Este es en realidad el primer capítulo que escribí, pero luego pensé que era necesaria una introducción para empezar a desarrollar la trama.

Han pasado algunos años, y las cosas son diferentes para algunos...

Sybill.  Gracias por tu rev. Es mi versión de lo que pasó antes de que Harry naciera. La tuya me gusta mucho, pero no se va a parecer, porque no me voy a centrar en Sev, aunque el personaje si aparece. Lo que pasó para que los muggles hicieran eso se verá mas adelante... intentaré ir dejando pistas.

Arwen-Vanadis-magic. ¡holaaaaaaaa! Bien, lo de la familia: Daphne y Rose son hermanas, sus padres son los señores Hoke, y los Evans son amigos de ellos. Espero que el fic te resulte interesante y ya sabes, aunque ya tengo los primeros capis preparados, acepto sugerencias sobre la trama. Te digo, ya soy MIEMBRO DE LA ORDEN SIRIUSIANA, ¿cómo me voy a resistir, si lo pintan TAAAN seeeexy?  XD

Luna. ¿Logré intrigarte? Seguro no más que tú a mí en los tuyos (jejeje) claro que espero tardar algo en desvelar por qué Daphne es una bruja especial. Hay que decirlo, su padre no es tan Dursley como se le pinta, en el fondo tiene sus motivos (aunque el mismo no lo reconocería nunca, prefiere ser anti-magos). Parece que has cogido muy bien los parentescos, de todas formas en este capítulo ya se vé que Rose es... bueno, te dejo que lo leas. Gracias por el consejo, tienes razón.

Ximena.  Me vas a poner colorada :), muchas gracias. Claro que me inspiro en Jk para escribir, pero no le llego a los talones. De todas formas, espero aprender a expresar mejor lo que pienso ¡¡¡y a que os guste lo que escribo!!!

Ruth Snape. Gracias por tu review. Espero que lo que viene te siga gustando. Estoy pensando... no creo que el personaje de Jason Isaacs salga mucho en este fic, pero bueno... siempre nos quedarán sus fotos, de todas formas pondré una referencia a otro personaje que a lo mejor te suena, mas adelante. Te dejé review en tu fic mas cortito, ya con tiempo iré leyendo el otro.

vero Jiménez. Muchas gracias!!! Tienes razón, los Hoke son espantosos... pero quien sabe, pueden tener sus motivos ocultos, aunque lo de ella es mas bien de nacimiento, y lo de él, bueno, se debe en parte a la hora del té, el calor del momento :-)  Lily no había nacido aún, pero sigue leyendo, verás, verás...

CAPÍTULO DOS

LOS UNICORNIOS NO EXISTEN

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Habían pasado casi veinte años desde que los señores Hoke se reunieran con unos amigos, en aquel invierno de 1942. Había nevado, llovido y granizado sobre Londres muchas veces, pero también había salido el sol y el planeta había dado infinitas vueltas sobre su propio eje.

Los señores Hoke dejaron su casa en Bond Street por un cottage en un pueblecito de Surrey, Little Whinging, para disfrutar de la tranquilidad del lugar. Sin duda, al señor Hoke le hubiese gustado mudarse a cualquier otro lugar mas cerca de Escocia, pero el médico le recomendó que no le haría bien estar tan cerca de las grandes destilerías de whisky.

Daphne Hoke esperó a ser mayor de edad para alejarse lo más posible de su familia, y el mismo día de su cumpleaños recogió todas sus cosas y salió de viaje por Europa, pese a las severas advertencias del señor Hoke, que le decía que si los Europeos de post-guerra la mataban, él no iría a buscar su cuerpo a ninguna parte.

Rose se había quedado en Londres donde ya tenía una nueva familia: su marido Hugh Evans y dos hijas, la rubia Petunia y la pelirroja Lily.

Todos los que vivían en la casa se levantaron aquella mañana con los gritos de la Señora Evans procedentes del piso inferior, que anunciaban que el desayuno se iba a quedar frío y no lo pensaba recalentar. Lo siguiente, y lo que sin duda la motivó a Lily a despertarse, fue una almohada voladora que calló sobre su cabeza.

-¡¡¡Petunia!!! –Gritó una chiquilla pelirroja mientras se incorporaba y oía el golpazo de la puerta al cerrarse.

Era otro día de verano que amenazaba con ser igual a los anteriores, e igual a todos los veranos desde el principio de los tiempos en Holmes Avenue, pero al menos éste iba a acabar en poco más de un mes.

Rose, ahora señora Evans, era una mujer delgada, rubia, enérgica y de no muy buen carácter. Tras servir el beicon en unos platos empezó a impacientarse y volvió a gritar:

-¡¿Es que nadie va a desayunar hoy?!

Todo ocurrió muy rápido. Tras su última llamada aparecieron por la puerta de la cocina la cabeza y el largo cuello de Petunia. Un plof, plof repetido indicaba que alguien lento y pesado bajaba las escaleras, y una disimulada risa le hizo temer lo peor.

Rose Evans no hubiera tenido tiempo de reaccionar, en ese instante un golpe sordo lo confirmó. Ya estaba echo. Sobre el suelo de la cocina acababa de caer Petunia, aún con el correo en las manos.

Una pelirroja de ojos verdes la siguió, riéndose. El señor Evans entró por fin, y sonrió, pero tras una severa mirada de la señora Evans empezó a regañar a Lily, sin poder evitar reírse interiormente.

-¡¡Estas niñas me van a matar a disgustos!! –protestó la señora Evans mirando con desaprobación a su marido –y tú les ríes todas las gracias

- pero Rose, querida, solo jugaban...

-¡yo no jugaba! –Reprochó Petunia, ya levantada, mientras introducía un trozo de beicon en su boca –esm ellam mquem me mirritam.

Hugh Evans era un hombre alto y rubio, que solía llevar el pelo largo, y eso, junto a los ojos azules, le daba un aspecto bastante juvenil. Recogió el periódico y las cartas del suelo, que Petunia había olvidado y se limitó a darle las últimas a Rose. Desplegó el periódico y tras leer los titulares de la portada, lo volvió a plegar, murmurando que no sabía por qué escribían los periódicos si nunca decían nada bueno. Se sentó y se dispuso a desayunar.

-¿No dices que estás engordando? Podrías empezar por dejar de comer tanto y salir a correr –dijo la señora Evans con ironía mientras comprobaba que Hugh estaba más corpulento que en las fotos del estante –lo mejor sería que...

Se interrumpió al ver entre el correo un sobre amarillento sin matasellos. Con cara de sorpresa lo abrió y dijo a su marido que lo leyera.

-¡Es estupendo! –Dijo el señor Evans - ¿no?

-¿Qué es estupendo? – habló por fin la pelirroja

-Seguro que les tocó un viaje a la playa... –meditó Petunia

- ¡nos vamos de vacaciones!

- Está bien, ¿no, cariño? ¿No crees? –Apuntó el señor Evans sin escuchar a sus hijas. Empezaba a ponerse nervioso ante la falta de respuesta de Rose.

- Pero esto nos cambia todos los planes. No, no está bien ¡pero lo va a estar! Seguiremos como si nada... –respondió ella rompiendo el sobre en pedazos.

Todos comieron en silencio. Sabían que no era muy sensato enfadarla cuando tomaba una decisión.

Diez minutos después, Lily Evans se rascaba su roja cabellera mientras Petunia recogía los platos y se ponía a fregarlos. El señor Evans iba a salir a trabajar cuando la señora Evans lo detuvo.

- Bien, escuchadme todos. Mañana Petunia y yo iremos a comprar un nuevo uniforme y las cosas que le harán falta en el colegio.

-¿Y yo? A mí también me está pequeño –aseguró Lily

- Bueno, tu usarás el del año pasado de tu hermana. No podemos gastar más dinero y como irás a su colegio...–dijo ella, pero al ver la carita de la pequeña, añadió –cielito, sabes que tenemos que ahorrar todo lo posible...

Lily se aguantó las lágrimas y se fue a su habitación. Tendría que ir otro año más al mismo colegio que Petunia, con su vieja ropa y sus viejos libros. Tendría que llevar un uniforme gastado, que era al menos de su talla. Tenía la sensación de ser diferente a todos ellos, a toda su familia, de que no encajaba allí. ¿Por qué todos eran rubios y ella pelirroja? ¡hasta los abuelos! Al menos su padre era cariñoso con ella.

También daba la casualidad de que siempre pasaban cosas extrañas a su alrededor, cosas que irritaban mucho a Petunia. Solía saber cuando algo iba a caer antes de que se moviera de su sitio, y "presentía" la visita de un familiar antes de que anunciara su llegada.

- Son coincidencias –le decía Petunia– tu no eres especial. Yo intentaría ser discreta y no ir por ahí diciendo que un gato te guiñó un ojo ayer, o que ves el futuro. A nadie le gusta la gente rara, seguro que eso te traerá problemas. –luego parecía meditar unos instantes y continuaba- Decir mentiras no está nada bien.

Al día siguiente Holmes Avenue amaneció igual de calurosa como venía siendo costumbre. La señora Evans y Petunia salieron temprano, pero no despertaron a Lily. Las notas que emitía el radio-despertador del señor Evans pasaban por la abierta puerta de su habitación, pero ella no se despertó hasta que él se sentó en su cama y la movió suavemente.

-Princesa –dijo mientras la mecía suavemente -¿vas a desayunar conmigo o seguirás un rato en Fantasía?

Lily apenas se movió. Le costaba mucho levantarse por las mañanas si no era por un brusco movimiento de su hermana. El señor Evans oyó un ronroneo y volvió a llamarla.

-¡con lo bonito que era mi sueño! –respondió ella estirándose en la cama.

-¿Y qué era?

- Bueno... era un caballo blanco, casi plateado, y con un cuerno en la frente...

-¿Un unicornio?

-¡Sí! ¡¡Mi regalo de cumpleaños!!

El señor Evans sonrió y le recordó que su cumpleaños no era hasta el 31 de octubre, y aún quedaba bastante. Ella comenzó a relatar su extraño sueño, en el que un chico grandote y peludo la llevaba a un bosque muy frondoso. Iban a ver al unicornio.

-¿Y te atreviste a acercarte? –preguntó él, simulando miedo.

-¡Claro! Lo suficiente como para acariciarlo.

-Pero tú sabes que los unicornios no existen –dijo el señor Evans con tono cómplice.

-Es sólo un sueño papá. En realidad no he visto ningún animal tan bonito nunca. Pero parecía tan nítido mientras dormía que era como si fuese real.

-Eso es porque eres una "soñadora profesional" –sonrió el señor Evans –Bueno princesa, ¿desayunamos?

- Bien, parece una oferta tentadora...

El señor Evans salió tarde aquel día para ir al trabajo. Se había entretenido un poco más de la cuenta jugando con Lily. Se despidió en la cocina repitiéndola que en pocos minutos llegaría el chico de los vecinos para cuidar de ella. Al salir vio que entre el correo había otro sobre amarillento, como el del día anterior. Valla exclamó si que insisten y se llevó aquel sobre, dejando los otros dos de facturas y el periódico encima de la mesita de la entrada.

Como siempre, cogió un autobús que le llevaría a la zona centro de Londres, porque vivían bastante alejados. Hacia un año que decidió dejar el coche en casa e ir en transporte público. A esas horas, el centro estaba siempre colapsado y resultaba imposible conseguir aparcar. Además, de ese modo podía leer por el camino.

Ya en el autobús le extrañó verlo bastante más lleno que de costumbre, y además, parecía que la gente había adoptado la nueva moda de ir vestidos con túnicas; algunos hombres las llevaban, e incluso familias enteras. ¿Dónde irán así de raros? se dijo a trabajar seguro que no, serán turistas.

Cuando llegó a su trabajo, aún no estaban todos. La famosa puntualidad británica parecía allí una mentira de las agencias de viajes. Se sentó en su silla y mientras conectaba el ordenador le preguntó a su compañero:

- Mike ¿has oído hablar de Hogwarts?

- ¿Es un nuevo programa de ordenador? –Preguntó Mike.

- No, es un colegio.

- Pues no, no me suena ese nombre, ¿de qué dices que es?

- Un colegio, pero da igual Mike, no te preocupes.

El ordenador tardó en encenderse. El señor Evans era de los que pensaba que en el futuro ya nadie usaría unos aparatos tan grandes y lentos. Según  se volvería al trabajo artesano y la tecnología acabaría como había empezado, mal.

A la hora de comer llamó a casa para asegurarse de que todo estaba bien, no le gustaba dejar a Lily sola en casa. Sabía que estaría con su canguro, pero tenía la seguridad de que Rose y Petunia volverían bastante tarde. Luego salió a comer con sus compañeros. En el restaurante también había muchos hombres con túnicas de colores estrafalarios.

- Mike, ¿tu usarías túnica? – Preguntó el señor Evans.

- ¿qué es una túnica Hugh?

- Es como un vestido, pero que también lo llevan en algunos coros de iglesias... –dijo el Señor Evans mirando de reojo a una familia que comía en la mesa de su izquierda.

-¡Ah, ya sé! –Respondió Mike- ¿cómo pueden ir con falda? Hoy me he cruzado con más de diez hombres de este estilo, y ¡no te lo pierdas! Algunos llevaban hasta gorro... ¡con el calor que hace! ¿Creéis que son escoceses?

- ¿De fucsia? –preguntó otro compañero-  Un buen escocés nunca vestiría esos colores. Sólo cuadros, como manda la tradición.

Una niña gordita y morena se levantó de la mesa contigua y dando pequeños saltitos se dirigió al cuarto de baño. Antes de llegar, se le cayó un papel amarillo. Hugh Evans se acordó del sobre amarillento. De repente, también de la hermana de Rose, Daphne Hoke. De pequeño un día se encontró con Daphne vestida con una túnica de color turquesa. Cuando sus padres la encontraron la regañaron diciéndola que no se podía salir a la calle vestida de bruja.  En ese momento no lo entendió. Bruja... como Lily. Por eso la mandaron el sobre amarillento, y por eso, todas aquellas personas extrañas por Londres. Todos debían haber recibido un sobre como el de ella.

La señora Evans y Petunia no habían pasado todo el día de compras. Lo primero que hicieron, tras desayunar en una pastelería, fue ir a una peluquería. Allí a la señora Evans le dieron un masaje capilar y le cortaron las puntas. A Petunia le llenaron el pelo de tirabuzones. Más tarde pensaron, que ya que estaban bien peinadas, deberían tener igualmente ropa bonita para ir "a juego".

Tras probarse unos vestidos de lycra ajustados (debieron pasar a más de 10 tiendas hasta que los encontraron y se decidieron a comprarlos) se los llevaron, ya puestos, y entraron en una cafetería oriental para probar un "te dúlce de algas" y un "Amargo bicolor" como aperitivo, porque les sobraban unos minutos para la comida.

Después de comer en un restaurante egipcio, se dieron cuenta de que aún no habían comprado el uniforme nuevo ni los libros de petunia, pero como quedaban dos horas para que las tiendas que querían volvieran a abrirse se dieron una vuelta por un gran centro comercial 24 horas de la zona.

Ya con el uniforme comprado, la señora Evans comenzó a preocuparse por la cantidad de dinero gastado de más. Lamentaba que en vez de volver en taxi como habían pensado, tendrían que coger el autobús. No les hacía mucha gracia a ninguna de las dos subir con tantas bolsas a un sitio tan pequeño y con tanta gente.

Se encontraron con el señor Evans en la parada del autobús. El señor Evans había estado muy atareado y parecía cansado, así que no se dio cuenta ni del peinado ni de los trajes nuevos. Esto molestó a la señora Evans por la poca delicadeza de su marido al no decirle "lo guapa" que estaba, pero enseguida pensó que era mejor así, que no se enterase de todo lo gastado. Ya en el autobús el señor Evans preguntó:

-Bueno chicas, ¿y que tal las compras?

-¡Fatal papá! – respondió Petunia malhumorada - ¡mis libros nuevos son de segunda mano!

-¡Cariño! –Respondió rápidamente la señora Evans –No sabes lo caros que son los libros nuevos ¡y lo gordos que son! Mira...

- y hemos tenido que entrar en mas de mil tiendas – siguió Petunia.

- ¡Cariño! No sabes lo difícil que es encontrar una buena tienda donde encontrar un uniforme en condiciones. –Puntualizó la señora Evans.

El señor Evans no las estaba escuchando. Sólo podía pensar en el sobre, estaba obsesionado. Era un poco injusto no decirle nada de él a Lily.

Lily se sentía nerviosa, pero no como te sientes cuando esperas para un examen, o cuando vas al día siguiente sabes que al ser tu cumpleaños te espera una sorpresa. Era una sensación mucho peor, como de que algo malo iba a pasar. Tenía los brazos agarrotados y contraídos, igual que las piernas, que apenas podía mover.

Sonó el teléfono, y sin poder cogerlo, vio como este se acercaba a ella flotando en el aire. El auricular quedó a la altura de sus ojos, y mientras lo miraba un poco asustada, todo el ambiente que la rodeaba, las paredes y los objetos, se comenzaron a volver blandos, como gel y a derretirse... dejando frente a sus ojos a una mujer anciana de ojos claros y a otra mujer un poco más joven, que la miraba como burlándose de ella.

Al volver a mirar a la anciana, que también sonreía, noto que tenía los ojos hinchados, tanto más que la mitad del globo ocular parecía querer salirse de sus órbitas. Iba a gritar cuando la habitación comenzó a reblandecerse de nuevo y se encontró en un bosque. Era de noche pero se veía bien porque el cielo estaba inundado de millones de estrellas relucientes. Oyó unos chapoteos y se acercó al lugar del que provenían, comprobando que ya no estaba paralizada. Era un lago. Se asomó al borde...

- ¡aaahhhh!

*** El cottage al que van a vivir los señores Hoke es una de casa típica del campo y algunos pueblecitos de Gran Bretaña; pequeña, antigua y de aspecto coqueto.