CAPÍTULO 1:

Al llegar al departamento de los Yagami, Takeru tocó la puerta muy ansiosamente. Salió a abrirle Tai, algo tambaleante, seguramente por todo el alcohol que habría en su interior.

- Hola Taichi- saludó muy cortésmente Takeru- ¿Esta Hikari en casa?

Tai parpadeó, como si tratara de poner en foco la cara del muchacho.

-Aja, esta en casa. Pero no puede verte. Esta ocupada. Lo siento, T.K.

-¿Dónde está? Es muy urgente, tengo que hablar con ella…

- Esta en su habitación, pero me dijo que si tú venías te dijera…

Demasiado tarde. Muy enojado, Takeru hizo a un lado a Taichi de un empujón y entró en la casa. La puerta del dormitorio de Hikari estaba cerrada, pero él ni siquiera se molestó en golpear. Cuando entró, la chica lo miró con los ojos muy abiertos por la sorpresa.

Al contemplarla, el corazón de Takeru se conmovió y su furia desapareció. Era tan hermosa, con sus facciones delicadas, su piel cremosa y su cabello canela… como una muñeca. Sin embargo, no tenía nada de muñeca por la brillante expresividad de sus ojos miel y por la gracia y elegancia de sus movimientos.

-Takeru…- se llevó una mano delgada a la garganta pero no hizo otro gesto que revelara su emoción- Yo… yo iba a llamarte y avisarte…- lanzó una mirada de culpa hacia la valija abierta y a medio llenar que tenía sobre su cama- Voy a estar afuera de la ciudad por el fin de semana.

El corazón de T.K. comenzó a latir deprisa.

- Esto es algo precipitado, ¿no?

- Lo lamento, Takeru. – hablaba con tanta suavidad que el muchacho tenía que hacer un esfuerzo para entender lo que decía.- Es que… bueno, surgió algo. De verdad que lo lamento. Sé que tendría que haberte avisado antes…

El lanzó una mirada de furia hacia la valija.

- ¿Y adonde vas?

- Ya te lo dije: me voy de la ciudad.

- Pero eso puede ser en cualquier lugar. Vamos, Kari. Estás hablando conmigo. Soy Takeru. ¿Me recuerdas? Ese tipo del que se supone que estás enamorada. ¿Qué está pasando, por el amor de Dios? Hace semanas que me evitas y ahora esto.- Hizo un gesto de enojo hacia la valija.- Casi no puedo creer que esto suceda. Parece una pesadilla. Y quiero despertarme ya.

En las pálidas mejillas de Hikari aparecieron dos manchas rojas.

- Creo que esto es así- dijo con inseguridad.

- ¿Qué esto es qué?- pregunto confundido Takeru.

- Que tú quieres que terminemos. No te preocupes, Takeru, lo comprendo… Yo… yo estoy segura de que es mejor así.

- ¡ESPERA UN MINUTO! ¿De qué estamos hablando? Nunca dije que quería que termináramos. Te amo, Kari. Todo lo que quiero es que me respondas- La tomó por los hombros, - ¿Kari, no puedes decirme que es lo que pasa?- preguntó con dulzura.- Sé que algo no anda bien. ¿Por qué no confías en mí y me lo dices?

La joven bajó la cabeza y el cabello le cubrió la cara.

- No pasa nada malo, Takeru- respondió con rigidez- Es que, bueno últimamente estuve pensando en que tal vez no tendríamos que vernos tanto. Mira, tú estás en la facultad la mayor parte del tiempo y estoy segura de que allí hay montones de chicas con las que puedes salir.

- ¡Pero tú eres la única que quiero!- protestó, angustiado, con los ojos llenos de lágrimas.- A menos…

Hikari echó la cabeza hacia atrás. Un extraño brillo apareció en sus ojos.

- ¿A menos "qué"?

- Kari, ¿estás tratando de decirme que estas cansada de mí? ¿Qué queres salir con otros muchachos?- Takeru no se dio cuenta de que la estaba apretando con fuerza, hasta que la sintió estremecerse.

Hikari no contestó. Permaneció allí, mirándolo en esa forma extraña, con los ojos encendidos. La fuerza de su silencio era como un estallido. De repente, Takeru supo que eso que había estado negando todo el tiempo, era verdad.

Sintió que otra vez volvía a enfurecerse.

- Has conocido a otro ¿No es verdad? Te vas a pasar el fin de semana con el. Eso es lo que no querías decirme, ¿No es verdad?

Hikari permaneció inmóvil y pálida, aunque su cuerpo se estremecía de pies a cabeza. No dijo una palabra.

Takeru la contemplo con incredulidad. Hasta que dijo:

- Confiaba en ti. Te amaba. Creía que tú también me amabas. Por Dios, Hikari, ¿sabes como me siento ahora? Es como si una parte mía se hubiera muerto.

- Es mejor de esta manera, T.K.- hablo en forma mecánica.

- Si, apuesto que si. Para ti.- la soltó abruptamente y se dio vuelta, enojado, Tenía que salir de allí. Sentía como si le hubieran dado un golpe.

- Una cosa mas- dijo con amargura- Quien quiera que sea, dile que yo le deseo suerte. Espero que a el le vaya mejor que a mi.

Hikari dio un paso atrás como si la hubiera abofeteado pero no hizo nada para detenerlo. Fue solo cuando oyó el portazo que dejo escapar una palabra, mezcla de gemido y susurro:

- Takeru…

Se desplomo sobre la cama como un vestido descolgado de su percha. Tenia tanto frió, pero cuando se llevo las manos a la cara, sus mejillas ardían. Las lágrimas le corrían por el rostro. Salvo por la lamparita que daba un circulo blanco de luz en el cielo raso, la habitación parecía llena de sombras y todas la rodeaban.

Tenia los puños tan apretado que podía sentir las uñas que se clavaban en sus palmas. "No puedo decírselo a el. Es mejor que el no sepa la verdad. Mejor que crea que yo lo traicione. Va a ser mejor si me odia"

Pero la sensación de que estaba haciendo lo correcto no servia para calmar su desdicha. Con un grito sofocado, escondió la cara en la almohada, Toda la emoción que había reprimido a causa de Takeru ahora aparecía en desgarrantes sollozos que parecían destrozarla, dejándola vacía

No sabia que perder a Takeru iba a resultarle tan doloroso. Y haberlo herido así era más de lo que podía soportar. Era todo lo que podía hacer para evitar el desfallecimiento y admitir la verdad. Porque la verdad solo serviría para lastimarlo más, se recordó llena de dolor.

Todavía podía oír las palabras del, medico resonando en su cabeza: Vamos a hacer todo lo que podamos, pero… Con el tratamiento, tal vez seis meses…

Entonces no lo había creído, pero por fin comenzó a aceptarlo. Una palabra tan horrible, con ese sonido pavoroso. Leucemia. La había perseguido la mayor parte de su vida, desde que se hermana mayor, Miriko, murió por esa enfermedad. En esa época, Hikari solo tenía cinco años, pero todavía podía recordar esos días oscuros y horribles., la habitación en penumbra, el olor de los remedios y el rostro macilento de su hermana contra la almohada. Su hermana siempre había sido sonriente y afectuosa, pero al final se había convertido en una calavera con ojos opacos. Cuando murió, fue como si la luz abandonara sus vidas, incluyendo la de Conan, su novio. Conan no pudo recuperarse. El alcohol era lo único que embotaba su dolor. Había amado tanto a Miriko que algo murió en su interior con la perdida. No podía enfrentar la terrible soledad de la vida sin ella.

Hikari no quería que a Takeru le sucediera algo parecido. Era mejor que dejara de amarla. Era mejor que creyera que ella iba a pasar el fin de semana con otro. Si se enterara de la verdad- que iba a internarse en el hospital para el tratamiento- quedaría desesperado. Y se ataría más a ella.

En cambio, de esa forma, no le dolería tanto. Saber que lo había perdido era casi tan terrible como saber que iba a morir pronto. Pero cuando uno ama a alguien, tiene que sacrificar sus propios sentimientos a favor de los del otro. Y ese era su sacrificio. Su regalo para Takeru. El ultimo regalo que podría darlo.