Japón! ¡Qué copado! ¿Y coméz arroz con palitoz?–Chilló Nadia, que no podía ocultar su emoción. –Yo tengo zinco añitoz (y mostró su manito extendida, enseñando sus cinco dedos), y, ¡y voy al jardín de infantez! Y, ¡y estoy en zalita roja! Y, ¡y yo zé hablar ingléz!
Mientras Nadia y Kouji hablaban, Takuya y los demás los miraban con la bocaza abierta hasta el suelo. ¿Era acaso posible que esa niña tan charlatana fuera Nadia?
Kouji también estaba sorprendido. ¿Así que ésta era Nadia a los cinco? Muy charlatana, muy alegre, ¡y también sabía mucho! Porque estaba seguro de que no había muchos chicos de cinco años que supieran que en Japón se comía arroz con palillos...
– ¡Qué pelito raro que tenéz!–dijo Nadia, mirando con ojos curiosos el cabello de Kouji–A mí, ¡mis compañeritoz me dicen que me lo tiño! Pero yo, yo no me lo tiño, ¡lo tengo azí desde que nací! Y, ¿y dónde eztoy?
–En el Digimundo–contestó Kouji con una sonrisa. ¡Qué manera tan graciosa de hablar tenía!
–Di...shi...mun...do–repitió Nadia con dificultad. – ¡DISHIMUNDO!
–Ahá.
–Pero... ¡PERO YO QUIERO A MI MAMÁAAAAAA!–Chilló Nadia, y volvió a llorar de nuevo. Pobre Nadia, debía sentirse muy asustada, estaba en un lugar que no conocía...
–Por favor, Nadita, no llores más... ¡Yo estaré contigo! Y también están mis amigos–agregó Kouji, mientras señalaba a los demás.
– ¿Tuz amigoz?–preguntó Nadia.
–Sí. Ellos–agregó, señalando a los demás.
***
Ya habían pasado alrededor de tres días. En ese tiempo, "Nadita" (como le había quedado) se había hecho un lugar entre todos los chicos. Lo más sorprendente era lo bien que la chica se llevaba con Kouji; aunque tal vez se debía a que él era el único que dominaba el español. La niña estaba las 24 horas al lado de él, hablándole y contándole acerca de las cosas que hacía. Era como si la chica estuviera enamorada de él.
Los demás sabían que Nadia era como su mamá, siempre cuidándolos y protegiéndolos; ahora era su turno de cuidarla a ella. La malcriaban demasiado: le daban las porciones más grandes de comida, le "hacían upa" cuando la niñita se cansaba de caminar, etc, etc, etc...
Una noche que Kouji estaba encargado de cuidar el fuego, lo sobresaltó unos sollozos. Se dio vuelta y se encontró con Nadia.
– ¡Nadia! ¿Qué haces despierta a esta hora?
–No podía dormir...–murmuró la niña.
– ¿Te pasa algo?–preguntó Kouji.
–No–respondió ella, con una voz que no engañaba a nadie.
–Extrañas a tus padres, ¿no?
–Zip. Yo quiero a mi mamá... ¡YO...!
–Shhhh! –le calló Kouji–O despertarás a todos.
–Perdón–se disculpó la niña, y se sentó al lado de Kouji. – ¿Y qué hacéz?
–Nada interesante...vigilaba el fuego, nada más. ¿Qué tienes ahí?
– ¿Ezto?–preguntó Nadia, señalando a una muñeca de trapo–Ez mi "hermanita". Ze llama Felicitaz.
–Te gustaría tener un hermano, ¿no?–preguntó Kouji.
–Hermanita bebé–le corrigió Nadia–Y cambiarle los pañalez, darle de comer, bañarla... ¡QUÉ LINDO~ ~! –Mientras decía eso Nadia hacía como que acunaba a su muñeca–. Pero ni loz Reyez Magoz ni Papá Noel me la trajeron...
–Bueno, en ese caso...pídeselo de vuelta...
–Lo hice muchaz vecez...pero nunca viene... ¡ni ziquiera una mazcota!
– ¿Quieres una mascota?
– ¡Zip! Quiero un gatito. ¿Y voz? ¿Voz tenéz una mazcota?–preguntó Nadia.
–Sí, un perro... ¿Nadia?
Kouji miró a su lado y se ruborizó. Nadia había logrado finalmente conciliar el sueño, y dormía profundamente aferrada a su brazo. El chico trató cuidadosamente de quitársela de encima, pero la chica se aferró más a él mientras murmuraba entre sueños "mami, quedáte un ratito máz, porfiz...". Finalmente desistió. A Kouji lo invadió una ternura inmensa mientras la observaba dormir por unos segundos.
"Parece un angelito", pensó. "Bueno, lo es, pero...ella no pertenece a este lugar. No ahora. Por más interesante y alegre que sea a los cinco años, tiene que volver con sus padres a su tiempo. ¿Dónde estará Nadia, mi Nadia? Ojalá hubiera llegado a donde estaba ella aunque sea segundos antes...para salvarla... Su yo a los cinco años no debe estar aquí. Porque la extraño...la extraño mucho..."
***
– ¡RÁPIDO! ¡VÁYANSE DE AQUÍ!
Nemessismon estaba atacando de nuevo. Ahora que Nadia no estaba a la vista, parecía con muchas más ganas de matarlos a todos ellos.
– ¡Llévatela lejos, Kouji!–le dijo Takuya en voz baja– ¡Nosotros nos encargamos de esto!
–De acuerdo–aceptó Kouji. – ¡Vamos, Nadia! ¡Sígueme!
La pequeña Nadia y Kouji salieron corriendo para otro lado, lejos de los chicos. A la distancia se escucharon los "SPIRIT EVOLUTION!" de los demás. Nadia tropezó con una piedra y cayó al suelo. La niña empezó a llorar.
–Me duele...–murmuró la chica.
"No hay mucho tiempo...hay que ser rápido", pensó Kouji con desesperación. Mientras ayudaba a Nadia a incorporarse, se le ocurrió una idea peligrosa.
–Nadia...cierra tus ojos, por favor. –Le pidió el chico.
– ¿Por qué?
– ¡Sólo ciérralos!–le espetó desesperado.
–Hm! Maleducado...–dijo Nadia con malhumor, y cerró sus ojitos. Kouji no tardó más: se transformó en Wolfmon.
–No grites, Nadia. Soy yo...Kouji. Sólo me transformé en un Digimon. –agregó con rapidez, antes de que la chica gritara del susto. Se agachó hasta ponerse a la altura de la niñita. – ¿Upa?–murmuró, mostrando una sonrisa picarona. Nadia no pudo evitar sonreír con ganas.
– ¡Zip! ¡UPA!–respondió ella con alegría. Wolfmon la levantó, sosteniéndola con sus brazos, y echó a correr hasta las ruinas del Portal de la Esperanza. Cuando estuvo bien seguro de que no los verían desde ahí, Wolfmon bajó a Nadia con delicadeza y luego volvió a ser Kouji. Ella lo miraba con la boca abierta de la sorpresa.
–Discúlpame si no te lo dije antes.
–No, está bien. –Respondió Nadia– ¡Ez re-copado! ¡Te volvéz un Digimon!
–Perdóname si te hablé mal antes... estaba un poco...nervioso. –se volvió a disculpar Kouji.
– ¿Nerviozo? ¿Voz? Eze zí que ez un buen chiste–dijo ella, como no creyéndolo.
En ese momento brilló algo en las ruinas: la piedra de la cual habían salido las alas que habían atrapado a la Nadia de 14 años. Una gran columna de luz cayó del cielo hacia donde estaba Nadia, quien empezó a subir. Kouji entendió que era hora de que ella volviera a su tiempo.
–Ya tienes que irte, Nadita.
–UFA! Justo cuando me eztaba gustando ezte lugar...–protestó la niña. Era como si un imán la alejara de suelo, o como si no hubiera gravedad en esa columna. (N/A: como el final del episodio de Digimon Adventure que Taichi vuelve a su mundo con Koromon el mismo día que fueron al Digimundo)
– ¿No era que querías ver a tu mamá?–preguntó Kouji.
–Zip, pero me gusta el "Dishimundo"...–Dijo ella. Kouji sonrió.
–Toma a tu "hermanita". –Kouji le alcanzó como pudo su muñeca. Ella estaba agarrada a la mano de Kouji, pero sabía que no aguantaría mucho más–Cuídate mucho, ¿sí?
– ¡Zip!–asintió Nadia.
Ahora sólo estaban agarrados por una mano...unos pocos dedos... Al final la pequeña mano de Nadia terminó por escurrírsele, y ella ascendía rápido.
– ¡TE VOY A EXTRAÑAR, KOUJI!–Chilló ella a lo lejos. Era la única vez en todo este tiempo que ella le había llamado por su nombre completo. Kouji se limitó a saludarla con la mano. Nadia siguió subiendo hasta que se perdió de vista...o sea, hasta que llegó a su mundo.
En ese momento se escuchó un golpe sordo muy fuerte. Kouji se transformó en Wolfmon por precaución y fue a ver lo que pasaba.
Todos los chicos estaban desmayados, mostrando su Digicode. Todos menos Kouichi. Nemessismon los miraba con una sonrisa socarrona, y luego lo miró a él.
–Vaya, vaya...el que me faltaba...–murmuró con malicia. –WOLFMON DE LA LUZ, ¡HA LLEGADO TU HORA!
Kouji se preparó para luchar, cuando una voz decidida se escuchó de lejos.
– ¡NEMESSISMON, YO SOY TU OPONENTE! ¡ESTO ES ALGO ENTRE VOS Y YO!
Galateamon estaba mirando a Nemessismon con seriedad. Pero... ¿Dónde había estado Nadia todo este tiempo?
