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Capítulo 14

El Príncipe Prometido

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Como siempre, los personajes de Slayers pertenecen a su creador, no me estoy adjudicando propiedad alguna sobre ninguno de ellos.

Quiero agradecerle a Vanshie, MGA_FGA, Wolf Greywords, Zelda M, Lis-chan, Cass Metallium y a Fany por sus reviews, por su paciencia y por los ánimos. También le agradezco a Karoru por estar al pendiente y quiero dejarle un saludito a Fi-chan (espero que estés bien, tú y todos en tu casita) que hace tiempo que no la veo. También para G-Fan que ahora está incursionando en la sección de Hey Arnold, un abrazo para ti también.

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Filia estaba desesperada, no entendía cómo el Ministro había logrado convencer a su padre de comprometerla en matrimonio, porque al fin y al cabo, aquel compromiso era obra del Primer Ministro.

Luego de la fiesta Filia había tratado de razonar con sus padres pero fue finalmente aquel hombre que ahora odiaba más que nunca el que la hizo entender que el "consejo" de comprometerla había sido suyo. En su mente la joven princesa se veia comprometida con un horrible y detestable engendro heredero al trono de no sabía cuál reino.

"¡¡Esto es absurdo, absurdo, absurdo!!" Su voz ya no se escuchaba tan chillona ahora que cumplía sus catorce. Xellos la observaba desde uno de los divanes en el famoso cuarto de juegos de la princesa. El lugar que antes fuera aposento de enormes peluches y muñecas, ahora albergaba juegos de estrategia y habilidad mental, así como también libros de magia. Muchos de los tomos eran de la magia más dificil de controlar, la que según las leyendas habían utilizados los hechiceros de la Orden del Dragón, poder que era muy dificil de controlar pero a Filia se le daba como segunda naturaleza.

El joven no estaba tan tranquilo como aparentaba. Su interior bullía con sentimientos que iban desde odiar al Ministro por hacer sufrir a Filia y odiar al príncipe que aún no conocía por hacer sufrir a Filia... ah... todo se concentraba en lo mucho que sufría la joven y ya no podía evitarlo. Cada día a su lado le había hecho cambiar poco a poco, cada día la amistad entre ambos iba en aumento de forma constante. En esos momentos hubiera dado cualquier cosa por darle una esperanza a la princesa como alguna vez ella lo hubiera hecho con un simple papel y unas palabras.

Filia por su parte se paseaba desesperada de arriba a abajo por la habitación. Según lo que le habían dicho sus padres, el día de su cumpleaños número quince se comprometería con el que habría de ser su esposo, el príncipe de Giman.

Y lo peor de todo, pensaba Filia, era que el Ministro quería asegurarse de que el compromiso fuera respetado por la joven princesa, por lo que había convencido a los padres de Filia de cerrar el compromiso con un sello mágico. Así que el día de su cumpleaños lo celebrarían con un conjuro de compromiso.

"¿Qué voy a hacer Xellos?" Le preguntó desesperada pero sin esperar respuesta. Se abrazaba nerviosamente como si temiera derrumbarse.

"No lo sé Filia, realmente no lo sé." A Xellos le comenzaba a afectar el estado en que se encontraba la princesa. Nunca la había visto tan desesperada y triste, la princesa era todo lo contrario. Que ya había aprendido a no ser tan grosera, quizás. Que había madurado, no era para tanto, seguía siendo una pequeña. Pero nunca nada había logrado atemorizarla tanto como la noticia del compromiso. Se acercó a la rubia y la abrazó ligeramente, con lo que Filia se echó a llorar desconsoladamente.

Ahora Xellos podía sentir toda la tristeza que Filia sentía, literalmente. No sólo emanaba del cuerpo de ella sino del suyo propio. Sí, Xellos se encontraba casi en el mismo estado que Filia y esta vez no era por el collar. Si en algún momento había sentido que Filia actuaba raro alrededor suyo, ahora sentía que era él quien actuaba extraño alrededor de ella. ¿Pero cómo era posible eso? Filia era una princesa y él... ni siquiera sabía lo que era él. Zelgadis había dicho que su magia era demoniaca y que sólo habían dos opciones... o era un demonio, opción que habían descartado de inmediato, o era uno de los aprendices de las artes obscuras. Hablando precisamente de Zelgadis, al otro lado de la puerta se escucharon unos leves toques.

"¿Filia?" Era la voz del joven príncipe. Xellos trató de separarse de la princesa pero ella no se lo permitió, al contrario, lo abrazó con más fuerza. Finalmente Xellos la dejó ser mientras le devolvía muy fuertemente el abrazo.

"Adelante." Le respondió. Al momento se abrió la puerta y por ella entraron los cuatro príncipes amigos de Filia. La primera en reaccionar fue Amelia, sus enormes ojos azules se mojaron de inmediato y sus acciones se dividían entre abrazar a Filia y contenerse porque aún se encontraba en los brazos de Xellos. Zelgadis la tomó de los hombros al ver la escena impidiéndole así interrumpirlos. Lina sólo tenía una mirada llena de ira mientras Gourry, preocupado, se le había acercado pero sin tocarla.

"¿Ahora entiendes por qué me molesto tanto cuando alguien toma decisiones por mí?" Le dijo la peliroja al rubio en lo que parecía ser un siseo.

Filia al escucharlos hundió el rostro más en el pecho de Xellos, quería estar a solas, que la dejaran en paz, no escuchar a nadie y tratar de reunir sus pensamientos. Pero había algo más... quería estar a solas con Xellos, por alguna razón que todavía no comprendía necesitaba estar a solas con él.

"¿Por qué no le damos un poco de espacio?" Sugirió Gourry. Zelgadis asintió y a pesar de las protestas de Lina y Amelia y sus mejores deseos de consolar a la princesa pronto la pareja estuvo a solas. Los príncipes se quedaron en el pasillo.

"Esto no me gusta para nada." Gruñó Lina mientras se paseaba peligrosamente de arriba a abajo en el pasillo. Lina había crecido también y aunque tenía la misma edad que Filia y tenían la misma estatura, su cuerpo aún no se desarrollaba como el de la rubia. Amelia por su parte, a sus trece años ya mostraba muchas más curvas que sus amigas y Zelgadis no se cansaba de verla crecer todos los días. El también había crecido, a sus dieciseis su cuerpo ya comenzaba a mostrarse menos frágil, aunque sólo de apariencia pues Zelgadis había demostrado en más de una ocasión que su cuerpo guardaba suficiente fuerza como para enfrentarse al mismo Gourry. Incluso el rubio, que ahora tenía sus dieciocho y que se había vuelto el fiel amigo y confidente de Lina había cambiado físicamente, sus cabellos eran tan largos como siempre pero mucho mejor cuidados. Su cuerpo aunque esbelto, mostraba los músculos que la esgrima había cincelado especialmente en sus brazos y torso, si a eso se le añadía su altura daba una combinación casi élfica.

"Es una injusticia, una verdadera injusticia." Dijo Amelia con lágrimas en los ojos mientras apretaba con desespero la mano de Zel, quien la abrazó levemente y le dio un casto beso en la frente apretándola luego contra sí. Lina por su parte no se estaba tranquila. Gourry la observaba desde su rincón, sabía perfectamente que la peliroja no estaba planeando nada bueno.

Aún discutían levemente cuando uno de los sirvientes se acercó con las intenciones de interrumpir al interior de la habitación. Lina lo detuvo y ante la indecisión del joven mensajero un gruñido de advertencia fue más que suficiente para que el mensaje fuera dejado en manos de la peliroja.

Lina leyó el mensaje y el rostro se le puso rojo de la ira. Gourry le quitó el papel de las manos con tranquilidad y comenzó a leer en voz alta.

"Muy estimada princesa Filia. Lamento no haber estado presente el día de su cumpleaños para presentarme como era debido, pero dada la enorme distancia a la cual me encuentro aún de vuestro palacio no me ha sido posible llegar a tiempo. Espero poder estar a vuestro servicio en pocos días y así poder llegar a conocerle mejor. Su más humilde admirador... El príncipe de Giman." Gourry entonces le pasó la nota a Zelgadis quien también la leyó.

"Si como dice viene de muy lejos entonces ha sido un milagro que puda llegar hasta aquí. El único paso que conozco hacia las tierras de Tougen es por nuestros reinos y más lejos sólo están las tierras del norte. Hace meses ya que hemos perdido contacto con esas partes." Dijo Zelgadis con sospecha. "Además, no sabía de la existencia de las tierras de Giman." Aquello era mucho decir.

"De todas formas si ya viene en camino habrá que esperar a ver y hablar con el príncipe. Quizás así obtengamos algunas respuestas." Sugirió Gourry.

"Creo que le enviaré una carta a mi padre... pienso quedarme unos días más en Tougen. Así podré conocer al representante de un Reino que no teme por la seguridad de su heredero al trono." Dijo Lina con la mirada sombría. Los demás asintieron, no iban a dejar a Filia sola en ningún momento.

En otra parte del castillo un hombre se revolvía inquieto en su habitación. "Kuso. Tal parece que tendré que adelantar mis planes." Dijo al tiempo que una delicada garra negra acariciaba lentamente la superficie pulida de un espejo.

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El día en que le príncipe de Giman llegaría a Tougen se presentó demasiado pronto. Un mensajero a caballo llevó el mensaje a la atención de los reyes para que el príncipe fuera recibido como merecía.

A las pocas horas una hermosa carroza tirada por albos corceles se detuvo a la entrada del palacio de Tougen y solicitó paso franco a nombre del príncipe de Giman. Seis cabecitas se asomaron al balcón que daba justo al patio del castillo donde la carroza se acercó y finalmente el cochero se bajó para abrir la puerta.

Una elegante figura bajó de la misma ataviado con una hermosa capa. A la distancia lo primero que los príncipes pudieron distinguir cuando el recién llegado quitó la capa de su cabeza fueron unos negrísimos cabellos recogidos con una cinta roja. El individuo sintió que era observado y levantó la vista, al instante divisó al grupo y levantó una mano para saludar. Los jóvenes se escondieron de inmediato y una sonrisa adornó los labios del príncipe de Giman.

Pronto Filia recibió órdenes de sus padres de presentarse al salón principal. Suspiró profundamente y se dispuso a conocer a futuro prometido.

Con algo de tímidez se adentró en el salón donde tres figuras la esperaban. Al llegar a ellos pudo entonces echarle un mejor vistazo al príncipe. Era tan alto como Xellos, con cabellos tan negros como él pero sus ojos eran de un color azul tan pálido que a Filia le costó trabajo mantener la mirada. El joven se le acercó, tomó su mano y la besó. Filia sintió un helado escalofrío recorrerle el cuerpo y rescató su mano de inmediato, limitándose a una pequeña reverencia mientras sus padres le presentaban al joven.

"Filia, hija, este es el príncipe Monuke, del reino de Giman. Ha venido a visitarnos para así poder conocerte mejor. ¿Por qué no le muestras el palacio y demás mientras llega la hora de la cena?" Le recomendó su padre con una sonrisa. Filia asintió con una leve reverencia mientras Monuke le extendía el brazo y ella se colgaba algo tensamente de él.

La princesa salió del salón, ni siquiera quería mirar de reojo al joven que iba de su brazo. Suspiró un tanto aliviada al ver que el pasillo donde hasta hacía poco habían estado sus amigos ahora estaba vacío, por lo menos aún no tendría que enfrentarse a ellos. Lo menos que podría pasar era que Lina formara alguna escena o algo peor... y no quería pensar cuán peor.

"Princesa Filia, me ha comentado vuestra madre que en el palacio se están hospedando algunos amigos suyos." Filia levantó la mirada con algo de temor y los fríos ojos del príncipe parecieron sonreirle. "Sería para mí un honor conocer a los amigos de la princesa." Concluyó.

La rubia no pudo evitar morderse los labios antes de asentir a llevarlo con sus amigos. "Hai." Estaba segura de que los problemas se acercaban. Con algo de nerviosismo comenzó a buscar a sus amigos por el palacio hasta que finalmente logró escucharlos en el jardín. Al principio le pareció extraño escucharlos gritar pero desde lejos no podía entender nada de lo que los príncipes hablaban. Se fueron acercando por la vereda y Filia estaba segura de que pronto los divisarían, sólo faltaba doblar la útlima esquina de los arbustos. Le pareció distinguir las voces de Zelgadis y Lina.

"¿Zelgadis? ¿Lina?" Llamó justo en el momento en que doblaba la esquina y sus reflejos la hicieron soltar el brazo del príncipe y cubrirse el rostro mientras se apartaba. Una bola de energía plateada en forma de cometa golpeó de lleno a Monuke y cuando Filia abrió los ojos nuevamente no pudo menos que echarse a reir como una desquiciada. Justo a su lado estaba lo que parecía ser su futuro prometido, cubierto de pies a cabeza de plumas blancas y plateadas, sólo se veían sus ojos azules que parpadeaban asombrados.

Cuando logró reaccionar y comenzó a sacudirse las plumas el grupo completo comenzó a reirse a carcajadas porque cada cada movimiento causaba una nubecilla de burbujas rosadas. Lina se acercó y a pesar de la risa trató de disculparse mientras que Zelgadis y Amelia no podían estarse en pie. Gourry yacía en el piso desternillado de la risa.

"Lo sentimos mucho. Pero estabamos practicando algunos ataques de magia y estabamos tan distraídos que no los vimos llegar." Dijo Lina entre una que otra sonrisa. Filia observó que Xellos no se hallaba entre sus amigos y dejó escapar un suspiro desilusionado.

Xellos no estaba con el grupo, a lo lejos observaba la escena con seriedad, hasta el momento no había podido echarle un buen vistazo al recién llegado pero ahora que se sacudiera las plumas podría. Inconscientemente comenzó a jugar con las sortijas en sus dedos, nervioso y algo inquieto. Sabía que no debía interferir entre ambos, Filia iba a ser comprometida pronto con aquel joven y su cercanía con la princea no sería bien vista por nadie.

Mientras aquello sucedía en el jardín, el joven sastre estaba muy alerta. Xellos acababa de tocar sus anillos y él no podía entender por qué veia la figura del joven Monuke. "Qué extraño." Susurró. Algunas de las doncellas levantaron la vista pero al ver que el hombre no volvía a comentar nada continuaron trabajando.

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Mhhh... ya sé, ya sé, otra vez tardé mucho, gomen ne, pero esta semana el trabajo ha estado un poco fuerte, incluso he tenido que trabajar hasta tarde y la verdad que luego de ocho horas y algo más frente a una pc en el trabajo hacen que a cualquiera se le quiten las ganas de sentarse otro rato más en la pc.

Y como siempre, dudas, preguntas, recomendaciones, quejas, todo es bienvenido. Hasta la próxima y se cuidan mucho.