CAPITULO 10

Sora oyó los pasos lentos y agobiados de Takeru, mientras subía las escaleras. Luego sintió el ruido de la puerta del muchacho. ¿Qué hacía tan temprano en su casa? Retiró con suavidad la cabeza de Yamato, que reposaba sobre su hombro, para apoyarla sobre el sillón. Fue hasta el pasillo y golpeó suavemente en la puerta.

- Pasa- respondió la voz apagada de Takeru.

Sora lo encontró a oscuras, tirado en la cama, con el rostro oculto entre los brazos.

- Takeru- Sora le tocó el hombro- ¿Qué sucedió con Mimi? ¿Por qué volviste tan temprano?

El joven lanzó una carcajada seca y amarga

- Le dije a Mimi que estaba perdiendo el tiempo. No tiene sentido que lo siga negando. No puedo dejar de pensar en Hikari. Ni puedo dejar de preguntarme con quien estará. ¡Dios, la amo tanto!

- Ella también te ama.- dijo con suavidad Sora. Takeru se incorporó de golpe.

- Eso es una broma. Yo no le importo nada.

Sora sacudió la cabeza con aire triste.

- Estás equivocado, T.K. No sabes cuanto. Hable con Hikari y me explicó todo. Ella rompió la relación solo para protegerte.- La pelirroja sintió que su garganta se cerraba, algo le imposibilitaba el tragar o decir alguna otra palabra.

- ¿Protegerme? ¿De qué?- Takeru sacudió los brazos de la muchacha- ¿Qué sucede, So? ¿Qué te dijo Hikari?

Con un grito de angustia, Sora se arrojó a los brazos del rubio.

- ¡Me hizo prometer que no te lo diría, pero ya no puedo seguir manteniendo el secreto!- Con palabras entrecortadas le contó toda la historia, mientras él la escuchaba y palidecía cada vez más.

- Supongo que no hay forma de decirte esto para que suene mejor: Hikari se está muriendo. Tiene leucemia. Lo descubrí por casualidad. La vi en el hospital; está haciéndose el tratamiento. Lo siento mucho, Takeru. ¡Desearía no haber tenido que decirte esto!

Con un sollozo entrecortado, Takeru se tapó la cara con las manos.

- ¡Oh, Dios! ¡Hikari! Esto no puede ser verdad. ¡No puede morirse!- Las lágrimas rodaban por las mejillas del muchacho.

- ¡Como desearía que no fuera verdad!- se condolió Sora.

Cuando por fin Takeru levantó la cabeza, su expresión había cambiado: mostraba una sombría determinación. Se levantó y tomó su chaqueta que colgaba de la silla.

- Tengo que verla. ¿Dónde está?

Sora le dijo que la habían enviado a su casa después del último tratamiento.

- Por favor, dile que lo siento. Dile que tenía que hacerlo. No podía quedarme mirando como ustedes dos sufrían.

Takeru le dio un fuerte abrazo. Estaba temblando y su pecho se sacudía por los sollozos. Sora le devolvió el abrazo, luchando para no llorar. Nunca se había sentido tan triste en toda su vida.

- Tendrías que haber llamado antes de venir- Hikari mantenía la puerta apenas entreabierta y miraba con aire enojado a Takeru. Aunque su corazón saltaba de alegría al verlo, no podía dejar que lo adivinara. Había demasiadas cosas en juego, así que mintió:- Esta noche tengo una cita. En cualquier momento va a venir a buscarme. Así que es mejor que te vayas.

Trató de cerrar la puerta, pero Takeru empujó y entró. De una mirada observó el living sucio y desprolijo. Ceniceros llenos de colillas y botellas vacías. Hikari siempre había mantenido el lugar limpio y ordenado. Ahora que estaba enferma, probablemente no tenía fuerzas para ocuparse. El corazón de Takeru se estrujó de dolor.

- No tienes ninguna cita, Hikari- dijo suavemente.

- ¿Crees que lo estoy inventando? De todos modos, ¿qué derecho tienes para venir a pedirme cuentas?

Tenía las mejillas enrojecidas por la emoción, pero el resto de su cara tenía una palidez mortal. Su sweater color miel le hacia juego con los ojos.

Takeru sacudió la cabeza con pesar, mientras las lágrimas le brillaban en los ojos.

- Kari, nena, sé todo.

Hikari comenzó a temblar al oírlo. La poca fuerza que le quedaba se esfumó. Sus piernas no la sostuvieron. Dejó escapar un grito ahogado y se desplomo contra él.

N. de la A.: Sin comentarios. Aún estoy demasiado emocionada como para hablar.