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Capítulo 6
Primer Entendimiento
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Como siempre, los personajes de Slayers no me pertenecen ni me estoy adjudicando propiedad alguna sobre ellos.
Como siempre, le agradezo a MGA_FGA, Cass Metallium (interesante historia), Wolf Greywords (sigue estando excelente tu fic) y a Lis-chan por sus reviews.
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Filia estaba bastante cansada. Habían buscado casi en todos los libros de magia de la biblioteca y ninguno hablaba del collar mágico que tenía Xellos. Claro que habían encontrado ya cientos de hechizos para collares de esclavos y para diferentes usos y situaciones que en más de una ocasión la habían hecho sonrojar, pero como aquel que tenía Xellos ninguno.
"¿Por qué tenían que usar un hechizo poco usual contigo?" Dijo al tiempo que ponía un dedo en su barbilla y se concentraba en mirar el techo. Xellos continuó revisando los libros sin percatarse de que en un momento la princesa se había levantado y se estaba acercándo. Unas delicadas mano comenzaron a rebuscar cerca de su cuello y se paralizó.
"¿Qué haces?" Dijo con los ojos muy abiertos.
"Shh... no te muevas. Sólo quiero ver si tienes alguna marca de nacimiento o algo que me pueda indicar de dónde vienes." Y continuó buscando sin percatarse de que el joven estaba muy tenso.
Pasó sus dedos y haló levemente el cuello de la camisa tratando de encontrar alguna pista. Se detuvo en su investigación para observar más de cerca el collar. Dejó caer las suaves hebras negras en su lugar antes de tomar la aparentemente fina trenza de hilos de oro que estaba bastante pegada al cuello del joven. Trazó sus dedos hasta llegar a la piedra color sangre que estaba engarzada en oro en la parte de enfrente.
Xellos la observaba petrificado, no podía moverse ni podía hablar. La princesa lo había ordenado. Claro que sabía que ella no lo estaba haciendo a propósito en esos momentos, simplemente su curiosidad había sacado lo mejor en ella. Pero era la primera vez en su vida que se sentía tan indefenso desde que aquel hombre le había puesto el collar. Incluso el Ministro se había limitado a observarlo de lejos sin acercarse.
Por alguna razón sentía que aquella era la primera vez que tenía contacto humano con alguien. Que si alguna vez una persona se había atrevido a tocarlo no lo había hecho de esa forma. Deseaba gritarle que se detuviera, deseaba poner sus manos en aquel blanco cuello y estrangular a aquella niña tonta que se atrevía a incomodarlo de aquella manera. Apretó los puños hasta que sus nudillos estuvieron completamente blancos y cerró los ojos tratándo de calmar su respiración.
"¿Xellos? ¿Qué sucede?" Le preguntó inocentemente.
"Princesa, ¿podría quitar sus manos del collar?" Dijo tratando de sonar amable pero la frase salió más como un gruñido de advertencia. Filia se alejó de inmediato.
"Pero... ¿hice algo malo?"
"No."
"¿Entonces? Sólo quería ver si tenías alguna marca." Dijo irritada.
"Pudiste haberme preguntado." Dijo con algo más de rabia.
"Cierto. ¿Tienes alguna marca de nacimiento?"
"No."
"Ah..."
"Xellos... ya dime qué es lo que..."
"Sucede que no puedo hablar si no lo ordenas, no puedo moverme si no lo ordenas. Si me ordenas que no respire ciertamente moriré porque simplemente no puedo hacer nada aún cuando lo quisiera porque tienes que ordenarlo primero!" Explotó.
Filia enmudeció y dio unos pasos atrás. El torrente de palabras la había anonadado. Cuando pudo reponerse hizo lo que en cualquier otra ocasión no hubiera hecho por ninguno de sus amigos, trató de ponerse en el lugar del joven por unos instantes.
A la princesa le pareció que aquello tenía que ser como una penitencia, una muy injusta por cierto. Dejó escapar un profundo suspiro y se sentó nuevamente en su silla mientras Xellos continuaba inmóvil. De haber podido voltear hacia la princesa hubiera podido ver que había tomado tinta, pluma y papel y escribía afanosamente. Tachaba, borraba, volvía a escribir. Pasaron varios minutos durante los cuales Xellos pudo calmarse un poco y su mente comenzó a registrar los movimientos que hacía Filia al escribir.
"Listo." Dijo con un chillido triunfante que le penetró los tímpanos. La sintió acercarse nuevamente. Esta vez Filia se sentó sobre la mesa donde estaban los libros y colocó un papel frente a sus ojos. Buscó su sortija real y sacó un pequeño tintero donde mojó la superficie del anillo y selló el papel cuidando de que la tinta no se corriera.
"Léelo." Le dijo con una sonrisa orgullosa.
Xellos obedeció y de inmediato se puso a leer. Mientras lo hacía su expresión fue cambiando de una de enojo a una de perfecta sorpresa. Al terminar levantó la vista hacia la princesa quien sonreía como si hubiera hecho su acción del día. Pero en esos momentos no le molestaba en lo absoluto.
"Gracias." Musitó. Luego de unos instantes se levantó de la silla algo tembloroso. "Si me disculpa princesa, necesito estar a solas."
"Bien, te avisaré cuando la cena esté lista." Xellos asintió y abandonó la biblioteca sin decir una sola palabra más. Se dirigió de regreso a la recámara de donde Filia lo había sacado esa mañana. Cerró la puerta quedamente y la aseguró tras de sí. Se dejó caer en la suave cama y se reclinó casi automáticamente mientras apretaba fuertemente en su mano el papel que Filia acababa de entregarle.
Aquellas palabras escritas en el papel le daban control sobre su vida nuevamente. No que fuera un cambio significativo, aún era presa del collar pero al menos ya no dependía de la princesa para cada paso... para cada respiración. Trató de contener las lágrimas que amenazaban con escapar, nunca había llorado y ahora no era el momento de comenzar. Apretó los ojos con fuerza tratando de ahuyentar aquella quemante sensación y con un supremo esfuerzo se obligó a respirar más calmadamente. Finalmente el sueño, el cansancio y todo el mar de sensaciones hizo que sus ojos se cerraran.
Habían pasado varias horas desde que saliera de la biblioteca. La cena ya estaba lista y la princesa hizo que la subieran a su habitación de juegos. Luego de tenerlo todo dispuesto, despidió a los sirvientes y se asomó a la habitación contigua donde dormía placidamente su nuevo "juguete".
"¿Xellos?" Llamó suavemente. El joven despertó de inmediato. "La cena está lista. ¿Quieres acompañarme?" Le dijo con una sonrisa.
"Ah... hai, en un momento bajo." Le dijo algo desorientado aún.
"No tienes que bajar, ordené que la subieran a mi habitación, así no tendrás que presentarte aún ante los demás miembros de la corte." Sonrió desde la puerta y luego desapareció.
Xellos se restregó los ojos y suspiró. Tenía que resignarse a su suerte, ni él ni la princesa tenían forma de romper el hechizo. La princesa volvió a asomarse a la recámara con una sonrisa pícara.
"Por cierto, creo que te interesará saber que mañana vendrán mis amigos a visitarme." Xellos no pudo suprimir un gesto cansado. "No son tan aburridos como parecen, en serio, ¡te gustará tener nuevos amigos!" Sonrió Filia inocentemente y volvió a desaparecer.
Xellos hundió la cabeza en las suaves almohadas con una especie de gruñido cansado. No necesitaba *amigos* en esos momentos, menos tener que conocer más gente que pudiera hacerle daño ahora que estaba en desventaja.
Se levantó pesadamente y se miró al espejo, sus ropas estaban completamente arrugadas, ni siquiera se había tomado la molestia de cambiarse cuando había subido de la biblioteca. Emitió un sonido de disgusto y buscó por la recámara hasta que divisó dos muebles de madera exquisitamente tallados. En el interior del más grande encontró todo tipo de ropa, nítidamente ordenada y planchada. En el segundo mueble habían cajones y dentro de ellos ropa interior y de dormir, toallas y demás artículos para acicalarse.
Xellos estaba un tanto asombrado y sin embargo en su interior se sentía complacido. Al menos se le había proveido de varias comodidades que no esperaba. Seguramente la princesa le había ordenado a los sirvientes que tomaran sus medidas y trajeran todo lo necesario. Suspiró profundamente y tomó una camisa y un pantalón. Se arregló el cabello un poco y salió en la dirección que le había indicado la princesa.
Al entrar a la habitación no pudo menos que soprenderse también. Aquel era la habitación más rosada que había visto en toda su vida.
"¿Qué... es... esto...?" Dijo al tiempo que parpadeaba repetidamente sin poder creer lo que veía. Incluso la princesa estaba vestida completamente de rosa.
"Es mi cuarto de juegos." Le respondió orgullosa la princesa. La comida estaba servida sobre una mesa blanca de madera, con seis sillas a juego y primorosos mantelitos rosados. Cuatro sillas estaban ocupadas por enormes peluches de diferentes animales. Una de las sillas vacías la ocupaba la princesa y la otra, supuso, sería la que le correspondía. El único *artículo* que no combinaba en toda la habitación era él mismo.
"Es... rosa." Murmuró mientras se sentaba a la mesa. Filia se limitó a sonreir y prestamente comenzó a servir su comida como si él fuera uno de sus peluches, primorosas tazas y platos rosados aparecieron como por arte de magia.
"Pensé que no ibamos a jugar a las muñecas." Comentó por lo bajo. La princesa levantó una delicada ceja y le dio una larga mirada.
"¿Prefieres entonces cenar junto a todos los miembros de la corte? ¿Sabías que al Primer Ministro le toca sentarse al lado del rey y la reina, junto con la princesa?" Al escuchar la información Xellos se estremeció y por unos instantes sus ojos mostraron un leve color púrpura.
"No. Lo siento." Se disculpó.
"Lamento que no te guste mi cuarto de juegos, pero es el único lugar donde puedo estar tranquila." Dijo levantando la barbilla. "Además..." Hizo un gesto que Xellos apenas pudo interpretar. "Al Primer Ministro le desagrada el rosa."
Xellos levantó la vista hacia la princesa sorprendido. Una sonrisa traviesa adornaba el rostro de la niña. Definitivamente estaba subestimando a la pequeña consentida.
"Supongo que debes saber todo lo que le disgusta al Primer Ministro." Le comentó el joven con una sonrisa tan traviesa como la de la princesa a lo cual la niña mostró la sonrisa más deslumbrante que le hubiera visto en todo el tiempo que llevaba en palacio.
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Ahh, siento lo de los capítulos cortos, pero al menos es un cambio a mis capítulos kilométricos no creen? Espero de todas formas que les guste y espero poder publicar un poco más rápido ahora. Gracias por la oportunidad que le están brindando a mi historia y recuerden, comentarios, dudas, preguntas, todo es bienvenido. Se cuidan mucho minna-san, Ja ne!
Capítulo 6
Primer Entendimiento
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Como siempre, los personajes de Slayers no me pertenecen ni me estoy adjudicando propiedad alguna sobre ellos.
Como siempre, le agradezo a MGA_FGA, Cass Metallium (interesante historia), Wolf Greywords (sigue estando excelente tu fic) y a Lis-chan por sus reviews.
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Filia estaba bastante cansada. Habían buscado casi en todos los libros de magia de la biblioteca y ninguno hablaba del collar mágico que tenía Xellos. Claro que habían encontrado ya cientos de hechizos para collares de esclavos y para diferentes usos y situaciones que en más de una ocasión la habían hecho sonrojar, pero como aquel que tenía Xellos ninguno.
"¿Por qué tenían que usar un hechizo poco usual contigo?" Dijo al tiempo que ponía un dedo en su barbilla y se concentraba en mirar el techo. Xellos continuó revisando los libros sin percatarse de que en un momento la princesa se había levantado y se estaba acercándo. Unas delicadas mano comenzaron a rebuscar cerca de su cuello y se paralizó.
"¿Qué haces?" Dijo con los ojos muy abiertos.
"Shh... no te muevas. Sólo quiero ver si tienes alguna marca de nacimiento o algo que me pueda indicar de dónde vienes." Y continuó buscando sin percatarse de que el joven estaba muy tenso.
Pasó sus dedos y haló levemente el cuello de la camisa tratando de encontrar alguna pista. Se detuvo en su investigación para observar más de cerca el collar. Dejó caer las suaves hebras negras en su lugar antes de tomar la aparentemente fina trenza de hilos de oro que estaba bastante pegada al cuello del joven. Trazó sus dedos hasta llegar a la piedra color sangre que estaba engarzada en oro en la parte de enfrente.
Xellos la observaba petrificado, no podía moverse ni podía hablar. La princesa lo había ordenado. Claro que sabía que ella no lo estaba haciendo a propósito en esos momentos, simplemente su curiosidad había sacado lo mejor en ella. Pero era la primera vez en su vida que se sentía tan indefenso desde que aquel hombre le había puesto el collar. Incluso el Ministro se había limitado a observarlo de lejos sin acercarse.
Por alguna razón sentía que aquella era la primera vez que tenía contacto humano con alguien. Que si alguna vez una persona se había atrevido a tocarlo no lo había hecho de esa forma. Deseaba gritarle que se detuviera, deseaba poner sus manos en aquel blanco cuello y estrangular a aquella niña tonta que se atrevía a incomodarlo de aquella manera. Apretó los puños hasta que sus nudillos estuvieron completamente blancos y cerró los ojos tratándo de calmar su respiración.
"¿Xellos? ¿Qué sucede?" Le preguntó inocentemente.
"Princesa, ¿podría quitar sus manos del collar?" Dijo tratando de sonar amable pero la frase salió más como un gruñido de advertencia. Filia se alejó de inmediato.
"Pero... ¿hice algo malo?"
"No."
"¿Entonces? Sólo quería ver si tenías alguna marca." Dijo irritada.
"Pudiste haberme preguntado." Dijo con algo más de rabia.
"Cierto. ¿Tienes alguna marca de nacimiento?"
"No."
"Ah..."
"Xellos... ya dime qué es lo que..."
"Sucede que no puedo hablar si no lo ordenas, no puedo moverme si no lo ordenas. Si me ordenas que no respire ciertamente moriré porque simplemente no puedo hacer nada aún cuando lo quisiera porque tienes que ordenarlo primero!" Explotó.
Filia enmudeció y dio unos pasos atrás. El torrente de palabras la había anonadado. Cuando pudo reponerse hizo lo que en cualquier otra ocasión no hubiera hecho por ninguno de sus amigos, trató de ponerse en el lugar del joven por unos instantes.
A la princesa le pareció que aquello tenía que ser como una penitencia, una muy injusta por cierto. Dejó escapar un profundo suspiro y se sentó nuevamente en su silla mientras Xellos continuaba inmóvil. De haber podido voltear hacia la princesa hubiera podido ver que había tomado tinta, pluma y papel y escribía afanosamente. Tachaba, borraba, volvía a escribir. Pasaron varios minutos durante los cuales Xellos pudo calmarse un poco y su mente comenzó a registrar los movimientos que hacía Filia al escribir.
"Listo." Dijo con un chillido triunfante que le penetró los tímpanos. La sintió acercarse nuevamente. Esta vez Filia se sentó sobre la mesa donde estaban los libros y colocó un papel frente a sus ojos. Buscó su sortija real y sacó un pequeño tintero donde mojó la superficie del anillo y selló el papel cuidando de que la tinta no se corriera.
"Léelo." Le dijo con una sonrisa orgullosa.
Xellos obedeció y de inmediato se puso a leer. Mientras lo hacía su expresión fue cambiando de una de enojo a una de perfecta sorpresa. Al terminar levantó la vista hacia la princesa quien sonreía como si hubiera hecho su acción del día. Pero en esos momentos no le molestaba en lo absoluto.
"Gracias." Musitó. Luego de unos instantes se levantó de la silla algo tembloroso. "Si me disculpa princesa, necesito estar a solas."
"Bien, te avisaré cuando la cena esté lista." Xellos asintió y abandonó la biblioteca sin decir una sola palabra más. Se dirigió de regreso a la recámara de donde Filia lo había sacado esa mañana. Cerró la puerta quedamente y la aseguró tras de sí. Se dejó caer en la suave cama y se reclinó casi automáticamente mientras apretaba fuertemente en su mano el papel que Filia acababa de entregarle.
Aquellas palabras escritas en el papel le daban control sobre su vida nuevamente. No que fuera un cambio significativo, aún era presa del collar pero al menos ya no dependía de la princesa para cada paso... para cada respiración. Trató de contener las lágrimas que amenazaban con escapar, nunca había llorado y ahora no era el momento de comenzar. Apretó los ojos con fuerza tratando de ahuyentar aquella quemante sensación y con un supremo esfuerzo se obligó a respirar más calmadamente. Finalmente el sueño, el cansancio y todo el mar de sensaciones hizo que sus ojos se cerraran.
Habían pasado varias horas desde que saliera de la biblioteca. La cena ya estaba lista y la princesa hizo que la subieran a su habitación de juegos. Luego de tenerlo todo dispuesto, despidió a los sirvientes y se asomó a la habitación contigua donde dormía placidamente su nuevo "juguete".
"¿Xellos?" Llamó suavemente. El joven despertó de inmediato. "La cena está lista. ¿Quieres acompañarme?" Le dijo con una sonrisa.
"Ah... hai, en un momento bajo." Le dijo algo desorientado aún.
"No tienes que bajar, ordené que la subieran a mi habitación, así no tendrás que presentarte aún ante los demás miembros de la corte." Sonrió desde la puerta y luego desapareció.
Xellos se restregó los ojos y suspiró. Tenía que resignarse a su suerte, ni él ni la princesa tenían forma de romper el hechizo. La princesa volvió a asomarse a la recámara con una sonrisa pícara.
"Por cierto, creo que te interesará saber que mañana vendrán mis amigos a visitarme." Xellos no pudo suprimir un gesto cansado. "No son tan aburridos como parecen, en serio, ¡te gustará tener nuevos amigos!" Sonrió Filia inocentemente y volvió a desaparecer.
Xellos hundió la cabeza en las suaves almohadas con una especie de gruñido cansado. No necesitaba *amigos* en esos momentos, menos tener que conocer más gente que pudiera hacerle daño ahora que estaba en desventaja.
Se levantó pesadamente y se miró al espejo, sus ropas estaban completamente arrugadas, ni siquiera se había tomado la molestia de cambiarse cuando había subido de la biblioteca. Emitió un sonido de disgusto y buscó por la recámara hasta que divisó dos muebles de madera exquisitamente tallados. En el interior del más grande encontró todo tipo de ropa, nítidamente ordenada y planchada. En el segundo mueble habían cajones y dentro de ellos ropa interior y de dormir, toallas y demás artículos para acicalarse.
Xellos estaba un tanto asombrado y sin embargo en su interior se sentía complacido. Al menos se le había proveido de varias comodidades que no esperaba. Seguramente la princesa le había ordenado a los sirvientes que tomaran sus medidas y trajeran todo lo necesario. Suspiró profundamente y tomó una camisa y un pantalón. Se arregló el cabello un poco y salió en la dirección que le había indicado la princesa.
Al entrar a la habitación no pudo menos que soprenderse también. Aquel era la habitación más rosada que había visto en toda su vida.
"¿Qué... es... esto...?" Dijo al tiempo que parpadeaba repetidamente sin poder creer lo que veía. Incluso la princesa estaba vestida completamente de rosa.
"Es mi cuarto de juegos." Le respondió orgullosa la princesa. La comida estaba servida sobre una mesa blanca de madera, con seis sillas a juego y primorosos mantelitos rosados. Cuatro sillas estaban ocupadas por enormes peluches de diferentes animales. Una de las sillas vacías la ocupaba la princesa y la otra, supuso, sería la que le correspondía. El único *artículo* que no combinaba en toda la habitación era él mismo.
"Es... rosa." Murmuró mientras se sentaba a la mesa. Filia se limitó a sonreir y prestamente comenzó a servir su comida como si él fuera uno de sus peluches, primorosas tazas y platos rosados aparecieron como por arte de magia.
"Pensé que no ibamos a jugar a las muñecas." Comentó por lo bajo. La princesa levantó una delicada ceja y le dio una larga mirada.
"¿Prefieres entonces cenar junto a todos los miembros de la corte? ¿Sabías que al Primer Ministro le toca sentarse al lado del rey y la reina, junto con la princesa?" Al escuchar la información Xellos se estremeció y por unos instantes sus ojos mostraron un leve color púrpura.
"No. Lo siento." Se disculpó.
"Lamento que no te guste mi cuarto de juegos, pero es el único lugar donde puedo estar tranquila." Dijo levantando la barbilla. "Además..." Hizo un gesto que Xellos apenas pudo interpretar. "Al Primer Ministro le desagrada el rosa."
Xellos levantó la vista hacia la princesa sorprendido. Una sonrisa traviesa adornaba el rostro de la niña. Definitivamente estaba subestimando a la pequeña consentida.
"Supongo que debes saber todo lo que le disgusta al Primer Ministro." Le comentó el joven con una sonrisa tan traviesa como la de la princesa a lo cual la niña mostró la sonrisa más deslumbrante que le hubiera visto en todo el tiempo que llevaba en palacio.
*******
Ahh, siento lo de los capítulos cortos, pero al menos es un cambio a mis capítulos kilométricos no creen? Espero de todas formas que les guste y espero poder publicar un poco más rápido ahora. Gracias por la oportunidad que le están brindando a mi historia y recuerden, comentarios, dudas, preguntas, todo es bienvenido. Se cuidan mucho minna-san, Ja ne!
