centerVeranocenter
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Se encontraba sentada enfrente de su escritorio, leyendo "Historia De Hogwarts" algo enfadada, pensando en que sus resultados de los TIMOS no habían llegado, en que la P.E.D.D.O iba en picada, en el retorno de Voldemort, en la Orden del Fénix.
Cuando de pronto escuchaba el ladrido de muchos perros a los cuales no les daba importancia. Entonces se levantó y se dirigió a la puerta cuando escucho ruidos metálicos que provenían tal vez de abajo. Giro el pomo de la puerta y al abrirla Crookshanks paso corriendo como flecha ocasionando que tropezara. Bajo las escaleras, atravesó la sala y vio, colgadas en el perchero a un lado de la puerta principal, las llaves de su mamá. Ya había regresado.
Se dirigió hacia la cocina y se encontró con la señora Granger maldiciendo y juntando del suelo un montón de cazuelas y espátulas.
-¡Hola hija!, estaba tratando de preparar la cena pero me he dad cuenta de que tengo la gracia de un costal de rondanas para hacerlo- dijo la señora Granger algo furiosa. Llevaba puesto un bonito traje sastre de color azul marino.- ¿Qué ha ocurrido con Clarissa?- pregunto Hermione desconcertada
-acaba de irse, dijo que su padre se había puesto mal y tuvo que marcharse al hospital- Clarissa era la ama de llaves. Había llegado desde Irlanda doce años atrás pidiendo trabajo, y los señores Granger se lo habían concedido. Era una mujer de estatura media, muy educada y agradable, de cabellos rubios y siempre muy bien peinado. Hermione le había tomado un cariño muy especial, pero aun asi solo la veía como la servidumbre.
-he tenido un dia terrible- dijo la señora Granger levantando la ultima espátula- El señor Morris no dejo de quejarse de su dolor de muelas, aun cuando ya lo habia anestesiado. Estuve mas de tres horas escuchando sus malditos gemidos de dolor- dijo mientra abria el refrigerador -no lo pude soportar mas asi que lo cite para mañana al medio dia ¿Dónde demonios esta la lata de champiñones que compre la semana pasada? -En la alacena - Dijo Hermione -Oh si, lo había olvidado, Clarissa me lo dijo cuando las acomodo- exclamo la señora Granger dando un portazo al refrigerador- como sea ¿no ha llamado tu padre?- dijo mientras abría la alacena. -No, no lo ha hecho, creí que estaba contigo- dijo Hermione -Pues no lo he visto desde la mañana- contesto la señora Granger.
De pronto escucho ladridos de perros que provenían de afuera -Esos malditos perros otra vez- dijo la señora Granger -Malditos animalejos repugnantes- -¿otra vez?- Pregunto Hermione turbada -Si, han estado ladrando desde antes de que bajaras- Contesto -entonces no he estado soñando- dijo Hermione en voz baja- Los perros estaban ladrando realmente- -¿Qué?- pregunto la Sra. Granger -Nada- Apunto Hermione, cortantemente -Entonces. ¿cuento con tu ayuda?- Dijo la Sra. Granger -Claro- Respondió alegremente Hermione-¿Qué quieres que haga? -Pues no estaría nada mal que cortaras unas papas que están en el refrigerador y las pusieras en este refractario- Contesto la Sra. Granger mientras le daba un refractario de cristal a su hija. -¡Este bien!- exclamo Hermione y comenzó a picar las papas sobre una tabla de madera, luego de haberlas sacado del refrigerador y lavado.
Pasaron cuatro o cinco minutos muy silenciosos, tiempo en el cual Hermione casi terminaba de cortar las papas, cuando los perros de afuera comenzaron a ladrar nuevamente, esta vez más fuerte que nunca.
-¿Pues que es lo que esta ocurriendo?- Dijo la Sra. Granger asomándose por la ventana que estaba junto a la traja.- ¡Oh dios mío!- dijo muy sorprendida he, incluso, algo asustada.
-¿Qué ocurre?- Pregunto Hermione dejando a lado el cuchillo y dirigiéndose hacia la ventana. Se asomo y se encontró con algo verdaderamente extraño.
Detrás de la cerca de la casa de Hermione había, por lo menos, treinta cinco perros de todos tamaños ladrando como locos. Todos tenían la mirada fija en la casa.
Hermione se sorprendió por lo que estaba viendo.
-¿tienes idea de lo que significa?- pregunto su madre bastante angustiada
-No ni la menor idea- contesto la chica sin siquiera haber volteado a ver a la Sra. Granger. Había algo que realmente le llamaba la atención y que, estaba segura, su madre ignoraba por completo. Entre todos los perros existía uno, el más grande, que era completamente negro e idéntico a Sirius.
Pero no podía ser Él ya que no estaba. Sirius se había ido. Para siempre. Había muerto.
-Llamare a la policía- Dijo la Sra. Granger dando una medio vuelta y dirigiéndose al teléfono que estaba cerca del horno de microondas -¿Qué es lo que estas viendo?- pregunto
-Este. los perros- contesto Hermione apartando la vista de la calle.
La Sra. Granger marco el número de la policía.
-Buenas noches señorita ¿hablo al departamento de policía?- Hermione volvió a asomarse por la ventana. El perro negro seguía allí ladrando, al parecer, lo más fuerte que podía junto con sus treinta y cuatro compañeros que lo imitaban.
-¡Hay casi cincuenta perros ladrando como locos afuera de mi casa!, ¿podrían hacer algo al respecto?- Exclamo la Sra. Granger al auricular.- Esta bien, mi domicilio es. -
Pero no pudo hablar, o por lo menos nadie la pudo escuchar. Los ladridos eran tan intensos que ningún otro sonido podía escucharse.
Excepto un horrible grito agudo.
Un grito que era cada vez más y más fuerte.
Hermione estaba horriblemente aturdida. Las manos sobre sus orejas no bastaban para dejar de escuchar ese aterrador grito.
La Sra. Granger dejo caer el teléfono. Estaba hincada a un lado del horno de microondas haciendo lo mismo que su hija cuando la puerta de cristal del horno exploto en mil pedazos.
Las dos gritaron pero nisiquiera podían escuchar sus propios gritos. De pronto el refractario que contenía las papas que Hermione había estado cortando, exploto también. Todo empezó a estallar: los vasos, los platos, el reloj de pared, los floreros, los frascos, las jarras. todo se estaba haciendo añicos.
El grito era ya más que insoportable.
Hermione se sentía enferma, sentía que se moría, cuando explotaron, por fin, todas las ventanas. Hermione sentía una horrible presencia, ya todo estaba perdido.
Cuando.
Escucho ruidos metálicos que tal vez provenían de abajo y.
Despertó.
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Se encontraba sentada enfrente de su escritorio, leyendo "Historia De Hogwarts" algo enfadada, pensando en que sus resultados de los TIMOS no habían llegado, en que la P.E.D.D.O iba en picada, en el retorno de Voldemort, en la Orden del Fénix.
Cuando de pronto escuchaba el ladrido de muchos perros a los cuales no les daba importancia. Entonces se levantó y se dirigió a la puerta cuando escucho ruidos metálicos que provenían tal vez de abajo. Giro el pomo de la puerta y al abrirla Crookshanks paso corriendo como flecha ocasionando que tropezara. Bajo las escaleras, atravesó la sala y vio, colgadas en el perchero a un lado de la puerta principal, las llaves de su mamá. Ya había regresado.
Se dirigió hacia la cocina y se encontró con la señora Granger maldiciendo y juntando del suelo un montón de cazuelas y espátulas.
-¡Hola hija!, estaba tratando de preparar la cena pero me he dad cuenta de que tengo la gracia de un costal de rondanas para hacerlo- dijo la señora Granger algo furiosa. Llevaba puesto un bonito traje sastre de color azul marino.- ¿Qué ha ocurrido con Clarissa?- pregunto Hermione desconcertada
-acaba de irse, dijo que su padre se había puesto mal y tuvo que marcharse al hospital- Clarissa era la ama de llaves. Había llegado desde Irlanda doce años atrás pidiendo trabajo, y los señores Granger se lo habían concedido. Era una mujer de estatura media, muy educada y agradable, de cabellos rubios y siempre muy bien peinado. Hermione le había tomado un cariño muy especial, pero aun asi solo la veía como la servidumbre.
-he tenido un dia terrible- dijo la señora Granger levantando la ultima espátula- El señor Morris no dejo de quejarse de su dolor de muelas, aun cuando ya lo habia anestesiado. Estuve mas de tres horas escuchando sus malditos gemidos de dolor- dijo mientra abria el refrigerador -no lo pude soportar mas asi que lo cite para mañana al medio dia ¿Dónde demonios esta la lata de champiñones que compre la semana pasada? -En la alacena - Dijo Hermione -Oh si, lo había olvidado, Clarissa me lo dijo cuando las acomodo- exclamo la señora Granger dando un portazo al refrigerador- como sea ¿no ha llamado tu padre?- dijo mientras abría la alacena. -No, no lo ha hecho, creí que estaba contigo- dijo Hermione -Pues no lo he visto desde la mañana- contesto la señora Granger.
De pronto escucho ladridos de perros que provenían de afuera -Esos malditos perros otra vez- dijo la señora Granger -Malditos animalejos repugnantes- -¿otra vez?- Pregunto Hermione turbada -Si, han estado ladrando desde antes de que bajaras- Contesto -entonces no he estado soñando- dijo Hermione en voz baja- Los perros estaban ladrando realmente- -¿Qué?- pregunto la Sra. Granger -Nada- Apunto Hermione, cortantemente -Entonces. ¿cuento con tu ayuda?- Dijo la Sra. Granger -Claro- Respondió alegremente Hermione-¿Qué quieres que haga? -Pues no estaría nada mal que cortaras unas papas que están en el refrigerador y las pusieras en este refractario- Contesto la Sra. Granger mientras le daba un refractario de cristal a su hija. -¡Este bien!- exclamo Hermione y comenzó a picar las papas sobre una tabla de madera, luego de haberlas sacado del refrigerador y lavado.
Pasaron cuatro o cinco minutos muy silenciosos, tiempo en el cual Hermione casi terminaba de cortar las papas, cuando los perros de afuera comenzaron a ladrar nuevamente, esta vez más fuerte que nunca.
-¿Pues que es lo que esta ocurriendo?- Dijo la Sra. Granger asomándose por la ventana que estaba junto a la traja.- ¡Oh dios mío!- dijo muy sorprendida he, incluso, algo asustada.
-¿Qué ocurre?- Pregunto Hermione dejando a lado el cuchillo y dirigiéndose hacia la ventana. Se asomo y se encontró con algo verdaderamente extraño.
Detrás de la cerca de la casa de Hermione había, por lo menos, treinta cinco perros de todos tamaños ladrando como locos. Todos tenían la mirada fija en la casa.
Hermione se sorprendió por lo que estaba viendo.
-¿tienes idea de lo que significa?- pregunto su madre bastante angustiada
-No ni la menor idea- contesto la chica sin siquiera haber volteado a ver a la Sra. Granger. Había algo que realmente le llamaba la atención y que, estaba segura, su madre ignoraba por completo. Entre todos los perros existía uno, el más grande, que era completamente negro e idéntico a Sirius.
Pero no podía ser Él ya que no estaba. Sirius se había ido. Para siempre. Había muerto.
-Llamare a la policía- Dijo la Sra. Granger dando una medio vuelta y dirigiéndose al teléfono que estaba cerca del horno de microondas -¿Qué es lo que estas viendo?- pregunto
-Este. los perros- contesto Hermione apartando la vista de la calle.
La Sra. Granger marco el número de la policía.
-Buenas noches señorita ¿hablo al departamento de policía?- Hermione volvió a asomarse por la ventana. El perro negro seguía allí ladrando, al parecer, lo más fuerte que podía junto con sus treinta y cuatro compañeros que lo imitaban.
-¡Hay casi cincuenta perros ladrando como locos afuera de mi casa!, ¿podrían hacer algo al respecto?- Exclamo la Sra. Granger al auricular.- Esta bien, mi domicilio es. -
Pero no pudo hablar, o por lo menos nadie la pudo escuchar. Los ladridos eran tan intensos que ningún otro sonido podía escucharse.
Excepto un horrible grito agudo.
Un grito que era cada vez más y más fuerte.
Hermione estaba horriblemente aturdida. Las manos sobre sus orejas no bastaban para dejar de escuchar ese aterrador grito.
La Sra. Granger dejo caer el teléfono. Estaba hincada a un lado del horno de microondas haciendo lo mismo que su hija cuando la puerta de cristal del horno exploto en mil pedazos.
Las dos gritaron pero nisiquiera podían escuchar sus propios gritos. De pronto el refractario que contenía las papas que Hermione había estado cortando, exploto también. Todo empezó a estallar: los vasos, los platos, el reloj de pared, los floreros, los frascos, las jarras. todo se estaba haciendo añicos.
El grito era ya más que insoportable.
Hermione se sentía enferma, sentía que se moría, cuando explotaron, por fin, todas las ventanas. Hermione sentía una horrible presencia, ya todo estaba perdido.
Cuando.
Escucho ruidos metálicos que tal vez provenían de abajo y.
Despertó.
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