Disclaimer: Todos los personajes pertenecen a J.K Rowling, a la Warner Brothers, y a todo quien ella desee transmitir sus derechos. Yo sólo juego con mi imaginación poco convincente... XD
Ginny estaba sentada en uno de los cómodos sillones de cuero en la sala común de Gryffindor, un tanto mareada. Sus hermanos gemelos, Fred y George, habían tenido la "fantástica" idea de festejar el cumpleaños de su mejor amiga, Hermione Granger, con algo nuevo que ellos obviaban, nadie había probado. Lo que ella no esperaba, era que ese "algo" fuera alcohol. Y al parecer, el ambiente de la fiesta había cambiado mucho. Hace poco, Zabini Blaise, el prefecto de Slytherin invitado a la fiesta, había insultado a Harry, rozando ligeramente el tema del noviazgo que ella había tenido con el chico.
¿Por qué todo tenía que ser así?
Suspiró profundamente, tratando de contener las lágrimas que luchaban por salir de sus ojos al ahondar en sus recuerdos. El día anterior se había llevado la peor desilusión de su vida. Hasta antes de lo sucedido, era completamente feliz; estaba olvidando las barreras que ponía entre las personas y sí misma, confiando en los demás como nunca hacía, y además, el chico que siempre había querido correspondía a sus sentimientos.
¿Qué podría pasar?
Que él no fuese totalmente sincero.
Al verlo abrazado a esa muchacha, tatareandole dulcemente al oído, sintió el corazón partírsele en pedazos. En ese momento se había odiado por ser tan ingenua, por haber confiado en él... por amarlo tanto si no se lo merecía. Se sentía usada, muerta... sin ganas de vivir. Pero aún así, no fue capaz de gritarle. La voz se le quebró, y hasta la bofetada se había convertido en un intento de caricia. Luego, sin poder evitar el impulso, lo había besado. Él no opuso ninguna resistencia, y parecía sentirse tan mal como ella misma.
¿Por qué esto había tenido que suceder?
Acaso... ¿Acaso él no era su "persona especial"?
El corazón se le contrajo ante ese pensamiento. Siempre lo había querido, y se sentía capaz de darlo todo... absolutamente todo por él.
Fue cuando algo la sobresaltó. Alguien se había sentado frente a ella. Y no era cualquier persona.
- Harry...
A pesar de estar un tanto pasada de copas, la muchacha sintió en la boca el amargo sabor de la decepción. No dijo nada más, pero tampoco esquivó la brillantez de la mirada verde del chico.
No pudo evitar el notar sus mejillas ligeramente ruborizadas, su boca entreabierta, los ojos enrojecidos, el cabello revuelto, y una sonrisa traviesa nadando en sus labios. No parecía el mismo. Se veía tan distinto, muchísimo más... atractivo. Adivinó de inmediato que se debía al alcohol que seguramente, su hermano Ron le habría presionado a tomar. "Mi hermano es un idiota" pensó para sí misma, molesta.
- No, no lo es - corrigió él, las palabras un tanto idas, y al parecer, dirigiéndose a ella. - Me sirvió sólo un poco, y de ese modo puedo olvidar mis problemas, que son muchos.
Ginny se sintió muy incómoda. Había olvidado completamente que el chico era capaz de adivinar sus pensamientos con sólo mirarle a los ojos. Mordiéndose el labio, procuró mantenerse calmada y no pensar en nada, aunque el hecho de saber que junto a ella estaba el muchacho que más quería, y que al mismo tiempo era quien más le había hecho sufrir, la hacía sentirse bastante mal.
- Si tú lo dices... - contestó ella, por decir algo.
Observó la fiesta, que se había transformado en una algarabía sin sentido, y se sacó la larga túnica del colegio; el ambiente en la sala común estaba sofocante. Y todo debido a sus hermanos mellizos, como siempre. Fue cuando advirtió que Harry no había dejado de mirarle, con una vaga sonrisa que no le conocía.
- ¿Qué ves? - preguntó, irritada.
- Lo bonita que estás - contestó él, y largó a reír.
Ginny no pudo evitar que sus mejillas se colorearan. A decir verdad, aunque se lo negara a sí misma, la chica sabía que por muy decepcionada que estuviese de él, si el muchacho se retractase, o simplemente le dijera un "Lo siento", sería capaz de perdonarlo. Porque lo amaba. Lo amaba más que a nada en este mundo, dijeran lo que dijeran.
- También te vez muy linda cuando te pones roja - comentó él, y obviamente sin pensar, estiró la mano y rozó con un dedo la mejilla de la muchacha.
La chica se estremeció. El contacto de su mano era suficiente para despertar en ella un sinfín de esperanzas. Y no necesitaba más que él se las dijera:
- Harry... - dijo, sin poderse controlar - Yo te quiero tanto... ¿Por qué me hiciste daño? ¿Porqué?...
Su frase quedó en el aire, sin fuerzas para continuar. El joven amplió la caricia, usando ahora la diestra de la mano, con suavidad.
- Yo también te quiero mucho... muchísimo - musito con voz dulce.
- Pero me dañaste... me heriste - le recordó la pelirroja, los ojos muy brillantes y la voz temblorosa - Y yo sólo te quería a ti... ¿Me entiendes?
Harry se inclinó hacia el frente, hasta que sus rostros quedaron a mínima distancia. La chica notó como entreabría ligeramente los labios, y no pudo evitar que su corazón se acelerara. Le escuchó decir a su oído:
- Ahora me tienes aquí... a tu lado.
¡Holas!!!
Este fic surgió de una loca idea, pues es la primera vez que escribo un fanfic del punto de vista de Ginny. Espero que les haya gustado. Si desean que lo continúe, dejen sus review, porfis. De no recibirlos, comprenderé que la idea no es buena, y la suspenderé. ¿Les parece?
Gracias a todos los que se tomen el tiempo de leerlo, y en especial, a aquellos que se tomen el tiempo de dejarme un mensajito de apoyo.
Cariños...
Catherine McKinnon.
