Capítulo 19: ¡Volvé a casa, Celeste!
Ya había pasado algunos días desde que Nadia había derrotado a Nemessismon y salvado a Celeste. Simplemente Celeste estaba tan bien que cualquiera que la viera hablar con tanta soltura diría que ella era una niña completamente normal, no que había pertenecido al lado oscuro. Ella y su hermana se habían contado muchas cosas en esos días, y aunque pareciera que ya se habían dicho todo ellas sabían que todo eso no era ni la mitad. El ya conocido problema del idioma se resolvió con mucha facilidad: Celeste hablaba con los demás chicos en un inglés perfecto.
Mientras tanto, los demás chicos estaban muy extrañados por el hecho de que todo el Digimundo estuviera tan "tranquilo". Kouji tenía el presentimiento de que esta tranquilidad era temporal y que sólo significaba que un enemgo mucho peor estaba esperando el momento para aparecer.
–Lo que sea que está atrás de esto quiere que estemos confiados de que ganaremos. No por nada todo está tan tranquilo–opinó una noche, mientras todos los chicos cenaban junto al fuego.
Sin embargo, había alguien que no estaba preocupado por eso. Kouichi Kimura no dejaba de pensar en el momento cuando él fue atacado en la pelea contra Nemessismon. Él había sido el único de ellos que no había mostrado su Digicode al estar inconsciente, cosa que lo intrigaba. ¿Qué significaba eso? ¿Sería algo bueno o malo para él? No lo sabía. Tal vez debería preguntárselo a Bokomon, de seguro él tenía en su libro información sobre eso… Kouichi meditaba eso en la noche, mientras todos dormían.
Celeste, por su parte, estaba muy pensativa también. Nadia era muy alegre, una hermana mayor fantástica. Le sorprendía un poco el hecho de que su hermana tuviera ya novio; pero en su interior Celeste sabía que juntos, Kouij y Nadia hacían una muy linda pareja. Sí, se notaba que ellos dos se querían… Ella era muy joven todavía para tener novio, pero nunca nadie le había dicho que era pequeña para enamorarse…aún. En ese momento Celeste sacó algo de su bolsillo: un Digivice medio raro, el cual sólo mostraba una intermitente 'lluvia'.
–Lopmon…–murmuró la chica, mientras miraba al Digivice.
"¡Cómo te extraño, Lopmon, mi amigo! Quisiera tenerte a mi lado y, como antes, caminar por el Digimundo hasta que nuestros pies no den más, jugar en cualquier lugar, o simplemente estar tirada en un campo lleno de flores como solíamos hacer antes de que fueras invadido por la oscuridad"
Entonces el aparato brilló y en su pantalla apareció una especie de huevo. Pasó un tiempo hasta que el huevo se rompió, y apareció un mensaje.
"Vení a buscarme."
Celeste no lo pensó dos veces. Se levantó lo más rápido que pudo del colchón de hojas en el que descansaba, y ni había dado dos pasos cuando alguien la interrogó.
– ¿A dónde te diriges?–le preguntó Kouichi.
–Eh… yo voy…a…–titubeó la chica. En ese momento algo parecido a una brújula apareció en su Digivice. Los cuadrantes de la "brújula" se movían como locos. Ella lo apuntó hacia el norte y el Digivice se quedó apuntando hacia allí.
"Lopmon, esperame un poco más, ya voy para allá". Pero todavía había un pequeño problema.
–Perdoname, me tengo que ir ahora. –Dijo Celeste con rapidez–Decile a mi hermana que no se preocupe, que voy a estar bien.
– ¿Y cómo piensas llegar a donde quieres ir?–preguntó el chico y a Celeste se le cayó el alma a los pies.
–No lo sé… ya me las arreglaré.
–Nadia no te va a dejar ir sola–dijo Kouichi–Te acompaño.
–Pero…
–Es peligroso que estés sola, alguien puede atacarte.
–Pero si tú te lastimas yo no te podré ayudar–murmuró Celeste.
–Mejor que me lastime yo que tú–dijo el chico–no puedes ir sola por el Digimundo, ni siquiera lo conoces.
–Ja, ¡mira quién habla!–se le escapó a Celeste. Kouichi le respondió con cierta melancolía.
–Mientras fui Duskmon tuve la oportunidad de viajar por el Digimundo; conozco muchos lugares seguros. –Respondió el, zanjando la cuestión. Celeste se tuvo que resignar.
–De acuerdo.
–Entonces espera un momento–Kouichi sacó de un bolsillo una lapicera y, arrancando una hoja gruesa y resistente de un árbol que había por allí, garabateó una nota en japonés. Puso la hoja debajo de una piedra, agarró su D-Scanner negro, se puso su gorra azul y miró a la chica. – ¿Vamos?
–Bue…–dijo Celeste y, guiados por su Digivice, los dos alejaron hacia el norte.
– ¡CELESTEEEEEEEEE!–Gritaba Nadia como loca– ¿DÓNDE ESTÁS?
– ¡KOUICHI!–gritaba Kouji, tan preocupado como Nadia.
– ¿Dónde estarán esos dos?–preguntó Izumi a Takuya.
–Ni idea–respondió el chico, y siguió gritando a los cuatro vientos– ¡CELESTEEEE! ¡KOUICHIIII!
– ¡Aquí hay una nota!–dijo Tomoki. El chico la agarró y luego de leerla rápidamente, habló–Es de Kouichi.
– ¿Qué dice?–preguntaron Nadia y Kouji al mismo tiempo.
Tomoki la leyó en voz alta.
Celeste recibió un mensaje por su Digivice. La acompaño porque es peligroso que viaje sola a no sé donde. Les avisaré en cuanto pueda. Kouichi.
– ¿Qué Celeste recibió un mensaje?–repitió Izumi. –Suena muy raro…
–Por lo menos Kouichi está con ella–opinó Jumpei.
–Espero que no sea una trampa de Luccemon–murmuró Bokomon.
–Ojalá que no–dijo Nadia preocupada.
–Kouichi va a cuidarla–aseguró Kouji–él no dejaría el campamento por cualquier estupidez.
–Es cierto.
Hubo un momento de silencio en el cual Takuya rodeó con sus brazos a Izumi.
–Será mejor que intentemos seguirlos–dijo Bokomon.
–Es verdad, no me voy a quedar acá sin hacer nada–dijo Patunguis con decisión.
– ¡Entonces ya está decidido!–gritó Tomoki con alegría– ¡VAMOS A BUSCAR A KOUICHI Y CELESTE!
***
– ¿Estás segura de que es por aquí?–preguntó Kouichi.
–Sí. Debemos de estar cerca–respondió Celeste–esta cosa está como loca. Los dos chicos caminaron un poco más y vieron desde no tan lejos una especie de isla en cuyo centro era un gran árbol.
– ¿Es ahí?–preguntó Kouichi.
–Eso parece.
Se quedaron un rato en silencio, observando el paisaje. Una suave brisa agitó levemente sus cabellos y el monumental árbol se mostraba esplendoroso a la distancia. Celeste miró su Digivice: uno de los cuadrantes apuntaba al árbol. Luego de ese rato de silencio los dos chicos decidieron bajar con cuidado. Hubo un momento especialmente tenso cuando Celeste tropezó y casi se cae, pero por suerte Kouichi la agarró justo a tiempo.
"¿Qué me pasa? ¿Por qué me siento así? No tendría que haberlo dejado venir conmigo, pero (por más extraño que suene) su presencia me hace sentir tranquila, segura, protegida. Creo que voy a tener que preguntarle a Nadia…o a Izumi."
Cuando llegaron cerca del árbol se encontraron primero con pequeños arbustos. Celeste se sorprendió de que de ellos colgaban, como si fueran sus frutos… ¡huevos! Pero no eran huevos comunes, tenían diferentes colores y diseños. La chica miró de nuevo su Digivice, y vio que sus cuadrantes ya no se movían para todos lados: simplemente se quedaron señalando el punto en el que ellos dos estaban.
–Parece que es acá–murmuró la niña. Entonces del Digivice salió un rayo de luz, que fue directo a un huevo, señalándolo.
– ¿Qué pasa? ¿Por qué señaló ese huevo?
"No será este el huevo de… ¿de mi Lopmon?", pensó Celeste de repente. Cuando ella tomó el huevo entre sus manos, éste empezó a sacudirse. Apareció una pequeña rajadura, que pronto se hizo más grande…hasta que se rompió por completo, lanzando una especie de humo por todos lados. Cuando el humo se disipó, Celeste pudo ver a un pequeño Digimon entre sus brazos.
– ¡Hola!–dijo el Digimon–Ya sabía que vendrías a buscarme.
–Lopmon…–murmuró Celeste, al borde de largarse a llorar. –Te esperé tanto…
–Yo también–le respondió el pequeño Lopmon.
***
–Cuídate mucho, ¿si?–dijo Izumi.
–Pero… ¿por qué tengo que volver a casa? ¡Yo me quiero quedar acá!–protestó Celeste.
Ahora se les había sumado un 2do Digimon, una Salamon que ellos suponían que era la reencarnación de Ophanimon. Ahora los Tres Ángeles del Digimundo estaban juntos de nuevo. Nadia puso los ojos en blanco y le explicó por centésima vez a Celeste. Tenía que volver si o sí a su mundo, no podía estar ahí…era demasiado peligroso. En la estación de Trailmons de la Ciudad del Acero estaban todos ellos.
–Es peligroso que estés acá, ¿entendiste? Lo mejor es que vuelvas a tu casa.
– ¿Pero por qué? Si yo tengo a mi compañero Digimon…
– ¿Compañero Digimon?–repitió Jumpei, que había estado muy callado mientras Nadia e Izumi intentaban convencer a Celeste de regresar al mundo de los humanos– ¿Eres una Tamer?
–Sí. ¡Yo soy la Tamer de Lopmon!–exclamó orgullosa la niña.
– ¡Pero Lopmon es la reencarnación de Cherubimon!–Dijo Bokomon. –La reencarnación de un Digimon tan poderoso como uno de los Tres Ángeles del Digimundo no puede tener un Tamer. Es simplemente imposible.
– ¡Eso no puede ser! ¡Si yo tengo un Digivice significa que soy una Tamer!–chilló enojada Celeste. En ese momento el Digivice se rajó por varios lados y se hizo mil pedazos en las manos de la chica.
–El Digivice…
–Se… ¡se rompió!–dijo Nadia.
–Eso significa que el vínculo entre ella y Lopmon se ha roto–dedujo Bokomon.
Celeste se quedó un rato sin habla y luego se largó a llorar.
– ¡No es justo! Yo siempre quise ser una Tamer y ahora que tenía a Lopmon tengo que volver… ¡No es justo! ¡Yo también quiero pelear contra los malos!
–Te prometo que yo pelearé contra ellos por ti, ¿si? Vamos, Celeste, no llores más…–dijo Lopmon, acercándose a la que había sido hasta segundos atrás su Tamer.
Celeste se secó las lágrimas con su mano, y luego miró a todos los que estaban a su lado.
–De acuerdo…voy a volver a casa.
– ¡Así se habla!–Dijo Takuya con energía.
Justo mientras hablaban llegó un Trailmon.
–Vamos. Ya llegó un Trailmon–le apremió Nadia.
Celeste se dio vuelta y abrazó a su hermana.
–Cuando llegue te voy a mandar un mail–dijo Celeste, cuando se separó de su hermana mayor.
–Dale. ¿Tenés mi dirección?–como Celeste no dijo nada, Nadia arrancó una hoja del anotador que tenía en la mochila. Con un lápiz que le prestó Jumpei garabateó como pudo su dirección de mail y le entregó el papel a la chica.
–Vete, antes de que el Trailmon se vaya–dijo Izumi.
–Cuídate mucho, ¿sí? ¿Lo vas a hacer?–le preguntó Patamon.
–Claro, Patamon. Voy a extrañarlos mucho. –respondió ella. Entonces se acercó a Kouji e, indicándole que se acercara, le dijo en voz bajita: –Mejor que cuides a mi hermana o te reventamos...
Dejando a Kouji un poco confundido (¿qué quería decir con eso de "te reventamos"?)Celeste se despidió de todos con un beso en la mejilla a cada uno y luego se subió al Trailmon.
– ¿A dónde quieres que te lleve, niña?–preguntó el Digimon.
– ¡Llévala a la estación que está cerca del acceso al mundo de los humanos, Worm!–Chilló Bokomon.
El Trailmon llamado Worm empezó a echar humo y comenzó a moverse. Celeste se asomó a la ventanilla más cercana y vio a los amigos de su hermana agitando la mano y a Nadia, mitad llorando, mitad riendo, corriendo para seguir a la par del vagón y agitando la mano también. Ella hizo lo mismo hasta que fue demasiado rápido y entonces su hermana se quedó saludando.
– ¡HASTA LUEGO, CELESTE!–Fue lo último que pudo escuchar la chica.
Celeste se quedó saludándolos hasta que desaparecieron, cuando el tren tomó una curva. Por la ventanilla veía pasar el hermoso paisaje del Digimundo, con sus árboles y las casas de los Digimons. Celeste sintió una punzada de nostalgia. No sabía lo que iba a pasar con su hermana y los demás... pero ahora entendía que ella había hecho bien en irse. No, era mejor dejar esto en mano de los expertos.
"Aunque no me recuerdes más, el hecho de tenerte a mi lado me hace feliz. Sigue con tu vida si quieres, compañero, pero siempre estarás en mi corazón. No importa si ya no eres mi Digimon compañero; pero yo como la Tamer que fui (tu Tamer), nunca te voy a olvidar. No dudes de eso, Lopmon, no lo dudes."
