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Capítulo 15
Amanece...
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Les recuerdo que ninguno de los personajes de Slayers me pertenece.
Durante estos días Fanfiction.net me ha sacado la hiel con su problema de subir o no subir capítulos o editar historias. En fin, le quiero agradecer a Fany, Vanshie, Wolf Greywords y Lis-chan por sus reviews.
Sigue el rosa en todo su apogeo, ejem. Xellos celoso... aún no sabe ni entiende bien que lo está. Los que interesen ver a Filia poner en su lugar a cierto desdichado entrometido pues se van a dar gusto. Sigue Lina con sus indiscreciones y ¿que más les puedo decir? Gracias por leer y por sus opiniones y sugerencias. =)
*******
"Es un placer conocer a los amigos de la princesa Filia. Espero que pronto podamos ser amigos también." Dijo con una sonrisa evidentemente forzada Monuke mientras saludaba a los cuatro amigos de la princesa. Mientras lo hacía unas cuantas plumas plateadas que se habían encaprichado con las ropas del príncipe se desprendieron y Lina se echó a reir por lo bajo. Claro que ella sabía que Filia venía con el príncipe, claro que ella había desviado el conjuro, pero no era como si le hubiera hecho daño. Al fin y al cabo, ella no era de las que sufría por tener una consciencia demasiado recta.
"Para nosotros también es un placer conocer al príncipe de un Reino poco conocido." Dijo Lina con malicia. El joven endureció la mirada.
"Poco conocido en estas tierras pero muy importante entre las tierras del norte." Replicó el joven algo tenso.
"Claro... burro viejo se vende lejos." Comentó Lina entre un aparente ataque de tos para luego levantar el rostro y sonreir muy inocentemente cuando Amelia le dio un buen codazo.
"Disculpa a Lina." Se adelantó a decir Zelgadis. "Es sólo que nos preguntábamos cómo es posible que hayas podido cruzar hasta Tougen sin problemas. Hacen meses que no sabemos nada de las tierras del norte." Comentó Zelgadis sin quitarle la vista de encima. El joven no se inmutó mientras le contestaba.
"Las tierras del norte han tenido algunos problemas con bandidos en los caminos y secuestradores, pero estamos solucionándolo." El aire de superioridad se dejó notar en la postura que asumió el aludido al responder.
"¿Y no le ha dado temor cruzar los caminos sabiendo que podría ser atacado, Monuke-san?" Preguntó Amelia con asombro.
"Soy muy diestro con la espada. Todos los soldados de Giman lo son. Además, sé defenderme también con magia."
"¿Has estado en duelos de espadas?" Preguntó esperanzado el rubio. Al verlo sonreir predadoramente el joven retrocedió un paso por primera vez en toda la conversación.
"En algunos, por suerte nunca me ha tocado defenderme con la espada. Para eso tengo la magia." Comentó y todos pudieron ver la desilusión pintada en el rostro del rubio.
"Supongo que eres muy bueno con la magia. De otra forma no te habrías aventurado a cruzar hasta estas tierras con tan poca escolta." Observó Lina.
"Eh... Lina... por qué no mejor hablamos de otros... aspectos." Era la primera vez que Filia intervenía, no quería comenzar una relación hostil con el reino de Giman sólo porque la peliroja estaba en contra del compromiso arreglado. No era como si el chico le gustara pero tampoco iba a permitir que se ofendiera a un invitado de la casa de Tougen, aún cuando ese invitado le causara escalofríos. Después de todo... era la princesa.
"Pamplinas Filia. Sólo quisiera un duelo amistoso." Sonrió la peliroja dándole una guiñada y frotándose las manos como quien calienta los músculos para comenzar una rutina de ejercicios.
*******
Era la hora de la cena y tres figuras devoraban la comida mientras otras tres conversaban levemente. El príncipe Monuke aún trataba de sacudirse algunas plumas, esta vez de un color verde brillante mientras trataba de evitar producir más burbujas rosadas en el proceso. Claro que ya había dejado de insistir en alisar sus ahora rizados cabellos y había optado por permitirle a la princesa Amelia que se los trenzara aunque, ante la insistencia de la joven y una mirada pétrea de su prometido, tuvo que aceptar el enorme lazo morado al final de la misma. Por suerte no había recibido más burlas de parte de Lina aunque con sólo mirarla podía adivinar que las estaba guardando para después de la comida. Al joven se le notaba el mal humor a leguas pero hasta el momento había logrado controlarse olímpicamente.
Pronto la cena concluyó y cada uno se dirigió a sus habitaciones. La princesa fue la primera en despedirse, principalmente por querer salir de la presencia de su futuro prometido que a esas horas de la noche ya le crispaba los nervios. Se disculpó lo mejor que pudo con sus amigos para luego mostrarle la habitación que ocuparía a Monuke.
Ya en la puerta el joven se dirigió a ella. "Espero que descanse princesa. Ha sido un día un poco agitado para ambos." Le dijo el joven al tiempo que volvía a tomar la mano de Filia y le daba un cálido beso. Filia trató de retirarla pero Monuke la sujetó con firmeza. "Es una pena que no le haya agradado a sus amigos." Le dijo mirándola con intensidad.
"Sólo reaccionan así porque no le conocen bien Monuke-san." Le dijo al tiempo que trataba nuevamente de safar su mano. "Mañana será otro día, seguramente podrán conocerse mejor." Sugirió la rubia.
"La verdad esperaba que pudieramos pasar algún momento sólos. Mi visita a Tougen será corta y no quisiera desviarme del objetivo de la misma que es conocerte mejor." Monuke la acercó levemente a sí mismo y con la mano libre acarició suavemente el rostro de la princesa.
En un nanosegundo Filia se safó de la mano que la aprisionaba y antes de que el príncipe de Giman pudiera reaccionar se encontró contra la pared con unos furiosos ojos azules clavados en los suyos. Una mueca rabiosa poseía el rostro de la antes perfecta damita y una de las que antes le habían parecido delicadas manos lo sujetaban por el frente de su camisa con una fuerza que casi lo levantaba del suelo.
"Vuelves a tocarme sin mi consentimiento y no quedará nada de ti para regresar a tu reino. ¿Quedó claro?" El gruñido fue leve y forzado pero perfectamente audible. El príncipe sonrió a pesar de todo y levantó las manos en señal de paz.
"No se me ocurriría ignorar semejante promesa." La sonrisa, más que calmar a Filia, la enfureció. Una leve aura dorada pareció cubrirla por unos instantes pero desapareció rápidamente. Filia lo soltó bruscamente y se alisó el traje, levantando la barbilla.
"Que descanse, príncipe Monuke." Y sin más Filia salió con su pose más arrogante. *Y que sueñes con Linas rostizándote el pellejo en las llamas del quinto infierno.* Añadió en su mente con rencor.
El príncipe se quedó frente a la puerta y la vio desaparecer al final del pasillo. Su habitación no quedaba para nada cerca de la princesa. Se alisó la camisa mecánicamente, un brillo peligroso en los gélidos ojos azules. "Que descanse princesa Filia, será un verdadero placer ver a la malcriada del Rey postrada de rodillas y suplicando clemencia frente a mis pies." Una leve sonrisa subió a su rostro y se fue torciendo en un gesto de pura maldad. Finalmente entró a su cuarto y se encerró.
Filia por su parte, entró a su habitación y se preparó para dormir. Estuvo un buen rato despierta sobre la cama, dando vueltas y más vueltas. Era obvio que esa noche no podría dormir. Se sentó en el borde de la cama y se puso las pantuflas. Se asomó al pasillo y al ver que todo estaba libre salió de puntillas de su habitación, cerró la puerta a sus espaldas y se escurrió hasta la puerta contigua. Tocó levemente y al no recibir respuesta utilizó un conjuro mágico para levantar el seguro de madera y así entrar.
Se acercó silenciosamente a la cama donde Xellos dormía profundamente. El perfume propio del cuerpo del chico estaba impregnado en toda la habitación y Filia se sintió un poco más tranquila. Había estado todo el día sin ver a Xellos y ahora que se iba a dormir al menos sabría que estaría cerca de él y eso la consolaba un poco. Se acercó a los cajones donde sabía que se guardaban los colchones extras. Sacó dos y luego con mucho cuidado robó una de las almohadas. Acomodó un colchón en el suelo y la almohada. Luego se acostó y se arropó. Al poco rato ya estaba dormida, arrullada por el rítmico respirar del joven.
*******
La noche se cernía pesadamente sobre el bosque donde Youki se encontraba. Corría como el viento, esta vez no había llevado ninguna montura y tras él se podía escuchar un galopar cada vez más cercano. Todos sus sentidos estaban alertas, sabía que pronto sería alcanzado. Una leve sonrisa se coló a pesar de la agitada respiración. El caballo le fue dando alcance y justo cuando sabía que el animal lo rebasaría y el jinete blandiría contra él su espada se tiró al suelo y rodó por unos segundos.
El negro animal se detuvo un poco más adelante, resoplando agitadamente y él se puso en pie de inmediato, alerta en todo momento.
"¿Dónde está?" Resonó la inconfundible voz de la Emperatriz de Koubuchi. Se escuchaba cargada de ira pero una nota de dolor se tejía en ella.
"Aún no es tiempo." Le sonrió el hombre mientras cruzaba los brazos sobre su pecho, sus brillantes ojos verdes parecían refulgir como gemas y desde aquella distancia la Zellas pudo captar por primera vez las pequeñas garras en las manos del hombre. Sus ojos se abrieron desmesuradamente. Aquel no era un simple hombre, era un demonio. Igual que su hijo. ¿Por qué? El recuerdo de Xellos la golpeó con más fuerza que nunca. Desmontó con presteza, espada en mano, los plateados cabellos al viento y con paso lento pero seguro se fue acercándo al hombre.
"Me llevarás con él, ¿no es así?" Le dijo con voz tersa. Era más una afirmación que una pregunta. Un pequeño hálito de esperanza se aferraba desesperadamente a sus palabras.
El hombre perdió la sonrisa burlona. La mujer frente a él se acercaba con lentitud, armada pero sin mostrarse amenazante. Sus cabellos parecían flotar tras ella, como un ángel de la muerte. La visión lo hechizó y lo detuvo en su lugar, su propia naturaleza destructiva, aquella que había suprimido por tanto tiempo en favor de su estadía en el palacio de Tougen, respondía a la imagen de la muerte misma. "A su debido tiempo." Mumuró cuando finalmente sintió la espada contra su cuello. Sintió un calor recorrer todo su cuerpo al contacto de la espada, la Emperatriz emanaba dolor, ira, tristeza, todo a la misma vez y su espada olía a sangre, la sangre de cientos, probablemente de miles. Aquella era una mezcla de sensaciones que no podía resistir.
Un estremecimiento lo sacó de sus pensamientos, los ojos dorados de la mujer estaban fijos en los suyos, como si tratara de traspasarlo. Las palabras escaparon de sus labios mucho antes de que pudiera detenerlas cual susurro clandestino. "Eres... ...hermosa."
Zellas aguzó la mirada y sin aviso alguno en un simple pero potente golpe lo dejó inconsciente. "Y tú eres un tonto." Dijo al tiempo que llamaba su montura con un suave silbido. Cuando su caballo se acercó sacó una soga y lo ató de pies y manos, luego sin mucho miramiento, lo tiró sobre el caballo y montó. Con presteza hincó a la bestia y salió al galope.
*******
La mañana sorprendió a Filia aún dormida en el cuarto de Xellos. El joven se desperezó levemente y se sentó en el borde de la cama cuando sintió a sus pies un leve bulto. Se restregó los ojos y se fijó mejor, él sabía que no había dejado nada tirado en el suelo. Lo que vio le conmovió profundamente. La princesa dormía profundamente pero era obvio que el suelo no era lo más cómodo del mundo para ella. Se levantó con cuidado e hizo espacio en su cama. Luego procedió a colocar a la princesa en el espacio que acababa de desocupar y terminó arropándola con sus cobijas. Filia se reacomodó de inmediato y pronto estaba dormida otra vez.
Sonrió para sus adentros. El día anterior la había extrañado sobremanera. Había sido la primera vez que estuvieran separados tanto tiempo en los dos años que llevaban juntos. Se adentró en el baño para hacer su rutina matutina y al salir vio a la princesa aún dormida. Sonrió divertido, sólo con eso tendría para molestarla hasta su próximo cumpleaños. Al momento su sonrisa desapareció. Recordó que cuando Filia cumpliera sus quince años sería comprometida con el joven Monuke al cual ya había tenido el desagradable gusto de conocer, aunque fuera de lejos.
Xellos no sabía por qué, pero cada vez que veía al príncipe Monuke sentía una desagradable sensación, como una presencia conocida. Era casi como... No, se dijo firmemente, no podía existir en el mundo otra persona tan desagradable como aquella que él conocía. Un leve ruidito llamó su atención, Filia estaba despertando. Se sentó en el borde de la cama y la observó desperezarse lentamente, al menos ahora sabía que Filia no roncaba y que no hablaba entre sueños.
"Buenos días Fi-chan." Un poco de travesura y burla se mezcló en su saludo. Filia parpadeó confundida y se restregó los ojos para ver mejor, pero ninguno de sus movimientos le advirtió a Xellos que Filia continuaba un poco... adormilada y que no lo estaba reconociendo en esos momentos.
"¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡AAAAAAAHHHHHHH!!!!!!!! ¡¡PERVERTIDO!!"
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¿Qué les pareció hasta aquí ehhhh? Me divertí mucho con este capítulo, no sé, pero torturar a algunos de los personajes como que me hace sacar el estrés. En fin!! Ya saben, dudas, preguntas, críticas, comentarios, todo es bienvenido. Se me cuidan mucho y hasta la próxima. Esta vez no me he tardado tanto así que sean guenitos conmigo ehh.
Ja ne, minna-san
Capítulo 15
Amanece...
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Les recuerdo que ninguno de los personajes de Slayers me pertenece.
Durante estos días Fanfiction.net me ha sacado la hiel con su problema de subir o no subir capítulos o editar historias. En fin, le quiero agradecer a Fany, Vanshie, Wolf Greywords y Lis-chan por sus reviews.
Sigue el rosa en todo su apogeo, ejem. Xellos celoso... aún no sabe ni entiende bien que lo está. Los que interesen ver a Filia poner en su lugar a cierto desdichado entrometido pues se van a dar gusto. Sigue Lina con sus indiscreciones y ¿que más les puedo decir? Gracias por leer y por sus opiniones y sugerencias. =)
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"Es un placer conocer a los amigos de la princesa Filia. Espero que pronto podamos ser amigos también." Dijo con una sonrisa evidentemente forzada Monuke mientras saludaba a los cuatro amigos de la princesa. Mientras lo hacía unas cuantas plumas plateadas que se habían encaprichado con las ropas del príncipe se desprendieron y Lina se echó a reir por lo bajo. Claro que ella sabía que Filia venía con el príncipe, claro que ella había desviado el conjuro, pero no era como si le hubiera hecho daño. Al fin y al cabo, ella no era de las que sufría por tener una consciencia demasiado recta.
"Para nosotros también es un placer conocer al príncipe de un Reino poco conocido." Dijo Lina con malicia. El joven endureció la mirada.
"Poco conocido en estas tierras pero muy importante entre las tierras del norte." Replicó el joven algo tenso.
"Claro... burro viejo se vende lejos." Comentó Lina entre un aparente ataque de tos para luego levantar el rostro y sonreir muy inocentemente cuando Amelia le dio un buen codazo.
"Disculpa a Lina." Se adelantó a decir Zelgadis. "Es sólo que nos preguntábamos cómo es posible que hayas podido cruzar hasta Tougen sin problemas. Hacen meses que no sabemos nada de las tierras del norte." Comentó Zelgadis sin quitarle la vista de encima. El joven no se inmutó mientras le contestaba.
"Las tierras del norte han tenido algunos problemas con bandidos en los caminos y secuestradores, pero estamos solucionándolo." El aire de superioridad se dejó notar en la postura que asumió el aludido al responder.
"¿Y no le ha dado temor cruzar los caminos sabiendo que podría ser atacado, Monuke-san?" Preguntó Amelia con asombro.
"Soy muy diestro con la espada. Todos los soldados de Giman lo son. Además, sé defenderme también con magia."
"¿Has estado en duelos de espadas?" Preguntó esperanzado el rubio. Al verlo sonreir predadoramente el joven retrocedió un paso por primera vez en toda la conversación.
"En algunos, por suerte nunca me ha tocado defenderme con la espada. Para eso tengo la magia." Comentó y todos pudieron ver la desilusión pintada en el rostro del rubio.
"Supongo que eres muy bueno con la magia. De otra forma no te habrías aventurado a cruzar hasta estas tierras con tan poca escolta." Observó Lina.
"Eh... Lina... por qué no mejor hablamos de otros... aspectos." Era la primera vez que Filia intervenía, no quería comenzar una relación hostil con el reino de Giman sólo porque la peliroja estaba en contra del compromiso arreglado. No era como si el chico le gustara pero tampoco iba a permitir que se ofendiera a un invitado de la casa de Tougen, aún cuando ese invitado le causara escalofríos. Después de todo... era la princesa.
"Pamplinas Filia. Sólo quisiera un duelo amistoso." Sonrió la peliroja dándole una guiñada y frotándose las manos como quien calienta los músculos para comenzar una rutina de ejercicios.
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Era la hora de la cena y tres figuras devoraban la comida mientras otras tres conversaban levemente. El príncipe Monuke aún trataba de sacudirse algunas plumas, esta vez de un color verde brillante mientras trataba de evitar producir más burbujas rosadas en el proceso. Claro que ya había dejado de insistir en alisar sus ahora rizados cabellos y había optado por permitirle a la princesa Amelia que se los trenzara aunque, ante la insistencia de la joven y una mirada pétrea de su prometido, tuvo que aceptar el enorme lazo morado al final de la misma. Por suerte no había recibido más burlas de parte de Lina aunque con sólo mirarla podía adivinar que las estaba guardando para después de la comida. Al joven se le notaba el mal humor a leguas pero hasta el momento había logrado controlarse olímpicamente.
Pronto la cena concluyó y cada uno se dirigió a sus habitaciones. La princesa fue la primera en despedirse, principalmente por querer salir de la presencia de su futuro prometido que a esas horas de la noche ya le crispaba los nervios. Se disculpó lo mejor que pudo con sus amigos para luego mostrarle la habitación que ocuparía a Monuke.
Ya en la puerta el joven se dirigió a ella. "Espero que descanse princesa. Ha sido un día un poco agitado para ambos." Le dijo el joven al tiempo que volvía a tomar la mano de Filia y le daba un cálido beso. Filia trató de retirarla pero Monuke la sujetó con firmeza. "Es una pena que no le haya agradado a sus amigos." Le dijo mirándola con intensidad.
"Sólo reaccionan así porque no le conocen bien Monuke-san." Le dijo al tiempo que trataba nuevamente de safar su mano. "Mañana será otro día, seguramente podrán conocerse mejor." Sugirió la rubia.
"La verdad esperaba que pudieramos pasar algún momento sólos. Mi visita a Tougen será corta y no quisiera desviarme del objetivo de la misma que es conocerte mejor." Monuke la acercó levemente a sí mismo y con la mano libre acarició suavemente el rostro de la princesa.
En un nanosegundo Filia se safó de la mano que la aprisionaba y antes de que el príncipe de Giman pudiera reaccionar se encontró contra la pared con unos furiosos ojos azules clavados en los suyos. Una mueca rabiosa poseía el rostro de la antes perfecta damita y una de las que antes le habían parecido delicadas manos lo sujetaban por el frente de su camisa con una fuerza que casi lo levantaba del suelo.
"Vuelves a tocarme sin mi consentimiento y no quedará nada de ti para regresar a tu reino. ¿Quedó claro?" El gruñido fue leve y forzado pero perfectamente audible. El príncipe sonrió a pesar de todo y levantó las manos en señal de paz.
"No se me ocurriría ignorar semejante promesa." La sonrisa, más que calmar a Filia, la enfureció. Una leve aura dorada pareció cubrirla por unos instantes pero desapareció rápidamente. Filia lo soltó bruscamente y se alisó el traje, levantando la barbilla.
"Que descanse, príncipe Monuke." Y sin más Filia salió con su pose más arrogante. *Y que sueñes con Linas rostizándote el pellejo en las llamas del quinto infierno.* Añadió en su mente con rencor.
El príncipe se quedó frente a la puerta y la vio desaparecer al final del pasillo. Su habitación no quedaba para nada cerca de la princesa. Se alisó la camisa mecánicamente, un brillo peligroso en los gélidos ojos azules. "Que descanse princesa Filia, será un verdadero placer ver a la malcriada del Rey postrada de rodillas y suplicando clemencia frente a mis pies." Una leve sonrisa subió a su rostro y se fue torciendo en un gesto de pura maldad. Finalmente entró a su cuarto y se encerró.
Filia por su parte, entró a su habitación y se preparó para dormir. Estuvo un buen rato despierta sobre la cama, dando vueltas y más vueltas. Era obvio que esa noche no podría dormir. Se sentó en el borde de la cama y se puso las pantuflas. Se asomó al pasillo y al ver que todo estaba libre salió de puntillas de su habitación, cerró la puerta a sus espaldas y se escurrió hasta la puerta contigua. Tocó levemente y al no recibir respuesta utilizó un conjuro mágico para levantar el seguro de madera y así entrar.
Se acercó silenciosamente a la cama donde Xellos dormía profundamente. El perfume propio del cuerpo del chico estaba impregnado en toda la habitación y Filia se sintió un poco más tranquila. Había estado todo el día sin ver a Xellos y ahora que se iba a dormir al menos sabría que estaría cerca de él y eso la consolaba un poco. Se acercó a los cajones donde sabía que se guardaban los colchones extras. Sacó dos y luego con mucho cuidado robó una de las almohadas. Acomodó un colchón en el suelo y la almohada. Luego se acostó y se arropó. Al poco rato ya estaba dormida, arrullada por el rítmico respirar del joven.
*******
La noche se cernía pesadamente sobre el bosque donde Youki se encontraba. Corría como el viento, esta vez no había llevado ninguna montura y tras él se podía escuchar un galopar cada vez más cercano. Todos sus sentidos estaban alertas, sabía que pronto sería alcanzado. Una leve sonrisa se coló a pesar de la agitada respiración. El caballo le fue dando alcance y justo cuando sabía que el animal lo rebasaría y el jinete blandiría contra él su espada se tiró al suelo y rodó por unos segundos.
El negro animal se detuvo un poco más adelante, resoplando agitadamente y él se puso en pie de inmediato, alerta en todo momento.
"¿Dónde está?" Resonó la inconfundible voz de la Emperatriz de Koubuchi. Se escuchaba cargada de ira pero una nota de dolor se tejía en ella.
"Aún no es tiempo." Le sonrió el hombre mientras cruzaba los brazos sobre su pecho, sus brillantes ojos verdes parecían refulgir como gemas y desde aquella distancia la Zellas pudo captar por primera vez las pequeñas garras en las manos del hombre. Sus ojos se abrieron desmesuradamente. Aquel no era un simple hombre, era un demonio. Igual que su hijo. ¿Por qué? El recuerdo de Xellos la golpeó con más fuerza que nunca. Desmontó con presteza, espada en mano, los plateados cabellos al viento y con paso lento pero seguro se fue acercándo al hombre.
"Me llevarás con él, ¿no es así?" Le dijo con voz tersa. Era más una afirmación que una pregunta. Un pequeño hálito de esperanza se aferraba desesperadamente a sus palabras.
El hombre perdió la sonrisa burlona. La mujer frente a él se acercaba con lentitud, armada pero sin mostrarse amenazante. Sus cabellos parecían flotar tras ella, como un ángel de la muerte. La visión lo hechizó y lo detuvo en su lugar, su propia naturaleza destructiva, aquella que había suprimido por tanto tiempo en favor de su estadía en el palacio de Tougen, respondía a la imagen de la muerte misma. "A su debido tiempo." Mumuró cuando finalmente sintió la espada contra su cuello. Sintió un calor recorrer todo su cuerpo al contacto de la espada, la Emperatriz emanaba dolor, ira, tristeza, todo a la misma vez y su espada olía a sangre, la sangre de cientos, probablemente de miles. Aquella era una mezcla de sensaciones que no podía resistir.
Un estremecimiento lo sacó de sus pensamientos, los ojos dorados de la mujer estaban fijos en los suyos, como si tratara de traspasarlo. Las palabras escaparon de sus labios mucho antes de que pudiera detenerlas cual susurro clandestino. "Eres... ...hermosa."
Zellas aguzó la mirada y sin aviso alguno en un simple pero potente golpe lo dejó inconsciente. "Y tú eres un tonto." Dijo al tiempo que llamaba su montura con un suave silbido. Cuando su caballo se acercó sacó una soga y lo ató de pies y manos, luego sin mucho miramiento, lo tiró sobre el caballo y montó. Con presteza hincó a la bestia y salió al galope.
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La mañana sorprendió a Filia aún dormida en el cuarto de Xellos. El joven se desperezó levemente y se sentó en el borde de la cama cuando sintió a sus pies un leve bulto. Se restregó los ojos y se fijó mejor, él sabía que no había dejado nada tirado en el suelo. Lo que vio le conmovió profundamente. La princesa dormía profundamente pero era obvio que el suelo no era lo más cómodo del mundo para ella. Se levantó con cuidado e hizo espacio en su cama. Luego procedió a colocar a la princesa en el espacio que acababa de desocupar y terminó arropándola con sus cobijas. Filia se reacomodó de inmediato y pronto estaba dormida otra vez.
Sonrió para sus adentros. El día anterior la había extrañado sobremanera. Había sido la primera vez que estuvieran separados tanto tiempo en los dos años que llevaban juntos. Se adentró en el baño para hacer su rutina matutina y al salir vio a la princesa aún dormida. Sonrió divertido, sólo con eso tendría para molestarla hasta su próximo cumpleaños. Al momento su sonrisa desapareció. Recordó que cuando Filia cumpliera sus quince años sería comprometida con el joven Monuke al cual ya había tenido el desagradable gusto de conocer, aunque fuera de lejos.
Xellos no sabía por qué, pero cada vez que veía al príncipe Monuke sentía una desagradable sensación, como una presencia conocida. Era casi como... No, se dijo firmemente, no podía existir en el mundo otra persona tan desagradable como aquella que él conocía. Un leve ruidito llamó su atención, Filia estaba despertando. Se sentó en el borde de la cama y la observó desperezarse lentamente, al menos ahora sabía que Filia no roncaba y que no hablaba entre sueños.
"Buenos días Fi-chan." Un poco de travesura y burla se mezcló en su saludo. Filia parpadeó confundida y se restregó los ojos para ver mejor, pero ninguno de sus movimientos le advirtió a Xellos que Filia continuaba un poco... adormilada y que no lo estaba reconociendo en esos momentos.
"¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡AAAAAAAHHHHHHH!!!!!!!! ¡¡PERVERTIDO!!"
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¿Qué les pareció hasta aquí ehhhh? Me divertí mucho con este capítulo, no sé, pero torturar a algunos de los personajes como que me hace sacar el estrés. En fin!! Ya saben, dudas, preguntas, críticas, comentarios, todo es bienvenido. Se me cuidan mucho y hasta la próxima. Esta vez no me he tardado tanto así que sean guenitos conmigo ehh.
Ja ne, minna-san
