Disclaimer: Los personajes y lugares que aparecen en el siguiente relato no son míos son de J. K. Rowling, Warner Brothers y no sé quien más. Con la excepción de anteriormente nombrada Brigitte Beauséant y alguien más por ahí que no hayan salido en los cuatro primeros libros (no e leído el cinco así que cualquier nombre similar será la coincidencia más grande de la faz de la tierra) así que pido encarecidamente, nada de demandas, no creo merecerlas.

Nota de la Autora: Hola gente linda, pero aun malvada, que aun no deja reviews. Aquí la cuarta parte de la historia de Remus y Brigitte. Ya sabrán ustedes en que quedó en la tercera parte. Brigitte aun no le dice a su esposo y Remus, se ha convertido por decirlo de algún modo en su amante, al menos hasta que ambos decidan que medidas tomar. Mientras tanto, la conciencia del lobito está que friega la paciencia y el tratará de callarla con unos cuantos tragos ¿funcionará? No crean, la conciencia esa es persistente, y hasta medio sarcástica. Bueno los dejo con la cuarta parte, pero antes review:

llSiRiArweNlllBlacKll: Hola Siria, me alegra tener una lectora tan leal como tú. Así que no me entristece el que no dejen más reviews, los tuyos me alientan a seguir (hay que cursi me salió eso ^^U) Que bueno que te sigue gustando el fic, aquí te va la siguiente parte, disfrútala. Adiós.

Besos de Lorien Lupin.

"Mi reflejo en tus ojos dorados"

Autora: Lorien Lupin

Cuarta parte:

Mis pasos me guiaron esa noche hasta un bar pequeño y escondido a un par de calles de la cafetería que solía visitar. Era un lugar tranquilo y a pesar de tener clientela en todo momento, y de servir bebidas alcohólicas como todo bar, jamás había yo presenciado una pelea allí, y me menos aun me había visto envuelto en una. Y no es que fuera allí seguido, no crean que soy de los que ahogan las penas con alcohol, pero en ese momento sí me hacía falta un buen vaso de whisky, ahora se preguntarán que tiene que ver todo el asunto del bar, pues que ese día en particular, sí me vi envuelto en un incidente que si no terminó peor, fue que ambos estabamos demasiado ebrios para acertar más golpes, y porque nos separaron después de los primeros momentos de asombro.

Me senté en la barra y después de cómo cuatro whiskys, empecé a hablar con el cantinero de mis problemas. Le conté de mi relación con Brigitte desde el principio, los días de la escuela, nuestra separación, nuestro reencuentro, nuestra segunda separación, nuestro segundo reencuentro y las circunstancias en que ahora me encontraba, teniendo el suficiente cuidado de quitar de mi historia, cualquier referencia a la magia, claro está. El hombre me escuchó con cuidado mientras me servía trago, tras trago, tras trago; todos ellos pedidos por mí, y todos empeorando mi estado, ya de por sí bastante malo. Fue entonces, cuando ya había terminado mi historia y esperaba la opinión del cantinero, cuando un hombre de mediana edad, calvo y bastante subido de peso, sentado a un par de bancos de mí, y tan ebrio como yo; exclamó algo que dio justo en el punto que me estaba molestando.

¿No le da vergüenza romper un hogar? - Exclamó con voz vacilante - fue un mocoso como usted el que rompió mí matrimonio. ¿No se ha molestado en saber siquiera si tiene hijos?

Usted no tiene derecho de meterse, es mi vida ¡maldita sea! - Exclamé molesto poniéndome de pie - ¿y qué si se la quito al marido? ¡Yo llegué primero!

Usted la abandonó, según oí - exclamó el hombre ese, poniéndose de pie a su vez.

Tuve que hacerlo - exclamé tratando de convencerme a mí mismo más que al hombre ebrio frente a mí - y no es que a usted deba importarle.

Su momento pasó, ya hay alguien más en su vida, acéptelo - balbuceó el hombre.

Usted no se meta ¿qué rayos le importa?

Ya le dije que fue un niño bonito como usted el que rompió mi matrimonio.

Escúcheme si la ex esposa en cuestión no se llama Brigitte, a mí no me moleste. No tengo la culpa de que su mujer lo halla cambiado por alguien más joven y "funcional".

Lo voy a matar, cretino - gritó el hombre y se lanzó contra mí, acertándome después de cómo tres intentos, un único, pero fuerte golpe en el ojo; al que yo respondí con otro a la quijada; uno de dos, que yo habría de darle, y de cuatro que había de intentar darle, antes de que nos separaran y yo me fuera del local después de pagar la cuenta.

Me parece recordar que alguien del local se ofreció a llamarme un taxi, pero yo decidí caminar. De eso estoy seguro pues llegué a pie a mi casa y me desplomé en el sillón, en donde amanecí al día siguiente.

Pero ¡ah! ¡Qué amanecer! Las manos de Brigitte subiendo por mí espalda (yo había caído boca abajo y así me había quedado) y posándose en mí, una vez que hube girado. Sus manos delicadas sobre mi rostro y su voz preocupada en mis oídos.

Amor, ¿qué te pasó? - preguntó con voz nerviosa - ¿Estas bien?

Fue una estúpida pelea, eso fue todo. Estoy bien, amor - le aseguré.

¿No tienes ningún otro golpe? - Preguntó aun algo nerviosa al tiempo que revisaba el resto de mi rostro y mi torso, lo último levantándome la camiseta.

Estoy bien, fue el único golpe que me acertó - exclamé sonriendo al verla tan preocupada por un simple moretón en el ojo, Brigitte levantó la vista y al verme sonreír, sonrío también; ahuyentando todas mis dudas una vez más, con ese sólo gesto.

Brigitte suspiró y se acostó sobre mí, apoyando la cabeza en mi pecho.

No sabes lo que me preocupé, estuve tocando y no abrías - ¿es una resaca lo que tienes? - preguntó luego, con expresión risueña - debería darle vergüenza señor Lupin, salir a tomar sin mí.

No lo vuelvo a hacer - aseguré con una sonrisa.

¡Pero mire nomás! Huele a bar - exclamó fingiendo voz de regaño, y hundiendo su nariz entre los pliegues de mi camiseta para luego exclamar con voz traviesa - tendremos que sacarle ese feo olor.

Pero antes sácame el dolor de cabeza - exclamé yo riendo un poco.

Sólo por esta vez, a la próxima que salga a divertirse sin mí se queda con su dolor de cabeza - me regañó ella.

No es diversión si tu no estás presente - exclamé yo lo más coquetamente que mi dolor de cabeza me lo permitió.

Hay por eso me gustas - exclamó ella, dándome un beso en los labios y guiándome a la cocina.

Me preparó una poción que me quitó por completo la resaca y luego me guió escaleras arriba, hacia la ducha de mi habitación, en la cual nos metimos con todo y ropa. En realidad ella me empujó al agua con todo y ropa, y yo a mi vez la jalé para que se mojara conmigo. Ella protestó entre risas, que yo apague con apasionados besos.

Después de nuestro, no tan corto encuentro en la ducha, decidimos salir a pasear un poco.

¿Y si vamos al cine? Sugerí yo.

No lo sé Remus, en el más cercano nos conocen a William y a mí - exclamó con ligera duda.

Y el otro está muy lejos - exclamé yo - entonces vamos a pasear.

¿Crees que sea prudente? Tus vecinos podrían hacer preguntas - había cierto tono de disculpa en su voz, y luego viendo mi ceño ligeramente fruncido se pegó a mi pecho y levantando sus ojos azules hacia mí, agregó mimosa - porque no nos quedamos aquí, podemos pedir algo de comer, ya que no tienes nada decente en tu refrigeradora y así no habrá nadie que nos interrumpa. No tendremos que fingir.

Fingir, esa palabra resonó en mi cerebro, casi como si la hubiera repetido mi molesta conciencia, que como llamada hizo su aparición en mi cabeza.

Eso es tu vida con ella ahora muchacho, fingir, debes ocultarte y no te gusta ¿verdad? - exclamó sarcásticamente.

Déjame en paz, si quieres vuelve cuando Brigitte se haya ido - me dije a mí mismo mentalmente.

Esta bien, como tu quieras - exclamó la misma voz dentro de mi cabeza - pero que quedé claro que yo te lo advertí. Y a mi parecer ya has tenido que ocultarte suficiente en tu vida.

Después de eso mi conciencia guardó silencio, pero su última frase permaneció en mi mente aun cuando Brigitte, habiendo tomado mi corto silencio como muestra de estar de acuerdo, me guió hasta sofá y se sentó sobre mis piernas acurrucándose en mi pecho. Traté de alejar la idea de mi mente, estaba con ella, y nada más importaba. El tenerla nuevamente junto a mí, compensaba todos los otros detalles. Que importaba si por el momento no podía caminar libremente con ella por la calle, no interesaba si nuestro amor debía permanecer oculto entre las paredes de mi casa; eso no sería así eternamente. Pronto decidiríamos como solucionar esa situación y ella regresaría junto a mi para pasar el resto de nuestras vidas juntos. Eso esperaba yo, y deseaba fervientemente que ese momento no estuviera muy lejos, no me creía capaz de soportar a mi conciencia mucho tiempo más, la conciencia de un mago puede ser bastante visual y muy molesta, me volvería loco si tuviera que escucharla por demasiado tiempo.

En ese momento, y temporalmente, logré deshacerme de la idea que se había fijado en mi cerebro y las palabras de Brigitte llegaron a mis oídos como desde muy lejos, parecía haber estado hablándome durante algún tiempo.

¿Me escuchas Remus? - me preguntaba con ligera impaciencia - te dije que deberíamos ordenar algo de "las Barbas de Merlín" tienen comidas deliciosas y excelentes postres, además entregan a domicilio por la red flu.

Sí, está bien, pide lo que quieras - pero luego sonreí pícaramente y tumbándola al sofá agregué - cualquier cosa será deliciosa desde donde yo pienso comerla.

O que sinvergüenza - exclamó ella riendo complacida - antes deberás atraparme cuando el momento llegué.

Lo haré con gusto, pero antes debes hacer el pedido - exclamé saliendo de encima suyo y señalando la chimenea.

Que ocioso y poco caballero, pero lo haré - exclamó y yendo junto a la chimenea se puso a buscar algo con la vista - ¿dónde guardas los polvos flu?

En la bolsita que dice polvos flu - exclamé con ironía.

Hay no la vi, no te burles - exclamó ella ligeramente avergonzada y tomando un poco lo lanzó a la chimenea, mencionó el nombre del restaurante y metió la cabeza en el fuego verde.

La escuché hablar y hacer el pedido; luego la vi salir del fuego, y apartarse para dar paso a un muchacho cargado de varios envases con el emblema del restaurante. Brigitte le pago rápidamente con dinero que sacó de mi billetera que estaba sobre la chimenea y el muchacho se fue por donde había venido.

Uno de los cocineros me vio de forma muy extraña ¿sabes? - exclamó Brigitte cuando me acerqué a ella.

Sí, pero no sé porque, su rostro me era familiar pero no recuerdo exactamente de donde - exclamó despreocupadamente, y ninguno de los dos le dimos demasiada importancia al asunto.

Fin de la cuarta parte. ********************

Nota de la Autora: Bueno gente malvada, hasta aquí el capítulo. Espero que les haya gustado aunque sea el peor de todos y creo que el más corto también. No se me ocurrió nada más que decir aquí, ya dije lo que quería, que a Remus no le complace el tener que esconderse y que en vez de hablar las cosas decide ignorarlas y acallarlas, eso nunca es bueno digo yo, pero creen que el licántropo me hace caso, pues no.

Me despido, besos a todos ustedes, lectores y miembros del ff.net:
Lorien Lupin.