CAPÍTULO 6

El viernes de esa semana, Sora caminaba por el corredor del segundo piso del Hospital de Odaiba. Se dirigía hacia la habitación 227, a visitar a la paciente, ya que una enfermera le había dicho que se trataba de una enferma apenas un poco menor que ella, y estaba deseosa de animarla.

Mientras iba por el corredor, divisó a Carl, el enfermero Pasó rápidamente, incapaz de reprimir una sensación de incomodidad al sentir que la espiaba mirándola de reojo. Sabía que no era simple imaginación, pero no se lo había mencionado a nadie, ni siquiera a Yamato. ¿Qué podía decir? No pueden arrestar a una persona porque mira a otra.

Pero  Sora olvidó a Carl en el instante en que entró en la habitación 227. Se quedó petrificada, contemplando a la joven que estaba en la cama.

¡La nueva paciente era Hikari Yagami!

Sora no podía creer lo que veían sus ojos. Hikari estaba tan pálida y frágil, bajo las luces fluorescentes, que podía ver el trazo de las venas en sus sienes. Estaba acostada muy rígida, con un leve movimiento del pecho al respirar. Y tenía el brazo canalizado y una sonda. De pronto, Hikari abrió los ojos con asombro.

- ¡Oh!- jadeó.

En un relampagueo, Sora comprendió todo. Hikari nunca había tenido una amiga enferma. Ella misma era la misteriosa "amiga" enferma de la que había hablado. Sora se preguntó porque no lo había pensado antes. Sin los vestidos sueltos y los suéteres abrigados que usaba en el colegio, la delgada figura de Hikari se veía huesuda y desmejorada con el camisón delgado del hospital. Contra las fundas blancas, su rostro tenía una palidez mortal.

Sora dejó su carrito y corrió hasta el costado de la cama de la enferma. Tomó la mano de Hikari. ¡Estaba tan fría!

- ¿Oh, Kari por qué no me dijiste que estabas enferma? ¿Qué es lo que tienes?

En un susurro enronquecido, Hikari respondió.

- Tengo leucemia, Sora.

Hikari tenía los ojos llenos de lágrimas, pero luchaba para que no salieran. Mantenía los labios bien cerrados y tragaba con dificultad. Una lágrima se escapó y rodó por su mejilla.

- ¿Y es muy grave?- pudo preguntar Sora, después de tragar el nudo que le cerraba la garganta.

- Yo…yo no voy a mejorarme.

- ¡Kari, no!- gritó Sora, demasiado conmovida para aceptarlo.

Pero, al observarla, supo que era verdad. En los ojos de la joven había una expresión de falta de esperanza que no podía negarse. Sora ya no pudo contener sus propias lágrimas. Caían por su rostro mientras abrazaba a Hikari.

- ¿Por qué no nos dijiste nada?

Hikari se puso tensa y su expresión se endureció. Lanzó sobre Sora una mirada de sufrida determinación.

- No quiero que Takeru se entere.

- ¡Pero no puedes mantener este secreto!

- Oh, lo descubrirá en unos pocos meses. Para entonces ya no va a importar mucho. Ya no estaría enamorado de mi. ¿No te das cuenta? Es mejor de esa manera.- suspiró profunda y resignadamente.

Sora sacudió la cabeza con lentitud.

- Estas equivocada, Hikari. Takeru va a querer saber esto.

Con suavidad, pero la misma feroz determinación, Hikari repitió.

- Es mejor de esa manera- Lo dijo de una forma que sonaba como si hubiera pasado mucho tiempo tratando de convencerse a si misma.

- No puedes hacer eso- suplicó Sora- Takeru no desearía que pasaras esto sola. Te ama. ¡Está sufriendo mucho sin ti!

- Pero sufrirá mucho más si sabe la verdad.

- ¡Pero eso es diferente! Al menos se tendrán el uno al otro.

Hikari sonrió con añoranza.

- Por muy poco tiempo.

- ¿Y eso no es mejor que nada?

- Para mi, si- respondió- Pero no para T.K. él es el que va a quedarse solo. No, Sora. No puedo hacerle eso. Lo amo demasiado para eso.

Sora se sintió sobrecogida por la admiración hacia la menor. Sin embargo, al mismo tiempo, sabía, sin ninguna duda, que lo que estaba haciendo era un error. Estaba totalmente equivocada. La decisión de Hikari iba a herir a Takeru aún más que la verdad. Sora estaba segura de eso.

Hikari se aferró a su mano.

- Prométeme que no se lo dirás a nadie, en especial a Takeru.- sus ojos brillaban rodeados de unas sombrías ojeras- ¡Promételo, Sora!

Sora desvió la mirada. Clavó los ojos en el piso de linóleo.

- Lo prometo- accedió con voz angustiada.

- Sabía que podía confiar en ti.- El rostro de Hikari se iluminó mientras se sacaba las lágrimas que le caían por las mejillas con los bordes de la sábana.- Es extraño, pero me alegro de que tú lo sepas. Tal vez algún día puedas contarle a Takeru- mucho después de que yo me haya ido- que realmente lo amaba. Pero Entonces ya no tendrá importancia. Es solo que… me gustaría que lo sepa. ¿Harías eso por mi?

Sora estaba demasiado impresionada para hablar, así que simplemente movió la cabeza, asintiendo. ¡Había tantas cosas que deseaba decir! Quería decirle a Hikari lo apenada que estaba y como se alegraba de haberla conocido. Pero no podía hacer que las palabras salieran de su boca.

Hikari pareció leer sus pensamientos.

- Por favor, no tengas pena por mi- pidió- Al principio, cuando recién me entere, fue terrible. No quería creer lo que me decían los médicos. Pero ahora ya no es tan malo. Ya lo acepté. Es raro, pero cuando solía pensar en la muerte, me daba miedo de verdad. Pensaba que era la peor cosa que podía sucederle a cualquiera.

- ¿Y no es así?- preguntó Sora.

- No- respondió Hikari, con un triste movimiento de cabeza- Vivir sin amor es peor que morirse.

Sora se secó los ojos con un pedazo de gasa que sacó del bolsillo de su delantal.

- ¿Y qué pasa con tu familia?- preguntó, pensando en su moreno amigo.- ¿Cómo han tomado esto?

Hikari se encogió de hombros con resignación..

- Creo que todavía no lo aceptan realmente. Siguen hablando de curaciones. En lo más profundo lo saben, pero es algo duro para admitir. Ayer encontré a Taichi mirando un viejo álbum con fotos de Miriko, mi hermana mayor, que murió de esto. Y te aseguro que había estado llorando. Me sentí muy mal. Me preocupa pensar como se las va a arreglar sin mi.

- Tampoco ha sido fácil para Takeru- le recordó Sora con suavidad.

Un gesto de dolor cruzó el rostro de Hikari.

- Lo superará. Ya lo verás. Va a ser más fácil de esta manera. Pero recuerda tu promesa, Sora. Cuento contigo.

- Yo…- Sora abrió la boca para decirle a Hikari que no sabía como iba a poder cumplir una promesa tan terrible, pero no pudo decir nada ante su rostro suplicante.

En ese momento, una de las enfermeras entró en la habitación

Hikari volvió a oprimir con fuerza la mano de Sora.

- Adiós, So. Y muchas gracias por tu cariño.

Por primera vez en su vida, Sora se dio cuenta de lo definitiva que podía sonar la palabra adiós.

N. de la A.: ¡Si! ¡Llegue a la parte que tanto esperaba! Ahora, solo me queda torturar a Sora hasta que no le queden ganas de guardar ningún secreto. Muajajaja (risa maquiavélica). ¿Cómo? ¿Ustedes estaba ahí? Ah, no. ¡No puede ser (Rubor) Olvídense de lo que acaban de leer. Aquí no sucedió nada.

Bueno, comentarios sobre el capítulo: no sé que decir, porque nos vamos acercando lentamente al final.

Adelantos del próximo capítulo: ¿Podrá cargar Sora con el terrible secreto que le confió Hikari? ATENCIÓN: ¡Jyo hace su gran aparición!